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23 octubre 2024

Bernardo, querido: Hoy hace veinte años de esa serendipia

De nuestro encuentro en medio de la nada boliviana hace hoy, 23 de octubre de 2024, justamente veinte años. Esto no lo sabíamos cuando a principios de septiembre nos wasapeamos como hacemos de vez en cuando y terminamos acordando que Bernardo iba a comprar un "tiquete" (una de las muchas palabras suyas que amo) Bogotá-Londinium para pasar unos días con nosotros. Hace poco que se fue y podría decir, si creyera en Freud y sus teorías que esto fue una "celebración in/subconsciente" de nuestros veinte años de amistad.

En 2004, cuando estuve medio año viajando por Latinoamérica, yo no sabía que existían los blogs, pero ese viaje podría de alguna manera remotísima ser el germen de d&d. Entonces yo escribía mi "cuaderno de bitácora" en documentos de word y los subía a un sistema muy aparatoso llamado "msn groups" que mandabas a los amigos y familia para que estuvieran al tanto de las aventuras. Llevábamos un portátil viejo sin conexión, y yo lo subía al grupo en cafés de internet: era esa época. Una de las personas que se leía ese diario era una tal Diva (que en aquella época aún no era Diva), una amiga de la facultad del Peda que, pasados unos años me dijo "por qué no montamos un blog", y hasta ahora. En aquella época, Di tampoco había nacido, y la autora de esos diarios era una tal "K".

Ahora, cuando Bernardo se ha ido, he vuelto a esos diarios de K a ver qué escribió de su primer encuentro con él, y me he encontrado esto:


La primera vez que alguien se refiere a Bernardo es como “el turista”, en el bus que espera en Potosí para salir hacia Uyuni. Espera no a llenarse, porque ya está hasta arriba, sino a q suba aún mas gente que se pasará horas de pie en el pasillo, mientras atravesamos el desierto. Alguna de esta gente se baja en medio de la nada, con sus hatillos de tela de colores, y nos preguntamos por qué eligen ese punto en concreto, y no 200 ms mas adelante, porque no hay nada parecido a una construcción o incluso árbol en todo el horizonte. Bernardo es uno de los cuatro turistas del bus (el último un rubio veinteañero que lee basura), y se sienta delante de nosotros, tras breve disensión con la señora q se sienta a su lado q exige ventanilla “pq le hace mal el viaje”. No identificamos su acento (está claro q nuestra tournée por las Américas no está aclarando algunos puntos clave), y él luego nos dice q tuvo problemas para entender el nuestro desde el asiento de delante. Igual en Latinoamérica mucha gente realmente no nos entiende (qué no les pasara a los tres especímenes descritos arriba q hablan keli).


 

En la parada técnica para tomar una sopa (que obvio) e ir al baño (la mujer señala la puerta y dice “campo”), el Pedalista y Bernardo se encuentran con las casualidades: los dos estudiaron en la misma universidad, y los dos opinan lo mismo de ella. Bernardo tuvo a bien abandonarla un año después de iniciar allí la carrera de periodismo, y seguir en Madrid, nada menos que en la década de los 60. Como bien diría Sábato, las casualidades no existen, y Bernardo, q pensaba pasar a Argentina directamente tras el tour por el Salar, decide cambiar el rumbo de su brújula y, cosas q pasan en los viajes, acabar con nosotros casi hasta Santiago. 


 

Bernardo nació en Manizales y vive en Bogotá. Estudió y vivió 7 años en España y conoce personalmente a periodistas famosos, por ejemplo a Maruja Torres - e incluso aparece en uno de sus libros (“Amor América”). Le digo que es una de mis articulistas favoritas y Bernardo opina que tiene mucho éxito entre las mujeres porque formalmente es atrevida y retadora. Bernardo nos cuenta q trabaja en una ONG en la que forman a periodistas trabajando en zonas de conflicto en Colombia. Ahora se toma dos meses de vacaciones para viajar por Chile y Argentina con una amiga que vive en Santiago. 

 

Bernardo se destapa como uno de esos gentleman de los que ya no quedan. No sabemos si es este detalle o sus ojos azules lo que hace que mujeres de todas las edades le pidan sus pantalones para entrar en minas, le saquen a bailar en karaokes casposos, le supliquen que nos quedemos a tomar un café con pastas en La Serena - todo esto pasa en los siguientes días. Bernardo solo se inmuta por Julia, acostumbrado como debe estar a estas lides, y sigue adelante con su ligero equipaje (solo una especie de macuto militar) y su chaleco de explorador. 
 

Resumir las conversaciones con Bernardo se me antoja imposible, porque los días que viajamos juntos (los tres, o con el heterogéneo grupo que formamos con los ingleses y Daniel el húngaro) los pasamos prácticamente hablando todo el tiempo. La situación en Colombia, el Opus Dei, Álvaro Mutis (más análisis de sus lectores), nuestra falta de cultura musical, Gabriela Mistral, la obsesión del día de Daniel, los tourist traps, Vargas Llosa, política, Bush, los chilenos, los bolivianos, García Márquez, "La mala educación" de Almodóvar, el Ampurdán… 


 

El día en el que Daniel y los ingleses se fueron, nos fuimos los tres de excursión al Valle del Elqui, en el q se vio de nuevo su afición por el detalle: compró los ingredientes para un picnic que nos marcamos en la tumba de Gabriela Mistral, con un vino chileno, q dicen ellos q estaba bueno (mi falta de cultura enológica se suma a mis muchas lagunas). Allí asistimos a una de esas conversaciones tan Bernardo, con una artista (o artesana) de un pueblo llamado Quebrada de Pinto. Vestida de vieja hippie, descalza con abalorios que ella misma hace para los pies, junto con reproducciones de fachadas de casas de su amado pueblo, nos cuenta cómo el Valle del Elqui es uno de los “cuatro lugares en el mundo tocados por un exceso de energía cósmica”. Junto con la Isla de Pascua, el Tíbet, y otro que no recuerda, este Valle ha sido tocado por la varita de los dioses, y es un placer vivir en él. Bernardo, con esta ironía tan tan fina q solo nosotros podemos empezar a atisbar, inquiere “Y desde hace cuánto que es usted tan afortunada de vivir aquí?” Nosotros esperamos que Bernardo pueda ir unos meses al Ampurdán, como amenaza, para poder disfrutar de más momentos tan Bernardo como estos". 


Mientras releo esto siento mucha nostalgia de aquel viaje: hasta de los internet cafés siento nostalgia! En aquellos meses por Latinoamérica conocimos a mucha gente y con varios de ellos seguimos en contacto  - y hasta nos hemos ido a navegar con ellos. Luego, de viaje en vacaciones anuales normales, ya no ha vuelto a ser lo mismo: no sé si era la edad o el hecho de "estar viajando" sin fecha de vuelta, porque gran parte de los que conocimos eran también gente en sus "gap year" - ese periodo extenso en el que se viaja con poco dinero y por tanto, te encuentras con los mismos en ciertos lugares. Recuerdo Latinoamérica como sus hoteles baratos con azoteas donde tender la ropa con montanias espectaculares al fondo, restaurantes de mesas corridas, excursiones de andar por casa, y sobre todo estos compas vagabundos -algunos han aparecido brevemente en el texto de arriba: ingleses, barceloneses, húngaros y un colombiano, por supuesto, Bernardo.



Desde aquel primer encuentro, hemos coincidido otras veces tanto aquí (él nos visitó hace  años, no recuerdo fecha exactamente pero a juzgar por las fotos, muchos) como en Colombia (estuvimos en 2006) y en otros lugares del mundo: una vez, pre-mini, nos vimos en Barna, cuando "la de los ojitos entornados" y cuando me presentó a Maruja Torres y otra en Madrid, donde anduvimos de tapas también con NáN. 



En esta visita ha conocido a Mini, se ha enamorado de Maidavale, ha ido al cementerio de Highgate a ver la tumba del Kamarada Karl y, por las noches, nos lo hemos pasado en grande hablando. Como espero haya quedado claro, es un gran conversador y lo mismo han opinado los amigos que han venido estos días a un par de cenas. Además del contenido, la forma es maravillosa: ese acento colombiano tan chulo con ese dominio del idioma me puede. Por ejemplo, nos reímos mucho con la expresión "querida". Bernardo dice cosas como "porque mi amiga tal es muy querida" y yo pensaba lo que estás pensando tú, lector español (si lee alguien de Latinoamérica será distinto), hasta que un día dijo: "sí, los vietmanitas son muy queridos", y ahí tuve que pararle y aclarar. Parece ser que una persona "querida" es alguien agradable, amable, bondadosa, afable -me hace mucha gracia. Otra gran expresión sobre las que llevamos dando vueltas veinte años es "dar papaya" y esta vez también han aparecido las "jirafas cuadradas" (lo que vienen siendo en la península, los perros verdes").

Los temas de conversación, ahora que he releído la entrada de hace años, han sido muy parecidos: por supuesto, política colombiana, española y mundial (curiosamente -pronto hará 20 anios- el 2 de noviembre de 2004 salió re-elegido Bush, así que hablaríamos de eso, igual que ahora de Harris-Trump), libros, psiquiatría, cine... hasta vimos una peli juntos en mi super-proyector (la imagen mayor, y no exagero, que cualquier sala pequeña de multicines) recomendada por él tras una conversación sobre los abusos de la Iglesia: "El Club" de Pablo Larraín, que ganó el Premio del Jurado de Berlín en 2015. Nos gustó: es opresiva y, para mí, como estar trabajando. Comentamos también aquella más reciente del director en la que Pinochet es un vampiro ("El conde", esta ganó el mejor guion en Venecia en 2023 y no me extraña). También nos contó historias suyas, anécdotas de familia, todo con mucha gracia e ironía. 

Y, por supuesto, viajes. A Bernardo le conocimos en el mayor de nuestros viajes y él ha estado en todos los sitios. Cuando le dijimos que este verano íbamos a Vietnam, él ya había estado hace 30 años recorriendo el país y Camboya en moto (y mandó fotos con una especie de mono amarillo). Cuando hablábamos del Transiberiano, él ya lo había investigado y concluido que no merece la pena. Hasta España conoce mejor que nosotros. Pero hoy, para terminar, me quedo con Nukus. 

Nukus en una ciudad de Uzbequistán, un lugar que, debido a esta conversación, pasará a mitológico en mi cabeza. Resulta que Bernardo leyó hace un tiempo una historia que le atrajo y es que un hombre llamado Igor Savitsky fundó un museo en 1966, que terminó siendo la  la segunda colección más grande de la vanguardia rusa en el mundo (después de la del Museo Ruso de San Petersburgo). Se llama (intenten mejorar este nombre): el "Museo Estatal de Artes de la República de Karakalpakstán". [Nota: también tiene arte popular karakalpako -grupo étnico turco originario de esta zona al noroeste de Uzbekistán. Esto lo pongo solo porque me fascina el gentilicio -y repito innecesariamente: karakalpako]. Igor comenzó a comprar arte prohibido por Stalin tras los años 30, todo el arte que no era realismo socialista era castigado. Por lo visto cogía un tren de tres días a Moscú y allí visitaba a las viudas de los artistas, les compraba las obras que tuvieran en el ático, y volvía a Nukus. La historia entera es fascinante y se puede leer en este artículo de Suzanne Moore en The Guardian. 

Desde que se fue Bernardo, con destino a nuestra península -luego seguirá viajando por Europa-, nos escribe whatsapps con artículos, algunos de conversaciones inacabadas. Tenemos que quedar en alguna parte del mundo para seguir con ellas. Cualquier lugar podría ser un cementerio en Chile, un bar de tapas en Madrid o Barcelona, un paseo en Kayak por el Orinoco... o en una explanada desolada frente al museo de Nukus, digo, el Museo Estatal de Artes de la República de Karakalpakstán.

Qué chula serendipia que hoy celebramos. Abrazotes, Bernie, que veinte años no es nada!

5 comentarios:

  1. Me lo leeré otras dos veces o tres, para poder sacar un comentario... te has excedido sin mesura alguna, tanto en texto como en visual... la típica bandeja llena de pastelitos de la mejor confitería de la ciudad... a por ellos!!!

    Bicos muy dulces...

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    1. Ay MV, no se puede ser más mono... en estos momentos de la blogosfera en los q una se siente como quien tira una botella con mensaje al mar al darle a "publicar", muchas gracias :)

      bicos náufragos...

      di

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    2. Por ejemplo me admira que la antigua K no haya sido analizada por la IA den anterior divague. Qué podría sacar a la luz del día.. aunque no fuera un desierto sudamericano???

      Y que decir de esa admiración por ver como la gente... seres humanos en versión actual de homo sapiens (aunque muchas veces entren serias dudas) bajen un un punto de desierto, donde no se ve ni el boli que perdió Jesucristo cuando buscaba a un tal Satán... la misma que yo sentía cuando veía amontonarse al persona en la puerta de la discoteca X (no aún la del mago Musk)... y no lo entendía (no veía ningún camino por dónde podían coger rumbo!!!.)

      Pero bueno... uno se acostumbra rápido a andar en solitario.

      Bicos desde el fondo del cráter...

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  2. Por una vez tengo que decir que no se me ha hecho largo. Y que he conocido un poco a ese amigo viajero, Bernardo, del que hablabais, y se encontraba pasando unos días ahí.

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    1. ahhh pero en busca del tiempo perdido no se te hace largo... ya te vale P... ya nos encontraremos, ya

      Sí, has conocido más a Bernardo, también con mi visión de hace todos esos anios...

      muxus

      di

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