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15 septiembre 2024

De cómo acabamos en un crucero y de lo que allí aconteció. Parte I. (V15)

Jueves, 25.07.24: De Ninh Binh a la Bahía de Ha Long



Creo que aún no he hablado de Phuong Vu, un contacto de nuestra mentora Annapetons. Esta chica trabaja en una agencia de viajes en Hanoi y es una especie de "La Conseguidora" de Vietnam (quién la tuviera para la-vida-diaria). Todo vía whatsapp, semanas antes del viaje, le mandas tus ruegos, dudas, preguntas y neurosis, y ella, á la Señor Lobo, te contesta con calma y aplomo. A propósito de las neurosis, mucha risa cuando le pregunté si me teníá que llevar mosquitera y ella, sin inmutarse: "no need it, because most of homestay have it, in hotel no have mosquito" ("en los homestays tienen mosquitera; en hotel, no mosquito"). Los neuróticos somos como los niños: nuestra figura materna nos da un dato y lo creemos ciegamente - así es cómo me tranquilicé yo sobre el anópheles en las noches vietnamitas. Así que Phuong Vu nos fue reservando algunos transfers y esas cosas molestas de todo viaje que antes siempre hacíamos nosotros, pero recordemos la última iteración de los Pedalistas** en Los Millonetis*. 
(*) Nótese que esto es con vagas pretensiones cómicas porque nada es caro en Vietnam.
(**) Ante todo, tranquilidad: los Pedalistas volverán en el siguiente viaje, yo me encargo.

Total que Phuong Vu nos arregló el transfer en bus a la bahía de Ha Long, y nos reservó el crucero (sí, han leído bien, crucero, pero puedo explicarlo todo, no cierren aún). Y algo muy curioso: aparte de una pequeña trasnferencia cuando reservó algo, no quiso cobrar nada de lo que adelantó hasta que llegamos a Hanoi. 

Pero volvamos a "tiempo real", al homestay donde Phuong Vu ha mandado a sus Minions que nos recojan a las 7:30.  Pero, oh, a las 06:55 llaman a la puerta diciendo que ya nos están esperando, solo imaginen. Desayunamos de pie, meto algunas cosas (también el bizcocho verde) en una bolsa, salimos azorados. Hay un mini-bus esperando lleno de turistas occidentales que no parecen contentos de haber estado ahí esperando como un cuarto de hora. En particular un padre de familia de nacionalidad indeterminada hubiera querido iniciar un linchamiento colectivo pero afortunadamente, no cuaja. Total para nada, porque salimos a a 0710 y a las 0725 nos hacen bajar a todos y esperar en una gasolinera. No entendemos nada, pero me siento de alguna manera vindicada ante el turista enojado. 



Por fin llegan otros mini-buses y toda nuestra partida -incluso él, ja!- se suben en uno pero cuando les seguimos, ay qué risa, qué justica poética, nos paran los pies: "Noo, el señor Peda no" y nos indican otro de cristales tintados y todo lo que parece GRAN LUJO, y es ahí donde "el señor Peda" y sus acompañantes suben. Esto ha sido cosa de Phuong Vu, que como dijo Annapetons, organiza todo muy bien. Yo alucino, porque cuando soy yo la agente de viajes estas fantasías no pasan. Atención los asientos de cuero, muy espaciados y las luces led de sicodelia. 


El Peda narra en su diario: "Viaje tranquilo, llueve a ratos, por pueblos casi todo, viendo Viêt Nam. Paramos a la hora y media al baño y comprar agua y seguimos otra hora". Nunca os podría haber colado que esa era yo con ese gorrito tan chulo que le ha puesto a la e - no soy detallista en las formas como él, lo sé. He de añadir que paramos en una especie de supermercado-hangar-almacén donde venden los ultraprocesados más espectaculares que he visto en mi vida. Lo que parecen barritas energéticas gigantes, cortezas de cerdo como de mamut, así todo. Por fin, tras un nuevo cambio de minibus -siempre en los estándares deluxe que acostumbramos- llegamos al muelle, donde hay que esperar con otros occidentales con maletones a la llegada de un barquito que nos llevará al... crucero.

A ver, lo del crucero: siempre he dicho que esto representa el resumen de mis peores pesadillas: un montón de gente atrapada ahí que baja a ver las ciudades cuando están, por definición, llenas de "gente de crucero" (he vivido estar unos días en un sitio que se transforma en un lugar insufrible cuando llega el crucero, por ejemplo Duvronik, y cuando se van se restablece su normalidad, incluso su belleza). Sigo pensando lo mismo, pero aquí, para despertarte enmedio de los karsts maravillosos de la bahía de Ha Long, había que ir en unos barcos que tienen preparados para "la experiencia". Así que Phuong Vu nos metió en un crucero de una noche (son de una o dos) a todo plan, un barco pequeño de dos plantas, nada que ver con esas moles de "Vacaciones en el Mar" o el "Pride of Bilbao", que no es crucero sino el barco que hicimos de Portsmouth a Bilbo hasta arriba de bromuro (según el Peda) hace la tira de años - creo que tengo una crónica por ahí en un docu de word, a ver si algún día la subo.  

Pero divago: el barquito (al que llaman "tender") llega al barco-barco y en la bienvenida sí que es "Vacaciones en el mar" total: la tripulación nos espera saludando. Todos saludamos de vuelta, yo sufriendo porque esto les debe ir en el sueldo, y seguro que se están acordando de nuestros muertos con el saludito y luego escupen en la comida como nuestro ídolo Tyler Durden.  



En total, no llegan a 24 horas lo que estamos a bordo y con la distancia puedo resumirlo en una frase: no se paró de comer. Si no fuera yo, lo dejaríamos aquí porque esto es básicamente lo que se hace, pero soy yo. Sé que habrá cejas levantadas y escepticismo por situaciones pasadas tergiversadas, recetas que no fueron tal vez entendidas, pero no exagero, sigan leyendo.

Nada más llegar, sin bajar siquiera a los camarotes, hay que comer. El Peda escribe: "Menú cerrado" y es cierto, en el resto de las comidas hay buffet, pero aquí nos traen los platos que no recuerdo ni fotografié, pero había cosas que no habíamos probado antes. 

Ahora un poco un tour, la primera foto es desde un lateral y la segunda es la cubierta de popa:



Por fin bajamos a la habitación que es chulísima. De nuevo Mini duda de nuestra identidad como sus padres. Toda la pared es un cristal que da a tu terraza privada para despertarte precisamente ahí (sí, hay cortinas, ansiosos, pero dormimos con ellas abiertas porque para eso hemos pagado). El baño es también como de casa normal, yo que estaba acostumbrada a ese sistema de los veleros, pero no: aquí todo muy top. 

Según el Peda (olvidé esta secuencia): "Siesta y leer. Compro tres cervezas a una chica que se acerca en barca vendiendo de todo. Se pone a llover fuerte".  [Recordemos, Ro dice: "temporada de lluvias"]. Esta chica, el equivalente del que va vendiendo refrescos por la playa,  es terriblemente fotogénica, con su sombrero (i)cónico sobre su barquita de madera. 


La de abajo la fastidia el barco de fondo, pero obviamente no estamos solos en la bahía (no soy una de esas de Instagram que hacen parecer a Santorini desierto). Aunque nosotros fuimos a Lan Ha Bay, en lugar de Ha Long - donde dicen que hay más barcos, pero quién sabe. 


Mini y yo nos ponemos los albornoces y nos vamos a proa, donde hay una piscina jacuzzi. Lo mío es para darme una medalla porque lo que no he contado es que en este punto tengo un catarro descomunal, que empezó ya hace un par de noches con dolor de garganta y hoy está en fase florida.



A las 16:00 hay kayaks, en los que entran dos. Me encuentro tan empanada que me veo chocando con un karst, con una vendedora ambulante o provocado un accidente nautico entre los cruceros, así que decido quedarme en la terraza leyendo, y documentando el evento: 





Así que ahí estoy yo, como una pepa en el balcón leyendo, y así cuenta el Peda "la experiencia kayaking": "Mini se lo pasa bomba, es lo que más le ha gustado de todas las vacaciones, no para de hablar en todo el tiempo. A ratos llueve pero nos da igual. El entorno natural es espectacular. A la vuelta hablamos con Di que está en el balcón y nos damos un baño en el mar". Más moral que el Alcoyano porque -anota la reportera honesta- la limpieza del agua deja bastante que desear por las lluvias de los últimos días (a lo lejos veo un trozo de agua con botes de suavizante de ropa).




A las 1715 (ni qué decir tiene, estas cronología exactas se las debemos al Peda) nos metemos otro poco en el jacuzzi, creo recordar que hay como tres personas más. Después de la ducha me enfrento ante la decisión de "los vestidos blancos". Me explico: Fashion, como su nombre indica, es una mujer que por razones que no vienen al caso, hasta hace poco producía máginamente y sin costo alguno todo tipo de prendas desde el elegante al informal: trabajaba desde el "knit" (lana), hasta la plana, pasando por la seda (pijamas im-presionantes), o el lino. Así que tengo un número de vestidos de lino que pocas veces se da la oportunidad de llevar en un clima como Londinium o en viajes por los que subo por rocas. Son vestidos para hoteles bien o, exacto, cruceros. Así que esta es la oportunidad para llevar ese vestido de romana por el que yo no habría pagado, la verdad (no me gustan las asimetrías, soy más de halter), pero a vestido regalado no le saques las escuadra ni el transportador. 

En fin: que ataviada como si fuera a un chillout pijo en Ibiza con la archiduquesa Von Algo -pareja marciana con el Peda que sigue con sus icónicos 501s cortados (y un agradecimiento desde aquí a Mini que hace aquí un esfuerzo) subimos a la cubierta de atrás a "la merienda" que consta de (gracias Peda): "cacahuetes calientes cojonudos, fruta, profiteroles de nata, prawn crackers, té". Puntos para la Fruta de la Pasión a go-go y aclaración: cacahuetes tostados salados. Esta foto de abajo es de un rato después, cuando dan una "clase de cocina" de la que afortunadamente no recuerdo nada. 


Ni qué decir tiene que los agradecimientos a Mini son breves porque enseguida anuncia que se vuelve a la habitación a mirar el mundo a través de una pantalla de 90 cm2, en lugar de ver la puesta de sol inminente en uno de los lugares más bonitos del planeta. [Nota: sé que este comentario es no ya "viejuno" sino de un lugar-común-generacional que tira para atrás, no hace falta que me lo digan, pero si quieren, háganlo, tal es la desesperación por comentarios de las blogueras minoritarias]. Con prisas, la heredera acepta hacerse esas emblemáticas fotos familiares con el cielo ese de escándalo, pero luego nos quedamos el Peda y yo "intentando captar el momento en lugar de disfrutarlo". [Nota: bienvenidos a otro lugar común, pero no todo el mundo tiene su intensa vida interior, señoro tertuliano, no todo el mundo vale para la elongada meditación-mindfulness mirando al infinito].

Aquí va la turragrafía del atardecer, todo porque no puedo decidirme a cual quitar. Solo anotar una vez más que ninguna foto de esta serie Vietnam tiene ningún tipo de filtro o arreglo. Lo sé: heavy. 
 











Me dan ganas de cantar "escandaló-es-un-escandaló" de Raphael, no solo por esos rojos del horizonte (dios existe), sino porque enseguida tocan la campana de cenar, en serio. Sí, aún estábamos loando los cacahuetes fritos cuando llama el buffet, al que me arrastro como puedo porque mi catarro va tomando dimensiones épicas: es la fase congestión y acabo con cualquier cajita de servilletas en breves minutos. Me pregunto si esto es covid o "los aires acondicionados", decantándome por lo último ya que mis pituitarias se mantienen intactas (nota: no se ha llevado perfume en este viaje, atrae al anópheles). Así que doy el do de pecho cenando, de nuevo, pero pese a que la oferta de diversión nocturna del barco puja duramente con la de día (atención divagantes: karaoke!), mi cuerpo ya pide clemencia. Así que de la noche de luz y sonido, yo solo sé por las notas del Peda que, por lo que sea, no sube a bailar ni al karaoke con su hija. Quién diría que mi catarro fue una oportunidad para ellos: "Yo me tomo dos cervezas en el balcón terminando el libro. Mini hace las Pedalistas News" (los video-resumen del día para la familia, que seguro que tendrían más éxito que estas crónicas no solo en el salvaje mundo adiovisual del impacto en que vivimos, sino también aquí mismo.

Tengo una noche llena de sueños febriles, y algunos envolvían llegar tarde a la primera actividad matinal del crucero a las 6:15, que era....

~~Continuará~~

13 septiembre 2024

En Trang An, quienes reman son las mujeres (V14)

Miércoles, 24.07.24: Trang An

Hoy va a ser un divague eminentemente fotográfico, porque se me han olvidado las historias y el Peda fue bastante escueto en sus notas. A propósito de eso, el otro día, Mini: "es un fraude que estés colgando en el blog el diario del aitá pretendiendo que es tuyo". Le aclaro que siempre le cito entre comillas religiosamente y el resto es mío. Contesta con uno de esos ruidos adolescentes que tal vez mejor no interpretar...

Hoy el plan es dar un paseo en barquita por aquel río de ensueño que vimos desde la cima de Ngoa Long. Desayunamos pronto, como a las 0800, y ahí está la pareja de nacionalidad indeterminada que vimos ayer en la piscina con un Roc como de un año. Hay gente que es muy animada: una vez en Tailandia vi una familia de mochileros con tres niños que justo caminaban. Yo aquí por supuesto pienso en el Anópheles y su banda, Los mosquitos asesinos y otros amigos de los niños. Nos tacharon de locos por llevarnos a Mini de ruta por Grecia con 4 meses, así que esta gente, qué son?

Al salir se desmiente una vez más la sabiduría popular porque al que madruga, los dioses no ayudan: ya se han llevado todas las bicis del homestay, con las que pensábamos ir al "Trang An Landscape Complex" (así se llama, tal vez alguien debería comentarles que muy pegadizo como nombre turístico no es). Los barquitos surcan el río Sao Khe, hay nueve cuevas bajo los exuberantes karsts  (este adjetivo es mi traducción aproximada de "lush", palabra que me da cierta verguenza ajena, por lo que tiene de documental á la Rodríguez de la Fuente). Esta misma "experiencia" existe también en Tam Coc, pero elegimos esta porque dicen que, dentro de lo comercial, tal vez lo sea un poco menos.

Terminamos llamando un taxi y cuando llegamos nos hacen saber que "no iremos por las cuevas porque ha subido mucho el agua". La verdad es que es un respiro para mí porque en la guía ponía "cuidado con las cabezas", y la idea de estar bajo un karst de esos medio agachada no me llama (recordemos mi patética performance en los túneles Cu-Chi). Estos bonitos faroles chinos están en el edificio donde se compran las entradas:


A las 10:00 estamos en la barquita, los tres solos con una remera. En realidad, todas las que reman son mujeres. En la guía pone que a veces reman con los pies, pero no lo vimos.


No recuerdo su nombre pero fue muy simpática. Nosotros le ayudamos todo el rato a remar, así que no fue tan duro. Llevar cinco y que no reme nadie debe ser muy pesado. Evidencia de nuestro remo:



Como hemos indicado, el paisaje es lush a más no poder


Y no nos llueve, pese al cielo ominoso. Claro que en las fotos noto que los cielos salen más dramáticos de lo que eran...



Pasamos por varios templos, en un par paramos...



Los que van en las otras barquitas son todo asiáticos. Hay una en la que va una familia y el padre todo el rato en el teléfono como si invirtiendo en bolsa.


Turista documenta la (no) acción:



Nuestra amiga se despide y nos deja en la recreación de un pueblo con chozas prehistóricas donde ya habíamos estado el día anterior con las bicis. Podías quedarte aquí o volver hasta el principio; todo son unas dos horas y media. 




Un trenecito te devuelve a donde los faroles y allí tomamos algo. Volvemos en taxi y nos tiramos en la piscina... Yo estaba leyendo "Crossing to Safety" de Wallace Stegner, como queda claro aquí...

El cielo aquel amenazante por fin se manifiesta, y se pone a llover como si no hubiera manña. Se me aparece de nuevo el genio de la lámpara con forma de Naufrago Ro - y que ha salido cada vez que ha caído una gota- diciendo "temporada de monzón". El plan esta noche era ir a cenar en bici a Tam Coc pero no va a poder ser. Significa que nos tenemos que quedar en nuestra calle del lejano oeste desierto para cenar otra vez? En unas recomendaciones que da un enlace de Annapetons hablan de la pizzería Monalisa justo al lado. Armados de los paraguas del homestay salimos. Las pizzas están super buenas, sigue lloviendo. El punto de emoción lo dan gallinas caminando por la calle que entran al restaurante a cobijarse. Mantengo la compostura: tengo un paraguas.  Ayer vimos también sueltas tres avestruces: afortunadamente no se les ocurre venir a la pizzería, deben estar en el resturante de Pho. 

Veis que venía a mí directa?

La metereología aprieta pero no ahoga: para la noche ya ha parado y nos metemos a la piscina. Que es una fantasía que me hace sentir en un programa de verano de tele5 porque va cambiando de color con las luces (aún hacen esos programas que ponían una piscina, chicas en bikini y un tío feo presentando? Pregunta retórica porque espero que la respuesta sea NO). Estamos los tres solos y tenemos de esas conversaciones chulas con Mini que me sugieren que tal vez cuando se le pase el pavo y me deje de acusar de plagio y fraude será una persona potencialmente encantadora. Una pena que ha pasado más de un mes y no recuerdo el contenido. Pero no nos confiemos, al rato se va y nos quedamos nosotros disfrutando de uno de mis intereses especiales, probar cuantas más piscinas de noche pueda.... es bromaaaa: ser un bimbo de tele5 de los 90.

Mañana que hay que madrugar porque nos vamos de aquí. Leemos otro poco del "Handmaid’s Tale", un libro feminista de mujeres fuertes, como las remeras de Trang An.



12 septiembre 2024

Escribir no se elige: viejos diarios manuscritos en la Maughan Library

De todos esos consejos que te dan los gurús de la salud y el bienestar (paso al frente si has seguido alguno: yo, sacar la tostadora de la encimera ya que "nunca nada bueno salió de una tostadora"), uno de los más recientes es que hay que hacer "journaling" (o sea, escribir un diario). ¿Qué será esto para la gente que "no lo lleva dentro"? Por ejemplo, yo no "llevo dentro" levantar unas pesas de 4kg que me regaló Mónica para mi cumple:  están ahí sobre una esterilla de yoga que me dejó Lorraine cuando se cambió de casa (suena a complot de amigas que intentan que yo haga ejercicio, ¿no? porque, sí, sé que a estas edades he de trabajar la fuerza y la-la-la). Este pequeño potro de tortura doméstico (también hay otro instrumento que fue del Peda, como de remo) me mira mínimo ocho horas al día porque lo tengo en la habitación de mi mesa de trabajo, como tentándome, pero soy ciertamente inmune a sus cánticos de sirena. Llevo desde pre-vacaciones sin levantar una pesa, y es mi "resolución de curso nuevo" que esto cambie. Mientras tecleo esto podría estar ahí, sobre la esterilla; lo que pasa es que estoy haciendo lo que más me gusta, lo podríamos llamar "journaling". Que también hay que hacerlo, dicen.

O sea, me pregunto si llevarán tan mal esta prescripción la gente que nunca ha escrito, o mejor dicho, "que nunca ha necesitado escribir". Hemos hablado ya muchas veces en el blog de por qué escribe la gente, del "Why I write" de Orwell, y enlazado el artículo aquel de El País sobre el tema. ¿Lo llevarán como un lastre como yo lo de las pesas? (metafórica y en mi caso, no metafóricamente) ¿Harán el "journaling" porque es bueno para nosequé arrastrándose? 

Quién sabe, pero toda esta introducción para contar que el sábado, yendo a otro sitio, pasamos por la Maughan Library en Chancery Lane y había un cartel que anunciaba una exposición sobre... diarios! "Hand writing history: 200 years of personal diaries" (Historia manuscrita: 200 años de diarios personales). Aquí tenéis el cartel:


La Maughan Library es la principal biblioteca de investigación de la universidad de King's College Londinium (en el campus de Strand). Es un edificio neogótico del SXIX, que originariamente eran los Archivos Públicos y lo compró la universidad en 2001. Alguna escena de "The imitation game" (Tyldum, 2014)  se rodó aquí. Perdámonos por sus pasillos:


La exposición está en The Weston Room, que originariamente era una capilla medieval y que es una estancia maravillosa:



Aquí se expone la colección del artista Dylan Jonas Stone que ha ido coleccionando diarios manuscritos que escribía la gente desde principios del SXIX hasta hoy en día. Hay muchos de gente anónima: la madre que en 1808 llora la mujerte de su niña, el soldado que relata un día en las trincheras en Primera Guerra Mundial, los bombardeos en el sur de Londinium durante el Blitz en 1944... 


Yo no puedo ni imaginar la ilusión que me haría encontrarme en un arcón de un desván de casa familiar de pueblo el diario de, por ejemplo, mi bisabuela Felisa que nació en 1888 o mi tatarabuela Antonina que nació en 1850. Tristemente, no conservamos casa familiar de tan atrás, y a saber si mis antepasadas sabían siquiera escribir, pero mi interés por ellas está ahí. ¿Me leerán a mí mis tataranietas? Probablemente no, pero ojalá sí: os mando un beso. 


Esta inquietud por captar el momento en el que vivimos, tomar notas, es curiosa. Tengo un amigo que ya cuando le conocí en 2004, en medio de la nada en Bolivia, sacó del bolsillo un aparatito al que le habló:  llevaba consigo siempre una grabadora, como con las de dictar informes en el curro, e iba metiendo ahí sus ideas. 


Me entero que Coleridge era uno de esos que tomaba notas y las titulaba con frases como "Fly Catcher" (matamoscas) o "Day-Book for impounding Stray Thoughts…" (Libro de día para pensamientos vagabundos incautados). Eran notas al vuelo, aún no preparadas en absoluto para la publicación... eran más bien "laboratorios de investigación". Nota: Coleridge no estaba en la exposición.


Aprovecho para pedir disculpas por la pésima calidad de las fotos. Se me olvidó quitar el flash, iba con prisa, la vida...



En el cuaderno de comentarios del final escribí algo en la línea de que hoy el equivalente de esos diarios es bloguear. La razón final es la misma. Y no puse "entre en D&D", pero si hubiera sido en castellano, igual lo hubiera hecho: da para una buena historia de "cómo llegué a tu blog". Claro que es esas también tengo alguna aún más chula... :)




Tristemente este diario no estaba en la exposición (aunque tuve un manuscrito de Middlemarch al otro lado del cristal en la British Library hace unos meses), pero quiero hablar un poco de las notas que tomaba George Eliot mientras escribía esta novela: los llamaba "Quarry". Un quarry es una cantera, donde picas piedra duramente y quizás tras mucho trabajo igual llegues a encontrar un diamante. 



Y lo de abajo es una página del quarry de Eliot que me hace particular ilusión: son las notas que tomaba del diario médico "The Lancet" (que no sé si es conocido fuera de aquí, pero es una institución y aún existe) para crear al personaje del doctor Lydgate. Esto está en la Houghton Library en Harvard. 


Al salir de la Weston Room nos unimos a un grupo de estudiantes que iban haciendo un tour, y les seguimos hasta la sala de archivos original, la construyeron para estar blindada ante posibles incendios. Me recuerda mucho a la Londinium Library que es toda así:







Retrocediendo por el pasillo llegamos a la famosa "Sala de lectura dodecagonal", inspirada por la del Museo Británico. Fue muy difícil hacer esta foto porque la niña victoriana aka Mini no me dejaba ("it's not allowed!!!!"):



Y ahora podría terminar aquí, pero luego nos encontraron nada menos que tres Banksys, y los tengo que poner. 



Estos dos primeros ya los conocía-están en un subterráneo bajo Barbican. Precisamente allí alguien había alquilado el invernadero [fotos aquí, muy abajo] para casarse. Fue curioso verlos llegar porque entraron las damas y los damos de honor en parejas (como siete) y no había oficiante. Al final, llegó la novia del brazo de su padre... y su madre! Dentro de lo que paso de las bodas, esto me pareció tirando a original (claro que ya estoy preparándome para lo peor con la ninia victoriana). 


Nuevas disculpas por la foto con el maldito foco ahí delante: era el único ángulo para ver el evento. Y el siguiente Banksy estaba en Brick Lane, donde comimos. Es parte de la serie de animales que fue dejando este agosto por la ciudad:


Y no podía faltar en Brick Lane una visita a la librería Librería (se llama así) y algo sorprendente: un desfile de calesas tiradas por caballos de la comunidad de feriantes-viajantes o como se diga en castellano (travellers). Como dijo mi amiga "parecen sacados de Peaky Blinders".

Fue todo tan chulo como para apuntarlo en nuestro diario...