Tenemos la imagen del motel en el imaginario colectivo: hemos visto tantas películas.
Parece ser que el primero de la historia se creó en San Luis Obispo, una pequenia ciudad al sur de Big Sur, en 1925. El "Milestone Mo-Tel" tuvo su razón de ser porque los americanos empezaban a tener coches, y se iban de finde, montando la tienda al lado del utilitario. Como SLO está a medio camino de (la mítica US Route 101 o aún más mítica California State Route 1) San Francisco-Los Angeles, era un lugar popular para estas acampadas. El arquitecto Arthur Heineman pensó en combinar el concepto bungalow con coche al lado. Y voilá, los mo-teles (motor hoteles) nacieron. Su idea era montar una cadena de Seattle a San Diego a una distancia de un día de uno a otro (cubriendo nuestra ruta, menos la parte canadiense de la West Coast). Lo que venía a ser montar una especie de El Camino Real (la Ruta de las Misiones que conectaba las antiguas Misiones espaniolas en California) alternativo, para hippies, surferos, domingueros.
Como decía, desde Norman Bates, pasando por Thelma & Louise, hasta Anton Chigurh, lo mejor y lo peor puede pasar en un motel. Y los Pedalistas, como buenos ídem, aspirabamos a pasar la segunda quincena de este mes iniciático (para Mini, por lo menos) saltando de uno a otro. En la carretera, con nuestro Cinquecento (esta perrería del Peda la cuento otro día) rojo, cada noche sería una aventura más.
Y vaya si lo fue. La primera noche a la aventura, en Santa Cruz, tuvimos más o menos suerte. El Motel de la cadena 6 era exactamente lo que una espera del sur de California: habitación sencilla, pero bien, desayuno en la terraza y piscina (en imagen). Perfecto: esto iba ser coser y cantar. Pero.
La siguiente parada es Monterrey pero, oh, al llegar a la ciudad de la Cannery Row de Steibeck, no hay habitaciones. Oficina de turismo, donde amable seniorita nos saca un libro de lo que hay disponible. Paso las páginas y le digo: "$450 por noche, se nos va del presupuesto". Estoy alucinada, $450??? pero en que meca de qué estamos?
La chica se apresura a sacar un folleto a todo color: "Es que es justo la Feria del Coche Antiguo. Verdaderas piezas de coleccionista se van a encontrar en Monterrey este finde y...". Piezas de coleccionista? No me...!!! La maldita "feria del coche usado y de ocasión" (como pasamos a referirnos a ella en los siguientes días tras el atraco) nos va a fastidiar la estancia... "Oiga, no hay nada... normal?" La chica mira a su companiera, una seniora de edad, y dice, la voz temblorosa, "llamo al Gateway?". La mayor asiente con los ojos, como quien firma una sentencia de muerte. Más tarde entendemos porqué.
El Gateway tiene sitio, por un precio exorbitante, pero no hay salida: no solo Monterrey, sino que toda la comarca está petada. Seguimos un mapa precario hasta este antro, que está situado en lo que nos parece el medio del fin del mundo... pero no, está en medio de un polígono industrial. Y al abrir la puerta de recepción, nos da un tortazo el curry que se cocina hasta para el desayuno la familia que lo regenta. Y nótese que los Pedalistas tienen callo: nuestra "primera residencia" fue pasada por Tikka Massala. Tanto que hubo que informar a Management para que cambiaran las cortinas, alfombras y demás esponjas del olor.
A la habitación no entro (metafóricamente, porque vaya que si entré): Tristeza es la palabra. Yo lanzo desde aquí un consejo a todos los hoteleros: limítense a las colchas blancas. Ya está, sin misterio, todo blanco. Olviden los motivos florales de cualquier tipo, marrones, naranjas: NO, no es retro. En su motel, no es retro. Y la matriarca bangladeshí aún me dice que tenemos "la suite", porque Mini está en un cuarto comunicado aparte. Mi cara duele de pretender que lo estoy llevando bien.
La cama. Y termino, en serio. Que alguien me explique el sentido de esas camas inmensas. King, Queen? No sé cual es cual. Yo tengo mis medidas tomadas con mi cama doble de 150 cms. Echo el brazo y ahí tengo al Peda como un tronco (aunque luego diga que "no ha dormido de 2 a 4", pongamos). Me doy la "vuelta infernal" (Fashion acunió este concepto anios ha) hacia mi esquina (me gusta dormir en esquina, y mejor... así de liliput es la vida en londinium) y tan feliz. Echo la pierna y le hago una llave al Peda. Y lo mejor: me caliento los pies en su espalda. Pero, en la cama del Gateway.... TAN grande que hay que vadear para llegar a la esquina (el banio, esas cosas) y echas brazo, pierna, lazo... y el Peda "no duerme" en otro Estado... no habíamos venido juntos a California? Qué haces en Utah?
O-si estás entre suenios-en Pakistán?
Ay, qué gracia. Yo recuerdo mi única estancia en un motel de forma parecida. Las sábanas no existían, el colchón era de un color indefinido entre el azul original y el marrón. Cuando preguntamos por las sábanas nos miraron como si acabáremos de llegar de Marte y nos sacaron una manta. En Houston, en julio.
ResponderEliminarAllí descubrí que los donuts pueden ser más cosas que un redondo con un agujero dentro. Que el café americano es aguachirri y que la gordura, como la mafia, es cosa de familia.
Feliz regreso y muchos besitos.
MARISA!!!! Por fin! ahora entiendo el sentido de la frase:
ResponderEliminarHOUSTON, TENEMOS UN PROBLEMA!
Oye, q el Gateway Thunderbird Hotel tenía sábanas!!! Ahora, en las reviews q leí a posteriori alguien sugiería si "había ocurrido un asesinato"... o sea, que más se puede pedir... ah y del terremoto no habéuis dicho nada!!! nosotros q preparamos todo para q haya cierta emoción!
:)
muxus guapa a tuttos los iratis
di
Creo que las iratis mandaron al peda un guasap preguntando por el asunto. Luego, el olvido. Nostra culpa.
Eliminar¿Terremoto? No has dicho nada de terremoto.
ResponderEliminarMuhé, cómo sois. ¡Mira que coincidir con la Feria Mundial del Coche y no dedicar un día a visitarlo! A cualquiera le ilusionaría tan tremendo acontecimiento. Sois raros, raros, raros.
Y también ignorantes. En todas las novelas en las que el protagonista duerme en un motel (gracias por la explicación del origen de la palabra), siempre consume al menos una botella de bourbons. ¿Qué pensabas, que lo hacían por capricho?
Es más, si alguna vez durmiera en un motel, me extrañaría despertar, sin que me hubieran asesinado para robarme los crocs.
Esa es la leyenda y lo divertido de los moteles. (El tercer elemento, además de la dipsomanía y la violencia, es despertar con una texana impresionante desnuda y yo con un estúpido sombrero texano puesto).
NáN< pero si yo estoy por todo eso Y MAS! Podría abrir un blog dedicado a "la cadena de hoteles de la que éramos asiduos" el Peda y yo en nuestras mochiladas. Hemos dormido en una habitación (con banio incluído) por 80 pesetas en la India. Hemos dormido en casa de una q conocimos en una parada de bus en Brasil. Y suma y sigue. Pero lo q es el colmo es pagar una millonada por ello. Si pagas cuatro duros, bueno.
EliminarPero claro, lo tuyo vale dinero, ese atrezzo del sombrero mexicano (digo texano) vale pasta. La sangre en las cortinas de ducha vale pasta. Etc. Aqui me desperté con el Peda sin sombrero y la hija en pijama...
:)
Ayer descubrí q ese infame motel vale un tercio q la peor habitación del Shangri-La de The Shard. Me hierve la sangre. Estoy haciendo una "formal complaint" :) a no sé que agencia...
muxu
Como voy leyendo hacia el primero de la serie, espero encontrarme historias de Mini ante ese mundo.
ResponderEliminarSi no es así, empieza a escribirlas en los próximos.
Desde luego, un motel debe ser tirado de precio... o si no, mejor no ser.