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06 noviembre 2025

"La canción del verdugo" de Norman Mailer: Este es un libro absolutamente asombroso

"This is an absolutely astonishing book" ("Este es un libro absolutamente asombroso"). Así terminó Joan Didion en el New York Times la crítica del libro del que voy a divagar hoy. Lo suscribo: he estado casi un mes abducida por él y la vida, el blog, todo, ha tenido que detenerse. Cada minuto libre ha sido para "The Executioner's Song" (1979), la novela de no ficción con la que Norman Mailer ganó el Pulitzer de ficción (sí, paradójico) en 1980. Nota: ya lo había ganado en 1969 (el de no ficción esta vez) con "Los ejércitos de la noche", sobre la gran manifestación anti-vietnam al Pentágono en 1967 del que divagamos aquí.

Cuando encargué el libro -de segunda mano- me llamó la atención que era bastante más caro que otros libros similares y lo entendí cuando lo tuve en mis manos: era un tocho de 1054 páginas. Pero mientras que he leído que 
la versión en castellano de Anagrama es difícil de leer porque lo han comprimido en 600 páginas, mi edición me ha encantado porque su presentación ha hecho la lectura muy ágil. Está muy subdividido: dos libros ["Voces del oeste", "Voces del este"], cada uno con siete capítulos que a su vez tienen subcapítulos numerados, y además los párrafos están separados por espacios (como hago yo en el blog; me encanta "dejar respirar" a los párrafos). No sé si al divagante le interesan estas cosas, pero yo tiendo a maniática con las ediciones - solo almas amigas me entenderán. 

Así pues, la edición ha contribuido a que la lectura haya sido de atracón, junto con el tema y el estilo. Mailer tiene una lectura que corre ella sola, combinada con un uso del lenguaje espectacular. Me he encontrado buscando un montón de palabras en el diccionario, porque aunque muchas de ellas, como siempre, se podrían deducir por contexto, no me quería perder ni un detalle. Sus descripciones son espléndidas: tanto a nivel de los personajes y sus estados mentales como de la geografía, la sociología, los lugares físicos, en particular las prisiones. En este divague no va a haber tantos ejemplos de estilo como en otros, cuando incluyo citas para que el divagante se haga a la idea, por la extensión del libro; tendréis que fiaros de mi palabra. Es curioso, de todas formas, que mis últimos divagues hayan sido de poetas, puro contraste con Mailer: su escritura no es poética, sino testosterónica... esa que le metió en tantos líos.  Empezamos.




Punto de partida
Utah, 1976. Gary Gilmore, un hombre de 36 años que acaba de salir de la cárcel donde ha pasado, con breves interrupciones, toda su vida desde la adolescencia, mata sin ningún motivo (y esto es lo que lo hace fascinante desde el punto de vista neuropsicológico) a dos hombres mormones. Un jurado popular le condena a pena de muerte, lo que representa el fin de una moratoria por la que desde 1967 se había detenido la pena capital en EE.UU. Sus abogados no ponen demasiado interés en su defensa porque donde esperan que se conmute la pena es en el proceso de apelación. Así iba el juego en esa época: juicio, pena y apelación. Sin embargo, tras la sentencia, Gilmore se planta y dice que no quiere apelar: simplemente desea acatar la pena. Esto crea un revuelo legal, ético y político en el país, y un circo mediático cercano al esperpento. Imaginemos qué sería eso hoy en día en que cualquiera con un teléfono puede ser un enviado especial: en aquella época fueron "solo" hordas de periodistas acreditados. En todo esto se centra Mailer en el segundo libro, las voces del este que han venido a Utah a cubrir el evento.

Pero, ¿por qué necesita Mailer mil páginas para contar esto? ¿Por qué necesitó Roberto Bolaño otras mil para contarnos 2666? Cuando lo terminé, lo vi claro y aquí me pasó lo mismo: el autor no te va a contar solo hechos. Ni que decir tiene que va a intentar analizar la clase de persona que es Gilmore (sus motivaciones, sus no-motivaciones, su razonamiento, su manera de estar en el mundo), pero además va a emplear muchas páginas en intentar explicar al detalle su contexto: en ese sentido, es una novela que te explica América. 




Utah
La cerrada sociedad mormona de Utah, donde "es mejor no ser negro" (un negro no podía ser cura mormón), es el escenario. Los mormones nos hacían gracia hace unos años cuando nos reíamos de ellos en "The book of mormon"; ahora empiezan ya, entre las trad-wives (esposas tradicionales) que hacen su propia mozarella para sus trece hijos y que es uno de los estados con menor control sobre armas a dar miedito.

La iglesia mormona ha influido tremendamente, y lo hace todavía, en la política de Utah. Los mormones creen que esta vida es un test para saber si podemos ser buenos. Si no lo somos, está el arrepentimiento, pero esto no aplica al asesinato: si matas solo puedes ser perdonado en la otra vida. Como para arrepentirte has de sacrificar tu vida, los mormones ven todo el sentido en la pena capital. 

He de reconocer que tras leer el libro me han dado ganas de ir a Salt Lake City, Provo, o Spanish Fork, en el pasado siempre me interesaba aquello de la "América profunda",  y aquí sería como quien va a ver animales en el Kruger o así. Leyendo este libro te haces una minitesina de esta religión demencial -bueno, como el resto. 

También te haces un proyecto de fin de curso sobre esa clase social llamada los "rednecks" (los "cuellos rojos", con los que se referían en el pasado a los pobres que trabajaban en el campo, de manera derogatoria, claro).  Gente que vive en tráilers, gente que tiene matrimonios locos, embarazos locos, vida loca. Hoy sus descendientes son gente blanca pobre y a la vez reaccionaria, los que hoy votan al Boniato con gorra.

1976
La otra coordenada del contexto es el tiempo: 1976. Yo tenía cinco anios, pero por mucho que esto sea un blog personal, lo que de verdad interesa es lo que pasaba en el mundo, y aquí lo tenéis:



Gary Gilmore
Para mí, este es el plato fuerte. Yo he leído este libro, una vez más, para intentar entender la psicología de un hombre que se auto-boicotea continuamente, para formular qué pasa en una mente para llevar la vida de Gilmore. Muchas veces me he preguntado si este es un libro que se pueda recomendar así, en general, porque no es para todo el mundo. Si sigues leyendo, lo entenderás.

Ni que decir tiene que yo he leído todos y cada uno de los momentos de Gilmore con el ojo clínico. Tengo tantísimas notas, subrayados, asteriscos... que creo que debería escribir un artículo profesional del tema - pero es mucho más diver escribir el blog. He pensado mucho en la psicopatología de Gilmore, en su neuropsicología, en su ambiente y experiencias. En lo que le hacía "unique" (recordemos aquella serie titulada "Unic@. La Nueva Ciencia de la Individualidad Humana"). También en mi admirado Robert Sapolski  y su "Determinados. La vida sin libre albedrío"  [¿qué diría Robert de esto?, me encantaría haber tenido línea directa con él], haciendo tic en una lista imaginaria de factores tanto biológicos como ambientales que nos predisponen a nuestros comportamientos. Menudo puzzle era Gilmore, y eso es lo chulo. 

Viene de una familia que, sin ser perfecta, ha dado otros hijos sin demasiados problemas - me encanta cuando por muchas veces que le preguntan "por su madre", él explica que no fue abusado y su madre le quería (gran varapalo para los psicoanalistas porque, claro, las madres tenemos la culpa de todo). El padre sí que tenía problemas, bebía y tenía un estilo de vida itinerante, no podía parar demasiado tiempo en ningún sitio, pero no estuvo en la escena mucho tiempo. La gente tiende a culpar a los padres de los problemas de conducta de los hijos, pero qué hacer con uno como Gary, al que ninguna consecuencia negativa le afecta: es inmune al castigo, a lo que piensen de él. Nunca tenía miedo, siempre se metía en líos, y los adultos le miraban de una manera entre asombrados y horrorizados, tal vez repelidos por él, más allá del odio.  Pero ya de niño era triste y ansioso, con su sueño recurrente de que le cortaban la cabeza. 

A los 14 ya está en el reformatorio, donde añade a su paleta de comportamientos no precisamente edificantes los de los tipos duros de dentro. Como son los 50,  la era cúspide del psicoanálisis, los psiquiatras del reformatorio les pasan el test de Rorschach (el de "qué ves en estas manchas de tinta") y sacan conclusiones siempre sexuales. Es fácil portarse bien cuatro meses y pretender que estás rehabilitado: los bobos de ellos te dejan salir con esa pantomina y ahí fuera te espera la época dorada para la delincuencia juvenil: llevar una vida de heroína, cannabis, atracos, tías buenas, y seguir su sueño, que es ser parte de una mafia, la que sea. Nunca ve otra opción en su vida más que la criminal. Y al poco, vuelta al talego: el eterno recidivista. Ya en la cárcel, Gilmore reconoce que no era un buen ladrón, porque era impulsivo: "No planeo, no pienso. No tienes que ser súper inteligente para que no te cojan, solo tienes que pensar. Pero yo no lo hago. Soy impaciente".

Pero sí que es súper inteligente:  tiene un coeficiente intelectual de 149 (100 es normal, más de 120 es muy elevado). Desde el principio de la novela se ve claro que te estás enfrentando a un personaje de inteligencia superior: su lenguaje es prolijo, su razonamiento a menudo mejor que los profesionales que le rodean. Le gusta Herman Hesse, Catch-22, Agonía & Extasis, Muerte en Venecia. Es curioso, quiere aprender. Es un gran dibujante, aquí dos ejemplos:




En algunos momentos me preguntaba si hoy diríamos que tenía algunos rasgos de neurodiversidad: probablemente TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), no hay más que leer la descripción de arriba, de por qué no es un buen ladrón. Pero también tenía algunos rasgos típicos de personas con desórdenes de la comunicación social: llevaba un sombrero de pescador ridículo que parecía no darse cuenta de que lo era,  era evidente que estaba poco atento socialmente. O su sensibilidad al ruido (demasiada sensibilidad sensorial puede ser una característica de los autistas) es un tema que se repite constantemente.  En la cárcel no es uno de esos prisioneros que influyen a otros, es más bien solitario. 

Pero tal vez haya otros elementos, veamos la descripción de su contacto visual:
"Nielsen was used to see hatred in a suspect's eye, or remorse, or the kind of indifference that could lay a chill on your heart, but Gillmore had a way of looking into his eyes that made Nielsen shift inside. It was as if the man was staring at the bottom of your worth. It was hard to keep the gaze".  ["Nielsen estaba acostumbrado a ver odio en los ojos de un sospechoso, o remordimiento, o esa clase de indiferencia que podía helarte la sangre, pero Gillmore tenía una forma de mirar a los ojos que daba escalofríos. Era como si el tipo estuviera mirando fijamente el fondo de tu valía como ser humano. Era difícil sostenerle la mirada".]
Parece un psicópata de libro, ¿no? Durante la novela hay muchos momentos en los que le odias profundamente — explicaré mis momentos más abajo. Hay muchos otros en los que no hace ni falta invocar a Sapolski para entender que este hombre ha nacido con un cerebro así y en una situación determinada: le han tocado muy malas cartas. Sí, lo sé, la reacción de muchos será "peores cartas les tocaron a sus víctimas". No lo creo: es mejor sufrir una injusticia que cometerla. 

A los 22 años ya no tiene dientes —la mala vida— y habla del dolor como "un conversador aburrido, que nunca paraba, simplemente encontraba nuevos temas". Bebe mucho: continuamente se mete en supermercados y sale con un "six pack" (un paquete de seis birras) con toda la confianza. No se mete drogas, en un punto dice que "no cree en ningún hábito que le cueste dinero". Ya en esa época habla del Ritalin como una "forma rara de speed".

Es una persona (y un asesino) impulsivo, que no puede controlar de ninguna manera sus emociones. Pasa de 0 a 100 en un nanosegundo. Es "un tipo que mataría porque le has puesto el café en un vaso de cartón", dice un observadorLe importa un pepino lo que piensen de él: hay una insensibilidad total a la percepción del otro, no quiere gustar. Conduce temerariamente, bebe continuamente. Es manipulador, racista, controlador, narcisista, grandioso [sobre sus habilidades artísticas: "no estoy hecho para la escuela: no hay nada que me puedan enseñar en la escuela de arte"].

Me hubiera gustado que Mailer, igual que incluye muchas de sus entrevistas con los abogados, y muchísimas cartas que le escribe a su novia (estas son muy ilustrativas sobre quién es), incluyera las de los psiquiatras y sus informes. Me he reído con el análisis de Gilmore de esta profesión: "todos estos médicos son raros; has visto alguna vez algún psiquiatra que no esté pallá?" Cuánta razón, Gary. Lo que estos psiquiatras describen claramente es —pese a que mata a sangre fría, no en un ataque de ira— el proceso de despersonalización (verse a uno mismo desde fuera, como un actor en un escenario) cuando Gilmore asesina a sus víctimas: él lo describe "sintiéndose como bajo el agua", me encanta. Le creen (y yo también) cuando explica que no tenía ninguna razón para ajusticiar al primero en el baño tras haberle robado, ni al segundo en la recepción del motel. Se siente genuinamente perplejo por sus acciones: "muchas cosas extrañas -de nuevo, bajo el agua- sabes, era inevitable". Simplemente, como diría Sapolski, "no pudo hacer otra cosa".   

Podría escribir una serie solo de Gary Gilmore, pero termino con otra descripción, por si no se ilustró suficiente su persona con la anterior de su mirada:
"He gave a wide thin-lipped grin at the press, a mean and merciless look and raised his middle finger slowly in the air as if to implant it forever in each witness's  ass". ["Dirigió una sonrisa toda labios finos a la prensa, una mirada cruel e implacable, y levantó lentamente el dedo corazón en el aire como si quisiera clavárselo para siempre en el culo a cada testigo".]

Nicole
Una de las principales "voces del oeste" (el primer libro) es Nicole, una chica guapa con un pasado atroz -sexualmente abusada por su tío en su infancia, épocas ingresada en una unidad psiquiátrica (la "nuthouse"), con padres que la presionan para que se case a los 14 para "quitarse el problema". A los 19 años tiene dos divorcios a sus espaldas y un hijo de cada marido. 

Entonces los dos satélites chocan y la relación con Gilmore —que tiene 35— ocupa gran parte del libro. Claro que Nicole, atolondrada, impulsiva, cabezarrota, no es del todo tonta y se da cuenta de que Gilmore es otro de esos perdedores que la atraen, alguien "que no tiene el suficiente amor propio como para hacer algo en la vida" (en inglés es más bonito: "somebody who didn't think enough of himself to make something of himself"). Pero con él tiene "la mejor conversación de su vida; conversaciones que creía solo podían pasar en su cabeza" y claro, entre eso y que él enseguida comienza con los "te quiero" a los cinco minutos. y con que "hubo un lugar en la oscuridad en el que nos conocíamos", cae. 

Cuando he dicho que he insultado muchas veces a Gilmore en mi cabeza, me refería a su relación con Nicole. Mucho de lo que ocurre con Nicole me parece manipulación de libro, y si quieres no manipulas así. No lo sé: la historia es un amor-fou si alguna vez hubo uno: apasionado, obsesivo, adictivo y destructivo.  Dan genial en el cine y la literatura; en la vida, si te paras a tiempo en obsesivo. 



La cárcel
Hay muchísimas descripciones de esas de poner una "d" dentro de un círculo en el margen para volver sobre ellas - incluiré algunas sueltas hacia el final. Pero ahora le quiero dedicar una sección a las de las prisiones. Mailer se documentó con la ayuda de un tal Jack Henry Abbott, otro prisionero que escribía muy bien al que intentó ayudar a reintegrar en la sociedad, y no salió demasiado bien — pero esa es otra historia. 
"Gary vive en una celda tan estrecha que puede tocar ambas paredes con sus manos. La luz está encendida las 24 horas. Los guardias pegan en las barras. Los ruidos confunden los últimos pensamientos de un hombre. Gary pone una toalla en los barrotes para quitarse la luz y le dicen que la quite, o le quitarán el colchón varias noches".
Uno de los personajes define la cárcel como "jaulas para animales": es difícil entender lo que eso hace a una persona si no has estado allí la mayor parte de tu vida. [“None of us here has spent more than 90 per cent of our adult life in the cages where the animals are.”]

 Hay distintos tipos de prisioneros, delitos que te dan pedigrí — por ejemplo, el asesinato está por encima del robo. Mailer los llama "convicts" vs. "inmates". Los primeros "llevaban sus camisas como de sastrería", son el equivalente de "los populares" del cole, los atléticos, los guapos; los segundos, los cutres. También hay distintos tipos de visitantes. Tras una gran descripción, Mailer concluye con que las parejas de los convictos probablemente están más enamoradas del tipo entre rejas que del que vivía con ellas en casa. Este es el caso de Nicole también.

Gilmore da su visión sobre las cárceles muchas veces en la novela: piensa que generan en lugar de disuadir del crimen [“You could easily do away with a lot of jails. They’re shit. They breed, they don’t deter crime.”]

La cárcel es ese sitio en el que, sin enfermas, te llevan a enfermería, pero una vez que estás mejor, dicen que ya estás listo para volver al corredor de la muerte. En la cárcel te das la mano con tus visitas pegándola al vidrio que os separa en el mismo punto, y moviendo los deditos: supongo que esto lo hemos visto en muchas pelis, suena familiar. En la cárcel, los peores días son los fines de semana, los festivos —esto es igual que en los hospitales, cualquiera que haya estado ingresado lo sabe. Hay un sitio llamado el agujero donde Gilmore pasó 18 meses — es peor que una huelga de hambre. Los prisioneros toman drogas para poder sobrevivir, y los guardias lo saben, pero es lo mejor para prevenir motines, tenerlos drogados. Estos son solo unos ejemplos de lo que cuenta Mailer de las prisiones. Y termino con una cita curiosa: la cárcel como sistema político:

“Campbell believed the prison system was a complete socialist way of life. No wonder Gilmore had gotten into trouble. For twelve years, a prison had told him when to go to bed and when to eat, what to wear and when to get up. It was absolutely diametrically opposed to the capitalist environment. Then one day they put the convict out the front door, told him today is magic, at two o’clock you are a capitalist. Now, do it on your own. Go out, find a job, get up by yourself, report to work on time, manage your money, do all the things you were taught not to do in prison. Guaranteed to fail. Eighty per cent went back to jail.” “ [Campbell creía que el sistema penitenciario era un ejemplo de modelo de vida socialista. No es de extrañar que Gilmore se hubiera metido en problemas. Durante doce años, la cárcel le había dicho cuándo acostarse y cuándo comer, qué ropa ponerse y a qué hora levantarse. Era la antítesis del entorno capitalista. Un día, lo dejaron en la puerta principal y le dijeron: «Hoy es un día mágico, a las dos de la tarde ya eres un capitalista. Ahora, hazlo por tu cuenta. Sal, busca trabajo, levántate solo, llega puntual al trabajo, administra tu dinero, haz todo lo que te enseñaron a no hacer en la cárcel». Fracaso asegurado. El ochenta por ciento volvía a prisión.]

La pena de muerte
Menudo tema incómodo. Incluso en Utah, aunque como dice un personaje, "la gente de Utah quiere la pena de muerte, pero no quiere ejecuciones".  Es feo; claro que hay algunos que se ofrecen para ser los ejecutores - hay gente pa'tó. 

Para los liberales es un marrón. ¿Son hipócritas? Como dice Gilmore en algún momento, "hacer vivir a alguien en una existencia mezquina es peor que matarlo". La ACLU (American Civil Liberties Union) es una de las organizaciones que más lucha en contra de la voluntad de Gilmore, piensan que los que son condenados a pena de muerte son en su mayoría gente excluida socialmente, pobres, vamos. ¿En serio? No me digan. Aunque lo dejan para última hora y hay unos capítulos de infarto en los que se que narra cómo tienen que coger un vuelo a mitad de noche a través de una tormenta de nieve en las Rockies para llevar el tema a un juez en Denver

Gilmore no pide la muerte por notoriedad, se lo dice desde el principio a sus abogados; claro que en un punto alguien nota que "no quiere publicidad, pero la está disfrutando". Elige morir porque no quiere una vida en la cárcel y sabe que en esta vida tiene poco que hacer. Además, está metido en temas de karmas, energías y reencarnación: ya ha tirado la toalla de esta vida y tiene sus ojos puestos en la otra. Elige morir porque tiene desprecio a la vida, la suya y la de otros. "After death, he said, he was going to start all over again. Have the kind of life he always wished he had."

Igual que explicamos por qué la pena capital encaja en la filosofía de los mormones [“You could obtain forgiveness for murder, but not in this life. It had to come in the next. To repent, you had to allow your life to be taken”], lo hace también con el cura que le visita y con el que tiene muchas conversaciones. El cura cree en la pena de muerte porque hay una vida mejor al otro lado, pasas al mundo espiritual, resucitas. 

Gilmore y la reencarnación; el cura y la resurrección, y los mormones para la expiación. Es un autoservicio: pase y elija sus razones, su delusion (idea delirante) favorita. Así son las religiones: como dijo el poeta, el opio del pueblo. 


La ejecución
La descripción de la ejecución es terrorífica. Yo no sabía que primero la ensayaban con un actor: los pasos que va a seguir desde el corredor de la muerte, el coche, hasta el módulo donde ocurre, un día antes. La noche antes, como una especie de despedida de soltero, con pizzas y música, es surreal. Gilmore no bebe para que no piensen que tiene miedo, pero la cárcel lo pone de speed hasta arriba. Para la ejecución Gilmore había mandado "invitaciones". Todo el mundo quiere estar ahí. 

Le dan opciones y Gilmore elige ser disparado: hay cinco hombres disparando detrás de un biombo con cinco agujeros.  Gilmore va encapuchado. Hay una "sensación de la muerte arrastrándose bajo la puerta como humo". Como he dicho, no solo hay ciudadanos ejemplares que se ofrecen para ejecutar, sino que otros dan ideas, opinando que a los padres de los asesinados se les tendría que dar la oportunidad de estar en el escuadrón de fusilamiento -aunque estos padres nunca cambiarían su lugar por el de la madre de Gilmore. Uno de los abogados dice que las ejecuciones deberían ocurrir en "prime time" televisivo, para ser un verdadero disuasorio, sin ningún tipo de ironía. Me recuerda cuando Manolo Delgado decía en los 90 que había que darlas con tras Espinete. Pero ya se sabía entonces que esto no disuade a nadie de matar, los datos ya estaban ahí.

Lo que pasa después no es para pusilánimes: Gilmore ha donado todos sus órganos, incluidos sus ojos, específicamente a un hombre pobre "porque será el que más los necesita" (hay una banda punk de los 70 que tiene una canción titulada "Gary Gilmore's eyes"). Mailer no se corta al describir este proceso, ni cuando se cambian los médicos y entran los de la autopsia, que es brutal. Aviso de que cuando te cuenta cómo le sacan el cerebro —"para estudiarlo"— te puedes marear. Tampoco te suelta cuando lo incineran: maldito Mailer. Luego suben a una avioneta y echan sus cenizas sobre esos puntos de Utah donde vivió. 

Voces del este, circo mediático
Joan Didion, en su gran crítica a la novela describe algo que el mismo Mailer no se dio cuenta hasta que ella lo dijo: en el primer libro (Voces del oeste) escuchamos las voces de las mujeres alrededor de la vida de Gilmore y en el segundo (Voces del este), de la jauría mediática (Mailer se refiere a ellos como pájaros carronieros) que viene de la costa este -aunque en realidad de todo el país. 

El personaje principal de este circo es Schiller, el productor que compra los derechos para la peli. Muchas de las observaciones más interesantes son suyas: Gilmore, al otro lado del cristal le hacía sentir que era él el que estaba en la cárcel y Gilmore el que estaba libre. Sin Schiller este libro nunca se habría escrito. Otro es Barry Farrell, un articulista de Time al que contrata para que escriba las entrevistas con Gilmore. En particular la del capítulo 22 es espectacular: en ella salió el preso "a volumen muy alto". Farrell piensa que Gilmore "es su propio escritor". Le está dando "el canon de Gilmore", presentando una visión particular de él mismo que era la que quiere que prevalezca. 

Esta segunda parte se me hizo a ratos "maletines", que es la manera que tenemos en casa de describir esas pelis en las que Brown le pasa un maletín a Rogers, que es el agente de Paxman, que a su vez estuvo con Miller. Hay tantísimos abogados, periodistas, productores, escritores, jueces, fiscales, asociaciones y demás que es complicado a veces seguirlo - máxime cuando algunas veces se refiere a un personaje por el nombre y otras por el apellido. He sobrevivido sin una lista, de todas formas. Es posible. 

¿Redime Mailer a Gilmore? 
Esto es complicado y habrá tantas respuestas como lectores. La autora de "La canción de la víctima" —madre de un chico asesinado un tiempo después— piensa que sí, que Mailer había sido demasiado empático con Gimore, mostrando una cara agradable del asesino.  No sé si se podrá intuir mi respuesta tras lo que he escrito: es no.  

Mailer simplemente describe a la persona, con todas sus sombras, y tal vez alguna mínima luz: en ambas, él ha tenido poco que ver. Tanto sus déficits neuropsicológicos que hacen que "no pudiera hacer otra cosa" (véase Sapolski de nuevo), como su inteligencia y determinación son el resultado de interacciones complejas de lo que "traía de serie" y el mundo en el que creció. Es injusto el reparto de cartas en la vida, pero es lo que hay. Yo solo quiero entenderlo, y no reducir a estas personas a "cabrones, bastardos, hijos de puta", que es lo que inevitablemente pensaba a veces de Gilmore cuando leía según qué partes. 




¿Lo recomiendo?
Este ha sido mi libro del año. Pero es de una brutalidad, extensión y tal vez tema-nicho, que igual no sea para todo el mundo (nota: el Peda ya lleva 300 páginas y está bien abducido). Mailer no se arredra ante nada: ha logrado hacerme sentir físicamente enferma al leer, por ejemplo, cómo Nicole se corta las venas o se saca un paquete de su vagina. Me ha hecho sentir celos por su habilidad de describir a personajes tal que así:
"He was a small, slimy, ratty jailhouse guy. Red squinty eyes. He had a receding hairline, a Fu Manchu goatee, a little dingbat mustache. Bad teeth. Pale as a ghost. A guy who would stick a shiv under your armpit. He looked like a poor old weasel sitting there. The total stamp of jail on the man". [Era un pequeño, viscoso y desaliñado tipo de preso. Ojos rojos y entrecerrados. Tenía entradas, una perilla estilo Fu Manchu y un bigotito ridículo. Dientes en mal estado. Pálido como un fantasma. Un tipo que te clavaría un cuchillo en la axila. Parecía una pobre comadreja sentada allí. La marca de la cárcel  totalmente en el tipo.]
... o por su ojo clínico cuando cuenta los efectos secundarios del antipsicótico Fluphenazine: "Gary parecía como si hubiera abandonado su cuerpo y hubiera vuelto en la carcasa de un extraño. Su mandíbula caída, su boca colgando, sus ojos vacíos como el cristal. Caminaba tan despacio como si llevara grilletes en los pies." Me ha hecho confirmar por qué leer sigue siendo de las mejores cosas de la vida. 

Cuando Gilmore se despide de su hermano antes de que le maten, le dice, tras un beso: "See you in the darkness." ["Nos vemos en la oscuridad"]. Si te animas, te prometo oscuridad pero también fuegos artificiales. Un libro absolutamente asombroso.