Lunes Santo, 10 de Abril 2017
Me llamo Di y me gusta la arquitectura estalinista.
Bienvenida, Di. Hola, Di. No estás sola, Di. Valiente, Di. Plas, Plas, Di.
Como veis, en mi grupo de terapia me aceptan y pronto me querrán. Así que, divagantes, respirad hondo y con más razón habréis de abrazarme, si lo hacen esos desconocidos. Hoy hablamos de esos edificios que amáis odiar.
Stalin proyectó siete mazacotes de rascacielos en Moscú entre 1933 hasta 1955, cuando el pobre Khrushchev dijo "basta". La arquitectura estalinista está asociada con el "realismo socialista", o estilo artístico que glorifica los logros del proletariado, y el comunismo. Estos siete eficios, Vysotki o Stalinskie Vysotki, combinaban estilos barroco ruso y gótico, y se inspiraron en rascacielos de Manhattan como el Empire State Building, el Chrisler, y demás.
Los siete edificios son:
- el Hotel Ukraina: Hoy el Radisson, al noroeste, aquí no fuimos... habrá que volver (y alojarnos aquí? superará los excesos de Mama Ro?)
- los apartamentos de Kotelnicheskaya Embankment: Estuvo de fondo en nuestro paseo desde la plaza roja por el río ayer
- el edificio de la plaza Kudrinskaya: Tampoco lo vimos de cerca... exigencias de ir con un grupo que no valora la sobredosis-de-cemento.
- el Hilton Moscow Leningradskaya Hotel: Os lo contaré el 12 de Abril
- el Ministerio de Asuntos Exteriores: Os lo contaré al final de hoy
- el edificio de Red Gates : Os lo contaré el 12 de Abril
- el edificio principal de la Universidad Estatal de Moscú: os lo cuento hoy
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Por los ventanales a cuadritos de techo a suelo (por lo menos en la zona altar ceremonial) no entra sol esta maniana. El día está gris plomo, desapacible. Desayunamos alrededor de esa mesa alta con los excesos propios de las vacaciones: hemos descubierto ya un yogur ruso tirando a espectacular, que mezclamos con muesli (no hay gran variedad, pero jei), galletas Leibniz (son lo que estáis pensando: Choco-Leibniz, pero sin el choco: lo que viene siendo una galleta seca, que con té hace las delicias de cualquier fan de la insalivación. Nota: esto es un koncepto kuniao [kk], simplemente hay que organizarse para que se abra un blog y explique todos los kk, que hay unos cuantos) y... (redoble de tambores)... SANDÍA. Sí, sí, como suena: sandía en Moscú en Abril. Entono un mea culpa y normalmente no hago estas cosas: no me erijo en Salvadora del Planeta, pero soy consciente de que esos excesos, mejor no regularmente. Pero un día es un día.
Por fin nos dirigimos desde nuestra estación de metro hacia Universitet, el edificio principal de la Universidad Estatal de Moscú. Yo, admitámoslo, con cierta emoción, por lo que había ya visto en webs y guías. Pero, divagantes, nada te prepara a lo que es. Al salir del metro, ahí está... quiero decir, allá está, porque aunque lo ves desde el principio, es su inmensidad lo que te engania: hay que caminar un buen rato. Cruzas la calle, como muchas veces en Moscú, por un paso subterráneo bajo las carreteras de 6 carriles, y ya estás en el campus. Comienzas a caminar, y cuanto más te acercas, más te hipnotiza, y eso que se pasa por hileras e hileras de feos edificios ochenteros en estado de descuido activo, que recuerdan a algún aulario de la univetusta, pero aún peor (si aquello parecía alguna vez posible).
Casi vamos llegando y empieza a apretar el frío: hace viento. En un punto se paran dos personas a hablarnos: lo que suponemos que es un profesor o académico, que se debe extraniar de ver a tal grupo por ahí, y que se acaba yendo cuando el segundo viandante, más joven, se hace con el escenario central. Se trata de un veinteaniero que habla exacatmente como un robot, que está haciendo su postgrado en física cuántica (o similar), y que repite, en cada frase el concepto "Moscow State University", que es donde él estudia, o hace su investigación o lo que sea. Por un nanosegundo veo sus unias, y es terrorífico: el propio Peda me dice luego que al verlas se ha planteado qué dudosos restos orgánicos (de otros) humanos había en las unias de aquel tipo. Y, ni que decir tiene, le diagnostico a los 5 (nano)segundos con un Desorden del Espectro Autista, que el Peda y los demás corroboran, porque todos han visto "Rainman".
Físico, ruso, autista, tal vez asesino en serie y que sale de esa universidad: qué gran personaje para una novela. Ya estamos casi en el edificio principal, pero antes hay unas puertas de hierro con dos casetas a los lados, que deben dar acceso a un patio/jardin, y al fondo está el edificio. Por las casetas va entrando alguna gente. Seguimos a alguien y dentro es como un pequenia habitación, con un guarda, su infiernillo, una mesa desconchada, y por supuesto, el omnipresente arco de detección de metales (hasta en iglesias). Mini pasa la primera y cuando la voy a seguir, el guarda me para: mi cámara colgada al cuello le ha debido de parecer sospechosa. Algo le dice que el grupo de siete espanioles no encaja en el personal o alumnado de la (voz robot, a partir de ahora) "Moscow State University" (estoy aún con ecolalia, repetición tras la influencia del autista). Lo que no me encaja es que Mini, una ninia de casi 9 anios, pasaba sin problemas... quiere decirme, senior guarda, que si no aparezco con mi cámara Mini se va para adentro, como una estudiante más? Cuántos ninios de 9 anios tienen matriculados en la asignatura "Materiales" de Físicas?
Ni que decir tiene que lo intentamos con la otra caseta, pero aquí el guarda sale directamente, sin esperar que entremos. Seguimos pues caminando y, pequenio detalle: no nos habíamos dado cuenta que la fachada que nos había parecido BRUTAL era un simple lateral. Por fin llegamos al frontal que me deja patidifusa. Volvemos a intentar entrar: aquí es mucho más elegante, con puertas giratorias de madera, pero no va a haber suerte. Hacemos muchas fotos en la calle, donde hay una estatua de un chico leyendo, y al otro lado, la chica. Es imposible no colgarse con ese edificio: es el más inmenso que he visto en mi vida. Me quedaría horas mirando y fotografiándolo, pero particularmente Fashion opina que los termómetros no acompanian. Es cierto: hace un frío horroroso, y mientras caminamos por los jardines versallescos que acaban en el mirador de la Colina del Gorrión (desde donde se ve la ciudad), decido que tal vez he sido muy optimista no poniéndome las medias debajo de los pantalones, y hete aquí que econtramos unos banios de aquellos portátiles.
Una experiencia, estos banios, donde me meto con Mini y Sori. No sorprenderá a cualquiera que haya estado en un festival el horrible hedor a úrico, pero, alguien ha estado en un banio portátil-discoteca? Hay música muy alta, una caña. Y otro punto positivo: hace un calor exagerado (que abrazamos, casi es un ponerse las pilas). La operación ponerse unas medias en un banio ajeno nunca ha sido fácil, pues confirmo que el equivalente de Bananarama en ruso de fondo tampoco ayuda: me lleva un tiempo que exaspera particularmente a Fashion, y a la oriental que espera a la puerta y nos (seguro) insulta en chino al salir.
En el mirador de la Colina del Gorrión venden gorros de aquellos rusos. A mí me encantan casi todos los gorros, pero no me decido a comprar: hay unos sintéticos, con la hoz y el martillo en el frontal, que lleva la madre de un ninio del cole de Mini, a 600 rublos (10 euros). Luego están los chulos, de piel de conejo, o incluso zorro, que valen una pasta y que si te los pones en Londinium te escupen o lapidan (con razón). Allí nos debatimos cómo llegar a nuestrso siguiente objetivo, no se qué convento. EStamos en el culo del mundo, ya dicen que Stalin mandó aquí la Uni para que estuvieran bien lejos de donde se cocía el bacalao, porque ya es sabido que siempre hay revoltosos.
Pillamos entonces dos taxis para bajar al convento Novodevichy. Parece que está cerca, desde el mirador. En mi grupo va Sori y el Peda, y el taxista se pasa un buen rato jugando con un móvil que hace las veces de taxímetro. No entendemos que hace, pero en un punto, cuando le da la gana, pone una cifra. "La bajada de bandera", pienso. Cuando llegamos se me ocurre preguntar al otro grupo cuánto han pagado y ha sido exactamente... la mitad que nosotros! Vuelvo al taxista timador, le digo, y se hace el longuis... solo dice "bussiness". Es terrible la impotencia de no poderse comunicar. Además, la suspensión de toda norma, supongo que es uno de los gozos y de las miserias del viajar.
Entramos en Novodevichy, que parece se trata del mejor monasterio de la ciudad, patrimonio de la UNESCO, y todo eso. Sí, qué queréis que os diga, bonito, pero yo venía con mi propio Síndrome de Stendhal de la (robot) "Moscow State University", así que bueno, sin más. Aunque la iconografía ortodoxa mola, y pillo al Peda comprándose una postal de una de esas virgen enfurruniada con ninio Jesús-cara de viejo.
El Síndrome de Stendhal que sufre Parras es en el café que vamos a la salida a tomar un snack (en realidad, no me acuerdo si es aquí donde lo dijo, pero definitivamente fue un día ante un mostrador de pasteles). Yo pido lo que creo es un chocolate (ya preparada para que me den cualquier cosa, pero no una tacita enana con lo que debe ser, literalmente, un par de onzas de chocolate sin leche derretidas: buf, muy severo). Repuestos, vamos hacia el centro, la zona de Arbat. Esta vez lo hacemos en bus, donde el Peda se pone a picar el pase aquel que tiene grupal, y el torno deja de funcionar, y él sigue picando compulsivamente, y al final el conductor nos libera el torno, y creemos que no hemos pagado... pero más tarde descubrimos que hemos pagado... de más.
Casi al llegar a Arbat (llamémosla "El Mañico", esa calle turística llena del equivalente de tiendas con Frutas de Oregón y Adoquines del Pilar) el grupo se escinde: los Pedalitas nos acercamos al "Ministerio de Asuntos Exteriores" (Más Stendhal para mí) y el resto van mirando muñecas rusas, gorro peludos y ámbar en Arbat. Una vez más, me falta tiempo para haber rodeado el edificio como merece.
Superado el paseo por Arbat, seguimos por un par de agradables boulevares: Nitkitsky y Tverskoy. Mini juega en unos toboganes y por fin llegamos a una de las calles principales: Tverskaya, que me recuerda a alguna de Berlin, inmensa, de muchos carriles, y que por mucho que se empenien, no han logrado adaptar al capitalismo: cómo va la gente a "ir de compras" al lado de una autopista? Si ves enfrente una tienda que te interesa, de verdad te vas a buscar el pasillo subterráneo más cercano para cruzar y echar un ojo? Simplemente, no es comercial. Eso sí, tienes un punto que pondría entre las mejores vistas de ciudad del mundo: la entrada de la Plaza Roja y el Kremlin frente a ti.
Decidimos coger el metro para cenar en Myasnitskaya, la calle cerca de casa. Nos echan de uno (como el uzbeko de ayer), dudamos en otro, y acabamos en un georgiano de camareras antipáticas y comida variable. Una tabla de humus de colores es lo que más entra al ojo (rojo, remolacha, y así todo). Yo ni me acuerdo qué como, para que os hagáis una idea. El Peda y Fashion, esas sopas que les gustan (borsch, sopa de remolacha, no sé qué os diga). Lisi y Sori berenjenas gratinadas. Patatas fritas con champis. Ensalada con mozzarella. A la salida, la "gente joven" decide irse a comer un donut al Krispy Kream (cadena a la que están adheridos los jekes). Yo hago un "moonwalker con bomba de humo" con Sori y Lisi y nos encaminamos a batallar con los juegos de luces LED de nuestro nuevo hogar. Por penúltima noche...
Por fin nos dirigimos desde nuestra estación de metro hacia Universitet, el edificio principal de la Universidad Estatal de Moscú. Yo, admitámoslo, con cierta emoción, por lo que había ya visto en webs y guías. Pero, divagantes, nada te prepara a lo que es. Al salir del metro, ahí está... quiero decir, allá está, porque aunque lo ves desde el principio, es su inmensidad lo que te engania: hay que caminar un buen rato. Cruzas la calle, como muchas veces en Moscú, por un paso subterráneo bajo las carreteras de 6 carriles, y ya estás en el campus. Comienzas a caminar, y cuanto más te acercas, más te hipnotiza, y eso que se pasa por hileras e hileras de feos edificios ochenteros en estado de descuido activo, que recuerdan a algún aulario de la univetusta, pero aún peor (si aquello parecía alguna vez posible).
Casi vamos llegando y empieza a apretar el frío: hace viento. En un punto se paran dos personas a hablarnos: lo que suponemos que es un profesor o académico, que se debe extraniar de ver a tal grupo por ahí, y que se acaba yendo cuando el segundo viandante, más joven, se hace con el escenario central. Se trata de un veinteaniero que habla exacatmente como un robot, que está haciendo su postgrado en física cuántica (o similar), y que repite, en cada frase el concepto "Moscow State University", que es donde él estudia, o hace su investigación o lo que sea. Por un nanosegundo veo sus unias, y es terrorífico: el propio Peda me dice luego que al verlas se ha planteado qué dudosos restos orgánicos (de otros) humanos había en las unias de aquel tipo. Y, ni que decir tiene, le diagnostico a los 5 (nano)segundos con un Desorden del Espectro Autista, que el Peda y los demás corroboran, porque todos han visto "Rainman".
Físico, ruso, autista, tal vez asesino en serie y que sale de esa universidad: qué gran personaje para una novela. Ya estamos casi en el edificio principal, pero antes hay unas puertas de hierro con dos casetas a los lados, que deben dar acceso a un patio/jardin, y al fondo está el edificio. Por las casetas va entrando alguna gente. Seguimos a alguien y dentro es como un pequenia habitación, con un guarda, su infiernillo, una mesa desconchada, y por supuesto, el omnipresente arco de detección de metales (hasta en iglesias). Mini pasa la primera y cuando la voy a seguir, el guarda me para: mi cámara colgada al cuello le ha debido de parecer sospechosa. Algo le dice que el grupo de siete espanioles no encaja en el personal o alumnado de la (voz robot, a partir de ahora) "Moscow State University" (estoy aún con ecolalia, repetición tras la influencia del autista). Lo que no me encaja es que Mini, una ninia de casi 9 anios, pasaba sin problemas... quiere decirme, senior guarda, que si no aparezco con mi cámara Mini se va para adentro, como una estudiante más? Cuántos ninios de 9 anios tienen matriculados en la asignatura "Materiales" de Físicas?
Ni que decir tiene que lo intentamos con la otra caseta, pero aquí el guarda sale directamente, sin esperar que entremos. Seguimos pues caminando y, pequenio detalle: no nos habíamos dado cuenta que la fachada que nos había parecido BRUTAL era un simple lateral. Por fin llegamos al frontal que me deja patidifusa. Volvemos a intentar entrar: aquí es mucho más elegante, con puertas giratorias de madera, pero no va a haber suerte. Hacemos muchas fotos en la calle, donde hay una estatua de un chico leyendo, y al otro lado, la chica. Es imposible no colgarse con ese edificio: es el más inmenso que he visto en mi vida. Me quedaría horas mirando y fotografiándolo, pero particularmente Fashion opina que los termómetros no acompanian. Es cierto: hace un frío horroroso, y mientras caminamos por los jardines versallescos que acaban en el mirador de la Colina del Gorrión (desde donde se ve la ciudad), decido que tal vez he sido muy optimista no poniéndome las medias debajo de los pantalones, y hete aquí que econtramos unos banios de aquellos portátiles.
Hall de la Uni |
Una experiencia, estos banios, donde me meto con Mini y Sori. No sorprenderá a cualquiera que haya estado en un festival el horrible hedor a úrico, pero, alguien ha estado en un banio portátil-discoteca? Hay música muy alta, una caña. Y otro punto positivo: hace un calor exagerado (que abrazamos, casi es un ponerse las pilas). La operación ponerse unas medias en un banio ajeno nunca ha sido fácil, pues confirmo que el equivalente de Bananarama en ruso de fondo tampoco ayuda: me lleva un tiempo que exaspera particularmente a Fashion, y a la oriental que espera a la puerta y nos (seguro) insulta en chino al salir.
En el mirador de la Colina del Gorrión venden gorros de aquellos rusos. A mí me encantan casi todos los gorros, pero no me decido a comprar: hay unos sintéticos, con la hoz y el martillo en el frontal, que lleva la madre de un ninio del cole de Mini, a 600 rublos (10 euros). Luego están los chulos, de piel de conejo, o incluso zorro, que valen una pasta y que si te los pones en Londinium te escupen o lapidan (con razón). Allí nos debatimos cómo llegar a nuestrso siguiente objetivo, no se qué convento. EStamos en el culo del mundo, ya dicen que Stalin mandó aquí la Uni para que estuvieran bien lejos de donde se cocía el bacalao, porque ya es sabido que siempre hay revoltosos.
Pillamos entonces dos taxis para bajar al convento Novodevichy. Parece que está cerca, desde el mirador. En mi grupo va Sori y el Peda, y el taxista se pasa un buen rato jugando con un móvil que hace las veces de taxímetro. No entendemos que hace, pero en un punto, cuando le da la gana, pone una cifra. "La bajada de bandera", pienso. Cuando llegamos se me ocurre preguntar al otro grupo cuánto han pagado y ha sido exactamente... la mitad que nosotros! Vuelvo al taxista timador, le digo, y se hace el longuis... solo dice "bussiness". Es terrible la impotencia de no poderse comunicar. Además, la suspensión de toda norma, supongo que es uno de los gozos y de las miserias del viajar.
Entramos en Novodevichy, que parece se trata del mejor monasterio de la ciudad, patrimonio de la UNESCO, y todo eso. Sí, qué queréis que os diga, bonito, pero yo venía con mi propio Síndrome de Stendhal de la (robot) "Moscow State University", así que bueno, sin más. Aunque la iconografía ortodoxa mola, y pillo al Peda comprándose una postal de una de esas virgen enfurruniada con ninio Jesús-cara de viejo.
El Síndrome de Stendhal que sufre Parras es en el café que vamos a la salida a tomar un snack (en realidad, no me acuerdo si es aquí donde lo dijo, pero definitivamente fue un día ante un mostrador de pasteles). Yo pido lo que creo es un chocolate (ya preparada para que me den cualquier cosa, pero no una tacita enana con lo que debe ser, literalmente, un par de onzas de chocolate sin leche derretidas: buf, muy severo). Repuestos, vamos hacia el centro, la zona de Arbat. Esta vez lo hacemos en bus, donde el Peda se pone a picar el pase aquel que tiene grupal, y el torno deja de funcionar, y él sigue picando compulsivamente, y al final el conductor nos libera el torno, y creemos que no hemos pagado... pero más tarde descubrimos que hemos pagado... de más.
Ministerio de Asuntos Exteriores |
Calle Tverskaya |
Decidimos coger el metro para cenar en Myasnitskaya, la calle cerca de casa. Nos echan de uno (como el uzbeko de ayer), dudamos en otro, y acabamos en un georgiano de camareras antipáticas y comida variable. Una tabla de humus de colores es lo que más entra al ojo (rojo, remolacha, y así todo). Yo ni me acuerdo qué como, para que os hagáis una idea. El Peda y Fashion, esas sopas que les gustan (borsch, sopa de remolacha, no sé qué os diga). Lisi y Sori berenjenas gratinadas. Patatas fritas con champis. Ensalada con mozzarella. A la salida, la "gente joven" decide irse a comer un donut al Krispy Kream (cadena a la que están adheridos los jekes). Yo hago un "moonwalker con bomba de humo" con Sori y Lisi y nos encaminamos a batallar con los juegos de luces LED de nuestro nuevo hogar. Por penúltima noche...
Oooooh! Me dije en un barrio residencial de La Habana, República de Cuba.
ResponderEliminarMis cervicales a punto de estallar delante de la embajada rusa mæs próxima a Florida.
Un rascacielos con antenas transoceænicas conectadas a unos satélites moscovitas fabricados en Ucrania.
Menudo casoplón.
Imagina. Muy cerca del país de Disneylandia un centro de telecomunicaciones Intercontinental dispuesto a leerle la prensa al presidente de los estados unidos del norte de norteamérica.
Suena el teléfono rojo y se pone Kenedy.
Hola señor. Buena pinta tienen sus tostadas esta mañana.
El ruso que habla todo lo ve.
El satélite fue diseñado por un estudiante de tu universidad de Moscú. Siberiano y con una camiseta de Lennon de color rojo.
Sus uñas sucias. Llenitas de restos de cadæveres occidentales.
En el amor y en la guerra frīa todo vale.
...
Salí de aquella fechada gigantesca llenó de dudas.
Era la Monrroe una espía rusa que Kruchov metió en el dormitorio de la Casa Blanca ?
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EliminarImpresionantes sin duda. Todos ellos para caerse de culo, traducción al habla campechana del síndrome ese, al ponerse delante y echar una mirada.
ResponderEliminarMenos mal que al caer la URSS no llegó alguien revisando e intentando sacar la piqueta a las calles. Eso que ganan ellos y los turistas.
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ResponderEliminarEste comentario no va a ser eliminado.
ResponderEliminarViva el mazacotismo!!!
Darlings,
ResponderEliminarGracias por vuestro apoyo... Madre mía DRIVERCHOF, pero cómo se me pudo pasar este edificio en La Habana??!! Igual si lo vi me pareció un mero despropósito (así era yo, antes de quedar atrapada por el brutalismo)... mil gracias... os voy a colgar (en el anterior divague) el dificio de los soviets q estaba prouyectado y q nunca se hizo...muy severo.
JOTA: estoy contigo, qué detalle q nada de esto se tiró, y mismamnete q los bolcheviques no tiraron edificios imperiales tipo los alamcenes GUM q comenté el otro día...
LUX: Me caes mal.
NAN, hip hip, hurrah!!! al mazacotismo!
love babies
di
Luxín de mis entretelas. Te recomiendo que leas
ResponderEliminarhttp://www.publico.es/culturas/mejor-ajedrecista-espanola-diferencias-hombres.html
Pero más todavía, el sensato comentario de un tal Izarov.
NáN, no me provoques…
EliminarSabe (que poco se usa este imperativo, ¿verdad?) que el ajedrez de élite es patrimonio de la masculinidad. Y punto.
Jamás las mujeres (como sexo en su conjunto, no en los tres aislados y anecdóticos casos conocidos: Judit Polgar —Hungría—, Maya Chiburdanizde —Georgia— y Yifan Hou —China—) igualarán a los hombres (también, claro, en su conjunto). Jamás. Jamás de los jamases. El ajedrez de élite es como Soberano ®, cosa de hombres, ji, ji, ji… ¡Hip!
Bueno, de acuerdo, no seré tan tajante, matizaré la idea: el día que al ajedrez de élite las mujeres sean iguales que los hombres, éstos gestarán también hijos. Y digo más: quien no comparta esta sentencia inapelable no sabe nada de la psicología de mujeres y hombres, o nada de ajedrez de élite, o nada de nada.
Otra cosa es el ajedrez llamado de base (el de escuelas, clubes juveniles, etcétera): ahí hay de todo, naturalmente, y además es divertidísimo y de lo más instructivo tanto para niñas como para niños.
Sabrina Vega, en la entrevista que nos enlazas, aunque involuntariamente me da la razón: en este asunto de la supuesta igualdad entre el hombre y la mujer al ajedrez de élite (de élite, insisto) no dice más que ton-te-rí-as.
Me explicaré. Sabrina es una excelente ajedrecista. Por supuesto, yo no podría aguantarle en el mejor de los casos más de quince jugadas; me haría polvo prontísimo. Peeero que ella diga que puede llegar a disputar el Campeonato Mundial es como si yo dijera que me gustaría volver a tirarme a Scarlett Johansson: fantasías fanfarronas, ensoñaciones estúpidas (especialmente en su caso, ji, ji, ji).
Insisto, Sabrina en este asunto no dice más que tonterías, lo cual me da la razón porque mantengo que el ajedrecista de élite (como es el caso de ella) no es, al menos necesariamente, más inteligente que cualquiera (cmo también es el caso de ella).
NáN, en la entrevista que nos enlazas, tanto Sabrina como el director técnico de la Federación española, Ramón Pullades, como el propio periodista y maratonista que dirige la entrevista, Alfredo Varona, no dan ni un dato estadístico: sólo brindan, oportuna, adocenada y de forma políticamente correcta, al sol. Son neciamente guaisss.
En cambio, no hace mucho (el dos de octubre de 2016) yo sí di abundantes y contrastados datos aquí, en lo de Di, y he comprobado (ranquin FIDE de este mes de mayo) que hoy siguen valiendo (sólo hay que cambiar un nombre aquí u otro allá y esta puntuación o aquella).
Transcribiré lo dicho entonces, pues sigue vigente, en el siguiente comentario.
«He cogido las cien mejores ajedrecistas a día de hoy […] en el raking de la FIDE; y he cogido también los cien mejores ajedrecistas a la misma fecha de Nuestro Señor.
EliminarLo de los cien no requiere de mucho análisis: no hay ninguna mujer. Cero (en los campeonatos en los que participan varoncitos pueden hacerlo también las mujeres; no así en los campeonatos femeninos, vetados para ellos. ¿Caben mayores facilidades?).
Lo de las cien sí tiene su cosa. Si en una hojita de Excel pegáis el nombre, el país, el ELO [sistema de puntuación que se sigue en ajedrez]… y luego las filtráis, llegaréis, de seguro, a mis mismas conclusiones:
1. Aquellos países que, desde hace varias generaciones, vienen fomentando el ajedrez en la escuela tienen mejores resultados. Hablo de La China, La India y, sobre todo, de los países que no hace tanto formaron la URSS: copan el 74% de las posiciones.
2. Pero, si afinamos, si tenemos en cuenta que hoy, como en los cargueros, es común jugar con bandera de conveniencia (es decir, jugadores que se adscriben a otro país, nacionalizándose o no), el tanto por ciento alcanza el ¡86! Sólo un raquítico 14% queda para los países que no fomentan abiertamente el ajedrez en la escuela. Lógico. Y es que en España, una de las dos posicionadas es georgiana; en Francia, de las tres, una es moldava; en Alemania, de las tres, una es polaca y la otra de la RDA; en Israel, su representante es ucraniana; en Italia, de las dos, una es rusa; la de Catar es china; la de Escocia, georgiana; la turca, rusa; y el colmo son los EE.UU: de las cuatro, dos son ucranianas, una checa y la última, georgiana.
3. ¡¿Cómo explicar entonces que las políticas educativas tengan éxito en copar el ranking femenino pero no en estar entre los cien mejores ajedrecistas en su modalidad absoluta [modalidad absoluta: la que incluye a hombres y mujeres]?! La pregunta es retórica, se contesta sola: la mujer es bastante petarda jugando al ajedrez. Y ésa, precisamente, era mi tesis».
Por otra parte, NáN, el comentario de Izarov en esa entrevista también me parece sensato, pero sólo en parte pues luego se lía él solo y acaba en perfecto anacoluto. Da en la clave al decir que «No es un problema de inteligencia, es un problema de personalidad». Exactamente. No obstante, luego se va ablandando y acaba afirmando que «En los 100 mejores ajedrecistas, habrá unas 4 chicas. Hace 30 años ni eso. Poquito a poco...». ¡¿Cómo?! ¡¿Que poquito a poco espera que las mujeres cambien de personalidad?! En fin, no comprendo por qué al final se une al coro complaciente de los pseudofeministas. Además, no maneja datos precisos: entre los 100 mejores ajedrecistas NO hay NINGUNA mujer, y que hayan estado en alguna ocasión sólo hay los tres casos que ya nombré en el tercer párrafo.
EliminarNo me alargaré explicando cómo las niñas se incorporaron en la URSS a este juego (mismos centros, mismos entrenadores…) hace decenas y decenas de años, o en La China (ídem anterior), o cómo el primer club de ajedrez para damas (juas, parece un juego de palabras: ajedrez para damas) se fundó en Inglaterra ¡en 1844! (por amor de dios, ¡que hace ya 173 años!), o por qué no entiendo qué les frena a miles y miles de mujeres ajedrecistas de élite (la española Sabrina Vega entre ellas) para alcanzar el top ten en la modalidad absoluta alguna vez en la historia, o ser incluso campeonas del mundo de ambos sexos, si no es la limitación natural de sus cualidades ajedrecistas…
¿Conclusión? Aunque hay que dejar, ¡faltaría más!, que cada cual juegue a lo que le dé la gana (por ejemplo, las mujeres al ajedrez de élite) no se puede tolerar que se juegue a la ceremonia de la confusión (por ejemplo, como hacen los dos entrevistados y el propio periodista del enlace que nos has facilitado). Hacen un flaquísimo favor para la causa feminista pues, al ser la evidencia otra, dan aire a los machistas que afirman que el hombre es más inteligente que la mujer puesto que juega mejor al ajedrez.
El ajedrez no es más que un juego. Un juego de guerra, el juego de guerra, que cuando se juega en la élite ha sido, es y será reino de varoncitos (pelín tarados).
No perdamos más el tiempo en la falsa igualdad entre hombres y mujeres en el juego de la guerra, que la batalla de la igualdad está en otra parte. La igualdad es otra cosa: ¡es otra cosa!
Pero Luxete, envié un artículo por lo que decía. Resulta que está equivocado. Pues Santas Pascuas.
ResponderEliminarPara mí no es una casus belli de la igualdad. Simplemente intuyo que estamos en un camino que no tiene vuelta atrás. Si en las mujeres hay algún rasgo de personalidad que las incapacita para este juego (que para mí es un poco de locos, ya que los que llegan muy alto suelen excluir tantas cosas de la vida que acaban llevando una vida de marciano), sin duda habrá mujeres que seguirán ese camino y, en tal caso, tendremos muujeres ajedrecistas en ese grupo de los 100.
Como las tenemos ya como soldadas en la guerra de hacer pupa.
Hay una gran diferencia, NáN. La mujer puede ser tan cruel como el que más; a su manera pero cruel a más no poder (¿acaso en el amor o en el odio tenemos los varoncitos forma de igualarlas?). Puede ser militar y humillar al enemigo, rebanar cuellos, lo que sea y más, claro que sí. Pero hay una diferencia, digo: el ajedrez es un juego; es una metáfora de la realidad, no la realidad. Pues bien, no veo a la mujer perder gran parte de su infancia y juventud en este juego; no la veo en ese delirante aislamiento mental en el que viven los jugadores top. Afortunadamente para ellas, claro. El ajedrez de élite es una degeneración absoluta que no va con la naturaleza eterna de la mujer (porque sí, yo creo a pies juntillas en el denostado eterno femenino). Claro que puede darse el caso de una mujer dispuesta a ese estúpido sacrificio (¿hay que recordar que vivimos sólo una vez?) pero que esa loca sea además un portento al ajedrez sería estadísticamente un milagro, o un cruel experimento de padres desquiciados y “menguelescos” como le tocaron a las pobres hermanas Polgar.
EliminarAl tiempo, Lux, al tiempo. Aunque quizá tú no lo veas porque eres mucho más viejo que yo (por tus conocimientos acumulados).
ResponderEliminarAprovecho, ya que este post ya no es el último, para decir que hoy cumplo 69 años.
¡Ole y ole, muchas felicidades querido NáN! Tiene gracia los apodos diminutivos de familia que, se cumplan los que se cumplan, se mantienen (porque Nán viene de nano, ¿no?).
Eliminarexacto. Cuando nací tenía una hermana de 5 años y dos hermanos de 14 y de 15. Estaba claro que no iba a haber otro más joven que yo.
EliminarChas gracias, Lux.