Nunca me había pasado esto tan mal, que con un divague casi terminado se me borrara todo cuando cambiaba nosequé. Todo el post se ha tornado una letra, y por mucho que he ido para atrás, no lo he logrado recuperar. Tenía enlaces, tenía fotos, tenía citas de un podcast... odio la vida. Por si alguien se lo pregunta, no he llorado: pero la ocasión, os lo digo, lo merece.
"No nos burlemos de la Guardia Civil, la humanizamos". Así comenzaba, con esta frase que escuché por la radio y me hizo saltar. Un actor de serial televisivo está haciendo este análisis sesudo de uno de los efectos del humor, humanizar? Entonces eché para atrás (bellezas del podcast) y me di cuenta de que solo una letra podía cambiar totalmente el significado de una frase. El actor decía: "No nos burlamos de la Guardia Civil, la humanizamos". Ah, o sea, se intentaban defender de acusaciones, y además iban a intentar humanizar nada menos que a la Guardia Civil. Good luck.
Esta anécdota me recordó otro podcast, el último de la "Revisionist History" de Malcolm Gladwell titulado "The satire paradox" (La paradoja de la sátira), donde Gladwell habla precisamente de esto, de lo que se busca con la sátira, y lo que se consigue, que a veces es muy distinto.
El primer ejemplo que usa es el del programa televisivo ochentero británico "Loadsamoney" (Muchapasta), del cómico Harry Enfield. Enfield, crítico con Thatcher y sus políticas, liberal del izquierdas (en contraposición con la clase trabajadora de derechas que lee The Sun) creó un personaje de comedia, el típico bufón de derechas con coche llamativo, cadenas de oro, y mucha pasta (producto de la construcción en época de boom inmobiliario, suena de algo?), que hacía reír por igual a los de derechas que a los de izquierdas. En un programa, criticaba a las enfermeras (pendones!) que estaban de huelga, y de esto se reían los de derechas (que trabajen!) y la izquierda (qué gracioso, es ironía). Anios después, Gladwell le pregunta a Enfield si cree que su comedia cambió algo y él contesta: "nada". Un ejemplo parecido es Colbert, un presentador de show muy de derechas (lo representa o lo es? no me queda claro), que cuando fue una mujer de izquierdas a su show le preguntó, "así que eres comunista?" Todos rieron: los de derechas porque lo veían como un ataque a ella, y los de izquierdas porque lo entendían como un autoataque. Quién es el objeto de la broma? A veces, mientras intentas aclarar quién es, se te ha perdido el contenido. Pero no deja de tener mérito atraer a los dos polos del espectro, por distintas razones.
Gladwell habla de Tina Fey, una humorista que se hizo famosa en 2008 por su imitación de Sarah Palin. Aparecía en un show de máxima audiencia y casi no tenía que escribirse guión, tales eran las declaraciones normales de Palin. Un día, Fey es entrevistada sobre esto y, en lugar de ir al meollo de la cuestión, que era "alguien tan poco cualificado como esta persona podría ser vicepresidenta" (gritito, aunque si se vieran ahora...), terminan analizando la mecánica del humor. O sea, de dónde sacó la inspiración para el acento, y cosas así. Pero el problema de Palin no es cómo habla, sino cómo piensa, y lo que va a hacer como gane. Pero esto no se toca, Fey está demasiado ocupada en ser graciosa... y luego, la hecatombe. Aparecen Fey y Palin en el mismo show, vestidas igual, con el mismo peinado: introducen a Palin en la broma, la hacen aceptable, votable. Palin gana.
Por último Gladwell describe un ejemplo de algo que él considera verdadero humor arriesgado y que mueve. En Israel, hay una grupo de humoristas progresistas, gente que querría que Palestina tuviera su propio estado, esas cosas. Parece ser que hacen un show verdaderamente que pica... cuenta el sketch de un grupo de ninios de guardería que contestan a preguntas de la maestra como loritos de un adulto de derechas. La profe les ensenia el mundo, y les dice "Esto es Israel, cómo se llama el resto?" Y ellos "antisemitas"... y así todo. Gladwell se ríe mucho, nos cuenta, pero la segunda vez se pone a pensar. Esta no es sátira fácil, sino que muerde.
La sátira requiere interpretación, es complicada. No todo es lo que parece. Jonathan Coe dice que humor blanco como el del gordo y el flaco, los tortazos que se dan mientras intentan subir un piano, hablan de un problema físico humano imposible de solucionar, y nos reímos. Pero la política, aunque tiene algún tema imposible, muchos otros se pueden tratar, y con solo reirnos y pasar página no hacemos nada.
La sátira que predica solo a los ya convertidos, cual es su objeto? Así me sentí hace un mes en el "Mongolia El Musical". Todos los que estábamos allí éramos de una cuerda determinada (o tal vez en Londinium algunos fueron solo porque era en castellano... me gustaría haber escuchado a alguno-hay una pequenia sádica en mí, está claro). Pero, es esto tan extranio? Os tengo que admitir que cuando voy a Ejpein y caigo frente a una pantalla, acabo en La Sexta. Que, por cierto, y pese a lo que me gusta Wyoming, no le hizo un sarahpalin a Esperanza Aguirre? Tanto meterse con ella, reírse de ella, no acabó así siendo una seniorona rancia simpática, en lugar del horror ideológico y ejecutor que es? Esto por no hablar de Pablo Motos en el Hormiguero, sacando a Rajoy dos días antes de las elecciones para, en lugar de meterle los colmillos en la yugular ofrecerle un escenario para que con sus sentencias de abuelo autista llegue a la gente? Cuántos votos le dio al PP Motos con ese masaje?
Gladwell conclude con que se puede decir casi todo con humor. Los comediantes se han convertido en nuestras voces de la verdad. Si quieres decir algo que duela, mejor lo cubres de azúcar con humor, como decía Mary Poppins... una cucharada de azúcar hace que la medicina pase. Las audiencias que tiene estos shows, o estos humoristas, ni de lejos las pueden alcanzar los editoriales de los periódicos, las piezas de investigación más prestigiosas... nada. Tienen un poder increíble, y hay que aprovecharlo. Humanizando al enemigo solo le hacemos un favor a él.
"No nos burlemos de la Guardia Civil, la humanizamos". Así comenzaba, con esta frase que escuché por la radio y me hizo saltar. Un actor de serial televisivo está haciendo este análisis sesudo de uno de los efectos del humor, humanizar? Entonces eché para atrás (bellezas del podcast) y me di cuenta de que solo una letra podía cambiar totalmente el significado de una frase. El actor decía: "No nos burlamos de la Guardia Civil, la humanizamos". Ah, o sea, se intentaban defender de acusaciones, y además iban a intentar humanizar nada menos que a la Guardia Civil. Good luck.
Esta anécdota me recordó otro podcast, el último de la "Revisionist History" de Malcolm Gladwell titulado "The satire paradox" (La paradoja de la sátira), donde Gladwell habla precisamente de esto, de lo que se busca con la sátira, y lo que se consigue, que a veces es muy distinto.
El primer ejemplo que usa es el del programa televisivo ochentero británico "Loadsamoney" (Muchapasta), del cómico Harry Enfield. Enfield, crítico con Thatcher y sus políticas, liberal del izquierdas (en contraposición con la clase trabajadora de derechas que lee The Sun) creó un personaje de comedia, el típico bufón de derechas con coche llamativo, cadenas de oro, y mucha pasta (producto de la construcción en época de boom inmobiliario, suena de algo?), que hacía reír por igual a los de derechas que a los de izquierdas. En un programa, criticaba a las enfermeras (pendones!) que estaban de huelga, y de esto se reían los de derechas (que trabajen!) y la izquierda (qué gracioso, es ironía). Anios después, Gladwell le pregunta a Enfield si cree que su comedia cambió algo y él contesta: "nada". Un ejemplo parecido es Colbert, un presentador de show muy de derechas (lo representa o lo es? no me queda claro), que cuando fue una mujer de izquierdas a su show le preguntó, "así que eres comunista?" Todos rieron: los de derechas porque lo veían como un ataque a ella, y los de izquierdas porque lo entendían como un autoataque. Quién es el objeto de la broma? A veces, mientras intentas aclarar quién es, se te ha perdido el contenido. Pero no deja de tener mérito atraer a los dos polos del espectro, por distintas razones.
Gladwell habla de Tina Fey, una humorista que se hizo famosa en 2008 por su imitación de Sarah Palin. Aparecía en un show de máxima audiencia y casi no tenía que escribirse guión, tales eran las declaraciones normales de Palin. Un día, Fey es entrevistada sobre esto y, en lugar de ir al meollo de la cuestión, que era "alguien tan poco cualificado como esta persona podría ser vicepresidenta" (gritito, aunque si se vieran ahora...), terminan analizando la mecánica del humor. O sea, de dónde sacó la inspiración para el acento, y cosas así. Pero el problema de Palin no es cómo habla, sino cómo piensa, y lo que va a hacer como gane. Pero esto no se toca, Fey está demasiado ocupada en ser graciosa... y luego, la hecatombe. Aparecen Fey y Palin en el mismo show, vestidas igual, con el mismo peinado: introducen a Palin en la broma, la hacen aceptable, votable. Palin gana.
Por último Gladwell describe un ejemplo de algo que él considera verdadero humor arriesgado y que mueve. En Israel, hay una grupo de humoristas progresistas, gente que querría que Palestina tuviera su propio estado, esas cosas. Parece ser que hacen un show verdaderamente que pica... cuenta el sketch de un grupo de ninios de guardería que contestan a preguntas de la maestra como loritos de un adulto de derechas. La profe les ensenia el mundo, y les dice "Esto es Israel, cómo se llama el resto?" Y ellos "antisemitas"... y así todo. Gladwell se ríe mucho, nos cuenta, pero la segunda vez se pone a pensar. Esta no es sátira fácil, sino que muerde.
La sátira requiere interpretación, es complicada. No todo es lo que parece. Jonathan Coe dice que humor blanco como el del gordo y el flaco, los tortazos que se dan mientras intentan subir un piano, hablan de un problema físico humano imposible de solucionar, y nos reímos. Pero la política, aunque tiene algún tema imposible, muchos otros se pueden tratar, y con solo reirnos y pasar página no hacemos nada.
La sátira que predica solo a los ya convertidos, cual es su objeto? Así me sentí hace un mes en el "Mongolia El Musical". Todos los que estábamos allí éramos de una cuerda determinada (o tal vez en Londinium algunos fueron solo porque era en castellano... me gustaría haber escuchado a alguno-hay una pequenia sádica en mí, está claro). Pero, es esto tan extranio? Os tengo que admitir que cuando voy a Ejpein y caigo frente a una pantalla, acabo en La Sexta. Que, por cierto, y pese a lo que me gusta Wyoming, no le hizo un sarahpalin a Esperanza Aguirre? Tanto meterse con ella, reírse de ella, no acabó así siendo una seniorona rancia simpática, en lugar del horror ideológico y ejecutor que es? Esto por no hablar de Pablo Motos en el Hormiguero, sacando a Rajoy dos días antes de las elecciones para, en lugar de meterle los colmillos en la yugular ofrecerle un escenario para que con sus sentencias de abuelo autista llegue a la gente? Cuántos votos le dio al PP Motos con ese masaje?
Gladwell conclude con que se puede decir casi todo con humor. Los comediantes se han convertido en nuestras voces de la verdad. Si quieres decir algo que duela, mejor lo cubres de azúcar con humor, como decía Mary Poppins... una cucharada de azúcar hace que la medicina pase. Las audiencias que tiene estos shows, o estos humoristas, ni de lejos las pueden alcanzar los editoriales de los periódicos, las piezas de investigación más prestigiosas... nada. Tienen un poder increíble, y hay que aprovecharlo. Humanizando al enemigo solo le hacemos un favor a él.