Todo apuntaba hacia una semana de half-term (vacaciones escolares británicas) normal: Mini et moi volábamos a Vetusta para ver a la familia, pasar por el ortodoncista, leer y poco más. Pero en la noche del sábado estalló la mascletá en el cielo de Londinium: los relámpagos alrededor de edificios emblemáticos de la city (el Gherkin, el Shard), darán muy bien como memes tipo "The road" cuando me dé por divagar de los visados que se están negando a día de hoy a sanitarios, con un NHS desangrándose de personal, por ejemplo, pero obviamente, tratándose de la isla tercermundista, tuvieron otras consecuencias. Por supuesto, es lo que piensan: este país se colapsa cuando nieva, llueve (mucho), hace calor, hace frío, y, cuando ha habido una tormenta eléctrica, con lo cual, nosequé sistema de fuel del aeropuerto se había roto y algunos vuelos estaban siendo cancelados. Al llegar al aeropuerto, antes de pasar seguridad, la cosa ya pintaba mal: hordas de turistas (cuánto odio viajar, cuándo viene la transmutación?) esperando a facturar (esto no para las viajeras ligeras), parecía una mani. Ya dentro, vuelos y vuelos cancelados, y el nuestro retrasado "en principio" algo más de una hora. Pero contentísimas: por lo menos hay esperanza. Rituales de aeropuerto completados (crema hidratante, colacao), Mini me lleva a un sitio que ella se sabe donde hay menos gente, y sí: allí encontramos butacas, tras pasar a gente tirada por los suelos por los pasillos, que parece habían pernoctado allí.
Yo comienzo un libro del que divagaré enseguida, y Mini sigue con sus novelas sobre la Segunda Guerra Mundial. La del famoso (infame) niño del pijama de rayas, la tengo que leer con ella porque la profe ha avisado que es muy dura. Las dos la odiamos, es un desastre a todos los niveles, y el final... sin palabras. La propia Mini hace una reflexión al terminarla: "yo creo que este libro cuenta una historia que está bien, pero su manera de contarla es muy mala". Podría allí mismo comérmela a besos: aunque yo creo que la historia no se sostiene por ningún sitio, el que a los 10 años Mini ya haya descrito lo que es la esencia de la literatura me hace feliz.
Ahorraré los detalles sórdidos del aeropuerto, de cómo en un punto nos mandan a todos a una puerta, una vez que esperamos allí nos hacen retroceder e ir a un hangar con el trenecillo (casadios), morir de calor en aquel invernadero, y cuando por fin ya nos meten en el avión, este no se mueve porque "hay huelga de controladores en Francia" y resulta que pasamos por ahí. En resumen: 4 horas y media de retraso que asumimos como otra humillación habitual de esta innombrable aerolínea, y en las que seguimos disfrutando de nuestras novelas respectivas.
Increíble pero se despega finalmente, aunque cuando ya pasamos los Pirineos, allá al fondo, donde tiene que estar Vetusta lo que reina es una nube tan negra, tan enfurecida, tan poco de bienvenida que una piensa: oi. Claro que Vetusta es un aeropuerto donde solo deberían enviar a pilotos de renombre, por su complejidad (tenemos hasta viento propio), así me digo: todo controlado. Pero no: el comandante me contradice por megafonía; Mini clarifica: "que dice que vamos a estar danzando un rato por el aire, hasta que nos den el thumbs-up los de abajo" (thumbs up=gesto del dedo pulgar hacia arriba). Así que sobrevolamos la muynoble- muyleal- muyheróica durante media hora "a ver si amaina" y, rien, baby, los rayos, truenos, centellas, y la del pulpo que está cayendo abajo nos impide aterrizar. Luego sabremos que han tenido que desalojar la terminal, subiendo a todo el mundo (incluídos mis padres, y todos los que ya habían pasado por seguridad y pasaportes) a un mirador superior porque la planta baja está inundada hasta los tobillos, se les va la luz, han de salir agarrados entre ellos como pueden: en fin, qué contarles, que mi padre tiene historia que detallar a cualquier victima que se le ponga por delante de aquí a Navidad. Calculo que en Nochebuena la repetirá también a los que ya la hemos oído-varias veces.
Les habla de nuevo el comandante, que no hay tu tía, que nos vamos, que será cosa de 20 minutos y que aterrizaremos en... El Prat!!!! Mini y yo lanzamos un grito: Barcelona!!!! Allí están los Jekes (y Nara!!!!). Salimos de la negrura, hacia el Mediterráneo... y por fin aterrizamos a las 21:10, hora local, cuando deberíamos haber aterrizado en Vetusta a las 16:25. Para nosotras termina ahí la pesadilla, porque al ratito teníamos a los jekes a buscarnos, pero la pobre gente que tuvo que cogerse el bus que puso la Innombrable llegaron a Vetusta a las 4:30 am. Lo que viene siendo un vuelo transcontinental: 12 horas después.
Nosotras, en Barna, como unas pepas, nos quedamos hasta el miércoles, básicamente dedicándonos a pasear por la ciudad a lo bestia -nivel leyenda- con Nara. Mini no quería ni oír hablar separarse de ella, así que del Eixample hasta el barrio gótico (cómo me encanta la arquitectura de esta ciudad, espectacular) sin despeinarnos, comer bocata de tortilla de patatas en Catalina en el Born, vuelta a casa, y salir para ver a un amigo, y vuelta a Plaza Catalunya a buscar a Fashion, y otro día hasta Barceloneta, y fotos, más fotos, y casi una mañana en La Central, una librería que recuerdo con mucho cariño de otras visitas a Barna (donde Mini y Nara se acomodaron en sección infantil y yo pude ir a perderme en el resto), y alguna tienda, porque a Mini le está empezando a interesar la ropa y su tía qué más quiere, y una sandalias de Panamá para cada una, y aquel día parecíamos Pretty Woman con las bolsas por el Paseo de Gracia.
Lo mejor, estar con los jekes (que nos dejan su cama, yo los amo) por las tardes-noches cuando venían del curro, y la creperia con nuestros amigos con niña (a la que llevamos libro de cuentos feminista), y la pizzeria napolitana, y las acelgas de Ku, y esconder los donuts con forma de munequito con los que aspiraban agasajarnos.
Una pena coger el tren hacia Vetusta el miércoles, donde viajaban un grupo de inglesas con camisetas que decía, por delante "Hablo mojito" y por detrás "Tres chicas y sus mamacitas" (sic). Yo quedé intrigada porque solo iban cuatro, dónde habrían quedado las otras dos? Y, quienes eran? Porque en este grupo, una me quedaba claro que era mamacita, pero las otras, quién era quién? Esto da para un relato...
Vetusta habría sido Vetusta cuando apenas salgo de la terraza si no es porque una amiga me despertó de mi letargo con el siguiente whatsapp: "A la mierda el PP!". Esto era cuando "los vascos" anunciaron su apoyo a la moción de censura en contra de ese gobierno de verguenza. A partir de ahí, qué puedo contar que no se sepa: una cuesta abajo sin frenos, leyendo al prensa, y escuchando la radio (aún así me termino mi libro y empiezo otro). No que espere nada de un partido que encarceló a insumisos y otra larga lista de despropósitos, pero por lo menos, Rajoy está fuera. Da un poco menos de bochorno enfrentarse a los compas mañana en el trabajo cuando pregunten qué pasa en la península esa de la que vengo...
Todo apuntaba hacia una semana de half-term normal: cuánto me alegro que no lo haya sido. :)
Tres hurras por Mini Lectora: ¡Hip, Hip, Hurrah! Os imagino a las dos, ella tan british, que parece nacida allí, Nara y tú. Turistas totales, con la bolsa de las compras.
ResponderEliminarA los que no tenían acomodo en Barna... ¡Vaya faena! Y tus padres en Vet, con el agua por los tobillos, casi peor.
Bonito watssap. Una alegría de vez en cuándo anima... aunque luego se derrumben las columnas del templo de Salomón.
¡Aquí en Madrid también tenemos una estupenda La Central! Más pequeñita, pero bueno.
Bueno, pues la próxima vez que pases por Barcelona, tenemos que tomarnos un café juntas en La Central, que es también mi librería preferida, y con un bar muy agradable. ¡Y qué razón lleva Mini con lo del pijama de rayas! No sólo la historia no tiene pase, sino que literariamente no vale nada. Muy harta de que la gente se empeñe en endulzar cosas tan serias como el Holocausto, ya me enganché una vez con una prima mía profesora que les había recomendado ese bodrio a sus alumnos.
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ResponderEliminarAh, ¿pero LodeDi seguía funcionando?
ResponderEliminarDe niño todo nos estaba más claro que el agua o la cristalina inocencia. Pero luego todo también se complicó, aunque de forma, admitámoslo, agradablemente intrigante. Es una pena que ya no nos pase. Y es una pena porque durante y tras la adolescencia, juventud y sedicente madurez eso le daba a nuestras pequeñas viditas una componente esperanzadora de lo más estimulante.
El caso es que hasta no hace tanto, cuando y cuanto más ajeno estaba un misterioso asunto del pasado, de repente, se nos hacía la luz de todas todas, y entendiamos de golpe lo hasta entonces inexplicable. En mi caso, entendía, por ejemplo, el por qué aquella guapísima muchacha estuvo tan insolente para conmigo; por qué se ruborizó aquel elegante aunque teñido chatarrero de profesión que para qué dar más datos; por qué se hizo un silencio cuando todo era jolgorio en la fiesta fin de carrera y por qué tú, Lourdes, te cambiaste de silla; o lo de aquella arquitecto neoyorquina que en breve iba a casarse (hace poco, por cierto, localicé un retrato suyo y actual en la Internet)… Solía ocurrirme acostado e insomne, ¡y me entraba una felicidad…! Mi torpeza, inopinadamente, pasaba a ser clarividencia. En diferido, sí, pero clarividencia, juas. ¿No os ha pasado? ¡¿De verdad que no os ha pasado?! No sé, decidme.
Pero hoy en día, hablo ahora sólo de mí, no es así. Lástima. Por eso cuando leo que «un grupo de inglesas con camisetas que decía, por delante "Hablo mojito" y por detrás "Tres chicas y sus mamacitas" (sic). Yo quedé intrigada porque solo iban cuatro, dónde habrían quedado las otras dos? Y, quiénes eran? Porque en este grupo, una me quedaba claro que era mamacita, pero las otras, quién era quién? Esto da para un relato...» me froto metafóricamente las manos pero poco. Por poco tiempo. Porque enseguida, ante el enigma aritmético, sin tiempo ya para que sea el tiempo el que me ordene las ideas me viene la también idea, por ejemplo, de que, desafiando la descompresión y bajas temperaturas bajo a la bodega del avión y encuentro y abro las maletas de dichas inglesas que, sin duda, estaban de cateta despedida de soltera. Y entre objetos que mi caballerosidad me impiden enumerar doy con lo que busco: las mudas. Y no hablo de fetichismo o vulgaridades, por favor. Hablo de que las cuatro tienen por muda de las incomprensibles t-shirts una que es ésta. Así pues: pasatiempo aritmético aclarado del tirón. Lástima. Arrastrada lástima.
Pero, aún aclarado, me quedan, afortunadamente, dos dudas.
Una es si, por las limitaciones de mi edad, ya no me queda tiempo para aguardar y, pura premura, me precipito en las conclusiones como, por cierto, siempre hice de niño feliz o despreocupado, que lo mismo es.
Y la segunda, aunque principal: ¡¡¿estaban, uf, güenorras?!!.
¡Lo sabía, lo sabía…! Si es que...
Por cierto, ¿por qué mamacita o ”mamasita”, papacito o ”papasito” repugna, en el ámbito sexual y a poco que uno hay vivido, hasta el escocimiento?
Dudas. ¿Acaso cuanto más certezas todo pueden volver a ser dudas? ¿Seguirá, pues, habiendo esperanza…? Ojalá.
Darlings!!! Os he echado de menos... de verdad q si no divago me pierdo una gran parte del día... pero no me da la vida. ANtes de nada, hemos vuelto a oir al Tarado... esta maniana al salir, y ahora pispo. Mini lo ha llamado "the prisoner"... y no lee el blog.
ResponderEliminarNAN, éramos turistas a lo bestia, aunque Nara igual descolocaba... pero como dices Mini ya parece guiri y yo, con cámara al cuello... Te contaré q hacía una foto a un portal y una chica se quitó y le hablé en inglés (creo q era extranjera)... así se siente Barcelona en según que zonas, sale hablar en inglés.
ELENA! Está hecho, como me han quedado muchas ganas de volver, la próxima vez quedamos en ese café de la última planta q es encantador... y total con el libro aquel del pijama de rayas, no he entendido cómo esa estupidez ha llegado tan lejos, incluso han hecho pelicula. AHora Mini está releyendo "The children of Willesden Lane"... quiere q lo lea yo tb... pereza. Pero está bien q se entusiasme con libros y los quiera compartir...
LUXI!Como me llegan avisos de emails, me extraniaba no tener ninguno tuyo quejándote de si lodedi se ha cerrado... :)... Mira, lo de las inglesas fue ... vamos, q habrías disfrutado pq si las ves, uniformadas con las camisetas, morenas de rayos UVA, con flip-flops.. todas iguales. Y ya q preguntas si buenorras, había una guapísima pero demasiado trabajada (es q si lo intentas demasiado, no sé, para mí pierde mucho). Bien, la chica tenía una melena rubia larguísima con ondas de estas de peluquería, buen tipo... pero fíjate q llevaba tanto maquillaje y tal q me pregunté si era chica o mamacita. Sobre los requiebros sexuales, alguien me contó q su vecina decía "dale papito" (o papi? no recuerdo) y sí, quita todas las ganas de dar.
Os mando muxus y a ver cuando os cuento lo del libro y lo de los curas en el Palace...
di
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ResponderEliminarUna recomendación libresca que serviría tanto para Mini como paar ti (yo lo leí hace poco y me encantó, los buenos libros para niños se pueden leer a todas las edades): "The Railway Children", de Edith Nesbit. ¡Y nos vemos en Barcelona en tu próximo viaje!
ResponderEliminarLUX, estoy convencida de q eres brujo: en el vuelo de vuelta el otro día yo iba en el 23!!! (23F eso sí) Y no soy la mamacita! O tal vez Mini y yo somos las dos que les falta al grupo? ahí lo dejo...
ResponderEliminarELENA, Mini me dice q ya ha leído el libro!!! Yo no, así q me lo apunto pq dice q casi no se acuerda... es muy famoso y además hay peli y un musical https://www.youtube.com/watch?v=aXadXbILMpA Nos vemos pronto en Barna! Qué ganas de volver...
Muxus!
di