Eres lo que amas
La terminología de la orientación sexual (que no de la identidad sexual, de la que hablamos ayer), gay, hetero, bisexual, puede ser confusa porque, ¿cómo aplicarla a las personas trans, o a l@s ocasionales? Los investigadores -siempre intentando encontrar términos neutros, recordemos el "relaciones sobrepuestas" en lugar de la cargada "infidelidad", uno de los viejos divagues de más éxito- ahora usan "androfilia" (alguien que ama a los hombres), "ginefilia" (a las mujeres) y "ambifilia" (hombres y mujeres).
Pero hay muchos más conceptos: hay gente que se define “pansexual” (sin límites en las opciones sexuales), “demisexual” (solo atraídos sexualmente por personas con las que tienen un vínculo sentimental), heteroflexible (algo de relaciones homosexuales pero mayoritariamente heteros), oportunistas (o desesperados: los que tienen relaciones con alguien de su mismo sexo en la cárcel o en un internado), asexuales (no tiene atracción sexual por nadie)... vamos, hay tantos que hasta se han planteado hacer una matrix en la que poner tu identidad en abscisas y tu preferencia en ordenadas (yo siempre muy a favor de cualquier matrix).
Datos
En USA, aprox. 1% de la población masculina es homosexual y 0.5% de la femenina, y los porcentajes se invierten para bisexualidad. El resto son heteros o de esos grupos que he definido arriba.
Política
Para gran parte de la derecha, la homosexualidad es una decisión moral dañina, tomada usando tu libre albedrío y que por tanto no merece protección con derechos civiles. Para gran parte de la izquierda, lo opuesto. Para aprobar el matrimonio gay en USA se usó el argumento de que la orientación sexual es inmutable, por tanto, el matrimonio de personas del mismo sexo es la única vía para este compromiso. Sin embargo, esa preferencia no es tan inmutable: aunque para los hombres la orientación sexual suele determinarse en la juventud y no suele cambiar, para las mujeres es mucho más variable: “la fluidez sexual femenina”.
¿Qué razones da hoy la ciencia para explicar tu orientación sexual?
La orientación sexual no tiene que ver con cómo te educan. Funciona como el resto de rasgos del comportamiento que hemos visto en divagues pasados de esta serie sobre la individualidad: se puede ver cierto efecto de tus padres en muchos comportamientos en los primeros años, pero luego desaparece. O sea, no: esas mujeres asertivas no son la razón de hijos gays.
Lo que sí que se ha encontrado es que si eres hombre y tienes un hermano mayor, tienes más posibilidades de sentir atracción sexual por los hombres. Pero si estás esperando una explicación psicoanalítica, no va por ahí: estos bebés tienen de media (siempre, siempre de media) menor peso en su nacimiento, y la explicación podría ser la respuesta inmune de la madre a las proteínas masculinas (presumiblemente las codificadas por el cromosoma Y). Los anticuerpos que ha segregado la madre, en el siguiente embarazo masculino cruzan la placenta e influencian el crecimiento fetal y su cerebro. Lo siento por los esotéricos, pero la biología lo explica (o explicará) todo.
Entonces, ¿es la orientación sexual heredable? Lo que se ha encontrado es que la variación genética (recordemos: en poblaciones, no en individuos) es un factor más, con un efecto algo mayor en los hombres, pero no lo explica todo. Habrá individuos que lleven variantes genéticas que expliquen toda su orientación sexual, habrá otros para los que su orientación sexual no sea en absoluto genética, y luego el resto de combinaciones en el espectro. Importante: como el resto de los rasgos del comportamiento, no hay un gen único y específico que determine la orientación sexual humana. Hay muchos otros genes que parecen tener una pequeña contribución, pero no tenemos una lista ni nada que se le parezca.
Luego, demos paso a nuestras sospechosas habituales las hormonas. Ya hablamos en el divague anterior de lo que pasa a los fetos femeninos cuando se les expone en útero a mucha testosterona: sus cerebros son masculinizados y luego reportan mayor atracción por mujeres (el 21%) vs. el 1.5% en la población general de mujeres. Recordemos también del otro capítulo cómo los niños tienen más posibilidad de jugar a lo bruto y que les atraigan los juguetes inanimados (coches) y la niñas de ser menos agresivas y elegir muñecos o animales. Los niños que mostraban más juego típico de niñas luego se encontró que tenían más posibilidades de sentirse atraídos sexualmente por hombres y las niñas que jugaban como chicazos, por chicas.
La conclusión es que algún tipo de combinación entre experiencia social, genes, hormonas, inmunidad y otros factores biológicos que aún no conocemos influencian el circuito cerebral relevante para los comportamientos típicos-de género, de los cuales la orientación sexual es solo una pequeña parte.
¿Qué dice la ciencia de tu postura favorita?
Pues tampoco hay evidencia genética por la que la gente prefiera unas u otras prácticas sexuales, de lo que sí hay es de patrones de personalidad -estos sí que los encontramos algo explicados en la genética- que pueden influir. Por ejemplo, tomenos prácticas como el sadomasoquismo o fetichismo. Factores de personalidad como la impulsividad, la búsqueda de sensaciones, facilidad para obsesionarse y gusto por el riesgo, sí que podrían estar relacionados con ciertas prácticas en los límites de la campana de Gauss.
Y biológicamente, tal vez ciertas mujeres les guste más el cunnilinguus que a otras porque tengan más terminaciones nerviosas en su clítoris que el grueso de la población, luego que tengan más placer cuando esta parte es estimulada… pero todo esto es especulativo.
A mí personalmente me interesaría mucho entender lo que pasa por las cabezas de gente que se mete en prácticas sexuales límites de dominación y sumisión, llegando a hacerse mucho daño físico. En el UK, por ejemplo, no existe el consentimiento legal para eso: que alguien te dijera que sí no te exime del castigo en ciertos casos severos. Recordemos que además, no todas las fantasías sexuales se tienen por qué llevar a cabo: ahora estoy haciendo un curso de cine español en el Instituto Cervantes y hace cuatro semanas, cuando vimos Buñuel, me recordaron su fetichismo con los pies, las medias y los zapatos, del que hablé en mi divague de "Viridiana"- leedlo pero por si acaso, él decía:
"Yo no soy fetichista del pie, pero en muchas películas mías sale mucho el pie. Algunos críticos me llaman "pedófilo"... Ya desde La edad de oro, donde la protagonista chupaba el dedo gordo del pie de una estatua... Todos somos un poco fetichistas. Aunque algunos exageran... Puedo tener esa obsesión, como la de los insectos... En realidad, los pies y los zapatos, de hombre o de mujer, me dejan indiferente. Me atrae el fetichismo del pie como elemento pintoresco y de humor. La perversión sexual me repugna, pero puede atraerme intelectualmente".
O sea, que no tenía intenciones de llevarlo a cabo, que un buen freudiano diría que sí, pero que le daba miedo admitírselo, pero está claro que hay cosas que podemos pensar y están bien en ese "mundo de las ideas", pero que de hecho, no querríamos hacerlas.
Meter las feromonas de la atracción en un frasco de perfume
Linden termina el capítulo intentando explicar por qué nos atraen unas personas y no otras, porque se sabe que aunque nuestros requerimientos sobre el papel en principio sean unos ("alto, rubio, ojos azules"), luego podemos fliparnos con alguien en las antípodas ("tirando a bajo, pelo castaño, ojos marrones") que no los tenga y quedar indiferente con alguien que los tuviera.
Las feromonas son unas moléculas que se han encontrado en animales que instigan un determinado comportamiento en otros animales; por ejemplo, las hormigas segregan una feromona que indica al resto el caminito que han de seguir (¿creíais que hablaban como en "Antz" o qué?).
Aunque en la facultad nos daba mucha risa, lo cierto es que aún no hay evidencia de la existencia de feromonas humanas. Incluso el famoso experimento de la “camiseta sucia” (un grupo de chicas tenía que oler camisetas de chicos tras dos días de llevarlas) y elegían como las mejores la que tenían un MHC (un parámetro relacionado con el sistema inmune) distinto del suyo (se hipotetiza porque aquí los futuros hijos tendrían mejor inmunidad) no ha sido totalmente replicado.
Lo más parecido a feromonas que podríamos tener los humanos es el olor que segregan las glándulas de Montgomery en los pezones: cuando lo huelen los bebés de tres días, encogen los labios, sacan la lengua y buscan, como para succionar. Ya veis: nada demasiado emocionante aunque a los fabricantes de perfume les encantaría que se encontraran estas feromonas de la atracción sexual para poder meterlas en frasquitos para dar aún más la turra en el mes de diciembre.
Así que como aún no hay respuestas, igual a esta pregunta de por qué nos atraen unos y no otros todavía podamos contestar románticamente: que es por “ese algo” inexplicable. Mi nada romántica conclusión es que porque algo no se pueda estudiar -temas éticos, o dificultosos- no quiere decir que no haya una explicación biológica. La hay, pero no tenemos acceso a ella. Todavía. Y, sobre todo, que la haya no descarta que podamos vivir y experimentar esa magia de la atracción, el enamoramiento y el deseo.