Miércoles, 10 de Abril de 2019-Tinghir (Marruecos 5)
El concepto de "baño químico" es exactamente eso, pero vamos: en peores plazas hemos toreado. A las 6:15 nos despiertan para ir a ver amanecer, y yo salgo fuera del complejo jaimas, al desierto, a lavarme los dientes con una de las botellas de agua, y oh qué bien, soy persona (no sé si habré contado que una de mis múltiples manías es cepillarme los dientes nada más levantarme). Ahí fuera hay una caseta que debe ser "la cocina", obviamente sin agua corriente, y mejor no pensar en cómo se lavan los utensilios con los que cenamos. Pero es o no esto el espíritu de la aventura? Tras estas reflexiones al volver a la jaima, ándele que se han ido ya todos.
Con ese cuerpo serrano, súbete al camello. Todos los yanquis ya están en todo lo alto, física y metafóricamente. Mubarak nos espera, a saber lo que ha hecho este hombre por la noche; en un punto me dice que ha vuelto al pueblo (tras los bongos? y ya de vuelta?). La noticia más esperada: hace frío, y lo vivo como un pequeño éxito, por fin estoy justificada en llevar el Revenant a Marruecos, que pensando en este preciso momento lo empaqué (aunque luego me ha ido bien en tantos otros, "ponga un versátil Revenant en su vida"). Pero claro, no todo el mundo ha sido previsor, hay gente que siempre tiene calor, pero que, oi, en esta mañana sahariana, tiene frío. No hablo de otra que la ínclita Mini, también conocida como "la calores", que no se ha llevado su chaqueta, y a la que le acabo dejando mi (ha llegado el momento de confesar que también viajo con esto) Uniqlo , un plumas delgadísimo que una usa para ponerse por debajo del abrigo normal. Por favor, no se pierda de vista mi Uniqlo verde-militar, porque juega un papel importante en la narración.
Qué se puede decir de un amanecer en el desierto sin aburrir al lector: oh, la inmensidad, subir por las dunas, hacer fotos, Mini volteretas laterales. Los camellos nos esperan abajo, y en un punto hay que tirarse de lo que viene siendo un precipicio, cosas rutinarias. Poco a poco vamos volviendo hacia el aparcamiento de camellos que hay frente al hotel. Yo intuyo que al día siguiente tendré agujeta épicas en semejante parte, pero no logro ningún tipo de empatía o reciprocidad por parte de mis compas de viaje.
De vuelta en el riad, vamos a desayunar al restaurante junto con otra gente de otros grupos, todos tiradísimos, cargando sus tecnologías por los muchos enchufes-se nota que están preparados para las necesidades del turista. Luego nos dejan una habitación para ducharnos y renacer de nuevo (recordemos que yo ya con los dientes renazco). Esta ducha es vital porque enseguida nos hemos de poner en marcha, sobre las 10:00, hacia nuestro siguiente destino: la Garganta del Todra, al oeste. También hacemos "colada"-esto es un detalle que normalmente no contaría en una crónica de viaje, pero sé que hay interés. Esto se hace en el lavabo, con jabón de manos (a veces se puede llevar una la pastilla de jabón lagarto, no es el caso). Salgo con varias prendas de ropa interior mojadas en una bolsa, por delante de recepción, y en el coche las extiendo en la bandeja posterior. No hace falta que explique que en Africa se secan las cosas en esta situación en nanosegundos: lo recomiendo. Y sé que ciertas divagantas se han visto sorprendidas por la imagen de unas bragas extendidas en la bandeja de un coche pero, qué me dicen de aquellas veces que, con todas las ventanas abiertas, van volado hacia adelante, y las hemos encontrado desperdigadas por el coche?
Pero divago. Primero hay que llegar a Rissani un pueblo que luego descubrimos tiene el mejor mercado de la zona, pero no nos quedamos porque yo estoy cansadísima. Me ha empezado a llorar un ojo, creo porque me ha entrado crema, pero no para casi en todo el día. Allí hay que decidir si ir por Erfoud (carretera más al norte) o por su paralela más al sur. Dudamos cual será la más bonita: así es la vida ("así es vida" como dice Mini en sus traducciones literales) de la fotógrafa de viajes, siempre buscando La Carretera. Y, ay, cuántas fotos he hecho en este viaje, cuántas que no merecen la pena, y cómo siempre recordaré las fotos que no hice, por diversas razones. Una es que, desde el coche, se pasa tan rápido que no siempre es posible, y sí, vi el signo "Peligro camellos", pero no pude dispararle. Habrá que volver. A los 20 kms se hace evidente que hemos tomado una carretera aburridísima, y retrocedemos, vuelta a Rissani, y por la de arriba. Cuando falta como una hora, paramos en un pueblo de cuyo nombre nadie se acuerda, que es una calle con distintos establecimientos a los lados. Intentamos en varios, queremos un zumo de naranja, tal vez comer algo, pero se resiste, al final acabamos en uno triste con terraza. Salimos sin comer nada.
Por fin llegamos a Tinghir, el pueblo a la entrada de la garganta del Todra. Yo aquí me quería quedar en un albergue que se duerme en cuevas, recomendación de una amiga, pero estaba lleno. Nos quedamos en un hotel (no es riad, aunque se llaman así, Riad Dar Bab Todra es más bien un hotel con decoración Noches arábigas) que está muy bien. Al llegar nos sacan té a la menta, con galletitas y cacahuetes. Nuestra habitación me encanta, porque tiene ventanas a dos lados, y desde el balconcito se ve el oasis de palmeras, y la piscina, en la que tristemente no nos vamos a bañar-hace fresco.
Nos arrastramos a la famosa garganta: paredes de hasta 300 metros, por el centro se escurre un río insignificante. Nada que ver con el fastuoso río-palmeral por el que se pasa antes de llegar: hay otra de esas vistas espectaculares de oasis: el pueblo, de chocolate, y el palmeral.
En la garganta hace mucho viento, y el aire es fresco. Entonces nos damos cuenta de que, oh, el pequeño Uniqlo, la chaqueta fina que yo le había dejado a Mini hace lo que ahora parecen semanas, de madrugada en el camello, no está. "Estoo... la última vez que lo vi fue cuando me lo quité para desayunar". Claro: Mini no sigue el consejo de la Yaya "siempre mira hacia atrás", y el Uniqlo se ha quedado en el desierto. Podría ser una alegoría, pero no me hace ninguna gracia. Estas cosas nos pueden pasar a cualquiera: si me pasan a mí, no dejo de darle vueltas y cabrearme conmigo misma. Si les pasa a los otros, intento disimular, pero también me cabreo con ellos. Intentamos cenar en la garganta. Nos sentamos en un lugar bajo unos toldos, pero cuando sale el hombre solo tienen "ensalada y tortilla".
Volvemos a cenar a Tinghir. Es un pueblo muy animado, con una plaza con atracciones infantiles, nos metemos en medio de un mercado con el coche, puestos vendiendo toneladas de fresas, naranjas, menta. Recorremos la calle principal en busca de los restaurantes de la guía, que no encontramos-también hay que anotar que esta tiene más de 15 años. Aparcamos como siempre, pagándole unos dinares a un tipo que se erige como el que controla la zona. Algunos se ponen un chaleco amarillo, otros nada. No hay máquinas para pagar, y no sé quién otorga a esta gente el poder de cobrar a quien aparque, pero imagino que debe ser legal, siquiera porque la policía es un ente siempre presente (pareado!) en Marruecos. Son incontables los controles que hemos visto en la carretera, son una sombra que siempre está presente. Dictaduras. El Peda recuerda Euskadi en los 80.
Los bares de Marruecos son otra experiencia en sí misma: no hay mujeres. Los tipos se sientan en las terrazas, a ver la vida pasar. Por ello, en muchos antros ni se molestan en poner baños para nosotras. Hoy, hasta llegar al restaurante que por fin elegimos, hay que pasar por una hilera de terrazas llenas de tíos orientados hacia la calle, prácticamente en fila. Como nos olvidamos algo en el coche, he de volver sola, y es una experiencia de lo más desagradable. Me lleva en cierta manera a hace muchos años, en España, cuando pasabas delante de un grupo de tipos y tenías que ir disimulando, mirando para otro lado, segura de que iba a haber comentarios, protegiéndote el culo porque temías que algún roce iba a haber. En Marruecos en 2019, para estos hombres que consideran que las mujeres deben taparse hasta arriba, unos vaqueros cortos deben ser de otro planeta. La situación de las mujeres en este país es lamentable, más aquí en el sur. Mostrar el cuerpo es impensable, mostrar el pelo sugiere salud y voluptuosidad, por lo tanto, que no lo vea nadie, de ahí el velo. La semana pasada empezó una estudiante de esas que vienen a observar, y llevaba ese velo. De verdad que no lo entiendo: a ver, claro que sí en estas pobres que no han salido del pueblo, pero eres estudiante, estás en Londinium, y tienes que seguir cubriendo tu pelo porque un viejo barbudo decidió un día que eso pone burros a los tíos? En fin.
Pedimos tajinas y Mini encuentra pasta boloñesa. El Peda pide una ensalada. Todos sabemos que en estos países no se debe comer ensalada, pero llevamos ya unos días aquí, todo parece seguro, es que ni nos lo planteamos. Mini sube al baño, y me avisa de que es de nuevo de aquellos de peldaños. Subo yo y la experiencia es dantesca. Hay que pasar cerca de la cocina, y odio ver cocinas. Yo si viera cocinas no comería fuera jamás.
De vuelta al hotel, mientras mis compas leen, escribo al hotel del desierto... por algún casual, han encontrado mi Uniqlo? El amable recepcionista contesta: "Sí! Tenemos su jaqueta". Tras unos cuantos emails, me van a mandar la jaqueta en el autobús de línea que va de Merzouga a Marrakesh, para cuando lleguemos allí. Oh, muchas gracias, muchas gracias. Chicos, voy a recuperar mi jaqueta!!! Ambos se muestran escépticos, mientras apagamos, exhaustos, muy pronto la luz.
Me adelanto, sí, a todo comentario, pero en absoluto me precipito. No me precipito porque os conozco: ¡A nuestra Di y con lo del coche-tendedero me la dejáis en paz! ¿Me habéis oído?
ResponderEliminarPero antes de explicar lo anterior quiero decir que no entiendo la tonta manía de ver amanecer. En todo caso entendería presenciar un no-amanecer, el final del mundo o algo así. ¿Pero ver amanecer! ¿Qué tendría eso de sorprendente! Además, ¿siempre ha de ser tan temprano?
Las luces varias, caprichosamente cambiantes, psicotrópicas diría; el metabolismo —el sistema endocrino en concreto— a medio gas; ganas pero no del todo de hacer caca; una injustificada —sin historia que contar entre amigotes— erección… No sé, el amanecer es, con diferencia, el momento más desagradable del día. ¿Por qué, entonces, ir arrastradamente a recibirlo! Dejemos que pase…
Volvamos, pues, a la colada en la bandeja del automóvil.
Vivimos tiempos —tan vertiginosos como equivocados— de mudanzas en las hasta hace poco —en términos geológicos, claro, que no biográficos— inveteradas costumbres. Ahora resulta que lo que desde siempre fue normal es anormal, y al revés. Digo esto porque me llama la atención que, a su vez, a alguien le llame la atención (lo hacéis siempre con sorna, ya —Yo no soy tonto, compro en MediaMarkt ®—) el coche unido a la ropa interior, cuando, hasta no hace sino un cuarto de hora ambas cosas eran, valga la redundancia, íntimamente lo mismo. ¿Qué pasa, nadie ha usado el coche de tendedero! Ya, claro: nadie excepto nuestra pimpampum y tentetieso Di…
Mirad, hasta, como digo, no hace mucho el coche no era solo el coche sino nuestra habitación volante tardofranquista y postconciliar. Y, por eso, el coche se decoraba, se hacía más confortable y se mantenía pulcrísimo.
Cada domingo le tocaba limpieza. Y se decoraba —si eras de familia de orden (quizá por eso no lo entendáis)— con primorosos paños de ganchillo tejidos por la medio cegata abuela por parte de madre en los apoyabrazos y reposacabezas; se hacía más confortable, por ejemplo, con fundas de bolitas de madera en los asientos (alguna de esas bolitas, cuando dicho forro andaba ya por el uso destramado, se te metían pronto por el culo. Y hablo por el culo, y pronto, desde Sevilla ¡hasta Salou!). De alguna bolita me prendí, lo admito; no me duele en prenda admitir que admito que de alguna bolita me prendí. Dicen que el roce hace el cariño. Será.
Sí, los domingos por la mañana la calle de barrio era un simpático espectáculo de niños yendo y viniendo —todo risas— con rebosantes cubos de agua y esponjones enjabonados.
No veo, pues, nada raro en usar el coche de tendedero para esas e incluso otras prendas: los abrigos Loden de color verde BUP (Bachillerato Unificado Polivavelente) con pantalones Levi’s y zapatos Sebago, los pantalones de pinzas de sastre, «¿El joven carga a la derecha o a la izquierda?», y tú (en diálogo interior, claro): «El joven soy yo?», «¿Por qué este señor tan lentísimo me habla como si yo no estuviera. Soy, quizá, un Papa depuesto o un rey por coronar…»? Y tú (a viva voz): «A la derecha, siempre a la derecha».
Pero lo fácil, claro, es meterse con nuestra Di, de cuyos labios —admitidlo— nunca salió sino verdad, por poner unas bragas y calzones a orear.
(Para ilustrar este comentario, le he pedido a Di poder colgar una de las fotografías que, privadamente, me envió. Me ha dado, para vuestro contento, so pencos, pencas, permiso).
Qué maga del thriller metiendo la historia del Uniqlo.... que es de pijos, por cierto pero te lo dejo pasar porque me parece una prenda necesaria.
ResponderEliminar"Bragas desperdigadas". No tengo nada más que decir a esto, bueno sí, podría ser el título de una peli porno.
Acobardada por la reprimenda de Lux, no me atrevo a decir nada sobre el coche-tendedero, pero mis carcajadas aun resuenan por toda la casa. Lo siento, han sido irreprimibles y causadas a parte iguales por el relato de Di y por la tierna evocación por parte de Lux de aquellos coches con cojines de ganchillo amorosamente tejidos por suegras (pero, ¿por qué, decidme tenían que ser de unos colores tan horrorosos? ¿Acaso las suegras padecían todas algún extraño síndrome que les impedía distinguir los colores?). Los cojines de bolitas eran también un clásico. Creo que ha faltado sólo la mención a los ambientadores en forma de abeto, de execrable olor.
ResponderEliminarMuy entrañable también por parte de Di la mención del jabón Lagarto. Hija de dios, ¿pero cómo sales de casa sin una miserable pastilla de ese pilar de la civilización? Que sepas que ignoro cómo será en UK -los ingleses es que no son mucho de lavarse, es cosa conocida- pero por aquí lo único bueno que han traído las droguerías ecológicas (oxímoron donde los haya) es el renacimiento de esos jabones. En fin, y ya dejo de hablar de colada, que luego el personal se me solivianta. Pero tú sigue informando, Di que lo leemos con la máxima atención.
Os lo digo: cuánto he reído con vuestros comentarios... estáis fatal, LUX ya era, las dos enfermas del tendedor, se confirma y habéis arrastrado a LUX a esta enloquecida carrera del coche tendedor (sobre su foto... mis coche spr estan mucho más sucios).
ResponderEliminarLUX, Yo solo tengo q decir q en los coches de mi infancia nunca hubo esa cosa de bolitas de madera (era para la ciruclación? que incomodo!), ni el "no corras" con foto, ni el perro q asentía, ni nada de perlé. En el 124 Lujo (el Peda aún se ríe de lo del "lujo" pero os jurop q lo ponía) de mi padre "solo" había un detalle en el cambio de marchas que era una especie de bodegón marino, unas conchitas ahi metidas.. no me pregubntéis porqué, era parte del "lujo" supongo. Ah ELENA, tb teníamos el maldito abeto aquel, q costo unos anios hasta q descubrieron q era lo q me hacía marear.... era paulovian, yo entraba al coche y, sin ponerse en marcha, me mareaba.
Ahhh MO, cómo has de tragar tus palabras.. q el Uniqlo es de pijos, cuando sabes q una vez q te haces ocn uno, es im-prescindible y te lo llevas ya hasta a Grecia, pq si no hace frío, cumple su función de almohada de avión. Ahhh, tienes uno!!! O si no, te haras con uno en NY!!! (oi por ahi pijos?)
ELENA, grande el oxímoron de "droguería ecológica", no conocía el cocepto! si es reciclarse o morir.. bien, yo tengo un jabon lagarto aquí enc asa q trae mi suegra y q solo ela o mi madre usan... yo aqui me centro en lavadora. He llegado a lavar ropa interior con champú co aconidiconador.. he llegado a las mayores aberraciones con esto de las coladas... lo q me recrinimáis del coche-tendedor es l=solo la punta del iceberg.
Mil besos
di
PS. A mi "bragas desperdigadas" me suena más a "Prados soleados", os acordáis de la residencia de ancianos de las chicas de oro? Qué os parece q de ancianos nos vayamos a una residencia de este nombre?
PS2> Oh y como olvidar el pequenio párrafo de LUX sobre el sobrevalorado "ver amanecer". Omitiré sus razones (algunas incluso escatológicas q incluye para fastidiarme), pero yo spr lo he evitado, a no ser q fuera pq has estado toda la noche levantada, como hacíamos en Vetustilla, a saber porqué. Pero en muchos viajes q la atracción es ir al amanecer, e.g. Tikal, nosotros spr hemos ido "en la ultima furgoneta", aka 10 am, cuando los del amanecer vuelven, agotados.
ResponderEliminarEs de agrader mucho el —como siempre— fino tacto con el que Elena Rius ha dejado sobre la pantalla un nuevo tema peliagudo: los colores horrorosos de los paños de ganchillo que revestían nuestros coches hasta no hace tanto. «¿Por qué eran tan chillones?», viene a preguntarse, a preguntarnos.
ResponderEliminarPero es que, para colmo, no sólo los colores eran abigarrados, es que el tejido picaba. Picaba, sí. Tú, amodorrado, ponías la cara y ¡aquello picaba tela! Y estabas en Linares (Jaén) y aún quedaban diez horas de viaje y no tenías donde poner la cara… ¡Tanto pañito, tanto pañito…!
Y me acuerdo ahora de un documental que vi sobre los monos de Barenseti, en la isla de Kórkomo. Ellos vivían sin pegas; ellas cuando querían apareamiento sacaban unas coloridas (horrorosas) glándulas que les crecían por aquí y por allá. Y ellos, obedientes, ¡pumba!
Como hemos de descartar—por elemental salud mental— que nuestras suegras y abuelas fuesen unas cabronas, la única explicación que queda —ojo, que igual estoy totalmente equivocado o no acertado del todo— es que aquellos pañitos fuesen su manera de manifestar su desaforado por insatisfecho apetito sexual… Sí, eso debe ser, sin duda.
Hum, uf, bueno, mejor cabronas. Sí, muy cabronas.
Ah, y Di, cuánta razón tienes. Qué decir de los ambientadores de sedicente olor a pino que enmascaraban otros embarazosos olores propios del overbooking familiar. O de los pomos del cambio de marcha que contenidos en metacrilato encerraban conchas, caracolas, disecadas algas, para que el conductor se sintiese el capitán Ahab, o Ismael, o el arponero Quiqueg, o todos ellos a la vez, por la interminable recta de Albacete, auténtica ruta icónica patria…
Hasta llegar a como estamos han sido muchas las cosas, muchas.
Vuelvo a la carga con las bragas desperdigadas que sabía que me recordaban a algo y es a esta canción de Alaska, sustituye "Perlas ensangrentadas" por "Bragassss, desperdigadas.... ¡flores, pisoteadas!!!
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=aPXhlRbs3FY
No sé la diferencia que hay entre bragas y braga.
ResponderEliminarLas bragas pueden ser una sola pieza ?
La braga en singular pueden ser varias ?
Ante esta dicotomía de índole lingüístico, me inclino por crear un nuevo término cuyo uso puede vencer con bravura este punto de imprecisión.
EL BRAGUERÍO.
Dícese del grupo de prendas interiores,colgadas en tendedero o esparcidas en ubicación soleada, independientemente de su número, diseño,color o textura.
Ejemplo de uso:
Di extendió el braguerío sobre el salpicadero del automóvil, logrando un ambiente familiar y desenfadado allí donde el diseño industrial había llegado a los lįmites expresivos propios de su naturaleza.
¿Quién lo diría? El asunto colada-tendedero está dando mucho de sí. Es más, parece inacabable, porque se van abriendo nuevos frentes, incluso semánticos (aplaudo desde aquí la innovación de Driver, "braguerío", y su acertado ejemplo de uso).
ResponderEliminarEn cuanto a otros elementos de decoración de interiores del automóvil (pero, ¿quién necesita cojines de ganchillo teniendo un buen tendedero que le alegre la vista?), compadezco al pobre Lux, condenado a sufrir los picores de los pañitos de ganchillo. Voy a confesaros algo que jamás he dicho: hallándose el coche paterno incomprensiblemente huérfano de tales aditamentos, siempre tuve cierta envidia de aquellos otros más ricamente decorados; el perrito que movía la cabeza, en especial, me maravillaba. Nunca conseguí que pusieran uno. Por supuesto, ignoraba esa faceta traicionera y picajosa de los pañitos que ahora por fin me ha sido revelada. Por lo que respecta al abeto ambientador, solo puedo decir una cosa: ¡muerte a los ambientadores!
Siempre me sorprendéis.. cuando escribo sobre viajes (cosa q hago con cierto temor, pq siempre pienso q son diarios aburridos q solo a mí me interesan), una nunca sabe por dónde vais a salir. Por ejemplo: yo os cuento mi pasion por Grecia, las aguas trasnparentes, los olivos y tal, y vosotros os quedáis con la sandía y el yogur. O, por ejemplo, yo pensaba (de hecho, ahí mi apuesta de título) q hoy tal vez alguien se engancharía con la "jaqueta" (os aseguro q así es como el recepcionista escribió "chaqueta", y tras un par de emials, en los que vi claramente que él iba a seguir escirbiendo "jaqueta" pese a que una castellanoparlante le escirbira "chaqueta", yo ya pasé a escribir "jaqueta", pues me parecía rudo.. así q sí, escribí "gracias por enviarme la jaqueta!". Yo). Pero claro, eso no os ha llamado la atención, pero sí el braguerío. Bien, pues entremos de lleno al braguerío.
ResponderEliminarLUX, tu historia de las glándulas de los monos para explicar la decoración de tu coche de la infancia me parece, por ponerlo amable (lo he de poner en inglés) "far-fetched". Lo dejaré ahí. Y me regocija saber que más gente vio ese cambio de marchas con cochitas... unas amigas de la facultad (sí, yo heredé ese coche en la uni, ya era mofa del resto) me decían "di, vamos a comer marisco?", cuando entraban.
MO, aceptamos "Perlas ensangrentadas" como música de fondo en el spot para atraer clientes a "Prados y bragas soleadas y desperdigadas". Pero no quiero q, en el futuro, cuando tienda en el coche se me pegue esa canción... y será tu culpa. Lo sabes.
INteresante reflexión de DRIVER.. el caso es q he mirado y en la RAE solo dicen "braga", pero claro q se dice tambien bragas no? Por ej, esta frase q tanto me gusta: "HAGAS LO QUE HAGAS, PONTE BRAGAS", o "me pilló en bragas"... cómo es q la rae no recoge esta versión? Quedo azorada.
Y ELENA, estoy contigo en lo de los ambientadores: todos los carga el diablo y lo del perrito asintiente... no me lo creo!!! NO te veo queriendo ese perro! Yo tengo uno (horror) en casa q le trajo una amiga a Mini q en la boca sujeta un cartelito q dice "Malta"... pero no es de coche...
me apresuro a escribir el siguiente divague a ver si os saco del maldito braguerío!
love
di
¿Far-fetched…?
ResponderEliminarDiscrepo: no puede estar mal traído o por los pelos aquello que no existe, y eso es lo que pasa tanto con los pulgosos monos de Barenseti como con la isla de Kórkomo.
Pero centrémonos en lo importante. Braga es una voz que me resulta antipática. Es demasiado laxa y no sólo fonéticamente sino semánticamente. Es como si la gomilla de su significado estuviese ya algo pasadita. Digamos que al ser braga todo, no es nada.
Que si es la prenda más interior femenina… Ya, claro, y por eso hay toros bragados, o también —entre los arrojados— hombres. Es más, cuando hace mucho frío recomiendan ponerse una braga en la cara… E inevitablemente te lo imaginas: un montón de olisqueantes pervertidos en exhibido paseo.
No obstante, confesaré que a braga le tengo inquina por haber supuesto mi mayor fracaso profesional.
Harto de que me explotaran como recadero en la charcutería Paquita ® —pretendían que con las propinas me diese por pagado—, me puse de Chief Executive Officer y Search Engine Optimization para la prestigiosa y sevillana marca de moda Vittorio & Fettuccine ®.
La primera campaña que propuse fue renovar y acercar a aquellos tiempos —se inauguraban los prometedores años ochenta— el —en feliz propuesta de Driver— braguerío.
Para ello, junto con nuestro partnership Chichi´s ® y algún listener/talker susceptible de joint-venture, celebramos, siempre, ojo, proactivamente, varias brainstorming, y con gigantescos moodboards valoramos los inputs, assets y commodities disponibles así como el spread al que aspirábamos porque when I find myself in times of trouble, Mother Mary comes to me y la whopper con doble de queso, no pickles, love.
Decidimos que si queríamos hacer una braga rompedora ya no tenían sentido ni los cursis encajes de fantasía que nada tienen de picantes salvo por lo que deben picarle a la que los lleva ni las de color carne neutra o soft (Gracias Elena Rius por tu compasión con los cojines de los co… coches que tuve que soportar). Consideré que la reivindicación femenina estaba —iba a decir hecha unas bragas— fatal, y que teníamos que colaborar con esa causa para no dejarlas —iba a decir en bragas— solas en su justo empeño. No podíamos, pues, como he dicho, ofrecerle a la mujer entonces actual unos paños que la dejasen de calentorro objeto picante (encajes) o de repelente abuela (braga alta que, disimuladamente, hace también de faja y suele ser de color carne muerta, digo neutra).
ResponderEliminarPero había de hacerse con buen gusto. Pensé en varias líneas de diseño. Por materiales: de agujeritos, de cascabeles, de hilo fino y de filigrana. Al respecto, los catchwords estaban claros:
1. De agujeritos, pa’ cuando tú te agaches te entre fresquito.
2. Con cascabeles, pa`cuando tú te agaches se vean que suenen.
3. De hilo fino, pa´cuando tú te agaches… Tere-tete-te.
4. De filigrana, pa’ cuando tú te agaches te entren ganas.
Pero es que incluso escribí y compuse los jingles. No conozco al tal Diego que hace unos años gentilmente los colgó en la Internet, pero se lo agradezco. Aquí tenéis el enlace.
Por otra parte, dejando a un lado los materiales y ciñéndonos a la parte conceptual, se me ocurrió que al única virtud del color carne es que sirve de camuflaje cuando lo que se quiere escamotear es chicha, que no un trozo de campo. Bien, ¿por qué no hacer esto —pensé— más en consonancia con la nueva mujer: más natural, sin ñoñerías ni complejos! Y le incorporé al diseño varices, estrías, su poquito de celulitis, algún que otro moratón ¡puto tirador de la mesita de noche!, y lo mejor: donde “dijimos” su buen matojo —sin pegas, tipo gato negro y gordo acostao—.
¿Y por qué no ser aún más realista! Y saqué un par de líneas más: las bragas limpias y las bragas sucias (“efecto-sucio”, entendedme, no es que lo estuvieran). A las primeras las llamé las Impolutas mañaneras y a las segundas, las más, digamos, “oscuritas” las llamé Vengo muerta de to’l día.
Bueno, bueno… ¡pero fui más lejos! ¿Y si al “efecto-sucio” le quitábamos el “efecto”? ¡Todo por estar a la altura de la mujer moderna, libre de prejuicios y conforme!
Y dispuse unas unidades móviles para donaciones corpóreas —solo de ellas— con las que rebozar, vuelta y vuelta, las… En fin, aquí lo dejo, que no quiero que Di tenga que dejar de leer.
Huelga decir que aquello —¡y mira que le puse tesón y cariño!— no fue bien recibido.
Ahora la charcutería Paquita ® ya no la lleva aquella Paquita, ni siquiera Paquita su hija, sino Paquita, la nieta, cabrona donde las haya. Pero no sé por qué digo esto último…
Satisfecho por haber logrado acabar, creo, parte de un capítulo de un texto que algún día, ojalá, os participe, me voy a acostar. Pero, repasando los comentarios, reventaría si, por justicia con un anónimo y distante recepcionista —¿qué andará haciendo? — no reivindicase yo que jaqueta es una voz, por perdida que aquí esté, legítima, prístina. ¿Qué está en desuso? Bueno, como tantas cosas…
ResponderEliminar¿De dónde viene chaqueta sino de jaqueta (DRAE, última edición) y ésta del francés jaquette. Vale que al no existir sonido en castellano similar a la jota francesa [ʒ] deviniese en ch.
Pero más gracioso es que haya una forma, chaqué, que habiendo domesticado al castellano la primera parte, mantenga la pronunciación francesa en la segunda.
Qué calor hace, ¿o lo tengo yo...?
Dear LUX, qué Buena traducción de far-fetched, “traído por los pelos”… yo os uso a los divagantes como mi cordón umbilical con el castellano, ya has visto lo de la jaqueta, aunque tu has logrado ver la silver line en esa nube, y q si francés, q si etimologías. Bien, aceptamos jaqueta como prenda de compañía…
ResponderEliminarAH tb decirte q estoy de acuerdo contigo en lo del campo semántico de braga… en especial esa q se lleva a modo de bandana! Los toros! O incluso, hay una ciudad!
Y de tu paso por Vittorino y Fettucini, qué decir… q el párrafo ese de los anglicismos es tan espantoso, q ya sabes q yo estoy haciendo un grave esfuerzo para no halar nunca así (en el far-fetched me he ido sin querer), pq no no no quiero hablar así… claro q ya hbalé de aquel caso de un tipo q conocemos aquí extremo q dice “emparedados de bacón” en lugar de sausage rolls… bacón con tilde. Es complejo el mundo del bilingüismo.
De los agujeritos y su enlace, no tengo palabras. Del color carne, tampoco… no puedo entenderlo.. ropa interior color carne! Eso ya es El Fin. Yo nunca. Antes sin.
Love!
di