an

04 abril 2019

"Feliz Final" de Isaac Rosa: un divague por encargo

Este es un divague por encargo: el Naufrago Ro me dijo un día "quiero que te leas este libro para que hagas un divague de los tuyos". Yo ya había oído hablar (bien) de él en la radio: es una historia de amor contada desde del final, desde el epílogo, desde cuando se acaba la relación hasta el principio - que es, obviamente, el prólogo. Así que no estoy fastidiando el final, porque claro, acaba que se separan, pero una mantiene el interés durante toda la novela haciendo otro tipo de hipótesis, como si de una novela de misterio se tratara: cómo demonios esa pareja algún día empezó. Y aquí tengo una sensación de dejá-vu, porque quién no se ha percatado de esto alguna vez: cómo estos dos un día se juntaron? Son las antípodas, nada en común, no porque "se odien" (que a veces también), sino más bien porque han seguido un camino tan centrífugo el uno del otro, que se deben sentar en el sofá y pensar "quién es este tío?" Sobre esta extrañeza de lo que se ha convertido el amor, o la otra persona (no es lo mismo?), escribe así de bonito el autor, ya casi al final de la novela (pero qué más da el orden en que yo divague esto):

"El amor es inenarrable porque el tiempo del sentimiento y el tiempo del relato nunca coinciden, y lo que ahora contemos siempre será una re-elaboración racional de una sentir que se evaporaba a medida que ardía. Cualquier intento por contar el amor está destinado al fracaso. El amor es ridículo, es incomprensible, es desproporcionado, es falso, es equivocado. Ni siquiera los cuadernos, las cartas, los mensajes de entonces, nos sirven para recuperar una intensidad que ya no entendemos. Solo podemos contar la ceniza, o ni siquiera eso: el tizne que dejó la ceniza antes de ser aventada".

En el caso de Angela y Antonio, los protas y casi únicos actores de esta novela, no es solo que durante los anios se hayan des-conocido, sino que también se masca el resentimiento final. Esa en una de las razones por las que me ponía de tan mal cuerpo abrir el libro cada vez; esa sensación de "oh no, dentro de un rato, cuando termine mi capítulo, estaré hecha polvo". Y no, una no lee solo para reír o que te cuenten historias edificantes; una ha leído libros duros, de esos que te abren una realidad que no conocías suficiente, y ha sobrevivido. Pero este te abre una realidad conocida: hay tantos detalles sobre las relaciones que hemos vivido en primera persona o vicariamente, a través de amigos, conocidos, el cine, yoquesé, que te deja perdida, confusa, triste. Porque al final su idea fuerza es que el verdadero amor (o el amor verdadero?) no es nunca el de pareja, que cuando se tuercen las cosas puede acabar en odio que escuece, o en cambio de cromos, o incluso en venganza. La indiferencia es casi lo menos malo, o una especie de afecto bovino.  Como decía la versión de Piano Man en castellano: "no lamenta que dé malos pasos, pero nunca desea su mal". Cosas que una cree no pasarían nunca con esos otros amores, los hijos, los hermanos, los padres, los amigos muy queridos, a los que siempre y en todo lugar quieres que nunca den un mal paso, que quieres que siempre les vaya todo bien. 

Isaac Rosa es uno de esos autores contemporáneos que siempre digo que no leo si no me insiste alguien. Es columnista en Eldiario.es, y simpatizante de Izquierda Unida. Sus ideas están en el paisaje de fondo de la novela y, como el divagante podrá imaginar, coincido con él en muchos de sus planteamientos vitales. Como ha usado la crisis económica como el escenario donde esta pobre pareja representa su drama particular, hay mil oportunidades para plantear dilemas de la izquierda, que pone en boca de él, o de ella (la novela tiene las dos voces), y que todos me parecen relevantes y acertados. En casi todo estoy de acuerdo, pero eso no ha hecho que ninguno de los personajes me guste más. Al contrario, a medida que avanzaba la novela tenía menos ganas de pasar tiempo con ellos, no sé si me iría con ellos a tomar un café, pero de vacaciones, seguro que no. Porque Rosa es igualmente despiadado con ambos. Al principio, Antonio se hace cargante, en su impaciencia, su hiperactividad me recuerda lo peor de mí misma, y por tanto me irrita sobremanera. El vive "el amor como estado de excepción permanente, hay que vivir experiencias, hoteles con encanto, cenas en restaurante exóticos, conciertos, etc". Y cuando aún todo le va bien, tiene un affair como consecuencia de que el éxito se le ha subido a la cabeza: "otra exhibición de mi condición de inmortal, los dioses a mi lado", esto es algo muy de tío. Angela se transforma al tener a las hijas en una de esas "madres naturales" y hay una escena de cena navideña con la madre y hermana de Antonio, ambas "madres liberadas", que se horrorizan de que ella haya dejado de lado su carrera profesional por la crianza de sus hijas. Se ha vuelto hippy y ha entrado en "la trampa del apego" mientras les dice a las otras que han entrado al mercado laboral a qué precio, que se han convertido en tíos. "El hijo que piensas que no ha dejado desarrollar tu carrera, en realidad te ha salvado. Ese frenarte ha sido tu salvación". En esa conversación me siento vieja y anticuada, mucho más cercana a la suegra que a esta nuera que se supone es de mi generación. Y eso que puedo ver sus argumentos, desde un planteamiento anticapi, "para qué seguir alimentando esta máquina en la que no creemos", pero que considero no debemos luchar solo las mujeres, porque así, no se acaba con el capitalismo, o miremos los siglos recientes. 


 Angela es maestra y Antonio periodista. El trasfondo de la crisis económica que empezó en 2008 es un poco el espejo de su relación. El trabajo de Angela es más o menos estable, pero el de Antonio cada vez más precario, de la redacción a ser destajista (el eufemismo es freelance, pero no nos enganiemos). Cada vez más horas trabajando, quitándole tiempo al suenio, a los fines de semana, a la familia, y cada vez cobrando menos por cada artículo. Los trabajos se están uberizando, o chinizando, lo estamos viendo justo delante de nuestros ojos y la estabilidad de antes se nos está escurriendo entre los dedos. Y la pobreza mata al amor. "Hemos convertido al amor en un lastre para la producción, igualmente que lo son los mayores a los que cuidar, los hijos, el tiempo que pasaban juntos". "Hay que ser rápido, ágil, audaz, despiadado, deprenderse de todo para correr más". Y hay miles de reflexiones como esas en el libro. 

Como la visión crítica del concepto "libertad": queremos libertad de elegir médico, colegio, horarios, libertad de elegir trabajar cuando otros hacen huelga, libertad de emparejarte y desemparejarte cuando el amor se acaba. Estoy harto de tanta libertad, reflexiona en un punto su protagonista, de esa libertad que es para quien se la pueda permitir (volvemos a lo de siempre, es la economía imbécil), para quien se pueda pagar seguro privado, escuela privada, un divorcio, pensiones de manutención, alguien que cuide a los ninios (o si no, dejarlos en interminables clubs y hobbies a ver si en alguno son talentosos y podemos sacar algún provecho-mercantilicemos el hobby) y a los mayores. "Es un amor liberalizado, no libre", concluye. "El matrimonio es una empresa. El amor es para quien pueda pagárselo".

"Eramos nuestro propio estado del bienestar, íbamos a estar el uno para el otro siempre, íbamos envejecer juntos, para cuidarnos y protegernos". Estas frases, tal vez no literales, eran de Angela. Suena casi a "en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza" y esas cosas que se prometen en las bodas que no me sé del todo porque he estado en pocas y no he visto suficientes películas. Es muy español, eso de que la familia sea tu estado de bienestar. Vas a un hospital y, para ahorrarse enfermeros, qué bien que se quede el familiar toda la noche. Hay países en los que la familia ha de llevar la comida: el Naufrago Ro estuvo en un hospital en Libia y se llevaban el camping gas a la sala. Ese será nuestro siguiente paso, porque el poco estado del bienestar nos lo estamos cargando, a base de votar a los que están al servicio de los hombres de gris, que quieren dinamitarlo, a base de comprar cosas que no necesitamos, y todo eso. 

Como el libro es un rebobinado lento desde el final hasta el principio, una alberga esperanzas de que los últimos capítulos nos contará Rosa la historia de amor ilusionante, la de pasarte toda la noche hablando bajo las estrellas, la narrativa tipo Hollywood, el enamoramiento aquel primero que por lo menos hace que todos los mortales se sientan como estrellas de una peli. Estás en un mirador de un parque con tu enamorado y eres Emma Stone e incluso bailas (y él te sigue) subiendo por los bancos porque estás en "La La Land". Sin embargo, esto no ocurre: la sombra del epílogo es alargada, y todo se lee desde el desamor. Para mí uno de los ejemplos ha sido cuando Antonio dice "hace tiempo que ya no leías mis artículos". Imagina: la persona de la que te enamoraste ya no tiene nada que decir que te interese, todo está ya tan masticado que, escribiendo, ni le lees. Me recuerda el final salvaje de "Revolutionary Road" cuando el vecino anciano se baja el audífono cuando su mujer comienza a hablar. Al vacío.  Pero quién puede culparle? Quién es tan interesante y divertido que pueda mantener a otra persona curiosa, entretenida durante 40 anios? Una amiga que vivía en Viena me decía que allí tienen una palabra intraducible que significa algo así como "la persona que está en este momento en mi vida", no sé si teniendo claro que pasan de llevar en sus hombros la responsabilidad de entretener al fulano toda la vida, o simplemente describen algo objetivo, algo que está de paso, versus esa horrible palabra, "marido", que yo sigo usando de conia (y mucha, no estoy casada, pero es que aunque lo estuviera, no me pega que alguien de nuestra joven edad tenga "maridos" o "mujeres").

Luego está el tema sexo. No solo no le lee, es que Angela ya se ha aburrido de lo que acaba siendo ejercicio físico (los cardiólogos dicen que muy bueno). La vida frenética, las dos hijas, el mismo pavo: "nos queremos, seguramente no nos amamos pero nos queremos, no nos deseamos pero nos queremos", y sin embargo Antonio, no quiere resignarse a bajar la frecuencia, a convertirse en una de esas otras parejas que follan una vez a la semana si hay suerte. Angela recuerda "tres días lennonyokonizados, tres días desnudos sucios y entumecidos, follando olímpicos, escocidos, sin fuerzas, y aunque no lo reconociésemos sin ganas" tras los que deciden casarse, porque claro, estaban en un pequenio valle de la relación (que aún estaba en pico mayormente), como si casarse solucionara alguna vez algo. Tengo unos amigos sexólogos que, cuando la gente se ha tomado ya dos vinos al final de la cena y les piden consejo sobre cómo llevar eso de comer el mismo solomillo (del mejor, eh, eso sí), durante 40 anios, ellos salen con que hay que mantener vivo el deseo a base de velas y crear un ambiente, o viajes a lugares exóticos, tal vez un hotel. También los hay que se dan a lo raruno: vestirse de enfermeras y hacer un teatro de "yo te curo", o incluso de Darth Vader. O cosas bizarras de las que la interné está llena. Todo poner tiritas a una realidad: que la gente quiere un bocata de fuet en lugar de solomillo con foie! 

Pero no todo es hastío, dejadez, hartazgo: aquí también hay traición, traiciones (y eso que él habla de "gestionar el deseo, la vida en pareja es eso, igual deseas a otros pero lo gestionas) y con ellas otra vez vuelta al quién es este tipo que duerme a mi lado, no me lo creo, no me creo a ninguno, no me creo al amor, no me creo ya nada. Y el concepto de perdón. Qué es, en el fondo, perdonar? "Perdono, pero no olvido", dicen algunos. "Olvido, pero no perdono", decía algún divagante de risas hace un tiempo, ya cachondeándonos de nuestra desmemoria. Si buscas "perdón" en la rae pone "acción de perdonar" y en perdonar, se montan un lío. De acuerdo: es un lío. Rosa cita un autor que dice que tanto perdonar como no perdonar en el amor son válidas: te perdono porque te amo, no te perdono porque te amo. Pero Antonio hace un perdón "feroz, acusatorio", porque "el rencor es una forma de ebriedad y esos dos meses fui rencor vivo". Pero mientras ella tiene una historia con aquel chico (o él con aquella chica, ya hace tiempo que lo terminé y no recuerdo bien la cronología de la historia, quién empezó, tú fuiste primero, tenía que igualarte), qué bien describe Rosa el estado mental, la sicopatía auto-centrada del "enamorado" de un tercero: en esos momentos, el mundo puede hundirse, te da igual, solo eres tú-tú-tú y lo que sientes, tus feromonas, tus endorfinas y su canesú. El tercero, hay que admitirlo, importa también un pepino. Mecanismos de defensa como la negación y la estampida de neurotransmisores y hormonas se lo lleva todo por delante, a las edades de Antonio y Angela, también a los hijos. Pero cuando ella no era madre, sino la "tercera" en estado psicópata-enamorado no le importaba el hijo anterior de Antonio; ahora, sin embargo, siente solidaridad con aquella ex y se plantea si de verdad que el enamoramiento vale el caos y la pérdia en la vida de un ninio?

Hay una idea que me ha gustado mucho, cuando Rosa habla de "la odiosa distancia irónica". A veces me pregunto si esto es la edad, o simplemente una moda, influenciado por el mundo anglosajón: "cuesta amar sin esperar que suene de fondo un violín, incluso follar sin admitir que hasta los gemidos y las posturas son prestadas del cine". Será posible vivir el enamorarse de alguien q no pone esa distancia, se pregunta Rosa. "Enamorarse es acumular nostalgia para el futuro", porque toda separación es una pérdida de un relato común, y cuando pasa, hay que empezar a intentar re-contar la historia. Rosa habla de  que quedan "recuerdos disecados", y al fuerza de la imagen que ese sintagma pone en mi cabeza es devastadora. 



"La mujer desconocida misteriosa que lleva en sí misma la promesa de una vida mejor, una plenitud y una autencidad que solo son posibles en la novedad". Ya lo decía Wilde: es la niebla lo que hacer a la otra persona fascinante. Cuando esta cae, cuando nos despojamos de nuestros éxitos, nuestros plumajes, solo somos personas.  Cuando el mundo se derrumba detrás de nosotros, cuando se mueve la tierra bajo nuestros pies, perdemos trabajo, perdemos derecho, vemos ganar a los malos a caballo, al final solo somos personas. Y se desenmascara a la superheroína de Marvel que le vendimos al otro. Claro que siempre nos queda subirnos en un banco con un vestido amarillo y bailar, como en "La La Land"*. Tal vez con esa otra persona. 



* Este es mi pequenio detalle para los divagantes que hayan llegado hasta aquí: dificil, pero intentando terminar en una nota alta. :)






13 comentarios:

  1. Yo vengo a protestar. He llegado hasta el final para poder decir ¡PROTESTO! Nan y yo te recomendamos literatura contemporánea todo el rato y tú siempre nos dices: no tengo tiempo para leer contemporánea porque tengo tanto por leer. Y llega el Náufrago y te lees un libro publicado el año pasado!!!

    Pues me enfado y no respiro. Ya estás comprando Claus y Lucas de Agota Kristof y leyéndolo con mucha atención. Voy a pedírtelo como el Naúfrago "Quiero que te leas este libro para que hagas un divague de los tuyos y PARA QUE FLIPES".

    ResponderEliminar
  2. MO!!!!! (ruiditos de perrito al q le han echaod la bronca)... tienes TODA LA RAZÓN!!! pero es q vosotros estáis continuamente recomendando! Do me da la vida!! Y no digas q no os hago caso... por ej, "Birds of America" es el q estoy "leyendo" ahora... quién lo reocmendó, eh eh?

    Y voy ya a comprar Claus y Lucas (más perrito)... :)

    di

    ResponderEliminar
  3. El Naufrago Ro da las gracias.
    Solo puntualizar que nunca dijo "quiero que leas este libro para que hagas un divague de los tuyos", lo que dijo fue "me gustaría que leas este..........................".
    Mo, prueba así ;)

    ResponderEliminar
  4. Me temo que tu divague me ha dado aún menos ganas de leer literatura contemporánea. ¿Otra historia de parejas que se separan, azotadas por la crisis económica y la rutina como pareja? Inmensa pereza, la verdad. Yo soy otra de las que prefieren leer libros antiguos que novedades hiperinflacionadas por la promoción: al cabo de tres o cuatro años nadie se acuerda de la mayoría de ellas (generalmente, con toda la razón). Nota para Moli: "Claus y Lucas" es un libro maravilloso, brutal, pero (o, tal vez, porque) no es una novedad: se publicó originalmente en 1986 y ya circuló en español hace años. Aprovecho para recomendar, de la misma autora, "La analfabeta", cortito y precioso. (Lo siento, Di, no paramos de recomendar.)
    Gracias de todos modos por el divague, muy completo y útil.

    ResponderEliminar
  5. Elena, ya sé que no es novedad :) pero es que Di luego no quiere leer nada que tenga menos de treinta años :)

    Apunto La analfabeta ya mismo, gracias.

    ResponderEliminar
  6. Toda la razón, Moli, estaba a punto de rectificar mi comentario anterior: sé que sabes que no es novedad. Pero es que creo que si Di sabe que no lo es le entrarán más ganas de leerlo... ;)

    ResponderEliminar
  7. Ja ja me parto... es cierto Ro, eres un caballero con exquisitas maneras.. puse en tu boca mi talante abrupto vital :):):)

    Me siento siempre reconfortada por la comprensión de ELENA... y además ya veis q me Mo me da la razón, "Claus y Lucas" no es actualidad... si han pasado 30 anios y sigue ahí, igual aun no es un "MOdern Classic" pero casi...

    Seguid recomendando, porfa! Estos me los anoto peor ya no me da timepo q llevármelos para vacaciones (mañana!)... pensaba llevarme "Lucky Jim" pq es pequenio y campus y el Peda me dice q no, q no es gran cosa... ainsss. Si no, Mishima o relatos de Alice Munro (estos ultimso recomendados por es q dice q no sigo sus recomendaciones...)

    La próxima vez, retrasnmietiendo desde "las mil y una noches"... sorry, empiezan divagues de crónicas de viajes, esos q duermen hasta al apuntador :)

    Yo tb os quiero!

    LOve di

    ResponderEliminar
  8. Después del divague que has hecho queda algo por decir? No.

    Eres a la literatura lo que C. Boyero al cine.

    Tendrè que volver a leer Claus y Lucas que lo tengo por ahí. Lo leí hace unos años y no me gustò tanto como a Mo y Elena. Aprovecharé la recomendación y leeré "La analfabeta"

    ResponderEliminar
  9. Claus y Lucas: El gran cuaderno; La prueba; La tercera mentira, publicados por separado en español en 1986, 1988 y 1993. En el 2007 aparece la trilogía con el título de Claus y Lucas.

    Los dos primeros los leí nada más publicarse, probablemente inducido por alguna reseña. El tercero, poco después de publicarse.

    No tengo la edición conjunta, aunque me parece una idea brillante, porque ya tenía los otros. Pero creo que acabaré comprándola y leyéndola en el pueblo, porque los otros los dejé machacados. Este libro es un must. es de los que desequilibran el curso plácido de la literatura.

    Y en estos momentos, leo uno reciente y releo otro del pasado. Acabo de terminar "Los vagabundos del Dharma", de Kerouac. Un auténtico bodrio que demuestra lo que nos equivocamos en años muy antiguos ya. De ahí la necesidad de releer, para encontrar aquellos que no nos equivocamos.

    El recuerdo más vivo que tengo de la trilogía es que son unos libros que te dan un porrazo en todo el estómago. Ojalá que esos golpes literarios nos liberen de algún golpe que nos estuviera dedicado en la vida.

    Releed, releed, malditos.

    ResponderEliminar
  10. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  11. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  12. Pag 850 entramos en el ultimo capitulo.
    Veo por doquier muertas violadas por tres conductos y con el hioides roto.
    En ocasiones se me aparecen en sueños expertos en literatura alemana.
    Seguimos

    ResponderEliminar
  13. El ultimo libro q me aconsejó el NaufragoRo fue de abad faciolince y me gustó mucho, asi q igual le hago caso. A NaN y a ti os temo. Especialmente a ti
    Bss

    ResponderEliminar

Comenten bajo su propio riesgo, sin moderación. Puede ser divertido.