Por supuesto, llovía. Las luces de los taxis se mezclaban con las del festival hindú de la luz, el Diwali- pero ese nombre lo aprendería yo un tiempo después. Victoria Coach Station, la estación de autobuses del sur de Londres, estaba exactamente como yo la recordaba: un antro mugriento para transeúntes sin rumbo y jóvenes del este o del sur de Europa que venían a la isla del tesoro a por la panacea, lo que nos iba a salvar la vida: el idioma del imperio. ¿De verdad habían pasado 10 años?
En aquella época la gente venía de Polonia o de Palencia a fregar platos o servir pintas, y a matricularse en el Adult Learning Centre para, de una vez por todas, aprender inglés (algún incauto caía de rebote en el curso de cerámica o bailes étnicos). Las profesoras siempre se llamaban Carol Dunn, e indefectiblemente eran terroríficas. Tras las clases donde se ponía en juego lo que quedaba de la autoestima de uno, se iban al restaurante, a soportar bromas sobre el español de "Faulty Towers" ("I know nothing, I work in a restaurant") y por fin a llorar en la cama y odiar a todos esos que les convencieron, cuando volvían de vacaciones, de que esto era la isla del tesoro.
Yo no tuve una Carol Dunn, y ya me vine llorada de casa. Sin dramas: el inglés siempre se me dio bien - ya desde peque fui la enchufada de las profes del idioma de Queen, que eran siempre jóvenes, dinámicas y musicales. Yo podría haber sido una de ellas, por algo era joven, dinámica y musical, y de hecho ejercí un tiempo, en pequeños grupos de buperos que venían a mi casa los sábados por la mañana. Yo era su Carol Dunn local, mi sueño haber sido la mitad de bruja que la original. Pero, por alguna razón -sin duda relacionada a partes iguales con mi madre y la megalomanía, pero culparé naturalmente a la primera- me matriculé en Medicina en lugar de en Filología inglesa. Y ahí empezó el declive.
Pero centrémonos: yo estaba en una estación de autobuses, y llovía. Y cuando llueve sobre los paneles de plástico de las dársenas es mucho más llover que, por ejemplo en un andén. Porque si hasta entonces los trenes eran solo animales mitológicos que iban hacia el norte, según estándar crápula cantautor, a partir de mi llegada al Reino Unido se convirtieron en un medio de transporte inaccesible. Y esto no ha cambiado, los trenes en la isla siguen siendo demasiado caros, y más si los compras el mismo día. Los ingleses tienen sus pequeñas maneras de castigar al que no planea: es raro poder organizar con ellos algo en este fin de semana, no hablemos de esta tarde. Si no planeas, olvídate.
En la estación de Victoria había buses a todos los sitios, desde Machester hasta Praga. A las 23:30 salía el mío en un bus que cruzaba Inglaterra en corte sagital hasta aquella ciudad mítica, Whitby, donde llega Drácula en el Démeter, a crear caos en el país de la planificación. No imaginaba la escala de mi particular noche del horror en aquel autobus nocturno, todo gente de malvivir y oscuridad y bruma afuera, tal vez alimañas de ojos rojos, que quedaron en mi imaginación cortesía de los cristales empañados. A las 8 de la mañana, sin haber pegado ojo -o tal vez sí, quién sabe en esas noches extrañas- oí a las primeras gaviotas, y me pareció oler a mar, pero recordemos que llevaba ocho horas en unos metros cuadrados con lo mejor de cada casa.
De Whitby recuerdo el frío, como de otro planeta. Y hombres toscos hablando en un idioma que no entendía. Una sala de espera con sillas de plástico, con chicles pegados en los laterales. El reloj estaba parado. Una señora, seguro jubilada, seguro voluntaria, seguro de inglés incomprensible, abriendo la persiana de un minúsculo establecimiento donde vendía, como toda oferta de galletas, Jaffa Cakes y preparaba tés y con suerte, algún Nescafé.
-¿Te puedo ayudar, love?. Love y Jaffa Cakes: Whitby quería ser amable conmigo, los signos ominosos iban ya a terminar.
-"Un té con leche, por favor-gracias-lo siento"-esto último sin razón aparente, pero así se usa aquí el "sorry", una muletilla más. Ya era una de ellos, 24 horas aquí.
En la ventanilla, una mujer con dentadura muy mejorable y gafas enormes (cuando aún no las habían vuelto a la moda los hipsters) me aclaró que el siguiente bus para Danby saldría en dos horas, y que paraba en todos los pueblos. No tenía opción, y una vez en Danby tenía que encontrar un teléfono y para llamar a la centralita de Banderley Hospital. Cuando oyó está dos últimas palabras, su cara cambió y de un plumazo, con mucha prisa, me dio el billete y desapareció por una puerta.
Banderley. Había oído cosas de este lugar, y todo en él me atraía: un viejo hospital psiquiátrico victoriano, con pasillos blanquísimos que no se acababan nunca, ventanales cuadriculados y psiquiatras reputados de los que aprenderlo todo. Vivir allí iba a ser experimentar en primera persona una de las pocas "Instituciones Totales" que quedaban en Europa, conocer a los pacientes más complejos, estudiar sin interrupciones y, como única evasión de tanta enfermedad mental, leer a las Bronte, o a Stoker.
Porque esto eran los North Yorkshire Moors, una esquina brumosa del mundo, alejada del ruido y de la vida. Cercana a la muerte pero, como tantas cosas, yo eso tampoco entonces lo sabía.
~~~Continuará~~~
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarQuerido LUX, pero qué mono comentar aquí, gracias. Y también por tu breve opinión (la "contenida nostalgia" se encuentra con "los divagues").
ResponderEliminarLo de los capítulos-te cuento (y no te va a gustar nada). Este verano se me ocurrió una historia... bueno, miento, se me ocurrió un lugar, q es precisamente un brumoso manicomio de los q ya no existen, donde pasan cosas. La otra tarde me senté al teclado y esto salió de seguido. Ayer lo releí, cambié unas cuantas frases aburridas y le di a publicar. Lo mejor es q me lo pasé en grande escribiendo. Cuando me fui a la cama, me puse a pensar en el capítulo dos. Se me ocurrían un montón de cosas!!! Llegaba nuestra prota al manicomio, o se quedaba en Danby atascada un par de días, donde conocía a siniestros brexiteros q aun no sabían q lo eran, porque la cosa está ambientada hace 20-25 anios? Hoy, cuanod MIni se vaya a dormir, tengo muchas ganas de seguir escrbiendo, a ver que sale... no espero más q pasarlo bien, y si os gusta, aún mejor... Pienso: el serial no puede ser peor que las crónicas de viajes! :)
Y todas las opininones (también las malas, por supuesto-ya he tenido alguna de esa hoy en casa), son bienvenidas! :) ...
hugs
di
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarVi a la nueva.
ResponderEliminarEra nueva, nuevísima.
Extranjera del extranjero lejano.
...
Y ese día lo supe.
Ella iba a ser la última oportunidad de mi vida.
Yo no estaba loco, ni siquiera enfermo.
Herido ?, sí, tal vez.
Tenía que hablar con ella como fuera.
Tras ocho años enterrado en vida, tenía que salir de allí y volver a ver el mar.
¡Una novela por entregas! no había leído una desde que publicaron "Sin noticias de Gurp" en El País. ¿Y va tener día fijo de publicación?
ResponderEliminarHola darlings, una vez más, gracias por todo! Por las propuestas q son buenísimas (no deberíamos hacer un "elija su propia aventura"? alguien se acuerda de esos cuentos?)... el psiquiatra loco en Danby, la visión desde el ojo del enfermo (es un hospi de alta seguridad? shuttle island? o más bien una benévola versión mental de la montania mágica, o del Best Budapest Hotel?)
ResponderEliminarSobre el día de publicación... el Peda ya me ha echado la bronca pq dice q (qué fácil es mandar) "tendría q tener 4 entregas, o 5, dice el tío, así en el cajón para q haya una regularidad etc... pues no, no tengo nada en ningún cajón y creo q intentar un día por semana estará bien, aunque atravieso una época complicada... ya sé q salisteis hartos del Paper (por cierto, no han hecho ni decir gracias, ha llegado), pero es q tengo también el problema Mini con sus exámenes aquellos de secundaria... cada noche el Peda y yo intentamos hacer extra con ella (hoy he descubierto lo q era el "BODMAS", en mi época había paréntesis, no bodmas) y acabo exhausta, pq no se puede decir q sea una alumna agradecida, ávida de saber, sino una, a estas horas del día, irritable, y q niega lo q le dices pq ella lo sabe mejor (y, qué verguenza, a veces es cierto, lo sabe mejor!).
En fin... q veremos q sale, pero vuestro interés me da ganas de daros muchos besos
LOve
di
Me alegra de que me avisaras de que había un capítulo Uno publicado cuando todavía no acudía yo al ordenador.
ResponderEliminar¡Me apunto a la serie!
Y también me alegra que pusieras un "ver todo" (menos el 4) que me ha permitido volver cómodamente (sí, me he vuelto muy comodón) a reempezar desde el UNO y enterarme mejor de todo.
ResponderEliminarYa tengo plan para lo que queda de mañana.
Ahora dejo la cocinacomo los chorros del oro y vuelvo aquí, a por el Dos.
Me ha gustado. Promete mucho. La autora dice y no dice. Su edad por ejemplo. Está visto desde hoy, años después. Se crítica a sí misma varias veces, los clichés. Con humor. Estaba, la protagonista hasta ahora, segura de sí misma pero no tanto. Hay la duda de si es todo autobiográfico o no. Más que la duda, si lo que recuerda, lo que recordamos, es lo que sucedió, aunque si lo recordamos así es que probablemente nosotros lo vivimos así.
ResponderEliminarEn fin, que lo sigo leyendo aunque ahora con otros ojos.
Un abrazo
Muchas gracias ANDANDOS! Guau, has empezado desde el principio.. valiente! :)
ResponderEliminarSobre tus preguntas, no es autobiográfico, pero todos escribimos desde nuestra biografía, claro. La prota es una española q vino a UK a finales de los 90, como yo, pero yo no fuí a un asylum victoriano en medio de Yorkshire (eso en esa época ya no existía). La prota debe estar en mitad de la veintena (otra cosa en común), cuando se terminan las carreras. Pero luego hay muchas cosas q no, ya irás leyendo. Interesante lo q dices de lo q recordamos, todo es una "re-elaboración" en todo caso... cierto.
Salud!
di