an

29 enero 2011

El arte de la compra venta III: La transacción

Hubo un tiempo en que las transacciones en cuanto a la compraventa de ganado se hacían en los mercados que a lo largo del año y de la geografía se celebraban en este país. Uno podía ir a Santander o a Talavera de la Reina a comprar terneros y volver a casa con un camión cargado. Era un tiempo en el que los animales no iban marcados, había que tener mucho ojo, mucha mano izquierda y ser más listo que el hambre. Si no entendías te la daban con queso. Los pagos se hacían en duros y al contado y un apretón de manos o una palabra dada valían más que cien contratos. Cuentan que mi padre si veía un lote de terneros que le gustaba iba al dueño y le ofrecía una cantidad más elevada de la cuenta. El dueño por supuesto se hacía el remolón, jugaba su papel, aunque sabía que era un muy buen precio. Mi padre entonces decía que iba a dar la vuelta por el mercado y que luego volvería. Por supuesto que, en ese rato,  no había nadie que diera por esos terneros lo que había ofrecido mi padre, así que el dueño iba diciendo que no a las ofertas que le hacían otros compradores. A punto de finalizar el mercado, mi padre volvía y al ver que el tío no había vendido los animales, le ofrecía menos que los otros compradores. Si el buen señor no quería volver a casa con los animales, se los vendía a mi padre. Cada uno tenía sus trucos.



Hoy en día la cosa se ha simplificado mucho.  Así este año he hecho alguna transacción con mi broker:

- Niño, mándame unos terneros,
- ¿Cuántos necesitas?
- 50 más o menos, pero que no sean calendarios (flacos)
- Que no, que serán buenos...
-¿Y precio?
- Cuando los vea te lo diré.

Por lo general son terneros comprados en la montaña a distintas casas, de distinto tamaño, distinto precio y diferente calidad y por supuesto diferente resultado.


También he comprado un toro, bueno ahora es sólo un novillo, pero apunta maneras. Es un limousine sin carta (sin pedigree) con muy buenas formas, patas finas y es francés. No tuve que ir a ningún mercado, ni preseleccionarlo. Simplemente le dije a mi Consultor:

- Dile a tu broker, que me busque un novillo francés para cubrir a las vacas (también se dice para monta).

Así que un día me dijo:

- Mañana te envían el toro.

- ¿Cuánto costara? - dije yo.

- Aún no lo sé, ya me lo dirán.

Así llegó Manolillo, que es como Tito lo bautizó, a pesar de que yo le sugerí François... De esto hace más de un mes. Todavía no lo he pagado.



Mi última transacción han sido 20 novillas para madres (Manolillo se pondrá las botas). La cosa fue de la siguiente manera. Mi vecino tiene vacas y toros (con carta), así que le dije:

- Jose, de las terneras que te nazcan este año guárdame unas para mí, para madres.

No tuve que darle ni el 50% por anticipado, ni me pasó un presupuesto, ni nos dimos la mano. Era un "pacto entre caballeros" y la sola palabra bastaba.

- Ya vendrás tu a triarlas - me dijo.

Que horror pensé, si no tengo ni pajolera idea.... cómo las voy a triar... a lo mejor me llevo el macho y el descojono es general. Será mejor que el día en cuestión vaya con mi Consultor y con Tito a elegir los animales.

El día de autos  vamos todos a la explotación ganadera de Jose.

- Diva, te he apartado ese lote para tí, a ver que te parecen  - me dice Jose.

El muy cabrón ha puesto al lado de las que me señala un lote más joven y por tanto más pequeñas por lo que las que él me ha elegido se ven mejores.

- Bah! - digo yo - Tampoco son tan buenas. Hay alguna floja.

- Que si no las quieres, me las quedo ¿eh?. Que yas sabes que las tengo vendidas - me aprieta. Va a ser duro de roer.

- ¿Qué te parecen Tito?

- Yo ya las había visto. A mi me gustan.

Que le gusten a él es fundamental, porque las tiene que cuidar. Otra cosa es que diciéndolo no me ayuda en la futura negociación del precio. Intento echar mano de mis Consultor.

- ¿Cómo las ves?

- Hay una que no tiene buena cara, cámbiamela por esa otra- le dice al comprador. Me quedo a la espera de que encuentre algún otro defecto que rebaje el precio y le oigo concluír:

- La verdad es que es un lote majo.

Pe...pero... ¿dnde ha quedado la picardía, el ser espabilado, la mano izquierda? ´¿Qué fue del regateo? ¿Cómo hemos podido perder tanto? ¿A quién se le ocurre alabar una compra? Claro como la que voy a pagar soy yo...

Joder, vaya mierda de ayudantes me he buscado, así no conseguiré ni un duro de rebaja - pienso. Así que despliego mi artillería:

- ¿Cuánto pides por ellas? - Le pregunto al dueño.

- Tantos miles de pesetas.

- Será iva incluído.

- Sí hombre... no me jodas me dice.

- Yo te daría tantos menos - Siempre hay que hacer una oferta de la que una se avergüence.

- Bah, hombre bah... si ya te han dicho que es un lote majo.

- Pues baratas no son - le espeto. Me las has de rebajar. A ver si va a ser esta la primera vez que compro algo sin que me lo rebajen un poquito- miento.

- Que no, que no... que te doy buen precio.

- Habérmelas vendido en diciembre  tal y como quedamos y te pagaba eso. En enero esta todo de rebajas. A ver si con las crisis voy a comprarlas caras. Sácame algo...

- Te ahorrarás el porte que te las llevo yo, están adaptadas a la zona y son de toro con carta. Son baratas Diva

- Joder! - suelto algun taco. Ya pueden ser baratas no les has dado nada más alfalfa y están muy flacas... En cuanto a la adaptación y como yo no tengo alfalfa, me podrías mandar con el camión un remolque de alfalfa, para que el cambio en alimentación no sea tan brusco y tal... - intento sacar lo que sea.

- Cagondios!!! no se puede tratar con mujeres.

A pesar de intentarlo no conseguí que me rebajara ni un duro. Eso sí al Consultor se le han acabado los almuerzos..





11 comentarios:

  1. Vaya ganadera! Yo creo que es que no fuiste con las botas de Diva-quera puestas.

    Desde luego que vaya par de compinches que te has echado...

    ResponderEliminar
  2. Soy incapaz de regatear, sería un desastre en tu trabajo. Me da una verguenza horrorosa.

    ResponderEliminar
  3. Di, el resultado habría sido el mismo porque a Diva no le rebajaron nada.

    Peor es mi jefe que se regatea a sí mismo. Calculamos un precio, él lo va pensando en su cerebro y al final pide otro mucho más barato. Así nos va...

    ResponderEliminar
  4. Tienes razón, Niño, no llevaba las botas y de todos modos hay que llevarse bien con el vecino...

    ResponderEliminar
  5. Di, hay que regatear a quien se pueda regatear.

    Estoy segura que si de ello dependiera el que llevaras el pan a casa, lo harías.

    ResponderEliminar
  6. "El que tiene vergúenza, ni comer ni almuerza"

    ResponderEliminar
  7. Sí, sí, Diva, si lo q digo es q sería mala.... pero cuando te entran en esos rollos de regateo en compras me voy. Paso. Quiero decir, a mi una cosa me puede interesar a precio X (tb aqui, en tiendas en las q no se rgatea), si vale x2 no me interesa.. enotnces estas en un sitio en el q preguntas cuanto y te dicen: Z y tú, ah no gracias, y te vas. Y el hombre: pero cuánto me das? y yo.. no, no, de verdad, es q no se trata de eso... no sé si me estoy explicando. Es q no me interesa a su precio pero tampoco le quiero rebajar. Hablo de bobadas de turista, esto d elas vacas es un mundo q no conozco en absoluto.. :)

    Pero no me gustan esos turistas q estan en BOlivia regantando con las señoras con el niño a la espalda sobre mantelerías coloristas, y lugeo enicma vuelven aqui y presumen de "la sacaron por tanto".

    ResponderEliminar
  8. La verdad es que hay sitios donde regatear debería estar prohibido. Estoy contigo en lo de Bolivia y me pasa lo mismo cuando entras a alguna tienda y te dicen, cuánto me pagas? Paso.

    En el tema del ganado, era una cosa mucho más extendida antes que ahora. Se ha unificado demasiado y la información llega a todas partes. Si hasta Tito tiene móvil...

    ResponderEliminar
  9. Di-Tra-Tanta, menuda eres. Bajo ese nombre de satori de entrega a domicilio, se esconde una predadora.

    A mí me pasa lo mismo, Di. En Marruecos quería una cosa y cuando me daban de salida un precio que era el 30% del de España, compraba y se acabó: me alegraba de que me "hubieran engañado" y el vendedor se enorgulleciera en la cena ante sus hijos de cómo me había timado y por eso la cena de esa noche era mejor. Siempre me ha parecido lo justo que un sombrero cordobés tenga una sobretasa a los españoles no cordobeses, y que a un yanqui le debe costar como mínimo el doble.

    Y si el precio era desorbitado, no había compra. Me acuerdo que nada más llegar a Tánger (y ellos notan que eres un recién llegado), me pidieron 20.000 pesetas por un kilo de dátiles. Me reí tanto que se ofendió y las cosas se pusieron poner feas.

    ¿Os acordáis de la escena de la vida de brian, en la que compra algo para ocultarse y acepta el primer precio, cómo se ofende el vendedor?

    ResponderEliminar
  10. Siempre he pensado que es más fácil trunfar en los negocios si se es un verdadero hijoputa. Aunque luego eso tenga efectos colaterales como ser un amargado fuera de los negocios, etc.
    Si querías una buena rebaja le tenías que haber dicho que se metiera sus putas vacas por el culo, una tras otra, y que cuando hubiera terminado y reventara, que ya sabía dónde encontrarte para hablar de precios. Acto seguido te dabas media vuelta, y tras lanzar un escupitajo al suelo lo más enjundioso posible, te largabas sin dar media vuelta aunque el tío te llamara.

    Y así: si el tío rectifica, consigues el precio justo. Y si no, por lo menos verificas que no te engañaba.

    ResponderEliminar
  11. Yo tampoco sé regatear y no sé si sabría buscarme mejores ayudantes tampoco.

    ResponderEliminar

Comenten bajo su propio riesgo, sin moderación. Puede ser divertido.