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09 febrero 2010

Los Hormigas

Hoy tocan "los hormigas". No os entro toda la definición de la RAE porque se mete en palabros como "himenóptero", pero sí su última acepción:

ser alguien una ~.
1. loc. verb. Ser ahorrador y laborioso. U. m. en dim. Es una hormiguita para su casa.

En primer lugar, el origen del concepto. Yo pensaba, equivocadamente, que había partido de la Fashion: la pobre resultó muy dañada en su infancia por una versión que teníamos de "La cigarra y la ídem" en una cinta de cuentos populares. Las hormigas eran realmente antipáticas en aquel cuento, venga a trabajar de una manera gris y desapasionada, y cuando la cigarra Cantaprados se dirige a su puerta, la hormiga centinela enarbola un palo y con una voz nasal y gritona le dice "¿No decías que lo bonito era cantar y bailar? PUES CANTA AHORA!" Y portazo. Pero hoy, cuando me he documentado para la entrada (¿que os creéis, que esto del blogueo no requiere contrastar fuentes?) me han abierto los ojos sobre el verdadero descubridor de los Hormigas, el hermano del Joven Artista Local.

El Hormiga puede ser de distintos tipos, y de entrada nos ocupamos de la variedad más común y menos nociva-aunque cargante- para el ser humano. El Formicus Asientus se puede encontrar en algunas de las siguientes situaciones:

Los aeropuertos: están llenos de hormigas. Tú estás tranquilamente esperando en la fila de seguridad que serpentea doce mil vueltas y de repente, a tu derecha, llega un hormiga o grupo de ellos que, quitando el imán que crea los pasillos, se pasan a otra fila. O abren un nuevo control y corren como locos, aunque estén detrás de ti. Tu sonríes y piensas "Qué hormigas". Los hormigas son particularmente peligrosos ahora en las compañías low-cost, donde los asientos no son numerados. El buen hormiga será de los primeros, antes de que anuncien su vuelo en saltar con su tarjeta de embarque al cuello de la aeromoza (¿no os encanta esta palabra? así las llaman en Latinoamérica). El uso del concepto hormiga, si no lo conocíais, ayuda a sacar una sonrisa de esas situaciones en las que una tiene sueño, aburrimiento, y que cambiar un pañal que se escurre cuando pase seguridad.

Una vez a bordo los Hormigas siguen haciendo de las suyas. Por ejemplo, se aseguran de hacerse con el reposabrazos desde el primer nanosegundo de vuelo. Este movimiento es vital, porque todos sabemos que una vez que uno ha reclamado su derecho sobre el reposabrazos, es suyo. Y no importa que sea el higiénico Londres-Cualquiervestusta o el terrorífico Londres-Madrid-Habana. Si el Hormiga se ha hecho con el reposabrazos, tu ya verás dónde dejas el tuyo.

Aún pueden hacer más daño en pleno vuelo estos seres si los tienes delante. Ellos no reclinarán el asiento a lo rudo, todo de golpe (una vez en un vuelo Londres-Delhi un tipo lo hizo así, a lo turbulencia letal, sin mirar si yo había siquiera bajado la bandeja y se autoexplicó con un "así es como van las cosas aquí, tú has de hacer lo mismo." Vaya, gracias señor por esta clase de "modales aéreos"). Un Hormiga es mucho más clase que eso: bajará un clic al principio; cuando pasa la azafata y te despitas, baja otro. Cuando terminan las turbulencias, como ha habido que ponerlo a 90 grados, aprovecha y da tres clics. Te vas al baño y un nuevo clic. Total que en poco rato ya estás como con el rudo, pero sin el seminario de habilidades sociales en el aire.

Los Hormigas en los bares. Tú estás con tus amigos en la barra, y tienes detrás tuya un taburete alto. No estás sentada, pero se halla a 3.5 cms de tu culo: es tuyo. Te inclinas en una risotada, viras unos breves grados, y cuando te has dado la vuelta, hay un hormiga por detrás que ya te ha mangado el taburete. ¡Será hormiga! Y otra típica del Hormiga en los bares ocurre cuando en invierno, tu grupo de amigos y tú dejáis los abrigos en aquel rincón putrefacto. El verdadero Hormiga disimula un rato hasta conseguir que su abrigo esté arriba del todo, para poder cogerlo antes, no perderlo de vista, y que no se ensucie demasiado. Viva el hormiga.

Estás esperando en la panadería, has cogido número y te dedicas a leer los anuncios de clases de inglés en las paredes. Llega el Hormiga por antonomasia (en este contexto, suele ser mujer tristemente) y desliza una pregunta que aspira a inocente tipo "¿que te quedan volovanes?". El pueblo se gira y la mira con odio, y entonces ella dice "ah, ¿que hay número? perdón, perdón". La Hormiga se achanta.

En la facultad los Hormigas nunca te pueden dejar los apuntes porque "aún no los han pasado a limpio", o en los exámenes, disimuladamente echan la melena o la barriga sobre su papel para que no puedas echar el ojo. Son crueles en estos primeros estadios de hormiguismo.

Los Hormigas son unos seres cansados, o qué otra explicación puede tener su obsesión por los asientos. Les da igual bares, cafeterías o incluso en misa. Qué decir de la señora gorda que llegaba al extremo de tu banco en el que ya no cabía un alfiler y aún así insistía en sentarse. Al poco rato, su culo se había hecho El Puto Amo y los demás arrodillados en la consagración. Ella entre tanto musitando "...ay, pero es que no puedo, con estas rodillas". ¡Hormiga eclesiástica, arderás en el Infierno!

El hormiga comienza a mutar a una especie mucho menos divertida y más peligrosa de la que hablaré mañana cuando empieza con detalles tipo "dónde estará la cartera" (siempre al final del maxibolso) cuando hay que pagar. O con que sólo llevan un billete de 500 euros, así que no va a cambiar para un poleo menta sin ni siquiera azúcar.

Pero los hormigas comunes, hoy descritos son por lo general seres no intrínsecamente malos, simplemente hormigas. El modus operandi del hormiga es siempre gradual, lo que él cree que es disimulado, para que no le vean (divertido es verles deshacerse de un papel en medio de la calle). Se hará el encontradizo para colarse en una fila, o intentará doblarla en una de sus giros para avanzar unos puestos, pero no se colará abiertamente.

Son tiernos, en el fondo, los Hormigas en esta primera fase. Julio Cortázar los llamó, hace muchos años "los famas", a los que hacían la sombra mis amados Cronopios.

10 comentarios:

  1. Hola,
    Me has hecho pensar demasiado. Puede que sí, que sea hormiguita la definición exacta para esta clase de gente a la que yo de entrada clasificaba en otro tipo de grupos según su actuación: el miserable, el espabilao, el listillo, el enterao, el jeta, el huevón, el preto...

    Aunque parece que el nexo común es que siempre tiran para casa, nunca se "equivocan" en su contra.

    Yo...estoooo... a veces soy un poco hormiga o... me gustaría serlo.

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  2. Muchas risas es lo que yo he hecho leyendo tu entrada.

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  3. eso-es-ser-hormiga!! gran situación la del supermercado cuando por acumulación de clientes abren una nueva caja y se oye de fondo la vocecilla "vayan pasando por esta caja!" dios! antes de terminar el "vayan" los hormigas ya están poniendo el brik de leche en la cinta, aunque estuviesen detrás de uno mismo... existe una versión que con gesto de arrepentimiento si ve tu cara de odio te ofrece pasar a ti primero... "fuck you!" si ya te has colado hasta el final con la cabeza bien alta ¿o debería decir "con las antenas bien altas"?

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  4. Diva, no corras... los "hormigas malos" serán descritos pasado mañana. EStos eran las versión inocua...

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  5. Sue, yo tb me he reído al escribirlo :)Graciosos los hormigas...

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  6. Parrilla, qué grandes aportaciones al mundo hormiga (o debería decir horniga?). Gracias por tus ideas, sin las q no habría sido posible este post... Y entra más al blog, Hormiga!

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  7. Buen mozo este Sergio, sí señor.

    Yo como digo como Di: Bienvenido y ven más a menudo a visitarnos...

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  8. Hormigas en la cola del cine, en la del autobús y en la del metro, hormigas en el kiosko de los periódicos y de las chuches (HORMIGAS PISANIÑOS) hormigas en el ambulatorio, hormigas de reuniones del cole, hormigas de reuniones de comunidad y hormigas en la familia... ¡Cienes y cienes de hormigas! ¿Y dices que quedan las malas? ¿No serán parásitos hematófogos? Puajjjjjj...

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  9. Joder, desde hoy me cae mejor el oso hormiguero que siempre me parecio un bicho un poco gilipollas.
    Cuanta hormiga, Dios.

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  10. Lo que no has entrado a desbrozar, Di, es el porqué. ¿Qué extraña satisfacción quasiorgásmica le sobreviene a la clásica mujer a la que ves venir de lejos que se te cuela fijo, hagas lo que hagas, y disfrutas con sus escarceos y disimulos, hasta que finalmente da el hachazo, y como decía, hiergue los hombros y aprieta el culo incluso deseando que protestes mientras se microcorre con su pequeño gran triunfo?

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