Martes, 27.08.19- De Ciudad del Cabo a Doha a Londoninium (SA16)
Hacer un divague sobre casi 24 horas de vuelos y aeropuertos es lo que vulgarmente se conoce como "más moral que el Alcoyano", porque si ni siquiera se vuela con la pintoresca "Ethiopian": a quién puede interesar?
Pero claro, una se lía en esto del divagar: porque lo primero habrá que contar lo que es despertar en el racional Hotel Verde, donde el agua sale en espirales tan finas que una sopesa si pasar luego para rematar en una de esas duchas para mochileros sucios del aeropuerto. Luego, y aquí me descubro, mano en el pecho: El Desayuno Verde. Oh Senior, por dónde empezar a describir el buffetverde: barra con persona que maneja todo tipo de petición que envuelva huevo: desde tortilla campera, hasta escalfados, pasando por fritos. Diversa sección de calientes cuyo highlight son las espinacas con bechamel (por un momento -son las 9 am- dudo; pero hemos venido a jugar). Cereales de todo tipo, yogures, zumos, frutos secos, bollería... es el paraíso y yo creo que todas las fans del blog que me han abusado sobre las opciones gastronómicas sudafricanas (recordemos, ya en la nebulosa, aquel etíope que nos comimos hasta el mantel) se verán contentas de que por una vez, ya a punto de salir del país, comemos por lo menos cantidad.
Con gran dolor nos encaminamos con nuestras escuálidas maletas de mano a la furgoneta ("shuttle" le dicen, y yo imagino una nave espacial), donde está "la extraña familia" con su enorme equipaje y cara de pocos amigos. Ya digo yo que es mejor viajar ligero. Hoy volamos con Qatar, una compañía sobre la que Fashion se he deshecho en elogios (cabe anotar que ella ha viajado con el curro, luego business, luego durmiendo en horizontal, con azafata arropándote mientras se lleva tu tercera copa de champán, y ya amas la vida y te da igual todo), y hacemos escala en el aeropuerto de Doha, sobre el que Fashion también ha cantado loas, "el mejor que nunca he estado" (claro que nuevo apunte: si una llega bien dormida, o borracha, todo le parece lo mejor). De entrada, nuestro "viajar ligero" no es entendido aquí y no nos dejan subir a cabina nuestras pequeñas maletas de equipaje de mano por nosequé norma absurda. Ergo, tenemos que hacer comedias sacando "básicos" que necesitamos para el vuelo como libro, tapones, antifaces, crema hidratante y demás. Nota: que ya sé de antemano las lectoras del divlog diferirán, hay salvajes que no usan hidratante!
Del primer vuelo no recuerdo demasiado, solo que entro en cierta barrena al constatar en el mapa de pantalla lo que ya sabía: Doha está muy al este y eso explica la cantidad de horas de vuelo que nos esperan. Me quejé de Addis Abbeba, y eso que no hubo ni que comerse las servilletas: ahora reflexiono sobre lo niña malcriada que fui en aquellos primeros divagues. En fin, en el vuelo veo una peli titulada "Red Joan", sobre una inglesa que espió para los comunistas en la época de la guerra fría, con Judy Dench (go Joan!) Y alguna otra sobre la que tal vez mi mente, en su amabilidad infinita, haya hecho un olvido activo. Pasan un par de bandejas, y no duermo nada.
Ni idea de la hora que es en Doha cuando llegamos, puede ser que hacia la medianoche en nuestros cuerpos (decido no cambiar relojes y seguir en sudafricano, que es como en la península) , allí debe ser las 3-4 de la madrugada. Aún así, la actividad es frenética y esto parecen las rebajas. Multitud de gente que baja de un vuelo y busca otro, y tiendas super-brillantes de todas las marcas más reputadas, consume-carroña-consume, Toblerones gigantes, y a cuánto estará aquí el rimel de Clarins, y buy-more-shit-or-we-are-all-fucked, y hay que coger un trenecillo para ir a nuestra puerta porque el lugar es inmenso. En la puerta de embarque, alto ahí, el-terrorista-más-buscado: el Peda, y le hacen esa cosa que nunca entiendo de explorar la mochila con trocitos de tela pinchados en un palo (qué buscarán? restos de cocaína?). Luego nunca pasa nada.
En el segundo vuelo ya no tenemos a "la extraña familia": me pregunto a qué extraño país vuelan, y si les habrán investigado con la tela y el palo. Porque eran culpables. O secretas, nunca me queda claro. Este vuelo pasará a mi pequeña historia de tiempo perdido porque, pese a tener un gran libro por leer ("My traitor's heart", divagado aquí), descubro una serie. Aburrida de pasar por las películas, hay una sección de "series" que es donde yo he visto los pocos capítulos sueltos de "Friends" de mi vida. Tras el capítulo de rigor, detecto un título atractivo: "The Big Bang Theory". Solo me suena por haber leído algún artículo en el que se hablaba de uno de sus personajes, un tal Sheldon, como alguien claramente en el espectro autista. Así que le doy al capítulo, a ver qué es... y me engancho.
Parece que este serial ha estado 12 años en antena (yo dónde he vivido? en un monasterio?) y los capítulos sueltos que hay en el avión son de la temporada última. Más que reírme, que a veces lo hago, me encantan la manera de hablar totalmente encorsetada de Sheldon. Yo querría hablar siempre así, pero me doy cuenta que en ciertos círculos no sería entendida, y en casa cuando lo hago, el Peda, dice muy serio: "risas enlatadas". Lo cierto es que la vida sería mucho mejor si tuviéramos risas enlatadas de fondo; propongo tener un aparato, que si activamos con una "pera" (sí, ha de ser un conmutador de pera, y si no sabes lo que es, quiere decir que tu edad nos ofende en este blog) sale la risa. Así el resto de comensales sabe que es momento de reír. Y tal.
Por fin, milagrosamente, llegamos a Londinium en lo que parece que son las 7 o las 8 de la mañana de un miércoles. Siempre es una sensación de irrealidad: cómo es posible estar aquí de nuevo, tras haber estado en esa cápsula de espacio-tiempo que es el avión. Hace 24 horas estábamos aún dormidos en el verde que te quiero Hotel Verde, ajenos a los efectos de las espinacas con bechamel para el desayuno, Teoría de la Gran Explosión. Y ahora ya estábamos en esta dirty mean old town, and you are so far away from me.... los elefantes folladores, el frutti di mari, las dunas blancas sin ostras, las ballenas, las tarántulas ajusticiadas, las noches en casitas de árboles que no eran tales, el frutti di mari, el Sex Shop de Ronnie, el Rey de la Espinaca en la favela, el frutti di mari, el Cabo de Buena Esperanza, el ver ponerse el sol desde una cabaña de madera, los vinos (hip!) en Falcon Crest, la Table Mountain, los amigos X y R que recomendaron y con los que cenamos frutti di mari, Robben Island, Nelson Mandela... todos tan lejos, y ahora tan cerca, gracias a los maravillosos ratos que he pasado en el divlog escribiendo sobre ellos. Otra cosas sois vosotras, divagantas. Pero toda sádica encuentra su masoquista. Os quiero.
Y, como decían antes, "un viaje no se acaba hasta que se revelan las fotos", yo digo "un viaje no se acaba hasta que se escribe el último divague". Así que hoy, 21 de Octubre... se acaba nuestra aventura sudafricana. Hasta la próxima, babies.