El Titiritero había convocado ya un gran círculo de niños, suficiente para el negocio, y dio comienzo la función. Salimos a escena TítereDí y TítereNán, encargados de la parte narrativa abreviada de la historia. El Titiritero nos sacaba por las noches del baúl, nos colocaba sentados en suelo apoyados en la pared y nos leía las mejores obras de la historia literaria mientras bebía varias botellas de aguardiente. Los vapores del aguardiente mantenían la humedad de la madera de la que estábamos hechos y, junto con las historias, nos insuflaron una cierta vida independiente, un carácter.
TítereDi fue construida para representar a Ofelia, pero su corazón era poco dado a ahogarse por un amor. TítereNán fue un Polonio mal hecho, con esos cabellos largos pegados a las sienes, como de alto sirviente de un poderoso, pero tampoco se sintió nunca como un sirviente del poder. Ese día se iba a representar un par de capítulos del Ulysess de Joyce, pero Dí y Nán (dichos así para abreviar) seguían conmocionados por la lectura en voz alta de Dublinescas que Titiritero les había hecho, la noche anterior, dos veces seguidas, hasta caer rodando por el suelo.
¡Niñaaas y niñoooos!: ¿Habéis leído el Ulises homérico y el de Joyce?
Niños todos: ¡¡¡Síiiiii!!!
Pocas veces, Di y Nán se habían sentido tan avergonzados de la mentira de los niños; más todavía de la cara de satisfacción de los padres al ver que sus hijos sabían mentir. De un santo escaparon del teatrillo y corrieron hasta refugiarse detrás de un seto.
NáN: ¡Que libro tan triste, Dublinescas!
Di: Triste y humorístico a la vez, NáN. Tragicómico. Aunque no sé si la risa es de esas sin esquinas, no sé si es una risa histérica, una risa aterrorizada por la desconexión y la
hikikomorinez de Riba, el prota. Ese Riba con el que tantas veces me identificado, sobre todo con su manera particular de reírse de la vida y su amor por la literatura. Mi primer subrayado está ya en la primera línea, en la que Vila-Matas describe a Riba como perteneciente a “
la rara estirpe de los editores cultos, literarios (…), que todavía leen”. Y esto puede parecer una perogrullada, pero realmente una se plantea que algunos editores, viendo lo que publican, deben odiar la lectura, y la literatura, y a las mismas palabras. Riba pone el ejemplo de la inundación de “temas góticos” y de “sellos escondidos” y demás paparruchadas que están escritas sin el corazón, sólo con el bolsillo (y por ende publicadas pon una caja registradora sonando en el fondo continuamente). Esas cosas que la gente lee “por pasar el rato”. Por pasar el rato! Como si un buen libro no se pudiera leer de otra manera que de rodillas!!!
NáN: Es tremendo, lo que dices, porque es cierto: ¡pasar el rato! Como si no fuera el rato el que pasa por encima de nosotros como un camión en cuanto nos descuidamos, nos distraemos. Que no es lo mismo que divertirse, que es lícito y aconsejable. Te decía lo de triste porque yo, que fui creado ya viejo y me tengo que inventar la juventud que no tuve, me siento empático de personajes como Riba, que se divirtieron hasta el empacho, que tuvo una obra (una editorial de elite en su caso) a la que dedicar la vida, y ha perdido la obra (hace dos años que abandonó la célebre pero ruinosa Editorial) y el “estado” en el que se divertía, en su mayor parte alcohólico. ¿Qué hacer cuando la vida te deja “indefenso” así de pronto? Por eso me parece triste… pero al mismo tiempo, su disposición a la broma y el enredo, que le lleva a crear esa Orden Joyceana y a convocar a sus amigos para fundarla en Dublín, coincidiendo con el Bloomsday. El pobre, solo pide una cierta estabilidad: la visita de los miércoles a sus padres y la presencia a su alrededor de su esposa Celia.
El editor Riba se parece, sospechosamente, al Herralde de Anagrama, aunque el hombre Riba se parece siniestramente al autor Vila-Matas. Tú ¿qué crees, Di? ¿Habrá cambiado de Editorial porque Herralde se sintió molesto? Hay razones: su constante confesión de que no publicó ni una sola obra maestra. Y dime también, tú que por tus lecturas de amanecer sabes más de estas cosas, lo que te parece lo de los padres y la esposa. O bueno, dime lo que quieras.
Di: A ver, a ver, NáN, por partes, que ya veo que los tentáculos de la hidra empiezan a ponerse en sus marcas, y no sé si terminaremos algún día esta performance… fíjate, un par de niños ya se han ido, quiero decir, se los han llevado sus padres (asustados). Lo primero es entrar en lo de “divertirse”. Acaso divertirse es lo que hizo Riba en su vida anterior? Describes lo que la sociedad prescribe como diversión! Tomarse copas es una manera como otra cualquiera, pero yo de lo que hablaba es de la “evasión”, esa manía de “leer una novela para entretenerme, para pasar el rato, para que me saque de mi rutina, para olvidarlo todo” (y esto se aplica al cine, o a cualquier forma de arte). Esto es algo que ni Riba ni yo estamos dispuestos a hacer. Yo quiero que una novela me ponga a currar (igual que una peli), que me haga pensar, que me choque, que me desquebraje ideas de esas de siempre, quiero que me suba en una montaña rusa, quiero sentir envidia, admiración, sorpresa, euforia. Ante todo, quiero que me quemen los dedos de ganas de escribir de ella. No quiero leer una historia interesante si no está bien contada, no quiero datos que me enseñen la luz en una novela: para eso recurro a los ensayos. Y mira lo que dice Vila-Matas en la página 63:
“Cree que si se exige tanto a un editor literario o a un escritor, debe exigírsele también al lector. Porque no hay que engañarse: el viaje de la lectura pasa a veces por terrenos difíciles que exigen capacidad de emoción inteligente, deseos de comprender al otro y de acercarse a un lenguaje distinto al de nuestras tiranías cotidianas (…). Las mismas habilidades que se necesitan para escribir, se necesitan para leer. Los escritores fallan a los lectores, pero también ocurre al revés y los lectores fallan a los escritores cuando sólo buscan en estos la confirmación de que el mundo es como lo ven ellos”
No podría estar más de acuerdo con el contenido. No podría escribirlo tan bien.
Y, soy lectora de amanecer? Excuse me? Eso no me lo dice usted a mí en la calle!!
NáN: ¿Dije yo eso de “lectora de amanecer”? No recuerdo. A veces digo palabras como el que escribe poemas automáticos. Sí puedo decir que el amanecer puede tener muchas sensaciones negativas, que se resumirían en “no, otro día no”, pero que hay dos acciones maravillosas: hacer el amor y leer. Estoy de acuerdo con Riba y contigo en el elemento esencial de un libro que merezca la pena: tiene que sacudirte; a veces, un simple golpe en la barbilla; otras veces, las mejores, el inicio de un combate a tantos asaltos como número de capítulos. Cortázar decía (perdona la inconveniencia machista, pero eran otros tiempos) que buscaba “lectores macho”.
Insistiré una vez más, y espero no reincidir y que sea la última, en la tristeza del libro y del personaje (que luego es un regodeo).
Página 12:
«A la pérdida de tantas amistades falsas se ha unido la angustia que se ha apoderado de él desde que hace dos años prescindió del alcohol.»
Y muy poco después, en la 13:
«Nada marcha muy bien para él desde que corteja a la soledad. A pesar de que trata de que no caiga al vacío, su matrimonio más bien se tambalea, aunque no siempre, porque su relación de pareja pasa por los más variados estados y va de la euforia y el amor al odio y el desastre.»
En fin, después de eso reconozco que su mente, desbocada en Internet y fuera de Internet, lo defiende con gallardía y uno, leyendo, se anima con él. Solo necesita de la estabilidad de la visita de los miércoles a sus padres (donde ve con claridad los fantasmas que le rodean) y de la estabilidad de que Celia regrese a casa.
Es rara esa dependencia de los padres. De hecho, es cuando la madre le dice “ya veo que no tienes planes” cuando, “
golpeado en su amor propio, permite que Dublín acuda en su auxilio”.
El lenguaje es soberbio: volviendo a la metáfora boxística, diría que la trama y los pensamientos son los golpes que recibimos los lectores, mientras que un lenguaje así es el juego de piernas, perfectamente preparado en los gimnasios.
La primera parte, Mayo, es como el planteamiento: lo que sucede para que se produzca el loco viaje a Dublín.
Di: Y a mí me ha gustado precisamente más la primera parte, ese Mayo que es sólo ideas, que transcurre prácticamente entre cuatro paredes, en el que no pasa nada, pero pasa todo. Junio sigue teniendo la mirada de Riba, pero hay demasiada
mise-en-scene. No soy mujer de seguir la acción en tercera persona. Soy mujer de acción, porque nada nos define como la praxis, pero ni en las lecturas ni en el cine me interesa ver a otros "haciendo". Lo fundamental, para mí, es el lujo de poder, por un resquicio, atisbar el universo personal del otro, no seguir persecuciones en las catacumbas de turno, que se (debe) llevar ahora.
Y por coger tu guante de la tristeza, que parece que es lo que te ha “sacudido” a ti de la novela (curioso que a mí ha sido el humor, con fondo desesperado, eso no lo niego): ¿qué te parece cuando dice, “
No hay amigos, sino momentos de amistad”, o “
Iban a comerse el mundo y ahora se limitan a comentarlo”, o incluso “
evocar ciertos días de su juventud en los que aún esperaba que el mundo fuera a su encuentro”. Terrible. Y cuántas cuerdas toca, o cuántas me toca…
NáN: De las tres partes que tiene la novela, ya hemos visto en el planteamiento cómo el señor Riba, exeditor culto y exalcohólico aburrido lucha con las uñas y dientes de la mente para estar ocupado y en forma. Pero la segunda parte, Junio, que incluye el Bloomsday, día de los joyceanos, es el centro, el nudo. Ya ha contado que, abandonando la cultura francesa, quiere pasar a la inglesa: lo que él llama “el salto inglés”. Ya ha dicho, y cito de memoria: “
Shakespeare lo dijo todo; y lo que dejó por decir, lo dijo Joyce”. Ya ha dicho también que la importancia suprema de Joyce es que eleva a categoría épica (homérica) las trivialidades de la vida de cualquiera. ¡Qué grande!, ese James, ¿verdad? Y lo que me costó entenderlo cuando el Maestro Titiritero nos lo leía por las noches, hasta el amanecer, humedeciéndonos con sus perdigonazos mitad saliva y mitad orujo.
Pero claro, Si Riba hace algo, si sale de su pensamiento para “actuar”, ha de hacerlo a lo grande: no va acudir el 16 de junio a celebrar Ulises, como hacen todos, ¡sino a crear la orden de Finnegans Wake y despedir funerariamente a la Era Gutenberg! Qué grande este Riba, ¿no?, todo Literatura… aunque nunca pudo editar a un Genio (Shakespeare y Joyce ya habían muerto).
Ya en la página 48, había escrito: “
No sabe por qué quiere ir a Dublín. No cree que sea solo porque le fascine la idea de quedarse aguardando al 16 de junio para viajar a un lugar adonde nadie le ha llamado”. ¿Tú que crees, Di?
Di: Dublín, en mi opinión, es una excusa de Vila-Matas para transmitirnos su pasión joyceana. “
En España se ha convertido en un monstruso lugar común el jactarse de no haber leído Ulysses”, dice en algún punto. Precisamente por este lugar común, siempre sentí cierto respeto por este libro. Mi historia de amor con él se inició en 2BUP cuando un amigo que estudiaba filosofía me dijo: “
imagina un capítulo de un tío alucinando por una playa”. Cuando conocí al Pedalista, también picado por la estúpida leyenda, me dijo que no leería Ulises. Al poco tiempo, se lo regalé, traducción de Valverde. Se rió al desenvolverlo, y seguro me dijo “cabrona”. Es curioso el uso de esta palabra, particularmente en las parejas recién enamoradas, es un algo así como “eres mala, pero cuánto me gusta”. Yo desconfiaría de un tipo que nunca me hubiera insultado en ese tono, bueno, es que no puedo con los tíos devotos ultra-azucarados. Pero, divago. Decía que el Peda se leyó el Ulises en el penal de Vetusta Sub-Y, en la semana que estuvo en segundo grado. Y le encantó. Yo lo leí un tiempo después, tras un viaje a Dublín, con un mapa de la ciudad plegado entre las páginas de libro, siguiendo cada uno de los pasos de Bloom… Mientras paseaba por Dublín, sintiendo lo que Vila-Matas describe como “
la maravillosa sensación de ser de otro lugar”, lo mismo que leyendo el libro: la sensación de “ser de otro lugar”, de que el autor me estaba dando una llave de algo completamente nuevo, pero a la vez que siempre había estado allí… Y es que, como dice Vila-Matas, “
los libros que uno ama apasionadamente producen la sensación, cuando los abres por primera vez, de que siempre estuvieron allí”.
NáN: El caso es que Vila-Matas se ha pasado todos sus libros famosos, en los que el narrador es Vila-Matas, descubriéndonos autores o recordando a nuestros autores favoritos: el tío suda literatura por todos los poros. Además de haber citado (siempre oportunamente) a decenas de ellos, aquí, sumando el “
salto inglés” más Dublín homenajea a los irlandeses. Cita a uno que yo no conocía, Brendan Beham, que se describía a sí mismo como “
un alcohólico con problemas de escritura” y escribió una memorable historia de Nueva York alojado (casi por caridad del dueño) en el ¡Chelsea Hotel!
Y luego hay unos parrafillos, en la página 116, que no me resisto a la tentación del leerte, son los recuerdos de Riba de los escritores irlandeses en la Feria de Guanajato, 4 años antes:
"en una rueda de prensa, Claire Keegan contestó de forma casi airada a un periodista que quería averiguar qué temas tocaba en sus novelas: “Soy irlandesa. Escribo sobre familias disfuncionales, vidas miserables carentes de amor, enfermedad, vejez, el invierno, el clima gris, el aburrimiento y la lluvia”.
Y a su lado, Colum McCann remató la intervención de su compañera hablando en un exquisito plural, estilo John Ford: “
No solemos hablar públicamente de nosotros mismos, preferimos leer”.
Se queda pensando en lo mucho que le gustaría hablar así en plural todo el rato, como John Ford, como los escritores irlandeses. Decirle, por ejemplo, a Celia:
–A nosotros no nos parece mal que te plantees hacerte budista. Pero también pensamos que esto puede acabar siendo motivo de disputa y de ruptura.»
Te aseguro, Di, que ese “preferimos leer” y ese deseo de encontrar ¡por fin! una primera persona del plural, me volvieron loco de alegría. Son tantas las referencias, las frases y las ideas que nos ponen a pensar como locos a los que estamos hechos de madera.
Di: Exactamente, ese preferimos leer activó mi resorte (de títere!), y aquello de
“mi novela va de los temas que se tratan en ella” también. ¿Por qué hay críticos de cine/literarios cuyo análisis es un resumen de la obra? Es curiosa la identificación que personalmente hemos sufrido con Riba (será así para todos los que escriben?). Porque
“Riba anota la frase en su cerebro, todo lo apunta. Quiere pasar la frase después al ordenador, donde tiene abierto un docuemnto de word en el que collecciona frases”. Riba c’est moi: Vila-Matas, me conoces?
Por eso me miraste sospechando o sospechoso cuando me firmaste, precisamente este libro el pasado San Jordi en la Rambla? Sabías que soy Riba? Me hice legible en ese cruce de miradas?
NáN: Mira, hago una referencia más, a los escritores (con el recochineo de que sabemos que Riba es editor, vale, pero el que escribe es escritor), y preferiría no decir ya nada más de este libro (salvo contestar a algo que digas tú): podría fotocopiarlo entero, para decir todo lo que me ha gustado, pero mejor dejar que los que se interesen por lo dicho se atrevan a leerlo con sentido del humor. Es en las páginas 89-90:
«
Comienza a notar que tiene una sed inmensa. Está cansado y tiene mucha sed. Sed de mal, de alcohol, de agua, de tranquilidad, de volver a estar en casa, sobre todo sed de mal y de alcohol. Le gustaría echar un trago y lanzarse a la mala vida. Después de dos años de abstinencia, está confirmando una vieja sospecha: el mundo es muy aburrido o, lo que es lo mismo, lo que sucede en él carece de interés si no lo cuenta un buen escritor. Pero era muy jodido tener que salir a la caza de esos escritores, y encima no dar nunca con uno que fuera auténticamente genial.
¿
Cuál es la lógica entre las cosas? Realmente ninguna. Somos nosotros los que buscamos entre un segmento y otro de vida. Pero ese intento de dar forma a lo que no la tiene, de dar forma al caos, sólo saben llevarlo a buen puerto los buenos escritores. Por suerte, todavía mantiene amistades con algunos, aunque también es cierto que ha tenido que organizar el viaje a Dublín para no perderlos. Desde el punto de vista amistoso y creativo, está con el agua al cuello desde que cerró su negocio. En el fondo echa en falta el contacto continuo con los escritores, esos seres tan disparatados y extraños, tan egocéntricos y complicados, tan imbéciles la mayoría. Ah, los escritores. Sí, es verdad que les echa en falta, aunque eran muy pesados. Todos tan obsesivos. Pero no se puede negar que le han entretenido y divertido siempre mucho, sobre todo cuando –aquí sonríe maliciosamente– les pagaba anticipos más bajos de los que podía darles y contribuía así a que fueran aún más pobres. Malditos desgraciados.»
Te lo juro, Di: si leyera estos dos párrafos de un libro, no pararía hasta leerlo entero.
Di: Y tanto, NáN: “
el mundo es muy aburrido o, lo que es lo mismo, lo que sucede en él carece de interés si no lo cuenta un buen escritor”, de tu primer párrafo, está en mi libro subrayado, coloreado, y con astericos. Por no hablar de esta, que va a ser mi última, por aquello de dejar a nuestro público (gracias, reverencias de títere) in a real high:
“¿Y si escribir es, en el libro, hacerse legible para todos, e indescifrable para uno mismo?”