Las casualidades no existen, decía Sábato, pero si son literarias y tan chulas como esta, una ha de quitarse el sombrero y aceptarla. A ver cómo la cuento.
Empecemos por los Cotswolds: el otro día, hablando del escritor y poeta Laurie Lee, comentamos que era de Slad, un pueblo de esta zona del oeste de Inglaterra. Adlestrop, el título del poema de hoy es otro pueblo de esa parte idílica de Inglaterra. En su apeadero se paró un día de junio de 1914, sin tenerlo planeado, el tren que iba de Paddington a Malvern y en el que viajaba Edward Thomas, otro poeta —que casualmente nació en mi barrio. Partiendo de ese instante, Edwards escribió un poema que describe, simplemente, un momento en el tiempo. Recordemos que en mi divague de Laurie Lee hablé de algo parecido a la "conciencia plena" o "mindfulness" que encontré en algún momento de la novela: simplemente estar, aquí y ahora, viviendo el momento. En el primer volumen de su trilogía, "Sidra con Rosie", Lee alude a una época idílica antes de la Primera Guerra Mundial, precisamente el tiempo en el que Thomas escribe este poema.
El sábado, el Peda y yo pasamos un rato en el "Daunt Books" de Marylebone High Street, una de esas grandes librerías de esta ciudad, cada uno enfrente de diferentes grupos de libros soniando con tener tiempo para leer más. Uno de los libros que miró él -y esto solo me lo contó luego, cuando se dio la coincidencia - magia- fue "Historia de Inglaterra en 25 poemas": al abrirlo al azar se encontró con "Adlestrop", un poema que nunca había leído -ni yo tampoco.
Cogimos las bicis y fuimos a un paseo guiado en Stockwell: el guía era poeta y en una placita que me encanta por la que paso frecuentemente con mi bici comentó que ahí al lado vivió el poeta Edward Thomas, el autor de Adlestrop.
Claro, Edward Thomas era el amigo de Robert Frost, del que hablé cuando colgué su poema "El camino no tomado", al que le escribió ese poema en 1915 sobre las decisiones, cómo elegir un camino u otro nos cambia la vida. Parece que ese poema fue lo que llevó a Thomas a alistarse, y en 1917, en Francia lo mataron.
Mini está trabajando "Regeneration" de Pat Barker sobre los poetas de la Primera Guerra Mundial y, aunque no sale Thomas, sí aparece Wilfred Owen, del que ya colgamos el durísimo "Dulce et decorum est". También a Owen lo mataron en el frente. Así son las guerras, que no se nos olvide.
Adlestrop.
Sí. Me acuerdo de Adlestrop...
Solo del nombre, porque una tarde
De calor el tren se detuvo allí
No le tocaba. Era finales de junio.
Bufò el vapor. Alguien se aclaró la garganta.
Nadie bajó y nadie subió
En el andén vacío. Lo que vi
Fue Adlestrop - pero solo el nombre
Y sauces, adelfillas y hierba,
Y ulmarias y heno seco,
Y su belleza, ni un ápice menos quieta y solitaria
Que las nubecitas en el cielo, allá arriba.
Y durante ese minuto un mirlo cantó
Cerca, y en torno a él, más difuminado,
Más y más lejos, todos los pájaros
De Oxfordshire y Gloucestershire.
Adlestrop
Yes. I remember Adlestrop—
The name, because one afternoon
Of heat the express-train drew up there
Unwontedly. It was late June.
The steam hissed. Someone cleared his throat.
No one left and no one came
On the bare platform. What I saw
Was Adlestrop—only the name
And willows, willow-herb, and grass,
And meadowsweet, and haycocks dry,
No whit less still and lonely fair
Than the high cloudlets in the sky.
And for that minute a blackbird sang
Close by, and round him, mistier,
Farther and farther, all the birds
Of Oxfordshire and Gloucestershire.
By Edward Thomas