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30 septiembre 2022

"Siete lecciones y media sobre el cerebro" de Lisa Feldman Barrett (sinceramente, no espero que nadie se acabe esto)

El libro está muy bien,
pero disculpen: así me siento yo hoy
En serio, no tengo esperanza de que nadie llegue al final de este divague, pero os aseguro que el libro que resumo es fascinante.  
Estaba yo leyendo "Siete lecciones y media sobre el cerebro"  a principios de mayo (en unos de sus márgenes tengo anotado “8 de mayo de 2022, 7:30 am, en el tren al aeropuerto camino a conocer a Roc”), y no es la única nota al margen: el libro está subrayado y anotado de arriba abajo y aquí estoy, meses después (lo terminé entonces, pero la vida-escrita tomó sus propias decisiones), dispuesta a poner algunas de estas ideas en una entrada. Lo hago porque me ha gustado reencontrarme y re-pensar ideas que ya me dejaron -algunas- del revés en su momento porque como dice su autora -Lisa Feldman Barrett, una de las neurocientíficas top a día de hoy, que trabaja en Harvard y autora de “Cómo se hacen las emociones”–, este libro “no te dirá lo que pensar sobre la naturaleza humana, pero te invitará a pensar sobre la clase de humano que quieres ser".

Lección 0.5: El cerebro no fue concebido para pensar. Empecemos por el principio: la evolución
La idea de que el cerebro evolucionó para pensar ha sido la fuente de numerosas confusiones sobre la naturaleza humana.

Bicho básico sin cerebro, vota a Vox
Pensemos en los anfioxiformes, un tipo de bicho básico que vivía en los océanos hace 550 millones de años. No tenía cerebro, solo unas pocas células sensoriales que estaban unidas a las del movimiento. En un punto y por primera vez, esta criatura sintió la existencia de otra y deliberadamente, zas, se la comió. Aquí empezó la caza. Tanto el depredador como la presa comenzaron a evolucionar para sentir el ambiente que les rodeaba mejor (para ello desarrollaron más complicados sistemas sensoriales) y los que mejor los desarrollaron, sobrevivían. Esto es pura Teoría de la Evolución

Cazar no requería cerebro, pero fue el primer paso para desarrollar uno, porque la clave para sobrevivir era el “uso eficiente de la energía”. Ahora explico este concepto, para el cual Feldman Barrett usa una metáfora económica, y nos invita a pensar todo el tiempo en una cuenta bancaria, con tus depósitos y tus retiradas de dinero. Es importante porque es la premisa principal sobre la que gira la neurociencia hoy en día.



Cada acción que realizamos o decidimos no realizar es una opción económica: tu cerebro está siempre estimando cuándo y dónde gastar recursos, y cuándo no merece la pena. El cerebro hace continuamente una cosa que la autora llama “body budgeting” (lo traduciremos como “presupuesto corporal”) o sea, lleva un presupuesto para controlar el agua, la sal, la glucosa y muchos otros recursos del organismo. Este proceso de llevar las cuentas se llama "alostasis" e implica predecir y prepararse para satisfacer las necesidades del cuerpo antes de que surjan, usando previas experiencias.

Esta predicción es una habilidad tan útil que la tienen hasta organismos unicelulares. Según evolucionaron, los animales más complejos desarrollaron otros sistemas corporales (el cardiovascular, el respiratorio, el inmune y suma y sigue) y esto llevó a la necesidad de un “centro de mando” que regulase todo eso: os presento al cerebro.

Así que la labor principal del cerebro es supervisar y controlar el cuerpo- manejar la alostasis- prediciendo tus necesidades de energía antes de que surjan para que puedas hacer movimientos que merezcan la pena y sobrevivas. Invertir tu energía para que tengas buenos resultados. Y esto lo hace con el "body budgeting" (el "presupuesto corporal"), a veces para el corto plazo (me tomo un café) y otras a largo plazo (voy a la uni).

¿Por qué evolucionó el cerebro? No hay respuesta: la evolución no actúa con finalidad, no hay un "por qué". Pero lo que sí sabemos es que la habilidad más importante del cerebro no es la racionalidad, la empatía, la emoción, la imaginación... sino es ser un aburrido contable.

La selección natural no tenía al ser humano como finalidad. Somos simplemente un animal más con ciertas adaptaciones que nos ayudaron a sobrevivir y reproducirnos en un medio determinado. Otros animales no son "inferiores" a nosotros: simplemente están adaptados específicamente a su medio y nuestro cerebro no está más evolucionado que el de ellos, solo que lo hizo de manera diferente.

Lección 1: Tienes un cerebro no tres: el "cerebro triuno" es un mito
Platón describió hace dos mil años la batalla más fascinante de la historia: una que continúa hasta nuestros días, dentro de cada uno de nosotros. Y estaba equivocado.

Según Platón, dentro de nosotros había tres fuerzas que pugnaban por controlar nuestro comportamiento:
1. nuestros instintos básicos de supervivencia (hambre, impulso sexual, etc)
2. nuestras emociones (alegría, tristeza, ira, etc)
3. nuestro pensamiento racional (cuyo objetivo era "controlar a la bestia", o sea, a 1 y 2)


Según esta teoría, el cerebro terminaba con "tres capas", respectivamente, una para sobrevivir (es la capa más profunda), otra para sentir (la llamaron sistema límbico) y otra para pensar (la más externa, neocortex), un arreglo que se llamó "el cerebro triuno" (ya hablamos de esto como metáfora en el divague aquel de hace exactamente un anio-omg-titulado "Compórtate", basado en el libro de Robert Sapolsky).

Este es uno de los errores más exitosos y generalizados en toda la ciencia. Pero no es así: el mal comportamiento no proviene de bestias internas ancestrales y el buen comportamiento no es el resultado de la racionalidad. La racionalidad y la emoción no están en guerra… ni siquiera viven en partes separadas del cerebro.

Pero qué es el comportamiento racional? Tradicionalmente: la ausencia de emoción. Pero a veces la emoción es racional, como cuando estás asustada porque hay un peligro inminente. Lo más racional que hay, siguiendo de la lección 0.5, es "gastar o ahorrar recursos para tener éxito en tu medio cercano", o sea, hacer una buena inversión en una situación dada. Y hay situaciones que pueden parecer irracionales y negativas -e.g. que tras una mala crítica te suba el cortisol, que hace que suba la glucosa- pero en el fondo son un buen uso de recursos (la glucosa entra a las células para que puedas aprender más de esa situación).

Estas ideas podrían sacudir los cimientos de instituciones sagradas en nuestra sociedad. En la ley, por ejemplo, los abogados alegan que las emociones de sus clientes abrumaron su razón y, por lo tanto, no tienen toda la culpa de sus acciones. Pero sentirse angustiado no es evidencia de ser irracional o de que su llamado cerebro emocional haya secuestrado su supuesto cerebro racional, sino que todo el cerebro está invirtiendo recursos para un "cobro" final.

Tienes un cerebro, no tres. Para superar el mito de los tres cerebros, necesitamos repensar fundamentalmente lo que significa ser racional, lo que significa ser responsable de nuestras acciones y quizás lo que significa ser humano.

Lección 2: Tu cerebro es una red.
Todos sabemos que la frenología
ha sido superada.
Superemos ahora otras cosas
Si Platón habló de las tres partes del cerebro que he comentado arriba, Aristóteles pensaba que el cerebro era una "cámara para refrescar el corazón" (tipo radiador del coche). Los filósofos medievales pensaban que en algunas de sus cavidades estaba el alma. En el SXIX, los frenólogos decían que el cerebro era como un puzzle, donde cada pieza producía una cualidad humana (la autoestima, el amor, la auto-destrucción).

Las metáforas siguen presentes a día de hoy, como la de que el lado izquierdo del cerebro es lógico y el lado derecho es creativo, o que hay un "Sistema 1" para respuestas rápidas, instintivas y un "Sistema 2" para respuestas más pensadas. Esto último lo describió Daniel Kahneman en su best-seller "Thinking, fast and slow", y él sabía que era una metáfora, pero hay gente que ha interpretado que los dos sistemas son realmente estructuras cerebrales. El cerebro tampoco almacena recuerdos como un ordenador ni se "ilumina" con partes on y off si hacemos o pensamos algo. Todas estas metáforas surgieron de creencias sobre el cerebro que ahora están desactualizadas.

¿Qué pasa entonces? Pues que el cerebro es una red, una colección de partes que están conectadas para funcionar como una sola unidad. Es una estructura única, masiva y flexible que consta de 128 mil millones de neuronas y más cosas (vasos sanguíneos, fluidos y otros tipos de células que aún no entendemos por completo). Las neuronas son también flexibles, pudiendo ejercer distintos roles. Esta red cerebral puede incluso extenderse al intestino, donde se han encontrado microbios que se comunican con el cerebro a través de neurotransmisores.

Los neurotransmisores y neuromoduladores son sustancias que hacen que esta estructura única pueda tomar trillones de diferentes patrones de actividad. Un sistema tiene mayor o menor complejidad según la cantidad de información que pueda manejar re-configurándose.

Y, no olvidemos al tío Karl, o a James Carville: todo es economía. La comunicación entre neuronas es un acto de equilibrio entre la velocidad y el coste.



Lección 3: Los cerebros pequeñitos se conectan a su mundo
Los humanos nacemos con nuestro cerebro "en construcción": no toma su estructura definitiva hasta 25 años después, cuando el "cableado" se ha completado. No se sabe la razón de esto pero sí que podemos especular sobre "de dónde vienen las instrucciones para el cableado".



La distinción nature-nurture (naturaleza versus crianza) es ilusoria: no podemos atribuir causas a genes solo o a crianza/ambiente solo, porque ambas cosas están tan entrelazadas que no sirve de nada separarlas.

En gran medida, los genes de un bebé están guiados y regulados por el entorno que lo rodea (e.g. las áreas del cerebro más involucradas en la visión se desarrollan después del nacimiento solo si las retinas de un bebé se exponen regularmente a la luz). Y las instrucciones de cableado del cerebro de un bebé provienen no solo del entorno físico, sino también del entorno social, o sea, los padres. Cuando acunas a una niña recién nacida en tus brazos, le presentas tu rostro a la distancia justa para enseñarle a su cerebro a procesar y reconocer rostros. Cuando la expones a cajas y edificios, estás entrenando su sistema visual para ver bordes y esquinas. Muchas otras cosas sociales que hacemos, como acurrucarnos y hablar, esculpen el cerebro, causando cambios cerebrales graduales que hemos llamado “plasticidad”. Estos cambios empujan al cerebro del bebé hacia una mayor complejidad a través de dos procesos que llamaremos ajuste y poda ("tuning and pruning"), procesos que siguen toda la vida.



Ajuste (tuning) significa hacer más fuertes las conexiones entre neuronas (vía usarlas mucho), mientras que las conexiones que se usan menos se debilitan y mueren (pruning). Los bebés nacen con muchas más conexiones de las que luego usarán, esto es útil al principio porque así se ajustarán a distintos medios (vía ajuste y poda).


Veamos tres ejemplo de ajuste y poda:

1) Consideraciones sobre cómo un adulto maneja su "presupuesto corporal" y cómo lo empieza a aprender un bebé
Si tienes hambre, vas al frigo, si tienes frío, te pones un jersey. Un bebé no puede hacer esto y aquí entran los padres/cuidadores, que regulan el medio físico alrededor del bebé -luego le ayudan con su presupuesto corporal- dándole de comer, tapándole, dándole abrazos, etc. Estas acciones ayudan a que el bebé mantenga su presupuesto para que sus sistemas internos operen eficientemente y esté saludable y feliz. Poco a poco, las labores del cuidador irán disminuyendo, hasta que, tras varios años, se convertirá en una persona que podrá mantener su presupuesto corporal.

Pero los cerebritos también se cablean según lo que los cuidadores no hacen y aquí está uno de los mayores retos de la crianza: saber cuándo dejarlo o cuándo intervenir. Por ejemplo, si solo se duerme en brazos, el cerebro no está aprendiendo a dormirse sin ayuda. Pero a la vez, si no se acude tras mucho rato llorando, el cerebro aprenderá que el mundo es un lugar inseguro. Es un lío, pero lo que sí es claro es que los niños aprenden mejor a llevar su presupuesto corporal cuantas más oportunidades de aprendizaje les hayan dejado sus cuidadores, en lugar de atender a todas sus necesidades. Será tu labor de madre/padre personalizar esta teoría a tu bebé. En teoría, lo ideal es que cuando el niño llega a los 2-3 años (“the terrible twos”, los llaman aquí), haya aprendido a calmarse en una pataleta como primer paso para al final hacer su "presupuesto corporal" que le lleva a otras estrategias en lugar de la pataleta.

2) Cómo se aprende a prestar atención
Nuestra red cerebral tiene algunas neuronas cuya finalidad es enfocarse en determinada información importante y dejar otra pasar ("el efecto de la cocktail party", por el que en medio del ruido de conversaciones oyes específicamente tu nombre). Los recién nacidos aún no saben lo que es importante o no, no tienen el cableado que ocurrirá con el tiempo, que les ayudará a discriminar lo que es importante en su mundo. Pero ahí entran los cuidadores, que están todo el tiempo enfocando y guiando la atención del bebé a temas de interés ("mira, esto es importante", o sea "mira, esto puede afectar a tu presupuesto corporal"). Solo después de varios meses compartiendo atención con su cuidador, el bebé aprenderá a llamar él mismo la atención de su cuidador.


3) Cómo se desarrollan tus sentidos
El último ejemplo de "ajuste y poda" es el de los sentidos. El oído, por ejemplo: un bebé puede distinguir un montón de sonidos, pero a medida que pasa el tiempo, los sonidos más frecuentes se ajustan y pasan a formar parte de lo que se llama el "nicho" del bebé (se cree que por esto los niños aprenden más fácil los idiomas-aún no han hecho la "poda" de todos los sonidos). Otro ejemplo es ver caras, y si el bebé vive en una zona con una sola etnicidad, con el tiempo le resultará más difícil distinguir una cara de otra de gente de otros grupos étnicos.

A estos procesos, que abarcan todos los sentidos, se les llama "integración sensorial". El bebé poco a poco va integrando con sus cinco sentidos aspectos de su madre (su voz, su cara, cómo huele etc) y sabe que es la persona que regula su "presupuesto corporal". Esta "integración sensorial" crea sus primeros sentimientos de confianza: es la base neuronal del apego.



Las cosas pueden ir muy mal cuando a los bebés no se les hace ninguno de los puntos 1, 2, 3: lo llamaremos "negligencia social" (los orfanatos rumanos de los 60, uno de los ejemplos más claros). Estos niños no solo tenían luego sus cuerpos atrofiados, sino que además presentaban con déficits intelectuales, problemas para aprender el lenguaje, para mantener la concentración, para controlar su enfado… O sea, sus cerebros nunca aprendieron a hacer "el presupuesto corporal" de una manera efectiva porque si un cerebro se cablea según el ambiente, y ese ambiente no tiene elementos fundamentales para que el niño aprenda a hacer su propio "presupuesto corporal", entonces el cableado crítico ha sido podado.

Si son adoptados pronto, se puede restablecer hasta cierto punto, pero está claro que negligencia persistente durante mucho tiempo, sin parar, es casi siempre dañina para el cerebro.

Vemos efectos parecidos cuando el niño crece en pobreza, no hace falta irse a la negligencia enorme de los orfanatos rumanos. Nutrición inadecuada, exposición a ruidos, mala ventilación, frío, humedad... todo esto afecta a la capacidad de "body budgeting" del bebé y niño y se ve en su retraso en el lenguaje, atención, resultados escolares. Sabemos que la capacidad intelectual tiene un componente genético y así explica la derecha que los pobres no salgan de esa espiral durante generaciones. Pero esos genes están interactuando con ese medio y hay toneladas de investigación que demuestra que erradicar la pobreza ("Make poverty history") es mucho más barato que cargar con sus consecuencias décadas después.

La pobreza mata más
que todas las guerras en la historia

Los cerebros se cablean, via ajuste y poda, a su mundo: depende de nosotros crear ese mundo para que se cableen bien.

Lección 4: Tu cerebro puede predecir casi todo lo que haces
Los cerebros son órganos predictivos. O sea, recibimos unos datos del medio, los procesamos, y según nuestra experiencia pasada, predecimos. La predicción que gana se convierte en nuestra acción.

Pero atención al orden de la secuencia, que es lo chocante aquí: Pavlov, el del perro y la campana, pensaba que el perro salivaba porque estaba reaccionando al sonido, pero en realidad, lo que estaba haciendo es predecir la experiencia de comer, y cómo se anticipa el cuerpo a comer salivando.



O sea, toda esta predicción de nuestro cerebro pasa de atrás adelante con respecto a cómo lo experimentamos. Creemos que sentimos primero y actuamos después. Pero, atención, el cerebro está cableado para iniciar la acción antes de que lo tengas activamente en tu conciencia. Tus acciones están bajo el control de tu memoria y tu medio. Las implicaciones de esto son enormes: quiere decir entonces que no tenemos libre albedrío?

El cerebro predice usando experiencias pasadas; si pudieras cambiar tu pasado, tu cerebro predeciría de diferente forma, y actuarías también de modo distinto. Lo que llamamos "aprender" es incorporar datos sensoriales del medio, predecir mal y a la siguiente, poner nuestros datos al día, corregir y construir una nueva predicción.

No puedes cambiar el pasado pero sí el futuro vía el aprendizaje, buscar nuevas experiencias, intentar nuevas actividades. Un ejemplo: hay estudios que demuestran que estudiantes que sufrían de mucha ansiedad antes de los exámenes, aprendieron a experimentar las sensaciones físicas asociadas con ansiedad en su lugar como "determinación energética" y obtenían así mejores resultados.

También es posible cambiar nuestras futuras predicciones cultivando la empatía o replanteándote algunas ideas que tuviste desde pequeño. Pero todo esto cuesta esfuerzo, ya que implica desestabilizar nuestro "presupuesto corporal". 

Predicciones cerebrales


Lección 5: Tu cerebro secretamente trabaja con otros cerebros
Somos una especie social, nos regulamos nuestros “presupuestos corporales” mutuamente, vía elementos tan variados como la visión, el tacto, feromonas, palabras... 

~~A nivel cercano, vivimos más si tenemos relaciones cercanas (luego, tener a una persona en la cárcel en confinamiento solitario prolongado es matarle lentamente).  Cuando muere esa persona que queremos, hemos perdido una de nuestras fuentes de mantener el cuerpo en balance.

~~A nivel más lejano, nos puede ayudar en nuestro presupuesto corporal algo como la lectura: Leer es recibir ayuda de gente a la que nunca has conocido, alguna que ya ni viven. O cooperar (la cooperación ha supuesto una adaptación muy ventajosa para nuestra especie): cuando tienes empatía, tu cerebro predice cómo esa otra persona se sentirá, pero empatizar con los que nos pillan lejos o los que son distintos a nosotros es duro, cuesta más metabólicamente al cerebro.


Hay muchas partes del cerebro que procesan el lenguaje y también controlan otros sistemas, por ejemplo el circulatorio (guían que tu presión arterial suba y baje, o ajustan la glucosa que entra en la circulación para dar energía a las células, o afectan el sistema inmune, etc). O sea, el poder de las palabras no es solo una metáfora, y por eso tiene el poder de regular el cuerpo humano.

Un estrés ocasional (que alguien te insulte, pongamos) es un quitar recursos de tu presupuesto corporal, pero luego vienen los depósitos, y un poco de estrés no está mal. El estrés continuo y sostenido, sin oportunidad de recuperación, sí que puede ser más problemático: te quedas sin activos en tu presupuesto y el cerebro es más vulnerable a más estrés.

Así que es importante estar al tanto del impacto que tenemos unos en otros. Cada uno podemos ser la persona que pone más depósitos que retiradas -o al revés- en nuestra pareja, hijos, padres, amigos, subrdinado,s jefes. ¿Qué persona queremos ser, la que suma o la que resta?




Lección 6: Los cerebros dan lugar a más de una mente
Los cerebros de todos los humanos tienen muchas características en común, pero las mentes, que dependen de un micro-cableado que es “ajustado y podado” por la cultura tienen menos características comunes.

Por ejemplo, la gente de la cultura occidental diferencia entre "pensamientos y emociones", pero la gente de Bali lo experimenta como una amalgama de la misma cosa. O sea, un cerebro particular, en un cuerpo particular, educado en una cultura particular, producirá una mente distinta que produciría ese cuerpo en otra cultura. Esta variación es crítica para la supervivencia de nuestra especie (ya decía Darwin que la variación es un prerrequisito para que la selección natural funcione). Si hay una catástrofe natural, una especie sin variación sería borrada del planeta.

La idea de una sola humanidad uniforme es más cómoda para nuestro presupuesto que la de variación en un continuo o espectro. Pero la variación es la norma, y lo que llamamos naturaleza humana es en realidad naturalezas humanas".

A veces podemos perder la paciencia con las mentes que han salido de otras culturas (pienso en la "policía de la moralidad" en Irán), o de otros ambientes de la nuestra (basta ver mi grupo de whatsapp de la uni).  Pero hay esperanza: todos (ellos también) podemos cambiar nuestra mente, desde la temporal y facilona ingesta de alcohol en una noche de fiesta para estar más relajados, desinhibidos y reírnos de cosas que serenos, no tendrían un pase, algo pasajero, hasta cambios más duraderos vía el aprendizaje. Cambiarse a vivir a otra cultura es un ejemplo extremo (esta aclimatación se llama "aculturación", y puede ser muy difícil-pensemos en comer nueva comida), pero podemos vivir distintas culturas en casa y en el trabajo, y suma y sigue. Este proceso requiere que el cerebro se vaya a números rojos muchas veces en su "presupuesto corporal", de ahí lo duro que es.


Aunque hemos dicho que la mente humana no tiene características definitorias universales (toma cualquier actividad humana y habrá algunos que no la tienen, o habrá algunas otras que la tendrán en otras especies), la que está más cerca de ser universal es el sentimiento que los científicos llaman afecto (affect). Tres puntos:
  • El afecto no es una emoción, tu mente produce afecto todo el tiempo, te des cuenta o no, te sientas emotivo o no. 
  • El afecto varía de agradable a desagradable, de activo a inactivo. 
  • El afecto es como un barómetro sobre cómo vas- te da pistas sobre si tu presupuesto corporal está en números rojos o en balance.


Aquí viene lo facinante: los científicos aún no saben cómo una actividad física (la de "presupuesto corporal") se transforma en "afecto", que es mental. Esta transformación de señales físicas a sentimientos mentales es uno de los grandes misterios de la conciencia, pero confirma que el cuerpo es parte de la mente (lo siento, Descartes).

Lección 7: Nuestros cerebros pueden crear la realidad
La mayor parte del tiempo vivimos en un mundo imaginario, inventado por nosotros mismos (dinero invisible compra cosas invisibles como experiencias). Esta realidad social (imponemos colectivamente nuevos usos a cosas de la realidad física) vive solo en nuestras mentes. (Esto es Harari: la habilidad de contarnos historias es lo que nos hizo prosperar como espcie)

Podemos crear realidades sociales con otras mentes. Se cree que sólo los humanos podemos hacer esto, y hay cinco componentes (las 5 C's) que lo hicieron posible: Creatividad, Comunicación, Copiado, Cooperación y Compresión. Las 4 primeras Cs están claras: necesitamos lo primero una mente creativa para imaginar esta nueva realidad social (e.g. "países"), que la pueda comunicar a otros, que se puedan copiar de unos a otros (no vamos a estar inventando todo de cero cada vez), que cooperen. Estas cuatro características surgieron con cambios genéticos que nos dio nuestro cerebro grande y complejo. Pero esto no es suficiente para mantener una realidad social. Ahí entra la "compresión".



Muy resumido, una neurona grande recibe muchos inputs de muchas neuronas pequeñas (que han ido acumulando esa información sensorialmente) y esta gran neurona las "procesa" y pasa el resumen a otra neurona, y así todo. Este proceso ocurre a gran escala en nuestro cerebro.

La compresión, que hace posible
el pensamiento abstracto

La compresión hace que tu cerebro pueda pensar en abstracto, una cualidad que nos permite hacer muchas cosas, no solo crear una realidad social, como imponer distintas cualidades a un objeto físico, transformar sonidos en palabras, y palabras en ideas (y así crear lenguaje).




La realidad social es un regalo inmenso, un amortiguador del mundo físico, pero también puede ser un drama. Los humanos tenemos, como hemos dicho, gran variación, lo que nos hace fuertes, y organizamos esta variación en categorías como raza, nacionalidad, género. Tratamos a estas categorías como si fueran parte de la naturaleza, cuando de hecho nos las hemos inventado. Por ejemplo, el concepto de raza contiene factores como el color de la piel, que sabemos están en un continuo, y poner el límite en un tono es complicado. Elegimos características de discriminación y ponemos un línea divisoria que magnifica las diferencias: ellos y nosotros. La línea no está estipulada por la biología, pero una vez que hemos dibujado esa línea, la gente trata el tono de la piel como símbolo de algo: hemos creado una realidad social.

La realidad social es un superpoder que viene de un conjunto de mentes. Nos da la posibilidad de crear nuestro destino, pero puede ser manipulada. La democracia es una realidad social que nos inventamos, que está bien amenazada.

Cada tipo de realidad social es una línea divisoria: algunas ayudan (seguir las normas de tráfico), otras dañan y tiran para atrás (esclavitud, clases sociales). Cada uno de nosotros tenemos un poco de responsabilidad cuando reforzamos cada una de esas líneas divisorias. Tenemos más poder sobre la realidad de lo que pensamos, y  por ello más responsabilidad.

Y un superpoder funciona mejor cuando sabes que lo tienes. 

Y si has llegado aquí, alguno tienes.



26 septiembre 2022

"Me llamo Lucy Barton", donde Elizabeth Strout nos da consejos al oído a los que queremos escribir

Hace un poco más de doce años me pasé varias semanas del horror en un hospital porque una apendicitis traicionera terminó en peritonitis. Hacía unos meses que había comenzado esta aventura del divlog -impulsada por mi ex-cobloguera Diva- y ambas leíamos y comentábamos religiosamente en un pequeño círculo de blogs, de los que quedan muy pocos. Algunas noches en aquel lugar estuve convencida de que me iba a morir, y no ayudó que sin saberlo, la autora de uno de los blogs que ya no existen escribió de una compañera suya que acababa de morir de lo que me aquejaba. “Odio el colon”, puso, y yo ahí, sola -aquí no dejan quedarse a los familiares-, enmedio de la noche -me daba tanto miedo la noche- , mirando la Blackberry -era esa época-, cuyo acceso a internet era lentísimo.  “Odio el colon”.

Cuando me dieron el alta tuve pesadillas durante mucho tiempo, pero enseguida me puse a escribir: eso sí, no pude hacerlo en primera persona ni contar esas semanas de postoperatorio. Me inventé un personaje llamado Judi (Ju-di) que contó aquí el via crucis del preoperatorio, en el postoperatorio ni entré. Hoy, con la distancia, me da rabia no haber escrito desde "aquel lugar oscuro", que dirían los intensos, más que nada por tener acceso a mi mente en esos momentos y, sobre todo, para desde él poder maravillarme cada día solo con el milagro de andar por la calle .

Pero Lucy Barton, la protagonista de "My name is Lucy Barton" de Elizabeth Strout, sí que se atreve a escribir sobre este tiempo, desde exactamente el mismo lugar, el mismo postoperatorio de peritonitis que la deja débil, delgada, y echando de menos a sus hijas pequeñas. Volver ahí ha sido para mí un "tour de force", tantas de sus frases aunque no las escribí las recuerdo perfectamente como ideas, el recurrente "tú estás en el hospital, y la vida sigue normal, allá afuera". Y tantas situaciones: cuando la obligan a pasear con la barra metálica con ruedas donde están colgadas bolsas de lo que te están metiendo en vena. Recuerdo esos ejercicios, yo los odiaba, no quería salir de la cama, no solo porque era duro físicamente sino porque el único beneficio de esa situación era poder estar ahí emboscada detrás de mi libro -"Los detectives salvajes", idóneo para una situación salvaje- a jornada completa (por supuesto, fui "la paciente favorita" de enfermería, como me dijeron al final). Lucy en sus paseos se siente triste de ver a los otros pacientes enganchados a las teles como a las vías que les entran por la venas, ninguno lee; yo no estaba en tristezas tan elevadas, tenía bastante con la mía y aún siento una pena inmensa de mí misma al recordar la imagen de ese despojo que era yo al que sacaron en silla de ruedas al pasillo para ver a Mini, en su carrito de bebé. Y, la última situación (y ya paro la catarsis esta que me está saliendo, en serio), cuando la bajan al escáner enmedio de la noche, y yo tengo un flashback de los pasillos vacíos con eco a las 2 am, fluorescentes palpitantes, el camillero nigeriano que empujaba mi silla de ruedas que había vivido en Córdoba. Así que por ir terminando con este lúgubre comienzo -que para mí ha sido un breve ejercicio de exposición-, anotar que aunque el lector no haya estado en aquel pequeño infierno hospitalario y existencial, hay mucho más en esta novela que les va a tocar, como me ha ocurrido a mí. Da igual que esos otros  temas no nos hayan pasado en primera persona: de eso va la empatía, para eso se lee, para conocer otros mundos si te los cuentan bien. Y de algunos de esos temas quiero escribir.

~~

Lucy Barton viene de una familia pobre -muy pobre, en algunos momentos viven en un garaje- de un pueblo de Illinois, en el medio oeste americano (un lugar con tanto cielo: al llegar a la ciudad su madre le pregunta: "cómo puedes vivir aquí, sin cielo?" y Lucy sabe exactamente a lo que se refiere). Pasa su infancia hambrienta, sucia, con frío, sin estimulación ni física ni intelectual. Por ello encuentra su refugio en el colegio, donde se queda por las tardes leyendo, porque hay calefacción, y como es lista termina con una beca para la universidad con la que logra salir de ese agujero. Estas historias de gente pobre que logra escapar gracias a la lectura y su capacidad intelectual siempre me causan cierta ambivalencia: por una parte, tremenda adhesión y refuerzo sobre la necesidad de un sistema público fuerte y, por otra, también me pone de frente con la intrínseca injusticia que es la vida: el hermano y la hermana de Lucy no son tan espabilados y se quedan anclados para siempre ahí. Tantas loterías vitales. 

Lucy pierde el contacto con su familia en la universidad, pero su pasado pesa: no sabe de lo que hablan en muchas de las conversaciones de cultura (“el arte es síntoma de una mundo sofisticado”), se considera a sí misma “trash” y se sorprende cuando un profesor de escritura en la universidad le dice que no use el adjetivo “barato” (“la mujer llevaba un vestido barato”). Termina en Nueva York, casada y con dos hijas, y en el comienzo de la novela, como he dicho, ve el mundo desde una cama de hospital que tiene como única luz las vistas al Chrysler Building, que es aún más mágico de noche (“un faro de de las mejores esperanzas y aspiraciones de la humanidad y su deseo de belleza”). Pero entonces viene su madre, a la que no veía hacía muchos años y así aprovecha Strout para explorar la compleja relación de Lucy con su madre y con su pasado.


Las relaciones madres-hijas han sido siempre muy literarias y, mi impresión es que, hasta hace poco, en general cargadas de desconexión. Pero últimamente esto está cambiando -por que leo y escucho por ahí, igual me equivoco: las chicas de treintayalgo parecen tener mejores relaciones con sus madres, y me alegro mucho. Por supuesto, hay un tema de personalidad (te puede caer mal tu madre y viceversa, la puedes querer igual), pero mi hipótesis es que tal vez haya también un tema generacional y en España en concreto, esto se explicaría simplemente leyendo los libros de historia: el mundo en el que crecieron las madres de mi generación y la siguiente ya era otro. En el caso de Lucy Barton, a la complejidad de este combo personalidad (su madre tiene serios problemas para expresar sus sentimientos: no sabe o no puede decir "te quiero" y si lo dice Lucy, mira por la ventana, azorada) y generación, se une la culpa por ambos lados y el hecho de que Lucy, ya no “pertenece” culturalmente a esa familia: se han convertido en marcianas una para la otra.

Lucy tuvo una infancia tan carente de cariño que tuvo luego que confiar en "la amabilidad de los extraños" y esto se plasma en la novela: cuántas veces dice cómo quiere a gente que han pasado por su vida, un vecino gay, amigos y en particular, el médico que la trata en el hospital. Esa relación es tan preciosa que yo aconsejaría a cualquier estudiante de medicina que leyera “Me llamo Lucy Barton”: esa es la razón por la que la mayoría se meten en esa carrera. Yo no tuve esa relación personal con ninguno de los cirujanos que pasaban por la planta, siempre con prisa, siempre seguidos de una pequeña corte de plebeyos que tomaban notas cuando ellos hablaban, pero sí que la tuve con alguna enfermera y un asistente de enfermería. Cuando estás en situación de máxima vulnerabilidad, como es la enfermedad, esas personas son ángeles que aparecen y te salvan.

Igual que te puede salvar la literatura: la parte que más me ha gustado -siempre me gustan estas partes- es en la que Lucy explica sus ansias y sus primeros pasos como escritora. Usa además, para hacernos llegar estas ideas a otro personaje, Sarah Payne, una escritora que Lucy conoce un día en una librería (“me encanta Nueva York por el regalo de estos encuentros”, dice Lucy, Nueva York, ese lugar de sofisticación donde la gente anda obsesionada con los restaurantes, pero “la comida nunca ha ejercido una atracción sobre mí como para la gente de esta ciudad”). Me gusta cómo describe a Payne, una mujer de 50 que “era tan bella por dentro como por fuera (...) Tenía la apariencia de una mujer de la que los hombres aún se enamoraban”. Todas nos enamoramos un poco de Payne al leer este libro. Ella rompe "la cuarta pared del libro” (me encanta, no es mío) y dice lo que piensa sobre el clarificar cosas a los lectores: “no es el trabajo del autor hacer saber a los lectores lo que es la voz narrativa y lo que es la visión privada de un tema del autor”. Tus personajes pueden decir cosas con las que no estás de acuerdo, o hacerlas, pero tus personajes ya son del lector una vez que “sueltas” tu escrito. “Never ever defend your work” (nunca jamás defiendas tu trabajo) es el otro consejo de Sarah Payne a Lucy, aunque la gente te diga que no entiende por qué su madre no puede decir "te quiero", no lo expliques, que lo haga esa persona que habla todo rato en el "club de lectura". “Escribirás tu única historia de muchas formas. Nunca te preocupes por la historia. Solo tienes una”. O “si hay una debilidad en tu historia, encárala de frente, cógela entre tus dientes y encárala, antes de que el lector se dé cuenta. Esto te dará autoridad”. O “tienes que ir a la página con el corazón abierto”. Todos estos consejos de Payne a Lucy, o a sus alumnos de escritura creativa nos los está dando Strout a sus lectores que aspiramos a esto de escribir. No recuerdo haberme encontrado esto en otra novela así de explícitamente, y me dan ganas de ponerle un mensaje que diga gracias. 

Luego he leído entrevistas a Strout en las que explica lo arriesgado de crear un personaje que es una escritora que narra en primera persona: todo el mundo iba a pensar que Lucy era ella. Strout dice exactamente lo que yo pienso: “siempre hay autobiografía en toda ficción, hay trozos de mí en cada uno de los personajes, sea hombre o mujer, porque ese es mi punto de partida, soy la única persona que conozco (...) No puedes escribir ficción y ser cuidadosa”. De todas formas, Strout dice que al principio no tenía mucho que perder porque “bueno, probablemente nunca nadie lea esto, lo voy a escribir”. 

También dice: “I will never see the world except through my own eyes, and that was a remarkable thing to realise. I think many people live their whole lives and don’t realise that” ("Nunca veré el mundo excepto que a través de mis propios ojos. Hay gente que pasa toda su vida sin darse cuenta"). Para mí esta idea debería ser un motor, que cualquiera podría aplicar a su vida. Yo tengo una similar para instigar cambio, cuando tengo miedo, o pereza, o dudas: “en mi lecho de muerte pensaré en esto o aquello que no hice, o en aquello que hice mal”, y eso me saca de mi "zona de confort". Nadie lo va a hacer por ti: tú puedes animar, instigar, en última instancia, obligar, pero lo que no sale de ti misma, no va a servir para nada: esa parte del mundo no la vas a ver con tus propios ojos, y será una pena. 

Hay muchos detalles que nos muestran a Lucy la escritora: una sola frase en un momento de un noviete le hace ver que nunca se casará con él, o sea, de cómo fijarse en un detalle pequeño te puede cambiar la vida. “Recuerdo una punzada en mi cabeza, no supe por qué. Nadie sabé por qué hasta luego”. O la sensación de que la escritura salva a Lucy tanto como ese buen médico en el hospital (“mis dos o tres horas de escritura al día eran terriblemente importantes para mí”). Nunca hay suficiente tiempo para todo, y para escribir hay que ser “ruthless”, implacable, despiadada, como le dice Payne, te has de poner a ti primera en muchas ocasiones, y que las mujeres lo hagamos nunca ha sido bien visto. “But really. The ruthlessness comes in grabbing onto myself, in saying: This is me, and I will not go where I can’t bear to go”.

Termino la novela un sábado por la mañana en la cama, con el sol entrando por la ventana. Busco la foto de Strout en internet: es ella, esa mujer rubia con gafas la que ha escrito lo que yo no pude y la que me ha dado todos esos consejos escondidos en conversaciones de dos personajes. No hace falta ser de una determinada generación que no ha conectado con la anterior, ni haber tenido peritonitis, ni siquiera intentar escribir para sentir la generosidad con la que ha escrito este libro, y para que te dé alas, en cualquiera de los caminos de la vida que tengas por delante.  



23 septiembre 2022

Anarquía (histeria colectiva) en el UK

"A major design flaw of the human body is its tendency to bend at the knee"
(Un fallo  mayor en el diseño del cuerpo humano es su tendencia a doblar la rodilla)

Terry Pratchett


 

 Antes de empezar este divague, tomar aire y un poco de Sex Pistols - esta vez "Anarchy in the UK" porque el "God save the queen" ya lo puse en los comienzos del divlog (sugiero dejar la canción puesta durante la lectura). Pero me temo que lo de la anarquía es solo wishful thinking (ilusiones): aquí lo que tenemos es un caso claro de patéticos servilismos, de panem-et-circensis y de histeria colectiva.

Cuando hacía segundo de BUP me compré mis primeros dos Freuds (locuras de juventuz, culparé a las monjas que los desaconsejaron), que los editaba como churros Alianza: el famosísimo "Introducción al psicoanálisis" y "Psicología de las masas". Afortunadamente no recuerdo nada (el primero, un tocho, no lo terminé), pero el segundo puede dar una idea del título del divague: ?hemos sufrido un caso de histeria colectiva en el UK con la muerte de una señora de 96 años que lleva 70 teniendo todo tipo de privilegios sinsentido y que es una figura representativa de todo lo que no me gusta? Es mi hipótesis. 

Nota: Si a alguien le interesara o interesase mi visión  sobre la monarquía le emplazo a cualquiera de mis escritos sobre los distintos fkin jubileos que nos hemos tragado los que llevamos unos añitos ya en la isla. Hubo uno reciente, pero no olvidemos 2012. Hoy no entraré: solo pretendo ser la enviada especial del divlog en la ciudad. Vamos.

~~~

Ha sido horrible. 

Podría terminar aquí, pero sigo.

El pulso del país
No veo la tele y estos días no he escuchado la radio. Solo he abierto The Guardian, el periódico menos rancio de este país y allí, buscando mucho, he encontrado varios artículos de opinión interesantes sobre los republicanos en este país (haylos!), sobre la imposibilidad de disentir (te arrestan si gritas "disgusting" al asqueroso hijo abusador de menores), sobre la ilusoria unión de este país por la ya difunta, sobre la gente pobre que no puede permitirse no trabajar el día festivo,  y suma y sigue. 

He hablado con gente, en general no-simpatizantes, que se han tomado a risa esta parafernalia, pero tengo dos representantes de lo contrario. Una compa irlandesa dijo estar "gutted" (curioso que una católica irlandesa diga que está hecha polvo: recordemos todas las movidas , todas de origen religioso, que ha tenido Irlanda con Inglaterra). Otra conocida fue con su nieta a poner flores y "vió pasar el coche con el ataud": estábamos en la reunicón tres disidentes y tuvimos que hacer esfuerzos para no hacer bromas. 

Mi visita a Westminster Hall
Sé que como reportera destacada del divlog en la City se estaba esperando que, si no invitada a los fastos, por lo menos habría hecho la cola para ver un trozo de tela. Dicen que se alcanzaron las 17 horas de espera pero no sé si creerlo: la distancia se hace en dos horas (es un trecho grande, sí), pero iba bastante fluido, por lo menos el rato que pasé por ahí (más de esto abajo). 

Decía, que si bien os he defraudado no yendo a la cola, tengo un sustitutivo que igual os ilusione: justo la semana anterior había estado yo pispa en la House of Commons por motivo de trabajo (en el MI5, por eso no salgo en el blog). Era mi segunda vez, pero volví a hacer fotos hasta donde dejan, entre ellas en el Westminster Hall, que os habréis cansado de ver con el catafalco y supuestamente la caja arriba. Así que aquí van algunas fotos sin la pompa y circunstancia de estos días:

Westminster Hall una semana antes


Quiero enfatizar lo precioso que es el techo de madera (estos días he aprovechado para "racionalizar" el desván de mi casa y es igualmente de madera, igual un poco menos ornamentado). 


Están obsesionados
con las regulaciones de incendios
por buenas razones

Debajo incluyo la placa (lo siento, no la puedo enderezar)  que está al pie de las escaleras y en el trocito de suelo donde juzgaron a Charles I y condenaron a muerte en 1649. Luego vino Charles II, que se tuvo que esconder en un roble de los enemigos en 1660 y ahora llega Charles III que, el pobre, pasará a la historia por haber querido ser un Tampax.

No sé girarla, sorry

La siguientes son del pasillo a la izquierda del Hall






Luego se pasa a otra zona muy enmoquetada donde no se pueden hacer fotos, pero antes de terminar incluyo dos que igual sean de interés:

Esta es la ventana del banio.
En serio, enfrente están los cubículos

Esta es la canteen. San Pellegrino de limón.


Teorías de la conspiración
Yo, de ser influencer, me dedicaría a la agit-prop habitual, pero en circuntancias como esta me gustaría crear y difundir una teoría de la conspiración tipo: imaginen que no hay nada en la caja bajo la tela. Imaginen que la venerable anciana estaba en un frigorífico y toda esa panda de enloquecidos hubieran hecho esa fila para un Kinder sin sorpresa dentro. 

"God save the queue"
Sospecho que a muchos les habría dado igual. Unos psicólogos sociales se fueron a estudiar las motivaciones de la gente en la fila y llegaron a la conclusión que, aparte de los monárquicos fervientes, también había gente que iba por aquello del FOMO ("fear of missing out"), miedo a perderse algo bueno, por ser parte de un evento histórico, por ser actores de un espectáculo que otros (paso al frente) iban a mirar, por estar en el salseo. Un segundo artículo posterior del mismo equipo reveló que la gente había salido "transformada por la experiencia". Esto hay que entenderlo: has devastado horas de tu vida en una pantomima, tienes que justificarlo a ti misma. Es un proceso psicológico conocido, similar al que ha pasado con el Brexit.  "God save the queue" era el buenísimo titular. 

Los que iban a mirar a los de la fila
Ahí entro yo, por mi compromiso ciego con este blog, y porque me pillaba de paso en mi paseo ciclista del sábado. Cuando llegué al puente de Vauxhall: nada. Tiré hacia el parlamento por Millbank -la calle de la Tate Britain- y allí ya había algo de marcha: una ambulancia y algo de policía. En el siguiente puente, el de Lambeth, era el que cruzaba desde el sur del río la fila. O sea, si una se cree lo de que esperaron 17 horas, quiere decir que esa gente que no parecían tan mal, entre nosotros, llevaban ahí toda la noche? Vivir para ver. Aquí van mis fotos de la cola:

Mi reportaje empezó en la Tate Britain: aún nada

10.0000 polis pagados por mí y otros contribuyentes


Otrso-esta la pongo por el London Eye
y el hospi donde nació Mini, imagen recurrrente del divlog


Monumento a la resistencia francesa, y la cola


Así me hubiera gustado retransmitir a mí

Westminster bridge: aquí crucé al norte


Cielo ominoso sobre Blackfriar's Bridge:
fans de "El padrino" os sonará,
aquí se "suicidó"  el "banquero de Dios"



Cosas que una se encuentra por ahí
y son reales, quiero decir, verdadera
s

Como han adivinado,
ya cerquita del Shakespeare's Globe
Romeo, where the fk are you!?


No sé si se aprecia, pero sigue la cola pasado Tower Bridge
(foto desde London Bridge)



Lo de las abejas
No quiero terminar sin mención a una de las muchas cosas enloquecidas que hemos vivido estos días. Resulta que "hay que informar a las abejas de la muerte de la reina". What the fuck?  Estoy hasta arriba de escuchar lo mismo una y otra vez, como discos rayados idiotas "es TRADICIÓN". Resulta que en tiempos pasados se empezó a informarlas porque si no, no hacían miel, y hay que seguir. Todo muy lógico y natural. Esto es como cuando se ponían plumajes en los taparrabos para invocar la lluvia. Como nota de esperanza, Mini, gran fan de la reina tras el comecocos en la escuela primaria, esta vez, ya en tercer anio de secundaria, cuando les hicieron escribir un párrafo de condolencia, se fue sin entregar el folio: "no tenía nada que decir". Go Mini!

"El funerario"
Tengo una amiga francesa que insiste en hablarme en castellano y a veces usa palabras graciosas. Escribe: "lo que más me gustó del funerario" (de ahí que la use, me gusta), decía, "lo que más le gustó fueron los gaiteros con sus faldas". Según ella, entiende donde se inspiró Jean Paul Gaultier. Bueno, querida amiga, los hombres con faldas siempre han sido un SÍ en este blog, nos ponen mucho. Descubrí Utilikilts en Seattle hace mucho tiempo y, sinceramente, no sé por qué esto no se ha hecho viral. 

Más sobre el tema funeral-funerario, del que me han mantenido informada la familia y amigos de la península (los pobres, contactaban esperando que yo iba a ser fuente de noticias!). Los dos highlights han sido: 1. mi madre ("qué bonito ha sido"), y yo, "mamá, la yaya siempre decía "no hay boda pobre ni entierro rico":  pues esto ha sido una excepción. Y 2. Fashion, que quería comentar "estilismos de Kate y Meghan" y he tenido que buscar. Ya que se interesan por mi análisis como influencer de la moda que soy: ambas muy bien, en particular Kate. Ahora,  no entiendo lo de los zapatos estilettos caminado por el pavés, a mí me da una urticaria feminista.

Así que no les pude contar porque el día del funerario me lo pasé por la maniana en la "optimización del desván" y por la tarde perdiéndome -literalmente- en Wimbledon y tomando algo con amigos en un pub. No oí caniones ni salvas, no vi nada. Entonces cayó en mis manos la Time Out del otro día, en la que dibujaron la cara de la reina con símbolos de Londinium (pendientes con el símbolo del metro!), ella que era puro símbolo de un proceso por el que enormes cantidades de riqueza y poder han sido acumuladas y pasadas de generación en generación.  God has not saved the Queen, nos salvaremos nosotros de nuestra propia estupidez?