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15 julio 2016

De Londinium a Lefkádha: No son horas (Islas Jónicas1)


Viernes, 15.07.16 Agios Nikitas

La ciudad que nunca duerme, duerme
He intentado hacer memoria, pero no recuerdo haberme levantado tan pronto para irme de viaje. Nuestro primer viaje mítico, cuando aún no éramos ni los Pedalistas, comenzó con un vuelo que salía hacia la medianoche de Roma, y aunque ponerse la alarma a las 2:25 am puede parecer como volar de noche, en realidad el vuelo es como a las 6 am. Pero hay que salir de Londinium, he ahí el quid de la cuestión.

El taxista, que ahora, cuando escribo, más de dos semanas hacia el futuro de este día (o noche) me parece un “ser del pasado” es un indio simpático que “solo hace aeropuertos”. Eso quiere decir que cuando la compañía tiene un trabajo nocturno, él está disponible. Hace 2-3 por semana, y-aquí llega el pánico, la depresión, llámalo hache-, a la mañana siguiente se va a trabajar. Es jefe de una sucursal de Costa (cadena de cafés que cualquiera que haya pasado por Londinium reconocerá), y nos cuenta los secretos de su café, y el tipo de clientes al que se enfocan ellos y sus competidores, Café Nero y Starbucks. Pero se me ha olvidado todo, sorry.Y aviso para navegantes: el café va a tener un pequeño papel de secundario ene sta serie.

Fauna del aeropuerto a las 4 am
Llegar a Gatwick es otro país. Desde que me he despertado y durante todo el trayecto de calles oscuras, mi sensación ha sido la misma que cuando me levantaba temprano para estudiar las mañanas de exámenes: que era la única persona despierta de toda Vetusta. Las luces apagadas de los edificios de enfrente lo atestiguaban. Pues aquí, pasar por high street tras high street con sus corner shops, casas de apuestas, tescos metros, tiendas de moquetas... cerradas, daba esa impresión. Sin embargo, Londinium Gatwick es un hervidero. Hasta arriba de gente preparada para sus vacaciones, familias, parejas, grupos disfrazados... estos son los que van a despedidas de soltero/a a ciudades europeas. Tipos disfrazados de plátano y, para premio esta vez, un grupo de chicas con pijamas de quirófano, estetoscopio al cuello e incluso una de ellas en silla de ruedas, con la pierna escayolada! Trato de imaginarme en un grupo de esos, un finde o tal vez más (mi vecino australiano estuvo 6 días en Madrid con sus amigos de despedida...) entregada a “la diversion”, sin poder escapar ningún rato porque estás con el grupo y todo es ese tipo de “exceso”, sin parar... e hiperventilo.

Errores del empacado, Part I
Este no ha sido el viaje del empacado sabio, lo digo a toro pasado. Llevamos cada uno una maleta de mano y no facturamos maleta grande, esto para empezar. Cabeza de chorlito que tiene mucho cuidado en la regla -la odio- de los 100 mls, se mete la crema protectora solar (del 50), y evidentemente me la retiran. Crema que hemos de comprar al llegar a Grecia, mucho más cara. En algún sitio, más del doble. Bien.

Y qué hace la fauna aeroportuaria a las 4 am?
Los estómagos no es que estén tristes en esa espera para volar, es que casi necesitan omeprazol. Todos los restaurantes (sí, a las 4 am) a toda vela, con ingleses comiendo su “full english breakfast” (huevo frito, salchichas, bacon, champiñones, etc) y yo oigo la voz de todos los divagantes y de la gente de bien diciendo “a mí a las 4 am no me entra eso”. Bien, pues a mí me entraría, vaya que sí. No hay como ese olor de bacon para los estómagos tristes. Y habla una experta en comer de noche, porque en el pasado, cuando mi inclemente trabajo me sacaba de la cama a las 2 am, oh, los dioses, cuando volvía a las 4 am arrasaba el frigorífico, qué barbaridad. Bueno, terminando, no, no me comí un English breakfast, pero sí el tradicional té con croissant de almendra del Pret. Es algo que siempre hago cuando vuelo desde Londinium y puedo confirmar que sienta igual de bien a las 4 am que a las pm.

Vuelo per se.
No recuerdo nada del vuelo, que son unas tres horas y pico. Solo que estoy emocionada con la idea de volver a Grecia: tengo tan buenos recuerdos del año pasado en Peloponeso! Claro que también algunas prevenciones: serán las islas mucho más turísticas, y nos encontraremos con playas abarrotadas y todo el gentío del que huimos? De entrada, es la primera vez que vamos con todo reservado: en Grecia es fácil simplemente ir por ahí con tu coche y ver un letrero que pone la Sra. Eleni en su balcón ROOMS, parar y ya, tienes chambre. O villa impresionante. Pero este año, ante la amenaza “Islas Jónicas”, y que vimos que no había casi sitio en los que buscamos en airbnb o booking, decidimos reservar. Tres islas, tres “estudios”, pero luego nos dimos cuenta, que debe haber todo un mundo de chambes y villas fuera de la red, y que al final no debe ser tan complicado ir a la aventura.

O sí, recuerdo una sola cosa del vuelo: aterrizar. Al aproximarnos a Préveza, el aeropuerto en “tierra firme”, ya se ve ese mar griego que me hace volver y volver. De repente, el avión baja y da la impresión de que vas a aterrizar sobre el mar, y el agua que veo en la tripa del avión, creyéndome hidroavión por unos momentos, es ese verde transparente en tonalidades que le dan las algas del fondo. Qué emoción, estamos en Grecia!

Aún hay coches menores que el Nissan Micra?
El aeropuerto es muy pequeño, como de pueblo. Caminamos por la pista hacia la “terminal”, y aunque son las 11 am griegas (dos horas menos en el UK), guau, qué calor. Alquilamos un coche que teníamos también reservado, coche que cogemos aquí y dejaremos en el aeropuerto de Kefalonia, nuestra tercera isla. Como suele suceder, el sablazo por no devolverlo en el mismo sitio que lo alquilas es monumental: 279 euros más, precio que hay que pagar si no quieres andar volviendo sobre tus pasos. Luego sufrimos la primera “operación picaresca” de las vacaciones, cosa que no nos había pasado en este país antes-o yo no recuerdo-, pero en este viaje, entre picaresca y error nuestro, hemos tenido como tres. 

A saber, la primera: el hombre nos da un coche de una gama menor que la que habíamos pedido. El Peda se da cuenta y él reconoce su error, mientras nos da las llaves de un... Nissan Micra! En serio que aún había uno menor? Qué era, un triciclo? 

Pero es que el concepto Micra es mucho más que un un coche, es una historia: una vez, al poco de llegar a UK, los Pedalistas se embarcaron un una road movie de las nuestras por Gales. Teníamos entonces un Austin Metro cutrísimo (que nos duró un año) y con él nos lanzamos un verano a la Gales profunda, a parar en Bed&Breaskfast a altas horas, para partir al día siguiente. Aquel viaje acabó en Dublin (dejando el Metro en Gales), cruzamos con el ferry, tras sobredosis de campiña galesa, pero esa es otra historia. Lo relevante aquí es que, en nuestra ruta por el norte de Gales, siempre nos acabábamos encontrando a dos encantadoras ancianas pilotando un Nissan Micra verde claro-verde glaciar (a mejor definición). Las dos con el pelo blanco a lo Angela Channing, su rebeca y sonrisa british. Podían ser desde la Srta. Marple, investigando un crimen, hasta la charming protagonista de los “Ladykilers”. Cuando volví de Gales, le dije a Fashion: “Querida, he visto nuestro futuro: de jubiladas seremos dos encantadoras ancianas y nos iremos a recorrer mundo en un Micra”. Pues bien, Fashion y divagantes: el mito del Micra ha caído: no tira nada!! En las (vale, bestiales) subidas de estas islas había que ponerlo en primera! Un desastre. Ah, y era un verde oscuro.

La isla comunicada por un puente
Nuestra amiga griega en Londinium Eleni (no la de las chambres) recomendó ir 20 minutos al norte nada más salir del aeropuerto y allí encontraríamos la más maravillosa playa. Total que salimos, todos excitados con la idea, tiramos al norte, pero nos damos cuenta que estamos yendo al sur, y, es más, estamos de lleno en el puente que lleva de la tierra firme a Lefkadas, nuestra primera isla. Vas por un promontorio mucho rato y luego acabas como entrando en un barco metálico, y voilá! Estás en la isla. En concreto estás en Lefkás Town, la capital.Pasamos porque nuestro destino es Agios Nikitas, un pequeño pueblo como a 20 minutos de aquí, en la costa oeste. 

 
Breve curso de geografía de la isla blanca
Lefkás tiene la misma raiz que "lefkós" (blanco), y geológicamente se trata de roca caliza. Es la isla favorita de Stephanos, nuestro amigo griego allá en Londinium, está claramente dividida en dos zonas: la este, la más turística y menos bonita, y la oeste, con pocos pueblos pero con playas espectaculares. Esto lo habíamos leído, hasta en la Rough Guide es un MUST de estas islas, pero de verdad no estábamos preparados para lo que se avecinaba. En un punto entre Lefkás Town y Agios NIkitas hay un mirador donde alguien vende miel y otros coches han parado y se están hacienda fotos. Este es nuestro primer contacto con El Azul. Espectacular, parece de ciencia ficción, y como dijo el divagante Lux, hace palidecer al Azul Klein. Allí hay una pareja, él español y ella dominicana, que nos turnamos para fotos. Es el único español que veremos de turista en estas islas en todo el viaje.

Turista tipo en Lefkás
Pero en general el perfil del turista en estas islas ha sido bastante sorprendente: al llegar a Agios Nikitas nos damos cuenta que, en las tabernas (tavernas, en griego), heladerías, playas... nadie habla inglés. Son todos serbios, rumanos... claro, ellos cogen el coche y se plantan allí en unas horas. Y por alguna razón, así como Kefalonia suena más, yo Lefkas la conocía solo por nuestros amigos griegos.

Bienvenidos a Panos Panetis
Las llegadas de los Pedalistas a sus destinos suelen ser accidentadas: son un poco Cronopios y se lían con las direcciones, y por lo general acaban metiéndose en alguna boca de lobo antes de en su alojamiento. Esta vez yo había reservado una tal “Afroditi Pansion”, que tenía una pinta excelente en las fotos de Airbnb. Parecía que estaba a las afueras del pueblo, y que era una casa con 3-4 habitaciones. Lo primero, debemos olvidar a la diosa Afrodita porque este lugar será referido en esta serie repetidas veces como “Panos Panetis”. Luego, parecía en el mapa estar en las afueras, pero realmente Agios Nikitas es muy pequeño, no es más que una calle peatonal con restaurantes y tiendas de flotadores y gafas de bucear que termina en la playa-calle peatonal en la que, lo habéis adivinado, nos metimos hasta la cocina con el Micra... la gente haciéndonos señales de calle cortada, cocodrilos hinchables contra el parabrisas, esas cosas. Total que arriba de la calle está Panos Panetis, nuestra “pansion”.

Al llegar, nos da la bienvenida uno de los múltiples hermanos del tal Panos, con el que yo me había comunicado en Airbnb, el “cerebro” del lugar. El hermano Afalis, al que acabamos llamando Panos Panolis, es un tipo moreno, tirando a calvo, y con una camiseta naranja que solo se cambia el ultimo día-y eso que pasamos aquí 5 noches. Es un hombre pegado a su móvil y “soluciona problemas”. La habitación está en la planta baja, y es un poco decepcionante. Los muebles son de “segunda residencia en la playa” (sí, Fashion, no maderas nobles) y terrible iluminación. La terracita podría mejorar y da al patio que aparece en airbnb que es muy acogedor, todo empedrado y con columpio y mesas, y muchas flores, árboles y ambiente mediterráneo. Mientras yo me oriento, el Peda se va a aparcar, y vuelve pasado mucho rato porque ha tenido que ir a aparcar “a Croydon” (nota: barrio en el extrarradio londinemsus). Hay tanta gente en este pueblo que ha tenido que acabar el ultimo de una fila en la carretera salida del pueblo, en casadios.

La playa de Agios Nikitas
Tras comer algún resto de bocata o lo que sea caminamos hacia la playa, en absoluto nuestra idea del mar griego. Se nota que llevamos un año sin entrenamiento y estas cosas son de principiantes: la playa del “resort playero” de una zona equis será siempre una mierda. La playa de verdad se encontrará haciéndole kilómetros al coche, lejos de todo y de todos. Pero es el primer día, nos hemos levantado a las 2 am, y hay que adaptarse a este nuevo jet-lag. Nos damos un baño, pero hace un calor horroroso, hay bastantes olas y el mar no está claro para bucear. Nos acabamos yendo, aunque esto no es solo factor de la playa y estas circunstancias, sino parte del ser-pedalístico, nunca aguantamos demasiado rato en una playa dada. De camino de vuelta a Panos-Panetis compramos una macro-esterilla para futuras playas y una tabla pequeña como de surf. También paramos en una heladería donde Mini pide un helado de yogur con salsa de Ferrero por encima, el Peda un frappe (concepto a ser desarrollado otro día, cuando cuente “lo mío con el frappe) y nos sacan una botella de cristal con agua y luego descubrimos que nos la cobran.

Yo sí quiero columpio en el jardín
Una vez en Panos-Panetis, el Peda dice que se va a correr (con ese calor, pero así es la adicción), Mini se cuelga de algún teléfono y del wifi, y yo me voy al columpio con mi libro (“Brief interviews with hideous men” de David Foster Wallace, genial), pero acaba pareciéndose más a una siesta que a ninguna lectura. Cuando vuelve el Peda, nos cuenta que ha llegado en su running a la playa de Kathisma, con un azul espectacular, y en la que hemos de hacer paragliding (tirarse en una especie de paracaídas de la montaña con un monitor), trae incluso los folletos.

Volverán las oscuras golondrinas
Salimos a la compra... enfrente de Panos Panetis (al que aún no conocemos, es Panolis es que se pasea por el patio, solventando problemas) hay una gran tienda que vende, además de elementos playeros, y El Mañico (recuerdos griegos), es supermercado, tiene cafetería, panadería (toda una institución griega, otro día amplío para quien haya olvidado antiguas crónicas) y un nido de pequeñas golondrinas en el techo de la sección recuerdos griegos (entre las aceiteras y la miel). La madre golondrina entra y sale como Pedro por su casa y así alimenta las tres cabecitas que salen del nidito, que me pregunto si han creado los de la tienda, o la golondrina misma. A lo largo del viaje observaremos este fenómeno en otros lugares, por ejemplo en una heladería en Itaka. Pero divago: como estamos en un “estudio”, tenemos nevera e incluso un aro que puede pasar por cocina (?), así que compramos lo que será nuestro maravilloso desayuno estas dos semanas: sandía, leche para el té y yogur griego con miel y muesli.

"Madre, se me hace bola"
Bajamos la calle haca la playa y cenamos en uno de los restaurantes que recomienda la guía. Bien. Empiezo fuerte, con ilusión (alguna vez he contado lo que me aburre comer en restaurantes?). Ensalada griega, entrantes griegos (calabacín rebozado, pimientos fritos, berenjena con ajo machacada) y moussaka. Digo empiezo con fuerza porque tras unos días ya no sé qué pedir... en la Rough Guide no ponen muy bien a la comida griega “nadie vino a Grecia por su fontanería escandinava-hay que echar el papel en un cubo en muchos de los sitios- ni por su Cordon Blue gastronomía”, dicen.

Puesta de sol
Al terminar sacamos fuerzas de algún punto para culminar el día con un nuevo paseo por la playa. Se está poniendo el sol, en algún sitio: hay una montaña tras la cual está la mítica Playa de Mylos (según Panos Panolis la mejor de la isla), a la que solo se puede acceder caminando (subiendo esa montaña y bajándola), o en barquito desde esta playa. En Mylos, además, se pone el sol en el mar. Nos prometemos ir a verlo un día de estos y, agotados, volvemos a dormir. Deben ser como las diez de la noche.

Pero, un rato indeterminado tras caer fritos, los de arriba moviendo muebles me sacan de mi sueño. Por qué hay necesidad de mover armarios o camas -eso no suena como una sillita- a medianoche? Cabreada, me vuelvo a dormir.

6 comentarios:

  1. No te has pasado un poco con la crónica de hoy... ? ¡Que aún quedan catorce días...!

    Ejerciendo de suegra...

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  2. JAJAJAJAJAJAJ Anónimo-suegra!!! Mira, no me ha salido fácil.. he tenidop q forzarme para darle en la boca a LUX (q desde entonces se encuentra desaparecido) q me decía q tanta "DETOX" no era buena :)

    A ver si cuelgo el día 2... más corto...

    muxus nueriles

    di

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. LUX, pero esta historia es inventada!!!! Pq yo he visto con estos ojos q.. LAS ENSAIMADAS LAS FACTURAM!!!! VAN A BODEGA!!!!! Y esto hablo de hace décadas, cuando yo aún no tenía ni 20 ni el aisis existía!

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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