Perder es "dejar de tener, o no hallar, aquello que se poseía, sea por culpa o descuido del poseedor, sea por contingente o desgracia" y yo añadiría también por elección. Uno elige y en el momento que lo hace, pierde. Es el famoso coste de oportunidad del que hablan en la facultad de económicas.
Perder una persona querida es un ejemplo claro de esta pérdida de la que hablo. Pero hay muchos otros ejemplos de los que somos más o menos conscientes:
- Mudarse de casa, supone una pérdida de un espacio conocido, de unos recuerdos.
- Casarse. Pierdes parte de tu intimidad, de tu espacio, de tu vida de solter@...
- Tener un hijo. Pierdes más intimidad, pierdes el tiempo que te dedicabas...
- Cambiar de trabajo. Pierdes compañeros, gente que ves cada día, amigos...
Perder, duele. Deja una herida que, como toda herida, hay que reposar y cuidar. Sin embargo en nuestra sociedad todo el mundo
Hemos de aprender a perder.
Hay una cita de Marcel Proust que dice que “sanamos de un sufrimiento sólo al experimentarlo en su totalidad”. Perder duele, e ignorar ese dolor no hace que no exista, no lo elimina ni evita que haya sucedido esa pérdida, sea la que sea.
ResponderEliminarYo perdí una vez un amor, y escribí sobre ello y sobre mi derecho a estar triste antes de recomponerme aquí, por si le quieres echar un vistazo: http://ironiassudoresysinceridades.blogspot.com.es/2013/03/carta-de-una-convaleciente.html
Vengo de tu blog. No puedo estar más de acuerdo con tu "tratamiento". Era necesario.
ResponderEliminarRallyes? Que bestia!!!
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ResponderEliminarEchenoz cuenta muy bien en "14" la sensación de un soldado que pierde su brazo en la guerra y siente que todo el mundo le da la enhorabuena porque puede volver a casa con una herida "menor", sin atender a su dolor ni a su sensación terrible de que ya nunca sera el mismo.
ResponderEliminarTodavía, en pérdidas graves como la muerte el duelo está socialmente aceptado, aunque lo que dices es cierto y cada vez más queremos volver a la normalidad cuanto antes, Creo que la cotidianidad o la rutina, el paso del tiempo, pone los dolores en su sitio, pero también es verdad que en esta sociedad nuestra, tanto produces- tanto vales, y muchas veces ocultamos ese dolor o nos medicamos para que algo que debe doler no duela, porque la presión para que todo siga adelante como si nada es muy fuerte.
Incluso una pérdida como la de una casa por un traslado puede afectar bastante. Yo todavía sueño con la casa de mi infancia, que ya no existe, y sueño que otras personas la ocupan, o que está vieja y se cae a trozos pero yo sigo subiendo por sus escaleras para poder entrar en mi habitación. En su momento solo me alegré por irme a una casa más nueva, pero jamás sueño con esta segunda casa, en la que viví unos pocos años hasta que me independicé.
Estoy muy de acuerdo en eso de que la sociedad exige que nos recuperemos muy pronto de las pérdidas sin dar el tiempo necesario.
ResponderEliminarEl p* coste de oportunité es una verdad como un piano de cola, no sólo se ve en económicas ;).
ResponderEliminarA lo que vamos es a que nadie se pone en la puñetera piel de nadie, que últimmamente me pongo negra con lo poco que piensa la gente lo que suelta por la boca y lo mucho que espera que el otro le de la razón y las condolencias. No damos tiempo ni a que la gente pase su duelo ni a que cuente su punto de vista. Me enciendo con lo absurdos que somos tratando a la gente, esperando que sean superficiales, sin ningún atisbo de delicadeza.
Mira no había leído el comentario de Marisa pero es justo eso, a ser capaz de soltar cualquier burrada por no andar ni una milla ni un metro en sus zapatos. Y encima tengo comprobado que hay gente a la que todo el mundo escucha cuando se le rompe una uña, son unos quejicas muy eficientes, y hay otros que les pase lo que les pase viene el imbécil de turno y le quita importancia, normalmente el quejica eficiente.
ResponderEliminarLa muerte de una persona a la que quieres no tiene consuelo hasta que la vida, en la que sigues queriendo a otros, te dice que debes seguir adelante. Por eso es difícil decir algo a quien está en esa situación. Si la quieres, basta con tu presencia y silencio, con cuidarla.
ResponderEliminarEl problema es que esta sociedad le da la espalda a la muerte y la enfermedad, te sacuden para que dejes de estar triste... delante de ellos. No se preocupan por ti, solo quieren que no les agües la fiesta.
Las otras pérdidas, allá cada uno. Creo realmente que somos unos mimados de la vida en este mundo. Estos éxodos son peores:
ÉXODOS
En los suburbios de Bamako ya no podía comprar comida de tanto que se especuló con ella en las bolsas de valores. Y marchó.
Fue cuando una empresa extranjera, para cultivar rosas para lugares muy lejanos, la expulsó de su tierra etíope, que decidió emprender el viaje.
-Mi padre murió de sida, mi madre murió de sida. Dicen que la enfermedad la trajeron quienes trajeron la perca que ahora se llevan del Lago. No quiero morir como ellos.
La colonia francesa les obligó al cultivo de algodón, pero ahora en Burkina Faso se paga muy mal. Tienen que escapar de la miseria.
Quiere ser pescador, como sus abuelos, aunque en su Océano solo divisa flota europea que paga royalties a un Marruecos invasor.
En Senegal ya no puede vender los pollos que cría, llegan pollos envasados y troceados, a precios invencibles, industriales, subvencionados.
-¿Cómo será vivir sin guerras? Él es hijo de la guerra y de la violencia que provocan quienes se lucran con el coltán.
Mandela acabó con el apartheid pero tampoco después pueden disponer de tierras para huertos y ganado. Su ruta es la más larga.
-Cuando intentamos ir a nuestros arrozales para comenzar a sembrar -recordaba- nos encontramos con un guardián de una empresa española que llevaba un arma que nos dijo que tenía órdenes de no dejarnos entrar. Él era campesino, de Guinea Bissau.
-¿Cómo dejan -pensaba ella- que sus empresas de Murcia y Almería nos roben la tierra para cultivar melones y sandías? Ella era campesina en Senegal.
-Dicen que lo apoya Bill Gates, el Benevolente, pero su revolución de semillas transgénicas, aquí en Mozambique, no la puedo pagar. Marcho.
No soportó un día más a los señores de la guerra, ni a la tropa de fragatas que protege a los piratas del atún. Era pescador. Partió desde Somalia.
Buscaba otra vida, otro color, pues el negro del petróleo en Nigeria les ha contaminado los días y las tierras. El azul le tragó.
-El valor de estas tierras es su acceso al agua de riego -dice el gerente de un fondo de inversión con sede en Reino Unido-. Y sus inversiones en Zambia, provoca el éxodo del que hace catorce.
Vaya, después de poner eso me encuentro esto en El País. Una cosa es perder y otra perderlo todo.
ResponderEliminarhttp://elpais.com/elpais/2014/02/20/planeta_futuro/1392920428_268776.html
Esta mañana iba a poner una pequeña parrafada de como es bueno ir aprendiendo de pequeño (para eso están los padres) a encajar golpes o pérdidas para que luego el cuerpo estuviera acostumbrado. Bien. Lo que pasa que a las 14:02 (nunca se me va a olvidar) recibo un correo tipo: las pruebas realizadas evidencian que a usted le queda poco de vida o algo como la linea de crédito solicitada por su empresa ha sido denegada, no se cual es peor y aquí es cuando me tengo que aplicar el cuento que iba a contar y tirar por la calle de en medio.
ResponderEliminarLo siento, divago...
Jota, joder. Espero que sea un recurso literario.
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EliminarNo sé lo que será Jota, pero acabo de leerlo y estoy con un escalofrío, compañero.
ResponderEliminarHay perderes que uno no sabe cómo encajar. Esta mañana estaba en mi puesto ocupacional y apareció un individuo flaco con el cuello del abrigo subido hasta las orejas y un gorro de lana. Parecía bastante aterido detrás de una espesa barba de profeta. No parecía un turista: más bien tenía aspecto de mendigo. Miró hacia arriba y gritó: ¡Eh, C. S.! Bajé y al cabo de un rato encontré en aquel hombre a un antiguo compañero de trabajo, palista de profesión, al que le había perdido la pista. Me contó que llevaba más de un año sin curro, que se le había acabado el paro y que la ayuda familiar iba íntegra a su mujer, que era la que se ocupaba de sus dos niñas. También había sido deshauciado de su casa y estaba viviendo en la de un amigo. Quería saber si yo conocía alguna obra en la que le pudieran coger aunque fuera por un par de semanas. Yo no pude hacer nada por él mas que invitarle a un café y a un cigarro. No sé cómo se puede enfrentar nadie a una pérdida de esa naturaleza. Esto no es como un elegante partido de tenis en el que al final le puedes dar la mano deportivamente al contrario. Esto es el horror. Y la pena. Y el asco.
ResponderEliminarJOTA, como ya te han dicho, no sé q decir... cuando veas si puedes dinos algo. Pasan tantas cosas a gente como nosotros hoy en día... y me refiero tanto de ejemplos como lo q cuenta CESITA (escalofriante), como de gente q enferma, pq nos vamos acercando a unas edades en las q por primera vez emepzamos a ver estas cosas, demasiado frecuentemente en la gente de la edad de nuestros padres, pero algún caso en gente de nuestra edad. Perder la salud, a según q niveles debe ser atroz. Yo recuerdo cuando estuve enferma y no sabían lo q tenía y yo, durante las investigaciones decía ojalá fuera una apendicitis (q luego lo fue, pero menuda hijapu' apendicitis, casi no la cuento)... pero la idea de una enfermedad crónica, habiendo estado sana, me cabreaba, m impacientaba...
ResponderEliminarAlgunos psiquiatras dicen q la base de la depresión es la pérdida. Y hay alguna frase de esas por ahí q dice "solo se valora lo q se pierde". O como dice Serrat
No hay nada más bello que lo que nunca he tenido
nada más amado que lo que perdí
Solo hablar de esto pone triste...
di
Yo es que estoy sin palabras...sólo decir que no me deja indiferente sea lo que sea y que todos somos compañeros y vulnerables, que estamos expuestos, que no tengo la sensación de pasarle el brazo por la espalda con ese pensamiento de alivio de te pasa a ti, pero eso no me va a pasar a mi. Un abrazo, compañero.
ResponderEliminarSobre la enfermedad, yo he pasado cinco años buscando la explicación a algo que me dejaba cada vez más agotada. Pero no es agotada la palabra, es tan extremadamente débil que ya no era capaz de nada. Sabía que no era un tumor, no pase mucho tiempo esa clase de incertidumbre, pero sí la angustia de ver cómo cada día estaba más débil, limitada y que no hubiera explicación. Me plantearon que podía ser una depresión, pero siempre supe que había un origen físico. Al final, intolerancia al gluten, la lactosa y otra serie de cosas que suelen ir en este lote, me doy con un canto en los dientes.
Diva ha planteado algo que nos afecta a todos: la pérdida y la reacción de los demás ante ella. Creo que esta sociedad es menos empática que las sociedades anteriores y que más o menos todos estamos todos estamos de acuerdo en eso. De siempre ha habido una sensación de desarropamiento (“yo sé que ver y oír a un triste enfada”, cantaba Miguel Hernández), pero recuero de otros tiempos en los que la gente te ayudaba más a pasar el mal trago, en lugar de jalearte para que lo dejes ya.
ResponderEliminarYo lanzo un órdago grande: desconocemos la pérdida total y, muchas veces, somos quejicas con cosas insignificantes. Pongo en la mesa las cartas de África. No sé por qué, pero siempre me ha dolido África por la brutalidad de la pérdida. Tengo una amiga, médica sin fronteras, que ha estado en todas las guerras y desastres del mundo, pero siempre volvía animosa de haber hecho todo lo que podía. Salvo de África, donde los últimos años la especializaron en desastres alimentarios y los niños. Llegaba con su equipo, montaban todo y empezaban a tratar a los niños de barrigas gordas y con los huesos bajo la piel. Pero para algunos de ellos, habían llegado una semana más tarde. “Siempre llegamos una semana más tarde para algunos”, me decía. A esos, que sabía que no iban a reaccionar ya a lo que les daban, los vigilaba atentamente para, cuando notaba que la muerte era cosa de poco, tomarlos en brazos para que murieran notando un calor humano. ¿Cómo puedes volver de eso sin sentirte hecha unos zorros? Y siempre nos decía que éramos unos quejicas incapaces de aguantar nada.
Jota, hábilmente, contesta con otro órdago en el que dice que “supongamos que...”. Bien contestado: touché (yo), hay innumerables ocasiones en las que la tragedia individual (que no creo que sea su caso) es para quien la sufre una pérdida total.
Después, Cesita nos baja más a la tierra. Las mismas teorías que han arrasado África están llevando aquí a muchísima gente a situaciones de pérdida total. Mirar a los ojos a un antiguo colaborador que lo ha perdido todo y solo pide la oportunidad de dos semanas de trabajo es duro, es una experiencia real y uno no puede hacer nada. ¿Cómo se siente uno cuando vuelve a trabajar y ves marchar al otro con esa angustia?
Vivir es difícil, cada vez más. Nos están africanizando. Pero oigo quejarse a la gente de unas tonterías que a veces me cabreo.
Bueno, tal vez haya tenido una salida de tono en mi intervención de ayer. No me pasa más que lo que le ha pasado a miles y miles de personas antes que a mi y que por desgracia seguirá sucediendo después que a mi. No, no es nada de enfermedades (mi sistema de defensas de momento está en alerta). Ha sido un luchar durante mucho tiempo contra molinos de viento sabiendo que el final era muy difícil de cambiar la situación y que te da por pensar que has decepcionado a los que estaban contigo (uno siempre creyendo que es el más fuerte del mundo mundial).
ResponderEliminarEs la vida. A mi me enseñaron a perder pero esta vez tengo un nudo...De momento tengo que seguir mendigando por esos bancos (que te dan todo cuando no lo necesitas) y el tiempo dirá.
Un abrazo y gracias por vuestras palabras.
Me da miedo que esta deportiva idea de "saber perder" sea una forma de presentar la resignación y la inercia como algo bueno. Durante la revolución industrial parece que la gente tenía muy claro lo que era la explotación: muchas horas de trabajo por poco dinero. Por eso se unían y hacían huelgas brutales y sindicatos y cosas así. Ahora parece que no nos damos cuenta de que hay un nuevo modelo de explotación basado exactamente en lo contrario: como sólo puedo darte pocas horas de trabajo, entonces te daré poco dinero. Y nos resignamos: "he perdido mis horas, es lógico que pierda también mi dinero". Parece que nos lo merecemos. ¡Pues no! ¡No nos resignemos a perder! Esto me recuerda a una historia de Robinson Crusoe en la que éste le enseñaba espíritu deportivo a Viernes. Deciden hacer una carrera por la playa, y Robinson sale corriendo como una flecha en dirección a la meta. Cuando llega echando el bofe, se da la vuelta y ve a Viernes corriendo absolutamente relajado mirando las conchas en la arena y los pajaritos en el cielo. "¡Pero no te has esforzado nada!" Dice Robinson. "¡La carrera así no tiene ningún sentido!" -"¡pero si me dijiste que lo importante era participar!" -"¡No!" Contesta Crusoe con un cabreo monumental. "¡Lo importante es intentar ganar!".....Pues eso.
ResponderEliminarComo dije, a mí me pareció perfecto tu comentario. Estoy acostumbrado de otras épocas a discutir con vehemencia, a cara de perro. Pero eso solo lo puedes hacer bien con gente a la que respetas y que te respetan. La verdadera discusión no personaliza.
ResponderEliminarO pensemos en Xaquí: 5 años notando que pierdes fuerza día a día, pero como los análisis no dicen nada, tienes la sensación de que es culpa tuya.
Quiero volver ahora al principio de lo que decía Diva, y sobre todo a algo que no decía: el duelo. Porque varios lo habéis mencionado. Es la única pérdida real verdadera y para siempre. Necesitas el tiempo que necesites para volver a acordar tu paso con el de la vida. Es lo que antes se llamaba "duelo sentido", un sustantivo y un adjetivo rotundos, que lo diferencia de esas costumbres externas que en otras épocas se imponían.
Y ahora, voy a disfrutar del sábado, a pesar de los pesares. Porque la vida obliga.
No me creí lo primero, porque esa información no te llega por carta, pero me pareció plausible lo segundo. ¿Sabes?, una vez monté un negocio editorial y perdí absolutamente todo lo que tenía (logramos salvar la casa). Adelgacé 25 kilos y usaba los pantalones de mi hijo, que estaba en el instituto.
Sólo una cosa, siendo absolutamente sincero, me produce más desazón esta situación que el que me hubieran dicho que tengo una enfermedad incurable. Igual es porque nunca me han dado esa noticia.
EliminarEfectivamente está el sábado como para airearse al fresco sol.
Claro: es que perder es un verbo ambiguo. Habría que distinguir entre perder algo inevitable, y entonces lo que hace falta es el duelo, y perder algo que se nos ha arrebatado injustamente y puede llegar a recuperarse. Y entonces la postura ha de ser: "Lucharé con todas mis fuerzas y con todos los recursos que estén a mi alcance para recuperar eso que me has arrebatado. Y si no lo consigo, con mi último aliento te maldeciré ante Dios. ¡Y él me escuchará!" (C. S. en versión apocalíptica)
ResponderEliminarAquí está nevando...
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ResponderEliminarJOTA, lo siento, tiene q ser muy duro, un abrazo.
ResponderEliminarEstoy con Cesita en los distintos sentidos del verbo.. hay veces q solo puedes intentar asumir. Otras, puedes luchar. tal vez no ganar, pero por lo menos intentarlo.
xx
di