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25 julio 2010

De tiranías varias: trainspotting y bloguear

"Un lugar en el mundo" (Alfredo Aristarain, 1992) es una peli argentina que siempre me ha encantado, y que ha logrado dejar, en mi pequeño círculo, la metáfora de "encontrar nuestro lugar en el mundo". No necesariamente se refiere al lugar físico (ya he dicho alguna vez que uno de los míos sería el lago Titicaca, o un Riad en Essaouria), sino también cómo realizamos el viaje en pos de esa idea. Más prosaicamente: qué hacer en esta vida, incluyendo ganarse el pan de la manera menos indigna posible.

Bien, pues por fin, tras años de búsqueda, creo haber encontrado mi lugar en el mundo: bloguear, que en nuestro caso es divagar. Incluso por encargo: aceptaría tener una jefa que cada mañana me dijese una palabra ("hoy, mmmm, chocolate") y entonces yo divagaría por horas, porque la palabra me llevaría a un momento de mi pasado oscuro, y éste a una peli, y ésta a una foto, y ésta a un libro, y éste a un poema, y éste a una mirada, y ésta a una historia, y ésta a una canción, y ésta a... hasta hasta el infinito. Mi única condicion sería poder divagar como quisiera y poder pasear por los cerros de Úbeda, sin limitación de si interesa a nadie, aparte de a mí. Supongo que este último aspecto es lo que lo hace un proyecto inviable y tendré que seguir durante algún tiempo en mi otro trabajo de impostora.


Siempre he tenido que escribir, sin elección posible. Sólo los que han vivido bajo el yugo de esa tirana, la escritura, lo entienden: es como un amor imprescindible, que con suerte no te destroza pero no estás segura de si te ayuda. Pero te da igual: como a los amores fatales, no los quieres por eso. Con los años lo que sí he ganado ha sido lucidez, y he asumido dolorosamente mi incapacidad para escribir El Cuento o La Novela. Claro que he escrito relatos, claro que, como tanto bloguero, he comenzado una novela, pero la lectura de Los Monstruos me ha hecho bajar la cabecita con humildad y darme cuenta de que no hay nada nuevo que yo pueda aportar bajo el sol de ellos. Joyce, Sábato, Bronte, Melville, Woolf, Yourcenar, Marsé, Cortázar, Bryce, Elliot, Orwell, Mann, Torrente, Martín Gaite, Matute, Dickens, Landero... en fin, ¿qué podría yo contar después del gesto de cerrar sus libros, abrazarlos unos segundos contra el pecho, mientras miro la esquina del techo de la habitación?


Pero entonces, de repente, por casualidad y gracias a Diva, descubro el mundo del bloguerío. Y, como un relámpago, empiezo a disfrutar del proceso de bloguear (aquí divagar), del viaje que hago inexorablemente antes de cada divague, muchas veces más interesante que el producto final. Para ilustrarlo, el ejemplo más reciente: los trenes. La semana pasada, un día, desde el autobús, veo a dos personas de tal vez 60 años con unos aparatos en las manos. Parece que están midiendo algo. Mi primera idea es "estarán midiendo la polución ambiental". Parpadeo y lo desestimo: uno lleva bermudas, sandalias con calcetines (me encantan los British) y un sombrero de ala como el mío de viaje. No parecen funcionarios de ningún tipo. En fin, me olvido.
Al día siguiente, en otro lugar, veo a otros. Llevan la misma máquina, que es como un móvil ladrillo de los 90, pero con forma de calculadora, y su cuadro de números. Se lo comento al pedalista, que ha visto a dos mujeres con los mismos aparatos y que él piensa que "no miden nada, por las pintas que llevan". Entonces pienso en Trainspotting.

Trainspotting, o el hobbie de mirar trenes, controlar trenes, hacer recorridos de trenes, está bastante extendido en este país. Algunos de los verdaderamente obsesionados con el tema tienen un diagnóstico de Síndrome de Asperger (un tipo de autismo con alto coeficiente intelectual). Una de sus características es la preocupación obsesiva con ciertos temas, por ejemplo los trenes. Aún recuerdo el impacto que me causó, hace años, ver a algunos en los andenes de Clapham Junction (la estación con más tráfico del UK): allí estaban, con sus cuadernos, anotando los horarios, cada vez que llegaba y salía el tren. Tenían que hacerlo.
Y así es como llegué a pensar que esta gente que viste algo extraña, y que llevan unas máquinas decidamente pasadas de moda, que miden algo y no sé el qué, tienen -en mi mente- Síndrome de Asperger (como los Trainspotters), e intentar cuantificar cualquier proceso enloquecido que no le interesa a nadie más que a ellos para anotarlo en sus cuadernos y luego en su megamonstruo archivo de excel.
Total que se siento al teclado y empiezo a escribir de Trainspotting, comenzando por la película de Danny Boyle, y siguiendo con un par de ejemplos de mis viajes en tren, para acabar con el Síndrome de Asperger. Pero el divague, como me pasa otras veces, se me rebela, toma vida propia, ya hace lo que quiere, sin dejarme opinar.
Y así es cómo acabé escribiendo sobre los trenes de mi vida, los vividos y los soñados, y nuevos trenes se intentar colar en el teclado, los que he dejado pasar, los que he cogido a tiempo, y...

"La amistad es un comercio desinteresado entre iguales; el amor un intercambio abyecto entre tiranos y esclavos" (Oliver Goldmith)

8 comentarios:

  1. Very good writing. Creía que ibas a concluir informándonos de que enviabas el blogueo al cuerno porque es una tiranía.

    Me alegra saber que compartimos algunos gustos literarios.

    Un día intenté unirme a los trainspotters pero no me dejaron, sólo concebían un afán de mofa.

    Me conformé con los plane-spotters. Tenían, quizás aún tienen, un sitio especial en Heathrow, al que se accede por unas escaleras en las terminales 1 y 2. Pasé unas horas allí tomando notas, sin catalejo ni catálogos para marcar con una X lo que había visto. Observador de observadores de aviones, una consumación ética.

    Estos eran hombres, todos hombres, de todo tipo. Una tienda cerca de mi casa les vende las publicaciones necesarias. Encontré catálogos con las listas de todos los autobuses de Liverpool. Página tras página con listados de códigos. No sabes si reír o llorar pero el sentimiento es de ternura.

    Tu cita de Goldsmith, buenísima. De los Diarios de Iñaki Uriarte, recientemente publicados de la misma manera que describió él la publicación de 'Juegos en la edad tardía'- 'como quien tira una boina'- esto: "Con lo fácil que es no escribir una mala novela".

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  2. Dear Spy, fascinante tu observacion de los observadores. Mucho arrojo el tuyo: imagina que te enganchas: el cazador cazado! Los Asperger, si son buenos, dan mucha ternura, como dices. Cuántos académicos rarunos profesores chiflados habremos conocido... mucho mejores q los psicopáticos (Isaac Newton? o es leyenda urbana?) q tb hay muchos. Una vez conocí a un hombre que había apuntado, durante 35 anios, en un cuaderno cuadriculado, si el día había sido "good, average or bad". Me ensenió el cuaderno. Cada cuadrícula era un día.

    No me ha quedado claro lo de Uriarte. Dijo lo de no publicar una mala novela a tenor de "Juegos de la edad tardía"? Dime que no.

    Una frase de ese libro nos ha quedado de uso regular y doméstico en casa: "Tengo motivos para ser un hombre sin entranias. Cualquier otro en mi lugar sería una hiena". Genial.

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  3. Leía un poco por encima lo del sindrome de Asperger, y me viene a la cabeza un antiguo compañero de clase que un profesor una vez le dijo " agarra la puerta y sal de clase", la reacción del chaval fué precísamente la de agrarrar la puerta (desmontandola de su marco) y la sacó consigo del aula done estábamos. Anecdota curiosa, que tal vez indujese a pensar en un posible afectado del síndrome.

    Hay un par de cosas que creo que conllevan a desarrollar ese sindrome, los juegos repetitivos ... un montaje de trenes que siempre da la misma vuelta, con los mismos escenarios y mismos tiempos empleados en cada vuelta, una y otra vuelta, y otra más, y una persona que constantemente cuenta las vueltas que aquello dá, por el simple hecho de decicidir jugar a los trenes. O un partido de tenis, si te sitúas en el centro de la cancha, y cada vez que la bola es respondida, girar el cuello, primero hacia un lado y luego hacia el otro. O el juego de pin-pon una y otra vez respondiendo los jugadores a la pelota sobre el tablero. O un aprendiz aburrido de relojero que no le queda otra que contar los ...

    K, ... tic tac tic tac tic tac.

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  4. qué bonito Di, me ha gustado mucho tu divague de ayer...

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  5. Dear K, tu ejemplo del chico de la puerta es un caso de LIBRO DE TEXTO para ilustrar la incapacidad de pensmaiento abstracto de los q sufren de Asperger. Incapaces d entender la metáfora, los juegos de palabras, lo toman todo literal, concreto. Ejemplos menos dramáticos q el tuyo incluyen "pon los pies ne el suelo, y decídete!" y ellos "Pero mira, si tengo los pies en el suelo" (senialando).

    Sobre las causas, hay una alto índice de sospecha de q la genética está implicada.

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  6. Gracias Diva, siempre te gusta cuando hablo de metablogueo/metadivague. Por cierto, aniadí una etiqueta más: "Desvaríos", pero tal vez la habríá de haber llamado eso, metadivague? muxus de lunes.

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  7. Di, Iñaki Uriarte escribió que se habían publicado los 'Juegos...' como quien tira una boina para subrayar el escaso impacto inicial que había causado la publicación de una novela tan buena. Quería en mi confuso párrafo elogiar los Diarios de Uriarte, que creo que son un libro fantástico.

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  8. Ah, doble gracias Spy: por la aclaración (inmenso el "Juegos") y por la recomendación de Uriarte. Me lo apunto.

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