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12 agosto 2024

Llegada a Saigón: militares hieráticos, eróticas medias antitrombosis, hordas de motos y azoteas chic (V2)

  Viernes, 12.07.24: Dubai - Saigón


Solo si tu teen tiene snapchat
entenderás esto
El vuelo de Dubai a Saigón (hoy, Ho Chi Minh City) sale a las 10:30 am hora local: no me pregunten qué horas son (mi corasón) para nuestros cuerpos (serranos). Eso sí, digo "de Dubai" por decir algo, porque no hay finger y nos hacen subir en un autobus que en algún momento creo que nos está llevando todo el camino hasta Vietnam. Tras horas de pista en pista, hay que bajar, claro y permítanme anotar que este no es país para embarcar por la escalerita, que no somos Lawrence de Arabia (ahí, sin turbante, luchando con la tormenta de arena). Una vez arriba, el avión es claramente peor que el anterior: menos espacio entre asientos, peores calidades en los tapizados y no dan helado! ni hay polaroid! (esto se agradece, por razones obvias). 

En fin, otras 7 horas de tortura que me confirman que estas palizas ya hay que limitarlas y desde luego no meterse en ellas para pocos días. De lo que nos hace el jet-lag a los seres sensibles (a los mismos que nos pican los mosquitos, mis compas de viaje, miau) hablaremos mañana. Lo más positivo que puedo decir de este segundo vuelo es que dormimos casi todo el rato...

Por fin, aterrizamos en Saigón: son las 21:15 hora local. Mirad qué fotos más chulas de Mini que tenía ventana:





En la fila de seguridad, unos militares malencarados (epíteto donde los haya) miran los pasaportes y perdonan las vidas. Nuevos instantes de ansiedad porque recordemos que hemos de entrar con el pasaporte español y no sabemos si el visado será para tantos días como nos quedamos nosotros. Pasa Mini la primera (su pasaporte es el problemático, si eso que la deporten a ella) y tras lo que se hace una eternidad, la esfinge hace una mueca que dice "siguiente". Podría abrazar al simpático cuando paso, estreno mi vietnamita: "xin chao!" (hola!). Bien: se acabó es estrés en este viaje, me digo; en el futuro, miremos las caducidades.  

En la salida hay un montón de stands que te ofrecen sim cards, y el Peda se hace con una para poder funcionar por el país. Mientras tanto voy al baño a quitarme las medias anti-trombosis- ah, que no he comentado esto? Yo en los vuelos intento caminar y beber mucho, claro, pero la terrorista antes llamada Annapetons introdujo la idea de heparina en mi mente, que ya tenemos una edad, y aunque no llegué a eso, sí que me puse unas medias blancas de esas que me han dado en algún ingreso hospitalario: parezco Elle Driver la enfermera de Kill Bill, aunque no necesito liguero porque se aguanta con silicona ahí arriba. En fin, demasiados detalles, con esto de que no lee nadie. Nota: el Peda y Mini se niegan a lo de las medias, nadie me escucha en esta casa. Ninguno sufrimos trombosis. 

El Peda asegura que hay un hombre esperándonos con un cartel que dice su nombre (ya se sabe, mi mayor ilusión, dado que esto rara vez ocurre), pero en realidad, en una columna hay pegado como quince nombres, tú te identificas, y por fin viene tu taxi. La carrera desde el aeropuerto hasta el hotel son 7 euros y nos da una primera impresión que en absoluto se corresponde con lo que yo pensaba que era Saigón, de lo que hablaré mañana. Saigón es luces, caos y motos. Pero, oh-my-god, cuántas: yo había leído lo del tráfico pero hasta que no se ve, no se cree. Hordas y hordas de gente en moto que entran, que salen, que se meten entre, que no respetan cedas, semáforos, nada. Motos con familias enteras, con perros, con maletas, con cajas. Me encantaría quedarme en Saigon (bueno, en realidad en todo Vietnam, aunque Saigón es la más bestia) varios meses para poder documentar con detalle las motos más locas que hemos visto - a medida que me vaya acordando lo iré escribiendo, o pondré fotos (con algunas llegué al moment décisif!).

Por fin, tras quién sabe cuántas horas desde que salimos de casa, nos deja el taxi en el hotel. Al entrar en recepción, no nos lo podemos creer: con lo que hemos pagado esto es lujo asiático! Las chicas van vestidas con el traje típico vietnamita (ao dai) que ya se vera más adelante en fotos: es una especie de túnica larga de seda con cortes en los laterales sobre pantalones, y que como son todas tan petite y tan monas, les queda fenomenal. 

Como dije, no voy caer en poner fotos de los hoteles como aquellos a la vuelta del viaje de novios, pero sí de las piscinas. Este fue uno de mis innegociables: teníamos que tener piscina porque unas vacaciones de verano sin agua no lo son. La de este hotel está en el tejado, donde también hay un bar -Vietnam es el país de los "rooftops", los bares de las azoteas.  Son geniales y también aparecerán en esta serie.


En el hotel no saben dónde indicarnos para cenar, a esas horas (en serio? los días siguientes ya descubrimos sitios abiertos bien cerca), así que salimos un poco a la aventura, cruzamos una plaza y nos encontramos a mucha gente joven sentada en un especie de hules, bebiendo, comiendo, hablando. En otra calle vemos lo que es una institución del país, pero sobre todo yo diría de Saigón: unos taburetes de colores muy bajitos, que parecen de guardería, en las puertas de los restaurantes y bares, donde los vietnamitas se sientan a ver la vida pasar:


Por fin, encontramos un seven-eleven (en imagen su oferta de yogures que se beben o lo que sea) y compramos unos noodles. 


Nos gusta especialmente el nombre del banco al lado de este establecimiento: por fin unos banqueros que no se asustan de llamar a su negocio por su nombre: TIMO.


Subimos a cenar al rooftop del hotel, con la ciudad -las motos en particular- zumbando doce plantas abajo. Estamos solos, estamos en el corazón de una ciudad asiática. Primeras impresiones? Saigón, me gustas...

9 comentarios:

  1. Esto entre tanta moto, piscina infinita, oferta de kombucha y la vache qui rit que hacía siglos que no veía, promete.

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    1. jajjajaj, cómo q no veías la vache que rit!??? ya no la venden en spain? Aquí en UK la tienes en todos los super!

      Y hablando de piscinas infinitas, hoy me han pasado un artículo que vamos... encuentro muy difícil elegir. NO estaría mal un crowfunding para q las probara todas...

      https://www.thehandbook.com/worlds-best-infinity-pools/

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  2. Curiosa casualidad, tan divagante ella... acabo de leer El ancho mundo del amigo Lemaitre y tiene una parte ubicada en Saigón (antes de pasar al Tío Ho y con los franceses aún), que me aleja de querer visitarlo, tanto como me acerca su posible realidad... el libro está muy bien... y el toque, de realidad sociopolítica que deja traslucir, vale mucho más que cualquier Premio Goncourt... mucho me gusta este tipo!!!

    La verdad es que el cine ha trasmitido cierta fascinación por eses lugares tan lejanos, auténticos universos metaalienígenas .. y me encantan las series coreanas por lo que reflejan, mejor o peor, de una realidad cotidiana tan evidente... bueno sería que se les escapara alguna norteña.

    Bicos orientales...

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  3. El algoritmo me ha comido el comentario... volveré como el otro!!!

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    1. Gracias MV, no sé por qué, me mandó estos comentarios a "moderación", cuando no lo tengo activado...

      Solo agradecerte la recomendación de Lemaitre, del que no he leído nada. Precisam he terminado un libro francés en la última etapa del viaje (un Goncourt!), a ver si escribo sobre él... ya sabes q leo pocas traducciones, así q de lit francesa, poco, pero como lo recomiendas y además tiene una parte en Saigón, lo buscaré.

      Sobre la "ambientación" de Saigón, lo q yo pensaba q era y lo q es... en el divague publicado hoy! :)

      Bicos

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  4. Muy esclarecedor el detalle de los taburetes. Verás, acabo de volver de Berlín, donde estuvimos en una especie bareto con bocadillos vietnamitas (muy ricos, lamento no recordar el nombre), que era poco más que un mostrador y la gente tenía que sentarse en la calle en unos taburetitos. Eso sí, versión berlinesa, todo muy cool, hacías el pedido por el móvil (parece que no valía lo de decirle al chico "marchando tres bocadillos") y los taburetes eran de un elegante diseño en aluminio. Primer mundo.

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    1. Ya te he encontrado... perdona estos movimientos...

      No me puedo creer q en Berlín llegasen a ese nivel de autenticidad, de poner los mismos taburetes (eso sí de aluminio no de plástico!!! y sin colores imagino!) Bueno, son tan icónicos q he visto incluso láminas de esas para turistas con los taburetes.... los bocatas se llaman Banh Mí y vienen de la tradición francesa.

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    2. Por supuesto, eran taburetes de diseño, muy bonitos, casi como hechos por la Bauhaus. Vietnam pasado por la estética berlinesa.

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    3. Me imagino al del restaurante ideando la cosa: "hágame unos taburetes como esos de enanos de plasticorro, pero estilosos..." :)

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