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27 noviembre 2019

Serial 9.

Anoche salimos de Serotonina mucho antes de lo que hubiera querido Yolanda. Qué grande, bautizar a un bar con nombre de neurotransmisor. Oh Serotonina, allí me iba a pasar horas y horas de mi tiempo libre en Banderley;  yo, que no era particularmente de bares ni del bebercio. Aquí aprendería muchas cosas, la primera que los ingleses beben a otro nivel; sur de Europa, diletantes! Y los irlandeses!... de ahí que Yolanda nunca se quisiera ir. Cualquiera de mis amigos fiesteros peninsulares aquí pasaría por un aficionado. Oh, las famosas rondas donde la pintas de cerveza aparecían y desaparecían, y vuelta a aparecer, menos para mí, que me acababa juntando con tres, Mariona la esponja. En estos años me he llegado a plantear si, como los orientales, tengo problemas con la enzima alcohol deshidrogenasa, que transforma el etanol en el tóxico acetaldehído, que sienta fatal. No es que me ponga roja como un tomate como los asiáticos del este, pero sí que llegado un momento, mi estómago no responde, se cierra, dice basta. Aunque, cartas boca arriba, también hubo noches "memorables", así llamadas precisamente porque aunque lo que quieres es olvidarlas, el personal insiste en magnificarlas, corregirlas, ampliarlas y, en una palabra, imprimir la leyenda. Nunca logré disfrutar de la Guinness, castigo que estando tan al norte y teniendo como amiga a Yolanda, era algo casi imposible de evitar. Pero fui, a mi pesar, leyenda. Más sobre esto en algún punto de Serial (donde esperamos que por fin haya pasado algo). 

Hoy tengo que llegar muy pronto a la planta, a ver si logro hacerme un hueco bajo el ala de Cook. No que quiera convertirme en uno de sus estúpidos castratti, pero estaría bien, como reto de hoy, que no me mande a casa a la media hora. Para ello, llegar una hora antes de la que estipula el contrato que firmé y, sobre todo, desterrar para siempre los vaqueros. Frente al armario considero entonces, mis limitadas posibilidades: tengo los inefables 501 en todos los colores... seguro que el viejo Cook no reconoce que son vaqueros, si voy con los negros. Aún así, hoy no me atrevo a probar, y me decido por una falda. Pero, el espejito mágico dictamina: demasiado corta. Saco la petite robe noire, el vestidito negro tan esencial en todo armario según Christian Dior: pero dónde vas, a una fiesta? Otra falda: pareces una colegiala. Un pichi: sin comentarios. Se ha hecho una montaña encima de la cama, estoy en esa odiosa situación del "no tengo nada que ponerme". Y no solo eso, además estoy atrapada a decenas de kms de la tienda más cercana, que sin duda será "Saldos La Dalia", en Whitby. Me tengo que ir ya y estoy en bragas. Literal y metafóricamente. 

No hay nadie en la cocina y el cielo, tozudo, no piensa en amanecerse (me gusta aquí este uso del reflexivo, seguro voces divergentes). Me costará aún unas semanas darme cuenta de que no es nada personal, que en estas latitudes simplemente es casi siempre de noche al final del otoño, y en invierno. Porque aunque de hecho salga el sol, los días son tan encapotados y oscuros, que sinceramente da igual. Vamos, es casi peor, llegas a añorar las noches de 6 meses de los polos, porque por lo menos ahí no tienen la esperanza de vaya a amanecer (y porque, seamos realistas, no hemos vivido en los polos). Aquí, todos los días, la estúpida ilusión; y todos los días, tortazo. Los días negros, las noches blancas. Dovstoieski. Lo que sea. Mientras me como los Weetabix con el ultimo culo de leche y sin fresas (juraría que dejé una barquilla aquí) apoyada en la encimera, se confirma en el reflejo del ventanal que por fin me he puesto el pichi negro con camisa blanca: soy la Mrs Honey de Matilda, o la Srta. Rottelmeiher. 

Un ruido en el pasillo me hace componerme: es Morgana. No la he visto desde la fiesta  sorpresa, pero Yolanda me ha hablado de ella. Mi conclusión (a compartir con nadie,  nadie por aquí conoce a Sabina): Morgana es la prota de "19 días y 500 noches",  siempre tuvo la frente muy alta, la lengua muy larga, y la falda muy corta. Una mujer de rompe y rasga, como quiera que eso se diga en inglés. Y efectivamente, ahí la tenemos, con el eye-liner perfectamente dibujado, que yo he desechado por las horas intempestivas, un vestido como el negro, que yo he desechado por festivo, y unos tacones asesinos, que yo he desechado por feminismo.  Todo lo que tú hagas en Banderley -me digo- Morgana lo habrá hecho antes, y con estiletos. Qué bien huele, es como siempre la interacción química de la piel con el perfume, ese algo puramente biológico que lo convierte en algo mucho más interesante en quien tiene las feromonas adecuadas.  O de Lancome?  No creo.

- Perdona? - Esta soy yo, haciendo el idiota, porque me lleva hablando un rato mientras yo hago de perfumista. 

- No, te preguntaba si hay leche...

- Eh, ah, no, me he terminado la poca que quedaba-y miro al bol entre mis manos, que me incrimina-... cómo va lo de la leche en la casa? 

Me mira como si fuera un escarabajo extraño. Ya me dijeron que la cestita metálica que hay a la izquierda de la puerta, en la calle, es donde el lechero deja las botellas de leche cada día. Son de cristal, tan vintage que seguro son las mismas que usaban en la Segunda Guerra Mundial. El primero que sale de la casa ha de subirlas, no cuesta tanto, algunos siempre alegan prisa, las dejan ahí y el conflicto es por la noche el tema principal de la cena. 

- Ah, sí... creo que recuerdo eso de la noche de la fiesta, pero no he vuelto a ver a nadie de la casa y aquella noche...

- No importa, yo te iré explicando, un momento- y desaparece, volviendo enseguida con tres botellas.- Ya... quieres un té? 

- Voy con algo de prisa - Sueno a excusa.

- Pero si  los las 7:30... 

- Ya, pero ayer aparecí en la planta a las 8:30, media hora antes de lo que pensaba, y Cook ya llevaba por lo visto media hora de reunión con el equipo y...

- Ah, vale. Cierto. Estás con Cook. Entonces sí... vete cuando creas. Claro que un día él llegará a las 11, y otro día a las 6. Nunca puedes saber con él.

- Trabajaste con él? 

- Ermmm... no. Pero he oído historias... ya te contaré. 

- Historias?

- Sí, no sé, a ver, historias, mejor llámalo un ambiente denso en esa planta: entre él y Harding consiguen que... 

Plop, ha saltado la tetera, que también parece vintage, un pequeño electrodoméstico soviético, con todas las pegatinas típicas de las instituciones "comprobación eléctrica pasada en tal fecha", y Morgana se está poniendo el té. No sé si es muy guapa, pero es de aquellas que lo intenta tanto, y que tiene tanta confianza, que consigue venderte la moto. De la fiesta aquella me llega un recuerdo, que en Banderley llaman intrusión: sus padres son de una familia rica de Kerala, pero ella es ya segunda generación. No tiene acento indio y es más inglesa-si pensamos en el vino blanco-que las que aquí. Pelazo impresionante, con movimiento y vida propia. 

- Qué perfume llevas? 

Antes de terminar la frase me doy cuenta de lo inapropiado, por personal, de la pregunta.  En qué estoy pensando. No fue ayer mismo cuando aquel paciente, Mr. Wood, me dijo que le gustaba como olía yo? Ay, y sentí como si el tal Mr Wood me estuviese oliendo de arriba abajo: "Una mujer debe ponerse unas gotas de perfume donde quiere ser besada", la frase Coco Chanel se filtra así sin permiso (intrusión, en Banderley), y entonces, qué lío, Mr Wood recorriendo mi cuerpo, imagen potente donde las haya para esas horas de la mañana. Cuando bajo de este momento semierótico-disociativo, Morgana, como el dinosaurio, todavía está ahí. Y afortunadamente, a ella le ha debido parecer una pregunta inofensiva. 

- Oh, se llama "Retrato de una dama", de Dominique Ropion... 

- Te sienta muy bien. 

Madre mía, sigo cavando en mi agujero. Y continúo, explicándole que precisamente cualquier otra persona con ese perfume no haría el mismo click. La pobre me sonríe, qué amable, y sigue tendiéndome una mano, como si yo pudiera ya salir del pozo:

- No es muy conocido...

- Ah no -risita nerviosa, me odio- solo conozco la novela. Nanosegundo incómodo, pero ella me rescata de nuevo:

- Buf, yo ni idea de literatura: solo leo psiquiatría y... el Vogue.

Con la cuchara señala la pila de revistas en la esquina de la sala. Hace una especie de mini-disertación sobre "por sus suscripciones les conoceréis": Sandip revista de criquet, Richard, de rugby y... de repente se para en seco, como cambiando de tema:

- Te tengo que presentar a Isabel, Isabel Archer: está en la casa de Edimburgo y lo ha leído todo. Escribe poesía y dice que está trabajando en psiquiatría solo para conocer al género humano, para poder escribir mejor- Hay inflexión en la voz, en "género humano", drama, drama.

- Estas de broma, no se llama Isabel Archer.... -me mira incrédula mientras asiente, no entiende-. Isabel Archer es el personaje principal de "Retrato de una dama"-le digo, como protestando. Morgana se echa a reír.

- No he leído a Henry James, así que no tenía ni idea. Ella se llama Isabel Archer, en serio. Y tampoco bromeo cuando te digo que con ese pichi, hoy vas a triunfar. 

Por segunda vez esta mañana, no sé dónde meterme. Era mi absoluta única opción, estoy dispuesta a iniciar una disertación autocrítica (y eso que acababa de llegar, hoy en día tengo un máster porque esta es una habilidad imprescindible en esta isla). Pero parece que Morgana no está de coña, y desde la superioridad que le da ser la residente más estilosa de Banderley, me lo creo: mi atuendo hoy tiene un pase. 

- Ese rollo colegiala católica le va a poner mucho a Cook. Claro que cuidado con el ama de llaves de El Resplandor... -Y con esto da un salto, deja su taza en el lavaplatos y concluye- Pasa un buen día, me voy a nadar!

Mientras cruzo la pradera hacia Banderley-C me planteo, pero acaso había ama de llaves en El Resplandor? 
 Yo solo recuerdo a las niñas del pasillo. Y tengo miedo.  Pero mi paso es firme, porque Morgana me lo ha dicho: hoy voy a triunfar. 

24 noviembre 2019

Fuera de Serial.

Serial es exactamente eso, una historia que empecé hace un año, serializada. Está escrito sin planificar, y mi mentora en la distancia ELENA RIUS me lleva diciendo todo este tiempo que así no puede ser. Lleva toda la razón. Uno de los principales problemas es que lo escribo muy poco- pese a lo bien que me lo paso haciéndolo- porque es mucho más fácil para mí escribir una entrada cualquiera del blog, por no hablar de una crónica de viaje, que Serial. Total que entre la vida, los viajes y todo se retrasa, y luego pasa como ahora, que ya no me acuerdo ni de dónde iba. Como sospecho que esto me va a pasar más veces, voy a hacer un resumen que usaré en el futuro.  Ahí vamos.

Serial va de una chica española que va a UK a terminar su formación y trabajar. Ha estudiado medicina y se va a especializar en psiquiatría. Aunque lo parezca, Serial no es autobiográfico, si eso se puede decir alguna vez de algo de lo que escribimos (porque se escribe desde la biografía, vivida en primera o tercera persona, o soñada, o lo que sea). 

Capítulo 1-Viaje en bus nocturno de la prota (Mariona Calleja) de Londinium (donde ha llegado desde la península) a Whitby. Allí ha de esperar un tiempo a que salga un bus local a Danby. Localización temporal: estamos en Diwali (segunda quincena de Octubre). 

Capítulo 2- Haciendo tiempo en Whitby, Mariona sube a la Abadía, hoy en ruinas. Allí conoce a una gótica llamada Lucy fascinada con Drácula, y a su perro. Lucy, morbosa de lo oscuro, se impresiona con que Mariona vaya a vivir a Banderley, un hospital psiquiátrico en medio de la nada. Banderley es una "institución total", un campus donde conviven pacientes y personal. 

Capítulo 3- Mariona llega a Danby, el pueblo más cercano a Banderley, y espera en un pub, donde un ser misterioso (Faggin, con Inverness Coat) la va a  buscar. Por la noche llega a Banderley, que es un edificio victoriano como de película de terror. Allí la espera la temible enfermera jefa Sister Harding.

Capítulo 4- Mariona se despierta en su habitación y este capítulo es descriptivo: el edificio donde vive, uno más de los pequeños edificios de 2 plantas que hay esparcidos en medio de  praderas enormes, donde que comparte con otros residentes. Este es un día laborable, así que está sola, se da un baño, pasa un rato en la cocina/sala comunitaria del edificio. Entra SANDIP, un companiero indio con pocas habilidades sociales. 

Capítulo 5- Mariona va a Banderley-Central (Banderley-C), que es el edificio principal por el que entró la primera noche. Allí conoce a YOLANDA, residente de psiquiatría forense, irlandesa, y muy vital. También conoce otros sitios de Bancerley-C como la tienda del pakistaní (JAFAR), donde se compra un tubo de medio kilo de helado Haagen Daz.

Capítulo 6- Cuando vuelve a casa con el helado, otros residentes le han organizado una fiesta de bienvenida sorpresa. Entran más personajes que conoce por la noche. Este capítulo ocurre a la mañana siguiente cuando recuerda vagamente lo que pasó por la noche.  Mariona va a la maravillosa biblioteca en Banderley-C. Concepto psiquiátrico: Jaspers sobre diagnóstico.

Fuera de Serial: Aquí hago el primer "divague" de Serial, porque ha habido un vacío de meses, y tengo que refrescar mi memoria, y la de los divagantes. Así que me salgo y cuento lo que ha pasado antes, aunque no tan sistemáticamente como hoy. 

Capítulo 7- Primer día de trabajo. Va a su planta (Kraepelin), donde vuelve a estar la Sister Harding que le da miedo otra vez, y conoce a otros miembros del equipo. Entra CRAIG un fisio buenorro. Luego va a la oficina del psiquiatra jefe, Dr COOK, que es un matón que está reunido con sus juniors. 

Capítulo 8- Mariona queda con YOLANDA en Serotonina, el bar que regentan los psiquiatras residentes que está en lo que fue una caballeriza. En este capítulo le cuenta la humillación con COOK , que la somete a un interrogatorio teórico que Mariona pasa bien. Aún así la manda a casa porque dice que ha llegado tarde. Conceptos psiquiátricos: Neurotransmisores en esquizofrenia. Traducción de "delusion". El "ate". 

Este es el segundo (ojalá último, porque implicaría que no ha habido más lagunas) "Fuera de Serial", y mientras lo escribía, me he dado cuenta que tal vez sea un poco como esa estructura que ELENA me dijo desde el principio que debería seguir, y una especie de esquema para mí misma de personajes, acción y divagaciones de cada episodio/capítulo. Pero mirando hacia atrás, cuando lo que Elena sugiere es hacia adelante... Ahora me pregunto si llamarlos capítulos como he hecho es adecuado, y tal vez episodios sería más acertado. No lo sé. También se me está ocurriendo que mantener un diario del proceso de escribir al lado del relato, un "Fuera de Serial" pueda ser interesante. Seguro que alguien ya habrá escrito un libro donde hay trozos en los que el autor habla de su proceso, no sé. No hay nada nuevo bajo el sol. Lo que sea. 

Una última reflexión: recibo muy poco feedback de Serial, por razones obvias, pero comentaré un par. ELENA habló de la importancia de seguir manteniendo una "voz", cosa que me encantó, sobre todo viniendo de ella, porque qué es de la escritura si simplemente nos da datos contando una historia, pero no "oímos" a la autora. El segundo es Fashion, que opina que es muy lento, y que no pasa nada. Y siempre le digo, "sí, sí, enseguida pasará", pero el caso es que cuando termino cada episodio, me doy cuenta de que "nada" de lo que ella querría, ha pasado.

Total, que seguimos con este experimento que es "Serial". Si llegas aquí por primera vez, tómate unas coronitas y lee los 8 episodios, y engánchate: necesitamos muchos conejillos de indias, digo muchas voces críticas! :)

Muxus

di



20 noviembre 2019

Que Greta Thunberg llora

Campania de salud pública británica de los 50
En la península de los años 70, había una fórmula, presuntamente indicada para disuadir a los más pequeños de cualquier acción reprobable, que era "que el niño Jesús llora". Sí, todo muy tronado: "si le pegas a tu hermanito, el Niño Jesús llora", "si le pegas fuego a las cortinas otra vez, el Niño Jesús llora". Pero todos hemos visto los anuncios de la Sección Femenina. 

Bien, pues yo estoy usando esta técnica con Mini, con una pequeña variación. Sale el Niño Jesús, entra Greta Thunberg. Cuando se deja la luz encendida: "Mini, que Greta Thunberg llora". Cuando está bajo la ducha demasiado rato: "Mini, que Greta Thunberg llora". Cuando cuelga un TikTok, pega fuego a un parque, loquesea: "Mini, que Greta Thunberg llora". Hay gente que dice que los niños no entienden la ironía, pero aseguro que la mía, tras anios de exposición a estas salvajadas, tiene ya un máster y ni eleva la ceja.

Pero es que esto de la ecología no para de darme sorpresas. Yo ya he contado alguna vez que soy no solo fanática, sino visionaria en esto de la ecología (batalla contra el consumo, want-not-waste-not, las botellas de plástico-que el aeropuerto de Vetusta tiene una fuente gracias a mis emails y tal). Vale, hay alguna pequeña disonancia cognitiva ahí, pero estamos trabajando en ello: estoy esperando la "transmutación" para superar el tema transporte y que se prohíban los cerdos para dejar de comer ibérico. Plásticos, vertederos, gases de vaca, lo sabemos todo de su maldad; pero lo que no esperaba es el artículo que leí el otro día.

Ahora resulta que mandar un email mata al planeta. Enviar un whastapp. Una foto en Instagram. No digamos divagar. Y ya el colmo es mandar videos pesados. Cada mensaje que enviamos da la vuelta al mundo pasando por tropecientas "granjas de datos" haciendo sucesivas copias, y ocupando espacio. Dicen que ver una peli en streaming media hora consume la misma energía que conducir un coche 4 millas. Estas granjas (la del sur del UK está en Slough) consumen muchísima energía y, lo que casi es peor, producen un calor de la leche. Piensa en tu portátil sobre las piernas, cómo se pone; pues esto elevado a n. Así que las ponen en el Artico y tal, para que por lo menos se refresquen solas. 

Con estas ideas perturbándome severo llamo a Fashion, y le doy pormenores de la situación. "Un whastapp contamina?, espeta, Ya no vamos a poder mandar la berenjena?" Divagantes, no quiero saber a quién manda productos de la huerta, a mí solo me manda corazones o el emoji que babea. 

Pero al día siguiente, una hija de unos amigos de mis padres me pone un whatsapp con una buena noticia familiar. Tras la felicitación, se lo comunico a Fashion -por whatsapp-, y le pregunto si quiere el teléfono para felicitarla en vivo. Eso sí, aviso, tendrá que sufrir sus diarios estados de whastapp: absolutamente todos los días del anio pone un estado de esos de frase motivacional, con flores, o atardeceres. "Si lloras porque has perdido el sol, las estrellas y tal" o "el amor es paciente, bondadoso y más". Todos los días. Yo me pregunto de dónde saca este material, que está currado. Erróneamente, para el fin equivocado, pero currado. Y resulta que Fashion no quiere el teléfono, gracias, porque ya tiene el de su marido, que parece que cuelga TRES frases motivacionales al día. 

-En serio?, le digo, pero se las pasan de una a otro?
-Claro-contesta-venga a mandárselas entre ellos y calentando los servidores del Ártico. 

Soluciones que aporta Fashion: una frase al final de cada email como esas de "No imprimas este mensaje", pues "No contestes ni mucho menos reenvíes este mensaje", o bien "Cada vez que mandas una berenjena, un oso polar pierde su islote de hielo". "Con cada Instagram, se derrite un iglú". Y sobre todo, Greta Thunberg llora. 

18 noviembre 2019

El camino del exceso conduce a la sabiduría

"El camino del exceso conduce a la sabiduría": esta frase fue mi primer contacto con William Blake en aquella película de béisbol ochentera, "Los búfalos de Durham" (Ron Shelton, 1988). Se la dice el personaje de Susan Sarandon, una profe de literatura que chorrea citas célebres a Kevin Costner, "El Perdedor" sabio y también leído. 

"The road of excess leads to the palace of wisdom...
You never know what is enough 
until you know what is more than enough." 
(Proverbs of Hell)

Decir que esta frase fue mi primer contacto es un poco pretencioso, porque desde entonces no es que haya leído nada de Blake (aunque aseguro haber sacado la frase de mi chistera varias veces-si las recordara, seguro que haría un divague más interesante que este). Más bien me he limitado a admirarme de alguna de sus otras citas y poco más. 

"He who desires, but acts not, breeds pestilence".

Ghost of a Flea
Sin embargo, ayer me adentré a la exposición que sobre él ha montado la Tate Britain, ya que además de poeta, Blake era pintor e impresor. En todos los panfletos, guías, revistas describen a Blake como "visionario", y como no tengo educación artística no conozco exactamente de qué manera lo ha sido. Lo que sí queda claro es que Blake sufría de algún tipo de trastorno mental, manifestado por síntomas como alucinaciones, que él llamaba visiones: empezó a ver algún fantasma en su casa de Hercules Road, en Lambeth, y este en concreto ("The Ghost of a Flea") da muchísimo miedo.

Art can never exist without naked beauty displayed.


La exposición está llena de alegorías y temática religiosa perturbadora; mucha serpiente rodeando a Eva, tentando, arrastrándose. Una no puede dejar de pensar en cómo el status quo imperante afecta a la enfermedad mental, y en épocas de profunda religiosidad era el tema pecado, culpa, infierno, paraíso, lo imperante en las ideas delirantes y alucinaciones, o en épocas de guerra fría lo eran los espías y los microfilms, y ahora lo serán los algoritmos, los microchips insertados para robar ideas del cerebro.

Without Contraries is no progression. Attraction and Repulsion,
Reason and Energy, Love and Hate are necessary to Human existence. 
From these contraries spring what the religious call Good & Evil.
Good is the passive that obeys Reason. Evil is the active springing
from Energy. Good is Heaven. Evil is Hell.

Hay muchísima gente en las salas: para algunos cuadros hay que hacer casi fila. Me pregunto lo que estarán pensando los asistentes. Salgo con la sensación de que tengo que leer más sobre Blake, de su contexto (la Revolución Francesa iba a pasar durante su vida), de su relación con Catherine, su mujer (al final de la guía hablan de su "extraordinaria colaboración", que "ella le terminaba algunos cuadros", y me planteo si será otro de esos casos de los que ya estamos aburridos en el arte, la literatura y todos los ámbitos, en los que ellas ocupan un segundo plano, inmerecido), de su irreverencia ("La pregunta en Inglaterra no es is hombre tiene talento y genio-sino si es pasivo y amable y un asno virtuoso") y de las hipótesis sobre su enfermedad mental (esquizofrenia? depresión?).

 Newton: Personification of Man Limited by Reason (1975)

Al salir, camino por la orilla norte del río hasta el puente de Lambeth, que termina a la izquierda en el Palacio del mismo nombre, y a la izquierda aquel edificio donde vivían los protas de "Mach point", la peli de Woody Allen. Ese edificio siempre me pone los pelos de punta porque en él hace anios un pobre hombre que sufrió un episodio psicótico mató sin ser él: nada más leerlo en la prensa supe que ese hombre estaba enfermo. Tal vez como Blake. Paso por los "Old Paradise Gardens" (Jardines del Viejo Paraíso) que están detrás, y me parece que la temática blakeiana me persigue. Este espacio de césped y algún árbol fue donados por el arzobispo del Palacio de Lambeth, como cementerio para la Iglesia de St Mary, que está al lado. Todavía están las lápidas en hilera alrededor. Va a anochecer pronto, y como soy una drama queen, -y voy un poco pronto para recoger a Mini-, me siento en una de piedras con nombres irreconocibles, que hoy parece un banco. Está húmeda, y todo el parque es musgo, silencio y soledad. Solo falta un cuervo que se pose en alguna de las tumbas.

Al llamar a la casa de la amiga de Mini, me abre su abuela, Judy, una seniora encantadora que, cuando le digo que vengo de la exposición de Blake, me pregunta si soy artista. Ella me cuenta su vida en diez minutos: creció de Uganda porque su padre era cirujano, ha vivido ya casada en Nairobi, trabajó como maestra. Y cuando vienen las ninias, les recita de memoria un poema de Blake, que inmediatamente les pasa a explicar: "significa que, en la vida...". Yo no puedo parar de sonreír y cuando termina le pido a su nieta que me lo escriba más tarde y se lo mande a Mini. Mientras nos ponemos los abrigos, Judy se ha ido al salón y ha estado escribiendo algo. Cuando nos despide, me da la poesía (Eternity, se titula) escrita de su punio y letra, preciosa por cierto. Gracias, Judy. Por las pequenias cosas de la vida.

 



Eternidad
Quien se encadena a una alegría
malogrará la vida elevada
Pero quien besa la alegría en su efímero aleteo
vive en el alba de la eternidad.



15 noviembre 2019

Joan Margarit: Un regalo

Joan Margarit, Premio Cervantes. Qué dificil elegir un poema de su libro Joana, uno de los regalos más especiales que siempre guardaré. 

Por fin, "Les quatre de la matinada": pura crudeza, aullido que recorre todo el libro.  

Les quatre de la matinada
Udola el primer gos, i de seguida
hi ha un eco des d’un pati
i altres sonen alhora en un lladruc
ronc i sense cap ritme.
Borden, alçat el morro cap al cel.
Gossos, des d’on veniu?
Quin demà evoca aquest lladruc nocturn?
Aquesta nit us sento
bordant el somni de la meva filla
des del jaç, rodejats pels excrements
amb que marqueu el vostre territori
de cantonades, patis, carrerons.
Talment com jo estic fent amb els poemes,
des d’on udolo, udolo,
i marco el territori de la mort.


Las cuatro de la madrugada
Aúlla el primer perro, y enseguida
hay un eco en un patio, otros resuenan
a la vez en un único ladrido,
bronco y sin ritmo alguno.
Ladran, con sus hocicos hacia el cielo.
¿De dónde venís, perros? ¿Qué mañana
evocan los ladridos de la noche?
Oigo como ladráis al sueño de mi hija
desde el jergón, rodeados de excrementos
con los que señaláis un territorio
de callejones, patios, descampados.
Tal como vengo haciendo
con mis poemas, desde donde aúllo
y marco el territorio de la muerte.


Joan Margarit


08 noviembre 2019

"Mani: Viajes por el sur del Peloponeso", de Patrick Leigh Fermor: No eres tú, soy yo.


Cuando pasas una temporada horrible, pero además no puedes leer, tocas fondo. Un libro suele ser la cala en la que refugiarse en esos ratos malos, pero qué pasa cuando no encuentras puerto donde evitar la marejada?  En mi caso, este pasado odioso mes de Octubre me pilló empezando un libro que en principio iba a ser la evasión que una necesita cuando empieza el otoño. El libro en cuestión me iba a devolver a uno de mis "lugares del mundo", y ya me veía tirándome de cabeza al agua de sus playas desiertas, trepando montanas para ver la costa como desde googlemaps y visitando monasterios donde comprar miel a dudosas monjas-o monjes, de ahí la duda. 

Sin embargo, en lugar de esto, lo que he hecho este mes ha sido pasar una cantidad ridícula de tiempo con el libro entre mis manos, mirando al infinito, en la parte de arriba del autobús (me recuerda a mi embarazo, en el que dejé tres libros seguidos; imagen: yo, en la parte de arriba de un bus 169, en pleno Brixton, mirando fijamente al no-horizonte). Otras veces he pasado pequeñas eternidades con los ojos absortos en una página, siempre la misma, y cuando me daba cuenta de que estaba en ese extraño estado mental, semi-disociativo, me tenía que hacer releer el párrafo anterior, y el anterior, y el otro, para descubrir que seguía sin saber de qué me habían hablado en toda la página. Y lo que es peor: no importándome una porra.

Yo no tengo ningún problema en abandonar libros: he dejado bastantes en mi vida, y no me siento mal. Los más fáciles en este aspecto son los que no me gustan, o los que creo malos. No considero que "un libro ha podido conmigo", simplemente no era para mí. Leer es dialogar de alguna manera, y si no ocurre, pues bueno, yo me lo pierdo. Ya sé que Borges escribe bien, y he leído un par de libros de relatos, pero no dialogo con él. Con los libros es un "No eres tú, soy yo". Sin acritud. Sin embargo, tengo más problemas si sé que un libro es bueno, si disfruto de partes de él, si sé que en teoría es "un libro para mí", pero que de alguna manera mi cuerpo (qué es la mente, sino cuerpo) me aleja de él: pasa a ser una imposibilidad física. La vida se cuela por entre los márgenes, y las personas del día-a-día, tornados personajes, son los que dominan. 

Pero... si es Mani! Si es uno de los viajes de mi vida! Qué me está pasando? Así un mes.


Patrick Leigh Fermor era un inglés de los de principio de siglo (nacido en 1915) que se dedicó, entre otras cosas, a viajar y a escribir crónicas de sus periplos, el maldito. Exactamente la vida que yo querría, por si no ha quedado claro. Y mejor no entro en la casa que tenía en Kardamyli, pueblo de ensueño donde yo me conformaría con un chamizo. Parece que hoy en día se puede alquilar su casa para escribir tu novela, mientras disfrutas de la playa privada y tal. Igual es el empujón que necesita Serial, lo veo: tal vez montar un crowdfunding, divagantes? 

Pero centrémonos, que divago: el libro con el que he jugado al gato y al ratón un mes es "Mani. Viajes por el sur del Peloponeso" de Leigh Fermor, claro. El me encontró a mí en el velero de F., en una edición en castellano-a la derecha- mucho más bonita que la que compré nada más volver a la isla, que por ello no cuelgo-con un ojo mal dibujado del "mal de ojo griego" ahí, a toda página. Además, el autor había sido muy recomendado por las popes Elena Rius y Mo, así que el libro tenía todos los números para ser ese compañero con el que quieres pasar unos ratos cada día. Pero no fue así, y la culpa es mía, o de mi momento vital, sin duda. 

El libro -que no es una novela, sino más bien un blog erudito de viajes- comienza muy bien. Está el autor en un punto del sur de Esparta, y se dirige hacia la península de Mani, el "dedo" central de los tres del Peloponeso. Para ello, ha de cruzar el Taygetus, unos montes muy complicados, y en aquella época (el libro fue publicado en 1958) la única manera de hacerlo es a lomos de burros. Esta anécdota es suficiente para atrapar la imaginación de una aspirante a escritora de viajes (en realidad,  alguien que inconscientemente cuelga en la red sus enloquecidos diarios). Aquella época en la que solo viajaban cuatro privilegiados-que debían encontrar fácilmente lo que hoy todos ansían, "lo auténtico"-, la tenemos todos mitificada. En estos días de Ryanair, calles que tal vez sean un decorado y "cene/duerma/baile un sirtaki con una familia local".

Una vez en Mani, Leigh Fermor comienza por el noroeste, en la maravillosa Kardamyli (donde se rodó la tercera de la saga de "Before" de Linklater) y baja hasta Aeropolis y su espectacular puerto, Limeni. Estos lugares están a fuego en mi memoria y es imposible no emocionarse pero... un momento, por qué me exalto, aparte de porque he estado, son estupendos y en ellos fui feliz? Es por lo que me cuenta el autor?

Leigh Fermor viaja en un pequeño grupo: un amigo también escritor, su mujer Joan, y a ratos con diversos locales que les dirigen las mulas, pongamos, pero casi no habla nada de sus compañeros. No hay anécdotas personales, aparte de algunas conversaciones con gente del lugar, siempre, para mi gusto escasas. Para quien quiera saber historia, mitos, geografía, loquesea de Mani, este libro es una pequeña enciclopedia para obtener datos e información. Pero no sé si esto es lo que yo busco en un libro de viajes. Yo hubiera querido más de lo siguiente.

Porque algunas de las historias son  maravillosas, y eso es lo que me ha mantenido leyendo. Mani es la península que logró resistirse a los turcos por su orografía agreste, la valentía de los maniotas, y las torres. Cuando una viaja por Mani, solo ve monte bajo, y de repente, tres o cuatro casitas de piedra, con su torre, construida en su día para defensa. Nosotros nos quedamos en distintos lugares, entre ellos lo que decían era un castillo, pero estos viajeros de otra época se quedaban en casas con torre, con griegos. Hay una escena en la que están cenando y los griegos dicen, "oh, hace demasiado calor aquí, subamos a cenar a lo alto de la torre". Y todos cogen lo sea, de alguna manera se producen una mesa, sillas y mantel en el equivalente al terrado, y allí acaban cenando todos, bajo las estrellas. Leigh Fermor lo describe perfectamente y, quedo en shock porque no pronuncia una sola vez la palabra que yo habría repetido varias veces en el mismo párrafo: magia. A mí eso es lo que una noche bajo las estrellas en lo alto de una torre en Mani me sugiere: un momento mágico. Igual lo que hoy entendemos por magia no era un concepto d ela época, o bien yo soy my brasas.  No sé si el lector que no haya estado en Mani podrá entender, solo con la información y los datos, de lo remota que es esta península. Yo lo tengo muy fresco, recuerdo perfectamente las negras noches sin luna (orilla mar salado/y un chispear de estrellas/ de un cielo negro y bajo), las noches de verano de Mani. Y aunque no tuve la suerte de cenar en el terrado de una torre, he estado con Leigh Fermor ahí.  Y también cuando ven pasar un crucero lleno de luz y música (imágenes de "El Gran Gatsby", para mí), y se preguntan qué gentes irán en él, y qué pensarán de los habitantes de la península mientras pasan hacia Estambul. Por esto solo merecería la pena leer el libro. O por volver a esa sensación de pereza de los veranos larguísimos de la infancia:

   "Las noches de verano son cortas. Irse a la cama antes de medianoche es impensable, y las charlas, el vino, la luz de la luna y el aire cálido se alían para retrasarla una, dos o tres horas más. Parece que hace solo un momento que te has dormido, ahí fuera, cuando el sol te toca amablemente en los hombros, y entonces vuelves al interior o a la sombra para dormir otro par de horas. La tarde es el verdadero momento para dormir aquí."

Otra cosa envidiable para los viajeros de hoy en día es la desconexión de la época. Os imagináis? Leigh Fermor en un punto dice que "desde Aeropolis no han visto una radio". Por no hablar de teléfonos y otros elementos que hoy nos van muy bien, para tener a la familia tranquila (pavor de pensar que dentro de poco seremos nosotros esa familia, que Mini ya tiene 11), pero que no es lo mismo que viajar (o salir de casa, ya que estamos) sin ellos, con la libertad de no estar localizados. Yo esa es una de las cosas que recuerdo con nostalgia: de niñas, en Vetustilla de la Torre, irnos con bicis a otros pueblos, al pantano... fuera de casa horas y horas, como salvajes. Oh. 

El autor, con su conocimiento enciclopédico de Grecia, nos habla de górgonas y centauros (cómo olvidar la maravillosa Pelion, a la que cita a propósito de estos animales mitológicos),  las nereidas... Dedica un capítulo a hablar de la muerte y sus rituales en la península. Pondera sobre la mayor apertura a aceptar nuevos dioses de las religiones politeístas, como la griega clásica, sobre las monoteístas. De cómo cambiaron sus traviesos dioses del Olimpo en aburridos (esto es mío) santones cristianos (por ejemplo, Dionisos, dios del vino, en San Dionisio, que suena a rollo patatero). Hace antropología sin quererlo, cuando nos habla de la hospitalidad griega, de cómo tratan el extranjero, de que nunca quieren que te vayas.  Filosofa con la frecuencia con que usan los maniotas la expresión "pasaremos el tiempo" que, anota "plantea la cuestión de como pasar el largo agujero desde ahora hasta la tumba". Llama al sueño, "la hermana de la muerte". Inevitablemente, hay etimología: qué bonito que la palabra griega anemos, viento, haya producido la latina ánima,  alma. O que pneuma y spiritus signifique  espíritu y respiración en ambos idiomas. 

A medida que avanzo en el divague, crece mi confusión. He vuelto a Mani pero no era mi momento. Sueño con volver de verdad a sus noches estrelladas algún día, lejos de este otoño cuyas nubes no me han dejado ver ni el sol. 

02 noviembre 2019

Final rugby Inglaterra-Sudáfrica: Entre Guatemala y Guatepeor


Se termina el mundial de rugby de Tokio. Como los buenos divagantes recordarán, en el anterior de 2015 ya divagamos aquí, porque Mini había sido inoculada en el cole con el "deporte del pepino". Consideraciones sociológicas, la razón del "Swing Low Sweet Chariot", y nuestra particular admiración no precisamente intelectual por esos neandertales, entre otros, fueron los temas de ese divague.

Mucho tiempo antes, allá por el Pleistoceno Diva, la impulsora-capitana-América de este divlog, ya hizo un divague sobre los hakas, que puede servir de referencia para quien no sepa de que va esta danza maorí que representan los All Blacks (el equipo de Nueva Zelanda) antes de los partidos. En la semifinal, los inglesitos jugaron con los kiwis, y van a tener que pagar una multa porque algunos cruzaron nosequé línea prohibida mientras los kiwis hacían su haka. Hiceron una formación en forma de "V" (de la victoria, dicen), con su capitán, Owen Farrell, en el vértice, mostrando un sonrisita irónica.  Y así respondieron al haka, que es esencialmente un reto, y he leído por ahí que los neozelandeses están "cool" con ellos, están hartos de que los otros equipos miren sin más.

Pero hoy, a un par de horas de las final Inglaterra-Sudáfrica sin embargo, vamos a plantear otro terrible dilema, divagantes. Se trata de elegir entre Guatemala y Guatepeor, habéis estado ahí alguna vez? (seguro, pensemos política). Claro ejemplo el de hoy, cuando juegan dos equipos y no quieres que ninguno de ellos gane. Has de elegir uno, dentro de que los dos te parecen aborrecibles: la pregunta es quién quieres que pierda más. Esta situación la vive el Peda regularmente cuando juega el Madrid y el Bilbao. El pobre sufre bucho, y ha llegado alguna vez a decir que es "la única situación en la que prefiere que gane el Madrid". Severo. Yo no conozco esa situación: aún no hay equipo que no quiero que gane al Madrid. Pero debe ser un tema interno de los de la Real que yo no alcanzo a comprender.

Pero divago, volvamos al rugby. Sí, en esta situación me encuentro: Sudáfrica vs. Inglaterra. Por dónde empezar. Dispara. 

Sudáfrica: no hace falta explicar a los divagantes que han seguido la serie del viaje a Sudáfrica lo que pienso de los sudafricanos blancos- la mayor parte de los componentes del equipo, por otro lado. Más aún tras la lectura de "My traitor's heart" de Rian Malan. Todos los sudafricanos blancos son culpables: todos descienden de los boers, aquellos holandeses opuestos a la Ilustración y a la luz, y de los ingleses, que inventaron los campos de concentración precisamente allí. Si estudias el equipo de rugby sudafricano, hay tres negros en un grupo de 24 jugadores. El resto, son ninatos privilegiados blancos, de colegio privado, que es donde se juega al deporte del pepino.

Seguimos. Inglaterra. A mí Inglaterra era un país que, con sus sombras, me gustaba. Me sentía a gusto con la gente, las costumbres, su humor. En Inglaterra (la más profunda y la menos) llevo viviendo más de 20 anios, y aquí nació Mini. No deja de sorprenderme su arquitectura, desde las casitas hasta las catedrales; su disenio en cosas tan simples como un autobus, una cabina, un buzón. Me llena de alegría un día de sol aquí, ver la city desde Hampstead, o el mar desde uno de esos acantilados blancos. En Inglaterra te sonríen las viejecitas por la calle y te dejan pasar con el coche. Aquí inventaron la Seguridad Social. Las sufragistas son mi modelo a seguir. Te dan vales en los supermercados, y puedes escribir a atención al cliente y te envían muesli gratis, en agradecimiento a tu email. Qué decir de la música, desde los Beatles hasta el Britpop, o el cine, especialmente el social del que tanto hemos divagado. Yo no sería yo sin George Elliot,  Virginia Woolf, las Bronte. La gente es amable y no te dice lo que piensa, que me parece perfecto. Confían en que la gente no miente, y de hecho existe la presunción de inocencia. Cuando algo va mal, investigan y siempre el resultado es el mismo "lessons will be learnt" y "communication problems". Nunca pasa nada: otra versión del país de la pandereta. 

Sin embargo, el Brexit pasó (lo que reafirma mi frase anterior, la de la pandereta), y desde entonces me dejó de gustar Inglaterra. Aún existe "Here comes the sun" y "Suffragette" y "Oliver Twist", pero algo ha cambiado. Me sigo riendo con la gente pero una realidad que debía conocer (aunque en negación), ha salido del armario: vivía en una burbuja, en el barrio que votó menos Brexit de todo el UK, en el que se hablan 176 idiomas. Trabajo en un "nido de laborismo" (Peda dixit) y leo The Guardian. En mi planeta, los Farage, Johnson y sus votantes eran un mal suenio. Desde que el Brexit pasó (o "está pasando"), no me gusta Inglaterra. Así que ante estos dos males...

AUPA SUDÁFRICA!!!