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30 mayo 2022

"Las nubes" de Juan José Saer: La irrestistible tendencia de los locos por la escritura

Soy o no bookstagramer?
"Las nubes" es mi segunda novela del argentino Juan José Saer después de
"La pesquisa" de la que ya se divagó en su día. Publicada en 1997, dicen que sigue la tradición latinoamericana de literatura de viajes empezada un día por Álvar Núñez Cabeza de Vaca y sus "Naufragios y comentarios" (qué gran título y hablando de naufragios, "Las nubes" es recomendación del Náufrago Ro) , los monísimos “Diarios de motocicleta” del compañero Che y Saer mismo con "El entenado" (favorito de otro fan, Txelos) que tengo por casa pero aún no he leído. La literatura o las crónicas de viajes nos atraen porque son, al final, historias del choque con otros, de encuentros y desencuentros, de perplejidades continuas y consiguientes dudas sobre tu manera de estar en el mundo. Aj: qué mejor manera de vivir que en la disonancia.

El viaje que describe Saer es curioso: el doctor Real, un psiquiatra que ha aprendido su oficio (oh, la medicina, es ciencia! es arte!) en París, bajo el ala de un carismático holandés, el doctor Weiss -con capacidad de "auscultar lo invisible"-, en la época en la que inspirados por la Revolución Francesa se habían liberado a los pacientes de las cadenas en Salpetriére, va a llevar a cinco enfermos mentales (o “locos”) de Santa Fe a Buenos Aires a un sanatorio que van a fundar siguiendo los principios científicos y humanitarios que aprendió en París. Un mapa dará una idea de lo vasto, inhóspito, delirante del terreno: 500 kilómetros de La Nada -llena de, claro "animales surgidos de la nada y vueltos a desaparecer en ella"-, que eran mucho más La Nada en 1804, que es cuando transcurre la novela, En "La pesquisa", que va disfrazada de novela policiaca ya dije que quien busque una historia de "quién lo hizo", se abstenga; aquí pasa lo mismo, quien busque solo una historia de aventuras por la pampa, tampoco la va a encontrar.

No sé si quedó claro
que estuve en París
Saer describe a su maestro, a los cinco pacientes y la inmensidad del paisaje de una manera abrumadora. Describir espacios naturales sin dormir al personal se me hace imposible, pero él los borda ("esa belleza indiferente y sobrehumana del crepúsculo se fue formando, alcanzó su perfección, y naufragó en la noche"). Luego, sí, cuenta los percances que encuentran en el páramo, desde el terror de ser atacados por una banda de forajidos indios liderados por un tal Josesito que toca el violín sobre los cadáveres tras la masacre, las subidas de los ríos, los incendios, y demás horrores que la Madre Naturaleza nos tiene ahí guardados para el que se atreva, sobre todo en un continente donde la naturaleza no ha sido domesticada, como en Europa, ni siquiera hoy en día. Pero esas historias son lo de menos, y ocurren con la misma lentitud que las carretas avanzan.

y sí, es cierto que siempre
salgo con un libro,
incluso en París...
Lo interesante del libro es los diversos temas que han descrito los estudiosos tipo "metáfora del colonialismo, América como marco natural virgen y sin historia en el que comienza a penetrar el capitalismo" o "quién dictaminada quien está loco" porque "antes de llegar los psiquiatras, la enfermedad mental no existía", en los que no voy a entrar. Particularmente en el segundo, tema favorito de críticos literarios y psicoanalistas por igual. A mí me aburre enormemente, gente en fiestas con su prosecco en mano hablando de la cordura y la insania, gente que igual van a ese narcisismo en vena -incluso mayor que el de escribir- que se llama "terapia" y que no han visto los ojos de la locura en su vida, ni la verán, porque están centraditos en su ombligo. Y quién no, dirán, pero algunos que han elegido como trabajo arremangarse para ver qué hay detrás de esa mirada (a todos los niveles, desde el neurocientífico hasta quien les limpia el culo en un piso tutelado), igual tienen algo que decir, y ustedes vuelvan al diván y al prosecco. Porque no, queridos: la enfermedad mental existe y no, no todo es "el mundo queriendo imponer sus cadenas"- puede ser así, a veces, y la historia de la psiquiatría ha demostrado como el totalitarismo puede usarla para los mayores horrores, pero a día de hoy, por lo menos en mis 10 kilómetros cuadrados, no es siempre el caso. Nota: esto de los 10 km2 lo leí o lo escuché el otro día y no recuerdo ni dónde ni a quién (Bernardo Atxaga?). Venía a decir que todo escritor se centra en unos mismos 10 km2 para desarrollar su obra (en el caso de Saer es Santa Fe, o en Onetti Santa María). Yo no lo estoy usando en ese aspecto, sino en el de "mi mundo conocido", que no es enorme, pero en este tema, tal vez sí representativo. Total que antes de llegar los psiquiatras la gente moría por "mal de amor", o "posesión diabólica" o las mataban por brujas (según dice el doctor Weiss, en los dos siglos anteriores habían tenido en los manicomios europeos pacientes que habrían de otra manera terminado en la hoguera, y el “ejercicio riguroso de la ciencia médica era la única forma posible de caridad”). No sé si las etiquetas actuales alivian, algunos aún prefieren las anteriores.

Pero divago. Sigamos con el maravilloso verbo delirar ("viajar en las alas mágicas del delirio", escribe Saer), que viene del latín "de-lirare", con su prefijo de, ‘alejarse, apartarse’ y lira, ‘surco’. O sea, delirar significaba literalmente ‘salirse del surco’. Es obviamente una metáfora, porque salirse del camino establecido está genial, pero no si no eres tú el que lo decide, porque estás enfermo. Saer se pregunta si estas enfermedades mentales en la clase dominante en el cono sur no habían sido identificadas, porque en aquella época no tenían la ciencia para ello, y por tanto, algunos de sus rasgos fueron "tomados como rasgos normales del temperamento, lo que podría explicar quizás muchos hechos incomprensibles de nuestra historia". No es lo mismo testarudez que determinación. Lo cierto es que hasta los ricos se quieren librar de sus locos (de ahí que los manden con el doctor Real en este viaje a Las Tres Acacias, el sanatorio que va a montar), porque como dice Saer "si no peligrosos, sí son muy cansadores" (me encanta esta palabra, me recuerda a Mini y sus "empezadores"), pero en los pobres la locura parece algo más natural "como si contrastara menos con la sinrazón de la miseria".

...porque una nunca sabe
si puede terminar
en comisaría
Saer, vía el doctor Real, reparte a todos: a los ricos "que sustentan una gran opinión de sí mismos, y que por una inexplicable transposición, están convencidos de que su capacidad para ganar dinero los autoriza a pontificar sobre temas que desconocen, ya sean artísticos, políticos o filosóficos" (?no suena esto a rabiosa actualidad?) y se sigue otorgando el derecho de gobernar. A los curas: "La Iglesia, que en las colonias se otorga atribuciones que no se atrevería a acordarse en la Metrópoli, pretendía opinar sobre el modo en que debía tratarse a los enfermos" (?suena familiar? Según creo, aún existen los exorcismos). A los psiquiatras: aún peor que la celda de la locura debe ser esta profesión y ver todo a través de esas lentes que les llevan a “conjeturar sobre los rasgos de carácter que motivan (...) las opiniones y los modos de actuar de las personas con las que trato". Y al escritor -hay que empezar por reirse de una misma y me encanta esta frase: "los enfermos mentales, cuando poseen cierta educación, tienen casi siempre la tendencia irresistible a expresarse por escrito, intentando disciplinar sus divagaciones en el molde de un tratado filosófico o de una composición literaria".

... y seguía leyendo en Barna
De la descripción de los cinco locos - bastante acertada he de decir, describe ecolalia y otros síntomas sin darles nombre, hay algunos pasivos y otros que "militan por su locura"- me quedo con la muy militante Sor Teresita, una monja que le había dado un delirio místico por el que se tenía que follar a todo lo que se moviera porque así hacía nosequé honor a Jesucristo. La monjita escribe un Manual en el que explica las similitudes del amor espiritual y el carnal, pero termina centrándose demasiado en el último y las ideas acaban siendo más incoherentes, las palabras más procaces, las oraciones vocablos obscenos. Lo mejor de esto es que lo que les lleva a sus superiores a recurrir a la psiquiatría no es el fondo ("puesto que la superstición oficial difunde cada día sofismas mucho más descabellados", sino la forma ("el vocabulario rebuscadamente salaz") y, bueno, "la frenética traducción en actos de su teología". Ji. Como dice el aforismo "comedia es tragedia más tiempo", aquí se postula que “lo trágico solo existe verdaderamente en el arte porque en la realidad, incluso en sus momentos más atroces, siempre se encuentra temperado por algún elemento cómico, grotesco o aún ridículo".

Voy a terminar con una cita que tal vez pueda dar una idea del lirismo de la novela y que cierra el círculo del viaje. Porque cuando una se va, a ese lugar deserta, en pos de lo que sea: en el del doctor Real hacer caridad a través de la ciencia, el de Saer, que se fue a París y nunca volvió a Argentina, él lo tendría que decir. Porque todas las deserciones fueran como esta.

"En esa ciudad supe por primera vez, por haber vuelto a ella después de muchos años, que la parte de mundo que perdura en los lugares y en las cosas que hemos desertado no nos pertenece, y que lo que llamamos de un modo abusivo el pasado, no es más que el presente colorido pero inmaterial de nuestros recuerdos".

28 mayo 2022

Una semana con Roc

Mayo, sobredosis de efemérides, a la que se suma el nacimiento de Roc el pasado día 8. Como ya conté aquí, cuando Roc aún no tenía doce horas, la Tía de América -este nuevo rol que me han adjudicado y que no falla en reproducir en mi cabeza el "I want to be in America" de West Side Story durante un rato- ya estaba allí. A partir de ese momento, fue una semana la que pasé conociendo a Roc, hasta que con muchísima pena, como quien se separa de un amor de verano, me tuve que volver a la isla. 

Lo del amor de verano va en serio: es enamoramiento, puro y duro. No amor normal, saludable, de ese que usted siente por sus hijos y padres, sino enamoramiento loco de ese de se hunde el mundo cuando él coge ese tren. Por ello, porque en absoluto soy sospechosa de rollos místicos, ni iluminaciones varias, pensaba que esto me había pasado con Mini por la oxitocina y la montaña rusa hormonal post-parto. Pero no, aquí sin parto y me volvió a pasar.

Un síntoma? Soy muy impaciente, de esas personas que al resto les parecen insoportables, porque no puedo "estar sin hacer nada" (no se trata de "aprovechar el tiempo" sino de que me cuesta estar pasiva; soy a do-er, que dicen los ingleses). Sin embargo, aquí, me podía quedar mirando a Roc por un tiempo que en situaciones normales me parecería irrazonable. Nota: si eres de aquellos que les gusta sentarse a "no hacer nada" o a "perder el tiempo", no me entenderás, y no podré explicarlo, porque estamos hecho fundamentalmente de material distinto. Pero esta vez he sido como tú,  solo que en lugar de sentarme a mirar cómo se seca la pintura, ha sido mirando a los ojos (a menudo cerrados) de un bebé de días con cara de boba.

Total y resumiendo para los impacientes como yo: que pasé ingentes cantidades de tiempo esa semana colgada de ese bebé, y repitiéndome lo mismo que sus padres, y que era lo mismo que me había dicho a mí misma cuando nació Mini "pero qué suerte he tenido, pero qué maravilla de la naturaleza"... en fin, esas cosas que suenan patéticas leídas en frío, como suelen ser los escritos de amor escritos una noche a la mañana siguiente. La sensación de "este es uno de los momentos más especiales e importantes de mi vida" y "si por algo merece la pena vivir es por momentos como este" resulta luego, mirando para atrás, ser cierta.  La idea delirante (delusion, me gusta más la palabra en inglés) de "esto solo me ha pasado a mí" se  ve como tal-delirante- 14 años después. 

Cuando vas a ver a hijos de la gente, de alguna manera hay que mantener las distancias, no vas a ser la prima Maribel que los llena de babas (me cuentan que yo de niña odiaba los besos de las primas maribeles, por eso nunca beso a los niños pequeños). Aquí, nada más entrar furtivamente en la habitación -no dejaban visitas por tema covid-, me di cuenta lo que ya imaginaba, pero quién sabe con padres primerizos: que no eran gente. Fashion me lo dejó coger y dicen las malas lenguas que en las fotos del primer día "parecía que me daba miedo": se me había olvidado tener a un bebé en brazos! Eso, o que venía de una rave nocturna sin dormir (véase "bienvenido Roc"). 

Ah y también el primer día, era tan minúsculo (Mini fue bastante más larguirucha) que no sabía ni llorar. Fashion, que me llevaba unas horas de ventaja,  aclaró: "pone cara de llorar pero no sabe aún el ruido". Enseguida lo aprendió, como saben sus padres ahora perfectamente, especialmente a las 3 am. Es un ruido encantador, que a mí me hipnotiza ahora por teléfono o videollamada, me lleva justo a esa semana. 

Esos primeros días nos debatimos en establecer si Roc era un bebé tranquilo, o todo lo contrario. "Es tan buenito", decíamos a veces, para desmentirlo luego tras un arrebato de -ahora sí- lloro. Roc odiaba particularmente que le cambiaran de pañal, ni digamos de ropa. Se ponía a llorar así con los brazos abiertos, como si quisiera que le diéramos un abrazo. Me daba tanta angustia meterme en su sensación de qué-está-pasando que entonces le ponía mi cuello entre los brazos, como si él supiera lo que es abrazar. 

Salí con Roc en su primer paseo a tomar una horchata a Rambla Catalunya. Todo era novedad: el carrito, la calle, la gente. El pobre no se hacía al carrito, nos turnamos para llevarlo en brazos (nota de la tía superorgullosa, porque todos los viandantes lo miraban seguro pensando "pero qué suerte han tenido esos tres con ese bebé tan maravilloso". En la terraza teníamos al lado a dos señoronas mayores muy arregladas que con su acento me recordaban a la Yaya. Nos preguntaron todas simpáticas por Roc, y nuestras respectivas filiaciones, "tú eres la madre (no, soy la tía, podría ser la abuela, señora), ah, tú la tía, ah eres la hermana, ah, oh, sí, se parece a tal o cual, y él es el padre, y quién su mujer" y nos contaron alguna que otra historia de su juventut surrealista, para, al poco rato, volver a contar la misma historia como si nada y repetir las preguntas exactas sobre nuestros parentescos: ah, y tu eres la madre, no señora. Situación peli de Almodóvar en la que quedó claro el rol de las cuidadoras que hablaban entre ellas al otro lado de la mesa: para devolverlas a casa y y para proteger a los terracistas:  "Déjenles en paz" (a la tercera vez), y nosotros, amabilísimos (y blogueros), "no no, no molestan".

Otras veces lo cogía y caminaba con él por la casa, cantándole canciones infantiles en inglés, que son las que aprendí con Mini, como la muy apropiada para él "Row row row the boat gently down the stream" porque en la segunda estrofa dice "Rock rock rock the boat", o "The wheels of the bus go round and round" o "London Bridge is falling down". También me sé algunas en catalán, que son las que nos cantaba la Yaya, pero no sé por qué, en plena Barcelona, y no llegué a esa parte del repertorio. Debe ser que necesitaba más tiempo allí: qué pena más terrible volverme, como separarte de ese amor adolescente de la playa que se vuelve a Madrid. 

Què li darem al Fillet de la Mare?
Què li darem, que li sàpiga bo?
Panses i figues i nous i olives,
i una miqueta de mel i mató.

 Y yo sabía que había colgado esta nana alguna vez en el divlog, y una búsqueda reveló que que fue hace muchos años, en el divague que escribí cuando Fashion cumplió 30. Ahí narro las horas antes de que ella naciera, algo así como en el divague anterior hice con Roc (soy un predecible animal de costumbres). Ambos divagues tienen, si lo pienso, mucho en común y en ambos el highlight es que me dejaron coger al bebé (aunque entonces, sentada, por "si se me caía").

Esta semana me hice mil fotos bonitas con Roc para abrasar al personal y a los perfiles de whastapp. Pero, serán los años, no he logrado que me quede ninguna tan chula como esta...

Fiesta de pijamas mojados
con la madre de Roc,
desde el corazón de los 80



Por muchas semanas con Roc.

15 mayo 2022

Y así era la vida el día que pasó todo

El sábado pasado era 7 de Mayo, y fue un día de whastapp intenso en el grupo "Jekes" (los jekes son los "jóvenes que están empezando", aka hermana Fashion, cuñado JAL, bautizados así hace mucho -lets face it: ya no son jóvenes- por el Peda, que también está en el grupo). Comenzamos la mañana riéndonos a propósito de las técnicas intimidatorias mafiosas de Fashion con el mundo del retail online. Resulta que la hermanísima, ociosa por baja maternal, se había erigido como compradora familiar de regalos para el cumple Mini (lo de la baja es anecdótico, siempre es la compradora oficial), pero todos habían fracasado, uno tras otro. Primero, el perfume, forever "en preparación". Hasta que Fashion se lo toma personal y, mujer ejecutiva, les pone un email con, no uno sino dos "es decir" ("es decir, hace una semana", "es decir, ya llega tarde para el cumpleaños"), y al día siguiente, voilá, anuncian que está en camino ["conozco este mundo, no hay como azularles un poco" (sic)]. Luego, el pijama: estos van un paso más allá "envío perdido, en 17 días tendrán la devolución en su cuenta, hagan un nuevo pedido". Yo ni siento ni padezco ante el potlach este de los regalos, pero ella sí, y me envía copia de su email, impagable, en el mejor "inglés macarrónico" (¿por qué sois tan agresivos en castellano?, el inglés nunca es tan abrupto), con una frase que directamente roba mi corazón [traduciría más o menos: "ya estamos lo suficientemente tristes por no haber tenido el regalo en el día señalado, no nos molesten/aburran con sus procesos"]. Lo fascinante: enseguida tenemos un email con muchas disculpas, que nos llegará el pijama al día siguiente, correo urgente. Yo estoy alucinada: para mí integrar el concepto sentimental (tristeza) con rudeness ("no-me-aburran") en una queja a un departamento de atención al cliente es enloquecido, pero qué sabré yo, que odio comprar, online o in situ (por razones que no vienen a cuento, hemos tenido que comprar dos lámparas y, maremía, hay que hacerse un máster para decidir por la apabullante oferta: maldito capitalismo). Pero volvamos a la familia de matones: Fashion me recuerda los grandes resultados cuando JAL le escribió al casero de Brixton con un "vamos a poner esto en manos de los abogados de la familia", al más puro Corleone. Y todo se solucionó,: ese es el problema, son continuamente reforzados.

Twiggy  y los swinging 60s
Ajena a lo que iba a pasar, ese día me consumía un email -que luego supe que era circular- del cole de Mini, en el que parecía que me decían muy personalmente "que le comprara otra falda, que esta le quedaba muy corta". Sobre mí cayó no la ira del Headmaster, sino la bronca que me caería de mi madre -si llegara a sus oídos- por no llevar a mi hija “conforme”. Cierto: no va conforme, pero ninguna niña de ese cole, que se enrollan la falda en la cintura para que les quede minifalda (según Mini "y yo no soy de las peores"). Las monjas de mi colegio ya debían estar al tanto de esto hace 40 años, porque nuestra falda era plisada, luego no había posibilidad de enrolle. Deberían haber asesorado a este cole neo-victoriano, que solo en 2022 se han caído del guindo: las niñas van a lo Twiggy y a partir de Septiembre han cambiado a un modelo tipo campana que no se puede enrollar. Que Mini asegura no se va a poner hasta entonces y nos conduce a una bronca de bajo nivel.

Oh qué bonita es la maternidad. En esas estamos cuando Fashion (que por unos meses ha sido la "embarazada universal") pone otro whastapp, esta vez “meaning bussiness”. Son las 17:22 y "tal vez" han empezado las contracciones, pero la comadrona les ha dicho que "es normal, aún pueden faltar 4-5 días". Decidimos no tomarlo muy en serio y que nos mantengan informados (el mundo ha avanzado mucho desde Mini, ahora tienen una app para medir las contracciones - yo aún tengo por ahí el cuadernito donde escribimos las mías). Eso sí, me pongo en alerta porque como a Fashion no le habían cogido aún una vía en su vida, se había autodiagnosticado de "tocofóbica", y con 7 años pegó a un médico cuando le quitaban unos puntos, todos pensábamos que este parto iba a terminar como el Rosario de la Aurora, si no en comisaría.

A las 20:20, nuevo mensaje: "hemos venido al hospital, que cada vez eran más frecuentes" (app dixit). Pero no hemos de preocuparnos todavía, igual le dan el alta. Mientras tanto, no digamos nada a nadie. Todos estos whastapp son escritos en el grupo “Jekes” por JAL, pero Fashion desaparece. Si está bien, estará mirando el móvil, luego ¿por qué no escribe? Intento presionar al cuñado universal, ¿todo bien?, y sí, ¿puedo llamar?, y no. Que le dice que me escriba que aún no ha pegado a ningún sanitario.

Me empiezo a poner muy nerviosa porque es inevitable no tener flashbacks de mi propio parto: como es un tema que combina salud y moi, todo lo que podía salir mal, lo hizo (menos la niña, como ha quedado claro en 12 años de blog). Resumen en este párrafo (se aconseja saltar si estás embarazada o hipocondrias): cuando llegó el Peda del trabajo, a las 5 y pico o 6, había empezado con alguna contracción, y le esperaba sentada en la ventana, mirando al infinito como una dama antigua. El no se lo creyó, cenamos carne con piña (desaconsejo), y me puse la "TENS" (Transcutaneous electrical nerve stimulation), una máquina que te animan a comprar en UK (vía sus electrodos te suelta unas pequeñas descargas eléctricas en la espalda, las vas elevando y en teoría eso libera endorfinas que te ayudan con el dolor. Me freí a descargas y JA: rien de rien). La midwife llegó a no sé qué hora y dijo "oh dear, este baby está aquí" y ambulancia y luces azules, pero al llegar a St. Thomas Hospital, ooops, era un error. Las contracciones seguían y esto no lo lean almas sensibles porque, digamos la verdad, el dolor es horrososo, una auténtica pesadilla y el sintagma "proceso fisiológico" que se lo metan los anatomistas por donde les quepa: yo me siento más bíblica en estos casos, no puede haber otra explicación que ese Dios justiciero, cabreado, heteropatriarcal, sentado en una nube, diciéndole a Eva "parirás a tus hijos con dolor".  El anestesista "está en una emergencia" (?qué se cree que es lo mío, hijo-de-puta?) y aparece a las 3 am (pese al paréntesis anterior, enseguida pelillos a la mar: dice el Peda que cuando me puso la epidural quería abrazarle. Las anestesias siempre sacan lo mejor de mí, otra vez parece que dije "dadme besitos" al personal). Total, que solo decir que Mini nació a la una de la tarde del día siguiente por cesárea de emergencia. No fue mágico, ni divertido, ni aún con las drogas. Con esto quiero explicar que me agobio muchísimo pensando en mi hermana en esa situación.

A las 21:00, ya han informado a padres y les ingresan “para hacernos la PCR”. Aún no hay nada confirmado, tal vez no se queden, y sea todo falsa alarma. Hay que esperar y yo no sé qué hacer con mi culo. Como al día siguiente tenemos gente a cenar, se me ocurre la gran idea de ponerme a hacer el ragú de la lasaña para "estar ocupada". Como cocinar es una actividad manual (¿a quién le relaja si estás preocupada? Obviamente, no saca tu cabeza de ningún remolino de malas ideas), me pongo de fondo un podcast. Creo que empiezo por "Hidden Brain", corto zanahorias, qué rollo, lo dejo, cambio, pruebo con uno de humor que nunca había escuchado, pelo ajos, un rollo, lo dejo, cambio, paso; y un tercero, ya no sé qué hago, un rollo, lo dejo. Da igual. Lo que tenía que haber hecho es ponerme a escribir: es lo que hice cuando murió la Yaya, escribir, escribir, escribir todo el rato y, si eso es posible en momentos en los que no hay consuelo posible, algo me ayudó. Por lo menos lo tengo conmigo.


A las 22:30, no sé si ya he terminado de perpetrar el ragú, pero empiezo a hacer la maleta. La conversación de whatsapp la voy a guardar: mis preguntas en pánico en metralleta al pobre JAL son épicas -pobre, aún me habla. A las 22:45 ya le han puesto la epidural. Aquí me tranquilizo algo, por lo menos no tiene dolor, no sé si JAL me está contando todo bien, vuelvo a preguntar. Os caigo mal, lo sé: yo a mí también.

A las 23:00 pregunto si puedo ya comprar el vuelo: un ya aborrecido JAL me da el OK. Acepta que le haga un mensaje de voz. Aún no ha roto aguas, pero (esto me lo cuentan luego) la matrona le dice que "se las va a romper ella en un rato", le enseña la aguja y, en cuanto sale por la puerta, splash. "No hay como amenazarme", dice (como a los de las compras online).

A la 1:00 am entran en sala de partos. Nosotros estamos comprando el vuelo y la app no funciona: hacemos el pago tres veces, y a la tercera entra. Termino la maleta. Mandan foto: están sonrientes, con gorros de quirófano. Fashion, la muy presumida, se ha quitado las gafas para la foto: buena señal. El vuelo sale a las 9:45 am. A la 1:40 nos vamos a intentar dormir. Ja. Melatonina, creo que me duermo un poco. A las 2:18 llega un mensaje que no veo con una foto, un video y un "ya está aquí".

2:56 me despierto al baño, miro el teléfono sin esperar nada y me lo encuentro: le veo la cara por fin a mi sobri Roc. No me lo puedo creer, tan rápido, me voy al salón a verlo todo, el video es precioso, es todo como un sueño. ¿Tal vez esté soñando? No despierto a Mini ni al Peda. Vuelvo a intentar dormir: Ja elevado a n. Otra búsqueda de melatonina que despierta al Peda. Ha nacido Roc, que ilusión, ahora duérmete. Pero veo pasar todas las horas por el reloj, las 3, las 4 y las 5, al poco me levanto.

JAL escribe, "que les han dicho que nadie puede entrar en el hospital por covid". Bueno, me da igual, yo voy. Son las 5:30. En algún punto de la noche le he dado a "publicar" a un divague que tenía en borradores desde hacía un mes: “Bienvenido Roc” y se lo mando a los padres. Entro a darle un beso y la noticia a Mini: "ha nacido tu primo Roc", y veo su cara dormida de felicidad. Le digo que se porte bien con su padre, asiente a todo y que le dé besos a Roc.

El Peda me acerca a Clapham Junction, cojo un tren a Gatwick a las 7:10 am. En seguridad, me olvido el portátil en la maleta y paso mucho rato esperando hasta que me la revisan. Hago una cola enorme en el Pret para un té y un croissant de almendras, y tengo tanto sueño que no recuerdo cómo se llama el té que siempre pido (Chai Latte), me sale Pad Chai, o Thai Pai. Me muevo por el aeropuerto en piloto automático, como alucinada, como si viniera de una rave en “Ministry of Sound”, como si estuviera en drogas, como si me hubiera tocado la lotería.

Estas son las 24 horas previas de conocer a Roc, y hoy, exactamente una semana después, lo estoy escribiendo en un avión de vuelta a la isla. Yo sé que todo esto solo es memorable para mí, que es una historia que se repetirá cada día. Pero no se trata de contar una historia, sino de tratar de transmitir una filosofía, una manera de estar en la vida, que no es la mía, sino en este caso la nuestra, porque es una historia coral. Si algún día Roc lee esta entrada, sabrá quién le esperaba y en qué estado mezcla de pánico y emoción. Luego, irá descubriendo otros detalles menos entrañables de su famiglia siciliana (“no nos aburra con sus procesos”) y por fin, lo entenderá todo.

Pisa fuerte Roc. Soy tu Tíadi, la Tía de América.

 

12 mayo 2022

Quien tuvo, retuvo ("You wear it well")


 Érase una vez, cuando en este divlog éramos dos, que de vez en cuando poníamos canciones. Porque sí, porque nos gustaban, porque no había tiempo de escribir, lo que sea. Hoy, que las tres condiciones anteriores se cumplen, me he acordado de esta canción y de mi co-bloguera, que un día habló del "mejor culo de su clase", votado por unanimidad - ay, el feminismo ha llegado demasiado lejos, la objetivización del hombre.

O sea, un tío que allá por los 90, como dice el título,  "wore it well". Los llevaba bien, los 501s. Desde aquí este divague nostálgico al misterioso chavalito que, apuesto, los sigue llevando bien. 

I had nothing to do on this hot afternoon
But to settle down and write you a line
I've been meaning to phone you but from Barcelona
Hell it's been a very long time
You wear it well
A little old fashioned but that's all right

08 mayo 2022

Bienvenido mi queridísimo Roc

Hoy ha venido al mundo mi sobrino Roc. Por una vez, estoy sin palabras y solo me han salido tres líneas para él. No puedo empezar a explicar lo feliz que estoy, aunque prepárense: Roc ya tiene etiqueta en el blog. 

~~

Roc, 

Como todas las cosas buenas, te has hecho esperar ("Good things are for those who wait"). Y eres de principios de Mayo... como todas las cosas mejores. 

Eso sí, te tocan como padres Fashion y JAL (felicidades Jekesssss!), como babysitter a la ínclita primísima Mini y como turrainiciador en la Real al Peda, pero no te preocupes: esos son problemas con los que yo te voy a ayudar, verás

Te quiero, pequeniobebé


Tíadi 

PS. Y pisa fuerte, Roc...


Roc acaba de llegar a la vida 
No se imagina la que ha organizado 
A su alrededor todo ha cambiado de tamaño 
Pasando por el prisma de unos ojos enamorados 

El padre que le mira y alucina 
No es un juguete, que está vivo y es de verdad 
Cuando está solo con él, que nadie le mira 
Es cuando barrena, quien sabe si lo entenderá 
A ti, pequeño chiquillo 
Te enseñaré más de lo que he aprendido 
Le dice cantando

Pisa fuerte, Roc 
Sé más valiente de lo que he sido yo 
Dibújales una sonrisa 
Que nadie te podrá decir no 
Cabalgarás la vida como un caballo de cartón 
Pisa fuerte, Roc, pisa fuerte 

Roc es fuerte como su nombre indica 
No hay un hito no, al que no pueda llegar 
La madre le ha llevado a la piscina ¿Qué? 
Ya la domina mucho mejor que Tarzán 
A ti, pequeño chiquillo 
Te enseñaré más de lo que he aprendido 
Le dice cantando 

Pisa fuerte, Roc 
Sé más valiente de lo que he sido yo 
Dibújales una sonrisa 
Que nadie te podrá decir no 
Cabalgarás la vida como un caballo de cartón 
Pisa fuerte, Roc, pisa fuerte 

Tu vehículo es 
Un cochecito sin marcha atrás
Siempre adelante!

Pisa fuerte, Roc 
Sé más valiente de lo que he sido yo 
Dibújales una sonrisa 
Que nadie te podrá decir no 
Cabalgarás la vida como un caballo de cartón 
Pisa fuerte, Roc, no tengas miedo 
Pisa fuerte, Roc 

Sé todo lo que quieras ser 
Serás abogado, artista, o quizá sea bombero
Doblarás la vida como un barco de papel 
Pisa fuerte, Roc, pisa fuerte 
Pisa fuerte, Roc 
Pisa fuerte, Roc, pisa fuerte 
Pisa fuerte, Roc, pisa fuerte

03 mayo 2022

Uso, tal vez abuso, de la grabadora. Es tu cumple y no hay wifi. Au-revoir París; hello historias (P5)

 Martes, 3 de Mayo de 2022
Esto es de Patricia Bolaños,
citando a Nora Ephron, 
quién lo suscribe?
Y se acaba París: hoy volvemos a casa. Hay "mucho que decir, poco que contar", pero este divague va a incluir un par de ideas que pertenecen a otros días, por 
una "innovación", que diría Mini, algo que no he hecho nunca, pero hey. A saber: los escritores de pro parece llevan un cuaderno, o incluso una grabadora donde anotan ideas. Hoy he re-descubierto en mi teléfono tres notas de voz de París (y dos totalmente olvidadas de Isle of Wight). Si pudiera insertarlas fácilmente (nada es fácil con blogger), lo haría al menos con una, lo que me he reído: estoy yo hablando, Mini de fondo cantando y terminamos las dos desvariando con el "no no no" de "Rehab" de Amy Whinehouse.  Pero irán al final. 

Ahora, centrémonos: hoy es un día especial, y por ello me dejan hacer lo que quiero, que consiste básicamente en callejear por la ciudad, hacer fotos, parar en cafés y poco más. Toda esta magnanimidad ocurre porque.. ta-dá!... es mi cumple y por fin, esa entente formada por mis compas de viaje permite que yo tenga voto, no solo voz (ignorada), como suele ocurrir. Mientras estamos en el apartamento recibo llamadas y mensajes pero al salir, vuelvo a mi estado de "indigente digital" (sin datos) y no puedo estar comunicada de nuevo hasta que encuentre un wifi. Esta situación, que vivo siempre que salgo del UK (mi teléfono es del trabajo, y al salir de la isla solo funciona en wifi), puede llegar a ser inconveniente e incluso molesta, pero también tiene cierto encanto: me recuerda cómo era la vida antes, cómo podría ser y, cuando te conectas, es una especie de Mañana de Reyes, sobre todo en días señalados, en los que tienes todos los regalos ahí de golpe. 

Parar en cafés soleados
como estos dos

Típicas sillas de cafés soleados
 (y lluviosos, supongo, que esto es París)


De nuestro largo paseo hasta la Gare du Nord, donde sale el Eurostar a media tarde recuerdo pasar por la Plaza de la Bastilla, tiendas con el género en la calle, Mini comprando sandía en un vaso de plástico, gente en los cafés, hombres con túnica, y uno trajeado que se cae de la bici, con gran estrépito. Esto lo veo mientras espero fuera: Mini se mete en una tienda "vintage" (lo que viene siendo, segunda mano) y aquí encuentra algo que le gusta: una especie de hoodie sin mangas que por supuesto no vale lo que pagamos, pero yo-qué-sé. 

Tomemos la Bastilla también

Fruterías que me hacen sentir Amélie

...voy a hacer el bien!

Nos hacemos la foto doisneauana del Hotel de Ville, para horror de Mini y paramos en Pompidou, donde la veo hablar con dos personas que le han pedido que les haga una foto (me ilusiono pensando que tal vez esté practicando su francés, pero son ellos los que están aprovechando para practicar su inglés, grump). 

El prohibido-el-paso / beso del Hotel de Ville

Mini  logrando que todo el 4th arrondissement 
hable
 inglés antes que ella francés

Más Centro Pompidou

En uno de los cafés al lado de Rambuteau, una mujer sola a nuestro lado pide un steak tartar, con su huevo crudo encima y todo. Por lo visto no está muy allá porque, valiente, reclama al camarero, que esta vez sí es parisino-malhumorado, que a mí nunca me ha traído los hielos extra.

Paremos en café con decoración floral:
Porque hay que quitarse
poco a poco del local-instagrameable


Rambuteau: siempre me gustó este nombre de calle

Ya entrando de lleno en mis audios-nota-de-autor-serio (lo pongo en masculino porque veo mucho a un senior haciendo esto). Ahora que lo pienso, Ber, un amigo periodista, tenía una pequenia grabadora (con cinta, de esas que dictábamos los informes cuando yo empecé a currar, allá por el Pleistoceno) a la que, delante de mí, le dijo algo. Decía que grabé unas pocas notas en París: la primera del Louvre en la que narro mi perplejidad por el cartel que advertía sobre la presencia de "carteristas". En serio: hay gente que paga su entrada de 17 euros para robar carteras? Me pareció una fantasía tremenda y me recordó a la Yaya que contaba historias (que me hacían mucha gracia, hoy las llamaríamos falsas leyendas urbanas) tipo "para aprender a robar, entrenan con cascabeles" (o sea, un malo va lleno de cascabeles y el otro entrena, y se turnan?). 

Todo así...

Nota 2 del Louvre, esta sobre "tendencias" (y que yo observe tendencias es ya de por sí noticia):  hay un montón de "chicas jóvenes" (no sé cómo decir esto sin sonar como un notario de Cuenca) prácticamente enseñando las tetas: tal vez homenaje a los vestidos tipo imperio de los cuadros,  ninguna de talla A o B (qué presión). Luego no lo he vuelto a ver (phew).

Nota 3, por las calles: las boinas, hay muchas, no son un mito. Y no solo las que venden como souvenirs, sino que la gente las lleva por la calle. Yo he sido mucho de boina en el pasado (cuando salía de casa, quiero decir), pero en invierno, para abrigar. Aquí es más un statement tipo Carmen Martín Gaite. 


Nota 4: sufro por el pequenio comercio, que me encanta, y hay mucho, pero... cómo sobreviven? Hay tienditas de cualquier cosa, altamente especializadas: de pomos de puerta, de botones, de cerraduras, y ateliers, pequenios talleres. Encantador y espero que nunca tengan que cerrar.  


Pasar seguridad en la Gare du Nord es nivel aeroportuario y no hay fuentes para rellenar tu botella. 

Gare du Nord: un wifi para los hambrientos!!!


El viaje en tren no tiene mucho interés, aunque la gente pregunta si se "siente" que vas debajo del agua. La respuesta es no, no hay claustrofobia si no la tienes en un túnel normal (este mide 50.45 kms), y para los amantes de los datos, la mayor velocidad que alcanza es de 334.7 kms/h y la profundidad mayor es de 75 metros bajo el nivel del mar. Lo que  más me interesa de todo es que tiene también wifi (la mendiga digital calma un poco su síndrome de abstinencia) y hasta consigo hablar con un par de amigos - aunque no muy bien. De la primera vez que hice este viaje, de la isla al continente (llevábamos un mes en el país, e impulsivamente sin billetes nos cogimos un tren del norte donde estábamos a Londinium, allí compramos los billetes a París en ventanilla, y allí a Hendaya,  una histeria, algún día debería contarlo), recuerdo una cosa: los diferentes tonos de verde de antes de entrar y al salir del túnel. Esta vez me fijé y no lo vi: eso sí, había campos de colza preciosos en la parte francesa y restos de unas galletas espectaculares de la boulangerie de Marachiers. 

Campos de colza movidos

El Eurostar llega a King's Cross-Saint Pancras. El edificio de esta estación es maravilloso y hoy es un hotel, de esos de no salir. Siempre creo que lo mejor es que esos hoteles te pasen en ciudades feas o que ya conoces, y este es el caso, así que espero alguna noche poderla pasar en el Renaissance.


Estación de St. Pancras


Y uno de mis edificios favoritos de Londinium, 
de donde nunca debió salir Maléfica


Aquí terminan las crónicas de este mini-break, 
las que más fácil me resulta escribir y las que más justicia hacen al espíritu de este blog, al "divagar". Malas entradas serían si no lo hicieran, si fueran una guía de viajes o una lista de lugares visitados que no se para en las historias. Total que igual da París que Tombuctú, el corral de tu abuela o el salón de tu casa: lo único importante son las historias. 

Hasta las próximas, yours, 

La dilettante Di. 

02 mayo 2022

Existencialismo en los cafés. Escribir es borrar es ser antisocial. Andábamos sin buscarnos. Piedras a los cristales. Poseídos por la Nintendo. Simone en Marachiers (P4)


Lunes, 2 de Mayo de 2022
La primera foto es un ritual bloguero como cualquier otro -pero solo ocurre en los divagues de viajes, tranquis- y el breve contexto es: covendremos que, cuando una viaja 15-20 días con muy poco equipaje, no se va a llevar 20 prendas de ropa interior; con 3-4 vale, y vas lavando.  Este viaje era solo 4 noches, pero igualmente se cumplió el ritual (dedicación no es solo fotografiar las cuatro plantas de Pink Mamma). Pues bien, esto se hace esta mañana, en la que tengo agujetas, y se desayuna en casa: por algo este barrio (en realidad, París) es el paraíso  de la boulangerie

Una habitación sin vistas

Hoy es un día tranquilo del que no recuerdo mucho (lo que, en relectura, noto no ha sido óbice para que escriba otro "A la reserche du temps perdu", por qué le pondrían "divagando"?). Creo que nuestro primer objetivo es Saint-Germain-des-Prés, una de las zonas culturetas de París - la historia de sus cafés es impresionante. ?Alguien recuerda a Diderot y d'Alembert ? Bueno, pues dicen que planearon la Enciclopedia aquí, en el Café Procope y el Café Landelle. Como había múltiples imprentas y editoriales, esta zona se convirtió también en epicentro de la Revolución Francesa y en el SXIX se estableció aquí la École des Beaux-Arts, que dio a los más importantes arquitectos y artistas franceses del SXIX: Degas, Moreau, Seurat, Ingres. Delacroix (tomemos la ciudad) y Wagner (invadamos Polonia) también vivieron aquí y aquí, no lo sabía, murió mi querido Oscar Wilde, en concreto en la Rue des Beaux-Arts. Tras los terribles años de cárcel (la famosa es Reading, pero antes había estado en Wandsworth, aquí cerca de casa) se exilió a Francia. Estaba enfermo por las condiciones de su encierro y su dirección final fue la Habitación 16 del Hôtel d'Alsace, un sitio terrible: maravillosa su famosa frase "I am dying beyond my means", en absoluta pobreza. Eso sí, hoy el antro es de 5 estrellas, se llama L'Hôtel y se han alojado aquí desde Marlon Brando a JL Borges (este en plan fetichista porque había traducido a Wilde con 9 años y quería también morir aquí, cosa que no consiguió). Me han dado ganas de leer "De profundis" que me está mirando ahí en la estantería.

St-Germain-des-Prés,
aquí está enterrado Descartes
(no hablamos hace poco 
de su dualidad cuerpo-mente?)

Por lo que es más famosa esta zona es por su vibrante vida cultural en los cafés después de la Segunda Guerra Mundial. Tenía todos los ingredientes para ello: muchas librerías y editoriales, y filósofos, escritores, músicos, actores y otra gente de mal vivir como habitantes, ya que en aquella época no era la zona elegante que es ahora (gentrificación, que le llaman, aunque a la baja por las hordas de turistas). Todos ellos se reunían en cafés superbonitos, decoración art decó y espejos y tal: de ahí no podía nacer otra cosa que el Existencialismo. Justo al bajar del metro está Les Deux Magots, la Brasserie Lipp y un poco para adelante el Café de Flore. Estos eran territorios de Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre. Esto me recuerda que hace siglos que no leo nada de esta gente; en concreto, "hace siglos" empieza a significar "antes del blog". Siempre me queda ir a buscar en las carpetas amarillas a ver si tengo algún docu de word con "Las manos sucias" o "La mujer rota", pero no creo, a estos los leí en la zona de "pre-ordenadores-en-casa", supongo que durante la universidad. De todos esos libros no hay nada, no escribí nada (aunque ordenando papeles en mi covid las pasadas navidades encontré en Vetusta un par de folios manuscritos, embrión de divague sobre nosequé libro). Me suele pasar lo de la perplejidad ante esa joven extraña de 20 años, que quería escribir y aún no sabía que ocurriría bajo la capa con capucha de "Di". 

Claramente, divago. Volvamos a Hemingway, que también era asiduo de Les Deux Magots, igual que Boris Vian ("Escupiré sobre vuestra tumba", de este creo que hay doc de word, y como siempre que pienso en este título, ya se me ha pegado Siniestro), Truffaut, Godard, Giacometti and so on and so forth. Aunque siempre sospecho un poco de esta "cultura de cafés": estoy convencida que, sí, esta gente pasaría allí sus buenos ratos, pero no toda su vida como actualmente parece que hace alguna gente en ciertas terrazas. Para crear (sea escritura o lo demás), has de pasar mucho tiempo sola, leyendo a otros, escribiendo, y sobre todo, borrando. Del fino balance entre el terracerío y el ser antisocial hablamos con Elena Rius hace poco, precisamente en una de esas terrazas.


Donde antes tomaba notas
Simone para definir el feminismo,
hoy se sienta una turista de Wisconsin


La verdad es que no recuerdo cómo salimos de este arrondissement (el sexto) ni en qué dirección, solo que las calles son todas encantadoras, y por algo la gente dice de otras ciudades que son "parisinas". Un ejemplo es Buenos Aires, a todos los latinoamericanos les encanta y antes de llegar te avisan de que "es muy europea". BA y París están también muy unidas literariamente y es imposible no pensar en Cortázar cuando paseas por aquí. Tal vez lo viví más intensamente en mi primer viaje de adolescente, porque fue gracias a Elena, la otra chica del grupo del "campo-de-trabajo", que empecé a leer al Gran Cronopio. Elena era 
Perfume personalizado
una nerd cuando aún no conocíamos este concepto: una de esas adolescentes "poco populares" que por ello se pasan esos a
ños metidas en su cuarto leyendo (terminó estudiando Filosofía en Salamanca, ya apuntaba maneras) en lugar de bebiendo y enrollándose con chicos en "Oh! de bailar". Recuerdo la situación y la frase perfectamente: estábamos hablando de libros tras la cena y ella mencionó Rayuela. Ooops, ninguno lo habíamos leído y ella: "Cómo se puede no haber leído a Cortázar?" (le faltaba decir "con 18 recién cumplidos"). Lo primero que hice al volver a Vetusta fue comprarme "Rayuela" y bueno, qué puedo decir: "cómo se ha podido no leer a Cortázar hasta los 18?", lo suscribo. Pero románticamente pienso que Julio et moi andábamos sin buscarnos sabiendo que andábamos para encontrarnos: de alguna manera, indirectamente, nos encontramos gracias a París. 

Total que no sé cómo salimos del barrio y no sé tampoco cómo he acabado aquí, enmedio de otro flashback parisino de mis 18.  En aquel verano - recordemos el principio de esta serie, los del "campo de trabajo" terminamos en casa de los uruguayos Aída y su marido- conocí varios ejemplos de expatriados de sudamérica en París y, aparte de nuestros anfitriones encantadores, una tarde organizaron un paseo con otro amigo de Montevideo, que se podía llamar Warren o Pucho, quién sabe, que apareció con una mochila de la que parecía que iba a sacar juegos de magia, y nos fue llevando por esquinas nada turísticas - el suenio de todo turista-, explicándonos historias. Yo aún no sabía ahí que Latinoamérica iba a ser mi continente favorito, tantas cosas no sabía, como que hay que escribirlo todo: seguro que este paseo fue genial pero nunca pasó porque no lo escribí ("lo que no has escrito, no ha ocurrido"). Lo que sí pasó es que nos llevó a cenar a un restaurante pequeñito, monísimo -donde seguro que comí carne poco hecha á la pimienta-, del que no recuerdo el nombre, pero al que sabía llegar desde el Centro Pompidou. De hecho, llevé al Peda posteriormente pero la última vez que fuimos ya no estaba, y esto es siempre una razón para intentar vengar la memoria tirando pedradas a los cristales: que al volver, en lugar de tu bar, haya una sucursal del Banco Hispano-Americano. En fin, que Pucho o Warren luego nos llevó a su casa, a conocer a su mujer, que daba la mano muy flojito, que parecía que se iba a romper, y el recuerdo de esa sensación (volvemos a las magdalenas de Proust), sí que lo tengo. 


"Una calle de París...

... me recuerda todo aquello que no fui"
(has de tener cierta edad o estar muy mal
para entender  esto) 

Tengo un serio problema, está claro: este divague iba a ser solo fotográfico, porque no recuerdo nada y yo-qué-sé, que de repente estamos en Galerías Lafayette donde Mini ayer no pudo comprar su regalo pero hoy sí que sí. La cúpula es una maravilla y yo me planteo si estos son los grandes almacenes más bonitos que he visto en mi vida: mejor que Selfridges, y bueno, distinto de Liberty's, que tiene el encanto de lo Tudor (seguro que equivoco la época, pero parece un teatro elizabethan). Tiene una azotea llena de españoles viajando en grupos haciéndose fotos con París de fondo, pero hay una que no quiere salir porque "no me gusto nada" (está embarazada, y me recuerda a la lovely Fashion que en estos momentos estará en Barcelona con su tripita esperando a Roc). Pienso que será un recuerdo para su hijo decirle "mira, estuviste en París antes de nacer" y por fin la persuaden con un argumento similar. Nos vamos a comer algo a la cafetería, y sigo pensando en estos grupos de tres o cuatro parejas españolas que viajan juntos: cómo se pondrán de acuerdo con las complejidades logísticas de un viaje? Ayer me reí porque escuché en Montmartre a dos críos de uno de estos grupos, con un acento monísimo andaluz diciendo: "ahora nos vamos al hotel a jugar a la Nintendo como posesos". Pobres críos: por qué les hacemos esto. Por fin Mini no encuentra nada que le guste en Lafayette, pero conseguimos comprar dos cosas para Roc en el corner de "Petit Bateau": un pijama y un conjunto marinero picassiano (que luego dice Fashion son demasiado grandes. Pero no hay siempre mucho al nacer, y se les queda pequenio?). 


Ohhhh


Sobredosis de macarons

Ahhh



uuuuhh



Desde terraza de Lafayette



Tengo otra zona localizada para el final de la tarde, pero Mini, desangelada por no haber encontrado nada, tira la toalla y pide que la dejemos en casa (en el equivalente de "jugando a la Nintendo como posesa") y que sigamos solos nuestro aburrido -hoy sí- programa de festejos. Así que volvemos a Marachiers, nuestro étnico barrio y, en lugar de ir al quinto infierno que había planeado yo (apreciese cómo mis sugerencias son tomadas en serio por este grupo), acabamos caminando hasta la Plaza de la Nación por callecitas que se van poniendo más bonitas y parisinas a medida que avanzamos hacia el centro. 

Esta la he puesto por el perro-
disculpas pq las fotos de mi teléfono
son "beyond horrible" según Mini

Estación de metro parisina

Marachiers vibrante

Marachiers fotogénico
(si fuera con teléfono no propiedad del NHS)

Granadas de Marachiers,
más caras que en Londinium,
ahí ahí con Barna

Marachiers: atención al café lleno de maromos-only
Como Mini está en casa, he logrado persuadir al resto del grupo de llevar un kebab y queso (oferta impressionant ici, darlings) y vino (no sé si he dicho que soy una "natural", una superdotada sin necesidad de formación: este... meh) y cenar donde Char et Jul . Hay uno cerca que tiene una cola inmensa, y esto suele ser garantía. Cuando la fila entra en el restaurante, decidimos que con uno que se tenga que lavar el pelo vale, así que me quedo esperando fuera. Este rato es surrealista: tal vez sea la única mujer en la calle en todo el arrondissement. Espero con una baguette y una cámara colgada del cuello enfrente de un café: ahí están todos, mirando con sospecha, con sus ínfimas tacitas de café, no sé si debatiendo existencialismo ("Hice un examen de existencialismo: dejé todas las respuestas en blanco y tuve un 10"), pero feminismo me da la impresión de que no, así que terminaré con un poco de Beauvoir, que me hubiera gustado decirles:

"Una libertad a la que sólo le interesa negar la libertad debe ser negada. Y no es cierto que el reconocimiento de la libertad de los demás limite mi propia libertad: ser libre es no tener el poder de hacer lo que quieras; es poder superar lo dado hacia un futuro abierto; la existencia de los demás como libertad define mi situación y es incluso la condición de mi propia libertad”.

Si levantaras la cabeza, Simone...