Yo esto no lo sabía, pero la invención de Dios para comportarnos éticamente no viene de tiempos inmemoriales. El Dios que juzga, castiga, el de la moralina que nos es familiar es un invento relativamente reciente. Los cazadores-recolectores tenían dioses a los que hacían sacrificios, que tal vez aspiraban a responder por qué ahí cayó un rayo, pero estos dioses no estaban interesados en que fueran "buenos los unos con los otros". Los dioses moralistas no comenzaron hasta que la gente empezó a agruparse en poblaciones más grandes, donde no todo el mundo se conocía (porque "ser malo" enseguida te pasaba factura en una comunidad pequeña donde terminabas con mala reputación), luego se necesitaban un par de ojos celestiales para controlar al personal.
Pues bien, los estudios comparando los comportamientos de ateos y creyentes no muestran ninguna diferencia en cuanto a altruismo, cooperación, prosocialidad, agresión. Y además, que, en esto de la bondad, los creyentes tienden a ser buenos con los de su grupo, no con el resto.
Nota: este capítulo tiene muchos más puntos que no incluyo, como aquello de "los extremos se tocan", atención: hay más similitudes psicológicas entre extremos -ateos beligerantes y religiosos fanáticos- que con los que Sapolsky llama "apatheist" (apáticos que van con la corriente), pero algo sobre la discriminación que sufrimos los ateos -como minoría- lo conté en un divague sobre varias cosas aquí.
Ejercicio: dime si la protagonista de este caso era responsable de sus actos (o sea, tenía libre albedrío)
En 2018, una mujer con un diagnóstico de epilepsia estaba conduciendo en Brooklyn. Trágicamente, tuvo una crisis convulsiva tónico-clónica que le hizo perder el control al volante y mató a dos niños, dejando a sus dos madres y a otros heridos. Fue acusada de homicidio y, ocho meses después, mientras esperaba su juicio en la cárcel, se suicidó. Qué injusto, pensará el divagante: esa mujer no era responsable de sus actos, tenía una enfermedad. ¿Por qué homicidio?
Ah, pues porque a esta mujer le había avisado el médico de que no debía conducir (y no solo a ella, Sapolsky cita varios otros casos exactos con esta misma tesitura). ¿Qué piensas ahora? ¿Era responsable de no tomar la medicación? Aquí entra Sapolsky y ya nos imaginamos qué va a decir: el acabar conduciendo cuando sabes que no debes es el resultado de un montón de decisiones. Como cuando decides tomar café en lugar de cola-cao, o mirar tu teléfono en lugar de leer - o mientras conduces. Y como todas las decisiones, es tan biológica como cuando te rascas-solo que un mucho más compleja en cuanto a sus interacciones con el ambiente. La tesitura es: "¿conduzco sin medicación, o hago lo más costoso?" (tomar la medicación, coger el bus).

¿Y quién decide hacer los costoso y quién es negligente? Volvamos a las tortugas: ¿Cómo de bien están trabajando las neuronas de tu PFC (el córtex prefrontal, recordemos, el de las decisiones) la mañana que decides coger el coche? ¿Qué efecto tiene tu enfermedad (en este caso, epilepsia) y la medicación que tomas (a ratos) en tu juicio? (o sea, en tu PFC) ¿Está este un poco lento porque no has desayunado bien? (luego le falta glucosa). ¿Cuales eran tus niveles de esteroides (e.g. cortisol) esa mañana? ¿Ha afectado el estrés que llevas sufriendo las semanas anteriores la neuroplasticidad de tu PFC? ¿Tienes una infección de toxoplasma latente en tu cerebro? ¿Tuviste una infancia ridículamente feliz o terrible y desgraciada? ¿Bebió tu madre alcohol durante tu embarazo? ¿Qué variante de receptor de la dopamina D4 tienes? ¿Vienes de una cultura individualista, de una que valora seguir las reglas, de una que llama valientes a los que toman riesgos? Todo esto son factores biológicos que esculpieron un cerebro sobre el que la persona no tiene control.
Donde Sapolsky nos lleva es a un lugar incómodo: si pensabas que es injusto que se condene a epilépticos por una convulsión, ¿qué piensas de la que condujo en contra del consejo médico? Igual aún crees en la magia, en que esa mujer, de la nada, un día se miró a los ojos en el espejo y decidió no tomar la medicación, luego para ti es culpable.
Así es para la mayoría porque, ¿por qué va a saber el público general todo esto que está pasando en oscuros laboratorios, si además hemos crecido en una cultura en la que el esfuerzo, la motivación, la resiliencia, la generosidad, y suma y sigue, se cree que son decisiones de las personas en lugar de procesos biológicos que interaccionaron un múltiples ambientes para hacerte tú?
Hemos estado ahí antes
El desconocimiento llena sus vacíos con lo que sea, y la historia de la medicina está llena de ejemplos en los que se buscaban respuestas culpando a los enfermos (bueno, no hace falta irse a la medicina, las tormentas eran dioses enfadados). Hoy vamos a terminar con ejemplos de enfermedades neurológicas y del neurodesarrollo que fueron interpretadas de manera enloquecida, y cómo se movió la sociedad hasta aceptarlas en lo que eran: la epilepsia, la esquizofrenia, el autismo.... y el síndrome de estrés postraumático de regalo.
Epilepsia
Resumamos la historia de esta enfermedad con la frase de un neurólogo: "la historia de la epilepsia se puede resumir como 4000 años de ignorancia, superstición y estigma, seguidos de 100 años de conocimiento, superstición y estigma". El autor describe muy bien lo que tuvieron que sufrir las personas aquejadas del “grand mal”, pero yo solo citaré un ejemplo ilustrativo: un par de curas en el SXV publicaron un libro titulado "Malleus Maleficarum", con su guía paso-a-paso para reconocer a las bruja así en general y, sí, las convulsiones eran uno de sus síntomas.
No voy a entrar a explicar que la epilepsia es un desorden neurológico porque, aunque siga existiendo estigma en ciertas partes del planeta hacia las personas con epilepsia, doy por sentado que quien llegue aquí no está en esos grupos.
Esquizofrenia
Demos un salto a los cazadores de brujas del SXX: que pasen los amigos de los niños, los fkin psicoanalistas. Sí, esta panda que atribuía (culpaba) a las madres por la esquizofrenia de sus hijos ("madre esquizofrenógena" decían, los simpáticos). Edificante, verdad? Luego que me cabreo cada vez que escribo sobre ellos y de todas las terapias kumbayá: al final, una puede entender que en el SXII llamaran anticristo a uno que convulsionaba, pero es que de esto, querid@s divagantes, no hace tanto. Lo que me aterra es que aún hay gente que a día de hoy se forma en este timo de terapia e interpretan tu comportamiento con su bola de cristal. Y que otros estén dispuestos a pagarles por eso.
>>Causas
Porque hoy sabemos que la esquizofrenia es un desorden del neurodesarrollo con fuertes bases genéticas. No es una enfermedad en la que un gen va mal (pongamos enfermedad de Huntington o fibrosis quística, sino que viene de la combinación de variantes de un número de genes, todos relacionados con neurotransmisores y desarrollo cerebral. Nota importante: no es que esos genes causen la esquizofrenia, es que quien los tiene, tiene más posibilidades de tenerla. Porque desarrollar la enfermedad implica tener estos genes más haber estado expuesta a un ambiente determinado. O sea, los genes te ponen en un precipicio, y factores externos te empujan. Algunos ejemplos de esos factores externos:
- Durante la vital fetal, que la madre estuviera expuesta a virus, protozoos (toxoplasma gondii), que sufriera diabetes gestacional, sangrado de placenta, malnutrición (esto se vio en la Hambruna holandesa de 1944).
- En el periodo perinatal, que tuviera un nacimiento prematuro, bajo peso, menor circunferencia de la cabeza, hipoxia durante el parto, cesárea de emergencia, haber nacido en el invierno.
- En la infancia, separación de los padres, muerte de uno de ellos, vivir en malas zonas urbanas, haber sufrido situaciones potencialmente traumáticas, migración…
>>¿Qué pasa en el cerebro de estos enfermos?
En primer lugar, hay un exceso de dopamina (*). Sí, ese neurotransmisor del que todo el mundo habla, aquello de lo que tenemos un pico cuando pasa algo chulo, luego queremos más (hay un libro titulado "Dopamina: la sustancia del MAS"). La dopamina es ante todo el neurotransmisor de la "salience" (prominencia), o sea, te hace prestar atención a algo importante. Recibes un premio inesperado y piensas: "guau! ¡Qué chulo! qué tengo que hacer para que se repita?", o recibes un castigo y "ouch, qué tengo que hacer para que pare?". Bien, pues las personas con esquizofrenia lo que tienen son descargas aleatorias de dopamina, sin premios ni castigos asociados. Así que si tienen una descarga en el metro y se cruza su mirada con otra persona, le buscan significado: "por qué me está mirando, me persigue, es el FBI".
O sea, la esquizofrenia es una enfermedad de "aberrant salience", o sea, algo está terriblemente mal en las cosas que se le presentan como importantes a esa persona durante el día. Esto también se refleja en las alucinaciones: la mayor parte de nuestro pensamiento es verbal, cuando pensamos “nos vamos contando cosas”, pero las personas con esquizofrenia le dan preponderancia a ese discurso y "lo oyen". Espectacular que personas sordas de nacimiento con esquizofrenia cuando alucinan lo hacen visualmente viendo lenguaje de signos.
(*) Ah, y obviamente, la medicación que ayuda con los síntomas de esquizofrenia es aquella que bloquea los receptores de dopamina, porque necesitas bajarla. Y esto es de cajón: si tomas medicación que sube drásticamente la dopamina como las anfetas, terminarás con un episodio psicótico. En la enfermedad de Parkinson, lo que tenemos es lo contrario: poca dopamina en determinadas áreas del cerebro, así que la medicación que se les da es L-Dopa, para que suba la dopamina. Y si tratas el Parkinson con demasiada L-Dopa, aumentas el riesgo de psicosis, claro. Y lo mismo con la esquizofrenia: si te pasas con los bloqueadores de dopamina, desarrollarán síntomas parkinsonianos. En serio, hay algo más biológico que el que haya pacientes que responden a medicación así? Mejor echarlos en el diván a culpar a su madre, claro.
>>Macroscopia
También hay cambios estructurales en los cerebros de las personas con esquizofrenia: la corteza cerebral es anormalmente delgada, sobre todo en el córtex frontal donde hay pérdida de dendritas y axones (los "cables") que comunican las neuronas. Por eso suele aparecer en la adolescencia o principio de la edad adulta, ya que es la época en la que está ocurriendo la mayor parte del cableado en el lóbulo frontal, como venimos explicando.
>>Corolario
Aunque no lo he hecho con la epilepsia, he entrado en detalles con la esquizofrenia porque me encanta meterme con los psicoanalistas… no, va... para que se entienda que es una enfermedad, con base biológica. Esto no va de demonios ni de madres que lo generan. Gracias a la investigación, hemos logrado quitar la culpa a un esquizofrénico que tristemente hace algo malo. Y ahora vamos al último ejemplo…
Síndrome del espectro autista
Aquí, las madres eran “refrigerador” (gracias, psicoanalistas, ahora, si me queréis, irse!). Sapolsky nos habla del infame Bruno Bettelheim, el de “Psicoanálisis de los cuentos de hadas”, del que hemos hablado ya desde los albores del divlog, diciendo que el desencadenante del autismo es “el deseo de sus padres de que no existiera”. Alguien se imagina el dolor de tener un hijo en el espectro y que te digan eso?
Luego llegaron los que creyeron (no sé por qué hablo en pasado, aún están entre nosotros) que los niños desarrollaban autismo por la triple vírica. El pediatra que sacó ese estudio es una persona con rasgos claramente psicopáticos: podéis escuchar este podcast (Dr Anti-Vax) que pone los pelos de punta. Pues bien, todos esos padres tan hippies y concienciados, con sus ideas delirantes basadas en un estudio que probó ser falso (y de hecho Wakefield ya no puede practicar la medicina), no vacunan a sus hijos y te hacen sentir mal si tú tienes un hijo vacunado con autismo, porque esa era la causa.
Síndrome de Estrés Postraumático
Había ciertos veteranos de Vietnam que volvieron, por decirlo científicamente, kukut. Revivían los horrores de la guerra en forma de intrusiones, flashbacks, pesadillas; evitaban ciertas situaciones, estaban en estado de hiperalerta constante. Al principio fue interpretado como “exagerados”, “que se fingían enfermos”. Con el tiempo, se empezaron a identificar las tortugas de este desorden: predisposiciones genéticas, soldados que habían tenido infancias abusivas, rasgos temperamentales… y así todo.
Vamos a ir terminando, que igual esta gente se quiere ir a dormir
Hoy lo que he querido es sembrar la duda: parto de que la mayoría, al empezar a leer esto, tenía muy claro que quien mata accidentalmente por una crisis convulsiva no es responsable, pero quién sabía que tenía que tomar la medicación y “decidió” no hacerlo, sí. Para ello hemos usado no solo todos los principios de formulación de lo que puede haber detrás de un comportamiento, sino también ejemplos de enfermedades y desórdenes que un día se pensó que eran responsabilidad del enfermo.
Mañana terminaremos la serie con las implicaciones en cuanto a castigo y nuestra propia identidad, que nos esforzamos tanto y merecemos todo lo bueno que nos pasa… no como a otros que no tienen buenas notas, ni buen trabajo, ni dinero, ni una casa, ni lo que sea… porque no se lo han currado.