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07 noviembre 2024

Roc en Halloween: momentos de felicidad personal en medio de atroces turbulencias

Parece frívolo y carente de toda empatía escribir sobre una semana feliz en lo personal enmedio de una semana de tanto sufrimiento. Cuando mi padre habló de unas pocas decenas de fallecidos pensé que se había equivocado. Luego fueron subiendo, igual que la ansiedad y la tristeza. Algunos de mis ingleses me contactaron para ver si todo estaba bien con mi familia: "no viven en el levante -les agradecí-pero además están todos aquí" - habían venido a celebrar el cumple de Fashion. También puse yo algún mensaje a conocidos de la zona, aunque no tengo muchos. Cuando por fin me senté ante el blog pensé en quienes estáis al otro lado: una nunca sabe en este medio si hay alguien más que los cuatro que conozco porque han comentado alguna vez. Seguramente no habrá nadie -abro el mapa al azar-, de Burjassot, de Alaquás, de Catarroja (qué bonitos nombres) o de cualquier otro lugar afectado, pero, si lo hubiere, un abrazo enorme y sentido. 

Como decía, una se siente casi culpable de los momentos de felicidad, pero los que paso con el sobrinísimo son casi todos así: son descubrimiento, sorpresa, alegría y muchas risas. A carcajadas como pocas otras cosas las provocan en estos días miserables. Y mientras releo esto antes de darle al publicar, Trump: otra catástrofe para ese país a la deriva y de rebote para el mundo. La última vez que estuve en EE.UU., en 2014, me quedé en shock al ver la pobreza que hay en los márgenes: desde el coche a menudo veíamos un país tercermundista. Rompe el corazón que muchos de ellos son los que votan a ese individuo. Pero en este divague voy a hablar de pequeños momentos de felicidad personal, que es lo que nos queda a los que tenemos la suerte de no haberlo perdido todo, desde seres queridos, hasta objetos personales pasando por derechos. Si hay una moralina que puedo sacar de todo esto es que hay que estar siempre alerta de los momentos en los que estamos siendo felices y no nos damos cuenta, los tomamos por dados, y no es así. Suena a manido, pero tener agua en el grifo es prodigioso, poder ir a urgencias cuando te encuentras mal una suerte inmensa, y suma y sigue. Ya lo dejo, y sigo con el queridodiario del sobrinísimo, o uno de mis reductos de alegría.

El domingo volvió Roc a Barcelona después de ocho días aquí en casa. En estas fechas suelo ir yo por allá pero este año la comisión de festejos decidió mover los fastos del cumple de Fashion a Londinium por aquello de unirlo con Halloween. Resulta que Roc está entre fascinado y horrorizado por las brujas (debe saber que uso a Maléfica como avatar) y a sus padres les pareció una gran idea que viera a unas cuantas en acción la noche del 31. 

Antes de intentar resumir todas los últimos hitos de Roc, que el día 8 cumplirá 2 años y medio, una nota sobre "lo de las brujas". Insto al divagante a hacer memoria sobre los métodos que usan/usaban para "persuadir de hacer lo correcto" a la prole, cuando debido a la temprana edad la razón todavía no funciona: en nuestro caso (y no me preguntéis cómo llegamos hasta ahí) eran "los basureros". Por ejemplo (tras varios intentos de buen rollo): "Mini: si no cierras ya ese paraguas..." -que pese a infantil iba a sacar un ojo a alguien- "se lo llevarán esta noche los basureros". Nota: solía funcionar con más éxito que confiscar el móvil, el nuevo "basureros para adolescentes"). Decía, el método de los padres de Roc, aka Jekes -que a mí me parece preconstitucional-, es "cierra ese paraguas o vendrá la bruja que vive en el castillo de la montaña" (el Tibidabo se ve desde su casa).  Creo que Fashion tomó al pie de la letra a nuestros amados Les Luthiers en los "Consejos para padres" de "La gallina dijo eureka", alguien lo recuerda? (es genial, en el minuto 2 de aquí, pero por si acaso ahí va):
"A los chicos hay que decirles siempre la verdad. A los chicos no hay que asustarlos con cocos, brujas, ogros... temibles personajes imaginarios. Llegado el caso háblele de cosas más reales: el lobo, una araña, una buena víbora... Parece mentira, pero todavía hay madres hoy en día, en pleno siglo dieci...veinte, que todavía le dicen a sus hijos cosas como: "Mirá nene, si no tomás toda la sopa, voy a llamar al hombre de la bolsa". Señora... ¿y si el hombre de la bolsa tampoco quiere tomar la sopa?"
Así que Roc vive confuso en un mundo de temor por la bruja del Tibidabo, pero a la vez amor e interés desmedido porque, ¿acaso hay personajes más fascinantes? Creo que les dediqué una de las primeras series del divlog: "Encantada con las brujas", allá por 2010, cuando yo aún escribía corto. A mí, como a él, siempre me gustaron y en las obras de teatro, siempre quise ser la mala.  El caso es que aquí Halloween todavía no es el fenónemo de los EE.UU., pero hay bastantes casas -sobre todo de gente bien- en las que se lo curran muchísimo. Esto ya lo habíamos visto el domingo anterior de paseo en el que nos encontramos muchas casas con telarañas, calabazas, arañas y... Bruja. 


Lo pongo en singular y mayúscula porque Bruja, después de ella, solo hay una. Íbamos tranquilos admirándonos de las decoraciones (Roc: "otra casa de brujasss! toma ya!!!") cuando, al lado de la puerta del jardín de entrada nos encontramos con un muñeco tamaño natural que claramente tiene un sensor porque cuando intentas coger uno de los paquetitos de -una quiere suponer-caramelos, comienza a hablar, a moverse, y a flashear sus ojos con láser rojo. Damos todos un salto y Roc alucina. Por supuesto ha sido una de las conversaciones recurrentes de la semana, esta bruja Y el payaso. Porque al día siguiente, supongo que viendo el éxito pusieron a este otro favorito del terror, también con sensores. 





La noche de Halloween propiamente nos difrazamos con distinto grado de entrega y compromiso con esto del susto (o el "trick or treat", como dicen por aquí): algunas vamos a darlo todo, otras, como Fashion, solo se ponen una diadema con gorrito de bruja y tul muy favorecedora. JAL se maquilla unas ojeras y luce un hacha que le atraviesa la cabeza (y logra cargarse al final de la noche). Mini va de negro, con orejitas de gato y capa roja. Somos Roc y yo los que damos el do de pecho: él de negro, una capa de Harry Potter de cuando MIni era peque y un gorro de bruja; yo, con todo lo que encuentro en el baúl de los disfraces, una cosa encima de la otra: un vestido rojo de Mini de cuando se disfrazó de gótica en el cole, medias a rayas horizontales blancas y negras, capa de Harry Potter (otra!), por encima capa plateada (de Frozen, creo), y peluca roja de quita y pon (como mi pelo ya es algo Cruella de Ville la peluca es innecesaria, un poco un show-off). 





Cuatro o cinco amigos de Mini se unen al itinerario porque "querían conocer a Roc". Nos roba el corazón un tal Stanley, que va de rana, y no hace falta besarle para darnos cuenta que lleva debajo un príncipe de la simpatía. Pasamos por casas de las que sale gente con gorro de bruja y cuencos llenos de caramelos, otra con una careta de monstruo gritando, que se la quita de inmediato al ver a un niño tan pequeño con cara de estupefacción ante su puerta. Hay casas de las que no sale nadie pero que tienen un sistema de vapores de colores como esos que salen de los cementerios en las pelis, otros tienen lápidas y otros motivos mórbidos. Por fin, en la casa de La Bruja y El Payaso, sigue sin haber nadie. La noche termina en casa de unos amigos a los que les ha sobrado de todo porque han tenido pocos niños llamando a su puerta.  Mini y sus amigos que se van a un "gathering" a una casa y los demás nos quedamos a cenar allí.

El resto de los días están llenos de actividades para disfrute de Roc y/o su madre (adivinen de quién): visita a grandes almacenes en busca de ropa en Oxford St, Brixton-la-nuit-, visita a la granja urbana de Vauxhall. Este es momento especialmente emotivo porque habíamos estado hace unos 10 años con Mini cuando los Jekes vivían en Londinium. Sigue habiendo cabras, ovejas, cerdos, conejos y las míticas llamas (al fondo en la primera foto). 





Hablando de llamas, por las noches introduzco a Roc a algunos de los clásicos de ayer-hoy-y-siempre... sí, exacto, "yo y mi llama, pues llámase llama" de Ábrete Sésamo (así se llamaba el primer Barrio Sésamo, el de mi época, que salía en "Un globo, dos globos, tres globos"). Al díá siguiente me dice (me lo como): "tía, ponme yo y mi llama puesllamasellama"). Como Roc canta una canción dedicada a un tal Pepe, le pongo otro de los grandes hits que tengo grabado a fuego de ese gran programa: alguien se acuerda de "Tiopepe y Tiapepa"? Excelso. Ah, y la "Bohemian Rhapsody" de los teleñecos, que no existía en mi infancia, pero lo descubrimos juntos y  Roc se ríe mucho con la parte de "mamáááá". También introduzco a Roc (con ayuda de mi super-proyector) a una de las pelis de la infancia de Mini, "Mary Poppins" (mapoppins! como decía ella) que le encantó.  Otro fan. 

Bajamos del desván el escalextric, pero en lugar de jugar con los mandos se pone a correr para interceptar los coches. Le gusta jugar con la cesta de las muñecas de Mini, en particular una Nancy (modernizada desde mi época) a la que quita los calcetines y se los intenta poner a una Barbie. Uno de sus juegos favoritos (y que venga una psiquatra infantil a diagnosticarlo, ya!) es saltar por un lateral al centro de un sillón, salir por el otro brazo, y vuelta a empezar. Ahora querría hacer un largo párrafo sobre sus frases porque desde la última vez, su lenguaje ha despegado y me ha sorprendido mucho con expresiones muy complejas que no son comunes en críos de su edad. "Eso me encanta", "aún no" y... maldición, las tenía que haber apuntado, pero ya no me acuerdo...

Y termino con unas fotos de la mañana del día del cumple de Fashion, que la pasamos en su parque favorito de Londinium: Brockwell Park. Tenemos muchos recuerdos felices de este lugar, de cuando los Jekes vivían aquí y de volver siempre para ver la ciudad desde lo alto -es uno de esos parques de los que a veces hablo (Hampstead Heath, Greenwich Park) que están en una colina. Tengo dos vistas favoritas: una hacia el sur, con toda la pradera y al fondo la aguja de una iglesia, y otra hacia el norte, donde ves los rascacielos de la City y Canary Wharf donde la gente compra-compra-vende-vende, escribe mentiras, hace política, camina deprisa... Pero desde aquí arriba, la paz que se respira lo hace imposible: todo está bien. Aunque no lo esté, aunque sea todo atroz y dantesco y cualquier otro eufemismo de una mierda. Solo nos quedan a algunos los pequeños momentos: sepamos verlos.