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27 julio 2023

Lluvia, solomillo, cambio climático, Barbie, Rodas: tres días en Donosti

Playas del norte
 
El calor de Barcelona me hizo olvidar mis principios y abrazar todo lo que es anatema en mi imaginario de vacaciones estivales: nublado, (dame más), lluvia, (la quiero), dormir con manta, (sueño dorado). Volamos un lunes hacia mediodía (nueva crisis aeroportuaria en Barna, esta vez relacionada con que las máquinas no me quieren y no hay personas) y en el aeropuerto de Bilbao -qué bonito, pese a que pretende ser un pájaro-, era otoño. 

Estos tres días en Donosti se pueden resumir en tres verbos: hablar, comer, dormir. Hablar con mis suegros (con Mini de fondo quejándose porque el wifi es "temperamental"), que son grandes conversadores y siempre les interesa todo lo que tenemos que decir. Comer por encima de nuestras posibilidades (allí siempre igual) y dormir siestas épicas, de esas de tontuna comatosa que duran dos horas, de las que sales mareada y recordando sueños grotescos. Como dije, parte de la culpa es de Roc, estoy de resaca y ya temo mi siguiente visita en diez días al pequeño Damien, en mi segunda tanda de Plómez. 

La Zurriola

El martes no paró de llover, pero miraba por la ventana y no me importaba nada: llevaba chaqueta!  Eso sí, estos días estuve muy agobiada por los fuegos de Rodas. Miraba el blog y, justo hacía un a
ño estábamos en Arcángelos, en la zona donde ocurrió lo peor del fuego. Me preocupaba por la yayá que regentaba nuestro apartamento: ¿estarán bien? ¿Se les habrá quemado el sitio? Abría The Guardian y siempre en primera página -es un destino muy british-, noticias de Grecia: gente caminando en bañador por la carretera enmedio de la noche, huyendo del fuego.  Y luego se extendieron a Corfu, al Peloponeso (cerca de Epidaurus, no!) y me ponía en la situación de tener un vuelo hacia allí, y qué hacer (tonto ejercicio, no tenía un vuelo para allí). Y otras ridículas tesituras del primer mundo, replanteando mi vida: qué hacer, dónde ir cuando algún día tenga tiempo, esa cosa. Mi lugar en el mundo se está quemando, no quiero pasar calor, no quiero pasar frío, yoquesé.

Día de playa, Donosty-style

El miércoles "sale día de playa".  Leo "The sea The sea", y le hago fotos sobre la arena para un futuro divague. Entonces aún me gustaba (lo he dejado tras 300 páginas), y mucho. E
El concepto vasco de "helado pequenio"
n un punto hay que ponerse la chaqueta: así, encima del bikini. Esto de llevar jersey siempre nos hace reír de la playa en Donosti y siempre me recuerda a Aberdeen donde pasé un verano de estudiante (allí íbamos con el Kahru).
 Por la tarde, más rituales donostiarras: ir de pintxos y de helados. Según los connossieurs (Mini y el Peda), aquí está la mejor heladería del mundo (e incluye Nardulli's en mi barrio) que se llama "el Boulevard". Hay que pedir el cono pequeño y aún así se derrite porque no das abasto. A mí no me gusta comer helados sola, me aburro, pero esta vez tengo que pedir uno para mí porque no está el Peda, que es el único que se deja. Es un poco como beber tequila, hay que hacerlo con el ritual y amigos ya a ciertas horas. Bueno, no es como el tequila, yo qué sé, que me lo termino como puedo.

El boulevard
Nadie necesita más fotos de pies,
pero hey, unos en el Paseo Nuevo

Vemos Barbie en versión original en unos multicines: idea de Mini y nos unimos P. mi suegra y yo. Hay muchas chicas jóvenes vestidas de rosa, "experiencia grupal". Me recuerda el día del concierto de Harry Styles, cuando fui a llevar a Mini, y podías distinguir a las asistentes ya en el metro con sus sombreros de cowboys y la brillantina.  Es "el día del espectador" -por favor, hace cuánto que no iba un miércoles en la península al cine-, baratísimo (creo -porque invita P.- que 4.5 euros por persona), en Londinium habría sido -en el cine de mi barrio, no entremos en el centro- £15.30 por persona. No es que tenga grandes esperanzas sobre la peli, producto comercial para vender más muñecas, pero me gusta la directora, Greta Gerwig (y su coming-of-age "Ladybird", por ejemplo) y ya he hablado de mi woman-crush con Margot Robbie (que por cierto vivió en mi barrio cuando no era famosa y admitió en la premiere que iba al mítico "Inferno's"-más de este antro tal vez otro día). En la peli hay momentos de arenga feminista que no se suelen escuchar en "la peli más taquillera del verano" y por ese lado, bienvenida: hay que seguir mandando mensajes, subliminales o en-tu-cara, a ver si alguien que pasa por ahí los pilla. Tiene un principio con referencias a 2001 y muchas otras que ninguna niña pillará. Tiene trozos de sátira que están bien, tiene trozos aburridos de persecuciones, tiene momentos de carcajada, tiene partes que tu mente divaga, tiene una relación de madre con hija-teen-tocapelotas que, las que estamos en este momento sufriendo a una nos tocará, valga la redundancia. En el cine-forum posterior, la hija-teen-tocapelotas que me ocupa me hizo saber que yo "no había entendido nada de la peli" y que por supuesto ella me la iba a explicar. Eso sí, no le gustó que le recordara que no pilló la referencia del principio, por ejemplo - porque no ha visto,  no será por falta de ofertas, "2001, Una odisea en ekl espacio". Nota: anoche la inicié a Kubrick con "El resplandor" ( teen ama el género terror-check), y le intenté vender 2001 como "también de miedo, un ordenador que mata". Veremos cuánto dura con los valses... 

Lo del clima es todo menos ideal

El jueves de vuelta a Londinium, donde todo sigue en orden: el Peda con su pata-de-palo haciendo progresos (ya puede pisar el acelerador, o sea, buscarnos a la estación). Mini le pica con detalles de su ciudad natal que tanto le gusta, con especial hincapié (saña) en la variedad y calidad de los helados del Boulevard. Similar temperatura que en Donosti, similar lluvia. Chicas vestidas de rosa a ver Barbie. Siguen los fuegos y sigue el agobio climático por el futuro. Leo que el 23% de las emisiones de CO2 las hace el 1% de la población con su consumo exagerado: es ya imposible no politizar esto, al 99% nos va la vida en ello. Siguen las huelgas de los médicos, de los transportes. En realidad, nada está en orden. 


Mientras tanto, en Londinium...


"La mujer helada" de Annie Ernaux: Escribir para cerrar lo vivido

Hace muchos años que no leo a Simone de Beauvoir, una de las autoras que asocio a la época de la universidad, pero hace poco terminé mi primera novela de Annie Ernaux, "La Femme gelée," (La mujer helada) que no solo por francesa, sino por su temática -el timo del "amor romántico", el matrimonio burgués, feminismo y más-, me ha recordado en parte a de Beauvoir. Con estos mimbres de primer párrafo, la ingenua aún pensaba hacer un divague breve: si en la relectura me encuentro poniendo títulos, vamos mal, pero allá vamos:

Literatura testimonial, literatura para "cerrar" lo vivido
A Annie Ernaux le dieron el premio nobel de literatura de 2021 y, según leo, es la primera vez que este premio se da al género "memorias", que parece tiene mucha historia en la literatura francesa. Escribe "literatura testimonial", o tal vez autoficción, ese término despectivo que se usa para indicar que una mujer está escribiendo algo basado en su biografía. Como si Philip Roth no escribiera sobre su vida, pero es un tío, como si no se narrara siempre desde tu experiencia, vivida en primera persona o vicariamente.

De Ernaux leí una frase que abre una de sus novelas ("Le jeune homme", esta sobre su relación con un hombre décadas más joven) que completamente me robó el corazón: 
“Si no las escribo, las cosas no han llegado a término, solo las he vivido”. 
He citado ya a otros autores que decían cosas similares, como Eugenides en "Middlesex": ("In support of my personal belief that that real life doesn't live up to writing about it, the members of my family seem to have spent most of their time that year engaged in correspondence") o -esta va de leer- de Logan Pearsall Smith, la famosa “People say that life is the thing, but I prefer reading.” Pero decir que las anécdotas, las situaciones, las experiencias, los pensamientos, los libros, las pelis, lo que sea que te importa no se "cierra" hasta que no lo has escrito me parece genial. No sabía si me gustaría lo que me iba a contar Ernaux o cómo lo haría, pero esa frase y esa sensación, de entrada la compartimos.

Aspectos formales -o por qué no seguí estudiando francés
Definen a su escritura como "aséptica y desnuda", frases cortas, párrafos largos, al grano. Tristemente, al leer una traducción me he perdido parte de la voz de la autora, eso lo tengo claro. No sé si por eso, tal vez no haya encontrado demasiados "subrayados formales", lo que NáN llamaba "fulguraciones", frases de gran belleza por sí solas, sin contar el contenido. 

Annie Ernaux
Sin embargo, hay imágenes con las que me he quedado ("niños jugando en la calle que se paran para mirarnos") y sobre todo he subrayado muchas ideas para pensar y muchos lugares comunes, aunque no todos, entre la autora y yo. Ernaux tiene 83 años, es hija única y francesa: décadas por delante con respecto a los "vecinos de abajo" de los Pirineos. 

Las monjas, qué rollo siempre
Pero Francia no deja de ser un país católico del sur de Europa, y la autora va a un colegio de monjas donde describe experiencias calcadas a las que viví yo, parece que el tiempo y la distancia no existen en este y otros muchos aspectos. 

Las monjas de Ernaux meten miedo con los castigos que manda Dios, tienen un grupo de favoritas, hablan de vidas de santas, y "cada vez que hagáis un sacrificio anotadlo" (viene a ser como un diario de Terapia Cognitivo-Conductual, pero en punitivo). Tengo flashbacks de mi vida colegial cuando habla de la confesión ("está el Padre Bonifacio para confesar, el Padre Bonifacio" decían por megafonía e íbamos para perdernos clase), todo esto lo contó en su peli Pilar Palomero, "Las niñas" (era mi colegio!) de la que divagué aquí. Y con los mantelitos con bodoques que hacíamos para el día de la madre - a nosotras no nos decían lo que las monjas terroristas a Ernaux: "¡Si no termináis la canastilla, es que no queréis a vuestra mamá!" (solo lo de "Pisa este crucificjo", pistoletazo de salida a los 6 anios de mi legendario sentimiento de culpa)

Unos padres así te dan energía para toda una vida

De Bilbo a Donosti
Pero Ernaux dice "a la mía los mantelitos le daban exactamente igual". Porque una de las mejores cosas del libro, y por lo tanto de su vida, son sus padres. Es hija única, la han tenido ya mayores, (quién iba a decir que en esa época había gente que se cuestionaba lo de tener un hijo) y no pueden creerse su suerte. Su padre hace muchas cosas en la casa, y su madre es ese modelo que toda hija deberíá tener. Vale, "no porque no perteneciera a la burguesía hay que perdonarle todo" , pero era una mujer fuerte, que trabajaba duro, que mandaba sobre sí misma y que vio que la educación era la única manera para su hija de tener vía libre en el mundo. "Nunca me molestan cuando hago los deberes, tampoco cuando juego, para pedirme que ponga la mesa o friegue los platos", ella está en el mundo para aprender y ellos lo van a facilitar. "Entonces no exigir nada de mí que pudiera impedirme triunfar, nada de esos pequeños servicios domésticos donde se agota la energía. Lo que cuenta es que ese éxito no se me haya vetado por ser chica. Acabar siendo alguien no tenía sexo para mis padres". 

Y lo mismo con respecto al matrimonio "paciente y regularmente, enseguida, se me convence de que el matrimonio no es sino una peripecia en función de los estudios y el oficio, como para los chicos". 

A mí esta parte me ha emocionado y desde luego recordado a cómo nos educaron a mi hermana y a mí y a muchas de mi generación: estudia, estudia, no dependas nunca de nadie. Así crecí yo, y tal vez por eso no puedo con roles tradicionales donde la mujer es la que se coge la jornada reducida cuando nace el bebé, porque total, es que su salario es menor (prescindible, solo falta "para sus caprichos"). Pero, ¿por qué su salario es menor? No abramos este melón que anoche vi la Barbie de Greta Gerwig con Mini y mi suegra (compas feministas de pro) y me sale otro divague. 

Solo una breve línea para terminar con su infancia, y una nueva intersección con la mía: "Mi bici, maravilloso instrumento de ensueño. La comba, la rayuela (el "descanso" lo llamábamos en Vetusta), balón prisionero, subirse a los árboles. (...) El mundo de los chicos no me amenaza. Aún". Esa fue mi infancia en el colegio o de vacaciones. Libertad para ser cualquier cosa.

Adolescencia: corramos un tupido velo
País Vasco
De repente, aparecen los chicos, y su foco en ellos es casi una obsesión. "La ecuación, bella, factor de gustar y de amor, igual a finalidad de la existencia". Pero ella se da cuenta de que ellos no son bombardeados con los mismos conceptos, no se miran en el espejo tanto, no se ponen a régimen. 

La época de encontrar tu identidad: distintos tipos de chicas. Las "bohemias, atrevidas, curiosas, que no habían escogido el buen camino", las creyentes "esa sonrisa abierta y tonta propia del júbilo cristiano, una ropa pasadísima de moda", las "fiesteras" (todos los lunes resacosas, contando rollos), las ligonas (o ligadas, no lo tiene muy claro), las empollonas (que los chicos denostan, pero esto yo  no lo viví, igual es porque me junté con los chicos adecuados), las "fáciles" (pero eso sí, el chico fácil no existe), las burguesas "cursis, asépticas" ("Adoro a las pijas de mi ciudad" de La Costa Brava, y mi ciudad y la de la canción es Vetusta). 

Invertir tiempo y dinero en una apariencia para gustar, para "ser elegida". "El cuerpo vigilado sin parar, embutido, estallado bruscamente en un montón de trocitos, ojos, piel, pelo, de todos había que ocuparse, uno a uno para alcanzar el ideal". Afortunadamente, en mi época tardo-infantil ser cool era ser chicazo y eso se quedó conmigo: siempre me ha parecido que intentar ser excesivamente femenina [las manicuras, los estilettos, los bolsitos y demás ("Decidida a jurar que la condición femenina más extendida nunca será la mía")] es una esclavitud. Yo también tengo las mías, claro, pero me creo que en el espectro de "conformar con lo que quiere el patriarcado" no estoy en el extremo -aunque tampoco podría tirar la primera piedra. 

Y luego hay cosas que no cambian: también era cool controlar todas las nuevas canciones, en la época de Ernaux, en la mía, y en la de Mini, que ese aspecto debe ser de lo más cool.

El feminismo es política, pero además, conciencia de clase

La Zurriola
Ernaux viene de la clase trabajadora y también entre líneas hay menciones al tema social. Parte el corazón su observación de las chicas que "no vuelven al colegio en Septiembre" a medida que la escuela avanza: "Primero las menos ricas, para secretarias o dependientas, luego las hijas de los comerciantes, que también se dedican a vender, pero de otra manera, las granjeras que desaparecen definitivamente en sus hectáreas de tierra". 

Se quedan las Teresas, "todas hijas de papás pudientes y sin más fin en la vida que el de bailar, los guateques y las canciones de Brassens", que luego se acabarán casando, pero podrán hablar de "La Tormenta" (y ponerlo en práctica, por algo son franceses) en las "cenas de matrimonios". Ellas dan los guateques -como hoy en día las "parties" en casoplones del sur de Londinium que me cuenta Mini-, "son las hijas de dentistas, de grandes comerciantes e ingenieros, las pretenciosas de toda la vida, esas no son mis amigas. Las mezclas no existen en una pequeña ciudad de provincias de ocho mil habitantes. El baile del sábado por la noche, ni hablar, criadas y obreras, eso es todo". Las mezclas no existen tampoco en las grandes metrópolis del mundo, Annie, te lo aseguro.

La uni, seguir conformando
Luego la universidad, un mundo de hombres donde nosotras nos adaptamos sin cuestionar casi nada. Como yo en la época, Ernaux lee a Camus, Sartre, y nos identificamos con ellos. El mundo de ellos es siempre más importante que el nuestro (de esto más en la peli de Gerwig, y también en el paralelismo cinematográfico del verano Barbie-Oppenheimer). 

Y luego el postureo: "Baudelaire, Verlaine, Prévert, me sé de memoria al trío así-ligas-fijo", con cierto tipo de tíos. Yo recuerdo unos amigos que tenían un interés en la música clásica que rozaba el autismo y a nosotras nos gustaba, vale, pero tal vez fuimos a más cuartetos de cuerda a iglesias de los que era normal en gente de 16. O el del heavy: uno decía que su novia pretendía ser fan de esas bandas satánicas durante el noviazgo, y esto pasó muy al segundo plano cuando las cosas se asentaron. "Mis esfuerzos por compartir sus gustos, titánicos. Todo lo que me tuve que tragar con tal de comunicar, con él, con ellos, que si jazz, que si pintura moderna (...) dar gusto al fin y al cabo". 

Pese a cumplir anios, sigue lo de siempre: nadie defiende la libertad sexual de las mujeres. Si promiscua, eres puta ("libertad, cosa de zorras"). El placer es una derrota para ella, mientras que es un triunfo para los chicos. De nuevo, otra generación que la mía y una podría pensar que otro planeta, pero hasta en mi facultad "se sabía" de las promiscuas y sin embargo risitas complacientes para con aquel que "había ido a tratarse una venérea a otra ciudad". Un asco, claro que solo hay que leer el grupo de WA de esta gente, todas esas décadas después: se entienden cosas. El conservadurismo nunca ha sido amable con las mujeres, o si no, lean los periódicos del momento.

Las que sea casan, muertas en vida
Ah y la visión de Ernaux de las que se iban casando "era como si estuvieran muertas y yo siguiera viva".  Soy yo: recuerdo perfectamente esta misma sensación, pasar por la iglesia en la que se casaron mis padres (un gran centro del casorio en Vetusta) y ver boda tras boda y sentir pena de los novios. Se les acaba la vida, pensaba yo, se les acaba la diversión, la juventud, todo lo que interesa. Les queda el sofá. "Vaya mierda, te mueres, no hay más que ver a todas esas parejas casadas en el restaurante, sin dirigirse la palabra, momificadas". 
Quién supiera surfear

Luego me pasaba eso con los que tenían hijos: pensaba, se acabaron los viajes, los fines de semana en pijama con los periódicos, las tostadas, los libros desparramados por la cama, ir al cine tarde, malcomer cuando nos apeteciera, anarquía doméstica. No me identificaba con ninguna familia con bebé, no quería ser ellos. Luego una se da cuenta que las cosas se pueden hacer de otra manera, pero no es fácil, y sigo pensando que la mejor etapa de la vida es cuando empiezas a trabajar: tienes pasta y no muchas responsabilidades. Y sí, es una sociedad centrada en el yo, y está mal visto en nosotras, con nuestro eterno rol de "cuidar" o, en el fondo, "servir". Ernaux: "Atreverse a echar de menos ese periodo de egoísmo, donde solo éramos responsables de nosotras mismas, sospechoso, infantil".

No, tu boda no es "irónica"
Pero entonces se casa, justificándose al principio "un enlace es una formalidad, sin gastos, no hacemos celebración, (...) los perifollos, el lunch, el vestido de cola, estamos de acuerdo, se lo dejamos a los gilipollas y a los pretenciosos. Nosotros lo haremos en un pispás, como una concesión a la sociedad, a los padres (...) ojo, a nosotros no nos engañan, nos lo vamos a tomar a cachondeo, para poder sobrellevarlo. Gracias a ese estado de ánimo, tuvimos la soberbia impresión de no hacer lo mismo que los demás, de casarnos de chirigota"

Aquí hay un desgaje con el resto del libro. Podría haber escrito mucho más de todas las cosas que tengo en común con la autora en sus años de formación, el libro lleno de subrayados y anotaciones, con cosas que fueron exactamente así en mi vida (a ratos me preguntaba cómo llegaría esto a un joven de la India, por ejemplo, o a un japonés, si estas experiencias serían totalmente alien para ellos). Sin embargo, cuando se casa se transforma en otra persona, o tal vez no, simplemente está anestesiada -porque claramente cuando lo escribe, pocos años después, ya está el ojo crítico. 

Urgull de fondo
Como persona a la que le aburre "la casa" (me refiero a llevar la intendencia del hogar, mirar una sartén a ver si se hace loquesea, dedicar tiempo a qué lámpara va a juego aquí, encargar cortinas, etc), sí que me identifico con su perplejidad, por ejemplo, en el supermercado: "mientras yo deambulo por los corredores sin saber qué coger. (...) Estoy a punto de echarme a llorar frente a toda esa comida que no me inspira nada. Nunca lo lograré. No quiero esa vida que transcurre al ritmo de la compra y las comidas". Yo soy "un pato mareado" en el super, ahí me asaltan las fantasías del día que exista la pastilla esa con la que no habrá que hacer la comida a diario, y solo se comerá para disfrutar el fin de semana, o cuando sea. 

Pero todo el resto de su vida de casada afortunadamente no tiene que ver nada con la mía: vive vicariamente de los éxitos de su marido, porque ella queda relegada a segunda posición intelectual en la pareja. "La máquina de mermarse una misma se ha puesto en marcha", dice. Las otras mujeres, que han entrado en el juego: ninguna tema de conversación. 

Maternidad
Todo el terror del "mundo del bebé" cuando este llega, su responsabilidad (de ella) sobre todo. La  "Teoría del apego" y todas las malas interpretaciones que se han hecho: "Una voz que dice cosas terribles, que nadie sabrá ocuparse tan bien como yo del crío, ni siquiera su padre, (...) esa manera sibilina de dar miedo, de culpabilizar, «te llama... haces como que no lo oyes... dentro de unos años darás lo que sea para que te diga una vez más: Mamá, quédate»". Cómo nos comen el coco, antes eran los curas, ahora las mamis influencers de la New Age. 

Lo más gracioso es que él "no quiere la muerte de esa chica. Ni verdugo ni estúpido, no querría que me convirtiera de la noche a la mañana en una señora detrás de un cochecito. Necesita creer que soy tan libre como él", pero sus acciones contradicen esa idea. Es la disensión entre lo que una quiere y lo que una hace: hay principios que son bonitos como principios, pero llevarlos a la práctica es duro. Es como viajar a la India o a Escandinavia, qué bonitas las fotos luego, qué sopor estar allí: pero en tu mente, te gusta "haber estado". 

Este trozo es bestial, porque él, cuando llega de la batalla [de la oficina, no magnifiquemos], además pide explicaciones: "¿qué tiene en la rodilla, se ha caído? ¿Dónde estabas tú? Rendir cuentas todo el tiempo pero no en tono tiránico, suave, normal. Cuando por la noche coge en brazos al crío radiante, alimentado, lavado, con el pañal limpio para toda la noche, es como si hubiera vivido toda la jornada para llegar a esos diez minutos de la presentación al padre. Lo lanza por los aires, le hace cosquillas, lo cubre de besos. Los miraba a los dos, reía, regocijo cobarde. Horas de cuidarlo, de ocuparme de él, de renunciar a mí. Como la madre de él. De qué te quejas las madres solteras y las divorciadas no tienen hombre a quien hacer la ofrenda de sus sacrificios, cada noche". De nuevo, esta no ha sido mi vida, me digo, esto lo ha escrito una mujer de 83 años, me repito, pero entonces abro los ojos y me doy cuenta que muchas mujeres de mi edad o menor han vivido, están viviendo esto: "Cinco lobitos", la peli de Ruiz de Azúa, que ganó varios premios el año pasado. Así van las cosas.

Y las vacaciones, época de desconectar, otra pesadez: ella, "ocupando su sitio entre las mujeres sentadas en la arena, rodeadas por cubos y palas, mientras las chicas solas corren hacia las olas, y como los peores consuelos dejan de dar miedo al cabo de un momento, decirse que ya les llegará a ellas la hora, atadas a sus hijos mientras el marido boga en un velero todo el día". O en el coche "entretén al hijo, que yo estoy conduciendo", no ves que él está haciendo algo importante, mujer. Y acabar cayendo en los "complejos turísticos familiares": el otro día vi en IG uno en una de esas "influencers familiares" que me dio convulsiones tónico-clónicas. No tengo ninguna duda de que prefiero una semana trabajando que en un hotel "preparado para los niños" como ese. Malamadre, moi? Perdonen: he estado en Disneyland no una, DOS veces. Acepto sus disculpas.

La escritura que nos salva
Hacia el final, hay una especie de luz al final del túnel: el trabajo. Aunque nunca será "una profe disponible. Eso es cosa de los hombres y de las solteras". Qué pena, mujeres que terminan considerando que su trabajo vale menos, que su "sueldo es una ayuda", pero nada serio, un juego para que se entretengan. 

Pero la lucecita: comienza a escribir. "El crío duerme. Papel, bolígrafo. Cualquier cosa, diario, poema, novela. Miedo a que se despierte. No solo eso. No llego a creerme la realidad de que esté escribiendo, una especie de divertimento entre el aguacate con gambas y el paseo con el niño. La apariencia de la creación". La terapia que supone para los que escribimos tener "esa habitación propia mental" donde hacerlo. No hay nada igual.

Escribir con desgarro y sin florituras, escribir en presente. Leo en las notas de otra de sus novelas ("Passion simple", sobre un affair que tuvo pasados los años con un hombre casado), una alusión al tiempo verbal (curiosamente, algo similar hace un par de divagues con Updike): "Paso del pretérito imperfecto, el que era —¿pero hasta cuándo?—, al presente — ¿pero desde cuándo?— por falta de una solución mejor. Ya que no puedo dar cuenta de la transformación exacta de mi pasión por A., día a día, sino sólo detenerme en algunas imágenes, aislar algunas manifestaciones de una realidad cuya fecha de aparición —como sucede en historia general— no se puede definir con certeza". 

Escribir como sea, escribir porque no hay nada igual, escribir porque las cosas "Si no las escribo, las cosas no han llegado a término, solo las he vivido”.

"No pude terminar ese divague tampoco"


23 julio 2023

23J. Los ricos nunca están. "La nadadora" de Cheever. Monasterio de Pedralbes.

Domingo, 23 de Julio de 2023
El 23J, jornada electoral, acompañamos a los Jekes a votar, todo sea por la experiencia sociológica. Alguien pensará que lo mío es vicio, porque hace unos días estuve con lo mismo en el consulado en Londinium: sobredosis de la Fiesta de la Democracia! Lo que sea, pero aquí también nos apuntamos, pese a que cae fuego y después solo vamos a un parque (donde he de semiducharme en una fuente de la que solo beben los perros).

Bebé vestido para despistar al enemigo
Se ha habilitado para la fiesta el hall de la Facultad de Derecho y tengo terribles flashbacks, esta vez de "hall de facultad con tremendo calor" en los finales de junio. Qué horror era aquello, qué horror tener que ir a los tablones a ver las notas colgadas: cuántos viajes vacíos se ahorrarán hoy con internet.

Y sí, viciosa y masoca, porque ya sabía que la demografía de ese centro electoral no iba a ser particularmente edificante para mí. Voy a intentar no ser tan ruda como el otro día, que algún divagante me llamó la atención, pero es que la gente que vota aquí, chupando lentamente su dedo índice para depositarlo sobre la papeleta de El Enemigo y así atraerlo más facilmente a sí, sin ninguna vergüenza, me caen mal. Es un hecho científico que la empatía está muy relacionada con "nuestro grupo"; o sea, en experimentos en los que se clava algo en la mano de alguien de, pongamos, otra religión, el cerebro se activa de diferente manera que en el control (cuando se clava en alguien de tu grupo). Somos más empáticos, nos duele más, cuando se clava en la mano que pone "ateo" (en mi caso), que en cualquier otra religión. Esto se extiende, a razas, grupos políticos, y hasta equipos. Ellos vs. nosotros: esto es un principio básico de toda propaganda política. Hay que deshumanizar al enemigo, hacer que se le vea como un animal, por ejemplo: rata, serpiente. Esto es evidente en carteles de distintas tendencias y es importante saberlo ver para intentar que no te manipulen. Al menos "intentar", y lo que creen que "a ellos, nunca" son los mejores.

Volvamos al colegio electoral, donde están además de los que votan (y los sufrientes de las mesas electorales) los apoderados: son todos de este mismo Enemigo (y también de su versión folkórica), y son todos sonrisas y simpatía. Tal vez es porque nos confunden con ellos (una pareja con bugaboo y bebé vestido de pijopera (*), excéntrica tíadeamérica seguroinofensiva y adolescente que, bueno, seguro que está pasando una mala racha con esas pintas de inglesa). Pobres, no saben que en un scanner, si nos mostraran un machete en su cabeza, los cerebros de todos nosotros se activarían menos. 

(*) Nota aparte una vez más para quejarme de las pintas de Roc. Ya hablamos en su día del color beige, que yo me pregunto dónde ha quedado el azul de toda la vida, o los colores básicos. Tampoco se le pueden regalar camisetas, pololos, monos, con ositos ni ningún animal (Buggs Bunny, vade retro!), y uno que le traje del incombustible John Lewis, lo han aceptado "para estar por casa" y lo llaman "su uniforme de veterinario" (es verde cirugía y, vale, sí, montón de bichos). Lo del pelo también es para estudiarlo: lo peinan con raya al lado como si fuera un seniorito andaluz. En la imagen de abajo se puede apreciar cuando estoy yo cómo acaba su pelo: amago de punky, le queda mucho mejor.

Nótese el balón intentando adoctrinar a Roc
ya en uno de esos "grupos de empatía"

Por la tarde, JAL y Mini, los de la "escape room" plantean playa. Yo he encontrado incomprensión en el divlog cuando he explicado cómo me gusta a mí el mar: en reducidas dosis, pequeñas calas de piedra, poca gente (mi amiga Mónica ha estado en Mani-tanta es mi brasa- y ha vuelto encantada, claro) y a otra, pasando por anfiteatro descomunal desconocido. O sea, mi idea de playa no es la que se ofrece para esta tarde, así que el grupo se escinde.

Roc y su madre se quedan en la siesta y yo, ese rato, me subo al monasterio de Pedralbes, con la idea de que más tarde se unan ellos. Subo por la avenida del mismo nombre y, por ubicar a algún lector que no conozca la sociodemografìa barcelonesa -pongamos alguien en México que gugleó "Los ricos también lloran" y le salió el título de hoy- , informarles de que esta es una "zona bien". Esta avenida tiene edificios bajos, con balcones con jardineras uniformes de las que cuelga hiedra y flores, toldos a juego en colores pasteles, y piscina que no se puede ver bien, especial menciòn aquì al jardinero, a menos que encuentres un ángulo entre el tupido seto. Hace tanto calor que, una vez que descubro que en la primera piscina no hay nadie, me dedico a intentar establecer si hay alguien en alguna de ellas. Yo, que voy buscando una fuente en cada esquina para meter mi cabeza para poder seguir adelante. Pienso en el relato de Cheever "The swimmer", del que ya hablé aquí (y también del gran anuncio de Levi's que marcó mi adolescencia-está al final de ese divague) y en qu eme gustaría hacer lo que el protagonista: lanzarme en la primera de esas piscinas, nadarla, y seguir a la siguiente, y la siguiente, hasta subir la calle y llegar al monasterio. Me encantaría que estuvieran, como están, vacías, pero que poco a poco, al oír el splashhhh, salieran sus guardias de seguridad y dijeran cosas por sus pinganillos, y se oyeran sirenas, y cuando yo salía de la penúltima, con mis 501s escurriéndose, la poli comenzara a buscarme por la primera, y nunca me encontraran. En realidad, esto ya lo hizo una tal Carolyn Kormann, también escritora del Newyorker ("también" lo digo por Cheever, aunque mi contrato debe estar al caer) que en 2014 nadó en un día por todas las picinas públicas de Manhattan y lo publicó aquí: "The Swimmer: Manhattan Edition. A daylong swim across the borough’s pools, in homage to John Cheever’s "The Swimmer".”

Cuando llego por fin arriba donde está el monasterio, doy por terminado mi estudio de las piscinas (tristemente en seco): NADIE. No hay nadie. Esto confirma mi teoría: los ricos no están nunca. Esta es una premisa que vengo avalando desde hace tiempo: pongamos Londinium, te paseas una tarde de invierno por Kensington, cuando está todo oscuro, y no hay ni una sola luz encendida. Cuando las hay, también hay que admitir que es un festival, porque esos salones son como en Downtown Abbey (no la he visto, pero you get the idea), "materiales nobles", telas traídas en camello desde Samarcanda y ese rollo reina-de-inglaterra (alguien vio la última foto? qué miedo de salón). Y no, a casi nadie nos gustaría vivir en una casa que hace "tik" en todos los esterotipos del adinerado, pero las que me causan mucha envidia son -y de estas en Londinium hay muchas- las de paredes y paredes forradas de libros, en librerías "bespoke" -olvídate de Billy, prima- con escalerita y todo (techos altos, recordemos, con features). Pero ellos no están. Nunca están. Según Fashion, que lo sabe todo, "están en sus segundas residencias", en la playa o en la montaña (no en cualquier playa o cualquier montaña, me entiendan), pero yo a esto le pongo un pero. Cuando vamos a La Cerdanya, también allí los casoplones están cerrados. Cuando voy a la costa-que-sea, también está todo cerrado. Igual huyen de mí?


Voy mal con este proyecto del "haiku de verano", así que por ir terminando el día de hoy: el monasterio. Que sí, es verdaderamente un remanso de paz -no podía ser de otra manera en una zona desierta y soporífera-, y solo hay alguna asiática influencer despistada haciéndose fotos, que viene a ser lo que yo hago, a ver si algún día encuentro una foto decente de perfil para el curro. Algo que combine cultura, saber, tradición, estilo, seriedad, todo de fondo, con, en primer plano, una expresión interesada e ingeniosa que dé confianza. Claro que cómo impostar esto último cuando mi mirada tiende a la febrícula con ese calor y tengo el pelo mojado (sí, por fin una fuente, lo de Cheever nunca pasó) en plan bruja-avería. 


En serio: me encanta este sitio, en particular la cocina y el lavadero. Hago un montón de fotos. Intento imaginar la vida de las monjas allí, en aquellas celdas, cultivando aquel huerto. Hay un vídeo que cuenta su fundación. Me quedaría en los jardines del claustro leyendo toda la tarde, pero Roc y Fashion, al oír que no podrán subir nadando de piscina a piscina (la poli ha acordonado la zona), dicen que me esperan en la piscinita de casa. Ellos sí que están.






































22 julio 2023

De "escape rooms" y metáforas políticas

Sábado 22 de julio de 2023
Una "escape room" o sala de escape es, según la wiki, "un juego de aventura físico y mental, que consiste en encerrar a un grupo de jugadores en una habitación, donde deberán solucionar enigmas y rompecabezas para ir desenlazando una historia y conseguir escapar antes de que finalice el tiempo disponible. Puede estar ambientado en distintos escenarios: naves espaciales, búnkeres militares, casas encantadas, la guarida de un asesino en serie, el despacho del director de un colegio... y los temas de los acertijos siguen la temática del cuarto".​

Fue idea de Fashion, como regalo para Mini, pasar una tarde en esta "experiencia". Yo recuerdo haber hecho una hace muchos a ños aquí en Londinium como "Team Building", claro que en aquella época creo que se llamaba "yincana" o "treasure hunt" y era en exteriores. Me lo pasé muy bien. Nos dividimos en equipos y teníamos que seguir pistas que habían sido dejadas por la ciudad (en La City, en concreto, la antigua zona de las finanzas) hasta llegar a encontrar algo, que a saber qué era. Solo recuerdo que en mi equipo éramos todas chicas, nos llamábamos las "Black Princesses" (un guiño al nombre de la calle donde estaba nuestro curro) y que ganamos. Luego nos fuimos a comer. Ni que decir tiene que aquella era época de "vacas gordas" en las que no es que hubiera dinero, es que había personal [hoy he escuchado un podcast del "síndrome del quemado laboral" (burnout) y el grave problema que tenemos de falta de gente cualificada que han logrado escapar de la "escape room" tras el Brexit] hacíamos esas cosas para reforzar las relaciones en los equipos [otro año fuimos a "Go ape", que es una "aventura por las copas de los árboles" con tirolinas y otros riesgos (pero esto ya lo conté aquí]. Ahora, los que quedamos, estamos todos burnout [se han anunciado nuevas huelgas para septiembre, y será la tercera tanda] y solo corremos en una rueda de ratón, a la vez que empezamos a intentar despejar ecuaciones en las que los factores son la edad de Mini, consideración de gente que la palma al poco de su jubilación, cuánto echo de menos a Roc y el resto de figurantes para los que somos "las Plómez" y con cuán poco estás dispuesta a vivir.
Pasillo de la escape room:
no pasé de aquí

Pero divago, o acabaremos todos tomando el Palacio de Invierno. Volvamos a Barcelona y la escape room, donde dejamos a Mini y JAL, a disfrutar de una hora entrando en habitación claustrofóbica en la que hay unos códigos que descifrar, para así poder pasar a otra habitación claustrofóbica y repeat.

Mientras, Fashion, Roc y yo nos vamos a "las confiterías". Este es un concepto de debemos a Marc Giró, que es para nosotras luz y guía, y si alguien no le conoce, qué hace, y debe empezar por [P., que se salte este párrafo] el monólogo en el que detalla "cómo le hizo una felación a Pablo Iglesias" (que tenía "semen para toda España") o aquí sobre precisamente "refundar España" que es lo que está pasando, en presente continuo mientras tecleo, en Vetustón. Un saludo a todo el grupo de WA de la facultad que contribuyeron con gusto a este resultado.

Que me voy, decía que en la confitería Fashion y la que firma tomamos helados de yogur y horchata mientras Roc quiere chupar superficies y les cuento -una vez más-, mi experiencia ochentera más similar a la "escape room", que era entrar en la cueva-del-terror del Parque de Atracciones de Vetusta con mi padre. Me daba tantísimo miedo que metía la cabeza en el pecho del sufrido progenitor y así íbamos pasando por todas las salas en el cochecito, sin ver yo nada. Cuando volvíamos, misma operación, convencida de que iba a mirar, pero el único que se la sabía de memoria era el pobre Lisi, que veía las apariciones sin inmutarse, tal vez incluso bostezaba. 

Les vamos a recoger y mientras esperamos unas cuantas yayas de la zona (Sagrada Familia) le dicen lo guapo que es a Roc (no se lo va a tener creído). Sus pestañitas de avestruz son estratosféricas, sus ojos enormes y redondos como un dibujo animado japonés. Entonces salen "los jóvenes", que parece que lo han pasado chimenea, a juzgar por la camiseta sudada de JAL, los oh-my-god de Mini y la excitación de ambos. Según JAL, Mini es la que acaba descifrando todos los códigos y él se limita a ser el escudo de los sustos. Porque claro, de los distintos temas (zombies, misterio, lagarteranas...) y ellos eligen terror, obvio. Lo que cuentan me suena a aquella peli cuya niña-de-miedo-del-final aún me da flashbacks (Rec, 2007, Balagueró), y parece que aquí, entre salones con candelabros, chimeneas en las que has de entrar, ataúdes y demás, sale la niña de carne y hueso! Parece que Mini dijo en algún punto "coge todo lo que quieras, pero no me hagas daño" y puedo empatizar todo: yo también me meto mucho en el papel en esas chorradas. Me veo diciéndole al mosntruo: "mátame, termina con esto ya".

Por eso no iré a estas alturas ya a una "escape room". Eso sí, si el gobierno sigue en su no-hacer-nada, tendré que ir a la picket line en la siguiente huelga porque este país se ha tornado una "escape room" de la que solo se saldrá, como JAL, con sudor.