an

17 septiembre 2022

Invitación a una fiesta: "Disfrázate de lo que querrías ser" (Y tú, de qué irías?) Relatos de John Cheever y ese anuncio de Levi's

Hace unos días, cuando aún se podía andar
cerca de Westminster Abbey
"A vision of the world"
es el título de una recopilación de relatos del americano John Cheever -recomendación de una gran fan suya, Elena Rius-, autor al que yo no había leído. Esta selección la ha hecho Julian Barnes, autor amigo (e.g.
"The sense of an ending", "Levels of life"), y en su introducción nos cuenta la vida y dilemas de este autor, junto con sus temas: la familia de la clase media americana de mitad de siglo XX (con su casa con piscina, perro, niños, esposa con falda de vuelo y el pelo-laca, que le dan al pimple nivel leyenda y que se ponen los cuernos) es en realidad una fachada que intenta esconder su corrupción interior de un tipo u otro.

Y resulta que Cheever nos está contando su vida. Nació en Massachusetts en 1912 y según Barnes,  era un hombre que detrás de su foto de familia ideal en casita de la costa este, mujer amantísima y tres hijos perfectos, escondía un problema serio con el alcohol -más que evidente en sus relatos- y una bisexualidad que no llevaba nada bien. Vivía atormentado por ello y tenía sexo fuera del matrimonio tanto con hombres como con mujeres - como dice un personaje de uno de sus relatos, "si no tonteara por ahí, no sería fiel a mí mismo". Si uno escribe siempre desde su biografía -vivida en primera persona o bien en tu cabeza, Cheever parece ser un ejemplo de lo primero.

Escribió cinco novelas pero sobre todo, su terreno eran los relatos, que publicaba en el New Yorker. Me río cuando al comienzo de uno de ellos ("El brigadier y la viuda del golf") el narrador dice: "no quiero comenzar cada mañana como aquellos escritores que dicen oh Gogol, oh Chejov, oh Dickens , qué hubierais hecho con..." (aquí se puede poner cualquier material sobre el que tú quieres escribir y sabes que ellos habrían hecho maravillas). Me suena. 

La fiestuki no se acaba nunca
Los personajes de sus historias están continuamente de fiesta en fiesta- y qué fiestas: "todos sabemos cómo es una fiesta después de medianoche cuando la gente empieza a saltar a la piscina", dice (yo quiero, aunque estoy pensando en "El Gran Gatsby"), o incluso sin piscina, aquellas en las que al final siempre quedan esos 10-12 incombustibles (die-hards, me encanta la palabra en inglés) que "se sienten incapaces de poder terminarla".

En estos saraos, los personajes se encuentran con sus amigos, los que han mantenido a lo largo de los años. Entre ellos hay gente brillante, pero también la tira de aburridos y sin luces. El momento que todos hemos vivido en esa fiesta en el que piensas “¿qué hago aquí?” y que comienza a limitar tu asistencia a las mismas (con esa bajada de tolerancia para los estufas se nota tu edad). Cheevers: "él había cometido el error de escucharles a todos con la misma atención. Había confundido falta de discriminación con amor cristiano". A partir de los 50 nos va quedando menos amor cristiano.

En una de disfraces el tema es "ven de lo que querrías ser": ese dilema. La mujer del narrador va con su vestido de novia y él de futbolista ("esto ponía en evidencia que las luces de nuestra juventud se habían apagado y nosotros, incapaces de encontrar otras luces que nos guiaran; y así sin fe ni principios, habíamos terminado idiotas y tristes"). Mientras leía recordaba, por contraposición, algunas de mis aburridas fiestas temáticas de hawaianos, años 60, halloween o de-la-toga-sin-nada-debajo (esta última, bueno). Me están dando ganas de dar una fiesta solo para bucear en lo más recóndito de mi círculo, pero no nos precipitemos (aunque daría para un divague, termómetro de algunas de mis actividades), no hace falta ir tan lejos: la pregunta puede funcionar incluso como escondida “dinámica” en una cena con amigos, tal vez hacia el final, cuando alguien dice abrimos otra botella y la mayoría asiente. Puede resultar intrusivo, a juzgar por algunas de las respuestas (sí, ya lo he probado), aunque muchas son predecibles (la de los que escribimos un blog, obviamente: ¿no es esto un desnudo cuasi-integral semanal?) Es a mí a quien le gustaría saber de lo que irían los divagantes, esos seres (optimista, tal vez ser) en la sombra...

Esto no es de Cheever, pero sigue el tema existencialista del párrafo anterior y ahí va - ya que el divague me está quedando sucinto. En una carta al director del Daily Telegraph (Torigraph) de hace unos años, un hombre cuenta que su mujer mandó un whatsapp a su hija: "What do you want from life?" (¿Qué quieres de la vida?). Padre e hija se maravillaron de la pregunta inesperada y profunda y llegaron a varias conclusiones juntos: “amor, plenitud, riqueza, las tres…” Cinco minutos después recibieron otro mensaje de la madre, disculpándose y culpando al corrector predictivo, la pregunta era: "What do you want from Lidl?" (¿Quieres algo del Lidl?). Ahhhh.

Las parejas de Cheevers: mátame camión
Pero divago. El primer relato ("La radio enorme") comienza con la descripción de una de esas parejas de suburbia [nota=sé que esta palabra no existe en castellano en femenino y que en masculino alude a un barrio más bien poco afluente, pero en inglés "suburbia" simplemente es un barrio residencial de la periferia y me gusta, supongo, por la canción -que, sí, delata mi edad- de los "Pet Shop Boys"]. Llamaban a Cheever "el Chéjov de los barrios", y qué fino ojo para las observaciones, de las que es imposible no colgarse: "es una pareja justo en la media de ingresos, actitud y respetabilidad de las estadísticas de los boletines de ex-alumnos", "que van al teatro 10.3 veces al año y que esperan, un día, vivir en ... " (cada uno que anote aquí la suburbia prometedora de su ciudad). Del marido, "sus maneras eran vehementes, era serio e intencionalmente ingenuo" pero no hay que "confundir circunspección con carácter". Habla de "matrimonios intactos y productivos". Maremía, si ya dicen los más amables que un matrimonio es una empresa (los soeces osan a llamarlo “institución”), queda claro lo que es uno "productivo".

Parejas que están, comprensiblemente, aburridas hasta el rigor mortis (stiff-bored, otra palabra del inglés difícil de traducir) uno del otro. El marido que cuando llega de su jornada laboral jura en hebreo porque la cena no está lista, broncas y re-encuentros sexuales que animan la cosa por unos nanosegundos. Broncas: lo único que no parece perder interés pese a la repetición. Si una de esas amas de casa le ha dado por leer las páginas de psicoanálisis de su revista ligera, le dice al marido "dejas tu ropa sucia tirada por ahí para expresar tu subconsciente odio por mí", y cuando amenaza con irse (Di, tía, reconócelo: ?igual no todo el psicoanálisis ha sido malo?) el marido opina: "no entiendes lo que es la vida ahí afuera, las largas horas que tienen que hacer las mujeres que trabajan, que todas sus amistades lo eran por su marido, que se iba a encontrar sola. Julia: no entiendes que te has convertido en alguien totalmente dependiente de mí". Lo sé: es horrible, es una historia de terror, sin cadáveres ni sangre, disfrazada de historia de colores pastel.

A veces leemos para tranquilizarnos al constatar que no somos el mundo que describen en las novelas. ¿Eres tú acaso esa pareja? Nooo, pero ¿aquella otra? "El tiempo, maleducadamente, nos quita los privilegios del que solo mira, y al final, aquella pareja hablando tan alto en francés en el lobby de aquel hotel de Atenas acabas siendo tú". Cabrón eres, Cheevers: "De cuando Martina-Valentina acabas siendo tú" (solo para los sufridos divagantes del diario vacacional).

Tema político social: cómo está el servicio
Dice Barnes que Cheever no entra en actualidad ni en crítica sociopolítica. Yo no le he leído como para hablar con conocimiento de causa, pero cómo con este material no hacer, aunque no quieras, política (recordemos, todo es política, también cuando pretendes no hacerla).

Hay un relato ("The sorrows of gin"), en el que habla desde el punto de vista de una sirvienta, que mientras piensa en su hermana, que también estaba “sirviendo” (odio esta palabra), reflexiona, "es un trabajo solitario. Estás rodeada de una familia pero no eres parte de ella. Tu orgullo a menudo se duele. Las señoras son condescendientes y poco consideradas. No las culpo: es la naturaleza de la relación". [lloré con “The help”, y eso que solo está narrada desde el punto de una de las blancas]. Pero me encanta cuando al final se rebela ante el señorito de turno que la acusa de beberse la ginebra y le dice "no tengo por qué estar aquí siendo insultada por un borracho". Go girl!

En otro relato (“Goodbye, my brother”), la familia se lleva a la cocinera de vacaciones y también va el hijo oveja negra que no suele. Ellos van a nadar y a tomar martinis en la playa diciendo cosas como "tengamos una mañana fabulosa", ese tipo de gente. El descastado sin embargo se va a los bajos a hablar con la cocinera y de paso meterle ideas revolucionarias como que debe sindicarse para tener vacaciones y que le paguen más. Ella, la pobre, se siente mal porque cree que eso es compasión y no le gusta dar pena. Veo que la confusión de algunos miembros de la clase trabajadora sigue intacta. Caridad vs. justicia. Limonsa vs. impuestos. Luego votan a la derecha. La perplejidad del pródigo no mejora cuando su familia vuelve de la playa y se sientan a jugar a las cartas con dinero de por medio. Ganar o perder pasta, ¿qué importa? Lo que se pierde es tiempo: con este personaje es de los pocos que me he identificado de todo el libro.

Durante un affair se es mejor persona

El protagonista de “The brigadier and the golf widow” tiene un affair con una mujer rellenita: "esta grasa no tiene función reproductiva, pero él habría dado su alma por estar con una mujer un poco rellena" (se puso de moda decir que a los tíos no les gustan las delgadas sino las curvies: es evidente que a las mujeres se la suda lo que opinen ellos porque si pueden elegir, prefieren ser flacas, es así. ¿Alguien se ha cambiado el pelo por lo que opine su novio? Pues eso). Ella le dice: "esto no lo he hecho en mi vida" (lo del affair). Y él, con sensación de dejá-vu, porque: "en barcos en el mar, en los trenes, en hoteles de verano con vistas a la montaña, ellas siempre dicen, no he hecho esto antes".

Me río mucho con su cinismo, con su cachondeo cuando cuenta el estado mental del prota: "Una nueva conquista siempre tenía un efecto maravilloso en Charlie. Se convertía de la noche a la mañana en un ser generoso, amistoso, comprensivo, de inacabable buen humor, relajado, amable con gatos, perros y extraños, expansivo y compasivo". No solo la primera vez, ahora traduciéndola para el divague me estoy riendo, es que veo al tío bailando con las farolas á la Gene Kelly: nadie ha descrito mejor los efectos distales de la dopamina.

Y para auto-justificarse, lean a Charlie: "Hay tan pocas maneras verdaderas de olvidar en esta vida que, ¿Por qué debería justo él evitar la medicina, incluso cuando esta parecía, y lo era, un poco cruda?" Es cruel pero divertidísimo presenciar la disonancia cognitiva de otra gente (o como Cheever dice mucho mejor: "nadábamos en la tumba de la coherencia social").

Cheever: feminista, sin saberlo?
Si bien dicen que no es político, no se menciona en la intro de Barnes el feminismo. Me imagino que tal vez conscientemente tampoco estaba Cheever -imaginemos la época en la que escribe- intentando avanzar la causa del feminismo, pero es que nosotras vemos cositas donde sea. Porque lo que sí que describe son muchísimas mujeres desesperadas, mujeres que de repente se quedan con la mirada disociada en el infinito y que "no contestan si se les habla".

Mujeres a las que los hombres eligen, tal vez inconscientemente, por su falta de confianza en sí mismas. "Su timidez, su falta de punto de vista, era la promesa de que él no tendría ninguna consecuencia por sus actos". Hay hombres que no se atreven con mujeres con ideas propias y hacen lo posible por ridiculizarlas. Esto no es suburbia yanqui de los 50, esto es rabiosa actualidad. Nos da igual.

Mujeres que eligen -siempre desde la óptica de el narrador “mostrar los aspectos más ásperos de su personalidad cuando estaban juntos”, y el narrador concluye: “si esto eran maneras indirectas de mostrar decepción, era una decepción que ya no lograban tocarle a él". Se ha tocado fondo, porque lo opuesto del amor no es el cabreo, es el que todo te resbale. La única mujer enamorada que describe Cheever “como cualquier amante, es inmoderada” es una madre por su hijo.

The swimmer
Su relato más famoso es “El nadador”, del que se hizo una peli con Burt Lancaster en 1968. El relato toca algunos de los típicos temas de Cheevers pero en él, el existencialismo que los impregna a todos es igual más salvaje. A mí al leerlo me recordó inmediatamente a uno de mis anuncios favoritos de la adolescencia. ¿Alguien se acuerda de los anuncios de Levi's 501? ¿Eran ellos la razón por las que íbamos todos los jóvenes de los 80-90 uniformados con estos pantalones? (llegué a tener 11, de distintos colores). ¿Por eso nos compramos el disco de “Lo mejor de Dinah Washington”? (soy culpable). No lo sé, solo que he vuelto a verlo para colgarlo aquí y me sigue gustando lo mismo…

Yo por ejemplo, iría a una fiesta disfrazada de ese tío…

12 comentarios:

  1. Duas cousiñas… “o fillo protorrevolucionario e a cociñeira que o segue” (“perdón” por la metedura galaica)... el mayo 68 tratando de convencer a la clase tarabajadora que se emancipe… puro Jean Luc (por cierto DEP!)... espero que, por lo menos no le prestara su libro rojo, para esa enorme cantidad de tiempo libre que suelen tener las criadas… uno de, los problemas del marxismo es que se olvidó de continuar los análises del Marx (Karl) y se quedó anclado en la copla de que la clase trabajadora era una sola.. y así les fue!! Como con la burguesía, que añoraba subir de clase y facilitó la permanencia excesiva de una aristocracia anquilosada (Príncipe de Salina dixit)...

    Sobre anuncios agradables y desagradables (otra ración de pulpo superpicante)… puede que le encante a doña Thelma, pero a mi el anuncio de los pantalones me parece tremendamente cutre y desagradable (que bonitiño discrepar en algo!)... comparado, por ejemplo, con el “burguesismo” tipo Hooper es claramente “tercermundista” (intentando ser lo contrario).... en fin, que, lo mejor de él, es ver como las crías humanas , que quedan pasmadas al inicio, se fueron convirtiendo en los adultos pasmarotes del final… prácticamente me traslada al diseño de Wes Anderson en Hotel Budapest, por ejemplo (pero peor)

    Bicos piscineros…

    Ah, y sobre feminismo me espero al Blonde de la Joyce/Dimitrik, a ver si me desatragantan al Foster (y Cía).

    ResponderEliminar
  2. MV: pero qué hay q no pueda gustar en ese anuncio?!? Bueno, no lo compares con Hopper o Hockney q es una liga diferente...

    Vas a ver "Blonde"? ya nos contarás. Yo vi ayer "La novia" (Bodas de sangre) y ganas de re-ver "A bout de soufflé" (a propos de Jean Luc)... sabes q tengo la camiseta de Patricia? Me la regaló NáN, el de los grandes comentarios...

    bicos

    di

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy muy difícil decir por qué no gusta un anuncio, más fácil aclarar que lo del Hooper es por su carácter pequeño burgués (marxistas out!), como el Anderson, pero sin el Wes!! Solo puedo repetir otra vez cuando, un profe muy “apegado de sí”, le recrimina el adjetivo bonito a una Carrie (hay que tener en cuenta quien era Carrie), ante la lectura del poema de un “sacrosanto”... en fin, me resulta desagradable, pero antagónico a lo DESAGRADABLE, que se siente, por ejemplo cuando Thelma y Louise se van por la barranquilla… tan así es, que pienso que pensaría lo mismo, siendo la mismísima Ana de Armas quien se tira a las piscinas…

      Muy acertado lo del Homero… incluso si no fuera cierto, pero para mi el Quijote está haciendo su viaje a su Ítaca… con el agravante de que considero a Penelópe mucho más “agraciada” que Dulcinea… lo que no quita que pueda ser incluso más agradable… además de algo más “real”!

      Y tales que quijotes, nos topamos con la Nouvelle… y como no con el Kurosawa… y por supuesto con el conflicto eterno entre “oriente y occidente” (con lo relativo que son eses nombres)!

      Pero de mitologías tan diferentes… lo poco que conozco de cine japonés resulta muy indigesto, pero puede ser por modo de acercamiento, demasiado racional, al pensamiento tan emocional oriental… me seduce, pero le falta algo de griego queso…

      Y por eso, leo mejor el cine coreano, porque, como el Tarantino (de ellos), bebe mucho del cine “occidental”, especialmente (pienso) del francés… esa especie de esoterismo visual anterior ya a la NV (Renoir and cia)...

      Y, mira tú, otra cosa que me une al NáN, porque si algo me fascinó, incluso en pleno desvirgue audiovisual fue Godard… aunque Truffaut y Anna Karina pusieron su enorme grano de arena (Anna más bien una montaña!!), sin olvidar a una mitológica postsisi… ¿qué se puede esperar de un cine, que se ve acompañado por un Miles Davis “disfrutando” (sin química?), por ejemplo? Y la tercera vez que vi A bout… me gustó (agradó!) más que la primera… y ya pasaba mis sesenta!!Por cierto, no vi nada excesivamente maoista, y supongo que no me gustaría demasiado (pienso)... además, nada que ver con los soviéticos, supongo (contexto)!

      Uf, demasiado que contar… lo de Mini/Ran con 15-16 es una minucia, lo importante sería lo de Mini/Ran con 35-40 (y ya lo pongo largo)... y viva la diferencia!... pero yo tuve que ver hasta cuatro pelis chinas “de baile”, para empezar (solo empezar) a disfrutar de esas imágenes “virtuales”… cuando dejas dormir un poco lo racional y piensas en emocional… entonces pasa algo!

      Bicos diferentes…


      Eliminar
    2. Y puestos a disfrazarse no me importaría el de Tyler Durden, siempre que fuera de "quita", ya que el "pon", dudo mucho que repitiera... o el de Thelma (mucho mejor que Louise o el guaperas del Brad)... en este caso ya no me importaría repetir (el de la Thelma dos o tres veces, por el final, el del Brad puf, a saber!!)...

      Bicos abismales...

      Eliminar
    3. Hola MV, todos queremos ser Tyler, representa nuestro alter ego soniado no? Yo también querríá ser Thelma en la escena del hotel... es eso de lo q hablas no? :)

      bicos moteleros

      di

      Eliminar
    4. Realmente me estoy refiriendo a la Thelma "conduciendo" un coche hacia el Más Allá... y al guaperas del Brad, como auténtico ligón de feria (con cualquiera de ls dos).... de adoelscente macho suele ser un sueño recurrente... pero, a estas alturas, ni de Aquiles me vale... como mucho una noche de motel con la Angeline...

      Bicos de ángel...

      Eliminar
  3. Ohh, veo que le has sacado abundante jugo a Cheever. ¡Es que todos sus relatos son una maravilla!
    Por cierto, yo también ando queriendo volver a ver "À bout de souffle". Aunque ¿y si ahora, pasado el tiempo, no me gusta? ¿No sería mejor conservar ese recuerdo mitificado?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y gracias por la recomendaciòn, elena! Los publicistas leen... :)

      Sobre el paso del tiempo y las pelis, ahora estamos màs acostumbrados a la velocidad, y no me refiero a la acciòn. Serà interesante ver còmo reaccionamos a pelis del pasado, cuèntanos. El otro dìa hablàbamos de 2001, pero recuerdo por ej ir al cine con 15-16 a ver "ran" de.kurosawa: veo a mini disfrutando esto? No. (Aunque.si lo recuerdo es pq.yo tampoxp.lo debì disfrutar mucho... jaja solo recuerdo el fotograma final y pq la persona xon la q fui "me lo interpretò")

      Eliminar
  4. x11 levi's 501, no es muy propio de una joven revolucionaria, asamblearias,....tienes un pasado?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hablàbamos de disfraces: este de quintacolumnista o como dirìa la thatcher "the enemy within" es bastante viejo y yo un camaleòn....

      Eliminar
  5. Por fin tengo tiempo. Yo tengo los cuentos completos de Cheever y los voy leyendo poco a poco. ¿No viene esa selección Reunion? es uno de los más famosos y muy breve.

    Totalmente de acuerdo con lo que cuentas del ambiente, el retrato, la sensación que dan todos esos cuentos. ¿Has leído Via Revolucionaria de Richar Yates? Es un poco lo mismo pero más claustrofóbico aún.

    Yo hace nada, en una fiesta de disfraces que tenías que ir de algo que empezara con la inicial de tu nombre, fui de Ana Cardo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, "Reunión" está en la selección de Barnes y , guau, en pocas páginas y ha creado a un personaje universal... todos sabemos quién es el padre del narrrador.

      Y sí, tb me encantó "Revolutionary Road"... incluso haber visto la peli primero (con lo cual no me pude imaginar a los protas de otra manera q winslet y dicaprio, y eso spr es un rollo) no afectó a mi lectura, pq está tan bien escrito.

      He tenido q guglear Ana Cardo y aún no sé quién es ni cómo se disfraza una de ella. Yo siempre quiero ir de bruja, pero en ese caso habría ido de... Cruella :)

      Eliminar

Comenten bajo su propio riesgo, sin moderación. Puede ser divertido.