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Este es Kuper |
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Running out of ideas... |
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No olvidemos al osito de Sebastian |
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"Me preocupa que nos está llevando a la batalla una persona que lleva pajarita" |
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Mi casa: una zona libre de tories |
Si no las escribo, las cosas no han llegado a término, solo las he vivido (A Ernaux) La vida real no está a la altura de escribir sobre ella (J Eugenides) Lo que me interesan son los errores, fruto de la pasión, los errores que se cometen arriesgando (G Steiner) En la calle, codo a codo, somos mucho más que dos (M Benedetti) Escribir es persuadir a un extraño de que se quede (R Cusk) El camino del exceso conduce a la sabiduría (W Blake)
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No es un patio andaluz(ya quisiera), es mi balconete en el corazón de la pérfida |
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Ditto |
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Pasaba por aquí, ningún teléfono cerca... |
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Lo siento: es evidente que no paseé este libro |
He leído una de esas ediciones eruditas de Penguin donde las notas a pie de página (de hace ya unas décadas) de la catedrática Sue Roe, compiten en extensión con la narración. He disfrutado leyéndolas, no solo porque me aclaraban cosas que me habría perdido sin ellas, sino porque hay múltiples referencias a Londinium. Dicen que los vagones de tren son un escenario favorito de Woolf; y yo añado: siempre pone a alguien a pasear por la Strand. Aparte de las notas, la catedrática también ha escrito una introducción que es una tesina, y que decidí leerme a media novela: esto es algo que siempre dejo para el final, pero con Jacob he hecho una excepción, porque ya veía que no me iba a desvelar que el asesino era el mayordomo. Efectivamente.
Woolf escribe "La habitación de Jacob" en el periodo de entreguerras, aunque "la acción" (me contradigo?) está situada antes de la Primera Guerra Mundial. Jacob es un Ulises moderno-modernista, en un periplo "de mujer a mujer", con grandes niveles de sexo explícito, asegura Roe, sobre su odisea interior. Vaya, en serio? Ya sabemos que estamos en una era de lo burdo y el trazo grueso, habrá aparecido el sexo en metáforas tan sutiles que se me han pasado? Roe (que se ha leído también todos los diarios de Woolf) nos cuenta que la autora se pregunta si eso mismo que está haciendo ella, la odisea esta moderna, el periplo modernista, "no lo estará haciendo mejor el señor Joyce". Jacob y el "Ulises" ambos se publican en 1922. Curioso año homérico aquel.
En cuanto a la odisea exterior, si Bloom no sale de Dublin, Jacob (y la novela) comienzan en Scarborough (ah cómo olvidar el pasado verano en Yorkshire, claro que el Scarborough que describe Woolf poco tiene que ver con la ciudad costera hortera por la que pasamos), luego pasa por la universidad -Cambridge, cómo no- ("si hay una luz que brilla/se quema sobre Cambridge, estas son: el griego, la ciencia, la filosofía), unas vacaciones en Cornwall (la aparente paz de la costa desde un velero) , Londinium y, oh, que bien, Jacob se va a Grecia. Como solo accedemos a Jacob por las impresiones de los (las) demás, únicamente sabemos que es de "porte distinguido" y que es "bello, luego peligroso". No sabemos cómo piensa aparte de que tal vez sea un tanto snob (usa palabras que vienen del latín, para tomar el control de la conversación) y que, como Woolf, siente fascinación por la cultura griega ("nunca leía novelas modernas"). Woolf visitó Grecia en 1906 y, como nos pasa a todos, dejó su corazón allí.
"Es a los griegos a los que volvemos cuando estamos hartos de la vaguedad, de la confusión de nuestra época"
Y entonces nos deja a Jacob solo y suelto en Atenas, con su amistad con una pareja inglesa mayor que él, con su enamoramiento de ella-poesía erótica de Donne incluída, y la obligada subida de ambos a la Acrópolis iluminada tras una cena (los maridos siempre se quedan con un copazo en chester del hotel) por las callejuelas de piedra, y con toda la vida vibrante y mágica y encantadora que es Grecia ("quiero volver a Grecia cada año hasta que me muera"-esta frase podría ser mía, pero es de Jacob), descrita así:
"In spite of its ramshackle condition modern Greece is highly advanced in the electric tramway system, so that while Jacob sat in the hotel sitting-room the trams clanked, chimed, rang, rang, rang imperiously to get the donkeys out of the way, and one old woman who refused to budge, beneath the windows. The whole of civilization was being condemned".
Echo de menos esos días, tardes, noches allí, y cuando me medio repongo de la nostalgia, entonces Woolf está reflexionando sobre la belleza (asteriscos en el margen y anotaciones: "On Beauty", como el libro de Zadie, o intrusiones de la cara de Toni Servillo en "La grande bellezza"). Y es que el Partenón, que lleva ahí siglos, independientemente de nuestra admiración, parece que nos sobrevivirá no solo a todos nosotros, sino también a nuestro mundo. Solo la belleza es inmortal.
Pero merece la pena andar perdida en la lectura algún rato porque en ella te encuentras con frases de "grande bellezza" formal, pongamos:
"as the waves came creaming up to him"
“Listless is the air in an empty room, just swelling the curtain; the flowers in the jar shift. One fibre in the wicker armchair creaks, though no one sits there.”
"loveliness in infernally sad".
Pero no me desvieis del modernismo. Woolf como he dicho, experimenta, pero también aprovecha para embestir contra la literatura eduardiana y sus convenciones ("los materialistas eduardianos", a veces hace enumeraciones detalladas parodiándoles), en particular a HG Wells o WE Norris, cuyo método era "contar su simple historia sin ningún deseo de discutir problemas o sugerir que hay algo que no es como debiera ser". Woolf opina que esta literatura está llena de "accesorios", como los que ayudan a una producción teatral. Esta novela es su divorcio formal del método tradicional de la literatura.
Oh, y cómo terminar sin anotar que Virginia Woolf escribió un libro mío de cabecera, "Una habitación propia" (1929)? Hay mucho de feminismo y mucho precursor de este ensayo en Jacob's Room. Woolf se rebela en contra del "canon masculino" en la literatura (por qué no había entonces estudios eruditos de George Elliott, de las Bronte?), en la filosofía... las mujeres aparecen siempre en su relación con los hombres, no por ellas mismas. Da mucha tristeza constatar que esto último, todavía en muchos casos sigue así.
Termino la lectura, y suena jazz de fondo en la Londinium de 1914. Y suelto una arenga feminista que cambia la vida a varias. Y subo a la Acrópolis en una noche estrellada con el fantasma de Jacob, que me susurra versos eróticos en griego.
A qué época se refiere Reid con el título, cuál fue la "época tan divertida" ("such a fun age") del título? La novela transcurre en 2016, al final de este año Obama deja la Casa Blanca y es sustituido por un racista, machista y (rellene su propio -ista) impresentable. Igual se refiere a lo que tal vez ahora algunos americanos recuerden como una cierta "belle époque", con todas sus sombras, con lo que iba a venir [Nota para mí: curioso que estoy divagando dos novelas seguidas en las que hablo del concepto "belle époque"- también lo hubo justo antes de la época victoriana en el libro de Thackeray]. Desde luego, lo que vino tras 2016 no fue bueno ni para los negros, ni para las mujeres, ni para los trabajadores. Y vuelven a votar en unos días.
Y precisamente estos tres temas: racismo, feminismo, clase, son los que recorren la novela. Y aunque no tengas la impresión de que esto sea "alta literatura", a mí Reid me ha enseñado algunas cosas desde un ángulo que no conocía, o desde el que nunca me había puesto a mirar, pese a tenerlo ahí.
Reid cita en sus referencias un libro de la socióloga Rachel Sherman que no he leído titulado "Uneasy Street: The anxieties of Alluence" (Calle inquieta: Las ansiedades de los pudientes") de 2017. En él la autora entrevista en profundidad a 50 ricos de Nueva York para entender sus elecciones vitales y su explicación del concepto privilegio. Dice Reid que le ha ayudado a construir a algunos de los personajes de la novela que muestran su incomodidad con su riqueza y que se esfuerzan en dar otra imagen, por ejemplo, intentando justificar compras caras, o enfatizar cómo esto o aquello es orgánico o Fair Trade o lo encontraron en rebajas. En la novela, este personaje lo representa una hija de "nuevos ricos"; durante su infancia perteneció a una familia normal, que de repente les cae un dineral del cielo (pensemos en el Woody Allen de "Small Time Crooks"). Pero la experiencia de esta chica y de alguien que venga de dinero de toda la vida es distinta. Por ello, aunque sé que ese personaje es potencialmente odiable, yo no encontré en ella mala intención, simplemente insensibilidad con otros y su experiencia. Para pararse a considerar a otro hay que tener por lo menos un segundo para considerar que existe, y oh la vida es tan ocupada.
El tema racial a alguien como a mí nos pilla mucho más lejos. Cuando crecíamos en aquella Ejpein de los 70, la sociedad era uniforme. A mi colegio vino una niña japonesa, y por ello era famosa. El único grupo no-blanco en Vetusta eran los gitanos, viviendo en guetos con los que nadie se mezclaba. Eso sí, no éramos nadie racista, claro, nos encantaba Magic Johnson. Cuando llegué al Reino Unido, me encontré con una sociedad multiétnica y cultural, pero cuyos grupos en el fondo se tocaban poco: no hay más que comparar los clientes del pub de la esquina (solo blancos), y en el de las pipas de agua (todos de Oriente Medio). Donde se me cae el alma a los pies es en la cafetería de Peter Jones (un gran almacén tipo ECI), un lugar que frecuento (frecuentaba, pre-pandemia) tras comprar desde los calcetines hasta la olla exprés, para esas encantadoras tazas de té con scone de la media tarde, por sus vistas preciosas sobre Chelsea. Por mucho que mantengas tus ojos fijos a través del ventanal, es imposible ignorar la demografía dentro: absolutamente todos los clientes somos blancos y todo el personal que recoge los platos, negros. Como en la novela, el servicio: la que fue nueva rica tuvo una criada negra y ahora emplea una canguro negra para que cuide a su hija. Se repiten patrones. Reid habla de pagar a alguien para que dé amor a tus hijos, de pagarles para que hagan el papel de miembro de tu familia, pero la realidad: que no deja de ser una transacción. Me recuerda a aquella película tan ácida de Fernando León de Aranoa titulada, precisamente "Familia" (1996).
Pero lo que haría sentirse bien a la canguro de 25 años no es que la inviten a la comida del Día de Acción de Gracias, sino que la aseguraran. Porque como millones de canguros, o profesiones similares, están trabajando unas horas a la semana, dinero en mano, sin ningún tipo de protección. El estrés de que tiene que salir del seguro médico de los padres a los 26: no "poder permitirse" ponerse enferma. El drama de la salud en los EE.UU. La gente que le contrata quiere ser su amiga, quieren que sea parte de su familia: sí, pero Pirámide de Maslow, hay necesidad básicas que cubrir antes. Ella no ha elegido a esta mujer blanca con pasta como su amiga, así que esas tazas de té al final del día para ponerse al día le sobran, y también las conversaciones sobre si tiene novio o cual es su brillo de uñas. Muy distinta es otra conversación en otro punto la que otra mujer se interesa por dónde quiere llegar profesionalmente después de dónde está ahora.
Luego está el tipo blanco, el woke, el cool, que se rodea de amigos negros, y que si miras su historial, solo ha salido con chicas negras. Hoy precisamente hemos visto con Mini la peli sobre la vida de Martin Luther King "Selma" (Ava DuVernay, 2014), en cuyo famoso discurso del "Tengo un sueño", King pide "no ser juzgados por el color de tu piel, pero por el contenido de tu carácter". Es el salir solo con chicas negras otra manera de objetificación, de fetichizarnos, de vernos a todos igual, se pregunta un personaje. Es una manera de decir al mundo mira qué bueno soy que salgo con una negra. Este mismo chico le pide que se deje el pelo "natural" (aprendí mucho del pelo de las mujeres negras en "Americanah"). Que es liberal, que se autodefine como "clase trabajadora" y la canguro de 25 sin seguridad social se pregunta cómo un tipo que trabaja en informática en una oficina donde todo brilla y tienen café y croissants gratis puede decir eso, que es clase trabajadora. Hablamos de "sentirse"? Hablamos de su origen familiar? Porque aunque algo reluzca, no todo es "oro" (entendiendo por oro la élite que viene de familias de dinero por generaciones). Tenemos en la novela una nueva rica (que repite patrones de los ricos de siempre) y un treintañero que trabaja en una oficina reluciente, donde habrá hijos de la clase trabajadora que, gracias a los logros de anteriores generaciones, via educación pública hayan llegado allí. Así que entiendo que se autodefina como "clase trabajadora" (vs. aquellos que olvidan sus orígenes) pero también la incomprensión de ella, que no sabe qué hará si mañana tiene apendicitis.
Las escenas con niños: por definición, en una novela con "canguros" hay niños, y no solo los protagonistas, también la madre tiene tres amigas con ídem. El libro está lleno de escenas con niños interrumpiendo conversaciones, niños siendo presuntamente monos, niños dando la brasa (no dicen que no hay que trabajar ni con animales ni con niños?). Abro el libro y en un párrafo que empieza: "las amigas disfrutaron de una comida sin los niños" he anadido en el margen "Thank Fuck". Tres hurras por el feminismo: siguen siendo ellas mayoritariamente, pese a tener canguros y trabajos exitosos, las que cargan con el peso físico y mental de los críos. En pleno siglo diecivenintiuno... qué pereza todo.
Y lo último (en serio, yo venía aquí a escribir un par de párrafos). Desde que terminé este libro he estado leyendo "La habitación de Jacob", el primer libro experimental/modernista de Virginia Woolf (escrito entre 1920-1922). Woolf odiaba la escritura tradicional de los realistas edwardianos (~ 1900-1914), especialmente a HG Wells o WE Norris, del que Woolf escribió "su método era contar su historia simple, sin ningún deseo de entrar en problemas o sugerir que todo no es como debería ser". Leer a Woolf es una experiencia totalmente distinta a leer a Reid, a medida que avanzas se ve claro cómo Reid va haciendo tick, pasando por todas las técnicas narrativas que deben enseñar en los cursos de escritura creativa (el anzuelo, el "punto instigador", la escalada, la noche negra, etc). Pero hace todo lo contrario que evitar problemas, o sugerir que todo está bien.
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Ateneu |
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Dedicatoria |