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30 abril 2022

Le Louvre (nostálgica cutrecrítica), terrazas parisinas (oda a la salud pública), solazo (garantizado por falta de gafas de sol), carta en francés (quién iba a decir que eso era un estofado) (P2)

Nota: este divague lo tenía casi terminado cuando el mayor/mejor life event de los últimos anios ocurría. No hace ni un mes y parece un siglo ...  
  
Sábado, 30 de Abril de 2022

"Las mañanas de París son preciosas", con esa sonatina me despierto, como siempre demasiado pronto - pese a la noche de ayer. El apartamento tiene una terracita alargada que lo recorre y esa primera noche no hemos averiguado que hay unas contraventanas exteriores para el sol. El Peda se va a correr y yo leo mi libro. El wifi "Char et Jul" no me funciona, solo a mí: va a la perfección en todo el resto de dispositivos y me pregunto si tendrá algo que ver con Apple (esto se desmiente en un nuevo posterior wa a la pobre Char que ya debe estar odiando el momento en que nos aceptó como inquilinos). Aún así, parece maja, y pasadas unas horas vuelve a escribir invitándonos a que reiniciemos el router, que está en otro armario a la entrada. Me subo en una silla y voilá, otro armario cerrado que huele igual de armariocerrado que el vestidor. Aún así, no me decido a reiniciar el router hasta pasado el cumple de Mini: sería terrible -quiero decir, me mata- que no tuviera mensajes para tan señalada fecha.


La primera actividad de la mañana es la visita al Louvre (nota: ¡Tenemos entradas! - sí, somos nosotros, alguien ha planificado algo). Al llegar tengo enormes flashbacks de mis previas visitas. Esto (mis reacciones emocionales al arte) ya lo he contado alguna vez, aunque sea de pasada, supongo. Yo no sé si es la edad (la primera vez acababa de dejar la adolescencia), o que vivimos en una época donde la "intensidad" así algo atacada es mirada por encima del hombro (quiero decir, no sé si es un factor personal mío o cultural de una época, o ambos), pero mi primera visita al Louvre con los otros escapados del "campo de trabajo" fue muy emocionante. Claro que también lo fue la primera vez que vi "Las Meninas" - un cuadro que los de las vetustas hemos visto mil veces en los libros y, de repente, entras en la sala del Prado y, buá, en realidad entras en la sala donde están los personajes. En el Louvre fue la impresión de la Mona Lisa, la Venus de Milo, La balsa de la medusa, La liberté  guiando al pueblo y, sobre todo y con mucha diferencia, mi top, la Victoria de Samotracia. La verdad es que no sé si lloré de emoción, pero podría haber pasado: yo era como un intérprete de música clásica con poca técnica (al final, mi nivel era el de secundaria, y es el que sigue siendo, de ahí "cutrecrítica") pero mucho sentimiento. Yo-qué-sé, disculpadme, tenía 18.


Love it



La Victoria de Samotracia
me sigue hipnotizando, siempre


Luego estuve otra vez, al poco de haber venido a UK, y no recuerdo mucho (?ocurrió la vida pre-blog?). Pero esta vez lo he disfrutado de otra manera. Por ejemplo, me paré mucho rato en unas salas con esculturas clásicas, maravillosas...


Catón el Joven leyendo
"Sobre el alma" de Platón
antes de suicidarse
Este no sé quién es,
pero su actitud promete

....nos escandalizamos con "las habitaciones de Napoleón III" (que a Mini por supuesto, encantan), no las recordaba de previas visitas...


Sencillez napoleónica
(lo mejor de Versalles
es que lo quemaron todo)

Tomemos el Palacio de Invierno

Mini pudo ver en directo lo que quería decir Rigoberta Bandini con su canción "Mamá"...


Chicas, tomemos la ciudad,
puro estilo Delacroix

Porque yo lo valgo


....aluciné una vez más con mi pintor favorito de todo tiempo y lugar (Francisco de Goya). Es curioso, vayas donde vayas, te metes en una sala española y sin saber los autores, los Goyas son evidentes, se salen del lienzo. No tengo que explicar lo que me pasó cuando vi por primera vez "Los fusilamientos" o las pinturas negras en El Prado (reaparece la Di plasta adolescente).

Increíble...


Bueno, pues estas horas en el Louvre fueron eso, ver "los highlights" con Mini (la fila con separadores como de aeropuerto en la sala de la Mona Lisa es particularmente dolorosa, toda esa gente), y a la vez tropezarnos con cosas menos populares que nos encantaron. Eso sí, la experiencia caminar por museos es lo que cada vez me gusta menos -dame kilómetros con velocidad londinense (los turistas dicen que aquí se anda muy rápido)- andar despacio o los museos, agota. 

Cola de facturación
para la Gioconda


Al salir hacemos unas cuantas fotos alrededor de las pirámides, incluída una réplica de una foto que me hizo el Peda en 1998 tomando el sol en el borde de una fuente con un vestido minifaldero de topos que aún llevo de vez en cuando. La gente se está haciendo de esas de perspectiva sujetando la pirámide y sí, hacemos esa foto y culparemos a Mini (de todos los desmanes de este viaje se culpará a la hija, y eso que aún no es su cumple, cuando el despropósito influencer llega a cotas indivagables).





Como se puede apreciar en imágenes, hace un tiempo espectacular, pero esto tiene una explicación, a saber: en el aeropuerto de Barcelona, no hará un mes, me compré unas gafas de sol que no gustaron a nadie. Eran lo más parecido que he encontrado a unas que tuve hace muchos años y se me llamó desde "Soldado de asalto de Star Wars" hasta Bono de U2. Lo más dramático es que hasta el Peda, al que le suele gustar todo o no tiene opinión, expresó su disgusto. Bien: pues estando en el tema fotos me doy cuenta de que se me ha soltado (y perdido) un tornillo con lo que cae la pantalla frontal, y al rato se cae el otro. Esto significa que voy a estar todos los días sin gafas, luego garantía matemática de que habrá solazo sin parar. No falla: los días que yo olvido este complemento brilla el sol y cuando las saco, se nubla. No sé si es prueba de que Dios existe y obviamente le caigo mal o algún otro algoritmo. 


Hola, soy (era) Bono

Volviendo a las calles, nos encontramos ahora tomando algo en una de esas encantadoras terracitas parisinas en la Ille de France, se llama algo de Cluny, con un camarero simpático - yo tenía peor recuerdo de los parisinos. Eso sí, constato que aún tienen un problema severo con el tabaquismo: todo el mundo fuma, jóvenes, glamurosas, mendigos, en grupos, solos, da igual. Es incluso peor que en España (aquí en UK es carísimo, intervención más efectiva que mil campañas de salud pública - epidemiólogos, desistid de razonar, lo que funciona se llama "fricción"). Recuerdo lo mismo en Japón. En las terrazas es super molesto. 


Franceses en sus terrazas al borde del enfisema


Seguimos caminando y terminamos en "Shakespeare & Co", la librería de títulos en inglés que, pese a lo famosa, me sigue encantando. Además, siempre la asocio a "Before sunset", la peli de Linklater en la que Julie Delpi y Ethan Hawkes se pasan las dos horas hablando mientras caminan por París- es mucho mi tipo de peli, guión guión y un escenario maravilloso (como el divagante sabrá, la tercera, "Before Midnight" es lo mismo pero el escenario es Peloponeso-qué puedo decir, Linklater, me conoces?). Esta vez no entramos porque hay una cola enorme. La última vez me compré aquí "To kill a mockingbird" y una postal que aún guardo de su pasillo con una frase que me gusta: "No seamos poco hospitalarios con los desconocidos, por si acaso son ángeles disfrazados"

...soy un ángel enmascarado: tratadme bien
. Hoy en día la frase aplica especialmente a las redes sociales (es un blog una red social? no creo): no entiendo la gente que usa el anonimato de la pantalla para ser borde - ding dong, al otro lado hay personas o incluso, como dice George Whitman, ángeles. Aunque no hay que irse a internet: la peor versión de persona son aquellos que son déspotas con los que perciben "inferiores" y serviles y comepollas con los "superiores" (esto daría para un divague completo, es a tenor de una conversación que tuve el otro día).







El sistema de metro de París es muy complicado para los que venimos de fuera (no tanto como en Tokio, lugar en el que me reconocí negada- ?por qué es el metro de la ciudad donde vivo el más claro del mundo?). Aquí al bajarte, no sabes hacia qué lado ir, y como el sistema de trenes se entrecruza, ya es otra fantasía. Yo aquí desconecto, que inventen otros.



Esta estación, á la Blade Runner,
The Road o cualquier otra distopía me gustó

Los asientos no son solo bonitos de ver,
son una "experiencia":
no veáis cómo recogen el culo


Trenes de dos pisos: cuando lo cuente en Vetusta

No hace falta ponerle título al siguiente destino. Nos tiramos en los Campos de Marte a ver la vida pasar un rato. Sociodemográficamente, el perfil viene a ser exactamente el mismo que puebla el parque frente a mi casa los días de sol: gente de 20, o 30, bebiendo en grupos, modernos, diseniadores, bohemios, sin preocupaciones... ese rollo. Efluvios de marihuana. alguna paloma perdida, hombres indios o argelinos vendiendo cerveza con cubos de hielo. En el parque enfrente de casa, pese a romper la media de edad, me siento "parte de" (tal vez porque empecé a bajar a ese parque los días soleados cuando estaba aún en la horquilla), aquí no. Además, no tengo gafas de sol y la gente se cree que les sonrío por poner los ojos pequenios (si fueran ingleses, sonreirían de vuelta, que es lo que me pasa en la bici cuando me estoy esforzando). Sin gafas de sol, no se puede ser cool. Vuelve, Bono.



El siguiente destino es La Défense, el barrio ultramoderno (o tal vez solo moderno, recordemos que ya estaba aquí en mi primer viaje-el Arco fue inaugurado en 1990), el paralelo a Canary Wharf aquí en Londinium. Mini no tiene demasiado interés, pero el hecho de que esté lejos es un incentivo: te metes en uno de esos trenes de dos pisos y puedes leer un rato. A mí siempre me ha gustado la Grande Arche y espero al menos un wow de Mini al salir del metro, que obviamente no obtengo. Doh. Comemos un snack antes de mentalizarnos para la vuelta a nuestro barrio a cenar, que está en la otra punta. Charlotte ha recomendado un restaurante "coqueto y local" (el paraíso de un woke), con la carta solo en francés (larguísimas descripciones, esto parece una boda). Solomillo a la pimienta, al rochefort (franceses, maestros de las salsas), Steak Tartar (para los que odian a su estómago), lo-que-sea con mantequilla y bechamel.  El párrafo que pide Mini resulta ser una especie de estofado que le encanta. Vamos, que le dan ganas de seguir yendo de "pequeños restaurantes atmosféricos" todos los días, pero mañana es su cumple y, el deber la llama: nos esperan restaurantes instagrameables llenos de influencers veinteañeros. No adelantemos acontecimientos, solo abrochémonos los cinturones.



29 abril 2022

Del campo de recolección de fresas a las traidoras y nocturnas cerraduras parisinas, pasando por mi propia magdalena de Proust (París 1)

 Viernes, 29 de Abril de 2022:  Londinium-París (París 1)

Ha pasado algo en tus vacaciones
que no haya yo ya visto en internet?
La primera vez que estuve en París fue en el verano de COU. De cómo acabé allí cuando en principio iba a pasar el verano en un “campo de trabajo” de recolección de fresas en la campiña inglesa daría para otra serie, pero tranquil@s. Fue todo muy enloquecido y en casa sonaban increíblemente cabreados en las ocasionales y brevísimas llamadas desde cabinas varias. Ya empezaba con el "se va a cortar, se va a cortar", “estoy bien” y, voilá, se cortaba. Y ellos sin saber dónde estaba, ni cómo localizarme (insisto: qué gozada ser hij@ en esa época). Todo había empezado un mes antes en que me fui con un grupo de gente que no conocía muy bien a la que hoy es mi isla de adopción, en teoría para practicar inglés, pero en el campo estaba toda la CEE y parte del extranjero, y los únicos ingleses que aparecían era la poli en alguna noche de bronca. Había españoles por un tubo, y más bien el inglés se practicaba poco, así que después de un par de semanas en las que constatamos esto y que seleccionar patatas-baby no llena intelectualmente, un grupito hicimos la mochila y nos fuimos a Londinium. Nosequién le había dado a alguien una dirección de una española que alojaba a chavales como nosotros en una casona georgiana en Queensway. La mujer resultó ser un ogro, pero esa es otra historia y así pasé mis primera quincena en Londinium, en los que descubrimos la ciudad de una manera "alternativa" (eufemismo de semi-delincuente). Me apena no haber escrito diario de aquellos días, viviendo levemente fuera de la ley: no pagábamos nunca el metro (saltábamos los tornos, ahora hay otro sistema, más difícil colarse), actividad al final adictiva; no sé si nos colábamos también en los museos, y comíamos cosas del super en los parques. Se supone que habíamos ido a "trabajar" en lo de las fresas y en su lugar nos fuimos de turismo. Curiosamente, mi historia con Londinium no fue amor a primera vista: aquel verano me gustó, pero perdió sin lugar a dudas al lado de París. Aquel verano, me enamoré de París. 

Gran Cronopio á París
(emoji corazón)
Resulta que una de las compas de grupo, cuya madre era uruguaya, dejó caer que tenía familia en París. Imprudencia, pero dicho y hecho, la madre dio un toque y, via hovercraft (es la única vez que he viajado en esta especie de barco volador) nos presentamos en la casa de una encantadora pareja montevideana (como nuestra divaganta, hola!) sin hijos, que debían estar en la treintena. Creo que de experiencias como esta, en las que gente a la que no conozco me han acogido en su casa viene que la mía sea un poco la "Casa de Tócame Roque", por donde han pasado siempre amigos que a veces han traído a otros a los que no conocía previamente. Todos dejan una receta (o se les hace cocinar, directamente) y algunos nos sufren luego a nosotros. Aquella pareja de locos del cono sur que hablaban con aquel acento maravilloso ("ayyy Aiditaaaa" decía él todo operático-teatral; solo nos faltaba Tosca en el piso) fueron durante mucho tiempo a lo que yo aspiraba mentalmente “cuando fuera mayor” como modelo de relación: no quería un tío con corbata, ni casarme, ni -entonces- tener hijos, ni hipoteca, ni una vida gris. Quería un piso de pasillos interminables y techos altos en París y ser tan libre como parecía esa gente.



No recuerdo si aquí nos seguíamos colando en el metro y si hicimos una versión cutre del "Bande-a-part", corriendo por el Louvre, porque aún no habíamos visto la película. Sí que subimos caminando -porque era más barato- hasta que te dejan en la Torre Eiffel, e incluso recuerdo comer en cafés parisinos, debía ser todo más asequible que en Londinium-y la comida, de otro planeta, claro. Salíamos por la noche y dormíamos por la mañana, nunca me olvidaré de un día que llamó la madre uruguaya al apartamento, y al notar que nos había despertado dijo “qué hacéis en la cama, que las mañanas de París son preciosas!”. Es la clase de cosas que yo diría ahora a Mini pero, ya que no me lee, confieso que me alegro de haberme perdido "aquellas mañanas" a los 18.  


He vuelto a París otras veces en estos (socorro) más de treinta años, pero esta última ha sido la primera en la que he permitido que una adolescente organice las actividades. Por lo menos las del día 1, que era su cumpleaños. He de admitir que al principio este finde largo me daba más bien pereza, porque a mí lo que me gusta, a estas alturas de partido, es callejear por las ciudades, no ver monumentos: días de Torre Eiffel et al se me hacían un poco cuesta arriba. Pero bueno, era su regalo y además dos contra una. 


Clásicos de Penguin
en la librería de Gatwick
(esta oferta no está en la city)
Había pensado escribir una crónica rápida y dejar al mundo en paz, pero ya vamos mal. Si hasta en este primer día -en el que volamos a las 19:30 después de haber trabajado/ido al cole- me encontraron las historietas, qué puedo hacer. Historietas, que no fotos (las que incluyo son de otros días), así que ahí va una de la librería del aeropuerto con una maravillosa sección de clásicos de Penguin "compre uno, lleve otro a mitad de precio". 


Maraîchers multiculti y "vibrante"
La historieta pasa, como el divagante curtido podrá imaginar, por el alojamiento. Pero esta vez no se me puede culpar a mí, porque me desentendí de todo este viaje y fueron mis compas los encargados de reservarlo todo. Es vox populi que los hoteles de París compiten en cutrez con los de Londinium - supongo que los Hilton o los boutique estarán bien,
je ne sais pas, porque la última vez, hará 4-5 años el Peda y yo pagamos un dineral por una habitación en la que justo cabía la cama.  Así que, entre flashbacks de previas aventuras hoteleras y que se dejó para última hora (divagantes, les presento a mis compinches), terminaron eligiendo un apartamento que estaba "fenomenal", aseguraron, en un barrio en zona tres, Maraîchers, en el 20 arrondissement.  Maraîchers está tomado por la inmigración y es una gozada: super vibrante (así definen los que venden casas a Brixton), lleno de cafés con esas terrazas tan parisinas, kebabs, boulangeries, floristerías, y restaurantes coquetos (la palabra, o más bien, sintagma del viaje: "encontremos un restaurante coqueto", junto con “qué innovación”-esta es de Mini). 


Me encanta la escalera

Como llegamos tan tarde, ya no estaba el portero del edificio y Charlotte, la dueña, que "estaba de vacaciones" dejó las llaves en un hotel (con su recepción da miedo) por el que pasamos a medianoche como mafiosos o peor (quién da miedo a quién). Cuando por fin llegamos a nuestro edificio, -oh bonitas escaleras art-deco o tal vez mid-century - y nos metemos en el ascensor, ni sopesamos la peor pesadilla de todo viajero con una llave a medianoche: que no abra la puerta. Ha pasado no encontrar la llave, o la cajita donde dicen que han dejado la llave, esas cosas, pero que la llave no funcione, no lo recuerdo. Pero siempre hay una primera vez y, efectivamente, nos plantamos frente a la puerta de la tal Charlotte y voilá, la llave no funciona. Una vuelta, y otra, y no encaja, ah sí, mira, inclinada, no, prueba así, no asá. Si una la mira desde fuera, esta escena tiene algo muy pedalístico (por si hay alguien, no creo, que no leía el blog en 2009, nos auto-denominamos “Los Pedalistas” cuando viajamos, la explicación aquí. De hecho, Diva, la inventora de este divlog bautizó al Peda así debido a esa entrada): Mini sentada en el suelo ya con su teléfono, nosotros turnándonos con la llave. He dicho que es medianoche?  Entonces se abre no sé si el ascensor al fondo del pasillo, o una puerta, o ambos y pasan por ahí dos veinteañeros destartalados, ella con vestido floral medio mal atado, él brazo en cabestrillo, ambos con el chic de lo francés, a los que, obviamente, cuento mi (nuestra) vida. Los pobres, un amor (no me dejéis decir nada malo de los parisinos a los que recordaba malhumorados), intentando también encajar la llave y encajando perfectamente el hecho de que haya turistas de airbnb en su edificio (maremía la que montaría Rose), en lugar de mostrarse hostiles, que es lo suyo. Ffw unos minutos, la escena ha cambiado, menos Mini, que sigue en el suelo mirando su teléfono, ahora estamos los dos modernos y yo en la cerradura y el Peda poniendo un whastapp a la pobre Charlotte, que como sabemos está de vacaciones y también tiene su derecho al descanso. Cuando ve la foto, a la pobre se le debe caer la mandíbula al suelo, y logra teclear:  "no me suena esa puerta, en qué piso estáis?".


Impresión de pasillo de Charlotte:
pero sin ventanas ni el malo
No entraré en detalles sobre el desenlace ni las conclusiones (uno de los miembros del equipo está en la higuera, porque le dio al botón planta 5 sabiendo que era la planta 6). Pero imaginemos por un momento lo que podría haber sido, el horror de que hubiera habido alguien dentro que en mitad de la noche es testigo de que se intenta forzar la cerradura de su piso. Como dijo Fashion “veo el pasillo de "Seven"(David Fincher), Brad corre con la pistola en alto y gritando “policíca métanse a sus casas" y niños llorando de fondo, y gente multicultural y todo así. Yo veo a ese magrebí que tan bien da en “barrio vibrante” con un bate de baseball saliendo a la puerta.

Lámpara creativa de los jóvenes
con su puerta de entrada pizarra
Por ir terminando (en serio), cuando nos vemos en el piso de Charlotte, no podemos creer nuestra suerte: estamos en París, sin heridas, y con un techo sobre nuestras cabezas. El apartamento está muy bien, tiene terracita y queda claro que Charlotte et Julen son una "pareja de jóvenes que están empezando", por la decoración, especialmente creativa en el tema lámparas. Eso sí, hay una pequenia nube de la que ya nos avisó Doña Concha en Pelion, que experiencia alojando franceses tenía un rato:  "son unos guarros". Estos no, el piso está limpio (aunque en las instrucciones pone que "reguemos las plantas" y el último día "pasemos el aspirador"... ja!) pero hay un olor en las sábanas, y luego compruebo en las toallas como de... "armario cerrado". Investigo y enseguida descubro de dónde viene el olor: exacto, hay un armario cerrado. Es más bien, un vestidor, con toda su ropa y todo allí dentro huele así. Me pregunto si hacer una colada rápida con bien de Lenor Ocean Breeze, mi suavizante de cabecera, pero al final se opta por hacer de tripas corazón (dónde estará aquella sábana-saco que nos dio el tío Abel?) y poner una faldita que he traído por si hiciera bueno entre mi cara y la almohada. 

Cierro el armario y oliendo a mi falda (la magdalena de Proust contraataca) viene una frase que me dijo uno de los chavales del campo de recolección de fresas. No sé cómo se llegó hasta ahí, pero parece ser que mi saco de dormir "olía a tía". 

Igual sí que debería hacer la serie "campo de recolección de fresas".

17 abril 2022

De más locus amoenus, escándalos, acantilados y bajona (IoW4)

 Domingo (de Gloria), 17 de Abril de 2022
Se acaba nuestra Semana de Pasión con un divague breve, fotográfico, con finalidad completista y en tono algo bajonil (aviso para divagantes). Hoy en el desayuno no está piano man, Salma no le dijo lo de "toca otra vez viejo perdedor / haces que me sienta bien" - ni a mí me dio la marca del muesli; viene "de un proveedor", comentó, yo que quería encontrarlo en Sainsburys. Voy a echar de menos estos desayunos frente al mar, esa terraza que es un poco uno de esos locus amoenus (si estoy mal que el otro día le dije a Fashion "locus coeruleus" que es, ciertamente, otra cosita) donde, si me dejaran, me quedaría todo el día. Por eso necesito un verano entero en una circunstancia similar, que "no haya que ver ni hacer nada" y donde el terracerío pueda ser a tiempo completo (solo interrumpido por ir a recoger productos del huerto con una cestita porque sí, tendré tomates): que no haya que ver paisajes, ni rincones para mitómanas, ni que haya que hacer cosas o actividades, como deportes acuáticos -la Isla de Wight es conocida por esto último (vemos veleritos pasar frente al hotel). 

Veleritos desde el desayuno
Cuando me logran pelar de la butaca de mimbre (un poco menos ambiciosa que la de Emmanuel, gente de cierta edad), me llevan a la que fue la mayor mansión de la isla, Appuldurcombe House, un ejemplo del barroco inglés, que se empezó a construir a principios del SXVIII. Hoy en día solo quedan los jardines y las paredes (resisto la metáfora de "los restos de un naufragio" o el "esqueleto de una ballena", por haber sido usado ad nauseaum en aquella abadía), aunque hay una sala que tiene ventanas aún puestas.  

Hay una historia detrás de la casa, y no es precisamente de fantasmas - no estamos en los Moors de Yorkshire, insisto. Y a esto sí que no me resisto, porque siempre lo mejor son las historias, lo que hacen que lo que sea "venga a la vida", y aquí la palabra es "escándalo".  Resulta que la casona la compró un tal Sir Richard Worsley, que se casó con una tal Seymour Fleming, que pasó a ser Lady Worsley. Como Sir Richard estaba demasiado ocupado con la guerra, ella se vió abocada a las fiestukis de alta sociedad con todos los aditamentos. Dicen que una obra teatral de la época, "School for Scandal" fue inspirada en ella: llegó a tener 27 amantes y hay detalles escabrosos aquí que no cuento porque ya he dicho que hoy esto es un haiku. En esta sala de abajo, por ejemplo, debía montar sus bailes:

Appuldurcombe House:
en esta sala comenzaban
los 27 escándalos
(Lady W: máquina)

El verdadero escándalo
en Appuldurcombe House: 
Mini,  peligrosamente,
me va a pasar
en altura cualquier día

Volvemos a la costa: playa de Sandown, que el Peda se ha recorrido en su culto-al-cuerpo matinal y  de hecho las fotos son suyas, tomadas a esas horas en que no han puesto las calles. 

Sandown Beach:
"El que madruga,
de filtros no necesita ayuda"
Colaboración del Peda, legend runner

En el cabo llamado Benbridge -siguiente destino- hay un monolito horroroso y un paseo muy bonito por los acantilados. Mini, adolescente universal, pasa de bajar del coche y, en el fondo, enseguida nos damos cuenta de que menos mal. Mi ex-colega -el de la piscina sin fin- nos contó que los adolescentes con ideas suicidas en esta isla mencionan los acantilados. Como se ve en la foto, hay una alambrada, y mensajes de los Samaritans y otras organizaciones para que las personas desesperadas llamen antes de saltar. Me pregunto cuántas veces funcionará, pero los ramos, los ositos, los poemas, las placas, indican que no siempre. El suicidio, si es parte de una enfermedad tratable, significa un fallo de la sociedad a tantos niveles que sería imposible empezar a analizarlo aquí. E imposible pensar mucho cuando enmedio de toda esa belleza tengo una losa en el corazón recordando a mi querido amigo con el que tanto me reía, que no vio otra salida. 




Las fotos de abajo son de Seaview, otro pueblo con vistas donde comemos algo y presenciamos un juego de "atrapa el huevo" (real, no de chocolate) entre jóvenes  del "club del yate, solo miembros". Aquí estuvo en 1934 Enid Blyton, claro que no hay tantas menciones como en Dorset, donde estuvimos hasta en el castillo que inspira al de la Isla de Kirrin.  Es un sitio mono, sin más reflexión ni interés. Al frente ya tenemos Portsmouth, la isla grande, donde hemos de volver en un rato. 





Un par de fotos de Ryde, otro pueblo donde hay mucho jaleo. Paseamos por Nelson Street, donde dicen se alojó Karl Marx en 1874, pero no se han molestado en poner una mala placa azul. Eso sí, encontramos una camper amarilla con vespa, que son básicamente otra versión de la felicidad.  

Concentración de Happiness

Tienda de caramelos: solo soy de sidral,
también conocido como pica-pica

Detrás de esas apacible fachada,
se ocultaban perversiones sin cuento
(nuevo serial)

Y ya el ferry, y la A3 de vuelta a Londinium, donde llegamos tarde. Por una vez, hemos planeado y no pasaremos medio lunes -que aquí es festivo- atascados en tráfico.  Nos queda por delante un día soleado espectacular -como todos los que hemos tenido en la islita, recordemos "the weather was a bonus"- para ir en bici por la City -planazo. En la autopista, vuelve a sonar una selección de música de hará cinco años que vivía en un pendrive y, como antídoto de la bajona-fin-de-fiesta que es este divague, voy a colgar una canción que te puede animar porque resume la sensación de conducir un día de sol por la costa (tu vespa, tu camper, loquesea), o bien por el pelo de Chris y Suzie.  

Y hasta la próxima crónica viajera...

Our love is alive
and so we begin...

16 abril 2022

Yincana del Huevo de Pascua. Me echan de donde Dickens. Ver la vida pasar en Steephill Cove. Piscinas sin fin (IoW3)

 Sábado (sabadete) Santo, 16 de Abril de 2022
La isla de Wight, ese paraíso del geólogo, nos sorprende hoy con una nueva formación: los "chines".  Un "chine" es una garganta o cañón en la costa, en el que un río fluye hacia el mar, típicamente erosionando acantilados de arenisca o arcilla. Parece que esta palabra -no encuentro traducción al castellano- solo se usa en el sur de Inglaterra: Devon, Dorset, Hampshire y... la Isla de Wight, donde hay veinte! Eran muy usados por contrabandistas. 

Así que nuestro primer destino hoy es ir a visitar el Shanklin Chine, que tiene un desnivel de unos 35 ms, y que comienza con una cascada un tanto raquítica, pero que luego progresa a bosque encantado, donde los entendidos de botánica y los cuñados pueden hacer su agosto identificando raras especies. Lo mismo con los bichos: desde pájaros carpinteros, hasta ardillas rojas, pasando por garzas y libélulas, un festival. Claro que mi hija no está para esas búsquedas: se está centrando en la verdadera y única que le interesa, la del huevo de pascua. Parece ser que hay un "Easter egg hunt" ("Yincana del Huevo de Pascua") tan típica de este país (donde Semana Santa consiste en comer chocolate - quedó claro ayer que a "cargar con nuestra cruz y seguirle", no). Se trata de encontrar huevos de plástico escondidos (si eres niño/a, los adultos no contamos) y a la salida canjearlo por uno de chocolate. Mini ha encontrado la raison-d'etre de su mañana y, por supuesto, encuentra uno. Total que salimos con un huevo de Cadbury's monstruoso, que nos zampamos en familia (ella y yo) en pocas horas y no ve el dia siguiente.  


Todo el rato le quiero decir al Peda que el chine me recuerda al Monasterio de Piedra, más que nada porque él nunca ha estado, y siempre se abraza la oportunidad de decir "ay, qué bonito es el Monasterio de Piedra" (esto es una versión del "justo cuando te fuiste, se animó la noche" que hace un amigo mío). El caso es que solo he estado dos veces en el Monasterio, y lo que más recuerdo es comer truchas y pasar por detrás de las cascadas. Las del chine quedan en meras aprendizas, pero el paseo está muy bien: tanto que hasta impresionó en su día a John Keats y a Jane Austen.  Parece que hay mucho folklore asociado a este chine en particular, porque se usó durante la Segunda Guerra Mundial para nosequé operación. Los psicópatas de los victorianos exhibían ahí, como quien no quiere la cosa, unos instrumentos de tortura (los "stocks" o "pillories") con malhechor dentro, con el objetivo de humillarle (y los paseantes contribuían tirándoles verdura podrida, ratas, excrementos... "en cualquier condición climática") y asu vez
 constatar lo buenos que eran ellos en comparación. Los últimos "stocks" del UK registrados datan de 1872: qué verguenza. 

"Stocks", para escarnio público

Nuestros planes de hoy consistían en ir caminando hasta el siguiente pueblo al sur, que se llama Ventnor (nombre imposible, yo he dicho Vermont, Canadá, todo el rato). Al final vamos en coche hasta el barrio de Bonchurch, y de allí emprendemos la caminata por el mar (wishful thinking)  hasta Vertmont (Ventnor). 

Hamacas para pecosos

En 1840, Charles Dickens alquiló en Bonchurch una casona llamada Winterbourne, y empezó David Copperfield. Parece que le escribió a su mujer: "Es el lugar más bonito que he visto en toda mi vida". Me pregunto si alquiló toda la casa, que es enorme (en imagen) y cuyas puertas de jardín están abiertas (aunque pone claramente "privado" y ya se sabe que para un inglés "su casa es su castillo"). Pero como es una zona muy traquila donde no te cruzas con nadie -y crecida por el éxito de ayer donde Tennyson-, me meto hacia el jardín con mis pintas de turista -cámara al cuello, sombrero y nuevas gafas de sol á la Stormtroopero tal vez de maleante. Entonces veo un sombrero de esos de paja que usan en jardinería, inclinado en una maceta, del que sale una mujer muy antipática que solo dice: "cómo puedo ayudarte" y, sin dejarme respirar "por favor, vete". Entiendo que las reacciones por parte de seres queridos ante mis gafas no han sido positivas, y tal vez la pija esta - que tiene una placa azul a las puertas -abiertas- de su casa que pone lo de Dickens-, esté  asustada de que yo le diga "yo soy tu padre". O tal vez solo de que le pregunte, como todos los anteriores, por la ventanita donde se sentaba Dickens a escribir. 


Winterbourne
Entrada de Winterbourne

"instalación eléctrica a la gloria de Dios"...
no será a la de Thomas Edison?
Me uno a mis compas que ya están bajando a la Iglesia de San Bonifacio, una monada "re-construida en 1070". Como todas estas iglesias, está rodeada por su cementerio precioso, con su carácter literario e irreal, como de novela de las Bronte. Por dentro la iglesia tiene el techo de madera, y una cuerda ahí enmedio para tocar la campana - al Peda le encanta dar el campanazo en estas cicunstancias y una vez en Grecia tuvimos que salir por pies. La imagen que incluyo de la iglesia nevada es una foto de una postal que no compré - había que dejar una donación - pero se valorará que tampoco robé, aunque lo merecían: atención al cartel de arriba a la derecha de la instalación eléctrica (señorrr). 


En este cementerio está enterrado el poeta Algernon Swinburne que creció aquí al lado, en East Dene, Bonchurch. Parece ser que su funeral fue masivo y que "los turistas pisotearon las prímulas y las violetas buscando el mejor lugar para ver". Me encanta que la gente hiciera esto por una poeta. 




Seguimos caminando en busca del mar, nos metemos por alguna salida, pero no hay acceso. Pasamos por un lago donde está toda la reserva ecológica que no hemos visto en el chine: muchos patos, peces pequeños, percas inmensas, una tortuga  y una garza que debatimos si es una estatua... hasta que se mueve. En un punto aparece un pato con unos 5-6 patitos babies que nos derriten a todos. Les echamos pan, que en su mayoría se zampan las percas. 

Por fin llegamos a Ventnor (el último tramo, por fin, junto al mar) y Mini y yo nos quedamos sentadas un rato junto a la playa mientras el Peda va a buscar nosequé. Entonces viene un tipo, que nos ha oído hablar en castellano y quiere hablar. Que si vivió en Latinoamérica, que si vivimos por la zona, que qué bonita es España. Ah, no, sí. 

Playa de Ventnor

Seguimos caminando hacia el sur, el siguiente destino es una cala llamada "Steephill Cove": aquí empieza el tramo bonito de paseo junto al mar. Me recuerda -aunque algo menos dramáticos los acantilados- al de Eastbourne, que hicimos hace años con los Jekes y Nara (y sin Mini, que debía estar de vacaciones en España). Mini se empieza a hartar, porque según le dice su reloj lleva como 17.000 pasos y no puede más. Hay que subir, bajar escaleras, y cuando llegamos a una pradera inmensa con un lago dice que "nos espera allí". 

Aquí nos espera Mini



El Peda y yo seguimos, recordando que Karl Marx era un regular de la Isla de Wight por razones de salud, y que el paseo por los 
Ventnor Downs era su favorito. Por fin llegamos a la cala de Steephill, que es un encanto, "to die for". No se puede acceder en coche (cuando vemos a alguien arrastrar su maleta de ruedas pensamos en su particular via crucis - muy apropiado parala época - para subir a la carretera) y me planteo que esto es lo más parecido a aquel maravillosa cabaña en la que estuvimos en Sudáfrica en Scarborough que me hizo soniar con un sitio similar en UK donde plantar una cabaña para ir a leer y escirbir los findes. Bien, pues esta bahía se postula para ser ese lugar: cuatro casitas de tejado thatched, un café al sol, un restaurante con porche, y a ver la vida pasar. Me llevo una tarjeta de las casitas de alquiler y si me pierdo, podríais encontrarme aquí, en cualquiera: The Lighthouse, the Boathouse, The Beach Hut: todas me gustan. 






A la vuelta hacemos un nuevo "Monasterio de Piedra" con Mini ("no sabes lo que te has perdido"), claro que ella permanece esfinge: verdaderamente se la suda. Pero parece que está de mejor humor (se empujan con su padre). Al llegar a Ventnor, tomamos algo delante de la playa "Lady Scarlett", una "tea parlour" (tetería) muy curiosa. Está decorada como de los 1940s y tiene todo parafernalia de la Segunda Guerra Mundial (el baño me hace sentir como en un refugio). En la terraza, observamos a los locales, Mini se deprime al constatar que una anciana de la mesa de al lado tiene el mismo modelo de iphone que ella, aunque opina que el camarero, que debe tener su edad, es muy mono. Los precios: hacía tiempo que no bebía una Coca-cola por £1.30! (lo mismo el té).  Verdaderamente están anclados en los años 40. 




Volvemos al coche, parando en los patos, e incluyo esta escalera para que se entienda lo que es el tema desnivel en las zonas costeras de este país:




De vuelta en Villa Mentone sobre las 6, quedamos con un ex-colega catedrático jubilado, que se mudó a vivir aquí, dejando el mundanal ruido de Londinium por una vida saludable en la isla. Me recuerda al meme aquel de "Si estás cansado de Londinium, prueba con Reading" (donde pone Reading, ponga cualquier Vetusta), parafraseando a Wilde "si estás cansado de Londinium, estás cansado de la vida", cosa que suscribo. Podría yo venirme a vivir aquí, para siempre jamás? 

Quedamos en el "Fisherman's Cottage Inn", el único pub en la playa de toda la isla, que ya hemos visto por la mañana porque está al final del Chine. Data de principios del Siglo XIX, y aquí empieza a correr mi imaginación con las historias de piratas y contrabandistas, todas las que habrán pasado aquí. Por supuesto, no hay sitio dentro (ni para ahora ni para cenar luego, obviamente nunca ocurriron nuestras auto-promesas contritas de anoche de reservar), y nos sentamos fuera a ver el atardecer, con una luna roja impresionante. 

Guinness del Peda-
no para nosotras,  las de menú infantil

Nos hablan de su vida aquí, de cómo llevaban viniendo de vacaciones veinte años (buf), y al final decidieron hacerse una casa, con piscina interior - para el dolor de espalda (os podría hablar sin fin del apasionante mundo de las piscinas sin-fin (endless pools), con un sistema por el que "nadas en contra de la corriente"). Malinterpretan mi estupor con que quiero una, y al día siguiente mi colega me envía en enlace, como si fuera mínimamente factible que yo me montara este sistema "en una habitación de mi piso". Yo, que no concibo ni una bici estática porque allí, como ratón en la rueda, me plantearía lo minúsculo de nuestro planeta y por ende nuestras vidas en el magno universo, me imagino en una piscina sin fin: no, las entradas de blog aun serían más largas. Hablamos de muchas cosas y Mini saca a su personaje de "alumna de cole privado" a pasear: tienen mucho en común porque mi colega estudia latín en sus ratos libres (que, jubilado, deben ser todos, aparte de los del matenimiento de la piscina) y Mini lo ha cogido como opción para los GCSEs (General Certificate of Secondary Education, algún día hablaré de estos exámenes en un par de anios, que son como una especie de pre-selectividad para la selectividad, los "A levels"). Yo sobre todo quiero oír hablar del trabajo de su hijo en la Cabinet Office del gobierno; es un sabio que estudió PPE (Philosophy, Politics and Economics) en Oxford, pero no sueltan prenda. 



En serio: cuando he empezado este divague he pensado: "hoy será breve, no hay mucho que contar". Así era, pero he conseguido marear la perdiz, divagar sin sentido, y ahora ya para qué contar que casi nos quedamos sin cenar porque estaba todo lleno "o habían cerrado la cocina", y que por esa razón no pudimos volver al Chine, cosa tan bonita debe ser con iluminación nocturna estratégica de colores y que volvimos a Villa Mentone todos enfurruñados. Para esas circunstancia está el observatorio este de estrellas del tejado: anda que no sabían estos victorianos!