Esta vez, desde la Cochinchina (Vietnam 0)

 Es lo que parece: comienza una nueva serie del di-stintivo "viajes", porque he pasado casi un mes en la Cochinchina. Literalmente, porque así se llamaba a la zona sur de Vietnam ocupada por los franceses (aunque a veces también los españoles la llamamos "la Conchinchina" -ambas son correctas). 

Vete a la Cochinchina

Literal y metafóricamente he estado en lo que se sentía un lugar muy remoto, y durante el siguiente mes voy a intentar contarlo y sobre todo, contármelo. Si un viaje antes no terminaba hasta que se revelaban las fotos, para mí hoy no finaliza hasta que termino de escribirlo -así que mientras el mundo está de agosto, yo seguiré viajando, desde mi sofá. Aparte de eso, hay pocas ventajas sobre escribirlo en tiempo real, pero no ha habido más remedio: no había horas en el día.  Inevitable no citar aquí a Annie Ernaux “Si no las escribo, las cosas no han llegado a término, solo las he vivido”. Si a alguien le interesa saber si en el momento pienso cómo voy a escribir algo que acaba de pasar o una idea que justo se me ha cruzado, la respuesta es sí: muchas veces.

Volviendo a la Cochinchina, un par de cosas. En primer lugar, Mini fue la principal impulsora de este destino -via TikTok o similar. Yo no lo tenía claro, pero sí que quería hacer algo diferente -salir de mi zona de confort griego, sandía-colada-siguiente playa, aunque por supuesto que la he echado de menos. La divagante Annapetons, que estuvo el año pasado y se enamoró del país, fue el empujón que el Peda y yo necesitábamos para decir, venga, sea. Desde 2001 no volvíamos al sudeste asiático: aquella vez fue Tailandia y un viaje muy diferente. Éramos aún más jóvenes y, aparte de dormir en habitaciones comunales, seguimos casi todos los rituales del mochilero. En Vietnam, todo lo contrario: el sufrido divagante que haya leído aunque sea en diagonal las previas aventuras pensará que somos unos impostores que hemos secuestrado a los verdaderos Pedalistas- pero podré explicarlo todo.  

En primer lugar, en Vietnam no se alquila coche, sino que se vuela o bien -atención- coche privado.  No hay coladas, sino lavanderías. No hay más apartamentos espartanos con vistas con sus desayunos de sandía y yogur: aquí hay hotelazos con desayunos que te dejan como tras una boda gallega y ya no quieres comer el resto del día. Vamos, que los Pedalistas se han transformado -solo en este viaje- en los Millonetis, para mi horror. La principal razón ha sido lo baratísimo que es todo allí (hemos llegado a cenar los tres por cuatro euros, literal) y luego, el Anópheles, "el mayor asesino del planeta". No, no es ningún dirigente, sino el mosquito que transmite la malaria, y también está activo el del dengue y suma y sigue. Dada mi neurosis con el tema, ya anuncié que aquí nos quedaríamos en lo que la yaya llamaba "lugares conforme" para intentar evitar a este ejército alado - a veces se nos ha ido la mano, pero no caeré en lo de poner fotos de apliques de luz de la habitación como hicieron la primera pareja de Vetustilla que se casó.

No se pierdan esta serie en la que no faltarán anécdotas (desde el malentendido básico al slapstick-o culetazo), autoflagelaciones (por favor, no me llamen "madam"), disonancias cognitivas (se puede votar a los Verdes y volar al culo del mundo?), reflexiones de lo humano y lo divino ante Budas obesos  y claro, divagaciones sin aparente relación con lo que tenemos delante. 

Empezamos mañana. Mientras tanto, termino con uno de los graffitis que ha dejado esta semana Banksy por toda la ciudad. El lobo en la parabólica era mi favorito, pero solo aguantó un rato en Peckham,  un barrio chungo del sureste, hasta que lo robaron a plena luz de día.

Os espero a tod@s aullando ante la idea del "viaje con nosotros" a la Cochinchina. Vamos p'allá...

Banksy en Peckham- brevemente