Cuando una mañana cualquiera de Diciembre hice esta foto del parque de enfrente de casa, no pensé que haría una buena felicitación de Navidad. Solo me pareció tirando a mágica.
Feliz Potlach, Navidad, o lo que sea...
Abrazo,
Di
Si no las escribo, las cosas no han llegado a término, solo las he vivido (A Ernaux) La vida real no está a la altura de escribir sobre ella (J Eugenides) Lo que me interesan son los errores, fruto de la pasión, los errores que se cometen arriesgando (G Steiner) En la calle, codo a codo, somos mucho más que dos (M Benedetti) Escribir es persuadir a un extraño de que se quede (R Cusk) El camino del exceso conduce a la sabiduría (W Blake)
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Queridos: comienza la carrera de las fiestas de Navidad. Doy por inaugurada la temporada de brillantina en D&D, retransmitida por Scrooge, quintacolumnista gruñona que, os lo digo, solo va por ser vuestros ojos.
Antes de ayer escucho un debate en la radio sobre la mencionada violencia contra las mujeres y una de las participantes exhorta a las oyentes: cualquier mujer que nos escucha, que piense si puede decir con tranquilidad que en toda tu vida no ha sufrido una agresión por parte de un hombre. Agresión en el amplio sentido de la palabra, que puede ir desde un comentario desagradable que te hace sentir mal, hasta burradas que leemos en la prensa, pasando por un tocamiento, así de pasada. Invito a las divagantas a que lo piensen. Yo, desde luego, tengo más de una, y contaré la que recuerdo como primera porque será de lo más ilustrativo: era el verano de-atención- 4 de EGB (9, 10 anios?). Estaba de colonias con las monjas en el monasterio de Iranzu, Navarra, Reserva Espiritual de Occidente y por allí cerca había un colegio de chicos de colegio de curas acampados. Una tarde, estaba con un grupo de amigas, y pasó un grupo de los chavales por nuestro lado. A uno de ellos le pareció una gran idea en ese momento pellizcarme el culo. Pobre: no sabía con quién había topado. Con 10 anios, recuerdo la humillación, el cabreo, estar viendo en rojo. Mis amigas me intentaban consolar cuando, veo que el tío, arropado por su grupo, estaba cogiendo algo del suelo. Ni corta ni perezosa fui corriendo y, con todas mis fuerzas le metí una patada en, esta vez, su puto culo de pre-machista. Habíamos venido de caminar por el monte y llevaba las chirucas, enormes, duras (le faltaban los crampones!) , perfectas. El imbécil me persiguió, pero no me alcanzó, y me juró venganza. Diez anios: por qué?
La semana pasada un compa de la facultad me envía unas fotos con su novia, 15 o 20 anios menor. Se han conocido en el caldo de cultivo de relaciones de poder ideal: el trabajo. Vienen a ser como el abogado y la que está en prácticas, el médico y la enfermera, el jefe y la becaria: suena cliché, pero es el mayor estereotipo imaginable. Ella es una rubia con esos rizos que algunas meten horas en trabajarse ahora, los ojos azules, carita sonriente, muy guapa. Al lado de mi compa, cuarentón, canoso, con incipiente papada, me da una pequenia arcada (y van vestidos), y ganas de decirle: "tu novia es muy guapa, pero hacéis una pareja bien fea". Alguien se lo va a tener que decir, porque está claro que de los otros tíos solo va a tener palmaditas en la espalda, "menudo tío", y secretamente "ojalá pudiera yo quitarme a mi mujer por un bimbo de este pelo". Alguien se lo va a tene que decir a este tío, y a otro, y al de más allá.
Este divague no es una crítica cinematográfica a la última peli de Vigo Mortensen "Captain Fantastic". No quiero hablar de la fotografía, ni entrar si en un punto hacia el final el guión desvaría un poco (que en mi opinión, lo hace). No quiero hablar de los grandes temas, ni de las mise-en-scene.
Dónde está la madre? Los más pequenios lo preguntan en algún momento y entonces Vigo, que nunca miente (estos son ninios que nunca han creído en Los Reyes Magos o en la abejita y el polen: Vigo les ha hablado de las feromonas, y demás mecánicas del coito, fases mórula, embrión, su camisita y su camisón) les dice exactamente que, como saben, su madre está en el hospital porque tiene "un desequilibrio de serotonina en el cerebro que la hace ser infeliz". Básicamente luego sabemos que la madre sufre trastorno bipolar (maníaco-depresivo) y que su familia (padres adinerados) la han ingresado para tratarla, porque no están nada contentos con esta vida del bosque: ellos tenían una hija preciosa que conoció a este lunático y acabó matando mapaches para comer, y haciéndose un gorro con la cola.
Pero no terminemos así de bajona, pasemos a un necesario momento frívolo: Vigo, oh Vigo. El divagante pitagorín tal vez recuerde mi elección de Vigo para mi tesina sobre las barbas. No, no fue al azar: Vigo me parece atractivo. Pues bien: hace unas semanas le escuché en una entrevista por la radio que... no pude acabar. Vigo, si ese es su estado basal real (y no le pasaba nada ese día, quiero decir) me pareció un tipo melancólico, intenso, sin sentido del humor. Un senior que se toma a sí mismo muy en serio y con el que una cena se me haría eterna (estamos hablando de que cambié una entrevista de media hora!). Al escucharlo, iba recordando la (no sé si leyenda urbana) de David Trueba: en pareja con Ariadna Gil, esta le dejó por Vigo. Trueba, que sigue siendo amigo de los dos, lo asumió perfectamente diciendo: "claro, es que no hay duda, entre Vigo y yo, es evidente".
Te escribo esta carta para que la noche del sábado nunca se nos olvide. Sé que habías estado antes en conciertos, en ballets, en teatros... pero ayer fue la primera vez que fuiste -conmigo!- al Royal Albert Hall, a uno de esos conciertos populares (los "Classical Spectacular"), de aquellos que tocan piezas famosas para la gente que escucha Classic FM, en lugar de la BBC3, casa de la clásica más hardcore). O sea, esto no era para escuchar todo el Concierto para piano nº 2, op. 18 en do menor de Rachmaninoff o las Suites para violonchelo solo, BWV 1007-1012 de Bach (dos de mis piezas favoritas, sin intentar pretenderme la melómana clásica que no soy). Era "música clásica para el pueblo", o el populacho, casi diría yo (imágenes de la gente de la calle disfrutando de una ópera de Mozart en "Amadeus" vienen a la cabeza... sí, "Amadeus", esa peli que aún no has visto entera- no porque te diera miedo el malo Salieri disfrazado de "Darth Vader" cuando visita al prota, sino porque el pobre Wolfgang "bebía demasiado vino"). Pero para dos chicas, una de 8 años que nunca practica su guitarra todo lo que debería (aunque esta mañana nos has deleitado con "Wild Things"), y otra de 45, mera aficionada a la clásica pero casi pro, apasionada observadora del género humano: perfecto.
Todo está muy brumoso, y la chica casi ni recuerda cómo llegó hasta Vigo, para embarcarse a las islas. Luego tiene un flashback de tren, con un monitor melancólico y un par más de adolescentes del instituto frente a su colegio. Lo que debió tener de mitológico el cruzar en tren ("esos animales ídem, gracias Sabina) la península, abrirla en canal en horizontal, a los 16 años recién cumplidos. Pero la chica se maldice por no haber grabado hasta el último detalle en un cuaderno de espirales. O tal vez lo hizo: debe subir al desván en Vetusta algún día y desempolvar cajas, igual estén allí los recuerdos.
Llegan a Southbank Centre y paran a ver una exposición de fotografía. La chica le dice a J. que aquí se hizo la lectura de Moby-Dick hará un año. J. le ha traído un recorte de periódico con una tira a propósito, y ella meta-fotografía a una ballena impresionante. Siguen caminando, arquitectura brutalista en el South Bank: British Film Institute, National Theatre, Edificio de IBM... Goldfinfger.