A media mañana, cuando
termino el ingreso, vuelvo un momento a casa. Tengo supervisión con Cook en un
rato y me he olvidado el cuaderno con la revisión de la literatura que me pidió.
Los actos fallidos, ¿eh, Herr Freud? Sister Harding, serán 10 minutos, y
ella amaga una sonrisa. Al llegar a casa, la puerta abierta. Dejo los zapatos abajo
en el recibidor, y al final de la escalera está uno de mantenimiento.
Septiembre: revisar las tuberías para poner a punto el sistema de calefacción que,
en realidad, nunca se ha apagado del todo. Se necesita algunas noches: así es
la vida en el norte. Ruido de radiadores, huele a algo químico, su colega está
arriba, en la buhardilla.
No sabía que había
acceso a la buhardilla. Desde fuera, la casa parece que tiene solo un piso: los
bajos son un almacén donde guardamos bicis, equipo deportivo, las maletas. En
el primer piso hacemos la vida. Pero si te alejas un poco en la pradera, se ve
el tejado inclinado que, hoy descubro, tiene dentro vida propia. Cómo no me di
cuenta que el pasillo del fondo, el que no lleva a ningún sitio, tiene en el
techo una trampilla. De la que, veo ahora, sale una escalera desplegable.
¡Hola!, digo desde
abajo. Subo varios peldaños y otra vez, esta interrogativa: ¿hola? Una voz
grave grita, adelante, dándome permiso para sacar primero la cabeza y por fin
subir. Tal vez soy una persona impresionable y predispuesta a maravillarme por
tonterías o por lo menos, por ciertas tonterías: me quedo anonadada. Se trata
de una gran estancia -su extensión es como la de toda la casa, aunque solo en
el centro se puede caminar de pie. Tiene varias claraboyas que la llenan de
luz. Un espacio diáfano prácticamente desamueblado si no es por lo que
parece... ¡un diván!
-Pasa, pasa - me dice el hombre al que he visto otras veces arreglando cosas por Banderley, un señor de ojillos brillantes que debe estar a punto de jubilarse.
Diván de Sigmund Freud, en el Freud Museum, Hamsptead, Londinium |
Cook me está esperando:
que llego tarde, que habíamos quedado a y media. No, era a en punto. No, era a
y media. No, a en punto, y abro mi diario. El, sin datos, no puede contratacar
y se sienta como un niño cabreado. De todas formas, está mucho más accesible
desde que volví de Marcé, gran contraste con Steen. Steen, el ausente, el
encantador de enfermeras, el pequeño Napoleón: ya me he olvidado de él. Cook es
un viejo gruñón aburrido cuya única novedad son, cada seis meses, los distintos
residentes a los que calentarles la cabeza con sus intereses académicos tipo
“el género humano”. Al principio impresiona mucho: cómo olvidar el terror en
esas sesiones de supervisión, sometida a interrogatorios, sin saber por dónde
me daba el aire. Ahora, desde que estudio para los exámenes, estoy más al día
de la última evidencia que él. Y se ha dado cuenta. No le fastidia, es más, me
utiliza para saber por dónde va la investigación en campos que él no se ha molestado
en leer desde hace décadas. Uno de los primeros días de esta segunda fase
juntos le pegué un repaso a propósito de la heredabilidad de la esquizofrenia,
y se dio cuenta de que yo ya no era la que me había ido. Igual estoy siendo injusta, tampoco es que él
esté anclado en "la madre esquizofrenogénica". El balance de
nuestro poder, por tanto, ha virado un poco: seguimos jugando el papel de que
él es el que maneja el arte, el viejo zorro que se sabe todos los trucos
clínicos, y yo la ciencia, con todos esos artículos de los que él mismo admite,
solo se lee el resumen porque ya no entiende nada de la estadística de la
sección resultados. Cómo este hombre sigue haciendo investigación es un
misterio: bueno, no lo es, está claro que se lo hacen otros. Así es este mundo
en el que aspiro a ingresar con el examen dentro de un mes.
Nada más entrar, cuando le quiero hablar de mis planes con un par de pacientes que no responden a la medicación, me desvía descaradamente. Quiere hablar del paciente pintor, y me mira divertido. Le han llegado noticias de la terapeuta ocupacional, me imagino. El pintor es un hombre de unos 60 con un Trastorno Afectivo Bipolar ingresado por una fase maníaca, ya estabilizándose: pronto le daremos el alta. Me encanta escucharle, es una enciclopedia de arte, y siempre terminamos hablando de Goya: a ambos nos entusiasma. Con dolor me cuenta que nunca ha estado en El Prado, es su asignatura pendiente. Ver las pinturas negras: ¿qué debe ser eso, cuando se está en la fase depresiva de sus ciclos? Me pregunta si creo que Goya estaba deprimido cuando los pintó. Él se puede identificar plenamente con el Goya exiliado, gruñón, desencantado cuando está hundido (como su "Perro semihundido", ¿lo conoces?). Pero ahora no, ahora acaba de estar en la cresta de la ola, aunque va de bajada, nuestros antipsicóticos mediante-y me hace una mueca. No le importa admitir que disfruta de sus fases maníacas, por lo menos de las hipomaníacas, cuando aún no ha perdido la introspección, el contacto con la realidad, y está simplemente llenándose de energía, que le sale por todos los sitios. Energía creativa, todo son ideas y proyectos y planes, aunque tiene claro que nada se materializa de esos estados- esas cosas solo le pasaban a William Blake, se ríe. Me intenta explicar cómo se siente la hipomanía: es como estar enamorado, ¿sabes? Porque tú sabrás lo que es eso ¿no? Intento desviar la conversación: primeros principios, no dar información personal. Pero él siempre me acaba trayendo otra vez: ¿por qué me gusta Goya, por qué precisamente "Los Fusilamientos del 3 de Mayo"? Es un cuadro que a él le ha obsesionado toda su vida. Me habla de rasgos técnicos, de que es la primera obra de arte contemporáneo, le brillan los ojos, y me deben brillar a mí cuando le hablo de la crítica a la guerra subyacente, del hombre de la camisa blanca. No me extraña que le hayan dicho a Cook que paso demasiado rato con él.
A veces voy a verlo a la sala de Terapia
Ocupacional, y me enseña sus lienzos. Ahora están llenos de brillo, de colores
cálidos. Reconoce que son un poco excesivos, los empezó antes de que la
medicación le bajara de la nube: entonces le parecían geniales, ahora una
mierda. Quiere saber si tengo vena artística, cambio de tema. Querría
dibujarme, cambio de tema. Quiere saber si echo de menos a mi familia, cambio
de tema. Me dice que no va a dejar de preguntar, pese a que yo abiertamente
cambie de tema. Sabe que no tengo otra opción, no se lo toma personal. Quiero
darle de alta, pero a la vez quiero seguir hablando con él.
"El hechizado por fuerza", Francisco de Goya, National Gallery |
No le digo estos detalles a Cook, a saber
lo que le han contado los de enfermería. Me intento escapar con un par de
lugares comunes del tema artístico para quitármelo de encima, e intento pasar
al tema medicación. Pero menudo es Cook para que le cambien de tema, debería
aprender de él. Empieza su monólogo y, sus opiniones del mundo del arte son,
cómo decirlo, muy Cook. El arte contemporáneo es la nueva religión de la clase
media-alta liberal; los museos, sus nuevos templos. Los feligreses acuden,
incluso sin disimilar, los domingos: en Londres, le han contado, es
escandaloso. Si vas de viaje, son las nuevas peregrinaciones. Me echo para
atrás en la silla, lo que viene siendo el "ponte cómoda", porque veo
que esto va para rato: inútil resistirse. Un tío me va a explicar algo, otra
vez.
Cook cree que el arte es el producto de
adaptaciones evolutivas. Partamos de que lo que hoy nos da placer es lo que
promovía la salud y desarrollo, lo que les hacía más aptos a nuestros
antepasados: la comida, el sexo, y la seguridad. Sobre esto último, todo
empieza con el placer estético de experimentar objetos simétricos, el ojo
humano ama la simetría. Y algo que nos da "placer visual" (me mira
por encima de sus gafas como si pusiera un entrecomillado) en entornos
naturales, puede también promover salud y supervivencia. Por ejemplo, si hemos captado patrones
de simetría en la sabana, somos menos vulnerables a depredadores.
Bullingdon Club, Oxford: "The Theory of the Leisure Class" |
Me separo del respaldo de la silla, pongo
las manos en el borde de la mesa y le planteo si leer un ensayo de un oscuro
crítico del capitalismo de 1899 sobre el consumo ostentoso, o el de un francés
sobre una crítica social del gusto, publicado hace 20 años no es el equivalente
de alinearte con cierto arte así llamado elevado para querer pertenecer. Con la
narrativa es diferente, dice, porque hay contenido, no solo simbolismo. Llaman
a la puerta: es Sister Harding, toda sonrisas, que quiere que le firme unas
recetas.
Al volver a casa no hay nadie. Se ha
puesto a llover. Verano: game over. Hay una nota en el imán del frigo,
“estamos estudiando neuro en la biblioteca”. Es la letra de Sandip: qué social,
quién le habrá hecho escribir esto. Debería coger los apuntes y reunirme con
ellos, estudiar algo. Es tan duro esto: todo el día trabajando, algunas noches
de guardia y, las que no, memorizar. Paso unos segundos sintiendo pena de mí
misma, pero enseguida me aburro: no tengo paciencia ni para eso. Mis pies me han
llevado al pasillo trasero donde está la entrada al desván. Estoy sola, cómo
desaprovechar este momento. Abrir la trampilla, subir unos peldaños, solo sacar
la cabeza a ver si está todo como por la mañana (¿cómo va a estar?). Pero
antes, cojo el cuaderno y la pluma, y ábrete sésamo, y ya estoy arriba. Rasss,
descubro el diván. Con la espalda apoyada en el respaldo, y el cuaderno sobre
las piernas dobladas comienzo a escribir. Y me sale todo, como en trance: la
conversación con el pintor, que no se me olvide nada, algunas de las frases
efectistas de Cook, e ideas mías intercaladas. Me encanta este lugar, necesito
encontrar una pequeña luz lateral y ya. Me debato si debería decirles a los
demás que lo he encontrado.
Llego a la biblio llena de energía: en una
zona del fondo, alrededor de una mesa están Duncan, Yolanda y Sandip. Atlas de
neuroanatomía abiertos, notas, mindmaps. Llevan ya un rato y están aburridos
del sistema límbico. Todos menos Sandip, que anota interesadísimo hasta el
último detalle: me pregunto por qué no se habrá hecho anatomopatólogo. Yolanda
y Duncan, los dos aspirantes a psiquiatras forenses, están hablando de juicios,
sobre las valoraciones del jurado y la validez de las sentencias de jueces.
Porque, dicen, todos ellos están, en frío, determinando cómo tratar a gente que,
la mayoría de las veces actuaron en caliente. A no ser que te toque un
psicópata, que actúa en frío- y es evidente que esta es la parte de la
conversación que a ambos obsesiona.
Me quedo pensando en los que vendrán con
"su libertad", sin tener ninguna evidencia de que eso sea mejor para
el colectivo. Individualismo y los EE.UU., siempre de la mano. Entonces Yolanda
termina con otra idea que me deja aún mucho más pensativa: a veces los estados
"en caliente" no nos impulsan a hacer cosas, sino que nos paralizan, con
emociones como la vergüenza o el miedo. Y añade que esto es lo que les pasa a
mujeres que han sido acosadas en el trabajo: los incidentes se repiten y aunque
ellas luego, en frío, se dicen que no va a volver a ocurrir, que la próxima
vez le pararán los pies al acosador, cuando están en la situación, no lo hacen.
Yolanda cita un estudio en el que se demuestra que cuando se encuesta a la población
femenina en general, en frío, sobre cómo se sentirían en una circunstancia de
acoso, la mayoría dicen enfurecidas. Pero cuando son acosadas, "en
caliente", el proceso es más complejo: pasa inicialmente por interpretar
ese hecho como acoso, y luego, en décimas de segundo, analizar si merece la
pena confrontar. Y durante todo este proceso, lo que las mujeres reportan es
miedo. Y bloqueo.
Nunca me había planteado el acoso sexual
como algo así. El hecho es que se culpa a las mujeres por seguir ahí, por no denunciar,
por no irse. Claro que me había planteado la situación de no poder irse por
motivos externos, económicos, de vergüenza, todos perfectamente racionalizados
y pensados. Pero no por esa brecha del no-volverá-a-pasar, yo-puedo, "en
frío" y el darse de bruces con la imposibilidad cuando se está en un
estado “en caliente”.
Se ha hecho muy tarde ya. Salimos de la
biblioteca hacia casa. Mi mente está en llamas. Me pregunto si ponerme a
escribir ahora, "en caliente", será buena idea: en todo caso, lo
podrá analizar esa extraña, la Mariona de la mañana, "en frío".
Hay ciertas decisiones en ciertas personas, da igual el género, que nunca podrán tomar ni en frío ni en caliente según mi humilde opinión.
ResponderEliminarOtra delicia
:) Gracias ANónim@. No recuerdo si en "Serial" han hablado de la Pirámide de Maslow (en otras entradas del blog sí): hay gente cuya única preocupación es sobrevivir día a día y poco pueden decidir. Pero sí, hay gente q, teniendo los medios, parece q no deciden activamente, dejándose llevar en la vida - claro q no decidir ?no es tb una manera, aunque pasiva, de tomar partido? En todo caso, las Grandes Decisiones mejor tomarlas en frío... si se puede :)
ResponderEliminarUn abrazo
di
Sim mejor decidir en frío.Pero parece que tras cada decisión, icluso en la más racional-fría, hay una (cálida) emociòn, o algo así dice Damasio.
ResponderEliminarMe gusta tu serial.
Nati
NATI, me alegro de verte :) y gracias por traer a Damasio. Yo lo entiendo como q la emoción es algo biológico, adaptativo evolutivamente, luego ignorarlas sería desastroso en situaciones de supervivencia (tomar la decisión de echar a correr tras las palpitaciones, temblor, etc q nos ha causado una serpiente). Ahora, en decisiones complejas, con distintos niveles cognitivos, condicionantes sociales, etc, es posible q esa emoción inicial nos lleve por el camino adecuado, pero tal vez no. La casuística será variada....no sé si habrá datos.
ResponderEliminarEsto, y decir q l@s que leéis Serial me alegráis el día (analiza mi emoción, Damasio ;)).
Gracias :) y muxus
di
Bien este serial. Estás en racha pero no parece que el asunto avance nada de nada. A saber: un paciente al q le mola goya, hook divagando sobre el arte y el estatus (todos somos un poco snobs?, o mucho?), un diván y actuación en caliente vs en frío.
ResponderEliminarY lo que viene siendo sexo salvaje con hook?, asesinatos y mutilaciones cometidas por el poco sospechoso y entrañable señor del mantenimiento?, constitución de un grupo armado revolucionario-pijis-british por la argentinidad de las falkland ? ....einh?
....y, ahora que recuerdo: hasta que no desveles quién miraba a calleha nadar en la piscina voy a boicotear serial: primer aviso.
Oh ANONIMO, gracias por tus giros de guión. Te lo vas a tener q leer de corrido para q veas q el q tú llamas Hook (capitán Garfio?) es Cook y es un anciano venerable q no tiene un pase para la prota, una chica "joven y dinámica" q se acaba de tirar a un jugador de rugby negro en Londres.
ResponderEliminarLos asesinatos tienen su público (estás compinchado con gente q tras cada publicación dicen "cuándo sale el muerto"?) y lo del grupo armado no lo había pensado pero me gusta...
Y lo de la piscina me alegro q me lo recuerdes pq es un cabo suelto q dejé, q me olvidé, y q un editor de pro me aconsejaría eliminar si no voy a tirar por ahí... pero veo q hay interés... hmmm,,, igual lo revisito :)
Grache mile! Y sí q avanza!
di
Bueno, un comentario general, antes de ir al particular. Aprecio más las entradas de serial que las demás, porque hablan necesariamente de ti, si las leo bien y con cuidado. Me parece más fácil, más útil, menos comprometido, te puedes enmascarar mejor si quieres... en otras entradas que en serial. Ya está, lo he dicho. Cuando pueda voy al particular, algo de lo que, ya se supone, no tengo casi ni idea.
ResponderEliminarUn abrazo
Ayer estuvimos en una exposición en tu Vetusta. Conocía a otras, de cultura general, pero no a esta:
https://pioneras.unizar.es/concepcion-diego-rosel/
Cómo te vas escondiendo por los divagues, Andandos, algún día no te voy a encontrar! :)
ResponderEliminarYa sabes la ilusión q me hace q me digáis q os gusta Serial. Gracias.
Y sí, es mucho más fácil escribir las otras q Serial.. por eso alterno.
Una cosa: INMENSAS GRACIAS por el enlace, qué guay, qué pagina espectacular... me la voy a mirar bien y voy a hacer una entrada de la q me envías cuanod pueda, pq si hice una de E Blackwell, la primera inglesa médica, pero q estudió en EEUU (1847), cómo no hacer de la primera de la unizar? solo 50 años después... para lo retrasada q estaba la península, no está tan mal.
http://divagandodivagando.blogspot.com/2014/03/elisabeth-blackwell-la-primera-medica.html
Muchas gracias.. los divagantes spr hacéis este blog mejor :)
UN abrazo
di
Normalmente comento desde el "frío", bueno, en "frío". Y el piano no me da para más. Esta vez muy breve. Este pensamiento de Mariona: "Un tío me va a explicar algo, otra vez", creo que ha servido para escribir muchos libros.
ResponderEliminarUn abrazo
Bueno, es el "manexplaining", pero no tengo claro q fuera algo articulado hasta hace poco. No te parece q es una de esas cosas de las q se habla ahora, pero antes pasaban igual y no nos lo planteábamos? NO sé...
EliminarY sí, lo primero es el piano... aquí estamos siempre.
abrazo
di
Desde el punto de vista de mi hija, que es como de manera inconsciente lo he leído, viene a decir: "un tío condescendiente mayor que yo me va a dar la chapa un buen rato, y yo, como soy educada y cortés, me dejo. Y porque soy mujer lo hace". No sé si hace falta decir que ese tío a veces soy yo y mi hija la que no solo lo piensa sino que me lo dice. Es que ya es mayor y argumenta muy bien, te lo aseguro.
ResponderEliminarLo del piano, o lo de la música, es que a veces ocupa más tiempo
del que había previsto y aparco lo demás. Siempre comento con bastante retraso, pero para leerte voy al día.
Un abrazo
ahhh pero es q desde el punto de vista de tu hija... eres su padre! NO aplica exactamente al caso de tío q te explica... los padres sois así. :)
ResponderEliminarY está bien aparcar todo por la pasión de un@... como spr, gracias por leer! :)
abrzos
di