Si no las escribo, las cosas no han llegado a término, solo las he vivido (A Ernaux) La vida real no está a la altura de escribir sobre ella (J Eugenides) Lo que me interesan son los errores, fruto de la pasión, los errores que se cometen arriesgando (G Steiner) En la calle, codo a codo, somos mucho más que dos (M Benedetti) Escribir es persuadir a un extraño de que se quede (R Cusk) El camino del exceso conduce a la sabiduría (W Blake)
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28 agosto 2021
"Canto yo y la montaña baila" de Irene Solá: El New Age no es para mí
27 agosto 2021
Leyendas de Bellver: De Gustavo Adolfo Bécquer a la Niña Di
Esto es más o menos cómo ocurrió (o, de nuevo, "puedo explicarlo todo").
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Erase una vez... La Cerdanya. Bueno, en realidad no, en realidad "Canto yo y la montaña baila" está ambientada hacia el este de los Pirineos catalanes, en concreto entre Camprodón y Prats de Molló, pero en mi cabeza yo la he localizado en La Cerdanya, donde pasé los veranos de mi infancia. Así que podría comenzar con un "érase una vez en los Pirineos" y sería más verdad. Pero está bien salir del armario: yo he tenido a Bellver y Talló y Pi y Bor y Das y Prulláns en mi mente mientras leía, y eso ha salvado para mí la novela. Novela de historias de amor, de guerra, de éxtasis ante la belleza del entorno, en la que he aprendido por ejemplo, la leyenda mitológica del origen del nombre de los Pirineos: parece que viene de "Pirene", hija un rey, que sufre diversos percances amorosos (según si sigues la mitología griega o la local) y al final muere en un incendio. Su amante le hace un monumento funerario con unas piedras, y son los Pirineos. Pero sobre el libro, mañana.
22 agosto 2021
Metadivagando a propósito de "La pesquisa", de Juan José Saer
Empezando "La pesquisa" |
A mí la palabra "laberíntica" me sugiere Borges, autor que en el divague de las librerías escherianas dije iba a intentar releer a mi provecta edad, porque en mi década de los 20 "no conectamos". No tengo mucha esperanza de todas maneras: creo que una resonancia magnética cerebral revelaría sin duda distintas estructuras en sus fans (pienso en un compa de trabajo, lo leía traducido, y Dp, con sus obras completas ahí en la estantería) y en mí misma. ¿Merece la pena auto-retarme o sigo con mi secular incompatibilidad con Jorge Luis? Estoy dispuesta a asumir eso de "no sós vos, soy shó".
Pero divago, céntrate Di: ¿lo de laberinto podría también ir por su "novela dentro de una novela"? (herramienta estirada tal vez demasiado por Margaret Atwood en "El asesino ciego"). En "La pesquisa", hay un grupo de amigos en la Argentina que están intentando resolver un misterio literario (quién es el autor de un dactilograma, como lo llaman) y uno de ellos, Pichón, que acaba de llegar de París, les cuenta otro misterio: una investigación policial en busca de un asesino en serie que ha terminado con la vida de 27 ancianas en un muy pequeño radio de acción, cada vez más cercano a la propia comisaría que realiza la pesquisa.
Pero no sabes aún quién es el narrador en el primer capítulo -cuando aún crees, inocente, que va a haber capítulos. Aquí Saer nos introduce a dos polis, cada uno contrapunto del otro, que llevan la investigación de los asesinatos en París: Morvan y Lautret. El primero es el introvertido, tirando a autista, observador de patrones y trabajador en la sombra, mientras que el segundo es la extraversión, desinteresado en el detalle, el que va a la tele a hacer declaraciones, el que ama los focos. Todos conocemos ambos tipos en el ámbito laboral, "auditores" y "vendedores"; los que sacan los proyectos adelante suelen ser los primeros, los segundos de vez en cuando tienen golpes de suerte ("el azar puede ser devastador, pero nunca es metódico ni meticuloso"). Ya bastante entrada la narración hay una página que marca el contraste entre ambos, pero a la vez su similitud, de una manera magistral: "los matices temperamentales no eran más definitorios de cada uno que las diferentes formas que puede asumir el follaje en plantas de una misma variedad". Para mí, la descripción de ambos polis, en especial de Morvan, que es más protagonista, ha sido de lo mejor de la novela. Morvan es uno de esos seres atormentados ("ha tenido de nuevo la esperanza de que algo dentro de sí mismo, nostalgia, pena, memoria, compasión, se pondría en movimiento, pero, de nuevo, las capas pegoteadas de su ser, como si fuesen un solo bloque compacto, no han querido desplegarse, ni siquiera entreabrirse" ) que no fastidian a nadie con su tormento, y que el resto, aunque adivinan su desdicha, que en ningún momento les traspasa, "se sienten más imperfectos que él, igual que esas marionetas que son todavía más patéticas cuando se entrevén los hilos que las dirigen".
Juan José Saer |
Pero nada más empezar, para que tengamos clara su posición en esto de la realidad/ficción, el autor nos planta: "por el solo hecho de existir, todo relato es verídico". Qué maravilla, me podría enganchar en esta frase todo el divague (tranquis, que no), pero enlazando con el párrafo anterior me da que esto me va a quedar muy metaliterario / metabloguero: los que escribimos blogs personales vivimos en este barro. Puedes escribir un relato de ficción que tenga más hechos "así-llamados-verídicos" que una entrada "así-llamada-diario", y viceversa. Al final, la entrada-diario es cómo lo viste tú, la jugada desde tu lado. Si la contara otra persona que estuvo allí, sería necesariamente una historia diferente. Si además ha pasado mucho tiempo, los trucos de la memoria son ya escandalosos (¿no hablábamos de autoengaño el otro día?). Como considera un momento un personaje de "La pesquisa", cuando se plantea y duda de su versión, el problema "no va a ser demostar su inocencia al mundo, sino probársela a sí mismo".
Y un paso más: ¿Es "verídico" el momento de felicidad vivido, o lo es más su anticipación? Hay una conversación siempre interesante, siempre recurrente, inagotable: ¿qué momento es mejor para ti, el preciso en el que estás disfrutando de algo, lo que sea, o los anteriores, cuando planeas? ¿Pueden los objetos, los hechos, las sensaciones, el placer, alguna vez superar a las ideas? Es Itaca, otra vez. Dime lo que piensas, y me abrirás una ventanita a tu filosofía de vida. Saer lo cuenta así, y escuece: "la imagen de Tomatis recibiéndola en sus manos ha sido como una especie de recuerdo anticipado y placentero, una experiencia vivida con intensidad antes de que las garras mortales de lo que efectivamente ocurre la atrapen, la banalicen y la arrojen después, sin culpa ni sania, al basural del olvido". Queda claro en qué equipo está el autor, pero ¿hacía falta rompernos el corazón con el "basural del olvido"? A veces el autoengaño es útil.
Hacia el final de ;a novela hay una parte que, lo reconozco, ha sido mi debilidad: el pequeño alegato arrasando al psicoanálisis, aunque él lo llama "psiquiatría". Hay todavía confusión entre psiquiatría y psicología, y con psicoanálisis ni te cuento. Será porque la gente cree que el Tio Sigmund era psiquiatra. Pero la situación es mucho más grave que todo eso: el doctor Fraud (digo Freud) era neurólogo. En el SXIX, la neurología y la psiquiatría se separaron, quedándose la primera con los desórdenes del cerebro y la segunda con los de la mente. Han tenido que pasar 100 años para que la ciencia nos demuestre que cerebro y mente son lo mismo. Alejándose los psiquiatras de lo biológico han hecho el ridículo durante décadas. Algunos lo siguen haciendo, pese a que hoy está clarísimo que los pensamientos, los sentimientos y los comportamientos parten de un complejo imbricado en el que lo biológico y lo social interactúan. Pero divago (disculpas, este tema me pone): Saer lo expresa mucho más bonito y más conciso que yo: "lo abandonaron a los psiquiatras" (y en la novela, los psiquiatras solo usan métodos psicoanalíticos). El verbo abandonar nunca fue usado mejor: como quien deja a alguien en la jaula de las fieras. La formulación de los "profesionales" que nos cuenta Saer es realmente espeluznante (hay unos puntos en los que describe con bastante detalle gore los crímenes del asesino en serie, pero no dan ni la mitad de miedo que los análisis psicoanalíticos que hacen del presunto asesino). Y sobre la jerga: "29 ancianas inocentes, según el término empleado por los psiquiatras quienes, una vez que han probado su capacidad de emplear el vocabulario de la profesión, al que ellos llaman científico, se autorizan siempre algunas licencias oratorias". Saer, en serio: chapeau. Tu ironía con este tema -que yo aún no he logrado-, consigue mucho más que todo mi cabreo junto: "siempre según los psiquiatras había un elemento erótico evidente aunque ni el asesino ni las viejecitas se dieran cuenta (...) Esa ceremonia tenía su lógica, según los psiquiatras, y vistas desde los ojos de la ciencia....(...) demostrarían que, más allá de lo que dice Oscar Wilde, que el informe cita con nombre y apellido, los seres humanos no solo destruyen lo que aman...". Yo al leer esto, río, pero es una risa amarga: es un puto drama para los que están en el otro lado de estos así-llamados-profesionales. Vale, ya lo dejo.
Además de todo lo anterior, hay en la novela numerosísimos detalles formales y conceptuales de esos de subrayar, y releer: narra la dehumanización de aquellos que un día nacieron para ser personas y ahora son meros compradores, puntos de audiencia, "blanco sociológico y numéricamente caracterizados de las tandas publicitarias" o "le admiraba y le debía todo, una razón más para sentirle también un poco de odio". Tiene frases, o a veces simples sintagmas que suenan musicales, que me gustaría haber escrito yo: "La lógica del delirio", "la voluptuosidad del riesgo" o "el azar que preside el encuentro de la pulsión y su objeto, en algo semejante a la energia imparcial y neutra del destino". Cuando terminas la novela entiendes por qué Le Monde dice que es un libro para releer: cuando te encuentras releyendo párrafos enteros no es solo por su complejidad, sino porque los quieres re-escuchar en tu cabeza. Recuerdo que nuestro querido NáN decía que se leía el desenlace de los libros antes de empezar su lectura, para quitar así la ansiedad de "lo que pasa" y poder concentrarse en cómo lo dice: esto se podría aplicar exactamente a este libro. Qué importa lo "verídico", el nombre del asesino: quien busque esto, que no se moleste. Este es un libro para releer porque lo que importa es que te muerda la escritura, lo que importa es, como siempre, el viaje, no Itaca.
Por último, pero es tal vez lo primero que me impactó de "La pesquisa": es imposible no pensar en Cortázar y las dos partes de Rayuela, "del lado de acá" y "del lado de ashá", en esta novela estás todo el rato de ashá para acá. Y no solo eso, sino que el grupo de amigos que buscan a un autor me ha llevado por supuesto a Bolaño: "Los detectives salvajes", "2666"... Volver a esas lecturas es siempre volver a un lugar donde se ha sido feliz-aunque hay gente que diga que eso no debe hacerse.
Al final de mi edición (rayoverde) hay una conversación entre Saer y Ricardo Piglia (del que me traje también un libro). Es una delicia leerla y allí me entero que varias de las novelas de Saer comparten personajes, así que aparecen más los investigadores literarios del lado de allá. Me encanta cuando Piglia anota: "Se puede ver que -para horror de los críticos- hablamos de los personajes de las novelas como si fueran amigos de los que queremos tener noticias". Y con esta frase se cierra el círculo auto-referencial, el loop meta: hace unos días leí un artículo en el que se decía "era 2008, la época dorada de los blogs" y pensando el declive de este medio, llegué a alguna conclusión. La gente "que se ha pasado a otras plataformas" lo que querían era comunicar, y cuando el medio se agotó, cambiaron. Los que quedamos no tenemos mucho misterio: queríamos comunicar, pero el medio -la escritura- lo era todo. Pero, ¿y los lectores? Gente que vienen y se van, que buscan distintas cosas, que comentan o no... ¿por qué leen? Mi hipótesis, que enlaza con esta frase de Piglia, es que el lector que se queda acaba sintiendo al que escribe y a los personajes que pueblan su mundo como una suerte de grupo vagamente familiar, y entran de vez en cuando "a ver qué hacen": son "amigos de los que queremos tener noticias". Para horror de los críticos, aún quedáis alguna gente de esa y algunas que queremos seguir dando noticias.
Itaca: Mas no apresures el viaje |
19 agosto 2021
Librerías de Barcelona: Porno para bibliófilos
En Finestres, además de gran iluminación, hay sofás. Es la felicidad. Son sofás sofisticados, de terciopelo verde o granate, a los que te llevas una montaña de libros de las estanterías y sin darte cuenta, ya quieres descalzarte y subir los pies como harías en tu casa. Pero aún tengo maneras - no tuvieron que echarme.
Que no bibliofilia... |
Clásicos contemporáneos, yeah! |
17 agosto 2021
Que vienen los Pies Negros y otras triviales reflexiones peninsulares
En su última versión, durante el pasado mes vacacional en la península, los Pedalistas han pasado a ser los "Pies Negros".
Naoko. o sillón japo que se nos oculta |
Sí, esto es Donosti |
Los Pedalistas nacieron viajando, y este mes de vacaciones ha sido todo lo contrario: hacía muchísimos años que no pasaba un mes (32 noches!) seguidas en la península. Habrá gente que opinará que haber dormido en cinco camas diferentes en este mes no significa exactamente estar estáticos; aunque acostumbrados a ser nómadas de una o un par de noches, esto ha sido inusual. Pero he demostrado algo a mis compas: cuando en el pasado he planteado si podríamos alguna vez pasar un mes de vacaciones en un lugar, sin movernos, El Peda siempre aseguraba que él sí -con esa estoicidad suya, o de los vascos-, pero que yo no - con ese hedonismo o culoinquieto de los de ningún sitio. Que yo, una vez visto lo que hay que ver, querría "siguienteee!!!". Pero estas semanas se ha constatado que con libros y un teclado podría hacerme un hueco en cualquier sitio. Con vistas ya sería la pera.
La Zurriola-neopreno o batamanta necesarios |
Mi bici de la uni: eclecticismo o confusión |
Fashion me odia |
Barcelona, I love u |