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31 diciembre 2021

"La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose": Va por 2022

"Jove decadent", de Ramón Casas i Carbó, 1899

Nos gusta esta paradoja imagen - título, pero es que así me tenéis, decadente, aunque sin el glamour: no hay resumen más acertado de estos días de omicron y rosas.  Pero no os preocupéis, como dijo aquel, "hemos pasado resacas peores que el covid".

Incluso desde mi diván-del-dolor me debo a los divagantes y hoy, lo que quiero es desearos lo mejor para 2022 con un trocito de Rayuela que me ha encontrado en mi deambular por subrayados de libros viejos. Va sobre la esperanza (esa cosa con alas, digo con plumas - gracias, Emily Dickinson):  tod@s necesitamos esperanza desesperadamente.

Esperanza de abrazar a los nuevos encuentros, firmes como rocas, y a los de antes, que no hemos abrazado suficiente. Esperanza de ser mejor, de escribir mejor, de que sigáis leyendo. 

Un beso,

Di

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Bueno -dijo Etienne con voz soñolienta-, no es que haya que intentar vivir, puesto que la vida nos es fatalmente dada. Hace rato que mucha gente sospecha que la vida y los seres vivientes son dos cosas aparte. La vida se vive a sí misma, nos guste o no. Guy ha tratado hoy de dar un mentís a esta teoría, pero estadísticamente hablando es incontrovertible. Que lo digan los campos de concentración y las torturas. Probablemente de todos nuestros sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose. Etcétera. Y con esto yo me iría a dormir, porque los líos de Guy me han hecho polvo. Ronald, tenés que venir al taller mañana por la mañana, acabé una naturaleza muerta que te va a dejar como loco.
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30 diciembre 2021

Serial 39. Psicoterapia Nudista. Los psicópatas sueñan en blanco y negro. Archivo: Acceso restringido.

From: mcalleja@york.ac.uk
Sent: 22 September 1997 18:10
To: wlinares@kcl.ac.uk
Subject: Gracias y enseguida empiezo a estudiar

Hola Wences,

Ya sé que me has llamado un par de veces, pero las últimas semanas han sido demenciales. ¿Suena a excusa o solo a manera aburrida de empezar un email? Pues agárrate que sigo:  gracias por el paquete con apuntes que enviaste, tus esquemas de neuroanatomía son de gran ayuda (¿ya sueno inglesa?). Formalidades aparte: ya te dije que yo estudio dibujando porque soy como un tío, muy visual (sí, en eso también) y de una imagen detallada puedo sacar todos los síntomas de un desorden (basta!). 

Voy todas las tardes a la biblioteca, pero me resulta difícil concentrarme. Tengo la cabeza en otras cosas, a las que tal vez esté dando una significación sobredimensionada. Modo confesión: me ayuda escribirlas y la novedad es que he descubierto un desván donde lo hago. Te lo cuento a riesgo de que desapruebes -pero tú vas a psicoanálisis. 

Sé lo que estás pensando: que tengo los exámenes enseguida, que no estoy estudiando. Por una vez, t
e he hecho caso (pero no lo flipes) y he pedido la semana que viene de “study leave”. Sí, vale, cuando me lo dijiste no podía creerlo: o sea, que igual que te autorizan una semana para ir a un congreso, te dejan tiempo para que estudies donde quieras!!! Y gracias por la oferta, sois muy monos, pero vosotros más Londres no me sale más que cirrosis hepática. Me quedo aquí: a las 8 estaré en la biblioteca, a media mañana me iré un rato con la bici, y... vale, ya lo dejo.

¿Qué estás leyendo? Ja, yo también sé hacerte bullying, aunque si leyeras algo más que revistas médicas serías demasiado perfecto, y tienes novio.  Yo he terminado “La campana de cristal”, la novela de Sylvia Plath, y no voy a empezar nada más, hasta el maldito examen. A partir de ahora, solo solo solo examen. Prometido.

Un beso,

Mariona

Dr Mariona Calleja
Senior House Officer in General Psychiatry 
Kraepelin Ward
Banderley Hospital

Enviar. Click. Nunca hay mucha gente en la sala de ordenadores, aún no sabemos bien qué hacer con ellos: escribir emails (solo a Wences, aún ningún amigo del pasado tiene), usarlos como procesadores de texto y luego está internet, ese mundo, para las búsquedas de artículos en Ovid. Me exaspera el proceso: ese ruidito antipático de la llamada de teléfono (piii-piii-clonk-clonk), una espera no-apta para impacientes, la página en blanco durante minutos que se supone significa conectado, y por fin una pantalla fea con un montón de cajas donde teclear datos. Al final, el artículo que quieres nunca está en el catálogo de Banderley: pedido entre librerías vía el bibliotecario -paradójicamente, rellenar a mano formulario con más cajas- y esperar semanas. Hasta Job tiraría la toalla. Un ruido en la esquina me recuerda que yo me iba a estudiar: la impresora, ese sí que es un aparato del infierno, con sus atascos épicos, una máquina que aquí llaman “temperamental”-nunca escuché una mejor personificación. La que está recogiendo los folios que escupe en este momento es Yolanda. Me acerco a ver qué cuenta. Que está preparando otro artículo sobre sus psicópatas, que me invita a un té si me miro el principio de lo que ha escrito. En la cantina, y mientras pide, leo:

“Bob Hare, el padre de la investigación de la psicopatía, define a los psicópatas como depredadores que usan el encanto, la intimidación, el sexo, la manipulación y la violencia para controlar a otros y satisfacer sus necesidades. Carecen de empatía y conciencia, cogen lo que quieren y hacen lo que les place, violando normas sociales sin culpa ni remordimiento. Lo que les falta es precisamente las cualidades que hacen que la humanidad pueda vivir en armonía.

Fue el psiquiatra francés Philippe Pinel el que primero sugirió, a principios del Siglo XIX, que había una locura que no envolvía depresión, manía o psicosis, y lo llamó "Manie sans delire" (locura sin ideas delirantes). En 1891, el alemán JLA Koch publicó “Die Psychopathischen Minderwertigkeiten” y, con ello, bautizó a la psicopatía. Esta palabra es de origen griego, y viene de la combinación de psico (psykhe) que significa "alma, actividad mental" y pathos, "emoción, sentimiento, sufrimiento"”.

-Muy buen comienzo. – le digo cuando vuelve - La definición, contundente, y luego la introducción histórica. Me encanta la etimología: Pathos es el concepto más bonito de toda la lengua griega... esto me lo dijo alguien que la conocía. Total que, etimológicamente, un psicópata es un “alma que sufre”.

-Más bien que hace sufrir -dice Yolanda- Si te lo planteas, el énfasis en esa palabra está en que es una “enfermedad interior, del alma” y esto chocaba frontalmente con la ideología liberal de mediados del Siglo XX, que tendía a buscar razones externas para los desórdenes sociales.

- Sigue igual ahora, a finales del Siglo XX; la ideología progresista liberal, me refiero - intento beber pero el té está demasiado caliente- ¿Se les puede convencer a ciertos progresistas que los genes importan?

- Ya, cierto, ¿y a ciertos conservadores que los genes no son todo? -pregunta retóricamente, y me redirige al artículo- emmm, mira, no sé si meter la historia de Oak Bridge. A mí me encanta, pero ocupa demasiado y voy mal con el límite de palabras.

-No la conozco, cuéntame.

-Ah, bueno, es un capítulo más de la historia enloquecida de esta disciplina nuestra. En 1960, un psiquiatra canadiense, Elliot Barker, montó en Ontario "Oak Ridge", una comunidad terapéutica experimental para criminales con desórdenes mentales. Barker había oído que en Palm Springs, en California, hacían sesiones de, atención- y abre mucho los ojos- “Psicoterapia Nudista”.

No puedo evitar una carcajada. Qué pedrada.

-Imagina: -sigue Yolanda- principalmente iban estrellas de cine, librepensadores de clase media-alta… ese rollo. Se sentaban en círculo en bolas y se lanzaban a sesiones de veinticuatro horas con el lema "la desnudez física facilita la desnudez emocional".

-Madre mía, como unas castañuelas – sigo riéndome.

-Ya te digo. El caso es que Elliott viajó por el mundo y en Londres conoció a RD Laing, el legendario psiquiatra anti-psiquiatría.

-Sí, entre mis regalos de Navidad estaba "El yo dividido", que aún no me he leído. Este era el que decía que si dejabas la esquizofrenia libre, "se quemaría por sí sola", ¿no?

-Este mismo -asiente Yolanda-. ¿Quién te regalaría eso, por favor? me lo imagino... bueno, es un clásico, conoce a tu enemigo y esas cosas. El caso es que Laing había montado una comunidad terapéutica en el este de Londres, Kingsley Hall, donde, escucha, "no había barreras entre médicos y pacientes" -y entrecomilla con un gesto- luego todos se convirtieron en pacientes.

Veo que entra Mark que nos saluda de lejos y va a por un sándwich.

-Total que, volviendo a Barker, decidió montar la primera maratón de Psicoterapia Nudista para psicópatas en su unidad en Canadá. Les daba LSD y las sesiones duraban "once días épicos", sin distracciones, ni tele, ni libros ni, por supuesto, ropa. La idea era que rompiesen los "constructos burgueses" -nuevo entrecomillado gestual- de la psicoterapia tradicional y los psicópatas, que habían cometido toda sería de tropelías, fueran los psiquiatras unos de los otros. 

-Creo que esto lo has de meter en tu artículo -le digo-, yo lo enfocaría como los desastres de probar intervenciones sin evidencia, al tuntún.

-Sí, porque poco a poco fueron saliendo y, si normalmente la tasa de reincidencia en crímenes de los psicópatas era del 60%, el de los que estuvieron en este experimento era del 80%. Uno de ellos, al salir mató a su psiquiatra "para ver cómo se sentía el clavar un hacha a alguien”.

- Tras la terapia que les daba, tal vez lo merecía -digo, y nos reímos

- En serio, el tío culpó a la intervención diciendo que todas esas charlas sobre empatía les enseñaron precisamente cómo fingirla, y aprendieron cómo manipular mejor.

- Genial, qué historia -le digo-. De verdad que se le quitan a una las ganas de seguir en este campo, ¿y luego que tenemos Síndrome del Impostor?

-No dramatices, se va avanzando… A Elliott le sustituyó un tal Gary Maier, que estudió los sueños y concluyó que los esquizofrénicos soñaban con colores vivos, y los psicópatas en blanco y negro. 

-Yo sueño en colores: la sangre es bien roja en mis asesinatos rituales sádicos. 

-Yo también, Maier impostor -dice, terminando su té- Pero luego llegó Hare, con el que he empezado el artículo, que dijo claramente que los psicópatas no los crean los padres débiles y las madres controladoras: nacen así – aunque bueno, es complicado, también hay más en familias que pasan de ellos. Y estableció que son incurables, y que lo que hay que hacer es aprender a identificarlos, no intentar cambiarles. A ver, lee este párrafo y dime si lo dejo o lo quito:

“Bob Hare, que había hecho su tesis sobre el tema “respuesta al castigo”,  cuando llegó a la prisión de Vancouver se dio cuenta de que algunos internos no respondían al castigo y comenzó a comparar internos psicópatas y no psicópatas. En su primer estudio, que hoy es un clásico, hacía a los participantes mirar la cuenta atrás de un reloj que terminaba en una descarga eléctrica, sin consecuencias para su salud, pero dolorosa (esto ocurría antes de los comités de ética, se prohibió a principios de los 70). Les ponía un electrodo en el dedo que medía el sudor: la gente normal perspira antes de que llegue la descarga, en anticipación. Sin embargo, descubrió que los psicópatas no: o sea, no anticipaban el castigo. 

Recordemos el sistema límbico cerebral que contiene la amígdala, el hipotálamo y el hipocampo. La amígdala es la parte del cerebro que anticipa el dolor, normalmente manda señales de miedo al sistema nervioso central en esos casos, pero Hare descubrió que la amígdala de los psicópatas no estaba funcionando correctamente. Cuando repetía el test, los sicópatas seguían sin anticipar nada, sin mandar señales de miedo: no aprendían. Por eso es tan probable que re-ofendan, porque no aprenden de las consecuencias. Concluyó que los cerebros de los psicópatas eran distintos, al menos en esto.

En otros experimentos como el “Startle Reflex Test”, les hacía mirar imágenes gore terroríficas. Mientras que los no psicópatas se estremecían, los psicópatas no se horrorizaban y permanecían fascinados con las imágenes. Cuando se estudiaron desde el punto de vista de la psicolingüística, se dieron cuenta de que los psicópatas procesan palabras emocionales en otras partes del cerebro. En lugar de mostrar actividad en el Sistema límbico, el clásico centro de procesamiento de emociones, los psicópatas mostraban actividad solo en la zona frontal del cerebro, en el centro del lenguaje. Es como si solo pudieran entender emociones lingüísticamente, no sintiéndolas”.

-Tengo que cortar algo, o no me da el espacio para el caso clínico- dice Yolanda- Son muy estrictos con el límite de palabras.

-¿A dónde lo mandas?

-Bueno, idealmente a “The Journal of Forensic Psychiatry & Psychology”, pero ya veremos si lo aceptan…

Se acerca Mark, que se alegra de vernos, que se va a correr, que si le puedo cambiar una guardia. La semana que viene imposible, me la he cogido libre para estudiar. Los dos alucinan con que me quede en Banderley: todos se van a sus casas en "study leave". Me pregunto si aquí habrá el equivalente de los monasterios peninsulares donde la gente se retira a preparar oposiciones, a escribir, a superar un fracaso amoroso. Mark, todo perceptivo, se ha debido dar cuenta que no puedo coger un tren a casa como él, y me sugiere un pequeño hotel al norte de Whitby, antes de llegar a Saltburn, frente al mar. En esta época no habrá nadie, he de pedir la habitación del último piso, mover la mesa frente a la ventana y acampar allí. Otro tío dando consejos. Y mientras se levanta: me dejará el teléfono en mi casilla de la planta. Yo asiento intentando que no lea en mi cara la duda que me azota: ¿Mark ha ido a este Bed & Breakfast a estudiar? Really? Cuando se va, Yolanda me mira a los ojos y al techo en un movimiento rápido que supongo significa que ella no tiene duda.

A la salida, biblioteca. Hoy voy a trazar un plan de estudio para la semana que viene, en serio. Se está haciendo de noche, no hay casi nadie a esta hora y no me extraña: es tan difícil estudiar aquí, es tan precioso este recinto... Solo querría escribir, cualquier cosa: por ejemplo sobre ese hotel de Saltburn en el que no he estado. Cualquier excusa es buena. Céntrate. Lunes por la mañana: desórdenes alimentarios. Lunes por la tarde… voy mirando el temario, creo que se me ha echado el tiempo encima. Me entra un cosquilleo por la espalda: voy retrasada, tantos paseos bajo las estrellas, noches en Serotonina, remo, desván… Odio este ramalazo de culpa católica, pero estoy agobiadísima, me digo a mí misma. Intento hacer algo de comecocos: venga, Mariona, tienes una semana entera por delante, luego las tardes, y el finde antes del examen. Vas a poder, ya verás. Qué simpática esta animadora grupal.

Un ruido como de agua en radiadores me rescata de esa cinta de moebius. Y ahí está, al fondo, el señor Foster drenándolo o lo que sea, con el tintineo de las mil llaves que le cuelgan de la trabilla del pantalón azul azulete - nunca me ha gustado ese color. No me ha visto, o por lo menos no me ha saludado, pero eso no me arredra: cualquier excusa para levantarme de esta mesa.

-Hola, señor Foster, ¿se acuerda de mí?

El hombre no pega un saltito ni nada.

-Ah hola, sí… eres la de la buhardilla de….

-…Drummond -me apresuro-, la casa amarilla.

-Eso, eso… nunca me he aprendido el nombre de las casas, gracias a los colores las distingo – y se ríe.

Me río con él. Estoy determinada a caerle simpática. 

-¿Y le falta mucho para terminar hoy? -madre mía, mi patetismo con la conversación de ascensor -small talk que se le llama aquí.

-Neh, terminar de dar vuelta a unos cuantos radiadores... estos tan viejos siempre nos dan dolores de cabeza… y entonces, al pub! -nueva carcajada- Ahora bajaré un momento al archivo, esos sí que están hechos polvo…

El archivo.

Alguien abre la puerta, mira en la sala y al no encontrar a quien busca, se va.

El archivo. El tiempo parece que pasa en cámara lenta, pero debo reaccionar enseguida:

- Emmm, señor Foster… ¿le importaría si bajo con usted al archivo? Estoy escribiendo un artículo sobre… historia de la archivística psiquiátrica en el Reino Unido en el SXIX- me descubro ante mí misma: sinceramente, no sé de dónde he sacado esto. 

El hombre deja lo que está haciendo y me mira. Para rellenar el silencio, sigo:

-Los archivos de lo que se llamaba “manicomios de lunáticos” no están centralizados y muchos están todavía en sus hospitales…

-Sabes que es confidencial todo lo que hay allí- dice, con lo que me parece una mirada de sospecha.

-Sí, sí, claro, no soñaría con mirar ninguna nota de pacientes. Pero me serviría ver el lugar para describirlo.

Sigo a Foster como si no nos conociéramos por el pasillo principal. Disimulo como en las películas: hago como que busco algo en los bolsillos cuando viene un enfermero que ni me ve, que pasa de largo. Foster se ha metido por una puerta que he visto mil veces en la que pone claramente “No entry”, prohibido el acceso. Qué bien sienta siempre atravesar algo con un “prohibido” a su entrada. Dentro, parece zona de mantenimiento, bastante destartalada, si la comparamos con el pasillo imponente del que venimos, con sus baldosines de colores y detalles de escayola en techos y lámparas. Aquí los techos son más bajos y hay cuartos pequeños cerrados, un baño de esos con lavadero y fregonas. Tengo un flashback de uno de los gimnasios de mi colegio, en un semisótano donde estaba el cuarto de calderas. Una tarde lluviosa, aburrida, a alguna, la más traviesa - la más cabrona-, se le ocurrió la gran idea de encerrar al pobre trabajador. Al fondo, está la escalera que Foster ya está bajando. Oigo los puñetazos de aquel hombre en el cuarto de calderas: la mala era yo. Y ahora voy medio de puntillas, haciéndome la santita. No sé quién ni cuánto tardaron en encontrar al hombre. Nunca nos descubrieron. 

Bajamos y hay otro pasillo largo, amarillento: la luz del fluorescente no ayuda a disimular la decadencia, que cada vez es mayor según nos adentramos en las tripas de Banderley. Si me lo planteo, ya he estado en los subterráneos de este hospital, pero en sus satélites: los túneles de Serotonina, cuya dirección no podría localizar desde aquí. Necesitaría una brújula y un mapa. Qué imaginación: esto del estudio me está afectando; lo del no-estudio, me refiero. Las llaves de Foster hacen ruido, el fluorescente hace ruido, mis botas hacen ruido. Ya no huele a hospital. En realidad, solo las plantas huelen en Banderley a hospital, el resto es una mezcla a viejo y comida de comedor escolar. Huele a cerrado y a polvo y a sudor de Foster, que no es malo, algunos sudores de tío no lo son. Está delante de una puerta que pone “Archivo. Acceso restringido”. Cómo me pone toda esta parafernalia, restringido no es prohibido, pero también mola. Tiene una manilla con código. Se da la vuelta, con movimientos lentos, para comprobar que no estoy mirando: yo pretendo admirar un cuadro con motivo de caza, espantosamente inglés. Intenta tapar con su mano los botones metálicos, pero el orden es el mismo que en la piscina y el código está claro 172337XW. Lo repito en mi cabeza 172337XW. La memoria de trabajo nunca ha sido mi fuerte, pero 172337XW. Ya lo tengo, todos son primos, y la X y la W, dos de mis letras favoritas. Foster hace un ruido con la garganta mientras busca el interruptor.

-Voy a comprobar estos radiadores… puedes mirar por los pasillos. -no las tiene todas consigo- Por favor, no toques nada.

-Por supuesto, señor Foster, muchas gracias, de verdad.

Clonkkkk: son las las luces cuando las da, y se ilumina la estancia, a la izquierda y a la derecha enormes pasillos con estanterías hasta el techo llenas de notas clínicas. Si esto fuera una peli, la protagonista caminaría despacio, maravillada, dejándose hipnotizar por el olor a papel viejo e imaginando las historias personales que habrá dentro de esas miles de historias clínicas. Pero no tengo tiempo que perder: hoy necesito familiarizarme con el sistema que usan para ordenar. Hay historias tan antiguas como del Siglo XIX, solo unas pocas, conservadas en unas librerías de cristal, bajo llave. Supongo que todo esto debería estar en un museo, o que algún día, con el desarrollo de la informática que acaba de empezar, serán todos digitalizados.

Tras un cuarto de hora metiéndome por el laberinto de esos pasillos me queda claro el sistema, que es alfabético, no por plantas: si supiera el nombre de un paciente, podría entonces acceder a sus notas. Mi problema es que no sé el nombre de nadie, aparte de Scarlett Harridan -nunca olvidaré ese nombre- que estuviera en la planta de perinatal cuando estuvo Sylvia Lannister. Y no puedo ponerme a buscar al azar: aquí hay miles y miles de notas.

-¿Dónde estás? ¡Ya he terminado! -Grita Foster desde la entrada.

Salgo a toda prisa, toda sonrisas.

-Perfecto, vamos, muchas gracias señor Foster. Esto me ha ayudado mucho… para mi artículo.

-¿No habrás tocado nada?

Salimos de la misma manera que hemos entrado: por separado, como si estuviéramos haciendo algo malo.

172337XW mientras cruzo la pradera hacia la casa. 172337XW. 172337XW. 172337XW. Ahora tengo que volver a Marcé a por esa lista de pacientes: ¿en todas y cada una escribiría Lannister con ese arrebato suyo? 

172337XW. 

28 diciembre 2021

Día de los Inocentes y dos rayas: O embarazo de la tercera edad u ómicron psicosomática.

 Día de los Inocentes, 2021*.  Abro un ojo: son las 10 de la maniana. Qué manera de dormir, yo que en la uka pongo las calles. El Peda ya vuelve de correr. Y yo ya voy tarde. Pero soleado en Vetusta, qué bien. 

Me duele un poco la garganta, menos que ayer. Estoy un poco cansada, menos que ayer. Lo de ayer, muy fuerte: tuve que chequear quién era y dónde estaba, y si la noche anterior había sido un combo de mojitos en la Terraza Libertad y vodka+naranja en el Vivalavida hasta las 5 am con el Naufrago Ro, los Jekes y los sospechosos habituales. Ah no, que no están ninguno en Vetusta, que hay pandemia, y a saber si existe siquiera el Vivalavida (aka El Prior, noches épicas en el Pleistoceno). Este cansancio será la contractura de espalda que empezó hace un par de días, porque 22 kms en bici va a ser que no (está pinchada). Hoy tengo lo que parece un leve catarro. 

Se confirma: la parejita
Como por la tarde nos vamos a la vestusta-del-norte, la ciudadana ejemplar se hace un antígenos. Os preguntaréis, de dónde lo he sacado, con qué oscuras mafias tengo contactos, hasta dónde llega mi poder. Esto daría para otro divague, pero por no alargar: logré escapar de la isla justo antes del lío de la ómicron, armada de cajas de test que allí eran distribuídas a tutiplén (por lo menos entonces, ahora creo que también escasean). Te las mandaban por correo, o se las metían a Mini en la mochila en el cole, o te las daban en las farmacias cuando pasabas por allí ("otro éxito de la administración Boris", que diría la inefable Fashion).

Pero divago: me hago el test (que en mi caso supone un estornudar continuo y severo, a alguien más le pasa?), lo dejo ahí medio olvidado, pero al ratito: espera, esto son DOS líneas? Flashbacks de otras épocas: estoy embarazada? es un pájaro? es un avión? Es un fukin POSITIVO!


Tras el azoro inicial, y un segundo test (son gemelos), pasamos a los convivientes: como Mini y el Peda son vascos, los dos están negativos. Mis padres (yo convencida que de ellos venía El Mal), también. Esto solo confirma que soy una florecilla delicada y que me tenéis que cuidar. 

Querido Santa: Define "buena"
Luego, eso tan edificante de buscar culpables: muy complicado porque, con gran dolor de mi corazón, no he visto a ninguno de mis amigos estos días. Sin embargo, tengo serias sospechas -que voy a confirmar en un próximo estudio- que la transmisibilidad del virus pasa por vía telefónica, o incluso whastapp. Hoy mismo, muy verídico: un amigo y una amiga con los que hablé por teléfono largo y tendido antesdeayer han dado positivos (y nos lo decimos por whatsapp, aumentando el riesgo). Luego extenderé el estudio a email e incluso a tarjeta postal (que también envié un xmas a una amiga tradicional que vive en Bahía de Pasaia -emboscada criminal-. Nota: pareado random, sin planear). También incluiré canales seguros de no- transmisión: ni por comer, ni por dormir, ni abrazos, ni besos, ni por compartir helado.  Esto podéis seguir haciéndolo. 

La poesía: un virus de juventut?

El problema ahora son las logísticas. Esto ya lo llevamos viviendo desde que aterrizamos: tuvimos que irnos con cajas destempladas de Barcelona cuando Tom, un compa del Peda dio positivo (asegura que no compartió con él helado -besos no he querido saber-, pero sí le hizo un appraisal en la misma mesa y sin mascarilla - para mi estudio: ahora se ha demostrado tampoco es práctica de riesgo). Al llegar a Vetusta estuvimos confinados por este Tom (eso sí, con diarios antígenos negativos) en lo que yo llamé con cierta nostalgia "el maquis": nos dejaban la comida en una bandeja y básicamente me dedicaba a leer, escribir (cómo olvidar los sucintos divagues de la época) y a contribuir a la propagación del virus vía telefónica. Salíamos a tirarnos por la tirolina del parque, que siempre está desierta, y más esos días con niebla. Ahora: qui lo sá? De nuevo he de confinarme, no veré a mis suegros (ni croquetas ni brownies) ni a los iratis (ni arroz brillante) ni a tiovin (ni su legendario árbol de navidad, que presiento es otro fómite).  Y largo plazo, cuándo podré volver a la isla? Suspiro: habrá que cambiar el vuelo. 

Pero, dejemos los temas luctuosos, miremos el presente: como por lo visto he sido muy buena, Santa me trajo unas cuantas novelas (en imagen), con las que os freiré en breve. Además, en Vetusta tengo todos mis libros "de juventuz" (divino tesoro, he encontrado poesía que ni recordaba, que me quiero llevar de vuelta a la isla), e incluso muchos no leídos de otra gente (e.g. la Biblioteca Clásica Gredos al completo de Fashion, que alguien tendrá algún día que leer). 

La Gredos de Fashion me espera

Así que ya sabéis, me tenéis aquí para lo que queráis: leer, escribir y hacer mi estudio. Que me acabo de dar cuenta puede tener otro brazo: comprobar si el virus también se transmite por esto del divagar. Me vais contando. :)

Love

di

(*)No, este divague no es una inocentada. 

24 diciembre 2021

Joan Didion: Gracias, mi Audrey Hepburn de la literatura

 Decía Cortázar en un relato titulado "Burla burlando ya van seis delante" que, "más allá de los cincuenta años, empezamos a morirnos poco a poco en otras muertes. Los grandes magos, los chamanes de la juventud parten sucesivamente". Vale, esto ya lo usé en 2010, cuando murió Miguel Delibes. Pero luego no en 2018 con Philip Roth, o en 2020 con Juan Marsé  Rosa María Sardá  y ni hace un mes cuando escribí sobre lo que había supuesto para una chica de cole de monjas de una vetusta cualquiera leer a Almudena Grandes a los 20. Deben ser los 50, o no sé qué, pero otra gran maga se ha ido: Joan Didion, a los 87.

Mi entrada sobre su "Slouching towards Bethlehem" ("Los que sueñan el sueño dorado") está frecuentemente en la lista de derecha (las entradas más visitadas del mes o el año o algo). Me gustó tanto ese libro de relatos o reflexiones o hiperinteligentes entradas de blog que tuve que romperlo en dos partes y luego escribir sobre uno de los capítulos "Sobre tener un cuaderno de notas" en el que reflexiona obviamente sobre escribir. También divagué sobre el documental "El centro cederá"donde es imposible no enamorarse de ella a la vez que divertirte mucho imaginando el cortocircuito que para muchos debió suponer que una mujer tan lista y que escribe a ese nivel, pueda ser a la vez tan guapa y estilosa, una Audrey Hepburn de la literatura.

Aún tengo por leer sus dos libros más famosos, sobre la muerte de su marido y su hija: no lo he hecho porque me da miedo. Aunque en el pasado leí este tipo de libros, imposible desde que tengo a Mini. Hay una frase suya que podría resumir el terror: "Sé lo que es el miedo. El miedo no es por lo que has perdido. (...) El miedo es por lo que aún has de perder". Lo haré, supongo, algún día, cuando esté en ese estado mental.

Pero termino este pequenio recuerdo con una frase suya que es todo lo contrario al miedo, es más bien un canto al valor, a vivir peligrosamente que tal vez en tiempos de pandemia algún imbécil -y hay mucho ahí afuera manifestándose- pueda interpretar literalmente; pero esos no llegarán aquí. Porque se puede "capturar el momento" desde un libro o un teclado o un cuaderno de notas. Gracias Joan, por haberlo hecho.

“No estoy diciendo que hagas el mundo mejor, porque no creo que el progreso sea necesariamente parte del paquete. Solo te estoy diciendo que vivas en ese mundo. No solo para soportarlo, no solo para sufrirlo, no solo para atravesarlo, sino para vivir en él. Para mirarlo. Para intentar hacerte una idea. Para vivir imprudentemente. Para correr riesgos. Para hacer tu propio trabajo y estar orgulloso de él. Para capturar el momento. Y si me preguntas por qué deberías molestarte en hacer eso, podría decirte que la tumba es un lugar bonito y privado, pero que no creo que nadie se abrace allí. Tampoco cantan, ni escriben, ni discuten, ni ven la marea del Amazonas, ni tocan a sus hijos. Y eso es lo que está ahí por hacer y hacerlo tuyo mientras puedas; buena suerte con eso".

20 diciembre 2021

"Gente Normal" ("Normal People") de Sally Rooney. Cuidado: Propaganda marxista!

Nos gusta la tirolina en Vetusta
No tenía ninguna intención de leer a Sally Rooney, pero un día, mirando el periódico -tampoco tú habrás escapado a la promoción de su tercera novela-, caí de rebote en un titular del Daily Hell (de rebote, eh? - cada uno leemos lo que nos confirma en nuestra ideología, no se me echen al cuello por flirtear con ese panfleto tory) que me fascinó:
"La ultra-izquierdista Sally Rooney salpicó sus novelas con ideas comunistas". Yo ya sabía que la historia de amor de "Normal People" ocurre entre dos personajes de distinta clase social, pero lo de la propaganda comunista, que ella se defina abiertamente como marxista y las buenas críticas por su nivel literario es lo que me ha traído hasta aquí: a la página en blanco de blogger. Ahí voy.

Nota: Tal vez esto ya haya dejado de ser un blog, que tienen su propia etiqueta (como la de extensión razonable, no superior a las tres mil palabras- a menos que seas Dominique Cummings con sus diez mil) y haya pasado a convertirse en tesinasbaratas.com. Entono un mea culpa pero en mi defensa diré que he puesto títulos a modo de boyas para náufragos, y que cuando se llega a la playa, se está muy bien. Ahora sí, ahí vamos.


Sally Rooney: "No vine aquí para hacer amigos"

Rooney: Se la suda caerte bien
Roon
ey es una irlandesa de 30 años que ha publicado tres novelas y que no hace ningún esfuerzo por "caer bien". Desde la foto de la contratapa te mira medio seria, medio arrogante, medio llevando el peso del universo sobre los hombros (así de aburridos son los marxistas): no es la imagen de la chispa de la vida. En las entrevistas es lo mismo: se queja del "infierno de la fama" con gestos de claro hastío (veo al pobre fotógrafo diciéndole eso de “sé tú misma”, y ella con ese “pout”, haciendo pucheros). Pero cuando una lee la letra pequeña puede entender que la invasión de la prensa en su vida privada (¿cuánto hay de tus protas en ti?) y la de los odiadores-profesionales (rojaaa, feminaziiii) la han dejado exhausta.

¿Y cómo ha llegado hasta aquí? Hija de técnico de telefónica y de maestra, ambos socialistas. En su casa se hablaba de política en las cenas. Estudió literatura en  el Trinity College en Dublín. Fue "campeona de debate", de lo que se aburrió cuando llegó a ser la mejor.

Se nota que es lista, de esa manera effortless (sin esforzarse). Habrá gente que lea "Normal people" y, de tan sin esforzarse, creerá que es solo una historia de amor. Mi contratapa dice que es "una historia de fascinación mutua, amistad y amor" - yo diría que es más que eso.

¿Trama, quién quiere trama?
Stephen King -véase el divague de ayer- ya está tomándose las sales porque en “Normal People” no hay demasiada historia, no pasa mucho. Connell y Marianne están estudiando en el mismo instituto público de una vetusta cualquiera en el noroeste de Irlanda. Marianne es hija de una familia de clase media (atención, eufemismo: en la cultura anglosajona, "clase media" es "clase media-alta") y Connell de clase trabajadora. La madre de Marianne es abogada y Connell es hijo de madre soltera. Ambos padres están ausentes: al de Connell nunca se le conoció y el de Marianne falleció. Para ganarse la vida, entre otras cosas, la madre de Connell limpia la enorme casa de la madre de Marianne. Connell come patatas fritas de bolsa de sabor “sal y vinagre” y ella paquetes de fruta deshidratada orgánica.

¿Por qué estarías dispuesto a perder tu "capital social"?
En el instituto, Connell tiene enorme capital social: muchos amigos, es bueno al fútbol, guapo, liga sin parar, todo el mundo le conoce. Marianne, sin embargo, está en números rojos: no tiene amigos, no es físicamente atractiva, es "la rara", una paria. Ser amigo de Marianne en público supondría pérdida automática de estatus y tal vez la exclusión del grupo.

Connell habla con Marianne cuando va a buscar a su madre, que está con guantes amarillos frotando alguna superficie – con suerte no el baño. Así comienzan una amistad escondida, que ella acepta sin ni siquiera plantearse que podría ser de otra manera porque, como veremos durante la novela, la autoestima no es su punto fuerte. Connell se da cuenta de que ella es profundamente libre, no como él, que vive a expensas del que dirán, pero eso no cambia las cosas de cara a la galería.

La orquídea que me cargué, "enderezándola"

Esta amistad pronto comienza a salpicarse con encuentros sexuales, que son los únicos para la solitaria Marianne pero que se convierten en los Únicos para Connell, no en el sentido exclusividad: Únicos con mayúscula. Me encanta cuando Rooney describe una de sus conversaciones después del sexo, en las que él se atreve a formular en palabras cosas que nunca había hecho antes, hablan sobre sus vidas, las cosas que les importan, las novelas que él lee, la investigación que ella hace, lo que pasa en el mundo, y todo eso con la conciencia de que dentro de un rato volverán a hacerlo y que eso hace la conversación mucho mejor, y el sexo también mucho mejor. “La mayoría de la gente pasan por la vida sin nunca sentirse así de cercanos con nadie”.   Eso es algo que los rollos de una noche, novedosos y emocionantes, nunca podrán dar. 

Nota: Gran polémica con el contenido sexual en la serie de la BBC sobre la novela. No la he visto, pero desde luego en la novela la frecuencia sexual es normal, solo ahí para que quede claro que hay entre ellos una conexión especial que es comunicación y es magia y un componente clave de su tira-y-afloja durante los años. Porque, aunque luego tengan otras relaciones -algunas incluso funcionales, en el caso de él- ninguna llega a ese nivel. Como diría Lope, "quien lo probó, lo sabe". Y hay gente que no lo prueba nunca.

El momento en el que decides la persona que vas a ser
Al terminar secundaria, no hay duda sobre lo que va a hacer Marianne - lo que hacen todas las Mariannes del mundo: ir a Dublín a estudiar a la prestigiosa Trinity College. Pero ante Connell se abre algo mucho más incierto y terrorífico: decidir qué clase de persona va a ser.

Puede quedarse a estudiar en una universidad cercana o ir a Trinity, que es lo que quiere Marianne. Si se queda en la universidad de su vetusta, seguirá manteniendo su grupo de amigos, se sacará un título normal, tendrá una buena chica como novia y la gente pensará que le ha ido muy bien en la vida. En Trinity, acabará en cenas con gente que hablan de política internacional, tendrá sexo con chicas que terminan siendo bisexuales y nunca volverá a Vetusta, donde la gente se olvidará de él y “el viejo Connell, el que la gente ahora conoce estaría muerto de alguna manera, o peor, enterrado vivo y gritando bajo tierra”. Muchas veces pienso que las decisiones que tomamos en la década de los 20 son para la mayor parte de la gente las más decisivas de tu vida porque, como en el caso de Connell, van a perfilar la clase de persona que vas a ser.

Y tú que creías que ibas a ser cool para siempre
Por fin, ambos desembarcan en Dublín, donde Connell estudia literatura, que “ni siquiera es una carrera con la que puedas luego encontrar un trabajo” (los hijos de la clase trabajadora estudian carreras prácticas, como derecho o medicina, no arte o filología), pero a él la literatura “le mueve”, siente lo que su profe llama “el placer de ser tocado por el Gran Arte”. Connell se plantea cosas que me interesan como que “la misma imaginación que usa como lector es necesaria para entender a la gente real y también para llegar a la intimidad con ellos”. Sé que Connell ha sido un cobarde para con Marianne en el insti, pero es el personaje con el que yo  me identifico. Y creo que Rooney también.

Enseguida se da cuenta de la tremenda grieta entre él, que estudia, que lee, que prepara sus clases, y los estudiantes de la clase media-alta (llamémoslos “white-collar”) que aparecen en clase sin haber preparado nada, pero con su auto-confianza secular no se preocupan por esto, o porparecer creídos o ignorantes. Las conversaciones son abstractas, carentes de detalle… “van a la universidad cada día a tener debates acalorados sobre libros que no han leído”. Esa gente que, dentro de su mediocridad, nunca tendrán ningún problema para encontrar trabajo porque luego “se ayudan entre ellos”, así son los ricos: hoy por ti, mañana por mí. Connell sufre un ataque de la típica desconfianza en uno mismo de los blue-collar (gente de clase trabajadora) entre los sobre-confiados white-collar. A veces se siente tan mal que piensa que su personalidad “es algo externo a él, manejado por las opiniones de otros”.

Connell va a presentaciones de libros, y otros eventos, y este párrafo expresa de una manera muy bonita aquello de la cultura como una representación más de clase social (¿ya hablamos del “Distinción” de Bourdieu no?):

“He knows that a lot of the literary people in college see books primarily as a way of appearing cultured. When someone mentioned the austerity protests that night in the Stag’s Head, Sadie threw her hands up and said: Not politics, please! Connell’s initial assessment of the reading was not disproven. It was culture as class performance, literature fetishized for its ability to take educated people on false emotional journeys, so that they might afterwards feel superior to the uneducated people whose emotional journeys they liked to read about. Even if the writer himself was a good person, and even if his book really was insightful, all books were ultimately marketed as status symbols, and all writers participated to some degree in this marketing. Presumably this was how the industry made money.”

Connell carece del “capital cultural” de Marianne y en Trinity, el tablero cambia. Marianne, de origen social parecido al resto en Trinity, encaja perfectamente cuando sus opiniones cuentan e importan en los foros de la intelligentsia.

Eres muy antigua, Di, esto no pasa en la vida real
Este desclasamiento de Connell me parece uno de los temas más interesantes de la novela. Habrá gente a la que esto pase desapercibido, y luego los que aseguren que esto ya no pasa hoy en día y que los que aún creemos en la existencia de las clases sociales estamos pasados de moda – este es el discurso de gente de la clase media-alta de toda la vida, o bien los que han saltado de clase y han olvidado sus orígenes.

Tengo un par de historias que, como esto es un blog personal y no The Londinium Review of Books voy a contar (pero existe el scroll, para eso he puesto títulos), es mi pequeña sección de agit-prop (en la que una vez más, echaré de menos a NáN). La historia primera ocurre en el Reino Unido y viene de primera mano de un compa de trabajo blanco inglés que no es que venga de la clase obrera manual (los “blue-collar” antes citados)), pero sí de una familia de padres sin educación universitaria ni dinero-de-toda-la-vida. El terminó en Cambridge (vía una “Grammar School”, coles públicos de secundaria selectivos según resultados académicos, -no el bolsillo de tus papis, que es el sistema actual-, que existían en UK en los 80.) y me ha contado experiencias de inseguridad y “no pertenecer” muy similares a las que he descrito de Connell.

La segunda ocurre en la infame univetusta: en mi facultad había un grupo, los “hijos de-” de la profesión que nos ocupa, que eran amigos de antes entre ellos, les conocían de antes los profesores y luego, se casaron entre ellos. Y aquí es cuando se pone todo shakespeariano con la tierna historia de amor de un chico de barrio enamorado de la hija de una saga de generaciones al que los amigos le decían “olvídate, no estás en su liga”. Y atención: la liga no era que ella estaba demasiado buena, como solemos pensar cuando se habla de “estas ligas”, sino la otra liga, la del estatus.  Oh, hace 30 años de eso, Di, qué rollo eres… pero puedo seguir con historias del rabioso presente en los coles de UK, donde las cosas son mucho más sutiles en las formas, pero si rascas, no hay nada nuevo bajo el sol.

La fina línea entre ser snob y tener limitadas habilidades sociales
Así que en este punto de la novela (y del divague… ¿terminaré en algún momento?) tenemos a Marianne y Connell en Trinity, cada uno con sus nuevas percepciones de sí mismos, haciendo las cosas que se hacen en la universidad, incluyendo distintas relaciones. Porque ellos nunca han sido oficialmente pareja y no es que esta relación “no pueda ser” por la diferencia social entre ellos - ella no tiene buena relación con su familia, así que no es esa situación de “no estarás saliendo con el hijo de la limpiadora” – sino por razones más complejas que a mí, personalmente, me han parecido menos interesantes que el que se explorase la grieta social, que la hubieran hecho aún más marxista (Daily Hell: podría haber sido peor).

Para explicarlas, habrá que entender quién es Marianne, y aquí va la visión de ella de otro personaje, Helen, la novia de Connell, una buena chica estudiante de medicina con quien Connell tiene una relación saludable y funcional. Helen intenta ser agradable, por ejemplo, elogiando su pelo, pero Marianne tras un gracias apresurado vuelve a su “tema profundo” (pongamos la situación palestina) de turno, resultando casi un poco autista. Helen la define como “self-absorbed” (totalmente centrada en sí misma) y “attention-seeking” (que busca atención).

- “Pero no es una snob, le interesan de verdad esas cosas, en el cole ya era así”, le dice Connell.

- “Parece la típica estudiante de arte, seguro q te parece super-chic” (…). “Está todo el rato flirteando con diez tíos a la vez, buscando su aprobación” – es la conclusión de Helen. Y Connell se da cuenta que Helen es la que le conviene, con ella se siente seguro, es leal, es buena, saca lo mejor de él, con ella no se siente nunca avergonzado ni dice cosas raras durante el sexo. Pero, ay, si fuera tan fácil como querer lo que nos conviene…

Marianne, en lugar de entablar relaciones con buenos chicos que le convienen, se lía con auténticos gilipollas, pijos de libro de texto que presumen de loquesea sin darse cuenta de que todos saben que es una fanfarronada. Uno de ellos es “the most effortlessly confident person that Connell has met. Nada es un reto para él. No parece que tenga capacidad para ningún conflicto interior”. Este tipo es el primero de un patrón de novios de lo menos edificante, que son la contraposición de Connell.

Barata formulación psicoanalítica de Marianne

Y esta es la parte de la novela que me sobra.

Marianne viene de una familia en la que fue víctima de abuso físico por parte de su padre y de su hermano. Esto es formulado como la causa de su falta de autoestima y como la razón por la que ella no puede permitirse una relación con alguien que la trataría bien como Connell.

Según Rooney, Marianne, en esa cuesta abajo y sin frenos del auto-odio y auto-desprecio termina no solo en relaciones con gilipollas, sino que los tíos le pegan, humillan y sexualmente viene siendo clásico sado-masoquismo. Personalmente, me parece simplista la relación causa-efecto “mi padre me pegaba, busco ahora a novios que me pegan”. Porque soy horrible, no me quiero nada, lo merezco, es lo que he conocido… o cualquier otra razón de chamán psicoanalista. Sí me interesa, desde el punto de vista de la psicología, por qué la gente elige (¿o termina en?) relaciones sado-masoquistas. Querría saber qué compleja combinación de biología y ambiente te llevan a querer obedecer a alguien que te manda comer comida de perro de un bol (uno de los relatos más perturbadores que le leído nunca está en “Ventajas de viajar en tren” de Antonio Orejudo, sobre una mujer que se acaba convirtiendo en “el perro de su dueño”) o similar. Lo del dolor se podría explicar porque terminaciones sensoriales de placer y dolor sean las mismas pero la formulación “todos los que se expresan con masoquismo fueron traumatizados en la infancia" no es la explicación siempre y en todos los casos. Pero la investigación es parca en respuestas.

Mi debilidad: cuando hablan de escribir
Llega el verano y cada uno hace de nuevo lo esperado: Helen se va de prácticas a un hospital en los EE.UU., Connell hace inter-rail con dos amigos y Marianne está en la casa de su familia en Trieste con una amiga y su novio abusivo de turno.

Esta parte sobre su correspondencia me encanta. Connell escribe a su novia terminando con “te quieros” sin complicaciones ni conflicto, y a Marianne, emails cada vez más largos, que lee y relee antes de enviar. Le escribe sobre las ciudades por las que pasa, sobre su experiencia de escribir - atrapar sus experiencias en palabras, sobre que estaba escribiendo relatos. Y Marianne: los quiere leer, porque “si son tan buenos como tus emails, serán estupendos”. Y Connell: “No son tan buenos como mis emails”. El contenido de sus emails es diferente: ella quiere saber sus opiniones sobre las cosas, tiene curiosidad por su vida y su visión de algo cuando ella tiene un conflicto. El, sin embargo, escribe sobre que está de su lado, que sufre con ella si ella sufre, que la entiende y empatiza.

Queríamos (aún más) marxismo, Daily Hell
Cuando terminan la carrera, a ambos les dan una beca de postgrado, que para Connell significa tener ingresos fuera de trabajar en vacaciones, poder seguir viviendo en Dublín y para Marianne es simplemente una cuestión de prestigio, porque no tiene ni idea del valor del dinero, ni de lo que cuestan las cosas, un chute para su autoestima que le confirma lo que siempre sabía de todas formas, lo que estos pijos saben de todas formas: que son especiales.

Porque Marianne nunca había “visitado el país del trabajo remunerado, en el que se cambiaban bloques de su extremadamente limitado tiempo en la tierra por esa invención llamada dinero. (..). El tiempo es pura física, el dinero es un constructo social”. Y una de sus amigas, que tiene que trabajar le dice que “ella también está viva mientras trabaja, viviendo experiencias. Tú no estás trabajando, pero el tiempo también pasa para ti. No lo tendrás de vuelta”. Marianne no compra la moralidad del trabajo.  

Y no es hasta la página 173 (de 266) cuando Marianne y Connell hablan de que la madre de Connell limpiaba su casa, y Connell le pregunta si no le considera “su amigo de clase trabajadora”, como quien tiene un amigo gay, y uno negro. Otra excentricidad. “Supongo que venimos de unos pasados muy diferentes, en el aspecto de clase”, le dice él, y Marianne contesta: “No pienso mucho en ello”. Claro.

Me gusta su sutileza y me descubro ante el Daily Hell, que ha llegado hasta esta página y realizado la importante labor social de alertar a la población de los peligros de esta propaganda comunista y bolivariana.

Donde -tranquis -no se cuenta el final
Ya he dicho que esta es una novela donde no pasan muchas cosas, y como siempre, lo que hará que te mueva es que “te pasen cosas a ti leyéndola”. Qué me ha pasado a mí? Iba pensando, subrayando, anotando temas que a mí personalmente me llegaban. Sufría con ellos [“Connell felt a pleasurable sorrow come over him, which brought him close to tears. Moments of emotional pain arrived like this, meaningless or at least indecipherable”], envidiaba formalmente algunas frases [“sentir un alivio tan grande que era casi como pánico”, “una voz lo suficientemente falsa como para sonar sincera”], me venía arriba con ellos [“No soy una persona religiosa, pero a veces creo que Dios te hizo para mí”] y a medida que avanzaba sentía un deja-vú sobre, para mí, El Tema de La la land.

Y lo que pasa al final, en el último párrafo, me llegó tan de sorpresa, tan sin esperarlo (esperaba un final de esos modernos abiertos, vagos) que cerré el libro y por primera vez me puse a llorar, con lágrimas y ruido, como si estuviera sola en casa-que lo estaba. Es un final tan triste, tan bonito, tan perfecto, y tan imposible de explicar para quien no lo lleve dentro, que solo lo puedo resumir con una frase que no es mía, sino de Gloria Fuertes que dice:

"Amar es llevar a quien amas a donde quiere ir"


15 diciembre 2021

"Mientras escribo" ("On writing") de Stephen King: Escribir es seducir

Una ocasión como otra para enseñar
mis geranios que resisten en pleno diciembre
 "Todo el que aspire a escribir, debería leer este libro": esta recomendación, un día, en la radio. Hablaban de "On writing" ("Sobre escribir") de Stephen King, un autor al que nunca había leído, y al que no creo que lea a partir de ahora. Pero la razón no será por "On writing", que me ha encantado. "Escribir es una versión refinada de pensar" dice, o "Escribir es seducción" y muchas más cosas así. 

El libro tiene cuatro partes: la primera es su biografía, y me la he saltado. En el último divague, el del libro de Elena Rius, dije que me interesaba la vida de los escritores que me encantan, pero al no haber leído a King, no está en ese grupo. Empecé con unas pocas páginas de su infancia y me aburrí. La segunda parte se titula "Caja de herramientas", a la que sigue "Sobre escribir", propiamente y concluye con un postscriptum que es otra parte biográfica que, esta no, no he podido dejar de leer. King sufrió un terrible accidente que casi le mata y aquí cuenta cómo, después de cinco semanas atroces de dolor y operaciones, volvió a escribir. Como una necesidad, como aire que necesitaba para respirar. Esta parte se lee con enorme emoción y me demuestra que escribir te puede salvar la vida, otra vez. 

Escritura popular vs. literatura
Antes de nada, King me ha caído bien. Es un tío que ha vendido un montón de libros y da la impresión que no se le ha subido a la cabeza. No tiene ningún problema en definirse como un "escritor popular". Hay una frase, ya bastante avanzado el ensayo que me ha confrontado con el hecho de que, si la gente que lee es minoría, los que leen por amor a la literatura son  un subconjunto aún menor: "los compradores de libros no son atraídos, en general, por los méritos literarios de una novela; los compradores de libros quieren una buena historia que llevar en el avión".  Esto solo confirma que en la vida nos movemos en círculos cerrados, porque toda la gente con la que yo hablo de libros son atraídos básicamente por los méritos literarios de una novela. Pero me fascinan los escritores: ¿los habrá mercenarios, gente que escriben para esas librerías de aeropuertos? O un@ siempre intenta dar lo mejor de sí misma, hasta el límite de su don artístico, y la carencia de este te pone en la estantería del aeropuerto - o en tu blog? 

Casita de escritor de mis vecinos
Luego está la "la literatura sublime" que a los aspirantes nos desincentiva. Problema académico y relativo, porque entiéndanme, leerla es de lo mejor de la vida, lalala. Pero lo que dice King es que el "ser barrido" ("swept away") por la genialidad de otro es una parte importante de la formación de todo escritor: no puedes aspirar a dejar a nadie KO si antes no te han dejado a ti. Me gusta: pongámonos a escribir intentando eso mismo cada día: hay que apuntar alto. 

Consejos para el escritor
"Si quieres escribir, tus días como miembro de la sociedad educada están contados". Porque lo primero que ha de hacer un escritor es leer y leer y leer. Y a veces eso pasa por disimular cuando aparece ese conocido en el metro, y no levantar tus ojos del libro. King, como yo, lleva siempre un libro con él. Una nunca sabe lo que puede pasar, aunque salgas a un recado- quién sabe si puedes terminar en comisaría donde, doy fe, las esperas son largas. Esta es otra de las razones por las que odio los libros de tapa dura: un libro ha de ser portable (si es "2666", ni tapa blanda ayuda). Esta versión mía de su libro fue tapa dura y la he odiado. 

Escritores que viven del cuento (literalmente), como King, se pueden permitir dar el siguiente consejo: "Escribe continuamente". Cuando está en un proyecto, no deja de escribir ni un solo día, y eso include Navidad o su cumple, porque si no, "se le borran los personajes y la narrativa se hace menos trepidante". Ay, Stephen, si yo te contara las servidumbres de los que no podemos escribir todos los días de 4 a 6 horas como tú haces. Sí, también se nos emborronan las cosas, sobre todo cuando hace semanas que no hemos escrito porque tenemos que presentar un artículo, que explicar cómo se ajusta una fórmula química a niñas de secundaria, que hablar por teléfono, que mantener un blog, que... ¿si digo cocinar, cuela? Pues eso, como decía Krahe, Stephen "no todo va a ser follar", a veces habrá que firmar por los delfines Y, lo último: cuando estás escribiendo, elimina distracciones. Puerta cerrada. Teléfono descolgado. Móvil apagado. Fuera internet. Eso díselo a las troncales y a Mini.


Género
Una de las máximas de King es "escribe sobre lo que te gustaría leer". Esta es una norma que no sé si tenía en mi "activo", pero que siempre he seguido: tanto en el blog, como en relatos, como en Serial - el pobre divagante lo sabe. Aquello que se escribe sin disfrutarlo tú, dificilmente lo podrá disfrutar ningún lector (ya es complicado lograr enganchar a nadie con algo que a ti te parece la repera). En Serial, los personajes hablan de muchos de los temas que me interesan, desde literatura hasta psicología pasando por estrellas (eso sí, también aconseja "enriquecer el texto con estos temas tuyos especiales, pero no dar charlas" - ¿doy charlas? me he preguntado enmedio de la noche).  Se trata de que tú domines el contenido, y no el contenido a ti, dice King, y mi hipótesis es que si tu contenido te encanta, algo dominado ya lo tienes.


La trama
A ver si consigo explicar "la experiencia religiosa" que tuve leyendo esta parte. Yo sé perfectamente que toda novela ha de tener una estructura: es de primero de escritura creativa.  Yo, en mi trabajo, soy una obsesa de la estructura: no soporto un informe sin ese armazón que te guía para pensar y que llevará luego de la mano al lector. No puedo con los informes que mezclan datos con opinión, que confunden niveles de organización conceptuales, que no referencian. Sí, soy una "freak of nature" [pero no os emocionéis como en casa, que fantasean con historias de pobres aprendices de brujo destrozados]. Y sí, mis pobres alevines, al partir, siempre aseguran que la (mi) estructura les ha cambiado la manera de pensar (vida). Hasta aquí todo bien, más o menos coherente. Pero.

 Cuando empecé a escribir lo que luego sería Serial, el proceso fue el siguiente: abrí una entrada en blogger, escribí de corrido una entrada de blog -con la salvedad de que era ficción- y le di a publicar. Había tenido una idea tras una novela de campus (este universitario, esto ya lo conté, creo) (aunque King dice: "Los escritores, entre nosotros, nunca nos preguntamos de dónde nos vienen las ideas: sabemos que no lo sabemos") y al empezar solo partí de una localización y de una experiencia personal, de la que pensé algún aspecto podría adaptar. Nunca planeé lo que iba a pasar, y cada vez que me sentaba a escribir, se repetía el proceso con nuevos detalles: si tenía suerte recordaba la anterior entrega; si no, me la tenía que releer.  Luego escribía lo que viene siendo "una entrada de blog glorificada" (aunque parezca increíble, sí, trabajo la forma hasta donde me da). And repeat. Haciendo esto descubrí lo que he dicho tantas veces: que era mucho más difícil que escribir el blog, igual de divertido, pero además pasaban cosas que me sorprendían cuando estaba escribiendo.  Ahora, tras nosecuántos capítulos, cada vez más largos, es lo mismo: comienzo con una situación y, totalmente sin saber cómo, termino hablando de Goya en la National Gallery. Hay veces que puedo ver de dónde ha venido una conversación o un tema de Serial, pero otras, como por ejemplo esta de Goya, no tengo ni remota idea. Este proceso es maravilloso, no puedo explicarlo mejor. 

Pero divago (menos mal que esto es un "blog personal" o cómo se justifica este ombliguismo): volviendo a King.  Para él, toda novela tiene tres componentes: "narración, descripción (pero "no aburras al lector" y "no digas una cosa si la puedes mostrar") y diálogo (muy dificil, requiere buen oído)". Y la trama: en ningún sitio. King no sigue una estructura: admite que lo ha hecho ocasionalmente pero que no cree en ella porque "la vida no tiene trama y porque la trama y la esponteidad de la creación son incompatibles". Yo aquí estoy ya empezando a alucinar, porque no puedo creerme que con la anarquía-base de Serial se pueda construir una novela (a ver, además se necesita talento, pero mi punto es que si un@ lo tuviera, podría sacar algo de ahí). Y entonces sigue explicándolo con esta metáfora, que a mí me ha encantado: 

Las historias son "cosas encontradas", son como fósiles enterrados que el escritor, con las herramientas de su caja tiene que intentar sacar, tan intactos como sea posible. En el proceso de sacar esa historia enterrada, el escritor usa herramientas, preferentemente muy finas, porque el fósil se puede romper. Si una usa el martillo neumático hay riesgo de que el fósil no salga intacto, y el martillo es precisamente la trama pre-planeada. Es "el último recurso del buen escritor y la primera opción del tonto. La historia que resulta de él tiene todos los números para ser artifical y sobre-elaborada", dice King cuyas novelas "van de poner a unos personajes en una situación, en un predicamento y ver cómo ellos van comportándose ahí". El martillo neumático lo que haría es manipularlos a lo que tienen que hacer para que avance la trama, mientras que King se limita a  observar lo que les pasa en esa situación (dice que las situaciones más interesantes empiezan con un ¿qué pasaría si...?) mientras que hacen las cosas a su manera, y a escribirlo. "Algunas veces, lo que pasa es lo que suponía, pero muchas veces no y para un escritor de suspense, y esto es genial. (...) Soy el primer lector, y si yo mismo no soy capaz de adivinar lo que va a pasar, los siguientes lectores mucho menos"

Los personajes

Acabemos con esta farsa:
creo que "la cabaña del escritor"
de los vecinos es un gimnasio (lloro)
"The best stories are character-driven, but this does not mean that they should be a "character study". La historia siempre debe mandar, según King, aunque esto lo dice por la clase de escritor que él es, y no estoy de acuerdo: ¿Pasa mucho en Mrs Dalloway? Y es una novela maravillosa. Tal vez es por eso que no soy lectora de King: a mí no me importa que "no pasen cosas", yo lo que quiero es que leyendo, "me pasen cosas a mí". 

King dice que todos los personajes que creas son en parte tú, y tomas sus decisiones según lo que harías (el héroe) o lo que no harías (el villano). A esto le añades rasgos de carácter que ves en otros. Yo creo que es verdad, que ningún personaje es exactamente alguien que conociste tal cual, sino una composición - aparte de Sandip. :)

Los borradores
En tu primer borrador, el rápido, el del tirón, has escrito la historia. "Escribe rápido, tal y como la historia va llegando a tu mente, así se mantiene el entusiasmo y se mantiene alejada la duda. No compartir esto con nadie".

En la segunda vuelta ("Escribir es humano; editar, divino"), es en la que comienzas a tratar al texto, como si fuera darle capas de barniz: ahí es donde lo puedes enriquecer formalmente y tú misma empiezas a ver los temas subyacentes y enfatizarlos. Según King, empezar por los temas y progresar a la historia es una receta para el desastre. La historia te llevará a los temas, y los verás claros en los distintos borradores. 

Hay que memorizar esta fórmula: Segundo borrador = Primer borrador- 10%/ Me duele solo pensarlo. 

Finale: un par de frases
Este ensayo está vivo y está lleno de frases que no te quieres olvidar. Termino con una que habla de dónde está la cabeza del que escribe cuando lo hace, 

"Todas la novelas son cartas para una persona. Esa persona es tu Lector Ideal, la persona que quieres q haga wow. En varios momentos de tu escritura te encontrarás preguntándote: ¿qué pensará mi LI de este trozo?"

... y otra sobre porqué escribimos. Muchos autores han contestdo a esta pregunta y en este caso, coincido plenamente. Este es el párrafo final del libro, al que se llega tras haber sufrido con King tras su accidente, y transmite muy bien el entusiamo por volver a escribir. Escribir va de... ser feliz, y con suerte hacer feliz a un par más... :) 

"Writing isn't about making money, getting famous, getting dates, getting laid, or making friends. In the end it's about enriching the lives of those who will read your work, and enriching your own life as well. It's about getting up, getting well, and getting over. Getting happy, okay? Getting happy. ...this book...is a permission slip: you can, you should, and if you're brave enough to start, you will. Writing is magic, as much the water of life as any other creative art. The water is free. So drink.

Drink and be filled up.”


Un impresionista vino a ponernos el cielo la otra mañana
(
Qué hacía despierta a estas horas, yo también me lo pregunto).