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31 enero 2012

Perdidos en la traducción

Los divagantes nunca me podrán agradecer los suficiente este cuadro que, de una vez por todas, aclara lo que "lo que los británicos piensan" (cuando dicen X e Y) y lo que el pobre extranjero, que aún no ha pasado un tiempo de inmersión suficiente en el país, asume.

Ya dicen que uno no aprende verdaderamentte un idioma hasta que ha vivido en el país de marras durante un tiempo. Yo, por ejemplo, aprendí en menos de un mes en la isla que "thank you" no solo quiere decir "gracias" sino que también es muy útil para dar por terminada una conversación. O que cuando te preguntan cómo estás, la respuesta siempre ha de ser "muy bien, gracias y tú", aunque te estés desangrando. Leyendo los ejemplos de abajo me doy cuenta que a varios les puedo poner sujeto, y situación, por ejemplo "esa es una propuesta muy valiente", equivalente de "estás loco".


Bajando a ras de suelo (en el fondo la caja de arriba es sociología pura, intentar entrar en la manera de ver el mundo de un grupo de gente que, loados ellos, han hecho de las formas una manera de ser) están las situaciones hilarantes en las que los pobre turistas oemigrantes hemos entendido una cosa por otra, como culo por casa o panteras por apostadores... pero eso es otra historia. 

29 enero 2012

Bartleby The Scrivener (Melville): I would prefer not to

Todo esto y aún no he comenzado a hablar de "Bartleby, The scrivener", la de Melville. Sería injusto para con Vila-Matas que lo hiciese aquí. Preferiría no hacerlo.

Así terminaba mi divague del otro día, en el que se me fue la mano (raro, sería yo o un replicante?), quedándome sin divagar sobre el relato que inspiró a Vila-Matas en esto del síndrome de los que dejan de escribir, o de los que nunca han escrito, pero lo llevan dentro.

Lo primero que me olvidé fue de negar la mayor: sobre lo apropiado de llamar "de Bartleby" al síndrome tengo mis dudas. Bartleby, el escribiente de Melville, no es que deje de escribir, es que, poco a poco, lo va dejando todo. Bartleby usa la resistencia pasiva, el "preferiría no hacerlo" para, gradualmente, irse aislando más en su mundo de soledad e inactividad. Seguro que esos terribles seres que, para intentar entender el mundo, tienen que ponernos a todos en departamentos compartimentalizados, diagnosticarían al bueno del senior Bartleby como "en algún punto del espectro del autismo". Siempre me ha fascinado la habilidad del novelista genial de describir lo que luego la medicina ha organizado como síndromes siglos después... el trastorno obsesivo compulsivo del mentor de Pip en "Great expectations" (ahora que estamos en el anio Dickens), por ejemplo).

Sin embargo, no es propiamente el personaje de Bartleby el que roba el relato de Melville, sino la prosa, el estilo de este monstruo: Melville, autor de probablemente la mayor novela en inglés, "Moby-Dick". Al comenzar el relato, el narrador, abogado comodón, describe en este párrafo perfecto porqué ha renunciado a la fiebre y el drama de los juzgados:

"I am a man who, from his youth upwards, has been filled with a profound conviction that the easiest way of life is the best... Hence, though I belong to a profession proverbially energetic and nervous, even to turbulence, at times, yet nothing of that sort have I ever suffered to invade my peace. I am one of those unambitious lawyers who never addresses a jury, or in any way draws down public applause; but in the cool tranquillity of a snug retreat, do a snug business among rich men's bonds and mortgages and title-deeds".

Y a esto sigue las descripciones apabullantes de sus tres empleados: Turkey, un inglés que le daba demasiado "a la tinta roja", Nippers, joven de 25 que parecía debatirse entre la ambición y la indigestión, y Ginger Nut, un aprendiz de 12 anios. No puedo resistirme a pegar un poco más del retrato al óleo del inglés:

"Turkey was a short, pursy Englishman of about my own age, that is, somewhere not far from sixty. In the morning, one might say, his face was of a fine florid hue, but after twelve o'clock, meridian--his dinner hour-- it blazed like a grate full of Christmas coals; and continued blazing--but, as it were, with a gradual wane--till 6 o'clock, P.M. or thereabouts, after which I saw no more of the proprietor of the face, which gaining its meridian with the sun, seemed to set with it, to rise, culminate, and decline the following day, with the like regularity and undiminished glory".

Este es el contexto en el que aparece nuestro héroe, "pallidly neat, pitiably respectable, incurably forlorn! It was Bartleby". Como el propio abogado dice, hace falta un carácter muy particular para soportar el tedio del trabajo de escribiente: sería intolerable para temperamentos acalorados. Pero Bartleby comienza a decir NO, con su famoso "I would prefer not to" (preferiría no hacerlo), que desarma, afecta y desconcierta al abogado.

Bartleby es considerado uno de los relatos más complejos de la época, Melville un adelantado que podría estar criticando una nueva clase media de oficinistas, el mundo financiero que emergía en Wall Street (donde la oficina del abogado está situada), un precursor del estilo de lucha de Gandhi. Algunos estudiosos se han aventurado a decir que, tras el fracaso de Moby-Dick, Melville se negaba a volver a repetir ("copiar") algunos de sus trabajos más comerciales previos, y que era su manera de decir "preferiría no hacerlo".

Moby-Dick sólo fue descubierta 50 anios tras su publicación, Melville ya había muerto. Dicen que uno se arrepiente de lo que no ha hecho, pero con el "preferiría no hacerlo" bartlebiano, esa frase pierde toda su fuerza y le da una nueva dimensión.

Si nuestros actos nos definen, nuestros "preferiría no hacerlo", también.

26 enero 2012

Bartleby & cía (Vila-Matas): Dejar de escribir


"Bartleby, the Scrivener: A story of Wall Street" es un relato de Herman Melville publicado en 1853. La actitud vital del tal Bartley, un escribiente básicamente pasivo-agresivo, lleva a Vila-Matas a escribir una no-novela (porque la presenta como una conjunto de pies de página, más que una narrativa formal) sobre aquellos autores que han decidido, en un punto, dejar de escribir. Y no hace falta siquiera haber comenzado a poner la pluma sobre el papel para dejarlo, Vila-matas nos habla incluso de algunos que ni lo intentaron, pero que llevaban un escritor dentro.

Ni que decir tiene que este libro, "Bartleby y compañía", está precisamente escrito pensando en muchos de esos Bartlebys que nunca han puesto sus dedos sobre teclado. Y es que muchos de los que algún día han soñado con ser escritores y que obviamente leen, podrían ser descritos como pelín freakis, como punto fanáticos, como ligeramente fetichistas con esto de la literatura, y leer sobre la misma acaba siendo un placer en sí mismo. Así que si entre las líneas de este párrafo has encontrado ciertos rasgos que tambien aparecen en tu espejo, este libro es para ti.

Los geeks de los libros, entre los que me encuentro, tenemos nuestras cosas. Algunos subrayamos, comentamos, y en general ensuciamos los libros. Una de mis técnicas más útiles (me pregunto si es un paso inevitable de la e/in-volución lectora) es la de encerrar a una erre mayúscula en un círculo al lado de… efectivamente, una referencia.  Evidentemente, cuantas más tiene un libro que te está poniendo de rodillas, mejor para tu futuro lector (como decía Wilcock: “Entre mis autores preferidos estan Robert Walser and Ronald Firbank, y todos los autores preferidos por Walser & Firbank, y todos los autores que éstos, a su vez preferían”).  Pues bien: una de las grandes ventajas de leer este Vila-Matas es que su enciclopédico saber sobre escritores y obras que no van a aparecer en el catálogo de la Central (pongamos) está desparramada por la no-novela, y las "Rs" son muchas: algunas nos recordarán libros leídos apasionadamente, causándonos una ligera arritmia emocionada al saludarnos entre líneas,  y otros serán totalmente nuevos (no puedo esperar a guglearlos y amazonearlos).  Juan Rulfo, Rimbaud, Felipe Alfau, Sócrates, Valéry Larbaud, Pepín Bello, Bobi Bazlen,  Cravan, Crane, Gil de Biedma, Ferrer Lerín., Joseph Joubert, Bernardo Atxaga, Marcel Duchamp, Baudelaire, Miguel Torga, Kafka, De Quincey, Jacques Vaché, Dufoo, Chamfort, Felisberto Hernández, Pessoa, Barón de Teive, Hofmannsthal, Wilde, Juan Ramón Ribeyro, Henry Roth, Juan Ramón Jiménez, Cervantes,Wittgenstein, Marcel Maniere, Virgilio Piñera, Emilio Gadda, Julien Gracq, Klara Whoryzek, Pynchon, Simenon, Maupassant, Marianne Jung, Traven,  Salinger... entre otros.

El libro está recorrido, como suele ser con Vila-Matas, por un sentido del humor con el que conecto. El protagonista es uno de esos perdedores vilamatescos, esta vez con chepa y todo,  que se coge una baja para investigar el bartlebismo. Tiene salidas como estas: “ He terminado colgándole por sorpresa el teléfono, pues he tenido la impresión de que estaba perdiendo el tiempo con él”. Esto que igual deje indiferente al lector, a mí me parece el colmo de la hilaridad pues tengo un amigo un tanto excéntrico que siempre termina las conversaciones al aparato con un “By-e!”, evitando los rituales que hacemos los demás para dar a entender que queremos ir acabando. De un tema cualquiera pasa al bye, y si al principio choca, luego divierte. Y al final llegas a la conclusión de que se ahorra mucho tiempo, particularmente cuando vas llegando a una edad.

Pero sobre todo, el libro está recorrido por un amor por la literatura ciego (cómo puede ser el amor otherwise?):

Daría lo que fuera por poseer la biblioteca imposible de Alonso Quijano o la del capitán Nemo. Todos los libros de estas dos bibliotecas estan en suspención en la literatura universal, como lo están también los de la biblioteca de Alejandría, con esos 40.000 rollos que se perdieron en el incendio provocado por Julio César (…) El  fuego parece el destino final de las bibliotecas"

Si a alguien más se le ha erizado el vello por detrás de la nuca, si alguien más ha insalivado soñando con esas bibliotecas, siga leyendo:

“Todos deseamos rescatar a través de la memoria cada fragmento de vida que súbitamente vuelve a nosotros, por más indigno, por más doloroso que sea. Y la única manera de hacerlo es fijarlo con la escritura. La literatura, por mucho que nos apasione negarla, permite rescatar del olvido todo eso sobre lo que la mirada contemporánea, cada día más inmoral, pretende deslizarse con la más absoluta indiferencia".

"El escritor que trata de ampliar las fronteras de lo humano puede fracasar. En cambio, el autor de productos literarios convencionales nunca fracasa, no corre risgos, le basta aplicar la misma fórmula de siempre, su fórmula de académico acomodado, su fórmula de ocultamiento".


No puedo ser la única que con los párrafos anteriores piense: de una manera mucho más burda, los podría haber escrito yo misma. La absoluta necesidad de escribir, porque quiero rescatar la memoria, porque rehúso a que esto se me olvide, porque , porque… tantas razones para escribir que acabo en mis “Penguin essays” de Orwell y releyendo los subrayados del famoso “Why I write” del inglés. Pero los dejo para otro día. Algunas otras razones para escribir rescatadas de la no-novela:

"He escrito mi novela solo para rescatar recuerdos raídos que brillaban suavemente en mi memoria" (Henry Roth)

"Escribo para no ser escrito. Viví  escrito muchos años, representaba un relato. Supongo que escribo  para escribir a otros, para operar sobre la imaginación. la revelación, el conocimiento de los otros. Quiza sobre el comportamiento literario de los otros" (Fogwill)
 
Y, por supuesto, razones para no escribir, que podemos llamar “El tío Celerino”:
"Se ha dicho todo (...). Hoy en día, ya sólo nos cabe repetir. Solo nos quedan unos pocos detalles ínfimos todavía inexplorados. Sólo le queda al hombre actual la tarea más ingrata y menos brillante, la de llenar los huecos con una algarabía de detalles"  (Maniere)

"De lo que no se puede hablar, hay que callar" (Wittgenstein)

El tío Celerino, o las razones que cada uno se busca para no escribir, era en realidad la razón de Juan Rulfo. Explicó que dejó de escribir "porque se me murió el tío Celerino, que era el que me contaba las historias". Implacable: muerto el perro, muerta la rabia.

Luego hay algunas frases más que las he subrayado porque sí, porque me gustan, todas por su forma, alguna por su contenido:

"Cuanto más marchan los hombres, tanto más se alejan de la meta. Gastan sus fuerzas en vano. Piensan que andan pero sólo se precipitan-sin avanzar-hacia el vacío. Eso es todo". (Kafka).

"La función poética-ese vehemente y solitario ejercicio de combinar palabras que alarmen de aventura a quienes las oigan" (Borges)

"Era un domingo por la tarde, triste y lluvioso. En esta tierra que habitamos no existe espectáculo mas lúgubre que ubna lluviosa tarde de domingo en Londres" (De Quincey)

"Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice no" (Camus)

"El miedo inventa nombres para distraerse" (Canetti)

“Yo creía que quería ser poeta, pero lo que quería es ser poema”.

O cómo no identificarme con Felipe Alfau, al que voy a usar a partir de ahora para justificar mis dislates en castellano:

En cuanto aprendes inglés empiezan las complicaciones,  (...) Se manifiesta haciéndonos sensibles a implicaciones y complejidades en las que nunca habíamos reparado (...) y en el caso de los latinos, les hace perder una de sus características raciales: el tomarse las cosas como vienen, dejándolas en paz, sin indagar las causas (…)".

Intento no hacer lo mismo con Schopenhauer. Qué tengo en común con un misógino? Pues esta idea, no hara falta que repita lo que él dice mejor y yo llevo machacando dos años aquí:
 
"Los libros malos son un veneno intelectual que destruye el espíritu. Y porque la mayoría de las personas, en lugar de leer lo mejor que se ha producido en las diferentes épocas se se reduce a leer las últimas novedades, los escritores se reducen al círculo estrecho de las ideas en circulación, y el público se hunde cada vez más profundamente en su propio fango".

Todo esto y aún no he comenzado a hablar de "Bartleby, The scrivener", la de Melville. Sería injusto para con Vila-Matas que lo hiciese aquí. Preferiría no hacerlo. 


23 enero 2012

Igual, pero no.

Es estas alturas del año es raro que alguien haya permanecido ajeno al follón Urdangarín. Le llamo follón, pero se le puede llamar de todo: mamoneo, tráfico de influencias, jeta, prevaricación... eso sí presuntamente. Tiene coña lo de esta palabrita, "presuntamente", la pones delante o detrás de las mayores barbaridades y no pasa nada. Es como lo de prueba - que decíamos cuando éramos pequeñas - No se me vale. Pues lo mismo. Puedes llamar a alguien  presuntamente asesino o presuntamente puta y no tiene porqué ofenderse.

Pues bien, Iñaki se ha ido presuntamente embolsando una pasta gansa a costa de hacer unos informes de consultoría de esos que te entra la risa cuando los lees. Porque por mucho consultor, consejero y duque que sea, el tío ha estado tooooda la vida jugando al balonmano y por no tener, no ha tenido ni la desfachatez de pasarle el trabajo a un currito que entendiera un poco y asesorara en algo de verdad. Joder ya que lo cobras a precio de oro por lo menos que parezca algo decente. Pues no.

Estos informes eran encargados por empresas, en su mayor parte públicas, es decir disparaban con la pólvora del rey y por tanto les daba igual gastarse cuatro que cuarenta o cuatrocientos. Todo por el parabien. Por estar en sintonía con la casa real. Que vean que hemos venido al velatorio, que salgamos en la foto, debían pensar. Y vaya si van saliendo. Uno detrás de otro. Eso sí, no veo ningún empresario privado entre los clientes del Instituto Nóos, son todo "hay untamientos", SGAE, comunidades autónomas y similares. 

Y eso que el chaval iba avisado: "Iñaqui, que parece que manejas muchas pasta y curras poco. Vete a Washington a ver si te despejas". Ni por esas. El tío iba agarrado a la teta de tal forma que al final "para destetar al pollino ha habido que matar a la burra". Una pena. Con lo bonico que era el Instituto ese, bien constituído, con estatutos claros, funciones delimitadas... una entidad "sinónimo" de lucro. Y es que hay que pronunciar bien y despacito.

¿Algún divague sobre como acaba el culebrón?

21 enero 2012

"Un dios salvaje", una carnicería (Divagues encadenados*)

*Nota: De dónde viene lo de "divagues encadenados"?: En Navidades todo el mundo vio la última peli de Polanski, “Un dios salvaje” (“Carnage” en inglés, "Carnicería"-aún me gusta más este título), y nos dio para debates acalorados alrededor de mesas o trepados a barras de bares. Luego No ganó un concurso y eligió como premio que divagara sobre la peli. Ayer Txelos escribió sobre ella, así que de alguna manera fue como un “pasar el testigo”. Podría haber escrito esto en su blog, pero se lo debía a No. Así que ahí va. No hace falta leer el post de Txelos, titulado “Un dios salvaje: los Srs. Winslet y los Srs. Foster”, para seguir el mío, pero venga léanle, que es amigo. Para empezar calentando motores, para Txelos, los personajes intrínsecamente negativos de la historia son las mujeres, y los menos malos... ?adivina adivinanza?

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Para quien esté esperando ver aparecer las ovejas al final de la peli, por las intrusiones buñuelianas cada vez más incómodas a medida que avanza la trama, hay que comenzar contando la verdad: no hay rebaño. Al igual que en "El angel exterminador", tenemos cuatro personajes varados en una estancia que, por mucho que parece lo desean, no logran abandonar. Han acabado aquí para terminar de firmar una paz, que resulta ser una tregua, después de que el hijo de una de las parejas (la formada por Kate Winslet y Christopher Waltz) haya “desfigurado” con un palo al hijo del personaje de Jodie Foster y John C. Reilly. Ambas parejas, todo civilización, quedan para terminar de escribir un documento, en el que se resume que “son cosas de críos”.

Sin embargo, claramente las cosas no son así. El padre del agresor está interpretado por el enorme actor austriaco Christopher Waltz. Cómo olvidar su interpretación del nazi en “Inglorious basterds” de Tarantino, que le da precisamente el toque-tarantinesco a esa cinta. Es imposible verlo y no sonreír, si no directamente partirte de risa. Representa al abogado de élite, el alpha-male sin ninguna un ápice de sensibilidad, que está allí porque se lo ha mandado su mujer, pero que se encontraría mucho más a gusto, no sé, en la trimestral descongelación del frigorífico. Con su absoluta falta de empatía-tan necesaria en su trabajo-hace un comentario un tanto tocapelotas y ahí es cuando la madre de la víctima (Jodie Foster) salta. Y es que una cosa es que hayas aceptado que “son cosas de ninios”, y otra que encima el padre venga con insolencias.


Jodie Foster sigue siendo Clarice Starling. Siempre lo será para mí, uno de mis personajes cinematográficos favoritos, en una de mis pelis fetiche (The silence of the lambs, Jonathan Demme, 1991) . Y creo que lo sigue siendo en el imaginario colectivo. Starling es la hija del poli asesinado en acto de servicio que lucha por hacerse un hueco en un mundo reservado a los hombres (el FBI). Usando su inteligencia, su independencia, su valentía y su idealismo, acaba triunfando. Para cierto grupo de mujeres, imposible no identificarnos con Clarice. El personaje de la Foster no se aleja de la aprendiza del FBI en el idealismo, y además representa perfectamente al bo-bo (Bohemio burgués) tan de Manhattan que prefiere un arcón rústico con libros de arte encima que los sofás de cuero y la mesa acristalada (algo que veo más en el salón de Waltz & Co.), que lee compulsivamente, y que se interesa por los current affairs.

Su marido, el bonachón John C. Reilly, sigue en su papel: intrusiones del esposo de Julianne Moore en "The hours" (S Daldry, 2002), que prácticamente la lleva suicidarse de sopor suburbano, o el amable contrapunto del manojo de nervios Tilda Swinton en "We have to talk about Kevin" (Ramsay, 2011), recientemente divagada. Reilly es aquí el yang del trepa Waltz, es el buenazo que vive contento con lo que tiene, y que no aspira a más. En esta felicidad sedentaria, en esta falta de de ambición, se le queda corto a su mujer. Foster ha apostado por el tipo con el que es fácil vivir, pero al que tienes problema para presentar en tus cenas de trabajo. Y así entra lateralmente el debate de la eterna contraposición del "perdedor" con el que estás a gusto y el “triunfador” insoportable.


Porque Winslet, nuestra cuarta protagonista, está claro por quién ha optado: por el líder de la manada que prefiere sin dudarlo la pantalla de su blackberry a cualquiera de sus encantos. Pero aquí es donde de repente, me estanco en su descripción personal -que tan clara me ha salido con sus compañeros-: ha pasado un mes desde que vi la peli, y lo único que tengo es un vacío en cuanto a este personaje. Parece que el momento que más ha llegado al personal es el del vómito sobre la mesa, pero es que una es muy limpia, y a mí todo esto de la escatología, aunque muy metafórica, o con finalidades cómicas, no se suele hacer ninguna ilusión. Lo siento. Y para intentar ser justa, si hago el ejercicio de rewind en sus anteriores trabajos, no puedo dejar de verla ,o vestida de época, o en "Revolutionary Road". Me gustó su sentido del humor típicamente british al coger el Oscar. Y poco más.






Con las cartas de estos cuatro sobre la mesa, creo que no se trata de quién es más culpable, deleznable, impresentable. Creo que el quid de la cuestión es con qué pareja te irías a cenar con la tuya, quienes son, al final, mejor gente. Mis cartas boca arriba: yo me iría con Foster y Reilly.


En primer lugar, porque el gesto de intentar perdonar es uno que les honra: seríamos todos tan generosos? Tiene un hijo nuestro que recibir cirugía en la mandíbula porque otro crío se la rompe con un palo y, sonreímos y perdonamos? Y cuidado que no estoy hablando de poner una demanda, hablo de per-do-nar.


Segundo, el padre del agresor, Waltz, muy gracioso y todo eso, pero representa para mí lo peor de la sociedad: el tipo sin escrúpulos, con rasgos claramente sicopáticos, que probablemente su hijo ha heredado (ya hemos hablado en otro divagues de que esto tiene su componente genético y también de aprendizaje). La autora de la obra, además, lo hace trabajar en uno de los sectores donde más terribles parecen los malos: la industria farmaceútica. Los actos en los que la falta total de empatía son evidentes en cualquier corporación, se hacen particularmente dolorosos en estas, en las que se anima a ocultar los efectos secundarios de un fármaco para seguir ganando más. Para terminar de rizar el rizo, la madre del bonachón Reilly, llama varias veces y está tomando esa medicación precisamente, lo que crea situaciones cómicas y muestra a Waltz como el despojo moral que es (eso sí, nos reímos viéndolo, lo cual también me hace preguntarme las motivaciones de la autora quitando hierro en semejante personaje). Mientras tanto, Foster y bonachón tienen que seguir con la sonrisa, probablemente hipotetizando de dónde vienen las tendencias agresivas del hijo, y pensando cómo su madre puede, por lo que respecta a este señor, seguir envenenándose con la pastilla que contribuirá a engordar un poco más la cuenta de Waltz.

Tercero, los puntos de debilidad de la pareja Foster-Reilly (padres del niño víctima) me hacen personalmente aguas en el guión: el incidente del hámster (bonachón abandona el hámster de su hija en el parque) ... es verdaderamente tan dramático? (aunque a Winslet le parezca, en su mojigatería animal americana, lo peor.) Mis amigos dictaminaron que Foster era hipócrita porque imitaba a la pareja contraria en su manera cursi de llamarse entre ellos. Es eso hipocresía de la mala? No es una válvula menor de escape ante la presión de tener en tu salón, ya por demasiadas horas, a ese par de impresentables? Foster es atacada por su aparente incoherencia idealismo-vital e incomprensión-puntual. No es normal cuando aún los otros quieren tener la razón?


La vida es un teatro: a nadie le interesa lo que piensas. Solo queremos que nos molestes lo menos posible. Firmemos el papelito, no alimentemos la máquina de la compensación en la que se está convirtiendo la vida cotidiana en los USA, sonriamos, aunque no estemos felices de que hayan partido al boca a a nuestro hijo. Ahora, no vengas metiendo el dedo en la llaga, porque entonces... habrá carnicería.

16 enero 2012

Insultos desde el anonimato: internet y vida real


Internet es, para los cobardes, una herramienta como pocas para mostrar su verdadera cara. Bajo el antifaz, ocurren transgresiones en el fondo y en la forma: hay gente que dice cosas que nunca osaría decirte en la vida real, y las dicen perdiendo, valga la redundancia, las formas.

Sobre lo primero, el porqué se atreven a dar una opinión aquí que no compartirían en una comida familiar o del trabajo, cada uno tendrá sus razones. Pero no obligan: en la red es más fácil que en la realidad pasar de largo- para eso hay una cruz en la parte superior derecha. Si comentas y das tu versión, será porque quieres obtener algo a cambio (siempre, siempre siempre: no hay comportamiento gratuíto): placer por el debate, lucirte, hacer amigos, hacer enemigos, hacer márketing, hacer política... habrá más.  En la vida real, también puedes hacer el equivalente de cerrar la página: sonreír y no meterte en el jardín si esa persona/lucha no va contigo, o bien enfangarte a lo Cyrano de Bergerac. Alguna vez he contado que, en la cándida niñez, yo era de las segundas: sentía que debía desfacer entuertos allá por donde iba. Luego crecí, y solo saco la espada en diversas situaciones, a saber: si me están tocando la moral, por el placer del debate, si me importa esa persona, si creo que sería éticamente injusto callar, y, por supuesto, si me pagan por ello. Y aquí es donde entra el trabajo, y el ejemplo ilustrativo que guía mi divague de hoy. 

Pero antes, me queda el párrafo de la forma, o del “perder las formas”, donde toca escribir perogrulladas del tipo “lo último es el insulto, el ataque personal, si una persona piensa distinto,aunque realmente creas que es imbécil, llamárselo solo te va a dejar a ti como tal, y va a encastillar desesperadamente a tu oponente". Tenemos suerte en este blog, esto no ha sucedido, y no porque dejemos de tocar temas complicados, pero hemos intentado (no sé si siempre con éxito) argumentar lo que creemos con pasión. Tenemos mucha suerte, porque no puedo con las malas formas de internet, y me pregunto: ¿de dónde sale esa gente con tanto cabreo, tanta bilis, tanta mala leche? Yo no los conozco en la vida real. O tal vez sí.

Alguna vez he hablado de los juniors a los que superviso. Campodetenis-que es famoso on his own right por diversas razones-, y el griego (que en realidad es chipriota) dejan mi equipo a final de mes (están en rotación). Esto significa época de evaluaciones, en el caso del griego, atroces: puedo decir, tras un año de desesperarme semanalmente con este hombre (la palabra exasperación no hace justicia a mi estado mental tras estas sesiones del dolor) que carece de las herramientas básicas tanto personales como técnicas para desarrollar este trabajo.  Es un desastre en su manera de comunicarse igual con clientes que con colegas, tiene fallos conceptuales que no le interesa resolver, es desorganizado hasta límites inenarrables. Mis "notas" de sus últimos informes (en las que expando de una manera didáctica estos puntos) no le han sorprendido porque es simplemente la constatación de lo que llevo repitiendo un año, y no se ha molestado en escuchar.  

Sin embargo, hay una evaluación de fin de estancia que tiene un giro de tuerca más: versa sobre su manera de trabajar en equipo (multidisciplinar), y se hace anónimamente online. El selecciona  a varios miembros, y evidentemente, lo ha hecho solo con los que cree menos desfavorables. Por ejemplo, no estaba en su lista una compañera con la que ha tenido muchos encontronazos (ya comentó que "no llevaba bien tener a una mujer en posición de autoridad"), pero sí ha incluido a un tipo que siempre ha estado menos crítico. En su cara. 

Lo observé un día en el que, tras habérmelo puesto a caer de un burro por una de sus múltiples meteduras de pata, el tipo miró hacia otro lado cuando una confrontación se hizo abierta en la reunión. Lo vi claro: este es un Bienqueda. Pero uno puede ser un Bienqueda en general en la vida (no todos somos iguales), y luego no hurgar y hurgar en la herida cuando el peligro ha pasado, y otros han cantado las cuatro verdades. Bienqueda, en contra de lo que pueda parecer, es un tío simpático, muy divertido e ingenioso: es esa clase de gente que sabes que son algo cabrones pero con los que te echas unas risas. Pero cómo podía el griego saber todo esto, con los Bienqueda a veces es difícil saber a qué atenerse, cómo podía imaginar que, cuando le llega el informe, además de las notas bajas (sin sorpresas), hay algún comentario. Todos anónimos. Y uno de ellos termina con la siguiente frase: "el equipo estará mucho mejor cuando él se vaya".

Plonk. Hasta a mí, que me hace subir por las paredes el nieto de Parménides, me deja mal este comentario. No porque no sea cierto, sino porque es completamente no profesional, e inapropiado. Ya has comentado sobre su trabajo, que es lo que interesa aquí a quien vaya a leer el informe. Esto no es psicoterapia, nadie quiere saber tu sensación personal, nadie quiere leer tu mala leche. Es un comentario desagradable que no conduce a nada. El griego no va a ser mejor tras ese comentario. Al contrario, se va a blindar como una víctima.

Y eso es lo que pasa. A la menda-como supervisora- es a la que le toca disculparse por el comentario, y decirle que es innecesario. Inmediatamente viene el victimismo: "entré con mal pie en este equipo, nadie me quiere" etc. Hoy me toca inspirar y callar (sé que ha tenido problemas en todos los equipos anteriores, que no ha aprobado un solo examen), hoy le tengo que dejar performar, nunca mejor dicho, su pequeño drama griego. 

Los dos lo sabemos: Bienqueda. No hay que ser un lince, el estilo es indiscutible. Me duele, porque me cae bien Bienqueda, pero me ha demostrado no ser buena persona. Bienqueda se ha descalificado a sí mismo doblemente: por el insulto, y por el anonimato. 

What a shame. 

12 enero 2012

Primicia: los tengo colocados

Como suena. Los SEIS. Todos y cada uno de los vasos que Campodetenis, El Egipcio, tuvo a bien regalarme y sobre los que los divagantes dieron mil ideas (tanto de uso como de destrucción) han sido requeridos por Una Persona que, fascinada desde que los vio en esta casa, contactóme y suplicóme: "Son lo más. Los quiero".

Una conversación más detallada con Esta Amante del Estilismo y el Poderío me ha llevado a entender lo apropiado de su petición: los vasitos irán de perlas cerca de su gato chino de la suerte (ese que mueve el brazo). Mi Víctima ha admirado las vetas, especialmente las verdes, que le dan un toque muy "vuelta las esencias, vuelta a lo folk" (aquí es donde me he apresurado a aclararle que las fotos colgadas a toda prisa no hacen justicia a los lindos vasitos, una incluso está quemada). Y como ya me iba yo viniendo arriba con el tema, le he planteado su faceta almodovariana sugerida por el amable Peter (sobre una mantelito de ganchillo) y La Entendida ha dictaminado: "lástima de teles planas" (ah, lo lo que habría dado de sí al lado de la andaluza sobre una Trinitron de aquellas).

La Creativa misma ha sugerido infinidad de usos, desde maceteros para pequeños cactus hasta albergadores de velas para un chillout. Mientras, visualícenme asintiendo con una vehemencia casi diré arriesgada para la región cervical. Si, sí, todas tuyas, y he terminado añadiendo la sugerencia pedalística de los chupitos.

Seguro que el avezado divagante interesado en la psicología y los procesos mentales se estará preguntando de qué desorden sufre Mi Benefactora. Solo diré que es el tipo de persona que recibe como regalos navideños de su novio, con la mayor normalidad, la combinación de una Polaroid (que viene siendo como un portaviones, en tamaño y utilidad) y un monedero de Gucci (probablemente valorado en lo mismo que todos los aviones, o en todo caso más que ningún efectivo que lleve nunca dentro). (Di, haz tus ejercicios de respiración)

Ah, y el apunte final antes de colgar:

"Oye, un momento, y los vasos... son aptos para lavavajillas?"

11 enero 2012

Divagando en alto en horas bajas

No me sale escribir. A veces tengo un hilo conductor y al final con más o menos éxito logro evacuar la idea. Esta vez no se trata de falta de ideas. A pesar de que tengo temas (vaya si los tengo), mi cabeza anda perezosa y mis manos no aciertan a teclear lo que quiero decir. No sé si es astenia, estrechez mental o falta de costumbre. Cuanto menos escribes menos te apetece y cuando menos te apetece menos escribes. 

Quizá se debe al hecho de que ando desubicada. Acabamos de mudarnos, más o menos. Es decir, vivimos de camping en el piso viejo, mientras todas nuestras cosas están de puturrú en el piso nuevo, a excepción de los lavabos, mamparas de ducha e interiores de los armarios que están pendientes de instalación (a ver si este fin de semana damos el salto definitivo). De hecho escribo arrodillada en el suelo con la cama como escritorio. No sé. Todo puede ser.

Aunque ahora que lo escribo, creo que tiene que ver con el hecho de que hay cosas que no estoy haciendo bien. Es eso. Lo sé y me culpabilizo, lo que no ayuda en nada. Son cosas que me hacen sentir mejor y sin embargo no las hago. ¿Por qué? No lo sé, me dejo llevar. Quizá estoy manejando demasiadas cosas, controlando demasiado y descontrolo en lo relativo a mí. A fin de cuentas en eso nadie me va a juzgar más que yo. Y yo ando demasiado ocupada. 

La teoría la domino. Tengo que empezar a ponerme en la foto. Ponerme en primer lugar, yo y lo que me va bien a mí y relajarme un poco en cuanto a lo que me rodea. Hace como dicen en los aviones, ponerme primero la mascarilla de oxígeno yo y después ponérsela a los pollitos (gracias sis). No tomarme todo tan a pecho e intentar dar la importancia justa a las cosas que la tienen. No buscar la perfección en lo que hago, pues no existe. No ser mi peor crítico. No darme sofocones cuando algo no me sale bien, o tan bien como yo quería, no se hunde el mundo. No creerme invencible. Asumir que no puedo con todo. Lo digo pero no me lo creo. En mi fuero interno soy como una mula. Me dicen arre y vaya si arreo...  

Debo escuchar las opiniones de los demás y no tomármelas como juicios de valor. También debo concienciarme de que pedir ayuda no es malo. Al igual que no es malo no saber o no poder.

A lo mejor no lo estoy haciendo del todo bien, en mi cuenta tengo inyecciones y detracciones (va por ti Peda!). Aún así, el saldo está siendo positivo.

Así que:  Relax Diva, take it easy!





09 enero 2012

Campodetenis El Egipcio: con regalitos a mí

Hace mucho tiempo (que me cuelguen si consigo localizar la entrada para enlazarla) divagamos sobre los regalos refrito. Dícese del presente que ya ves incluso empaquetado que no lo vas a usar y que, nanosegundo tras quitarle el lazo, decides regalar a un tercero. Esto parece enfadar a mucha gente (particularmente cuando uno de esos regalos que hiciste hace un par de anios vuelve a ti: please háganse un excel). En mi fanatismo anticonsumo, por el contrario, me parece una increíble idea y actitud. Ya vale de acumular objetos inútiles, contribuyendo a que el planeta pete y los ácaros devoren nuestra casa. Un regalo es un token, y una vez transmitido lo mucho que quieres a esa persona, prueba conseguida: puedes hacer lo que te dé la santa gana con mi jarrón (jo jo).

Luego hay otro tipo de regalos, aquellos que se hacen por otros motivos que el amor ciego. Son aquellos motivados por la gratitud, el compromiso, o para conseguir algo. No pecaré de ingenua, sé que todos los regalos son para conseguir algo: mantener, cimentar una relación, hacer que una persona sea feliz, llámalo hache. Su felicidad también te va a salpicar. Asumamos que no hay comportamiento desinteresado (ni en acciones puramente altruistas), aunque ese interés sea tan loable como no sentirte contribuyendo a una situación injusta, o acallar tu mala conciencia.

Pero divago, a lo que iba: tal vez algún divagante aún recuerda a Campodetenis, el egipcio al que superviso, de un divague anterior. Campodetenis es un auténtico encantador de serpientes, y como él mismo cuenta, con pretendido estupor "un flirt, mi mujer dice que soy un flirt!". El lo niega, y me asegura que todo esto es cultural, que así de hospitalarios son en Egipto (el babosismo es hospitalidad, que no se enteran), y que él no ve otra manera de relacionarse con el personal. Para poner un ejemplo, una tarde, no acordándome de un caso que habíamos hablado en supervisión, le digo "tengo varios como tú, no puedo tener todos en la cabeza", a lo que contesta: "but I thought I was your special one". Qué se hace en estos casos? Cambiar de tema. No porque yo no sepa las reglas del flirt, sino porque con un tipo con el que tienes una relación de poder, de entrada, no. Bueno, y con Campodetenis, en ningún caso.

Total que el otro día, antes de supervisión, ahí estoy repasando mentalmente mi lista de todas esas cosas que Campodetenis no hace porque está demasiado en los pasillos. Y parece que le va muy bien, porque quedamos pocas brujas con cuervo en el hombro ahí afuera. Las secretarias andan locas, y lo que más me preocupa es cuando él esté en mi posición y tenga a chicas que supervisar. Si no quiero entrar en su juego siendo la jefa, imaginen siendo la junior. Pero divago: estábamos conmigo afilando su "to do list", dispuesta a liársela parda si aparece con excusas para los informes a medias.

Knock-knock. Adelante. Avanti Campodetenis que... oh, porta una bolsaca. Mi mente no está ágil, se me ha olvidado tener en cuenta que Campodetenis ha estado en Cairo y antes de que me sitúe ya me está sacando un paquete envuelto en papel plateado y contándome que esto que me ha traído directo desde la fábrica de mármoles de su familia está destinado a agradecer mi apoyo y bla-dibla-di-bla. De repente me veo desde fuera quitando el papel, abriendo la caja, no tenías porqué, de verdad, pero cuánto pesa esto (intrusiones 15 kgs de la infame companía que me trae a la isla desde Vetusta), pero pero pero...

Oh-my-God. Abro la caja y lo que veo es indescriptible. Seis vasos, seis, de mármol. Si alguien no se los imagina, aquí abajo pongo una imagen, porque mil palabras no harían justicia a los seis vasacos. Oh-my-God, insisto. Me duelen los ojos, saca esto lejos de mí, pero me repongo y logro disimular con un "precioso, no tenías porqué", mientras mi mente sufre una lluvia de ideas sobre a quién le puedo enchufar el conjunto, eso sí, admitiendo que fue un regalo. Nunca podría colar que yo compré esto. Mi padre? (amante de Egipto y lo egipcio), pero los 230 kg que pesa me hace desistir de inmediato (y tal vez que aún queda un amago de buena hija en mi corazón agrietado). La siguiente víctima: la Charity Shop aquella en la que puedes dejar bolsas por la noche en la puerta y ellos nunca ven la cara del donante. Todo esto pasa delante mía en nanosegundos.

Al llegar a casa, el Peda no ayuda. Cuando ve la caja sobre la mesa suelta una carcajada a los gritos de: "Joder con la rifa de la guardería, se van superando!" (esa rifa es Lo Peor-lo segundo peor, ahora he visto los vasos- todo el mundo dona sus velas secas, y tú has de comprar boletos y llevártelas). Le digo, entre sollozos, que esto es el regalo de Campodetenis, lo cual le parece aún más hilarante.

Por fin tengo algo de tiempo para pensar, y aunque pueda sonar a que me quiero buscar una razón ética para desembarazarme de los vasos, lo cierto es que hay algo, aparte de su horripilancia, que me hace sentir mal. Campodetenis no ha traído figuritas de mármol al resto de miembros del equipo. Aparte de que tendría que fletar un vuelo solo para acarrerar tanto mármol, casualmente soy la única que va a ponerle "notas" al final de su anio con el equipo, la que le va a escribir la referencia. Soy la única que le persigue para que presente los informes, siempre tarde, y la única que se los manda revisar luego. En una palabra, el regalo puede ser muy agradecido, como me ha dicho, pero sinceramente, suena también bastante a corruptela. Si somos colegas no te vas a pasar conmigo, ese rollo.

Esto me traslada a esa nice península de la que vengo, donde los primos y los amigos pueblan las administraciones, y todo el mundo se conoce, y hoy por ti maniana por mi. Esta manera de operar es mucho más común en países mediterráneos que anglosajones, donde tal vez la familia sea menos importante, pero también hay menos injusticia (aunque la hay) y mayor movilidad.

Por fin decido consultarlo con mi jefa. Si me quedo con ellos, por lo menos quiero que se sepa (merezco un ascenso, no?). Mi jefa entiende, y sugiere que me quede con los vasos, por aquello de "devolverlos sería incómodo", sin que esto "afecte un ápice mi evaluación el sujeto". De hecho, me ha afectado en el hecho de que ahora, cuando le puntúo, me lo pienso mucho más, y para él esto son malas noticias. Mi jefa insiste que lo sabe todo de Campodetenis, pero es un chico tan simpático... sería desagradable dárselos de vuelta.

Claro, es que ella no los ha visto.





05 enero 2012

Racismo: empecemos con las formas

Estos días hay una historia que está conmocionando al Reino Unido: un chico negro fue apaleado hasta la muerte en una parada de autobus por un grupo de chicos blancos en 1993. En aquel momento, no se pudo demostrar que eran culpables pero esta semana, tras un nuevo juicio instigado por nuevos descubrimientos gracias a los avances en esto de las pruebas, dos de los tipos, que ahora tienen treintaitantos, han sido condenados a 14 y 15 anios de cárcel. Si estas cifras no suenan normales es porque ambos han sido juzgados como adolescentes, que es lo que eran cuando mataron a Stephen Lawrence por el hecho de ser negro, y bajo la antigua ley (la ley inglesa fue cambiada a posteriori, en el anio 2000, para ser más dura si los crímenes tienen tintes racistas).

Toda esta noticia me ha trasladado a una conversación en la que participé estas Navidades en esa lovely península de por ahí abajo. Se hablaba de la sanción de ocho partidos que le pusieron a un jugador del Liverpool, un tal Suárez, por llamarle "negro" varias veces de una manera despectiva a un jugador del Machester United . Mis contertulios pensaban que tenía que ser sancionado, pero que tal vez ocho partidos era excesivo, porque consideraban era lo mismo que el que insulta personalmente, a los gritos de "cabrón, hideputa". Ni más ni menos.

Yo defendí que el insulto racista está más "cargado" que el insulto sin estas connotaciones, y que la sentencia tenía que ser mayor, porque aquí hay un deber ejemplarizante extra. Los futbolistas son role models para los chavales y jóvenes, y hay que ser intransigente con los comportamientos racistas, de entrada en las formas, algo que este país cuida mucho. Tal vez porque la inmigración de las antigas colonias lleva aqui mucho más tiempo que en España, la sensibilidad es mucho mayor. Esto ha intentado garantizar una convivencia que sea "good enough", aunque a veces hay casos como el de Stephen.

En mi conversación, no hubo conexión: ocurrió lo que yo llamo hablar en rectas paralelas. Este es el proceso que se sufre, por ejemplo, cuando se habla de religión con alguien religioso (por eso ya no hablo). Llega un punto en el que ves que la otra persona va por una carretera paralela a la tuya, y que nunca, por más que habléis, vais a llegar a un punto de acuerdo, puese usáis distintas herramientas para explicar el mundo. Aquí ocurrió igual: ? hacen falta vivir 14 anios aquí para entender porqué en el 2000 se cambió la  ley para indicar que los  crímenes racistas son especialmente terroríficos y dañinos para la sociedad?

En el Reino Unido, como en todos los sitios, existe evidentemente racismo, como puede verse en el asesinato que nos ocupa, pero en las formas no se tolera un ápice. Te puedes jugar tu carrera profesional por hacer un comentario de ese tipo, por ejemplo. La sociedad es, desde luego, menos racista que la sociedad espaniola y tal vez sea una consecuencia de la  intransigencia con detalles como el de los jugadores de fútbol lo que ha contribuído a ello. Minetras tanto, en España, a alguna gente aún les parecen todos los insultos equiparables.

04 enero 2012

Budismo rural

Decidimos comenzar el año cultivando el espíritu ya que lo que es el cuerpo ya lo hemos cultivado demasiado estas fiestas, así que con mi hermana la mayor y los pollitos nos fuimos a Panillo. Si es que en Huesca hay de todo. El monasterio de nombre impronunciable está en un enclave precioso. Hacía como 20 años que lo había visitado y la verdad es que han hecho una muy buena labor. Está cambiadísimo. Ahora tienen albergue, tienda y hasta seis bungalows, en los que por una determinada cantidad puedes retirarte unos días del mundanal ruido. Nosotros nos limitamos a dar unas cuantas vueltas a la estupa central para ver si es tan auspicioso como decían y "nos proporcionaba la felicidad en esta vida y la obtención final del despertar". Ya os contaré.

Después nos fuimos a Pano. Se trata de un pueblito que supongo en su mayor apogeo tuvo unas seis u ocho casas además de una iglesia. Está situado en un promontorio desde el que se ve mucho monte frondoso y un embalse. El pueblo pertenece a Kurt, un suizo (entendí que ex militar) de ojos azules, muy vivos y alegres, que desde hace veinte años lo está restaurando con mucho gusto y mucha paciencia y supongo que con alguna buena pensión que le llega desde Suiza. Ha hecho de Pano su lugar en el mundo. Al parecer el pueblo estaba deshabitado y Kurt fue comprando las casas, en su mayoría derruidas, hasta que se hizo con todo el pueblo. En la actualidad funciona como una ecoaldea. Ahora tienen también un albergue y además han creado una fundación que, junto a la restauración del patrimonio, también se dedica al cultivo del alma. Vale la pena la visita. 










03 enero 2012

Felicidades Divíssima!

Querida Cobloguera... creo que esta es la maniana más terrorífica del anio. Era aún de noche cuando ha gritado el despertador y ayer pasaba la medianoche cuando yo seguía dando vueltas (el jet-lag, ya se sabe). Por la ventana entraba un vendaval, Mini se negaba a salir de la cama, hacía frío, tocaba lavar el pelo, explicar a nuestras invitadas las rutinas de la casa.

Pero es tu cumple, y aunque sea cinco minutos tengo que sacar para felicitarte enmedio de mil emails y happynewyears ene l trabajo. Y como lo que yo necesito hoy es energía, aquí te va esta canción de 1980 de los Status Quo... a ver si si alguien me propone algo diferente para esta maniana...

FELICIDADES GUAPA!!!



02 enero 2012

Hola Londinium, hasta pronto Vetusta

Primer divague del año, mientras mi casa es el Campo de Agramante: maletas abiertas, juguetes, recibos, regadera. Música de fondo. En Vetusta tenía sintonizada M80 mientras me duchaba y alguna vez pensé que es extraño que alguna canción te haga plink! porque no la has escuchado desde los 80. Me pasó con este "Corazón de Neón" de la Orquesta Mondragón, escrita por Sabina. No le había dedicado un solo pensamiento desde que iba en uniforme escolar, y su letra vino así, como viene el Padrenuestro (el antiguo, el bueno, el de "Dánosle hoy") (es un monstruo de siete cabezas). Sobre todo el trozo de las ciudades.

Volar a las 22:40 del día de Año Nuevo tiene su mérito: todo el mundo en coma gástrico (que de repente va a estallar), y nosotros pensando y pesando maletas, que si te paso ese turrón a la mochila, que si que la Hellokitty la lleve Mini en la mano (envuelto en papel celofán). Las madres, como siempre intentando meter jamón al vacío en los resquicios (un niño limpiando un fusil). Y sorpresa, había vida en el aerovetustapuerto: creo que es el único lugar de la ciudad (es el templo del bien y del mal) donde había evidencia de materia orgánica. A Hellokitty le pusieron una pegatina con su nombre para que pudiera viajar, y Mini les explicó que si aprietas su cabeza (un tremendo barril de cerveza) se ilumina: es la versión gusiluz de la vida moderna.

Volar de noche siempre me da la (falsa, fatua) ilusión de que estoy volando transatlántico (al que llega le da un caramelo), me recuerda a esos vuelos que parten a la medianoche hacia Río de Janeiro vía otras plazas (México, Río, Tanger, París), vuelta Javier Gurruchaga a entrometerse en mi despegue. Veo a Vetusta iluminada, y casi sin darme cuenta, ya hemos pasado Londinium La Nuit (Roma, Tokio, Los Angeles, Nápoles, Londres, Berlín). Si sales victoriosa en la refriega por un buen asiento, da gusto sobrevolar Londinium (mi cárcel y mi libertad) pues eres Wendy siguiendo los sights del Támesis como en el cómic de mi infancia, con fotogramas de la peli de Disney, que me traigo para adoctrinar a Mini por las noches (Nueva York, Estocolmo, Donosti).

En mi asiento pienso en todos los libros que me traigo (es un ogro con dientes de oro), y comienzo a insalivar (mientras lanzo una mirada con flechitas destructoras a las pobres azafatas que pasan con su carrito de comida. No más comida, por favor (la ciudad junta a dios y al diablo). Sé que ellas no tienen la culpa, pero tal vez sí de la corneta que toca cuando llegamos a tiempo a la City: señor líbrame de este cáliz, llega con retraso si es necesario). Libros recomendación, libros regalo, libros que me han encontrado (Vila-Matas, Márai, Bolaño, Puértolas, Vias Mahou, Cortázar, Houellebecq, Irurzun, Orejudo se quedó allá), libros que me transportan a ciudades de "Corazón de neón" (Barcelona, Moscú, Casablanca, Bruselas, Manila), al igual que las pelis que he visto estos días de canguros a tutiplén: "Un método peligroso" (Croneberg), "Margin call" (Chandor), "Carnage-Un dios salvaje" (Polanski), "La fuente de las mujeres" (Mihaileanu), "Tinker Taylor Soldier Spy-El topo" (Alfredson) y "The artist" (Hazanavicious) (Nueva Delhi, Caracas, El Cairo, Varsovia, Madrid).

Londinium a la una de la madrugada, en día pre-festivo (como lo es hoy), es más Corazón de Neón que nunca (un amante de lujo que siempre quise seducir). Los Olimpics llenos de luz, la City donde se vende humo y, por ende, sangre, Tower Bridge tan real como el de Peter Pan desde London Bridge, el iceberg de cristal clavado en el corazón de Southwark que es The Shard.

Corazón, corazón, corazón, corazón de cemento
Corazón, corazón, corazón, corazón de hormigón
Corazón, corazón, corazón, corazón de polución
Corazón, corazón, corazón, corazón de neón.