Robert Redford era el Brad Pitt de mi infancia: así le he explicado a Mini quién era este señor que ha muerto hoy. Con esta idea fuerza y la de hacer un divague-haiku aniado esta entrada al distintivo "Burla burlando" —título robado a Cortázar— que no es otra cosa que obituarios de gente que ha marcado mi vida, y ya hay unos cuantos.
Como eso es un blog personal, se habla de lo que supuso esa figura para la bloguera en cuestión —en los periódicos contarán su vida, sus ideas, su apoyo al cine indie y todo eso. Así que cómo no comenzar con que Robert era el guapérrimo por excelencia: para mí, incluso frente a otro guapo canónico, Paul Newman, ganaba él. Sé que esto puede generar controversia, pero yo era del Team Redford.
Hay muchas pelis, pero creo que en la que más guapo está es en "The way we were" (Sydney, Pollack, 1974) ("Tal como éramos"): hace mucho tiempo que no la he visto, pero me parece un buen aviso para navegantes para jóvenes incautas que, bajo el txumani de endorfinas ese maravilloso, crean que una relación duradera con alguien en tus antípodas ideológicas pueda funcionar - se admite el crush tonto de verano: quien no haya caído, que tira la primera piedra.
La otra es "The sting" (George Roy Hill, 1973) ("El golpe"). Esta cinta tiene una historia personal: cuando llegó el vídeo a mi casa, esta peli estaba por ahí y pasó a ser la favorita de Fashion. Tendría ella unos 7 años, y la vimos tantísimas veces que nos aprendimos trozos del guión de memoria: "trampeando por esos pueblos de inmigrantes, siempre con la policía pisándome los talones". Luego hemos usado esa frase muchas veces en nuestra vida, sobre todo para reírnos de nosotras mismas: somos en realidad unas impostoras o timadoras como Paul y Robert. Ya se me ha pegado la banda sonora...
Y cómo no, yo tenía 15 cuando se estrenó "Memorias de África" (Sydney Pollack, 1986). Con la banda sonora de John Barry que corrí a comprarme al salir del cine —también el libro de Karen Blixen, que no terminé—, con esas imágenes de Kenia desde la avioneta y, por supuesto, con esa escena de lavado de pelo. Si lo pienso, esta peli significó mucho para mí en esos momentos en que estás decidiendo lo que quieres hacer con tu vida. La prota fue una inspiración: una mujer fuerte que saca una granja adelante ella sola -en aquella época no me planteé rollos coloniales, aunque es imposible que no te chirríe su relación con los trabajadores. Ella y muchas otras lecturas o pelis me dieron alas para viajar, para no quedarme en la ciudad donde estaba. Y como a esa edad todo es épico, me veía con "Médicos sin fronteras" á la "Historia de una monja" atea en esas sabanas salvajes salvando africanos (¿alguien dijo colonialismo?). ¡Atención, spoiler!: nada de esto ocurrió, ni tampoco me enamoré del prototipo Denys Finch-Hatton, el cazador británico que interpreta Redford, el típico Aquiles que nunca está ahí cuando se le requiere, como plantilla para mis futuras relaciones. Tuve una amiga que sí compró esa historia, y lo que sufrió la pobre—pero culparemos a su padre. Sobre el tema gorditos vs. malotes, se ha divagado aquí.
Un abrazo, Robert, el Brad de los 80...
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