Domingo, 14 de Abril de 2019: Essaouira (Marruecos 9)
Hoy ya somos zorros viejos en el Riad, y no vamos a desayunar en el zulo: hoy nos subimos con las bandejas hasta la azotea. Un kilombo, sí, muy historiado, vale, pero puedo decir con orgullo que no rompo vajilla ni planta alguna ni me lío con la bandeja en una sabana tendida. Solazo, y nos despedimos de Marrakech: ya salimos para Essaouira.
La carretera es muy buena pero vamos con cierto temor: esta es en la que están en su salsa los gendarmes corruptos, cuya felicidad es multar al turista, para luego aceptar sobornos. A un conocido le pararon siete veces en un día, a los jekes (Fashion y JAL) también. Se acabaron poniendo turbantes a lo beréber y hiyab (pagaría por verlos), pero no colaba, igualmente les paraban y encontraban cualquier tontería para multar, "donde está el permiso de conducir internacional" , "baile usted una jota", y así todo (imaginadlos solo quitándose el chador mientras los carabinieri se llaman andana). Nosotros hemos tenido muchísima suerte, porque aunque nos hemos encontrado con mil controles, y podían haber alegado desde el color fecal de nuestro coche hasta "no aceptamos Asturias-Patria-Querida para bongos", siempre nos dejaban pasar , con ese movimiento paternalista blandengue de la manita, al que yo he correspondido con asentimientos sonrientes mezquinos, pero elevando el dedo corazón por lo bajinis y cantando "de azul, verde o marrón..." (lo que hoy los modernos llaman "ACAB"). Pero hemos visto como paraban a muchos marroquíes estos Louis Renauts de pacotilla. En fin , que para mí esto no fue el principio de una larga amistad, pero tal vez no fue recíproco, porque ya adelanto que ni en esta ni en el resto del viaje nos pararon.
Como escribí el otro día, cuando salíamos del desierto y no pude fotografiar el mítico "Peligro. Camellos", hoy en esta carretera ha habido otro momento que me he arrepentido mucho de no haber dado la vuelta (la foto que incluyo no es mía). Un árbol lleno de cabras, como si fuera de Navidad! Parece que esto es típico de esta zona de Marruecos donde hay un árbol llamado Argania Spinosa, que tiene un fruto que les encanta a las cabras. Hasta ahí, bien, una esperaría que cuando se cae el fruto, la cabra se lo coma del suelo, pero... cómo llegan hasta las ramas con sus patitas? Lo siguiente sera verlas con cuchillo y tenedor.
Llegamos a Essaouira a las 1500, dejamos el coche en una especie de bajera con uno de estos aparcadores, muy simpático, por 100 dirhams las dos noches (se paga al final, detallazo, te timarán, pero con clase). Está justo al otro lado de la muralla, y entramos por la a la medina que nos enamora desde el primer momento. Está llena de vida, pero, al lado de Marrakech, es un remanso de paz. Tiendas de especias ordenadas como pirámides "para el turista", carnicerías, fresas...
El Riad Jade Mogador es una casona en medio de la medina que parece deshabitada. Tras unos aldabonazos y la duda de si nos abrirán, aparece una chica que primero nos ofrece té en el patio central, y luego nos guía hasta la habitación. Comenzamos a subir por unas escaleras de vértigo, que dan en parte al patio central. Primer piso, y seguimos subiendo; segundo piso, y cada vez hay más luz, tercer piso, y ánimo campeones! Cada vez que pasamos un piso nos miramos con alegría: qué bien, nos ha tocado en el último (64 escalones). La habitación es sencilla, absolutamente encantadora. Solo hay una al lado, y al otro una especie de sala acristalada en la que desayunaremos. Otro tramo de escaleras más, y estás en la azotea.
Bueno, la sensación al llegar allá es que en este lugar podríamos quedarnos fácilmente dos semanas para simplemente ver la vida pasar: leer, escribir, hacer fotos. Las vistas desde allá arriba, donde evidentemente hay sábanas blancas tendidas (si no fuera un sitio tan sencillo y natural, si fuera uno de esos caros boutiques pensaría que las han puesto de atrezzo) son impresionantes: el mar de fondo y los tejados blancos y azules de una ciudad que aún se siente muy auténtica, pese a que sea tan famosa en los círculos turísticos. En una terraza frente a la nuestra una gente le da con palos a una alfombra tendida, el edificio que un día fue al lado del nuestro está hundido, demasiado cerca de la nuestra escalera de subida, hay perpetuamente una (espantosa) gaviota, pensamos que incubando: no se mueve de allí en los dos días.
Ni que decir tiene que se nos pega desde e principio la canción de Bunbury "El extranjero", la voy cantando, en mi cabeza, o más preocupante, en alto, durante estos días:
Me siento en casa en América
En Antigua quisiera morir
Parecido me ocurre con Africa
Asilah, Essauira y el Rif
En Antigua quisiera morir
Parecido me ocurre con Africa
Asilah, Essauira y el Rif
Pero allá dónde voy
Me llaman el extranjero
Donde quiera que estoy
El extranjero me siento
Me llaman el extranjero
Donde quiera que estoy
El extranjero me siento
Ni patria, ni bandera
Ni raza, ni condición
Ni límites, ni fronteras
Extranjero soy
Ni raza, ni condición
Ni límites, ni fronteras
Extranjero soy
Puede imaginar el divagante cuánto me identifico con esta letra, yo que soy extranjera ya en todos los sitios.
Pero volviendo a la terraza, yo creo que ese sitio me lleva a otros en los que he hecho una de esas ya míticas coladas pedalísticas, y he subido a tenderlo a la a azotea...pienso Arequipa, pienso Rethimnon, pienso Lanzarote. Es la mezcla de lo cotidiano, lavar la ropa, con los extraordinario, hacerlo en un sitio remoto. Es casi como jugar a probar lo que seria vivir aquí, y vivir así, de una manera que ya no existe, para nosotros por lo menos, para otra gente claro que sí. Es intentar medir si podría dar un manotazo sobre la mesa y dejar el frenesí de Londinium y mi vida allí, por la vida lenta frente al mar, junto a los olivos. Así que, el momento más esperado: claro, hago una colada en el lavabo de la habitación, y la subo a tender allá arriba. Mientras hago sitio, pienso en que lavar la ropa a mano es algo que empecé a hacer en campamentos, con 9 años. Parte del equipo obligatorio, junto con al cantimplora y las chirucas, era el jabón Lagarto, y nosotras nos lavábamos-o tal vez ensuciábamos más-las bragas, calcetines, camisetas...
Salimos sobre las 1700 a dar una vuelta por la parte norte, callejeando, fotos, bastión norte con cañones, zona de artesanos de la madera, mar.
Plaza central y al puerto abarrotado de gaviotas. Chavales tirándose al agua sucia, pescadores llegando al puerto y vendiendo lo pescado.
Vamos hasta la playa, me duele de tripa. Encontramos un sitio pequeño para cenar (pasta, couscous, tajina), donde cocina frente a nosotros. Uno de ellos nos cuenta que su padre es chef, y sus cinco hijos están cocinando por todo el mundo. Se han metido ahora en este pequeño restaurante aquí, a ver si funciona. Nos explica que le cuesta tanto sacar los platos porque todo lo hacen fresco (lo vemos, lo vemos), y que le hagamos una crítica en alguna página. Yo siempre hago críticas, casi siempre positivas (bueno, menos Panos Panettis, pero esa fue otra historia).
Volvemos de paseo tranquilo hasta casa, Mini se termina su tercer libro de Torres de Mallory, subo a destender, leer, a las 2330 dormir.
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ResponderEliminar"NO SIN MI JAQUETA"
ResponderEliminarGracias LUx, pro contar la verdadera historia, espero que te guste el título. Ahora, unas postillas breves:
-La cabra Luxina me ha encantado y quiero que se quede.
-Lo q no me ha gustado NADA son las bragas color carne (oreo?).. como sirmpre, usas la escatología (color carne) para soliviantarme. Hare un R+ + R-=0 (ignoring)
-Me ha gustado q, por fin, el revenant, tenga un papel, aunque sea de actor de rodaje.
-Has pillado mi despiste vital muy bien, los los bonsoders camelleros
-Quiém dijo cera habiendo láseres?
-Queda claro q los malos son la pandilla de DRIVER, en la q tal vez te encuentres, disfrazado de cabra, posiblemte
-Pasarelas=R+ + R-
LOve!
di