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19 agosto 2024

Hoi An es postal turistonga en el río y comida en garage en las calles traseras (V5)

  Lunes, 15.07.24Saigón-Hoi An



Como decían "Les Luthiers": "en su horario habitual de la 1 de la mañana", a esa hora abro yo un ojo. Mini duerme y el Peda que está leyendo, me recuerda: "A las dos empieza el partido". [¿En serio?] "Sí, duérmete". Durante el evento deportivo me despierto un par de veces, y veo a mis compas ahí, sus ojos en la luz que viene de la otra pared. No pregunto cómo van ni nada, solo faltaría que me desvelara con algún tipo de emoción. Aún estoy en proceso de conquistar a este jet lag como para fastidiarlo ahora con esto. Night night. A las 6:45 me vuelvo a despertar, mis compas duermen. Miro el teléfono: Ejpaña 2, Inglaterra 1. Lo sabía, me digo, creo que lo predije, aunque seguramente no. El Peda se mueve, me cuenta un poco las incidencias de la noche y concluye: "he dormido dos horas, bye!". Los dos nos dormimos de nuevo. Nota: este párrafo lo escribí el día que pasó, de ahí el nivel de detalle, que habíá olvidado. Solo escribí notas dos o tres días (digamos al unísono: loado!)

El desayuno hoy está petado y espero allí a mis compas, a los que he despertado a las 9 am y no están muy finos. Creo que deberíamos empezar a llamar a estos excesos "brunch" y rezar para que en el siguiente hotel no haya "afternoon tea", o vamos a salir de Vietnam rodando. Ah, sí, hoy cambiamos de hotel porque vamos a otra ciudad y hay que recoger ese Campo de Agramante que es la habitación tras tres noches.

Una pequeña divagación hotelera (salten el párrafo si no interesa tema "slippers", esas zapatillas blancas de usar y tirar que ponen en ciertos hoteles). Yo tengo en casa un arsenal, por si alguna vez venís de visita (por supuesto os las podéis llevar -solo me falta bordar "Cal Di" para las 5* de review). Las suele traer el Peda de sus viajes de curro -ya está avisado de que solo traiga calidad -de esas que se ven los dedos: no. Total que al empacar aquí meto mi par y el de Mini a la maleta. Se me plantea una medio duda, porque no son las blancas de tela clásicas sino una chanclas de dedo con las tiras de tela y la base de pajitas, pero no van a reusar esto, no? Cuando estamos haciendo el check-out (y ellos revisan el mini bar), viene el pobre jefecillo de turno a decir, todo sonriente pero frotándose las manos nervioso que "faltan dos pares de slippers". Y yo, "ah, sí, sí, perdone, pensaba que eran de un solo uso". Y él con reverencias y más sonrisas "no pasa nada, no pasa nada". Y yo, "no no, faltaría más, aquí las tiene". Y él, "no no". Yo ya estoy abriendo la maleta y se les doy, pero me quedo con la duda de esa interacción: no quería que se las diera? O que las pagara? Varios hoteles más adelante hay un cartelito que pone "las slippers se pueden comprar si quieren, valen tanto", (casi nada, pero una no es que las quisiera, es que le daba pena que las tiren), lo cual me indica que no fui la primera y que mejor si te pasa en tu primer hotel. Corolario: "Vietnam, el país que la Salud & Higiene olvidó", de nuevo, porque mientras escribo hay otra persona cuyos deditos están en la tela que también abrazaron los míos.

Total que prácticamente salimos de Saigón con sirenas de policía de fondo. No es por eso que vamos (huimos) al aeropuerto en taxi, más bien seguimos la estela "millonetis" (oj, qué era aquello de ir al aeropuerto en metro, me pregunto): si viniendo fueron £7, ahora son £4.50! [Qué dura va a ser la caída de volver a occidente, pienso, donde eso vale un chai latte y se acaba la suscripción del Pret en septiembre]. Llegamos a la terminal doméstica es un plis plas, se nos hace más corto que la llegada, pese al tráfico enloquecido. Tenemos un par de botellas de agua congeladas y pasan sin problema por seguridad: es oficial, en Vietnam se pueden pasar líquidos. Lo único que pita son unas tijeritas de uñas de bebé (sí, son las mías), pero tras sesudo análisis nos las dejan pasar. Ah y atención, entre los documentos que puedes usar para volar está el carnet del partido comunista:



Esperando hay una familia con varios niños y uno como de la edad de Roc (snif) es graciosísimo y viene a intentar mirar mi pantalla. Ya lo dice Mini: los niños vietnamitas son adorables. Por fin embarcamos: las azafatas de Vietnam Airlines van vestidas con el traje nacional: el áo dài. Es una especie de túnica pegada al cuerpo con el cuello oriental ese tan chulo, y abierta por los lados, que llega hasta media pierna, y va por encima de unos pantalones. En nuestras azafatas los pantalones son blancos y la túnica del azul emblema de la compañía, y son todas tan especularmente guapas que me pregunto qué hacen ahí dándonos botellines de agua del tiempo -cuando los llevamos ahí descongelándose- pudiendo ser modelos.

El cielo está con nubarrones negros -ya se sabe, es el monzón y por las tardes llueve torrencialmente un rato. El vuelo solo dura una hora, pero debido a estas nubes tenemos bastantes turbulencias y Mini se marea. Recordemos que Mini se autodiagnosticó como "emetofóbica" hace un tiempo y en este viaje se habrá de enfrentar a su miedo, pero hoy todavía no. Al llegar, de nuevo ese sueño: un conductor con nuestro nombre en una pizarra. Seguimos sin salir de nuestra apoteosis de viajar así. Tras coger una cocacola para la mareada, el hombre nos lleva a Hoi An, que está a unos 45 minutos del aeropuerto (que está en la ciudad de Da Nang). El pobre intenta hablar pero le entendemos fatal, es una desesperación, porque me hubiera encantado preguntarle cosas, como por ej, por qué llama a "Saigón" así en lugar de Ho Chi Minh City (será ideológico?). Nos cuenta que mucha gente aquí apuesta para los partidos de fútbol y que tiene amigos que apostaron por España (sí, sigue la turra de la Eurocopa en mi vida). Por la noche también hablo con un chico que al saber que somos ejpañoles me dice que había apostado por La Roja. Durante el trayecto se pone a llover pero ello no implica que las motos se arredren: no, simplemente los motoristas se ponen un poncho de plástico o similar y a tirar millas.



Por fin nos deja en el hotel de Hoi An, que de nuevo nos deja alucinados: esto en tan poco Pedalistas que me pregunto si hay un error. Es un edificio cerca del centro, pero a la vez en una zona muy tranquila. Ya vemos que Hoi An no tiene nada que ver con Saigón: es una ciudad de edificios bajos (el hotel tiene cuatro plantas) y el hall es exactamente como me imaginaba yo Vietnam (en particular Saigón): suelo de baldosas de colores, muebles de madera oscura con biombos, ventiladores de techo... una imagen tal vez lo explique mejor.



El pobre chico que está para saludar cuando entras es al que más voy a recordar porque está, al lado de la estantería de intercambio de libros, leyendo! Siempre me he planteado el horror que tiene que ser esos trabajos en los que solo estás ahí parado, en los que además no te dejan leer ni escuchar música o un podcast (yo preferiría mil veces ser reponedora de supermercado que segurata de la puerta, pongamos. Bueno, por salir del armario, reponedora es uno de mis trabajos so
ñados -a veces cuando daña al ojo ordeno yo misma-, pero esa es otra historia). Pero a este, o no le han pillado, o dirección aprueba. Por supuesto se lo digo, pero nunca lo escribiría en la review no vaya a ser que lo descubra y le den un toque. 


A las 1815 salimos hacia el centro, que gira alrededor del río. Al principio, se me cae el alma un poco a los pies: hay muchísima gente paseando, se nota que un día fue un lugar mágico, pero ahora es tan turístico que no me interesa nada. Todos los establecimientos son "El mañico" (ya que tuvo éxito el otro día, lo repito: "donde venden frutas de Oregón"), aunque la venta ambulante sigue siendo auténtica (qué pesados somos los turistas con "la autenticidad", para cuándo asumir que la épica de los viajeros de la ruta de la seda o incluso la de Charmian Clift en los 60 ya no volverá. La autenticidad está en Vetustilla de la Torre, pero claro, quién quiere ir a pasar allí el verano? Nota: el Náufrago Ro estuvo en Vietnam hace casi 25 años y dice que "ya era turístico"). 





Y  todas la barquitas con farolillos están llenas de turistas que pagan extra si quieren encender una velita con un deseo y echarla al río. Creo que hasta Mini se da cuenta que no vamos a subir a "la experiencia" y dice "ya lo haré cuando venga con mi novio". Nos reímos mucho y alentamos: claro, Mini esto es algo para hacer con el novio, de hecho, yo tengo una foto en el Ganges (Benarés) haciendo exactamente lo mismo hace casi 30 a
ños, con el novio. Mundo globalizado, cualquier día vemos lo de las velitas en el Parque del Retiro.


Hoi An ha sido tradicionalmente un lugar del gremio de sastres, así que hay muchas tiendas de ropa, e intento persuadir al Peda de que se vista de colonial como yo, en mi batalla personal con la malaria. Este es el lugar ideal para comprarse unos pantalones y camisa blanca de lino, no? Como no le gusta comprarse ropa, no lo conseguimos ni hoy ni el resto del viaje. Como no me explico bien, esta foto ilustra cómo son las calles de Hoi An: todas monísimas casitas bajas. 


Eso sí, vamos a un par de templos, en uno de ellos están haciendo esos rezos budistas con gong y cánticos. Creo ver a una occidental rezando (alguien que ha ido a encontrarse a sí misma) pero en general el 99% de los turistas son asiáticos, cosa que me apacigua un poco (claro que nosotros no sabemos si son chinos, o tailandeses o japoneses, igual que ellos no diferenciarán entre franceses, ingleses o nosotros).



Vamos a buscar dos restaurantes recomendados por la guía para cenar y ambos están cerrados. La hipoglucemia empieza a tomar prisioneros (Mini exasperada) mientras vagamos por las calles en dirección opuesta al río y por fin nos metemos en el primer sitio cutre (aquí se llama "streetfood", comida callejera) que encontramos. Si te lo planteas, es un garage: 



La streetfood es una de las cosas que recuerdo que me encantaba de Tailandia. Esta señora tiene la cocina hacia la calle, y a mí lo que más me atrapa es dónde friegan los platos, porque todo lo que veo son unos barreños de plástico llenos de platos. Esto ha sido una constante en Vietnam: su famosa streetfood y el agua corriente no sé si van de la mano. 


Eso me da mucho asco, pero al final, como el bol que te traen, y el vaso parecen limpios, lo mejor es no pensar. Sé que mi madre no habría comido, por ejemplo, pero lo cierto es que también en Europa es mejor no mirar las cocinas. Pedimos el plato típico de Hoi An, que se llama "Cao lầu": con unos noodles gruesos amarillos en una sopa con trozos de cerdo, verduras y por encima, una especie de corteza como aquella de los 80 que se llamaba "boca-bits" -o a mí me sabe a eso. La señora se pone un guante de plástico (oh, muy agradecida) y con la mano echa los noodles en la sopa. Cada plato vale UNA libra esterlina (o sea, un poquito más que un euro). Si contamos las bebidas, cenamos los tres por menos de cinco euros. También he de decir que es lo más barato que hemos cenado: aún pedimos agua corriente para el fregado?

Volvemos al hotel caminando, mis compas buscando un helado que no encuentran. La piscina aún está abierta a las 21:30 y por supuesto somos los únicos. Está en el patio del hotel, rodeada de balcones con buganvillas. Una de mis ideas de la felicidad....







7 comentarios:

  1. En una primera ojeada me has dejado patidifuso, hasta me ha entrado una especie de gusanillo (muy pequenillo eso sí) para visitar ese precioso (o incluso bonito, para joder "al otro") hotel, que nos muestras... y con lo de las velitas y el novio (incorporado?), espero que no te lea el Nimio Almeida, porque ya la tenemos montada en "su" nuevo Retiro...

    Bicos algo nostálgicos... (puede que lo explique).

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    1. Ay MV... llevarse al novio de la hija de vacaciones me parece innegociable (q se vayan solos!), pero quién sabe qué palabras me tendré q tragar. Tengo un conocido de mi edad q ya he visto una foto con sus dos hijas y un tío q a juzgar por la manita con la hija es el novio (las hijas son de la edad de Mini, quizás un anio mayores). Afortunadam no sé quién es ese Almeida q citas...

      bicos y seguimos!

      di

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    2. Sí, ahora q lo dices me suena q el.alcade de la kapi se llama así, pero no te podría decir mucho más de él, aparte de su partido...

      Ho chi minh era tb poeta?

      Bicos

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  2. Interesante pero ya me di cuenta desde el principio que este viaje no es para mi (así hay un tonto mesetario menos por indochina :))Bonito final de capítulo me encantan la buganvillas desde que las conocí en la antigua Marbella. Hace unos días por un pueblo de Asturias vi como las calle eran como una especie de museo de la buganvilla. Una preciosidad.
    Abrazos

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    1. Bueno, las buganvillas son mis favoritas, me recuerdan mucho a Grecia... me puedo imaginar qué bonito el pueblo q llamas museo de la ídem.

      HUgs

      di

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  3. Lo del restaurante me ha dado repelús y eso que soy poco escrupulosa... a este viaje no podría ir con María..no podría comer nada. Ya lo dice ella "Yo a Asia no puedo ir".

    Lastima lo de la ropa colonial para el Peda, eso si que habrái sido un must, conseguir que se quite los vaqueros esos cortos que lleva y que gritan "crecí en los 80"

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    1. Lo de la streetfood allí es una religión, yo me pregunto si come alguien alguna vez en su casa, pq cualquier seniora se monta un restaurante en el asiento de atrás de una moto con 4 taburetes de colores. Tb alucino q no haya más gastroenteritis así como en INdia, por ej...

      jajajaj... el pobre creció en los 80, es muy "stranger things"... literal y metafóricam...

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