an

19 noviembre 2020

No hay excusas para la solemnidad

No pasa nada: simplemente es una de esas épocas en las que no tengo tiempo de escribir. Echo de menos esos ratos, ya de noche, en los que me escapo del barullo de la vida y de la gente, que pese a no salir yo, entran. 

Me planteo si no había oído hablar del poeta Brines, premio Cervantes, porque llevo no sé cuánto tiempo fuera de la península. Excusas. O que fui por ciencias y mi última asignatura de literatura fue a los 16 años (cómo está esto permitido? cómo alguien como yo pasó años estudiando física en lugar de literatura?) Más excusas.  El caso es que me encuentro con este poema suyo del año en que nací: no hay excusas. 

Lo leo una y otra vez:  parece que los hados lo han dejado aquí para mí, tras todos estos años, en una época como esta: "Seguid con vuestros ritos fastuosos", pero no contéis conmigo. Ni para la inmortalidad. Lo releo: no me gustan los dos últimos versos,  no sé porqué; será una cuestión musical. El resto es perfecto: Lo que habrá de venir será de todos. La muerte, la gran igualadora. Pero aún no. 

Ante la solemnidad antes se decía "tienes que salir más". Hoy, imposible, luego: "tienes que escribir más". 

Alocución pagana
¿Es que, acaso, estimáis que por creer
en la inmortalidad, 
os tendrá que ser dada?
Es obra de la fe, del egoísmo 
o la desolación. 
Y si existe, no importa no haber creído en ella: 
respuestas ignorantes son todas las humanas 
si a la muerte interroga.

Seguid con vuestros ritos fastuosos, ofrendas a los dioses, 
o grandes monumentos funerarios, 
las cálidas plegarias, vuestra esperanza ciega. 
O aceptad el vacío que vendrá, 
en donde ni siquiera soplará un viento estéril.
Lo que habrá de venir será de todos, 
pues no hay merecimiento en el nacer 
y nada justifica nuestra muerte.

Francisco Brines
«Aún no» 1971

03 noviembre 2020

"La habitación de Jacob" de Virginia Woolf: modernismo y subrogada vuelta a Grecia

"Jacob's room" (1922) es la tercera novela de Virginia Woolf,  y su primera "experimental" o "modernista". En ella Woolf juega con diferentes perspectivas para presentar al héroe, Jacob, en distintas etapas de su vida. No sigue una narrativa, ni cuenta una historia así que, cómo escribir un divague coherente? Me da que me va a salir modernista.  

He leído una de esas ediciones eruditas de Penguin donde las notas a pie de página (de hace ya unas décadas) de la catedrática Sue Roe, compiten en extensión con la narración. He disfrutado leyéndolas, no solo porque me aclaraban cosas que me habría perdido sin ellas, sino porque hay múltiples referencias a Londinium. Dicen que los vagones de tren son un escenario favorito de Woolf; y yo añado: siempre pone a alguien a pasear por la Strand. Aparte de las notas, la catedrática también ha escrito una introducción que es una tesina, y que decidí leerme a media novela: esto es algo que siempre dejo para el final, pero con Jacob he hecho una excepción, porque ya veía que no me iba a desvelar que el asesino era el mayordomo. Efectivamente.

Woolf escribe "La habitación de Jacob" en el periodo de entreguerras, aunque "la acción" (me contradigo?) está situada antes de la Primera Guerra Mundial. Jacob es un Ulises moderno-modernista, en un periplo "de mujer a mujer", con grandes niveles de sexo explícito, asegura Roe, sobre su odisea interior. Vaya, en serio? Ya sabemos que estamos en una era de lo burdo y el trazo grueso,  habrá aparecido el sexo en metáforas tan sutiles que se me han pasado? Roe (que se ha leído también todos los diarios de Woolf) nos cuenta que la autora se pregunta si eso mismo que está haciendo ella, la odisea esta moderna, el periplo modernista,  "no lo estará haciendo mejor el señor Joyce". Jacob y el "Ulises" ambos se publican en 1922. Curioso año homérico aquel.

En cuanto a la odisea exterior, si Bloom no sale de Dublin, Jacob (y la novela) comienzan en Scarborough (ah cómo olvidar el pasado verano en Yorkshire, claro que el Scarborough que describe Woolf poco tiene que ver con la ciudad costera hortera por la que pasamos), luego pasa por la universidad -Cambridge, cómo no- ("si hay una luz que brilla/se quema sobre Cambridge, estas son: el griego, la ciencia, la filosofía), unas vacaciones en Cornwall (la aparente paz de la costa desde un velero) , Londinium y, oh, que bien, Jacob se va a Grecia. Como solo accedemos a Jacob por las impresiones de los (las) demás, únicamente sabemos que es de "porte distinguido" y que es "bello, luego peligroso". No sabemos cómo piensa aparte de que tal vez sea un tanto snob (usa palabras que vienen del latín, para tomar el control de la conversación) y que, como Woolf, siente fascinación por la cultura griega ("nunca leía novelas modernas"). Woolf visitó Grecia en 1906 y, como nos pasa a todos, dejó su corazón allí. 

"Es a los griegos a los que volvemos cuando estamos hartos de la vaguedad, de la confusión de nuestra época"

Y entonces nos deja a Jacob solo y suelto en Atenas, con su amistad con una pareja inglesa mayor que él, con su enamoramiento de ella-poesía erótica de Donne incluída, y la obligada subida de ambos a la Acrópolis iluminada tras una cena (los maridos siempre se quedan con un copazo en chester del hotel) por las callejuelas de piedra, y con toda la vida vibrante y  mágica y encantadora que es Grecia ("quiero volver a Grecia cada año hasta que me muera"-esta frase podría ser mía, pero es de Jacob), descrita así:

"In spite of its ramshackle condition modern Greece is highly advanced in the electric tramway system, so that while Jacob sat in the hotel sitting-room the trams clanked, chimed, rang, rang, rang imperiously to get the donkeys out of the way, and one old woman who refused to budge, beneath the windows. The whole of civilization was being condemned".

Echo de menos esos días, tardes, noches allí, y cuando me medio repongo de la nostalgia, entonces Woolf está reflexionando sobre la belleza (asteriscos en el margen y anotaciones: "On Beauty", como el libro de Zadie, o intrusiones de la cara de Toni Servillo en "La grande bellezza"). Y es que el Partenón, que lleva ahí siglos, independientemente de nuestra admiración, parece que nos sobrevivirá no solo a todos nosotros, sino también a nuestro mundo. Solo la belleza es inmortal. 

Pero merece la pena andar perdida en la lectura algún rato porque en ella te encuentras con frases de "grande bellezza" formal, pongamos:

"as the waves came creaming up to him"

Listless is the air in an empty room, just swelling the curtain; the flowers in the jar shift. One fibre in the wicker armchair creaks, though no one sits there.”

"loveliness in infernally sad".

Pero no me desvieis del modernismo. Woolf como he dicho, experimenta, pero también aprovecha para embestir contra la literatura eduardiana y sus convenciones ("los materialistas eduardianos", a veces hace enumeraciones detalladas parodiándoles), en particular a HG Wells o WE Norris, cuyo método era "contar su simple historia sin ningún deseo de discutir problemas o sugerir que hay algo que no es como debiera ser". Woolf opina que esta literatura está llena de "accesorios", como los que ayudan a una producción teatral. Esta novela es su divorcio formal del método tradicional de la literatura.  

Oh, y cómo terminar sin anotar que Virginia Woolf escribió un libro mío de cabecera, "Una habitación propia" (1929)? Hay mucho de feminismo y mucho precursor de este ensayo en Jacob's Room. Woolf se rebela en contra del "canon masculino" en la literatura (por qué no había entonces estudios eruditos de George Elliott, de las Bronte?), en la filosofía... las mujeres aparecen siempre en su relación con los hombres, no por ellas mismas. Da mucha tristeza constatar que esto último, todavía en muchos casos sigue así. 

Termino la lectura, y suena jazz de fondo en la Londinium de 1914. Y suelto una arenga feminista que cambia la vida a varias. Y subo a la Acrópolis en una noche estrellada con el fantasma de Jacob, que me susurra versos eróticos en griego.