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17 octubre 2018

Serial 2. Drácula llegó a Whitby en forma de perro negro.


Ante todo, no quería ser l
a protagonista de la siguiente escena-cliché: yo, con el viento de frente y cara de considerar sesudamente lo que había dejado atrás (entran flashbacks de las calles de mi ciudad) en un acantilado de Whitby. Pero sobre todo, no quería dar charla intrascendente a los que, como yo, estaban colgados en aquella estación de autobuses. Porque según anunció al poco rato un chico pelirrojo todo huesos y corbata raída-bienvenidos al Reino Unido, donde los reponedores de supermercados llevan corbata-, el bus que esperábamos estaba roto en algún punto de "los Moors", la mancha verde misteriosa del mapa a la que aspirábamos adentrarnos. Yo iba a Banderley, pero ¿qué se le había perdido en Lo Verde a la señora de mi izquierda? Señora que, con gran estoicidad y sin dar una oportunidad al desánimo, sacó unas agujas, lana y lo que parecía un patuco y miró a su alrededor en busca de víctima. Mi objetivo se hizo claro: evitar la conversación que seguro contaría con testimonio gráfico, porque, aunque no existían los móviles, sí las carteras con fotos escolares de nietos. Aunque hubiera que subir al acantilado y someterse al cliché. ¿Habría consignas en aquel lugar?

Qué pregunta, consigna, pero la otra señora, la de las Jaffa Cakes dijo que ella me guardaría el maleterío, un conjunto irracional en su sobrepeso y volumen. En mi defensa: solo lo que se lleva una cuando se cambia de casa, país, y planeta. En aquella época, hace ya tanto, ni pesaban las maletas en el aeropuerto, o si lo hicieron, una mirada severa por parte de la azafata, y venga, pasa. Pero de haber fallado, Plan B: les habría llorado hasta hacerles llorar a ellos. Una pobre chica, a la que solo un examen separa de la estudiantez, que se halla justamente al otro lado del título de medicina, y lo que pesa tanto son libros, libros, libros, señora azafata, del que solo recuerdo el famoso "Kaplan, Manual de Psiquiatría Clínica", en castellano.  Fue quizás la última vez que me compré un libro americano, y definitivamente fueron los últimos coletazos de mi lengua materna en el aprendizaje del cerebro y su otro lado del espejo, la mente.

Hasta la mochila de mano le dejé a la anciana entrañable que hervía una tetera más, y salí a las calles libre, como no me había sentido desde que dejé mi casa con todos aquellos bultos, hace ya unos días-noción del tiempo: perdida. Y en la calle, por fin aquello parecía una mañana, con el canónico cielo encapotado, pero con niños de uniforme, y gente en el semáforo, y una floristera que abría su puesto. Si crucé la mirada con alguien, debió ser allí donde aprendí que esto era el norte, y que con desviar los ojos no valía: aquí había que sonreír. La gente o bien es amable, o tienen ese tic, que me tenía que apresurar a hacer mío: renovarse o morir.

Y, ensimismada con estas altas reflexiones, doblando esquinas, descubriendo más calles, subiendo escaleras,  mi mente parcialmente oscurecida por la noche toledada, de repente, la Abadía de Whitby me encontró a mí. No puedo describir mejor lo que pasó: ni iba a buscarla, ni pensaba en ella, pero al salirme al paso ahí arriba aquel fantasma, esqueleto de dinosaurio  o cenizas de castillo en llamas (disculpas por imprevisto ejercicio de taller de escritura), me sentí como Lucy Westerna, hipnotizada.

De verdad que debería dejar las referencias a Drácula de una vez, pero es que cuando salió el sol entremedio de las nubes, las ruinas de la abadía con el mar de fondo parecían una pintura de Turner. Todo el agotamiento de días de viaje, de separaciones, de nervios y de anticipación cayó sobre mí, a la vez que ocurrió algo que helaría la sangre de cualquier lector de Stoker: un gigante perro negro venía corriendo, hacia mí. Parecía que iba solo pero, entonces, la vi a ella. 

Tendría mi edad, o quizás menos, pero el maquillaje de los góticos es a veces impenetrable. Llevaba unas Doctor Martins y a saber qué bajo el enorme gabán casi hasta los pies (aún no se había estrenado Matrix, pero se hacen una idea). Por supuesto, me estoy resistiendo al adjetivo "negro", por razones obvias, pero es que todo lo era: desde el esmalte de sus uñas, hasta el pelo-corto, claramente teñido de azabache-ala-de-cuervo, o como dictamine esa temporada L'Oreal-, pasando por el eyeliner. 

-No te preocupes! No hace nada!-gritó desde lejos-Vlad, Vlad! Para!

-Oh, en serio? (típico: dueña de perro que, mientras se te abalanza, dice "no hace nada")

-Sí, tranqui, pero ya lo ato- intentaba recuperar la respiración de la subida-, me llamo Lucy-y me extendió la mano.

Sus ojos eran de un azul helado, preciosos. No me gusta el azul que tanto abunda por esa isla, sin complejidad. Prefiero los ojos con matices, con brochazos de otros tonos, que sugieren mezcla, o lo que sea. Los gustos no se explican: no tengo porqué racionalizarlo todo.  


-Ah, hola Lucy, encantada...-era de esa gente que apretaba mucho la mano- ¿tu perro se llama Vlad?

-Sí, ¿te gusta? -se retiró el flequillo con una mano llena de la obligada sarta de anillos; calaveras, serpientes, lo que quieras. 

-Errm, Vlad, sí... ¿de dónde viene?

Y sin darle tiempo a responder, en un momento comenzó a llover con tanta furia, que solo pudimos echarnos a correr. Ven! A la abadía! Y debería recordar aquí el ruido de la lluvia y el olor del césped, porque esas son las clases de cosas que se escriben cuando una sube a un alto a ver el mar, pero lo que me queda son las risas, y la duda existencial de por qué todo el mundo se ríe al correr bajo la lluvia- a no ser que seas Lady Chatterley y vayas a lo más divertido que se puede hacer sin reírse. Lucy se sabía los arcos más resguardados dentro de la desolación-cobijadora total que era la abadía, y allí pasamos un buen rato hasta que amainó. Así es cómo supe que Vlad no era casual y que, recordaba bien, el Conde Vlad III Dracula había entrado a Inglaterra en forma de enorme perro negro, tras un largo viaje en barco desde Transilvania, de cuya tripulación solo quedaba el capitán, y de su cargamento las cincuenta cajas de tierra transilvánica que le serviría al conde para sus tumbas energéticas-a falta de mejor nombre. 

Además, aprendí que Lucy era una chica cuyo amor por Bram Stoker superaba su pertenencia a tribu urbana, y supongo que la precedía, y era su razón de ser. Y, como todo hijo de vecino, quería hacer de su pasión su forma de vida.  

-Igual que la gente va a York a hacer paseos de fantasmas, yo hago un paseo draculiano en Whitby-ya estábamos bajando hacia Whitby, la tormenta pasada.

-Suena muy bien, si tuviera tiempo me quedaría a tu tour, pero volveré...

-¿Dónde vives? ¿De dónde eres? Tienes acento de... déjame adivinar... Y no me has dicho como te llamas!!

Al doblar la esquina de la estación, yo estaba contándole lo de Banderley, y aún veo sus ojos: le había tocado la lotería. Una gótica provinciana, que se sabe Drácula de memoria, conoce a alguien que va a vivir en Banderley!

Me dio un abrazo de esos que luego descubrí las inglesas son tan aficionadas, con palmaditas en la espalda, y me metió en la mano una tarjeta.

-Este es mi teléfono-bueno, el del pub donde trabajo. Llámame y ven pronto. Quiero saber cómo es Banderley por dentro. 

Cuando se alejaba el bus, miré el teléfono, el prefijo de la zona. En el reverso, con fondo negro (sorpresa), bajo unos ojos de sangre, 
unas letras se escurrían: "Conoce a Drácula". 

14 comentarios:

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  2. Lux, muchas gracias por leer y estas ideas. Que chulo sería escribir algo con feedback en presente continuo.

    No sé, si te entiendo… está escrito desde el presente-la narradora recuerda un pasado de hace unos 20-30 anios. A su vez, a veces habla de otro más lejano (como 10 anios antes). Así q no entiendo lo q dices, es todo un flashback.

    Sobre qué tipo de narrador…jo, es q no tengo ni idea. Esto no está planeado. Quiero decir, si sigo escribiendo esta historia, quién sabe si una vez en el hospital hablará otro personaje, o alguna entrada será desde el omni… no tengo ni idea. Mientras escribo, pienso q estaría muy bien si pudiera dar voz a un esquizofrénico, o a un límite, o a un autista… igual lo intento, pero no sé si lo conseguiré. Si me sigue saliendo la misma voz, será q no, claro.

    NO sé que va a pasar… esta entrada iba a ser q llegaba al pueblo ese, pero lo extendí un poco y me salió esto, y un nuevo personaje. Fashion me ha dicho “te das cuenta q ese personaje se parece al de la chica del tatoo”… no es asi, esta es solo gótica, q va muy bien con el mundo Drácula, q es Whitby. Esta no va a ser autista ni nada asi…yo ni me había dado cuenta pq no he leído los libros, y solo he visto la primera peli sueca. TB me ha dicho q “me pone mala” no le pega. Quiero decir q “la voz” quiero q no sea encorsetada, lo q se entiende (o entendía) por “literaria”. Hay mucha literatura anglosajona escrita en esa clave y, tras mucho leer, es la q más me gusta, mejor q ciertos intensismos q un dia tuvieron su lugar pero ahora ya no para mi.

    Todo esto te cuento! Es chulo hacer meta-escritura de lo escrito. Lo principal es q, como siempre, me encanta escribir. Ojalá tuviera el talento de los q admiro, peor para mi lo importante es q me lo paso bien. Espero q eso transpire, q está escrito desde el juego y el tiempo de ocio, en el q otros van a correr o a tricotar, y yo escribo.

    Muxus!

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  3. PS. Y espero haber contestado q claro q participara el lector… con tus comentarios me haces pensar y eso ya es participar mucho. Pero si se te ocurre algo más, dime!

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  4. Una historia estupenda: que el país te reciba en forma de una gótica draculina. Me lo he pasado muy bien leyéndola.

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    1. Gracias Nan!!! Me gusta lo de gótica draculina... Viste la primera entrega? (dos entradas atrás)

      Beso

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  5. Podrías añadir una escena en la que la gótica haga algo con las manos, como cocinar o lavar los platos. Siempre me he preguntado si esa gente tarda el doble por el tiempo que tienen que dedicar a quitarse todos los anillos o si van permanentemente con los dedos llenos de óxido de plata. Aunque puede que usen quincallería de acero inoxidable...no sé: es algo que habría que investigar

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  6. Aquella ciudad era tan nueva como si un señor del Ayuntamiento cambiara el nombre de las calles cada mañana.
    No merecía la pena memorizarlas, exceptuando las esquinas.
    Los córners son muy importantes en esta zona del mundo. Primero porque se ven desde dos calles y segundo porque los pintan de un color diferente al de las casas de cada calle. De tal suerte que destacan mucho.
    Había una panadería en una esquina pintada de rojo bermellón.
    Y una farmacia pintada de azul celeste que parecía escaparse de su esquina.
    Seguro que el pub donde trabajaba la chica gótica estaría pintado de un color diferente.
    Son cosas que pasan en los países del norte, en México y en muchas poblaciones del Caribe.

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  7. Hola darlings! Qué gran mani hoy en LOndinium!

    https://www.eldiario.es/internacional/personas-exigen-Londres-votacion-Brexit_0_826967678.html

    Mañana os cuelgo fotos...

    CESI, a mi me intrigan más la gente q lleva las uñas largas.. cómo hacen nada?Mi profesora de biología de BUP dijo, para explicar la adaptacióna l ambiente (y lo recuerdo como si fuera ahora): "las q seáis señoras de" llevaréis las unias largas, las q seais médicas o en laboratorios, cortas... así nos adaptamos al medio. Yo mucho antes de eso había decidio spr llevar las unias cortitas. NO me las he pintado jamás-ni de negro, como la gótica. Y me fijaba un montón en las manos de la gente-ahora creo q menos.

    Qué gracia DRIVER... me encantan las csas de colores, aunque aquí no las he visto como en otros países. Una vez, para animar un poco aquel pueblo desesperante "Vetustilla de la Torre" le dije a mi padre q por queno proponían pintar las csas de colores y llamarlo al proyecto "Vetustila colorista".. creo q no cuajó :)

    Love

    di

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  8. En la pintura del exterior de la casa hay, al menos, tres actitudes.

    1. La habitual, a la que me apunto, es dejarla tal como la encontraste. Esta es la mía.

    2. La prepotente, que quiere imprimir mediante el color una improtnta de tu propio ser. Me temo, Di, que esta hubiera sido la tuya si tu padre te hubiera dejado.

    3. La racionalista humilde. Esta era la postura de Juan Ramón Jiménez. En una ocasión en la que tenía que repintar la casa que había comprado, se fue a consultar al vecino de enfrente para preguntarle de qué color quería que la pintara. "Como usted quiera. Es su casa", dijo el vecino. "Pero es usted el que la va a ver continuamente", respondió el poeta.

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  9. De lo que voy a decir no estoy muy seguro. Para mí lo normal es no estarlo. Los escritores o en general la gente que crea o inventa algo tienen esa voz, la del creador literario (no sé cómo llamarlo) y luego tienen otra, la personal literaria coloquial, y supongo que pueden tener otras más, según su propósito.

    Por ejemplo: la voz de escritores articulistas es diferente de la que tienen cuando escriben libros, novelas, y puede ser diferente a la que tienen cuando son a la vez comentaristas de radio o reseñistas. Y todavía pueden tener más, la que a veces decepciona: la que tienen cuando los conoces en persona. No me refiero al timbre, claro.

    Me gusta lo que escribes, creo que en parte porque no sé dónde irá a parar. Llegar a un lugar nuevo siempre abre muchas posibilidades literarias y no literarias. Das referencias que a veces pillo y otras no, pero es tu voz y estilo, claro, soy yo quien no pilla todas. No te conozco en persona aunque encuentro similitudes entre tus post y el serial. La voz literaria me parece hasta ahora muy similar a la voz bloguera, por decirlo de alguna manera. No sé si eso es bueno, malo o indiferente.

    Bueno, vaya rollo que me he marcado en un momento.

    Un abrazo

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  10. Hola ANDANDOS, muchas gracias por seguir leyendo y comentar!

    Me interesa mucho tu reflexión sobre "la voz". Yo creo q es lo q tiene q aspirar todo escritor, a tener voz propia. Si has conseguido eso, ya es algo. Que no quiere decir q escribas bien, o q el contenido de lo q cuentas interese al personal. Pero si logras q esa voz haga click con alguien, voilá! Has comunicado. Dices q la voz de esta narración es la misma q la del blog y, sí, estoy de acuerdo. Es la mía. No es solemne ni intenta tomarse a sí misma en serio, sino todo lo contrario. Uso expresiones coloquiales (y soy consciente de q el pero q se le puede poner es q algunas no estaban de moda hace ~ 25 anios, cuando se supone q está pasando esto, esto es un error). Pero fíjate q estoy leyendo un libro sobre la guerra de Troya y los personajes hablan como hoy en día, y la autora dice "a quién le importa la anacronía en perosnajes q algunos son dioses o semidioses q ni siquiera existieron".

    Me preocupa q no pilles algunas referencias... ese es mi problema, no el tuyo. Quiero decir q como meto muchos conceptos teóricos es normal q la gente no los conozca pro yo lo explico (aún no has llegado ahí), pero si hago una referencia lateral q es críptica, eso no está bien, no comunica nada. SObre los conceptos teóricos, a la gente no le suelen gustar (por feedback q he tenido), pero yo sospecho q a mucha gente ahí afuera le interesan..

    Bueno, mil gracias!

    di

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  11. Las referencias. No es fallo tuyo ni mío, creo. Parecen querer decir varias cosas, las referencias: influencias y procedencia cultural del autor, anzuelos para remover la memoria, guiños cómplices generacionales y culturales al lector, espacio que ayude a situar al lector... no sé mucho más. Sí parece que son necesariamente locales la mayor parte de las veces, son difíciles los guiños universales, aunque debe haber grados de universalidad. Banderley puede ser para mí aquel sanatorio que había en el Moncayo en el que no he estado. Creo que de pequeño me llevaron una vez al ¿Buen Pastor, reformatorio, correccional? para un examen supongo que psiquiátrico, no lo recuerdo.

    Creo que yo lo veo así: la autora, tú, propones decir algo como tú quieres decirlo y es el lector o lectora el que acepta o no las condiciones implícitas en tu estilo. Y lo haces gratis.

    Supongo, bueno, estoy seguro de que esto está estudiado, porque algo muy parecido ocurre en cine, teatro, pintura…
    Todo esto parece muy serio pero hay bastante de juego, creo. El Quijote, sin ir más lejos.

    De lo que sí estoy seguro es de que lo relacionado con escribir es algo muy muy extenso, apasionante y que tú te lo pasas bien, se nota.

    Un abrazo

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  12. Yo leí "Rayuela" con 20 anios creo. Luego q he leído citas, algún capítulo, pero nunca entero. Siempre pensé q cuando fuera vieja lo releería para intentar pillar muchas de las referencias q me perdí en la primera lectura. Así q estoy de acuerdo en lo q dices, no pasa nada por no compartir referencias, están ahí y quien quiera las puede seguir, si le interesan. Según q libro leo, busco cosas q sugiere, y algún libro me lleva a otro.

    Las referencias son la vida, por ej, tú me has dado dos en este comentario q yo desconocía, y q he buscado en internet y ahora sé un poco más, el sanatorio (antituberculoso) del MOncayo y el BUen Pastor. Curioso lo del MOncayo, igual cuando vaya por allá hago una excursión... gracias.

    LO más importante es q se note q el q escribe se lo pasa bien, es el primer requisito para intentar q los q leen lo hagan :)

    Hugs

    di

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