"The ragged trousered philantropists" ("Los filántropos en harapos") del irlandés Robert Tressel (nacido Noonan) es un clásico del socialismo británico, escrito en los primeros años del SXX (Tressel murió en 1911) y publicado, casi por casualidad, en 1914.
Tressel vivió parte de su vida en Sudáfrica, donde trabajó como rotulista, y finalmente se mudó a Hastings, en la costa sur de Inglaterra, que es la ciudad de provincias donde transcurren las desventuras que narra la novela, pero disfrazada con el nombre de Mugsborough. Mugsborough es una maqueta de la sociedad de la época eduardiana en Inglaterra.
Arriba y abajo
Tressel comienza presentándonos a los personajes principales (aunque hay muchos más, la novela, de 619 páginas, es enciclopédica): una cuadrilla de trabajadores que están pintando una mansión, su encargado (Hunter, al que llaman "Misery"), el dueño de la compañía (Rushton), y el gordo dueño de la casona que pintan y de medio pueblo (Sweater). Si los nombres Hunter, Rushton y Sweater (cazador, "el que mete prisa", "el que hace sudar" pensáis que no han sido elegidos al azar, lleváis razón: no, los nombres nos guían sobre la personalidad de los protagonistas, y no solo los patronos. En la cuadrilla de trabajadores también hay un tal Slyme (slime significa baba), un tal Crass (grosero, insensible), pero también mi héroe y figura principal de la novela, Frank Owen, cuyo apellido está inspirado en el de Robert Owen, una de las figuras fundacionales del socialismo británico del SXIX.
Hace muuuucho tiempo, en un país muuuuy lejano
No, no es un cuento de hadas. Desde el comienzo de la novela, una no puede quitarse de la cabeza cuándo fue escrita. Es inevitable pensar, mil veces, que este hombre estaba escribiendo antes de las Guerras Mundiales, de la Revolución Rusa. En el UK, el Partido Laborista nació a partir del movimiento sindicalista de finales del SXIX, y superó al Partido Liberal (que era la oposición al Conservador) en los anios 20.
Han pasado más de 100 años desde que Tressel escribió el libro y, en serio que hemos aprendido tan poco? Muchos de los personajes representan a gente que conozco, en 2018... gente que explota, gente explotada pero que va a la suya, gente con miedo, gente "neutral" ("no se puede ser neutral: o ayudas o molestas"), gente con morro.
Cultura política: qué es eso?
La novela sigue la vida, o mejor dicho, el malvivir, de este grupo de trabajadores que, en su mayoría, carecen de espíritu crítico: simplemente bajan la cabeza y siguen adelante. Qué les vas a pedir, justo les da para sobrevivir (Maslow, una vez más) Pero hay uno de ellos, Frank Owen, que tiene las mismas ropas andrajosas que los demás, pero hay algo que lo diferencia de ellos: cierta cultura política, que a saber dónde la ha adquirido (en un punto se dice que ahorra para poder comprarse libros).
Durante toda la novela, Owen intenta persuadir a sus compañeros de que viven en la miseria, mientras que los otros se benefician de su trabajo. Owen les explica la manera cómo sus jefes, desde el encargado hasta el dueño de la empresa, hacen su dinero sin trabajar, a costa de ellos. Tras la Revolución Industrial, que ocurrió en Inglaterra unos 30 anios antes que en el continente, unos pocos (que eran los que antes tenían las tierras, en todo caso) se hicieron con la propiedad de la maquinaria y la usaron para beneficiarse ellos mismos en lugar de a la comunidad. Los trabajadores más cualificados, según se expandía la maquinaria, desparecieron, y algunos se hicieron intermediarios, (o sea, tampoco producían nada). Mientras lees la novela desarrollas un sexto sentido sobre qué trabajos realmente producen algo, o cuales son intermediarios, y consisten en vivir de los demás. El resto se ríen, le hacen burla, y le tachan de soñador, en el mejor de los casos.
Hacer trampas para hacer beneficio
Durante la lectura me he identificado mucho con la tensión entre el trabajador que tiene orgullo por su trabajo, que quiere hacer algo bien, con detalle (es mi caso, en mi trabajo), y como los jefes lo que quieren es atajos, para que abaraten la producción. Les presionan para que, en este caso, no lijen perfectamente ni preparen bien la superficie antes de la mano de pintura (lo que en mi trabajo tiene otros equivalentes, sugeridos y medio impuestos por los gerentes de mi institución). El único incentivo del sistema, tal como está montado, es hacer trampas. El incentivo no es hacer bien trabajo, sino hacer beneficio. Es el mercado, idiota. Qué asco.
Este tomar atajos por supuesto no tiene solo como consecuencia una chapuza mayor o menor. En muchos trabajos implica riesgos, accidentes, y muerte. Por supuesto, nadie se sorprenderá de que haya un accidente laboral, y que en ese momento, "ah, tendríais que haber avisado que no era seguro", cuando la amenaza de echarles estaba ahí, para cualquiera que lo hiciera. Los pobres viven bajo el estado o del terror... si les pillan descansando, o siendo lentos, o haciendo bien su trabajo los echan porque ahí afuera hay un ejército de parados. O bien "es el alcohol", cuando se sabe que no hubo las precauciones necesarias.
La situación de los trabajadores: pobreza
En estas charlas, Owen habla mucho de la pobreza, de lo que significa ser pobres y de porqué todos ellos lo son. Desesperadamente pobres, porque no tienen lo básico para vivir, porque cuando no hay trabajo literalmente sufren meses de hambruna, porque pasan frío, y enfermedad.
Después de haber aprendido un oficio, y 20 años de trabajo, un hombre mira atrás y todo lo que tiene es un sueldo básico para comprar el "fuel que mantiene la máquina humana funcionando". No hay más. Máquina que seguirá funcionando para que se enriquezcan los otros.
Así hasta enfermar, que será el momento en el que se los quitarán de encima, y cuando no puedan pagar el alquiler acaben en la "workhouse", aquella institución para pobres de necesidad que tan bien describió Dicken en Oliver Twist, y que intentó describir la que firma tras la visita de lo que había sido una en Lambeth (y ahora era el museo del cine).
Así que todo esto para qué?
Hay algunos trozos muy tristes: no solo nos describen sus penurias, sino las de sus hijos, y es imposible no plantearse para qué. Para qué seguir malcomiendo para ir a sus trabajos, para que seguir dándoles hijos que sirvan a sus mocosos.
Al principio de la novela nos cuentan de un caso que reportan como algo recurrente en los periódicos de "otro" hombre que ha matado a su familia y luego se ha suicidado. El mismo Owen lo sopesa en algún punto, tal es la desesperación, cuando se pone enfermo. Hay que recordar que el National Health Service (Servicio Nacional de Salud) no llegó hasta después de la Segunda Guerra Mundial, y entonces todo lo que había eran contribuciones voluntarias que los trabajadores hacían para el hospital (y aún así, eran tratados como "pacientes gratuitos", recibiendo peores cuidados).
Es el sistema, idiota
Owen les dice todo esto y sus compañeros todo lo que le contestan una y otra vez es "tú harías lo mismo que ellos si estuvieras en su posición", pero Owen siempre contesta con lo que viene siendo su análisis del problema: "es el sistema lo que está mal, claro que mucha gente en esa situación haría lo mismo, pero lo que está mal es el sistema que permite estas desigualdades".
Esto sigue pasando exactamente hoy en día: hay mucha gente a la que le gusta este sistema, aunque no estén particularmente favorecidos por él. E igual que estos harapientos, no quieren cambiarlo... parece que les va bien así? El título de la novela es irónico: para Tressel estos trabajadores son "filántropos" en el sentido de que mantienen a las clases dominantes sin rechistar. Este desprecio de Tressel por los pobres que se niegan, con uñas y dientes, a desarrollar un mínimo de descontento, de rebeldía, que rechazan unirse para luchar por sus derechos, recorre la novela.
En el fondo es el mismo patrón que tenemos ahora con las clases más desfavorecidas votando a Trump, a los tories en el UK o al PP en España. Lo que choca es que ahora, incluso muchos pobres tienen algo que perder, pero en la Inglaterra de principios de SXX, queda claro que la situación es desesperada. "El que hubiera hecho dinero en los negocios probaba su capacidad intelectual" pensaban los pobres, y esto les lleva a votarle cuando se presenta a las elecciones locales.
Todos reciben
Pero no son solo los trabajadores individualistas los que son criticados sin piedad por Tressel: creo que ninguna institución queda libre de su desprecio. En este pequeño laboratorio que es Musgborough vemos perfectamente cómo las influencias y el dinero manejan todo. La desconfianza en la policía o el ejército es la misma que la de Orwell: los perros del poder se les echarán encima a la primera de cambio, para defender los intereses de la clase dominante, para proteger la propiedad de los que la han ganado sin trabajar. Irónicamente, esto lo habrán pagado con sus impuestos, junto con otras muchas cosas que no podrán disfrutar: caminos por los que no van a ir, pues no tienen ni carro ni adonde ir, y parques a los que no van a pasar su tiempo de ocio, porque no lo tienen. La prensa, igual que la mayoría hoy en día, está al servicio de los cuatro ricos de Musghborough ("The Obscurer", llama Tressel al periódico).
El clero y todos los que siguen la religión son vapuleados especialmente. Tressel habla de la hipocresía infinita de la gente que apoya un sistema que es todo lo contrario de lo que predicó Jesucristo, pero se siguen llamando "cristianos". En una conversación Owen le espeta a uno de los trabajadores religiosos el cómo puede estar defendiendo el egoísmo, a menos que ahora cristiano signifique mentiroso e hipócrita. A lo que el tipo no contesta y Tressel añade, malvadamente: "probablemente el que ser un verdadero creyente le ayudó a llevar este insulto con mansedumbre y humildad".
Pero los que están en las asociaciones caritativas (las señoras de), son tan gentiles que han creado unos tickets de comida para darles a estos miserables, que cumplen un objetivo trino: así no se lo gastan en vino, así se lavan la conciencia, y así el de la tienda da salida los productos caducados. Encantador. Tressel explica muy bien como la "caridad" no ayuda, sino que perpetúa el sistema, trata el síntoma pero ignora la enfermedad: esta gente lo que quiere es trabajar por un sueldo digno, no las migajas que los humillan.
Pero no son esclavos!!! Tienen la libertad de irse!!!
La comparación de las circunstancias de estos trabajadores y el esclavismo es inevitable. Estos pobres no son la propiedad de Sweater, son simplemente alquilados, así que no merece la pena cuidarlos: se procede a trabajar incluso cuando las condiciones de seguridad no son las adecuadas, o si están enfermos, porque si cae uno, se reemplaza por otro. Y no hay que ir tan lejos: los patronos tratan mejor a sus caballos que a sus congéneres.
Pero eso sí, el trabajador está por encima del esclavo o del caballo en que tiene la bendición impagable de la Libertad, con mayúsculas. Si no le gustan las condiciones del trabajo, las puedes rechazar, sin problema, e irse a morir de hambre por su cuenta. Tiene opciones, señores! Puede someterse o suicidarse, comer el polvo o no comer nada. Les suena este discurso? Ultimamente lo he oído hasta sobre la prostitución, parece que hay gente que elige estas cosas.
Hay una escena que no podré quitarme de la cabeza: cuando tiene a unos cuantos trabajadores acarreando una terrible carga y un rico le dice a otro, "para esto no usas los caballo?" y él se ríe diciendo, "para qué, si tenemos los burros que lo hacen contentos". Yo no sé al lector: a mí esto me hace hervir la sangre. Y aún hay otra escena, al final del libro, que me lleva directamente a la desesperación: cuando Sweater (el obeso dueño de medio pueblo) gana las elecciones por los Tories, los pobres que le han votado, jubilosos y para celebrarlo, quitan a los caballos del carruaje y tiran ellos mismo. Los burros de carga, felices de serlo. Esa imagen se quedará conmigo.
Deberían haber aprendido que este servilismo hacia los patrones no sirve de nada. Uno de ellos, particularmente odioso, Crass, cuando visita el obeso está todo el rato "señor esto, señor aquello", yéndole detrás, moviendo las manos como quien se las lava, para obtener una propina, una limosna que le dé. El leer cómo este le ignora, con gruñidos si hay suerte, y luego además no le da nada es doloroso.
Tristemente, conceptos de ayer, de hoy y de siempre
Como he dicho,lo verdaderamente terrorífico de la novela es ver cosas que no han cambiado. Una piensa que tal vez 100 años no sean suficientes para un cambio de paradigma? No interesa el socialismo pero sí la Bandera, la Nación, el Rey... qué enorme pereza. También se habla de la inmigración, del miedo al que viene de allende los mares a quitarnos el trabajo. De "socializar las pérdidas y privatizar las ganancias". Suena?
Tressel es un visionario, nos cuenta situaciones que son precursoras de, por ejemplo, el terrorífico trabajo en una cadena. El rico al que le construyen la mansión tiene una serie de negocios, y uno de ellos es una fábrica de ropa, donde emplea a chicas jóvenes doce horas al día, que se especializan cada una en una parte de la prenda: una las mangas, otra los botones. Así que cada una es muy rápida y puede hacer una sola cosa, y las sacas de allí no pueden hacer nada.
Y la culpa de todo la tiene el alcohol, dicen una y otra vez (particularmente doloroso cuando lo dice un tipo que tenía acciones en una fábrica de cerveza), cuando esta gente acaba en el alcohol desde la desperación, pero aún así, cómo culpar al alcohol por tener a la mayoría de la población viviendo en el umbral de la vida y la muerte?
La esperanza del vida de los pobres el 20 años menor que la de los ricos: ay, otra cosa que no ha cambiado.
Es difícil durante la novela ver un mínimo de compasión por parte de Treseel hacia esta masa aborregada. En un punto, nos sugiere que la autoestima de estos hombres es negativa, la inferioridad social la tienen taladrada en su mente desde la infancia. Cuando Owen les propone escribir a un periódico sobre sus problemas dicen "cómo uno de los nuestros va a hacer eso?" Uno de los nuestros ("the likes of us"), es una expresión que se repite durante toda la novela y nos da una idea de lo poco que se quieren, de lo poco que creen que merecen ("las cosas buenas no son para nosotros").
En esos momentos dan mucha pena y quieres abrazarles, incluso al odioso Crass, pero luego describe cuánto admiran a los ricos y a sus cosas: es patético ver cómo se apelotonan alrededor del coche del rico cuando llega, o admiran las joyas, o... esto aún ocurre hoy en día. Mucho más. Yo cuando veo que hay programas para enseñar las casas de los ricos, o sus coches y yates me subo por las paredes. A mí estos programas solo me llevan lógicamente a la revolución violenta, a tomar el palacio de invierno. Pero la gente lo que quiere es ser como ellos. Y no, lector, yo no querría ser como ellos. Yo de verdad lo que creo es que este sistema no funciona.
Corolario
La derecha trata a la masa como idiotas, la izquierda intenta razonar. Quién gana? Está claro: "no quieren bibliotecas, quieren circo", dice uno de los ricos que han entendido perfectamente cómo manipular. Panen et circensis, una vez más. Tienen lo que han votado: qué terror leer esto en 2018.
Y tantas cosas más que no puedo contar en un divague. Este libro hay que leerlo: todo el mundo. No solo los que quieren bibliotecas, también los que creen que solo quieren circo, los que creen que son clase media y no llegan a fin de mes, los niños en los colegios. Siempre ha habido Sweaters y Rushtons, pero no siempre los habrá. Porque el que no recuerda su pasado está condenado a repetirlo, y la vida de la mayoría es aún una condena.
Tressel vivió parte de su vida en Sudáfrica, donde trabajó como rotulista, y finalmente se mudó a Hastings, en la costa sur de Inglaterra, que es la ciudad de provincias donde transcurren las desventuras que narra la novela, pero disfrazada con el nombre de Mugsborough. Mugsborough es una maqueta de la sociedad de la época eduardiana en Inglaterra.
Arriba y abajo
Tressel comienza presentándonos a los personajes principales (aunque hay muchos más, la novela, de 619 páginas, es enciclopédica): una cuadrilla de trabajadores que están pintando una mansión, su encargado (Hunter, al que llaman "Misery"), el dueño de la compañía (Rushton), y el gordo dueño de la casona que pintan y de medio pueblo (Sweater). Si los nombres Hunter, Rushton y Sweater (cazador, "el que mete prisa", "el que hace sudar" pensáis que no han sido elegidos al azar, lleváis razón: no, los nombres nos guían sobre la personalidad de los protagonistas, y no solo los patronos. En la cuadrilla de trabajadores también hay un tal Slyme (slime significa baba), un tal Crass (grosero, insensible), pero también mi héroe y figura principal de la novela, Frank Owen, cuyo apellido está inspirado en el de Robert Owen, una de las figuras fundacionales del socialismo británico del SXIX.
Hace muuuucho tiempo, en un país muuuuy lejano
No, no es un cuento de hadas. Desde el comienzo de la novela, una no puede quitarse de la cabeza cuándo fue escrita. Es inevitable pensar, mil veces, que este hombre estaba escribiendo antes de las Guerras Mundiales, de la Revolución Rusa. En el UK, el Partido Laborista nació a partir del movimiento sindicalista de finales del SXIX, y superó al Partido Liberal (que era la oposición al Conservador) en los anios 20.
Han pasado más de 100 años desde que Tressel escribió el libro y, en serio que hemos aprendido tan poco? Muchos de los personajes representan a gente que conozco, en 2018... gente que explota, gente explotada pero que va a la suya, gente con miedo, gente "neutral" ("no se puede ser neutral: o ayudas o molestas"), gente con morro.
Cultura política: qué es eso?
La novela sigue la vida, o mejor dicho, el malvivir, de este grupo de trabajadores que, en su mayoría, carecen de espíritu crítico: simplemente bajan la cabeza y siguen adelante. Qué les vas a pedir, justo les da para sobrevivir (Maslow, una vez más) Pero hay uno de ellos, Frank Owen, que tiene las mismas ropas andrajosas que los demás, pero hay algo que lo diferencia de ellos: cierta cultura política, que a saber dónde la ha adquirido (en un punto se dice que ahorra para poder comprarse libros).
Durante toda la novela, Owen intenta persuadir a sus compañeros de que viven en la miseria, mientras que los otros se benefician de su trabajo. Owen les explica la manera cómo sus jefes, desde el encargado hasta el dueño de la empresa, hacen su dinero sin trabajar, a costa de ellos. Tras la Revolución Industrial, que ocurrió en Inglaterra unos 30 anios antes que en el continente, unos pocos (que eran los que antes tenían las tierras, en todo caso) se hicieron con la propiedad de la maquinaria y la usaron para beneficiarse ellos mismos en lugar de a la comunidad. Los trabajadores más cualificados, según se expandía la maquinaria, desparecieron, y algunos se hicieron intermediarios, (o sea, tampoco producían nada). Mientras lees la novela desarrollas un sexto sentido sobre qué trabajos realmente producen algo, o cuales son intermediarios, y consisten en vivir de los demás. El resto se ríen, le hacen burla, y le tachan de soñador, en el mejor de los casos.
Hacer trampas para hacer beneficio
Durante la lectura me he identificado mucho con la tensión entre el trabajador que tiene orgullo por su trabajo, que quiere hacer algo bien, con detalle (es mi caso, en mi trabajo), y como los jefes lo que quieren es atajos, para que abaraten la producción. Les presionan para que, en este caso, no lijen perfectamente ni preparen bien la superficie antes de la mano de pintura (lo que en mi trabajo tiene otros equivalentes, sugeridos y medio impuestos por los gerentes de mi institución). El único incentivo del sistema, tal como está montado, es hacer trampas. El incentivo no es hacer bien trabajo, sino hacer beneficio. Es el mercado, idiota. Qué asco.
Este tomar atajos por supuesto no tiene solo como consecuencia una chapuza mayor o menor. En muchos trabajos implica riesgos, accidentes, y muerte. Por supuesto, nadie se sorprenderá de que haya un accidente laboral, y que en ese momento, "ah, tendríais que haber avisado que no era seguro", cuando la amenaza de echarles estaba ahí, para cualquiera que lo hiciera. Los pobres viven bajo el estado o del terror... si les pillan descansando, o siendo lentos, o haciendo bien su trabajo los echan porque ahí afuera hay un ejército de parados. O bien "es el alcohol", cuando se sabe que no hubo las precauciones necesarias.
La situación de los trabajadores: pobreza
En estas charlas, Owen habla mucho de la pobreza, de lo que significa ser pobres y de porqué todos ellos lo son. Desesperadamente pobres, porque no tienen lo básico para vivir, porque cuando no hay trabajo literalmente sufren meses de hambruna, porque pasan frío, y enfermedad.
Después de haber aprendido un oficio, y 20 años de trabajo, un hombre mira atrás y todo lo que tiene es un sueldo básico para comprar el "fuel que mantiene la máquina humana funcionando". No hay más. Máquina que seguirá funcionando para que se enriquezcan los otros.
Así hasta enfermar, que será el momento en el que se los quitarán de encima, y cuando no puedan pagar el alquiler acaben en la "workhouse", aquella institución para pobres de necesidad que tan bien describió Dicken en Oliver Twist, y que intentó describir la que firma tras la visita de lo que había sido una en Lambeth (y ahora era el museo del cine).
Así que todo esto para qué?
Hay algunos trozos muy tristes: no solo nos describen sus penurias, sino las de sus hijos, y es imposible no plantearse para qué. Para qué seguir malcomiendo para ir a sus trabajos, para que seguir dándoles hijos que sirvan a sus mocosos.
Al principio de la novela nos cuentan de un caso que reportan como algo recurrente en los periódicos de "otro" hombre que ha matado a su familia y luego se ha suicidado. El mismo Owen lo sopesa en algún punto, tal es la desesperación, cuando se pone enfermo. Hay que recordar que el National Health Service (Servicio Nacional de Salud) no llegó hasta después de la Segunda Guerra Mundial, y entonces todo lo que había eran contribuciones voluntarias que los trabajadores hacían para el hospital (y aún así, eran tratados como "pacientes gratuitos", recibiendo peores cuidados).
Es el sistema, idiota
Owen les dice todo esto y sus compañeros todo lo que le contestan una y otra vez es "tú harías lo mismo que ellos si estuvieras en su posición", pero Owen siempre contesta con lo que viene siendo su análisis del problema: "es el sistema lo que está mal, claro que mucha gente en esa situación haría lo mismo, pero lo que está mal es el sistema que permite estas desigualdades".
Esto sigue pasando exactamente hoy en día: hay mucha gente a la que le gusta este sistema, aunque no estén particularmente favorecidos por él. E igual que estos harapientos, no quieren cambiarlo... parece que les va bien así? El título de la novela es irónico: para Tressel estos trabajadores son "filántropos" en el sentido de que mantienen a las clases dominantes sin rechistar. Este desprecio de Tressel por los pobres que se niegan, con uñas y dientes, a desarrollar un mínimo de descontento, de rebeldía, que rechazan unirse para luchar por sus derechos, recorre la novela.
En el fondo es el mismo patrón que tenemos ahora con las clases más desfavorecidas votando a Trump, a los tories en el UK o al PP en España. Lo que choca es que ahora, incluso muchos pobres tienen algo que perder, pero en la Inglaterra de principios de SXX, queda claro que la situación es desesperada. "El que hubiera hecho dinero en los negocios probaba su capacidad intelectual" pensaban los pobres, y esto les lleva a votarle cuando se presenta a las elecciones locales.
Todos reciben
Pero no son solo los trabajadores individualistas los que son criticados sin piedad por Tressel: creo que ninguna institución queda libre de su desprecio. En este pequeño laboratorio que es Musgborough vemos perfectamente cómo las influencias y el dinero manejan todo. La desconfianza en la policía o el ejército es la misma que la de Orwell: los perros del poder se les echarán encima a la primera de cambio, para defender los intereses de la clase dominante, para proteger la propiedad de los que la han ganado sin trabajar. Irónicamente, esto lo habrán pagado con sus impuestos, junto con otras muchas cosas que no podrán disfrutar: caminos por los que no van a ir, pues no tienen ni carro ni adonde ir, y parques a los que no van a pasar su tiempo de ocio, porque no lo tienen. La prensa, igual que la mayoría hoy en día, está al servicio de los cuatro ricos de Musghborough ("The Obscurer", llama Tressel al periódico).
El clero y todos los que siguen la religión son vapuleados especialmente. Tressel habla de la hipocresía infinita de la gente que apoya un sistema que es todo lo contrario de lo que predicó Jesucristo, pero se siguen llamando "cristianos". En una conversación Owen le espeta a uno de los trabajadores religiosos el cómo puede estar defendiendo el egoísmo, a menos que ahora cristiano signifique mentiroso e hipócrita. A lo que el tipo no contesta y Tressel añade, malvadamente: "probablemente el que ser un verdadero creyente le ayudó a llevar este insulto con mansedumbre y humildad".
Pero los que están en las asociaciones caritativas (las señoras de), son tan gentiles que han creado unos tickets de comida para darles a estos miserables, que cumplen un objetivo trino: así no se lo gastan en vino, así se lavan la conciencia, y así el de la tienda da salida los productos caducados. Encantador. Tressel explica muy bien como la "caridad" no ayuda, sino que perpetúa el sistema, trata el síntoma pero ignora la enfermedad: esta gente lo que quiere es trabajar por un sueldo digno, no las migajas que los humillan.
Pero no son esclavos!!! Tienen la libertad de irse!!!
La comparación de las circunstancias de estos trabajadores y el esclavismo es inevitable. Estos pobres no son la propiedad de Sweater, son simplemente alquilados, así que no merece la pena cuidarlos: se procede a trabajar incluso cuando las condiciones de seguridad no son las adecuadas, o si están enfermos, porque si cae uno, se reemplaza por otro. Y no hay que ir tan lejos: los patronos tratan mejor a sus caballos que a sus congéneres.
Pero eso sí, el trabajador está por encima del esclavo o del caballo en que tiene la bendición impagable de la Libertad, con mayúsculas. Si no le gustan las condiciones del trabajo, las puedes rechazar, sin problema, e irse a morir de hambre por su cuenta. Tiene opciones, señores! Puede someterse o suicidarse, comer el polvo o no comer nada. Les suena este discurso? Ultimamente lo he oído hasta sobre la prostitución, parece que hay gente que elige estas cosas.
Hay una escena que no podré quitarme de la cabeza: cuando tiene a unos cuantos trabajadores acarreando una terrible carga y un rico le dice a otro, "para esto no usas los caballo?" y él se ríe diciendo, "para qué, si tenemos los burros que lo hacen contentos". Yo no sé al lector: a mí esto me hace hervir la sangre. Y aún hay otra escena, al final del libro, que me lleva directamente a la desesperación: cuando Sweater (el obeso dueño de medio pueblo) gana las elecciones por los Tories, los pobres que le han votado, jubilosos y para celebrarlo, quitan a los caballos del carruaje y tiran ellos mismo. Los burros de carga, felices de serlo. Esa imagen se quedará conmigo.
Deberían haber aprendido que este servilismo hacia los patrones no sirve de nada. Uno de ellos, particularmente odioso, Crass, cuando visita el obeso está todo el rato "señor esto, señor aquello", yéndole detrás, moviendo las manos como quien se las lava, para obtener una propina, una limosna que le dé. El leer cómo este le ignora, con gruñidos si hay suerte, y luego además no le da nada es doloroso.
Tristemente, conceptos de ayer, de hoy y de siempre
Como he dicho,lo verdaderamente terrorífico de la novela es ver cosas que no han cambiado. Una piensa que tal vez 100 años no sean suficientes para un cambio de paradigma? No interesa el socialismo pero sí la Bandera, la Nación, el Rey... qué enorme pereza. También se habla de la inmigración, del miedo al que viene de allende los mares a quitarnos el trabajo. De "socializar las pérdidas y privatizar las ganancias". Suena?
Tressel es un visionario, nos cuenta situaciones que son precursoras de, por ejemplo, el terrorífico trabajo en una cadena. El rico al que le construyen la mansión tiene una serie de negocios, y uno de ellos es una fábrica de ropa, donde emplea a chicas jóvenes doce horas al día, que se especializan cada una en una parte de la prenda: una las mangas, otra los botones. Así que cada una es muy rápida y puede hacer una sola cosa, y las sacas de allí no pueden hacer nada.
Y la culpa de todo la tiene el alcohol, dicen una y otra vez (particularmente doloroso cuando lo dice un tipo que tenía acciones en una fábrica de cerveza), cuando esta gente acaba en el alcohol desde la desperación, pero aún así, cómo culpar al alcohol por tener a la mayoría de la población viviendo en el umbral de la vida y la muerte?
La esperanza del vida de los pobres el 20 años menor que la de los ricos: ay, otra cosa que no ha cambiado.
Análisis de Tressel: por qué?
Pub que me encontré en Tunbridge Wells que se llama casi como el libro |
En esos momentos dan mucha pena y quieres abrazarles, incluso al odioso Crass, pero luego describe cuánto admiran a los ricos y a sus cosas: es patético ver cómo se apelotonan alrededor del coche del rico cuando llega, o admiran las joyas, o... esto aún ocurre hoy en día. Mucho más. Yo cuando veo que hay programas para enseñar las casas de los ricos, o sus coches y yates me subo por las paredes. A mí estos programas solo me llevan lógicamente a la revolución violenta, a tomar el palacio de invierno. Pero la gente lo que quiere es ser como ellos. Y no, lector, yo no querría ser como ellos. Yo de verdad lo que creo es que este sistema no funciona.
Corolario
La derecha trata a la masa como idiotas, la izquierda intenta razonar. Quién gana? Está claro: "no quieren bibliotecas, quieren circo", dice uno de los ricos que han entendido perfectamente cómo manipular. Panen et circensis, una vez más. Tienen lo que han votado: qué terror leer esto en 2018.
Y tantas cosas más que no puedo contar en un divague. Este libro hay que leerlo: todo el mundo. No solo los que quieren bibliotecas, también los que creen que solo quieren circo, los que creen que son clase media y no llegan a fin de mes, los niños en los colegios. Siempre ha habido Sweaters y Rushtons, pero no siempre los habrá. Porque el que no recuerda su pasado está condenado a repetirlo, y la vida de la mayoría es aún una condena.
Ay, pufff... vaya divague y vaya libro para un lunes. Lo apunto que ya sabes que hago caso de tus recomendaciones. No puedo comentar nada más sesudo.... no me veo con fuerzas.
ResponderEliminarERes más mona MO... pq sé q te estás mordiendo la lengua para no incluir los "principios del bloguerío de mo" entre el q se encuentra q esto es demasiado largo! Lo sé lo sé...es q me pongo y no pueod parar!! necesito un editor!
ResponderEliminarlove
di
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLos paralelismos entre entonces y ahora son increíbles.
ResponderEliminarLa clase obrera votando a un mafioso multimillonario (Trump, Berlusconi, Gil) que se han hecho millonarios explotando el sistema y explotándoles a ellos "porque los políticos son todos iguales" o "son unos corruptos"...
Ya dicen que la esclavitud terminó proque el trabajo asalariado resultaba mucho más barato. Y encima a los esclavos había que tratarlos bien porque si te pasabas con ellos se morían y te quedabas sin esclavo, pero con los trabajadores, si se mueren vienen otros a sustituirles ¡gratis! Un chollo.
Y que dure el circo, lo importante es el fútbol y el rey y la reina y las banderitas y la identidad... Y pásate siglo que otro vendrá.
Un desastre.
Claro que si llevamos 100 años así es porque hay un equilibrio y a la gente le gusta...
Hola darlings y madre mía LUX!!!!Qué fuerte lo de Fernando VII... sabía lo de las cadenas pero no lo de la carroza!!! En serio, qué fuerte y mil gracias por este dato. A mí me impactó leerlo en esta novela, como las otras indicaciones de q los hombres eran tratados peor q los burros de carga (y todo mi respeto a los burros eh). A propósito de esto tengo otra imagen q no olvidaré mientras viva. Estabamos de mochileros por el Lago Titicaca, subiendo a nosequé punto y vimos una anciana llevando a su espalda (con ese sistema en el que llevan una tira de cuero en la frente que termina en el fardo), decía.. esta mujer llevaba unas cajas de cocacolas (no recuerdo cuantas, da igual), de esas cajas de plástico de antes q cabían como 16 cocacolas... las subía para los turistas, q arriba se tomaran su bebida. Me partió el corazón, y aun hoy en día me duele recordarlo. Vemos abusos todos los días, pero aquel fue tan gráfico...
ResponderEliminarHola BASAJA! cuánto tiempo. Impacta el libro pq como dices tienes paralelismos hoy en día con casi todo q pasa. Trump, y demás. No he desarrollado el tema de las mujeres q trabajaban es esa primitiva "cadena", pero es q era exactamente eso: un principio de especialización en aras de la productividad, pero q las hacía infelices y al final rehenes. Ah y qué bueno el "pásate siglo q otro vendrá"...
LOve
di
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarDarling, LUX, qué bonita historia!!! Bueno, te cuento q a esa anciana creo q la vimos (tendría q revisar mis diarios, q como no están en blog) en la isla del sol, del lado boliviano. El lago Titicaca me fascinó todo, creo q ya lo he contado alguna vez, pero el boliviano muchísimo más. En aquella época era menos turístico q el peruano.
ResponderEliminarSobre la cocacola, también habré contado q en Cuba no existía cuando yo visité la Cocacola, pero había Tukola... no recuerdo su sabor. En todo caso, no me gustó... claro q yo soy muy expecial para la cocacola: solo me gusta la orginal si bien fría, con hielo y con muchas burbujas (no me abras una botella de 2 litros). Lo siento pero no light ni zero ni nada. Mmm... hablando de la Bebida del IMperio en el divague de Tressel... anatema!!!! Además, creo q la pobre anciana también llevaba Fantas.
El mocochinchi, qué decir de ese nombre... me ha sonado a la kombutcha... sabéis lo q es eso? Una vez, tras leer un artículo de la importancia de la comida fermentada para nuestra biota me compré kefir, kimbi y kombucha... seniorrr. El kefir bien, pero el maldito kimchi!!! oj, qué horror.. y aquí venden unas fiambreras inmundas donde fermentarlo! Así q el mocochinchi no ha entrado bien en mi mundo.. demasiada trasnferencia con el kimchi.
Pobre Tressel, si levantara la cabeza...:)
hugs, di
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHay mucha gente que entra en el blog cuando guglean un libro, por ejemplo, anios después de la publicación de la entrada. Algunos incluso, pasado mucho tiempo, entran a comentar, sugieren cosas en el debate que se ha planteado. Tristemente he tenido un problema y esos mensajes ya no me llegan al email (antes lo hacían, así q spr sabía si esto había pasado). AHora no sé cómo resolverlo, y esa gente se quedará sin respuesta, pq siempre contensto. No me gusta.
ResponderEliminarPero también me planteo lo q pensará alguien q entra aquí dentro de 3 anios y vea esto. Unos comentarios de gente maja a los q respondo y luego una tristeza de "conversación", en la q hablo sola de cosas q parecen no relacionadas con el libro, porque se ha perdido el hilo. Digo "qué bonita historia" y esa gente (y yo misma) no sabrá a qué me refiero. Digo, "cómo me he reído" y querré reír otra vez, y será imposible. Tampoco me gusta.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarHola LUX: estás diciendo q solo borras los mensajes cuando hay un retraso de más de 24 horas? Puedes confirmar este dato?
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarVale, queda claro:
Eliminar1. todo lo que has borrado en este blog ha sido siempre provocado por retrasos míos en contestarte.
2. O sea, no hay otra razón salvo que "te pierde sentido a la conversación" si tu último mensaje no es contestado en menos de 24 horas.
3. Hay gente a la q le gusta tener la última palabra pero a ti no, tú eres lo opuesto: a ti te gusta tener la penúltima palabra.
4. Todo esto pero además, con límite de tiempo.
Tenemos un problema.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarLUX, me alegra tu optimismo sobre lo del problema, pero yo, que me las tengo de “resolvedora-de-problemas” (de alguna manera, es mi trabajo, aunque claro, creo q viene siendo el trabajo de casi todos) me encuentro sin capacidad de encontrar una solución que nos haga felices a todos.
EliminarMe hago cargo de tus sentimientos, pero aquí están los míos: tristeza, exasperación, cabreo cuando miro para atrás en el blog y veo decenas de conversaciones truncadas. Tanto es así, que quiero pararlo. Qué se te ocurre que podemos hacer?
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarGracias LUX. Tengo buena voluntad, a la historia me remito- pero no entiendo el trato.
EliminarYo no puedo responder por los demás aludidos, pero si por mí: la realidad es q no siempre voy a poder contestar en 24, 36, loquesea horas.
Pero es q además, no me cabe en al cabeza tener q estar escribiendo esto.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarVale, muy bien LUX, te lo agradezco.
EliminarA ver si termino divague esta noche! (pero no creo q pq tengo a Mini con los examenes del 11+ y es una época q no me da la vida...)
muxus
Hola.
ResponderEliminarSoy el año 2.021.
Si,aunque soy un año que todavía no ha nacido, tengo el don de poder comentar por anticipado.
No busques explicaciones racionales, simplemente está ocurriendo ahora mismo.
Tras leerte te digo que me has ayudado a seguir el curso de la historia, de cómo fueron los orígenes del sistema, de las tensiones que causó y de la forma en que la sociedad fue evolucionando y reconfigurándose.
Esta perspectiva centenaria, tus comentarios de textos básicos, los apuntados por tus lectores y la revisión con perspectiva de ka realidad actual, me han hecho a mí, un año que está por venir, mucho más reflexivo.
Antes de ser un año por venir, trabajé de jefe de obra en la construcción, y me has recordado que nunca tuve un accidente grave en mis obras, que implanté sistemas de seguridad novedosos en las cubiertas, y que todo ello se apoyaba en una legislación que se cumplía.
Y claro, todo encaja.
Si no fuera por los pioneros que dieron la voz de alarma, nada de esto hubiera sido posible.
...
Me despido. Soy el año 2.021.
Estoy empollando para atajar los nuevos retos que vienen.
Con tanta tecnología y tanta inteligencia artificial, van a desaparecer muchos puestos de trabajo.
Y es preciso reorganizarse para no cagarla de nuevo.
Gente que reflexione y nuevas ideas, eso es lo que precisamos.
Y tú has contribuido a ello.
Así que si.
Te puedes reír.
No hay problema.
Hola DRIVER-del-futuro! En el 2021 posiblmente yo haya solcuonado el problema de qno me lleguen las notificaciones de los ocmentarios por email y asi podre ver los ocasioanles comentarios de gente como tú.
ResponderEliminarCReo q te gustaría el libro.. aunque no sea exactamente de construcción, sino de pintores, creo q muchas cosas son extrapolables. Me gustaría q la gente lo conociera más por alla abajo, así q espero q si alguien, algún día, oye algo de él y hace un gugel, se naime a leerlo.. aunque no consiguen temrinar el divague! :)
ABrazos!
di
Test
ResponderEliminarPS. CReo q lo he solucionado!!! El test funciona... a ver...
ResponderEliminar