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31 diciembre 2020

Mensaje en una botella desde la cada-vez-más-isla: John Donne ("Doblan por ti"). Guardadme la estrella. And all that.

 Sí, todo el mundo está hablando del final de este Annus Horribilis, de la barrera simbólica de la cifra. Para los habitantes de esta isla, además, sumamos esa cosa llamada Brexit. 

Hay una sección en este divlog llamada "poemoterapia" que existe para cubrir varias necesidades, por ejemplo cuando mis palabras no estarían a la altura, simplemente para compartir belleza o  como terapia cuando todo se derrumba. 

Hoy va de lo último, así que incluyo como final de anyo y de muchas cosas, la famosa Meditación XVII de John Donne (Devotions upon Emergent Occasions, 1624). Aunque en esta isla, pese al título, lleven cinco anyos machacando para que nos creamos que no solo somos isla física, sino también metafórica. Todos y cada uno de nosotros. 

'No Man is an Island'

No man is an island
entire of itself;
every man is a piece of the continent,
a part of the main.

If a clod be washed away by the sea,
Europe is the less,
as well as if a promontory were,
as well as any manner of thy friend's
or of thine own were; 

Any man's death diminishes me,
because I am involved in mankind.
And therefore never send to know for whom the bell tolls;
it tolls for thee.


Ningún hombre es una isla
Ningún hombre es una isla
entero por sí mismo.
Cada hombre es una pieza del continente,
una parte del todo.

Si el mar se lleva una porción de tierra,
toda Europa queda disminuida,
como si fuera un promontorio,
o la casa de uno de tus amigos, 
o la tuya propia.

La muerte de cualquiera me afecta,
porque me encuentro unido a toda la humanidad;
por eso, nunca preguntes
por quién doblan las campanas;
doblan por ti.

~~~

Hace unos días, alguien envió una foto de aquella proyección en los acantilados blancos de Dover, con una estrella europea solitaria, la del Reino Unido. Y el lema: "esta es nuestra estrella, cuidadla por nosotros". 


Guardadme la estrella, o lo que sea. 

26 diciembre 2020

Boxing Day (y llegó la caja!)

 Siguen "las extrañas vacaciones" y las falsas promesas: ¿No iba yo a divagar a diario, aunque fuera un haiku? Liberada de las responsabilidades vetústicas típicas del periodo festivo (ver a familia y gente de mal vivir en locales de expendedores de sustancias, hornear legendarios canelones, rituales devoluciones de regalos en desagradable superficie comercial), una pensaba que aquí en Londinium, sin ver a nadie, la vida iba a ser solo lectura y divagar. Ingenua.

Chelsea Bridge: a la vuelta

Pero ha ocurrido ese enemigo: el deporte. Y una no ha venido a luchar contra los elementos...  la ciudad no colabora: las piscinas están cerradas, y el día 23 que salí con la bici, me mojé. Eso sí, solo un ratito y luego de mil amores, me subí hasta el río, pasé por el MI5 (donde los espías), luego a Pimlico, y descubrí una nueva plaza (de S. George) y una estatua al lado del río, tan vez de Ulises. El día de Nochebuena reincidimos: salió soleado, y esta vez se unieron mis gregarios, los compas de piso (Mini intentó unos minutos disimular su fastidio, por eso de que era la noche de Paz y Amor). Llegados a Hyde Park me sentí un poco más cerca de Vetusta, porque ya dicen que en su estación se hace el frío: aquí había una sucursal. 

Qué se me ha perdido en Hyde Park en Nochebuena?
(cuando yo debería estar en Vetusta y sus canelones)

Pero la temperatura no arredró a una parejita de seguro enamorados para  contratar un paseo en carroza -en realidad en "la diligencia de la muerte" (Cóiste Bodhar), juzguen por la imagen.  Si algún despitad@ aún no ha leído esa obra de literatura universal -folletín por entregas que la membresía a este divlog les facilita gratuitamente- titulada "Serial", ya tarda, pero la mayoría enganchada recordará el personaje mítico del folklore irlandés, el "Dullahan", un fantasma sin cabeza,  la lleva en el brazo mientras que con el otro agita un látigo hecho de la espina dorsal de algún desafortunado. Cuando para la diligencia, alguien muere.  No faltaba detalle en la estampa de hoy, salvo que los cocheros no solo llevaban sus cabezas sobre los hombros sino también sombreros de copa, pero nuestra parejita de esforzados en el YOLO Y FOMO (You only live once and Fear of Missing Out) cada uno sus sonrisas y  sendas copas de prosecco. 

Siento no haber podido captar las copas de los paseantes.
Temperatura real (consideremos humedad): -10

No conviene aburrir al divagante con el resto de "la aventura del día de Nochebuena" (a la vez que se estaba firmando el "Tratado de Nochebuena", aupa Grinch ), pero he de incluir una foto de la desolada Oxford Street. Todo turista se ve abocado en algún momento a esta horrible "Calle Alfonso" (por su densidad en tiendas "El mañico", aquí conocidas como "Crest of London" ), y el día de Nochebuena debe ser un hervidero aún mayor del normal. Yo nunca había estado pero este año solo había mujeres con burka y las únicas tiendas abiertas eran precisamente estas de recuerdos rancios. Como dijo Mini, cómo es comprar una careta de la reina o una taza que ponga "Keep calm and carry on" un esencial? También estaba abierto Selfridges por lo del supermercado popular que regentan. 
Mini Lejarreta


Oxford Street, fantasma

Por primera vez, este año abrimos los regalos el Día de Navidad, en lugar de Nochebuena, porque según Mini "es lo que hacen los ingleses". Yo no sé si los ingleses también cenan pasta carbonara, que fue nuestro plato principal a petición de nuestra hija. Lo sé: en el concurso de "plato menos navideño" hubiéramos tenido mención, pero como estamos de bárbaros, qué sabe nadie. Volviendo a los regalos, un año más se ha decepcionado a Mini, al no incluir algunas de sus peticiones (a todas luces inapropiadas para una niña de 12 años) y en general a todo el mundo: la maravillosa toalla de lujoso algodón egipcio de 600 (gms, gramos por metro cuadrado)-la de 850 estaba agotada- no seca. El cepillo de dientes no tiene la potencia deseada. Y así todo: microfracaso tras microfracaso hasta la derrota final. Odio comprar. Luego hay un par de cosas cuyo uso desconozco (como un cilindro para hacer no se qué estiramiento, suena a deporte), y por tanto aún mantienen su magia. Pero dales tiempo.  La apuesta segura (cuánto saben mis compás de piso) ha sido una bolsa llena de una chucherías llamadas "Love Hearts" que tienen un mensaje  de amor en cada una... "Be mine", Ï love you" etc... Lo más parecido al Sidral que ha dado este país...

Las manualidades y yo:
He creado un corazón
a base de "Love Hearts"

Claro que yo había venido aquí a hablar de La Caja. Y qué mejor día que hoy, que es Boxing Day  Es el San Estaban de aquí, festivo, y viene de cuando los ricos, en su magnanimidad, no solo daban el día libre a la servidumbre (oh recordemos aquí el "Mothering Sunday", con similares tintes)  que habían estado trabajando para ellos durante las fiestas y todo el año, sino que además les daban una cajita con cosicas y comida sobrante: una versión anglosajona de Plácido, ponga un pobre a su mesa. Total que una de las cajas que teníamos de camino que había quedado en esa hilera de camiones en Caláis, se coló, y la abrimos frente a una videollamada con familia expectante. 

Un calendario de adviento (no importó el retraso, nos dimos la vuelta y Mini comió 18 días en uno), almendras cascaditas de los árboles de mi padre, más turrones de Fantoba ("tres cremas" y "nata & nueces"), guirlaches sueltos, el libro de Irene Vallejo, galletas príncipe (un clásico de los desayunos de Vetusta en Navidad, me han hecho sentir más cerca), una batidora de smoothies que ya no usan, una máquina cortadora de zanahorias y similar, una saábana, una trenza de Almudévar (nunca me ha sabido tan buena, para desayunar el 25), un juego de cubertería de esos del BBVA marca reloj-de-julio-iglesias elengatísimo  (en serio? voy a tener cubiertos que no son de Ikea?), un rodillo de la Yaya (dado mi minuto de gloria haciendo pizzas durante el confinamiento) y, atención, un par de cajitas con brocas de taladro. Misterio pronto desvelado por mi padre: un autoenvío "para cuando venga", insatisfecho con el juego de serie con nuestro taladro.  

Rodillo de la Yaya: ¿cojo el testigo?

Y ya, no puedo contaros todo lo que trajo esa caja, porque faltaría a mi propósito del haiku. pero nada supera a las brocas ni a la imagen de la dulce Di con un rodillo. Que puede ir mal?

23 diciembre 2020

Pesadilla antes de Navidad



Pese al título, hoy comenzamos con una gran noticia: LA PRIMERA CAJA LLEGÓ! (Para despistad@s: la familia Pedalista, enfrentada a una Navidad "solos en casa", esperaba con ilusión tres cajas de la península). Tres hurras por la primera caja que se coló por el UK Border antes de que Johnson montara la pesadilla-antes-de-Navidad para mucha gente, a tres días de Nochebuena. 




Unos pocos días antes había acusado al líder de los laboristas Keith Starmer de querer "cancelar la Navidad", por sugerir que igual había que cambiar alguna cosita, que los científicos decían que la cosa se estaba descontrolando. Ahora, las redes están llenas de memes con Johnson como el "grinch que robó la Navidad" y, si no fuera para llorar, daría risa. 

A ver: por dónde hostias empiezo?

Quede claro que, no en mi papel de Scrooge residente de este divlog, sino con la misma línea de precaución máxima que he adoptado toda la pandemia,  yo estoy encantada de estar en Tier 4 (confinamiento máximo a lo británico, en el que se puede salir a caminar o a hacer ejercicio) porque ya hace tiempo que no creo en el Santa Klaus ese de la "responsabilidad individual". Hay un grupo de gente que ejerce esa responsabilidad, pero luego hay otro, tristemente numeroso, que actúan pensando exclusivamente en su culo. Son los matriculados en el parvulario este global: que abren la puerta del patio? Todos a correr fuera como locos. (nota: con los negacionistas, antivacunas, conspiranoicos, terraplanistas, ni entro). Vamos a ver, que las medidas son orientativas, y que el principio es: cuantos menos boletos compres en esta lotería macabra, mejor. Que hay que salir a comprar comida, claro, que hay que salir a mover las piernas, vale, que hay que salir a trabajar, de acuerdo. Pero, en serio hay que comprar un boleto más metiéndote en esa boca de lobo? Estamos en la recta final, se supone; sobre todo si hubiera menos gente de pre-escolar. 

Tengo mi caja, y estoy feliz. Solo la he abierto para sacar un bloque de paté al vacío que mandaba mi madre, y una tableta de turrón-lujo-asiático de Fantoba, la pastelería de Vetusta que sale en la Lonely Planet, para ir tirando hasta el día de Navidad, que será cuando se abra por fin la caja, con toda la pompa.

El "Trufado" de Fantoba:  gloria

Tengo mi caja, y claro que preferiría tener a mi familia. Pero no ha sido el grinch el que me lo ha impedido, sino el sentido común. 

22 diciembre 2020

El continente, aislado (otra vez)

Niebla en el canal:
el continente aislado

Hace mucho tiempo, en el Pleistoceno del divlog, ya 
se publicó aquí un divague titulado, "El continente, aislado". Ah, entonces eran "causas naturales":  no dejaban volar aviones por las cenizas volcánicas islandesas. Aquello pasó en 2010 (y ya estábamos divagando aquí!) y esa entrada yo aludía al clásico (tristemente apócrifo, pero no dejemos que la realidad nos fastidie una buena historia) de los anios 30, "Fog in Channel: Continent Cut Off" . Nuevamente, causas naturales, niebla (Y no, no hay divague de eso: en los anios 30 todavía no estábamos aquí. Gracios@s). Causas naturales y una actitud: querid@s, 
entiéndanme, el continente, o sea, vosotros, estabáis aislados. 

Total, que por tercera vez me veo obligada a escribir este titular e informaros: de nuevo estáis aislados. Una vez más, causas naturales: esta vez porque tenemos la cepa más transmisible, la B117, siempre todo lo más. Vale, habéis sido vosotros los que habéis cerrado los vuelos que llegan de aquí, pero igual da: sois vosotros los que estáis perdidos, sin el faro y guía que es la Pérfida Albión.  Ah y esta vez, causas naturales? ja! Los brexiteros saben muy  bien que nos estáis castigando. Las ideas delirantes de un imperio glorioso no quedan en el pasado, como se puede ver.  

El otro día, sin embargo, me encontré con este meme de Clement Attlee, el Primer Ministro Laborista bajo cuyo mandato se fundó la Seguridad Social (NHS) en 1948. El y el Ministro de Sanidad Aneurin Bevan lo hicieron posible, justo después de la Segunda Guerra Mundial (y se celebró en la inauguración de los JJ.OO, hace nada). La frase, que por supuesto comparto totalmente, me parece en estos momentos como de otro planeta: "Nuestra gente debería ser ciudadana del mundo antes que ser ciudadana de este país"
"Nuestra gente debería ser ciudadana del mundo
antes que ser ciudadana de este país"

Mientras tanto, en el fondo de algún camión al final de una fila en alguna carretera de Francia están las cajas enviadas por suegros, padres (la de Fashion ya no la han admitido, snif) llenas de turrón, regalos y el rodillo de la Yaya, esperando que abran la frontera.  Por salud mental, decido creer que es por "causas naturales", porque si por un momento me planteo lo que dice Farage et al, que no voy a poder leer mi libro o comer jamón por la gloria imperial de cuatro viejos cantando "Rule Britannia", igual uso el rodillo de la Yaya. 



Di, reportera destacada en la isla, en su primer día "vacacional"
Seguiremos informando

20 diciembre 2020

Serial 21. En urgencias, mi primer paciente con trastorno de la personalidad límite: cuando el "haz lo correcto" te rompe el corazón

"Fracase en la preparación, prepárese a fracasar". "Haga lo correcto". Y, más prosaicamente, "esto va a salir de sus vacaciones". Conversación en bucle en mi cabeza durante todo el trayecto de Banderley a Whitby, para mi primera guardia en el hospital de distrito. (Era cierto que Cook se había negado a firmarme las vacaciones de Navidad?) Primera etapa: Faggin me baja a Danby en su carroza mortuoria, cómo olvidar la historia del fantasma decapitado irlandés que viaja en una diligencia encantada. (Me estaba castigando Cook por los días atrapados por la nieve en Lincoln, como si fuera mi culpa?). El bus de línea ya espera en Danby, con sus dos pasajeros distraídos. (¿Cómo iba a decir a mi familia que esta iba a ser la primera Nochebuena que íbamos a pasar separados?) Las 5 de la tarde, pero tenemos la noche encima; el bus serpentea por esa carretera que cruza el bosque de Sleepy Hollow. (Cómo será una Navidad en Banderley?) Mejor darle vueltas al arte de la entrevista a' la Cook que plantearse qué hago aquí. (Y mirando mi mano en el cristal, lloro sin ruido). Por qué, de todos los posibles bosques encantados del mundo, tuve que caer en este.

Hospital de Whitby: no me hacen mucho caso. La habitación para descansar, si te dejan,  al fondo del pasillo (por lo menos, a un tiro de piedra de urgencias) y aquí la máquina de chocolatinas. Té y galletas encontrarás detrás del mostrador donde estamos los de enfermería. Me llamo Tracey.

Sentada en la cama, saco mi parafernalia de estudiar: el Oxford (Textbook of Psychiatry, por supuesto), cuaderno de notas y rotuladores fluorescentes. Cuatro, los de siempre: azul, verde, rosa y amarillo. Representan lo mismo que cuando estudié la carrera, en una jerarquía descendente donde el azul es el primer orden y el amarillo el cuarto. Esta esclavitud del subrayado ha sido desde que recuerdo la única manera como puedo estudiar, y es exactamente eso: una tirana. Necesito tiempo para entender el bosque antes de bajar a los árboles, pero en los exámenes de opciones múltiples (oh, la facultad), solo preguntan detalles del árbol: hasta la última rugosidad del tronco, no les interesa saber si conoces la razón de ser de taxonomías, grupos y subgrupos; no están interesados en si sabes pensar. Pero qué será de nosotros los galenos en el futuro, cuando cualquier máquina podrá diagnosticar (meter en el caldero hasta el último dato, y encontrar relaciones) mucho mejor que el mejor de los nuestros? Quedarán unos pocos, los programadores de las máquinas?  Y quién programará a los programadores? Quién guardará a los guardianes?

Blip-blip. Hablando de máquinas. Cada vez que suena el bleeper, salto: ya he desarrollado una respuesta pavloviana. Ah, no era nada, solo centralita comprobando el número. Me aseguran que puedo salir del hospital a dar una vuelta, siempre puedo encontrar una cabina para contestar, este sitio es pequeño. Si bajo por esta calle central, se llega enseguida al Río Esk, y siguiéndolo hasta la desembocadura, la zona turística de la ciudad, con la abadía y la Iglesia de St. Mary a la derecha. 

De nuevo, otra negra noche sin luna, y frío: decido salir. Ni un alma, y sube la niebla del río. Stoker paseando por aquí, hará más de cien años. Un zorro cruza la calle. Se oyen gritos de las casas, el Whitby Town FC ha debido marcar. Allá arriba, la abadía iluminada. Cómo estará aquella chica que conocí al llegar a Banderley hace parece un siglo? No me dio una tarjeta? Blip blip. 

Hasta el zorro salta, más grácilmente que yo. El bleeper dice: 5542. He de encontrar una cabina, tal vez volver al hospital, no estoy tan lejos. Desando mis pasos y en menos de 10 minutos estoy frente a la recepción de enfermería. 

-Hola, me habéis blipado? Estoy de guardia, psiquiatría.

-Ah, sí, un momento... era la planta

-Subo?

-No, llama desde aquí

Solo querían Zopiclona. Un paciente no podía dormir, y nadie había escrito en su página de recetas el hipnótico como "PRN" (Pro Re Nata,  tomar solo si es requerido), y solo querían el "OK" de un physician (así llaman a veces a los de mi profesión). Ya está. Cuántas veces en mi carrera a medianoche he rezado para que el blip-blip fuera solo una Zopiclona. 

Será esto una señal, son ya las 11: me quedo. Me han dicho que la sensación de la Zopiclona es lo más, como un dejarse caer. Hola, tristísima habitación. Y chapa arenga ritual en mi cabeza, "así es la Seguridad Social, así debe ser, esto no es un hotel, etc". A seguir coloreando el tocho y a dormir, dormir tal vez soñar. 

Blip-blip-blip-bliiiip. Qué pasa, dónde estoy, qué hora es, quién soy. Los números rojos palpitan en un radio-despertador ochentero y me dan la primera pista, las 2:00 am. Doy la luz: el atrezzo y la actriz entran de golpe en escena. Oh Mariona Calleja, estás de guardia en una ciudad perdida que mira al Mar del Norte,  a ver qué se les ofrece. Y no, no es una Zopiclona esta vez, hay un paciente en la sala de urgencias. 

Es un tipo alto, gordo, pero fibroso-versus-obeso, de unos veintitantos. Con ideas suicidas: si no lo ingreso, se va a tirar al Esk. Esto me lo cuenta Tracey, la enfermera pelirroja que se conoce hasta el último habitante de Whitby susceptible de recalar en el departamento, sea por salud mental, sea por noche de juerga mal llevada. Tracey hace un globo con el chicle, y opina que este tipo es una cantamañanas, un histérico, que lo he de mandar para casa, que no tiene ni una depresión clínica ni una psicosis que lo ponga en el mínimo riesgo de saltar al río. Ni valor. Y además, con su grasa, seguro que flota. Y se ríe, parece un conejo. 

Está esperando en un cuartucho que nos reservan a los de salud mental: creen que es más relajante que los box con las camillas y las cortina azul.  Hay cuatro sillas bajas, una metálica como perdida, un escritorio en una esquina, este sin silla. Me presento y extiendo la mano, pero él está dando pasos de un lado a otro, la metáfora de animal enjaulado es demasiado obvia, y no la haré. Cómo me meto yo sola en un cuarto con un tipo en ese estado es algo que hoy me parece incomprensible. Cuántas veces, así como pasa la vida, acabamos negando con la cabeza al recordar las bocas de lobo en las que nos metimos.  Mi única clarividencia consiste en sentarme al lado de la puerta. Esto lo debí de haber leído en algún sitio, porque en aquella época en Banderley aún no se daban clases de "escape".  Muy diferente a la defensa personal, porque aquí ante todo has de aprender a desescalar y nunca hacer daño al paciente. O sea, tienes a un tío estrangulándote, y no vale darle una patada en los genitales, que igual le duele. Yo no sé si es este país, o qué, pero ante todo amabilidad. De los primeros cursos que hice, un tiempo después, solo recuerdo una técnica: si te tienen agarrada en un abrazo del oso, metes el nudillo de tu dedo anular en su esternón y giras. No falla. Luego lo quitaron, parece que también hacía pupa. 

Pero yo de todo esto no sabía nada y ahí estaba, modelando actitud serena ante ese tigre encerrado (vale, sucumbo a la metáfora, la carne es débil). Era cuestión de sacar mi aro de fuego para que saltara a su través o agitar el látigo? (estirando la metáfora, ya lo dejo). Por fin se sienta enfrente y comienza a contarme todo lo que le come por dentro. En aquel momento de mi carrera, cuando yo aún era tan impresionable, me parece la desesperación hablando. Necesita ayuda, está vacío por dentro, y señala el pecho, es la urgencia por cortarse con una cuchilla, y me enseña sus antebrazos, llenos de cicatrices, solo así saca el dolor para el que no tiene palabras. "La Desesperación" es un poema romántico atribuído a Espronceda, que memorizábamos las crías por morbo. Doctora, estoy muerto por dentro.  Me gusta ver el cielo/con negros nubarrones/y oír los aquilones/horrísonos bramar. Tengo que terminar con esto, no puedo seguir. Por qué me entran versos antiguos en estos momentos? Cuando me corto, el dolor de aquí-nuevo golpe con el puño al esternón- se va un rato, ver la sangre me da un subidón, me relaja... Me gusta ver la noche/sin luna y sin estrellas,/y sólo las centellas/la tierra iluminar.  Quiero acabar con esta farsa, pero a la vez... Y rompe a llorar, histéricamente. Tengo que ingresar ya mismo, así, no me puedo ir a casa.

Habla y habla durante mucho rato, yo tomo notas como si no hubiera mañana. Copio sus palabras entrecomilladas, como si estuviera en una clase magistral, tal vez con la idea de no perderme nada, de que no se me escape ni un detalle para poder tomar un decisión sobre lo que pueda ayudar a este hombre. A su vez intento mirarle a los ojos, asentir, pretender interés, todas esas cosas que según Cook haría de este proceso un arte, pero sus ojos son dos agujeros vacíos, tanto como asegura que es su alma. Dos botones cosidos en un munieco de trapo. Tenía que ingresar, quería ingresar, no se iba a ir del hospital. Siento entonces el peso de mi corazón, ahí enmedio de mi caja torácica, me escuece, pero a la vez este dolor es incongruente con lo que pasa por mi mente: toda esta historia no suena normal, porque parece guionizada, un texto que ha repetido muchas veces en ese cuartucho o similar. 

Salgo unos momentos para leer mis notas, hablar con alguien, pensar. En teoría hay un médico senior, del nivel de Cook, siempre de guardia al final del teléfono, con el que puedo hablar de lo casos. Pero son las 2 de la mañana: cómo iba a despertarle? Entonces recuerdo que en la planta siempre había enfermeros de turno por la noche. 

Coge Derek, un enfermero de unos 60, una de las voces más bonitas ever. Así como hacía los turnos de noche -se pagan mejor-, Derek podría haber tenido un programa de confesiones en radio nocturna. Hola soy Sagitario, me he enamorado de la persona equivocada. Hola Sagitario, diría Derek, con su voz de crooner, y lo solucionaría todo. Yo había visto a Derek solo unas pocas veces, pero solo escuchar su voz era una experiencia distinta. Su risa eran años de mala vida, demasidas horas de pub. Derek no trabaja de noche por el sueldo; Derek es uno de esos animales nocturnos que trabaja la noche. A saber si existe de día. 

Ni se te ocurra- y dos interminables segundos de silencio-, le conocemos perfectamente: ese hombre no tiene esquizofrenia, ni depresión, ni ningún otro trastorno mental. Tiene un trastorno de la personalidad límite como la copa de un pino, pero aquí en la planta no le podemos ayudar: si le ingresas, solo refuerzas su comportamiento para que vuelva una y otra vez. Dale una pastilla para dormir y que se vaya para casa. Y tú vete al pub -carcajada- el Black Horse Inn te gustará. Mientras cuelgo me doy cuenta que tío va en serio: Derek, en mi situación, se iría al pub. La pelirroja, sentada a mi lado, rellena un formulario y sentencia un te-lo-dije,  a este mándalo a casa. Me recorre lo más parecido a la desolación. 

Salgo a la calle. En el porche de la entrada, unos cuantos fumando, uno con gotero.  Qué largas son las esperas de urgencias. Intento ordenar mis ideas. Tengo a un hombre ahí esperando que está sufriendo. Su dolor no se toca, no hay sangre, ni de momento ninguna máquina, o test que nos pueda medir su vacío aquí dentro, donde me indicaba todo el rato. Y no puedo ingresarlo, porque todos los que llevan en esto 30 años saben que no lleva a nada, que no le ayuda nada, que solo retrasará el inevitable cara-a-cara con su nada. Todo eso lo sé, abanderada de la lógica y lo racional. Pero el hombre ha llorado y ha suplicado y mientras me debato con todo esto está esperando. Y solo voy a ahondar su agujero.

Al entrar, el hombre ha dado paso al tigre de nuevo. Demasiado tiempo, y no vengo con buenas noticias. El ha visto mi cara muchas otras veces, en otra gente. Se prepara y yo decido no sentarme, esa posición conciliadora (entra Cook y su arte de la entrevista), será posición de debilidad. Antes de que abra la boca, comienza a gritar, fuckyoufuckyoufuckyou bitch. Lo de siempre, a las mujeres: perra, puta. Me esfuerzo en no mover ni un músculo de la cara. Desvío la mirada -también del libro de recetas de Cook, el contacto visual ha de ser el justo- y entonces, en cámara lenta - o así lo recordaré siempre-,  agarra la silla metálica, y con un grito la tira a la ventana. Mejor dicho, literalmente, la tira por la ventana. Sonará a frase hecha, pero "paralizada por el terror" describe bien mi estado, aunque la esfinge sigue mirando con apariencia serena, como si todos aquellos cristales no la hubieran salpicado, como si no fueran con ella. Y entonces, confusión, pasos, estás bien, los de seguridad, más gritos, alarmas, y la policía. 

Desperzonalización es el síntoma por el que te ves desde fuera, como si fueras una actriz sobre un escenario. Desrealización consiste en que todo a tu alrededor parece irreal. Así estaba yo, con una taza de té que alguien me puso inmediatamente en las manos, en el mostrador de enfermería, cuando le vi salir esposado. Según la pelirroja, si aspiraba a no dormir en su casa, objetivo cumplido! Y todos se ríen. Menos yo: aún no sé lo que pienso, pero siento una mezcla de culpa y miedo: tal vez si lo hubiera manejado de otra manera, ese hombre no estaría ahora esposado en una celda.

-Son casi las 6 de la mañana -continúa Tracey-. Vete a la habitación, duerme toda la maniana, Derek les dirá en la planta que te quedas aquí. Por la tarde, te vas a Skinner Street de compras navideñas y te coges el último autobus a Danby. Día libre, baby!-Y me mete algo al bolsillo.

Duerme toda la mañana, dice, con semejante chute de adrenalina. Y compras navideñas: para quién, si estoy atrapada en el manicomio todas las fiestas? Me siento en la cama con todo el peso del mundo sobre mis hombros. Meto la mano en el bolsillo: una Zoplicona.  Hoy voy a saber en primera persona lo que es ese dejarse caer. 




15 diciembre 2020

Serial 20. La entrevista psiquiátrica: la técnica y el arte de navegar en mar gruesa

 La planta parecía vacía cuando llegué. Como el mundo: no me había cruzado con nadie esta mañana. Hoy me iba a caer una buena por parte de Cook, tras tantos días sin aparecer por aquí, así que mejor me repasaba todos los pacientes antes de que "pasáramos planta", el ritual hospitalario británico que debe precipitar a cualquiera al abismo de la insania, si no estaba ya ahí instalado. Visto desde fuera,  "pasar planta" es lo más alejado del "bienestar del paciente: imaginen enfrentarse a un grupo numeroso de gente, encabezado por el poder supremo (el consultant, en este caso Cook), los residentes de distinto grado (en aquella época, Senior Registar, Registrar, Senior Office Officer, House Officer, Pre-registration House Officer), la enfermera jefa, y el elenco del equipo de enfermería, el psicólogo clínico, tal vez el terapeuta ocupacional, el fisio (oh Craig, es ese cuello real?) posiblemente la trabajadora social, que se reúnen en una habitación para escrutar nada menos que tu mente. Por la habitación van pasando por turno los pobres pacientes, a los que se les preguntan cuatro cosas, y se les dice "gracias" como indicativo de "váyase". Es un mero trámite: las decisiones -qué se hace con la medicación, está respondiendo a la terapia, participa en el grupo de jardinería, se le puede dar el alta, - ya las ha tomado antes Cook con la enfermera Harding en petit comité. "Pasar planta" es una performance.  Eso sí, por lo menos, en este país, el personal no va de blanco (gracias, Milos Forman). Pero igualmente toman notas y tienen el poder de deternerlos allí todo el tiempo que decidan que no es segura ninguna otra opción. 

Mientras sacaba las notas de todos los pacientes de los archivadores, una presencia silenciosa. Pese al pálpito, igualmente salté del susto: era Harding. Tranquilícese, y todas esas cosas. Puede firmarme estas recetas por favor. Muy amable. Hubiera firmado mi sentencia de muerte a ese robot: lo que usted diga Hal, digo Sister Harding. 

Aún faltaban dos horas para pasar planta, tenía tiempo para revisarlo todo, como dice Harding, tranquilízate Mariona. Pero lo que aún no sabía entonces es que con Cook, la única frase que aplica siempre es "no se ponga cómoda", ni física ni mentalmente. En cuanto intentaba lo primero en el orejero de la esquina del cuarto de día, se abrió la puerta y ahí estaba él, dispuesto a trastocar también mi embrión de comfort psíquico. 

-Doctora Calleha, afirmó.

-Doctor Cook, imité. 

Supe inmediatamente que se alegraba de verme entonces, cuando aún no habían puesto las calles-si estas existiesen en Banderley. No porque lo dijera, obviamente, pero a toda esta panda insomne de las 5 am les encanta que el mundo empiece a girar, si es posible a su alrededor, a esa hora. Predeciblemente, comenzó con la aventura "Los cinco atrapados por la nevada" y cómo esos días iban a salir de mis vacaciones. Sin ironía. Y sin decir nada salió y yo supe que tenía que seguirle a su oficina. Cuando estaba abriendo la carpeta amarilla del primer paciente, Cook interrumpió, como siempre, con su propia agenda:

-No, Dra Calleha, aún quedan... cuánto -mientras se descubría la muñeca para ver el reloj- casi dos horas para que pasemos planta... no se precipite.

Vi pasar mi vida frente a los ojos. En serio, cuán solo has de estar para recurrir a conversaciones con los residentes? A ver, que yo estoy aquí nueva, prácticamente recién llegada y aún no doy tan desesperada. Aún. Hoy qué tocaba, otra vez el género humano, la Batalla de Hastings o el expresionismo alemán?

-Hoy me preguntaba, doctora, qué hace usted en una sesión para que el paciente le cuente todo? No me mire así, al final eso es lo queremos: que nos cuenten lo que tal vez no se hayan admitido a sí mismos jamás.

-Lo primero, tengo en cuenta la posición que tomo en la habitación con respecto al paciente, para intentar que esté relajado. Mantengo un buen contacto visual, gestos de que estoy escuchando, asiento, ruidos tipo ahá...

-Ahá

-Muy gracioso. 

-Se ha olvidado de un punto fundamental: se ha fijado si hay agua antes de lanzarse a la piscina? A ver, le suena de algo el adagio "fracase en la preparación, prepárese para fracasar"?

-Emmmm...

-Qué dijimos de los emmm para ganar tiempo?

-No había escuchado su aforismo, pero sí, veo lo que dice: hay que prepararse bien antes de ver a un paciente. 

-De acuerdo. Recuerde que una entrevista clínica es tanto arte como técnica, implica artesanía y estructura.

-En la facultad nos decían que la medicina, en general, es un arte y una ciencia. 

-Y una pena que cada vez esté dejando más de ser arte. En una entrevista, dése cuenta que se necesita habilidad de alto nivel para crear oportunidades para que los pacientes se abran, además, comprender y manejar la información proporcionada y, muy importante -y tal vez alguno me llamará antiguo y freudiano,- pero también saber entender y saber navegar la dinámica entre uno mismo y el paciente al mismo tiempo. Se juegan muchos juegos. Como en la vida. Lea a Berne.  

Lea a Berne, lea a Marco Aurelio. A eso me sonó Cook en aquel momento, a un trasnochado Aníbal Lecter que recomienda a su Clarice Starling particular lecturas, tal vez menos glamurosas que las "Meditaciones" del emperador romano. Pero, para ser justa con Cook, "Juegos en que participamos", el clásico de Eric Berne de 1964, tampoco está tan mal, pese a haber sido un best-seller de la época, psicología folk con mayúsculas. Imposible leerlo sin pensar a qué jugamos con aquel novio con el que no funcionó ("mira cuánto lo he intentado"), a qué juega aquella tía lejana ("me hiciste hacerlo"), o el famoso, "sí, pero...".

"Fracase en la preparación, prepárese a fracasar", y los juegos de palabras de esta cultura. Lo que estaba haciendo Cook con esa conversación era regodearse en lo que él sabía se avecinaba esa misma noche,  por primera vez de guardia en el hospital de Whitby .  Estar "en puertas", en las urgencias de un hospital es las antípodas de la preparación: es pura improvisación. En esa situación, o en cualquiera, "simplemente haz lo correcto. El resto no importa". Aconsejaba buenas lecturas,  el doctor Lecter.