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24 enero 2025

"Los pazos de Ulloa": Donde te ríes, te cabreas y aprendes conceptos como "trasconejado"

Hoy toca usar “Los pazos de Ulloa” de Emilia Pardo Bazán para hablar de lo que yo quiera -que bien pueda ser hasta del libro. Pero antes referir al divagante a la entrada de "Insolación" -que me quedó ingobernable pues me dediqué en gran parte a hablar de la autora- así que hoy me lo ahorro.  [Disculpas si te he vuelto a pegar la canción del mismo título de Albert Pla para el resto del día: a mí me pasa siempre- y no se va fácil]. Decía, que en ese divague podrán leer lo del feminismo de Pardo Bazán y lo de la imbecilidad de los escritores de la época (sí, todos: Clarín, Baroja, Pla, Pereda...) metiéndose con la autora por gorda y por hacer lo que le daba la gana. También hablamos allí del Naturalismo, de "La cuestión palpitante" y de su relación, tan moderna, con Galdós. Una anécdota, a saber si apócrifa es cuando se cruzaron en una escalera y ella le dijo: “Adiós, viejo chocho”; a lo que él contestó: “Adiós, chocho viejo”.

De nuevo, su sentido del humor
Decir eso a un antiguo amante con el que te has seguido escribiendo 20 años es un ejemplo más del sentido del humor de esta mujer - lo que más me gustó de "Insolación". Expresiones loquísimas ["después de echárselo al coleto"- esta es de “Los pazos”], algunas que me parecían incluso modernas y con las que me he reído releyendo aquella entrada. Eso sí, en "Los pazos" hay mucha menos irreverencia [recordemos que "Insolación" comienza con la heroína recuperándose de una resaca], aunque sigue habiendo expresiones muy graciosas: "unos catedráticos acatarrados y pergaminosos", "y en cuanto al cabello, dormían en él capas geológicas", "dijo que al capellán le había dado algo; que estaba como difunto", "Julián sacó del libro del abad una jaqueca tremebunda", "y dejó para siempre jamás amén a su capellán", “aquella papelería trasconejada” (que significa “perdido, extraviado”: no puedo esperar a usarla), "tan currutaco y tierno", “engolfado en la lectura”, “ir hechas unas fachas” y si pensabas que “facineroso” la había inventado aquel del jacuzzi, pues no.

Contexto robado
Tras leer la novela escuché su podcast de “un libro, una hora”, y luego el de su segunda parte, “La madre naturaleza” (que no he leído). Este es un podcast en el que su narrador -de voz imperiosa- te cuenta la novelas de cabo a rabo, y un par de veces sale una mujer que da un poco de contexto y análisis. No lo suelo escuchar porque yo querría eminentemente pasarme una hora entera de disección escuchando a la mujer, en lugar de al que te destripa la novela con el látigo chasqueando de fondo. Pero bueno, hoy los he escuchado y la mujer dice que, cuando se publica esta novela, 1886, hace 40 años que Emily Bronte ha publicado "Cumbres borrascosas" (1847). Que plantea el conflicto entre cultura e instinto y el interrogante de si son lo mismo, expresado en Nucha, la chica joven que llega de la ciudad a vivir en un pazo decadente, tras casarse con el señorito don Pedro, que es su primo. Es la contraposición entre lo primitivo y lo civilizado, cultivada por Valle Inclán postmodernísticamente, por Cela tremendísticamente en su Pascual Duarte y por Torrente Ballester en "Los gozos y las sombras". A esta última le tengo ganas.

El cura, un soseras que no mete mano
Hay varios personajes centrales, pero para divagar psicológicamente me quedo con el cura Julián, que llega a los pazos al principio de la novela (“qué triste país de lobos que antecedía al valle de los pazos”) para llevar los libros del señorito, y a través de sus ojos nos adentramos en el contraste rural-urbano y en especial en la suma decadencia en la que vive la así-llamada aristocracia de la zona. Se podría decir que la novela es un bildungsroman por lo que tiene de “novela de aprendizaje” para Julián.

El pobre es continuamente objeto de mofa por lo "afeminado" que es -el abad de Ulloa le desprecia y apoda "Mariquitas" porque se lava, se corta las uñas y bebe agua [imaginen, lavarse!]. Además es pusilánime y soso ["renegaba Julián de su sosera; ¡cuánto daría por ser elocuente!"], y hasta reconoce él mismo que "soy muy apocado y... así, como las mujeres, que por todo se afectan". O sea, lo femenino asociado con lo débil, retraído, pasivo.

En todo momento yo, lectora de 2025, esperaba que fuera a salir con algo sexual pero no: cuando describía su amor incondicional por Nucha, al final era para él algo así como un icono gay, una Evita Perón gallega. O cuando quería besar a Perucho, el hijo bastardo del señorito, lo mismo: todo sin malicia. Con lo que me he reído es con que el crío "pone los pies en polvorosa antes de que pudiese lograrlo": alguien recuerda esa infancia española en la que la gente quería besar a los niños? Yo lo odiaba, y una vez una anciana venerable con la que me resistía  me preguntó la razón y solté, con todo mi papo: "porque huele mal". La señora amenazó con decírselo a mi padre.  Es una de mis anécdotas memorables:  mi madre aún la cuenta negando con la cabeza y diciendo que "pasó mucha vergüenza". Apuesto a que apestaba. 

El psicópata acomplejado
El señorito es el contrapunto del cura Julián: representa lo salvaje, lo rudo, lo masculino, lo sucio, lo sexual. Es un personaje sumamente desagradable con “un fondo de crueldad sostenido por su vida grosera” y al que también Pardo Bazán le hace un retrato al óleo. No me ha interesado ni por su lado psicópata -ya saben que es un interés especial de la que firma [cuida con lo que deseas: leyendo sobre la inauguración de Trump, parece que voy a tener un “field day” de 4 años sobre el tema]. Como el nuevo presidente, este es déspota de poner pelos de punta, cree que es dueño de los que trabajan para él “por quién soy os pongo a cuatro a todos a cuatro patas y me lleváis a caballo hasta Cebre”, “ese es tan mío como los perros que llevo a cazar no le mando que ladre y que porte porque no se me antoja”, o está seguro de que les puede dar una manta de palos, sin que el juez "me venga a empapelar".

En un punto de la novela se presenta a las elecciones locales, pese a no tener ideas políticas: “se inclinaba al absolutismo creyendo inocentemente que con él vendría el restablecimiento de cosas que lisonjeaban su orgullo de raza como los vínculos y mayorazgos”. Aunque yo a esto lo llamo ideas políticas: muéstrame un "apolítico" y te demostraré que es de derechas. Pero en el fondo, lo que le asola es un tremendo complejo de inferioridad, por ejemplo le sofocaba la atmósfera intelectual propia de las ciudades universitarias -como Santiago- “porque él no estaba fuerte ortografía”. Claro.

Y como todos los machotes, es violento con los débiles, y se ceba con las mujeres: su amante tiene hasta un trozo de una oreja cortada y su esposa una moradura en la mano. Cuando Julián le llama la atención, el tipo responde que sí, que ya sabe que no hay que pegar a las mujeres, pero que depende de la mujer, "según sean ellas... hay mujeres y mujeres". Es que vamos provocando.

Para las mujeres, cualquier tiempo pasado fue peor
Pero es que lo de las mujeres en la novela es deprimente, infuriante, asqueroso. Cuando nace una niña: "el angelito es hembra; habrá que resignarse". Al ama de cría la llaman "vaca humana". El mismo padre de Nucha que, ante todo, quiere casar a las hijas: "Entre los numerosos ejemplares de padre que quiere colocar a sus niñas, ninguno más vehemente que Don Manuel Pardo". Pero no con cualquiera: “Ahora, mejor que se queden para vestir santos antes que casarse con el comerciante que medra vendiendo paño, con el médico que toma el pulso; eso sería, vive Dios, profanación indigna!". Así son la aristocracia, ni siquiera las profesiones liberales les sirven... La vida de casadas era entendida "a la manera calderoniana sobre eso del honor conyugal: española neta, indulgentísima para el esposo e implacable para la esposa". La verdadera función femenina era la gestación y alumbramiento, y parece que “las del medio rural están mejor dotadas que las de la ciudad”. Inspiro fuerte.

Hoy, a tenor de un podcast feminista que le envié, he tenido una conversación con una amiga médica, de esas que te vas dejando mensajes de voz en whatsapp a lo largo del día. En el último suyo, a las siete de la tarde, me contaba que volvía agotada a casa tras doce horas de trabajo. Ya sabía ella que no iba a estar yo de acuerdo, pero concluia con que si ahora su marido ganara una pasta, ella dejaría de trabajar. Y seguía con la narrativa de que "nos han engañado a las mujeres con eso de que podemos con todo". Yo creo que nos han engañado a todos con el consumo, las experiencias y la tontería, pero solo lee “Los pazos”, amiga, solo lee cualquier cosa que te cuente cómo era la vida las mujeres antes de que tuviéramos independencia económica. Que ahora es complicada, sí, pero nada igual. Espero que Mini nunca se olvide de lo que le dijo mi suegra cuando le preguntó un día “de qué se arrepentía más de su vida” y ella le contestó, “de haber dejado de trabajar cuando me casé”.

El naturalismo por el médico
Dado el conservadurismo de la clase médica actual, da gusto ver que en “Los pazos”, el cientifismo y el progreso viene representado por el médico Máximo Juncal. Alguien habla de “su manía de la higiene y su culto de la salud; culto infundido por librotes modernos que sustituyen al dios de Sinaí con la diosa Higia”. Empieza quejándose de que se use a la así-llamada “vaca humana” sin tener en cuenta “su libre albedrío”, solo por ser hija de uno de los trabajadores del señorito.

Luego me encanta su anticlericalismo cuando le dice al cura Julián: "usted tiene que estar por el feudalismo y la teocracia" y, aunque el cura se declara "apolítico", le dice una de las mejores frases de la novela: "todos los pájaros de pluma negra vuelan hacia atrás". Maravillosa Pardo Bazán - y eso que era católica devota, lo que no le impide poner en boca del doctor Juncal más perlas sobre los curas que “pueden tener intereses bastardos, pueden querer vivir holgazanamente explotando la tontería del prójimo, pueden darse buena vida con capones y cabritos de los feligreses". Vivir de la tontería del prójimo, hay tanta gente que vive de eso…

Es todo un figura: atiende un parto "paladeando sorbos de ron" y contando batallitas -entre cabezadas "ayudadas por el ron": parece que su profesor cuando llegaba a un parto y veía a la gente rezar o con "estampas de santo y sus candelicas" gritaba furioso: "A ver! O sobra el santo o sobro yo!". Solo por esa última frase merece la pena leer la novela. Yo siempre he pensado que si un día entro en una consulta médica y tienen un crucifijo, me levanto y me voy. Ahora, además tengo frase: "A ver! O sobra el santo o sobra usted!".

Así que Pardo Bazán usa al médico para filtrar sus ideas naturalistas, que intentan explicar desde un ángulo materialista la etiología de los problemas sociales, llegando a una crítica social profunda desde el determinismo: es que no hay nada que hacer. Ni Dios existe, ni la moral, y para que unos pocos ganen, muchos han de perder. Coincidencia, que sobre el determinismo estoy leyendo el último Sapolsky's ("Determined"): en unos meses el divague en su quiosco.

La forma
Y ya termino con algún subrayado que tal vez sirva para ilustrar lo bien que escribe esta autora: "con pegajosa dulzura de animal doméstico", “Nucha no pesaba más que un ramo de flores”, “con el decoro propio de un paso de minueto”, “callaron todo el camino porque los oprimía la tristeza inexplicable de las cosas que se van”, “cayéronsele a don pedro las alas del corazón”, “detenida ante esas lóbregas puertas que llaman de la muerte con un pie en el umbral como diciendo entraré no entraré”.

Una maravilla, Emilia Pardo Bazán: feminista, irreverente, contradictoria y llena de risas e ironía. Qué trasconejados nos tenían en la época escolar que solo nos daban a leer a los señoros.

2 comentarios:

  1. De Dña Emila poco que decir, aparte de que está (ba?) muy infravalorada... el divague le hace justicia...

    Mi afán arqueológico me llevó hasta Vermont Avenue del 2014 y me quedé algo asombradico por encontrarme un tercio de 96 comentarios con el epíteto de "eliminados"... me hizo pensar en algún tipo de incendio premonitorio (o puede que usahuracán, porque sale una Katrina, con alguien que rima con él)... en fin, nada que objetar... solo paseaba por allí.

    Bicos deshuracanados...

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    Respuestas
    1. Gracias MV. Y sí, había un comentarista en la época q tenía la irritante costumbre de borrar sus comentarios, aunque nadie sabe de dónde venía esta paranoia, ya que firmaba con pseudónimo.

      Es una pena pq en esa época había mucho diálogo entre los divagantes (ahora lo sigue habiendo, pero suelo ser yo con quien comenta solo), y yo siempre decía que esas conversaciones eran mejores que la entrada q yo había escrito (un frecuente era NáN, al q ya conoces por su inteligencia y sensibilidad). El caso es q el hilo de muchas conversaciones se ha perdido por este señor, una lástima.

      Pero espero q de ese divague te hayan gustado las fotos! :)

      Unos bicos y feliz finde!

      di

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