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24 junio 2024

Roc en Sant Joan. Crianza moderna con toques vintage

Londinium, mon amour
Mis compas de piso conocieron a Roc el finde de Sant Joan de hace dos a
ños, entre petardos y cohetes. Este año hemos repetido finde, pese a que dentro de los dos tipos humanos "los que les molesta" y "los que aman" los petardos, no hará falta que aclare a cual pertenezco. Que pase la Scrooge de los petardos.

Iniciando a los menores en El Mal
Dirán que es cosa de la edad, pero es algo que nunca entendí: el ruido desagradable por sí mismo.  Me gustan los fuegos artificiales espectaculares (no las tristezas que echan en los jardines de detrás de mi casa vecinos particulares para Guy Fawkes el 5 de noviembre), como las de fin de fiestas en The River en Vetusta - creo recordar que intentaban que fueran al ritmo de música clásica y todo. O como los de Londinium en Nochevieja (esos que ponen en el telediario con el Big Ben de fondo cada año, entre los de la ópera de Sydney y la Tour Eiffel), pero esto solo lo imagino porque una vez lo intenté y nos fuimos antes de que empezaran, tal era el agobio que nos dio la marabunta -no me gustan las hordas pero además llevaba a Mini en la tripa.

Momento nostálgico...
Esta breve introducción fallera tiene un objetivo: comunicar que aún no salgo de mi apoteosis de que el padre de Roc comprara un set de "bombetas" para que el niño se iniciara en el rollo ese del ruido gratuito que tiene a los animales y a los neurodivergentes estresados durante una semana. Nota: las susodichas bombetas hicieron las delicias no solo del rascal de 2 años sino también de Mini que, como sabemos, se apunta siempre a un bombardeo-nunca mejor usada la palabra. 

Pasó volando
Han sido muy pocos días en la condal esta vez y no dio tiempo a nada: hay que sumar un día tomado por la visita de mis padres que hicieron un "sube-y-baja" desde Vetusta [viva el ave, que a ellos les va directo y a mí siempre me para en el "Campo de Tarragona" (será que compro billetes de oferta?)] y el sueño que nos atrapa a todos allí (por qué esas siestas?) Si yo tuviera la tontuna que me entra allí en UK, estaría ahora pidiendo "spare change" (limosna, pero en inglés, como no son tan dramáticos te preguntan si "te sobra algo de cambio") en la puerta del metro. 

Sección desarrollo
Juguete Montessori o
psicomotriz o algo
La estrella invitada en cuanto a "los mojones del desarrollo de Roc" de este viaje ha sido, sin duda, lo que habla. De repente ha despegado, y dice un montón de palabras y frases complejas. Creo que ya comenté que como a su padre le encanta el mar, Roc ya se sabe el nombre de todos los peces extra
ños que aparecen en algún cuento (ya he sido superada por un niño de dos años, yo solo conozco al besugo). Y por supuesto los colores, contar hasta diez en tres idiomas y los nombres de todos los miembros de ambas familias (otro cuento más son esos albumes de fotos impresos que se mira en el desayuno). 

Tema comida, muy controlado, aunque "macarrones" suena a "pantalones".  Su fruta favorita es el "melón" -que se come lo de arriba y cuando llega hacia abajo, lo da por terminado. Adivinen lo que es la "sarana" (sí, naranja) pero también maneja conceptos menos frecuentes como "arándanos". Hubo una pequeña movida un día porque le dijeron que cogiera algo con la mano pero él quería el "tenedor! tenedor!". Sí, un niño muy repelente, y aún no han leído lo peor: le gusta el "brócoli" y en general toda la verdura y la fruta, y está muy poco interesado en los carbohidratos (los "pantalones" son un descubrimiento reciente). Escucha podcasts de salud y bienestar?

Otra de sus frases es "llaves, calle!", o cuando nos íbamos y no le hacía gracia quedarse, nos llevó a su armario y "ropa, calle!". El día que se fueron mis padres, los buscaba por las habitaciones diciendo sus nombres "Yayo Lisi?" y parece que lo mismo cuando nos fuimos nosotros (emoji corazón roto). 

Juegos
Juguetes vintage
Quién tuvo un supercinexin?
Como casi todos los críos que conozco, pasa bastante del mogollón de juguetes que tiene (de madera, colores brillantes, un tipi para esconderse... de todo), lo que quiere, por ejemplo, es una bolsa de plástico con cables y enchufes de viejos ordenadores. Aún me quedan peluches y muñecos de Mini, que le sigo llevando religiosamente; dentro de poco solo me van a quedar Barbies, y en aras de ser modernas, también se las llevaré. 

Tiene un cinexin de su padre y le encanta... no creo que dure mucho porque mete los cartuchos del revés y se va a cargar la bombilla, que está toda al descubierto (ah, dónde estaba la "salud e higiene" en esa época vintage): "quema" me dice. Su peli (y cuento, se lo he traído) favorita es Peter Pan, así que me la enseña dándole a la manivela, y yo hago las voces y aprovecho para contarle (será la primera de infinidad de veces-aquí ya alguna vez: "siempre quise ser la mala") que su tía interpretó al Capitán Garfio en la obra de teatro para San José de Calasanz (4 EGB). 

Pero lo que más le gusta, con diferencia, es que te pongas una manta por encima y hagas de bruja ("brusha!"), se muere de risa, y eso que sus madre, siguiendo principios de crianza también vintage le señala el Tibidabo avisándole de que "allí vive la bruja". Yo solo diré que la Yaya me hacía miedo con el Gallo Kiriko, y aquí estoy, tan libre de neurosis. Nota: Mini siempre tuvo mucho miedo de las brujas, no de ogros ni vampiros, en concreto de brujas, y les sigue teniendo. Nosotros no usamos de seres mitológicos tradicionales, la amenaza suprema eran los basureros: "si no cierras el padaguas se lo dejaremos aquí afuera a los basureros". Lo veo mucho más coherente porque... existen!

Educación vintage:
ahí, en la cima, vive la Brusha!

El parque infantil, esa tortura
Por favor, hay alguien ahí afuera al que le guste el parque infantil? Yo creo que retrasé tanto mi maternidad por el horror general  -que pasaba a existencial / vacui los domingos por la tarde- que me daban los columpios. Aquí esas ansiedades han sido vicarias, transferencias freudianas heavies con las cuidadoras. Porque sí, el domingo el parque estaba lleno de madres con deportivas marca Veja y padres que dudábamos si abuelos, y un montón de críos por familia (si no hay mínimo tres, no eres nadie) pero el viernes, lo que había eran cuidadoras de varios países de latinoamérica (hubo un tiempo en el que podía más o menos distinguir algunos acentos). Esas mujeres con la mirada perdida en el infinito, a menos que se junten con otras dos o tres con las que poder hablar de lo que podría haber sido su vida en Colombia, en Ecuador, en Bolivia si el mundo no fuera una mierda. Aquí, vigilando a este niño rubio (por qué los ricos son rubios hasta en Ejpaña?) que ya tiene ademanes de macho alfa.  

Burbushas!!
Roc dice "motos!" y nos sentamos frente a frente en unas que están pegadas al suelo por un muelle sobre el que puedes saltar un rato. También le damos a lo bestia en el columpio: lo que más le gusta es cuando hacemos como que nos va a arrollar. Encuentra una pelota de tenis en la arena, la coge, y va por todos los ni
ños preguntando a su manera si es suya: "pelota, pelota?". Como mis padres le han traido una pistola de hacer burbujas estamos un rato con eso ("burbushas!"), también con los globos de agua (siempre me han encantado). Hay un punto en el que, pese a tener su patinete ergonómico pichiguays, coge uno sin suspensión de plasticorro que imita una moto de otro niño y se va por el parque. Le sigo, y el tío, para adelante. En un punto decido esconderme destrás de los árboles para que cuando se vuelva se asuste, pero no, él sigue -aunque creo que en un punto me ha visto. Cuando aparece su madre preguntando que a ver dónde estamos, se lía parda: no quiere devolver la moto anti-planeta. Oh, the joys of toddlerhood!

Pero cuando una menos se lo espera, justo en la parte de arriba del parque de marras, una luz al final del túnel, una señal: la "W" del Watusi, esponsorizada por el ayuntamiento bajo el increíble reclamo de "wifi". Nunca hubo un sitio menos Watusi que este parque de "la zona alta"... si nuestro héroe, que camina como si bailase, levantara la cabeza... 

Algún día le explicaré a Roc quién fue el Watusi, y que fui el Capitán Garfio. Y que debe ya dejar el patinete plasticorro que parece una moto de ese niño y decir no a las bombetas, o le pongo un whastapp a la Brusha del Tibidabo. 

Buscando al Watusi desesperadamente


16 junio 2024

Hoy es Bloomsday en Dublín y el 15 de agosto es "El día del Watusi" en Barcelona [Buscando "Ws" de la mano de Francisco Casavella]

Hacía tiempo que no hablaba de libros: aquí están (casi) todas las razones, se
ñoría.

Buenísimas intenciones

Este divague, de una novela de 881 páginas, va a ser corto. Tiene que serlo porque no puedo hacer el desmenuzado de siempre, que suele acabar en 3000 palabras para novelas de 300 páginas. A ver, poder se puede, hasta podría salir una serie, ya que el libro es una trilogía, pero me espera un mes calentito en la vida 2.0, así que no. Hasta aquí mis buenas intenciones. 


Los múltiples caminos que te llevan a un libro

A "El día del Watusi" (el Watusi a partir de ahora) llegué yo sola en "La Central" de la calle Mallorca en Barcelona, ese pequeño paraíso urbano, hace unos años, cuando los Jekes aún vivían por allí. Me llamó la atención por su portada -una especie de groupie de los Beatles en plena acción- y sobre todo por su tamaño. Pasó el tiempo, y un "clásico moderno de culto", dijeron un día en la radio:  el empujón necesario para regalárselo al Peda en Navidad. Luego le veía reírse al otro lado de la cama, menos mal, y yo: "qué?" y él "este tío está loco". Y yo: "pero un ejemplo" y él: "no, no, has de leerlo". 

“De inmediato, o entrabas, o te quedabas fuera”

Casi dos meses me ha costado y sí, también me he reído en la cama: sin duda, lo que me atrapó desde el principio es su sentido del humor. Pero, a ver, no se lleven a engaño, no es una novela de humor... es una manera de ver la vida que, ocasionalmente se trasluce como algo que a mí me hace gracia, tal vez a otr@s no. Descripciones, observaciones: "en un estado (de colocón, aclaro) no registrado por la ciencia médica", "cincuentones asexuados de anacrónica indumentaria y dudosa higiene", "follar a las 3 am sin ser atleta", "el onanismo ese ridículo monólogo", “más que aplausos, parecen llamadas flamencas a los camareros”.  Una noche me poseyó un ataque de risa de esos que empieza como si nada y termina con lágrimas, y con ese cosquilleo tan chulo que se pone detrás del esternón. Supongo que había sido un mal día, o un día surrealista, o un día perfecto, no tengo ni idea, pero algo debía de ser, porque ahora he releído la página de autos y, aunque graciosa -describe el talante de dos altos cargos de un banco-, no ha sido para tanto. Tal vez no era para tanto: momentos vitales, yo-qué-sé. 


NáN

Otra cosa chula que me ha pasado es que la novela me ha recordado mucho NáN. Por contexto, NáN era un antiguo divagante, con el que aprendimos tod@s los de este rincón de la blogosfera un montón de literatura y de la vida. Fue el inventor de los conceptos literarios de los "ochomiles" o las "fulguraciones", la clase de persona que le decías "he visto un libraco en una peli con una tapa con nubes de un autor que se suicidó" y te decía "Infinite Jest". Bueno, pues ha estado presente porque Mo me dijo que a ella se lo había recomendado NáN, y mientras leía podía ver por qué y al terminarlo busqué sus comentarios en el blog de Mo. No es la primera vez, ni será la última que leo los comentarios que NáN fue dejando en los blogs -en particular en este, claro, y es siempre una gozada leerle. Nota: se quejaba de mis hiperenlaces - por las razones adecuadas.


“La gran novela de la transición”

El argumento del Watusi se resume en una frase: la vida de un tipo de Barcelona, Fernando Atienza, desde la infancia hasta la mediana edad con el trasfondo de la (santa) transición. Esto último es lo más importante ["la gran novela de la transición", dicen] y se puede considerar una metáfora de lo que pasó en este país, de dónde venimos, quién sabe si a dónde vamos. Yo la transición siempre me la he imaginado así: gente con ropa terrible, crestas punkies, seat 131 supermirafiori, heroína, noches de alcohol, Almodóvar, un apartamento en Torrevieja, Alicante, Alaska, Sabina... una generación por encima de la mía que cerraban los bares en un país, como dicen por ahí "adolescente", que despertaba después del criminal parón literal y cultural que sufrió la piel de toro durante tantas décadas. Casavella te va a contar eso, y mucho más.


Hablando de género, cuando leí "Vanity Fair" [null es el nuevo hiperenlace, cuando blogger se pone tonto-debe ser una maldición de Nán] me encantó el que algún crítico listo había calificado a Becky Sharp como un ejemplo de la picaresca - nunca se me hubiera ocurrido, en una novela con vestidos de época. Con el watusi era mucho más predecible: Atienza es claramente otro de los muchos pícaros de la literatura española que narra en primera persona su azarosa vida, cuyos avatares son lo de menos, y el escenario lo de más. 



Empieza la trilogía: “Los juegos feroces”

El primer libro tiene un gran título, "Los juegos feroces" y a mí es el que más me ha gustado. Me ha trasladado a Juan Marsé (sí, soy muy original), con esa descripción de la Barcelona del pijoaparte, el chabolismo de Montjuic, con el parque de atracciones de fondo, donde “las sirenas de la noria  y de los autos de choque marcarían el paso del tiempo, extraño relevo de las campanadas de una iglesia”, de las infancias de esa época sin supervisión -entre otras cosas porque su madre viuda está fregando oficinas, de las madres aspiracionales que continuamente dicen "estudia!", la única vía de movilidad social que ella y la mayor parte de la gente trabajadora concebía para el progreso. Tan equivocados, pobres, porque hay otras más efectivas, como la que le ocurre a Fernando de carambola: estar en el lugar adecuado en el momento adecuado, y hacer contactos. Pero “en las chabolas nunca se habló de política”. 

El 15 de agosto del año que nací yo, 1971, dos críos de 13, Atienza y su amigo, Pepito el Yeyé - un personaje entrañable, un gitano fantasioso y con bota ortopédica-, están pescando en una zona que antes era un vertedero, pero donde hoy se erige el famoso hotel "W" (vueltas da la vida, o tal vez metáfora del whitewashing de la ciudad). De repente, un cadáver flotando boca abajo que no es un cadáver cualquiera: lleva una cazadora con la W cosida, tiene que ser el Watusi. Quién y por qué lo mataron lo vamos a averiguar durante la trilogía, porque lo que ambos niños descubren en ese día tal vez no sea la realidad de ese ser mitológico que se dibuja en la mente de Atienza con la ayuda de Pepito, que seguro exagera, fantasea, mitifica. 


-¿Sabes quién es el Watusi?
-No -yo pensaba en mis cosas: un yate, circular con mi deportivo bajo la luna llena, mujeres sofisticadas…
-Pues yo lo conozco, chaval. Un montón.

La primera novela transcurre solo en ese día, que será el hilo conductor, el leitmotiv de Atienza a lo largo de su vida, el que le ha marcado, de esos tras los cuales la gente comienza las pelis con una voz en off que dice "ya nada fue igual desde aquel verano". Es un bildungsroman”, [null, otra vez el amigo blogger] una novela de formación, que te lleva a plantearte cuál fue tu día del Watusi, si pudieras delimitar cuándo cambió todo, perdiste la inocencia y diste ese paso de la infancia a la adolescencia, y ya todo fue una cuesta abajo y sin frenos. 

A partir de ese día, Atienza empieza a encontrar pintadas de la W por toda Barcelona, que él relaciona con el Watusi, un mito en el barrio de las chabolas, un tipo que hoy llamaríamos "cool" que "tenía ritmo, caminaba como si bailara, era radiante", pero sumamente elusivo: un Banksy setentero y charnego, una especie de mago que viaja en la noche con su estarcido y bote de spray negro. 



“Viento y joyas”

La carambola del progreso ocurre en el segundo libro (el  título, convendrán conmigo que es  mucho menor), cuando Fernando empieza de botones en un banco, con “untuosos empleados” y “padres de familia cargados de problemas venerables” pero cae en gracia a uno de los jefecillos y ahí se mete en un mundo surrealista para ti y para mí, pero que así debe ser la política, la formación de partidos -el "Partido Liberal Ciudadano"-, los tejemanejes para llegar al poder, las puñaladas por la espalda, las farras, los clubs que son “capas de anatomía en distintos estados de auge y decadencia”, la cocaína, esas cosas del día a día. Los que fueron franquistas y presidentes de banco, luego se suben al caballo de la democracia -otro blanqueo, como el del puerto- montan un partido, y siguen de dueños del banco. “No hay fortuna que pueda presentarse limpia a una auditoría moral”. 



Y el tercero

En el tercero (ya ni me acuerdo del título, lo miro: "El idioma imposible"), Atienza vive más o menos de incógnito -asustado por las represalias de los de "Viento y joyas"-,  se relaciona con la burguesía catalana, pasando su vida laboral de traficante de medio pelo a escritor de guiones para el manga japonés y aquí y allá, siempre con la banda sonora de los martillos demoledores de fondo: es la Barcelona pre-olímpica, donde se está dando el blanqueo del “Barrio Chino al Raval” - y esa limpieza que es siempre de personas. 


Lo que menos me ha gustado del libro es su tratamiento de las mujeres: desde su publicación en 2002-3 ha llovido y afortunadamente ya a muchos nos chirrían misoginias que se aceptaban entonces. Mi mayor pero es que hasta esta tercera novela, en el elenco de personajes, la única mujer que no es prostituta es su madre. Desde la francesa que le hace una felación de niño en la famosa noche del Watusi hasta la "de lujo" del dueño del banco en el segundo, es terrible. Tal vez los estudiosos encuentren metáforas o simbolismos, me da igual (la de lujo, como los franquistas, se blanquea al final en empresaria de nosequé). Pero en la tercera parte, aunque siguen las prostitutas, el resto tampoco sale muy bien parada: su enamorada, Elsa, es una chica enganchada a la heroína, una especie de Maga cortazariana yonqui, de la que supongo que los tipos que no se han dado cuenta del tema género que anoto en los dos primeros se habrán enamorado también. Por último, hay una pija galerista de la burguesía catalana que ofrece una mirilla para ver de qué va este grupo que políticamente están al sol que más calienta, fachas o indepes, la pela es la pela. Esa novia que en conversaciones grupales “le pasaba pelotas fáciles para que se luciera” y que le presenta a un yanqui que viene a invertir en arte y Casavella dice una de esas frases suyas por las que merece la pena seguir con el tocho: “venía a explotar el complejo de inferioridad de los nativos y su auténtica inferioridad”.


Casavella, calavera

Una se pregunta todo el rato cuánto de autobiográfico tiene la novela. Porque el autor, Francisco Casavella también empezó de botones en "La Entitat", y también era un crápula de la noche como Atienza; alguien "que no confundía la literatura con la vida literaria", según dijo de él Marsé. El pobre murió en 2008 de un infarto a los 45 -alguno dirá que se ha convertido en autor de culto por este giro de guión, pero no estoy de acuerdo. En el epílogo de mi edición escribe Miqui Otero sobre la placa de Petri de la societat civil catalana que apareció en su funeral. He intentado averiguar más de su vida, porque siempre me fascinan las trayectorias personales de los escritores, pero he encontrado muy poco. 


Intentando transmitir su voz

No me está gustando este divague, porque no creo que esté logrando transmitir bien la novela. Siempre critico a los críticos que resumen las obras y, vive Dios, que esto no es un resumen, pero se siente como uno. Por tanto voy a incluir algunos de mis subrayados, por si alguien ha llegado hasta aquí -sin autolesionarse o recurrir a estimulantes- y sigue sin saber de lo que hablo. La primera es un párrafo sobre el temor. Las siguientes son frases sueltas, fuera de contexto, pero que darán más idea de lo que es Casavella que todo este texto mío…


"Y me asusto. Me asusto. Andrónico de Rodas clasificó trece tipos de temor. A mí, sin pensarlo mucho, me salen más: temor a la libertad, temor a estar siendo otro, temor a estar siendo demasiado uno mismo (y estar vacío), temor a la locura de los demás, temor a la propia locura, temor a la carne, temor a la paranoia, temor al temor, temor a la falta de temor (el mal presagio), temor al temor de los demás, temor al dolor ajeno que pudiera volverse propio, temor de que la vida no se parezca a nada (porque es todo, y lo idéntico que es todo a ese todo), miedo a ser, miedo a dejar de ser, temor al pasado agotado y, aún mayor, temor al pasado inagotable, a los secretos de familia, a los propios secretos, a lo que puede dar de sí un día. Son dieciséis."


“ese tedio sublime que llamamos felicidad”


“la torpe imitación de normalidad”


“una luz venenosa a la que nombran el día”


Congo, “lo pintoresco y musical de esa palabra”


“la mecánica del cuerpo dominó donde el fracaso del deseo era evidente”


“modos de vivir que basan su aceleración en no pedir ni dar explicaciones”


“cuando me dormí, ya hacía rato que fingía dormir”


“desde la tolerancia de una úlcera incipiente”


“soportar tanto presente” 


“tanta juventud me está matando (se cierra el mercadillo filosófico)”


“las arañas de cristal de la lámpara ocultan verdaderos arácnidos”


“contagiado del espíritu “emociones a flor de piel””


“furor por la simetría pero también por el caos”


Celebremos el día del watusi

Como digo, no es un libro para todo el mundo, y lo explican mejor que yo el del prólogo y el del epílogo.  Zanón escribe a propósito de ese "conectar" que yo hice vía el humor: "De inmediato, o entrabas, o te quedabas fuera. Y si optabas por lo primero lo hacías porque habías conectado con su dial -verborreico, inteligente, callejero, divertido, melancólico, personal e intransferible- y ya, allí mismo, todo urgencia, le hacías capo, honda de David, ídolo de cócteles y futbolines, para siempre, nen" . Y Otero, en el epílogo, nos recuerda que Elsa, cuando sube a la azotea con los vecinos del edificio a ver los fuegos artificiales de la Noche de San Juan "mira cómo esos espumillones luminosos cambian a las personas que los miran" (así como Amélie se daba la vuelta en el cine para ver la cara de la gente): como Casevella, ella mira lo que los demás no miran. Qué más se le puede pedir a la lectura?


El 15 de agosto se celebra, aparte de las fiestas patronales de la mitad de los pueblos de Ejpaña, el día del Watusi. Como Bloomsday en Dublín [más carambolas: hoy es Bloomsday, divagantes!] es ya una fiesta de guardar literaria en la condal: no sé exactamente qué se hace, pero seguro que no se comen riñones como en Irlanda - tal vez pan'tumaka. Claro, algún año me gustaría ser una de las peregrinas del watusi, con hombreras y pendientes de aros, pero de momento me conformaré, el finde que viene, con ir buscando "W"s grafiteadas por las paredes o los contenedores. Larga vida al watusi, que camina como si bailase.

Mientras tanto, también ha pasado
el Watusi cerca de casa...


08 junio 2024

75 años de la publicación de "1984": No les dejemos que pasen

 El 8 de junio de 1949 -o sea hoy hace 75 años- se publicaba por primera vez una de las grandes novelas del Siglo XX: "1984". Me enteré porque hay un artista en Escocia que, para conmemorarlo, ha pedido que la gente le envíe su ejemplar y se ha juntado con 1200 copias en 20 idiomas y va a hacer una "instalación" en la isla de Jura (en las Hébridas Interiores). Aunque no llegaré para esta exposición que se titula "The Winston Smith Library Of Victory and Truth" ("La biblioteca de la victoria y la verdad de Winston Smith"), desde ya, quiero visitar Jura: podéis hacer una búsqueda de imágenes y me entenderéis.



Orwell vivió en esa isla, en concreto en Barnhill, en un cottage sin electricidad ni agua, de 1946 a 1948 y allí escribió "1984" [la casa sigue siendo de la misma familia que se la alquiló a Orwell, y parece que aún la puedes alquilar]. Envió el manuscrito a su editor, Secker and Warburg, el 4 de diciembre del 1948 y en seis meses se lo publicaron. En 1949 se fue de allí enfermo de tuberculosis y murió en el "Cruciform building" de University College Hospital en Londinium en  1950, con 46 años

El cottage donde Orwell escribió "1984"

Por qué se le llamará "cruciform"?
(otro precioso ejemplo de arquitectura gótica en la city)


Orwell se inspiró en sus experiencias en la Guerra Civil espaniola [ya se sabe que luchó con el POUM trotskista en lugar de las Brigadas Internacionales Marxistas- hay que revisitar, "Tierra & Libertad" de Ken Loach], o en el Blitz de Londinium, y a su vez inspiró a otros clásicos como "El cuento de la criada" de Atwood, o "V de Vendetta de Alan Moore. Y su influencia ha sido enorme en nuestra cultura, hay muchos conceptos que están en la conversación del día-a-día: "el Gran Hermano" (que te está observando) ya era algo antes del reality, la "policía del pensamiento", el "doublethink" o el "newspeak". Leo por ahí que cuando ganó Trump las elecciones, las ventas de la novela aumentaron un 9500%.  

Orwell describió esa sociedad distópica de un estado totalitario que en su día a todas nos alucinó y que hoy seguro que se lee de distinta forma que en el pasado, cuando nos parecía solo prácticamente ciencia ficción (el mismo Orwell dijo que la novela era un "aviso", no una "profecía"). El hecho de que existan las "fake news" (la mentira como arma) o que mañana, en las elecciones europeas, vaya a subir tanto como suponen la extrema derecha, me indica que mucha gente no ha leído este libro.

Yo leí "1984" después de "Animal Farm" pero todavía en Vetusta (serían los finales 80, primeros 90) y ya en la isla -pero aún pre-divlog- "Homenaje a Cataluña" (enlace aquí: n). Por tanto, no puedo acceder a mis subrayados para poner alguna cita y celebrar a mi manera este aniversario. Así que he recurrido a internet, y la búsqueda me ha llevado a unas cuantas reflexiones, a cual de más rabiosa actualidad. 

"Los que controlan el pasado, controlan el futuro. Los que controlan el presente, controlan el pasado" (“Who controls the past controls the future. Who controls the present controls the past”).
"Le sorprendía que lo más característico de la vida moderna no fuera su crueldad ni su inseguridad, sino sencillamente su vaciedad, su absoluta falta de contenido. La vida no se parecía, no sólo a las mentiras lanzadas por las telepantallas, sino ni siquiera a los ideales que el Partido trataba de lograr".
"Era un hábito adquirido por instinto ocultar los sentimientos, y además cuando ocurrió aquello se hallaban exactamente delante de una telepantalla".
“La ignorancia es fuerza" (Ignorance is strength)
"La guerra contra un país extranjero solo sirve para mantener el poder dentro del propio país (...) La guerra no es para ganarla, es para que sea continuada (...) Casi con toda seguridad, las bombas cohete que caían diariamente sobre Londres eran lanzadas por el mismo Gobierno de Oceanía sólo para que la gente estuviera siempre asustada".
"Si quieres una imagen del futuro, imagina una bota aplastando un rostro humano, para siempre" (“If you want a picture of the future, imagine a boot stamping on a human face—for ever”).

 Orwell vivió en muchas casas de la ciudad, así que hay múltiples "placas azules" distribuídas por ahí -yo siempre acabo haciendo fotos a la que hay justo a la subida de Hampstead Heath-, pero hoy termino el divague con un par de edificios de Londinium que le inspiraron para dos iconos de la novela: el "Ministerio de la Verdad" (lo que es hoy "Senate House", parte de la universidad) y la terrorífica "Habitación 101" (en 55 Portland Place). 

"El Ministerio de la Verdad"
(Senate House)


La puerta parece del todo inofensivamente burguesa, es bonita y amigable, y esa idea me recuerda a la frase del poeta Michael Rosen que ya colgamos aquí: cuidado, porque "el fascismo llega como tu amigo (...) restaurará tu honor, te hará sentir orgulloso, protegerá tu casa, te dará un trabajo, limpiará el vecindario, te recordará lo magníficos que un día fuimos, terminará con lo sobornable y corrupto, quitará todo lo que parece que no es como tú."


No les dejemos que pasen. 
La Habitación 101 te observa
(55 Portland Place)



01 junio 2024

Así vio Turner Londinium desde el parque de Greenwich, y así lo vi yo (subidones que ríete de las sustancias)

Joseph Mallord William Turner (1775 – 1851) es el Sorolla británico (le llaman "el pintor de la luz"). Me gusta muchísimo y tal vez por esto no es la primera vez que pasa por el divlog. Las anteriores fueron hace -madre mía, cuánto tiempo hace de todo- casi diez años: una a propósito de mi favorito, la tormenta de nieve ["Snowstorm"] donde conté la leyenda -tal vez apócrifa- de este cuadro, aunque sale en "Mr Turner" la peli de Mike Leigh - la rodaron no en el mar, sino en el Astillero de Chatam, en el río Medway. La segunda, es otro muy famoso y también sensacional, "The figthing temeraire" 

Pero divago, yo venía aquí a colgar otro Turner que me encontré no en la Tate Britain, sino que él me encontró a mí en el ciclismo dominical hace unos días (en realidad, lunesino, porque fue el pasado lunes festivo). Como el sábado había estado en el meandro del río en el norte, el lunes me fui a ver Canary Wharf desde el lado sur. Ya he dicho mil veces que una de las cosas que me encantan de Londinium es que es mil ciudades, y ese seguir el río hacia el este -lado sur- es otro planeta, no tanto del norte, sino de mi habitual hacia el oeste (donde querría tener un pied-a-térre e irme a pasar los findes leyendo en una terraza mirando el lento discurrir del agua, las esporádicas traineras...). 

Una imagen a veces vale más que mil palabras:
para que se vea lo del meandro de la "Isle of Dogs"


El lunes me perdí por un pasado industrial, por un paseo entre edificios de ladrillo rojo, de repente metiéndome por una "reserva ecológica" desierta enmedio de la ciudad (y, por los dioses que se sentía así, y más a las 7 de la mañana!), por unos embarcaderos llamados "Surrey Quays" donde una se preguntaba si estaba en Mónaco, siempre con las moles de la City ahí al fondo, vigilando (con los jueguecitos del río con sus curvas es todo siempre muy confuso: no sabes lo que está al norte, o en tu lado; quién lo iba a decir, el O2 está al sur!). Al final se llega al barrio de Greenwich -donde el meridiano- que es una zona muy chic, y siempre petada de turistas que van a  ver el Cutty Sark y otras glorias navales de los british (a estas horas, justo empezaban a  montar el mercado). Hay un túnel antiguo bajo el río por el que se puede caminar a Canary Wharf (el marido de una amiga dice que en los días de labor hay cola). Al fondo,  hay un parque maravilloso porque además está sobre una colina, y cuando llegas arriba ves toda la ciudad. Los parques que más me gustan son estos, los que puedes subir y sentirte poderosa - ya he hablado mil veces de mi otro favorito, Hampstead Heath en el norte. 

Pedalear la colina del parque hasta la cima no es precisamente fácil -no ayuda que hacia la mitad empiezas a ver críos bostezantes que se encaminan con sus cole hacia la visita al observatorio, o al planetario (ambos muy recomendables sin críos). Por fin, cuando llegas arriba, quieres encontrar el punto donde están las majores vistas y, siendo yo, me pierdo varias veces. Por fín llego a One Tree Hill (que no es la ladera en la que he estado otras veces, pero qué le vamos a hacer) y allí descubro (allí me encuentra) Turner. 

El cuadro de abajo lo pintó en 1808 o 1809, y en él se pueden ver, aparte de los ciervos en primer plano, el "Old Royal Naval College" y al fondo, Londinium, con la torre de la catedral de St. Paul en el centro. 

"London from Greenwich Park" (Turner, c. 1808-9)


Cuánto ha cambiado la ciudad en dos siglos? Aquí tenéis mi versión del "Londinium desde el Parque de Greenwich", desde el mismo punto en el que estuvo Turner. No hay ciervos, pero sigue estando el colegio naval y, por supuesto, las nubes (nota: Mini me informa que se avecina "el verano más lluvioso desde 1912": Dios me odia). 

"London from Greenwich Park" (Di, 2024)


Estoy leyendo un libro en el que los personajes se meten anfetaminas para subir y benzos para bajar a las primeras: estados mentales patrocinados por la industria farmaceútica o el quimicefa.  Yo salgo del embrujo que también sufrió Turner con un subidón que no hace sino devenir en épico cuando por fin me tiro con la bici por la ladera que antes costó tanto subir (oh, metáforas de la vida). No quiero benzos para bajar -ya vendrá el verano lluvioso- así que mientras tanto, carpe diem, carpe solis, carpe artem.