Este acogedor rincón infantil, divagantes, no es una guardería o una casa particular. No. Les recuerdo que estamos en Suecia (Kalmar, concretamente) donde los ninios tienen espacios en todos los sitios (alguien ha estado en Ikea? ). Pues eso: esto es la catedral de Kalmar.
Resulta que los suecos piensan que meter a ninios pequenios en misa y esperar que se estén quietos es una barbaridad (atender ya es una mala broma), y ahí que les ponen sus mesitas y sus juguetes blandos (el cura nos explicó que se corrió pronto la voz de que los juguetes de madera los cargaba el diablo) para que se entretengan mientras sus padres están en asuntos menos terrenales.
Ah, qué flashbacks de tantas y tantas y tantas misas de ninia donde te hacían estar quieta y encima esperaban que no huyeras a Babia. La misa era algo para mí insoportable, porque lo de rezar en mi camita, o incluso confesarte, no sé, era algo activo, creativo si me apuran... pero escuchar a ese hombre que movía las manos arriba y abajo (aún recuerdo a la Fashion de pocos anios imitando al cura con los brazos, y mi madre que se estuviera quieta), que siempre decía lo mismo, y al que teníamos que contestar cosas sin sentido "por Cristo, con él y en él..." (por favor, que lo tengo to-do cincelado a fuego en el lóbulo este de detrás... que alguien me lo quite!) y, lo peor, escuchar ese sermón en el que ya directamenteme me daba permiso para "desconectar", ya me lo confesaría luego con una larga historia, un embrión de divague.
Los suecos, no. El cura nos explicó que, cuando vienen los polacos (que cruzan aquí en el ferry, católicos ellos hasta la médula) y ven el rincón infantil reaccionan como nosotros: estupefacción (será pecado?-esto lo aniado yo). Claro que tambien nos contó lo de la distribución de los pasillos en la iglesia (hombres a la derecha, mujeres a la izquierda, esto ya me lo sabía yo de Vetustilla de la Torre), pero aquí con una particularidad: la zona femenina es en el norte. Y es que en esta cultura "el demonio viene del norte". Me gusta.
En este viaje hemos visitado bastantes iglesias. MIni no sabe bien de qué va la cosa: al principio pensaba que eran "castillos" y luego ya descubrió que son "eglesias". El otro día no se quería ir de la de Bergen porque alguien ensayaba (no puedo describirlo de una manera más amable) al órgano. También se fascinó con las velas: las quería encender todas (curioso, no había ranura para donación: encendió 234). En un momento cruzamos el altar para pasar a una capilla lateral. Entonces tuve un flashbacks de esos malos, como los de recordar toda la misa de memoria... se me hizo raro atravesar el altar sin hacer ningún ritual raro, aka, genuflexión.
A la salida:
-Peda, fíjate si estoy dañada que se me ha hecho raro pasar por el altar como si cualquier cosa.
y él:
-Y tú te acuerdas de según si estaba el sagrario abierto o cerrado había que hacerlo de una manera o de otra? Creo que había que poner la rodilla en...
Oh, no. En menudo sitio he ido a caer. He olvidado que si yo tengo el diploma, los pobres que estudiaron en el Opus tienen el Máster.