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08 junio 2022

Serial 47: Bares modernos, cuello halter, white lillies, examen oral. Mulder, sin Scully, investiga. Quién es James Carr.

  Así que estos son los famosos bares de Clapham, una de las razones por las que tengo que venir a vivir a Londres, Wences dixit. El local es un pub muy trabajado tanto en decoración como en extras, todos estilosos, nadie supera los 35. El contraste con los pubs de Whitby es espectacular: allá arriba, aparte de que la clientela es gente mayor, fea, y poco glamurosa -ingleses al cabo-, el suelo es de moqueta, huele a antiséptico y las patatas fritas con las que se aspira a amortiguar las cervezas son las insufribles Wall's de "Sal y Vinagre". Aquí, la gente viste o normal o estudiadamente excéntrica -trabajan en publicidad o son arquitectos, las sillas son calculadamente distintas, como de antiguo colegio, para dar un aire vintage, y las patatas fritas son de autor, á la "sidra de manzana de Somerset".

Llevamos un rato Wences y yo bebiendo, esperando al super novio Rob, que esta semana trabaja en el turno de tarde. Tengo el examen oral mañana a las tres en el Maudsley, el hospital donde trabaja Wences: no tengo que madrugar. Wences está contentísimo de que esté aquí y desde que he llegado, me está haciendo sin disimulo una tourné de la ciudad, para ver si caigo de una vez sobre todo lo que me estoy perdiendo. Hemos ido a cenar al restaurante del Royal Festival Hall, con vistas sobre el Támesis -qué bonito, hasta me ha gustado la comida-, hemos paseado un poco por South Bank y me ha enseñado el National Film Theatre, que está al lado del National Theatre, ambos edificios brutalistas donde él sabe que a mí me gustaría pasar ratos - a él también, dice, pero es más de ballet. Además, conoce a mucha gente en ese mundo porque hacían consultoría con el ballet nacional cuando trabajó en Desórdenes Alimentarios. No le cuento que le tengo manía porque me obligaban a ir a hacer ballet de niña y no era lo mío:  parece que le dije a la directora que no quería volver porque “el estudio olía a pies”- yo siempre haciendo amigos. Luego, en lugar de bajar a la zona en la que viven en metro, ha parado un Black Cab, uno de los míticos taxis negros porque "un día es un día" y así he podido ver esta parte de la ciudad que no ven los turistas, al sur del río, que además, principios de diciembre, está ya llena de luces. 

Nos acaba de saludar una chica que es compañera de trabajo de Wences - muchos médicos de su hospital viven por esa zona. Le admito que estoy alucinada - yo, una chica originariamente de provincias que aquí vive en una institución cerrada en lo rural-, que me siento como en una película y apuesto a que si me pusiera cascos con la música adecuada, caminaría por las calles como si protagonizara un video musical. Sonríe porque espera tenerme aquí enseguida: hay alguna plaza en el Maudsley para el grado que tendré en cuanto apruebe mi examen. Yo cambio de tema porque no sé si voy a aprobar y, más importante, no sé qué quiero hacer con mi vida. No puedo pensar ni en el medio plazo: solo en este examen y ya. 

Claustrofobia y un cadáver:
el premio gordo de un neurótico!
Este examen y Lannister, quiero decir. Aunque contarle cualquier historia de este tema solo le da alas para repetir su idea fuerza -sal de ahí, ven aquí-, lo he hecho. A ratos parecemos un matrimonio aburrido de nuestra relación como Keaton y Allen en "Misterioso Asesinato en Manhattan": ella ve muertos donde él cree que no los hay; pero al final ¿no tenía ella razón? Cuando le pongo al día de lo último -que estoy leyendo notas clínicas que no debería por la noche-, se tapa la cara con las manos negando, en un gesto claro de "no hay solución". Le interesa más cuando le hablo de mis compañeros, entender el tipo de personalidad que acepta encerrarse en lo que a todos los efectos es un manicomio victoriano en los mejores años de su vida (sic). Según él, lo de Mark está claro: una auto-punición por lo de su hermana pero, ¿una chica vital, guapa, amante de la fiesta como Morgana? ¿Qué oscuridades esconde? Tiene ganas de conocer a algunos de estos personajes -así los llama, aún no he logrado que tengan para él aura de personas- así que le encanta la historia del fin de semana pasado en Whitby: Yolanda, Morgana, Marla y yo juntas probándonos los vestidos que vamos a alquilar para la fiesta. 

-Perdona el inciso: fiesta a la que no me invitas.

-Ya sabes que no se puede. 

-Otro punto para el “en qué planeta viven en el manicomio”. Endogamia patológica.

Para distraerle, le cuento la tarde, primero en la tienda, luego en el pub: Marla va a ir con algo cómodo y funcional, Yolanda de amarillo (quién va de amarillo a una fiesta?). Morgana va a ir de Morgana. Yo, de negro (¿hay otro color? ah sí, blanco, pero esto sería aspirar a quitarle el título de fantasma oficial de Banderley a Lannister), con cuello halter y la espalda descubierta. En los sofás alrededor de la chimenea del pub recordamos que este mismo fin de semana hace un año, Marla y yo estábamos en Lincoln, atrapados en la nieve con Richard y Will.  Pero casi todo el rato hablamos de la fiesta del fin de semana siguiente: quién vendrá, cuánto vamos a beber, quién desfasará. Esta tarde es un buen entrenamiento: llevamos ya dos rondas y aún hay tiempo para otra por lo menos. Hemos quedado con Faggin que bajará en  el minibus a buscar al grupo que hemos escapado de Banderley para hacer compras de Navidad o probarnos tuxedos y vestidos para la ocasión. Todos no: Suchandra irá con algún sari que tendrá por casa, y Elizabeth Archer intentará hacer pasar lo que a todas luces es un disfraz de Jane Eyre por vestido de fiesta. Estas pequeñas maldades ocurren porque hacia el final de la tercera cerveza, estamos todas desatadas, riendo super alto y dispuestas a destrozar a quien pase por la conversación. 

Jane Eyre, sin delantal

-¿El vestido de Jane Eyre lleva delantal? 

Y carcajada monumental sobre todo de ellas tres, que lo han visto - yo lo entenderé enseguida, me dicen. Morgana aclara que a Isabel no se le dan los eventos sociales si no hay libros de los que hablar. Y se le escapa: “Claro que en la última fiesta tenía a su inseparable Sylvia para apoyarse”. 

Se para un momento, y hay un cruce de miradas rápida con Yolanda: de nuevo me suena al "no se lo irás a decir" de hace un año. Así que Lannister e Isabel eran amigas: unidas por la poesía. Ahora tengo poco que perder así que me lanzo:

-Podéis seguir hablando tranquilamente, ya estoy al tanto de todo - es difícil sonar convincente cuando nos estábamos riendo hace un minuto. 

-¿De qué hablas?

-Sé quién es Sylvia, y sé que se suicidó aquí. No hace falta que disimuleis más. Está bien, lo podré sobrellevar - sueno enfadada;  no lo estoy.

-De verdad, Mariona, no te disgustes. Nos tienes que entender... 

Y sí, son buenas amigas: me querían proteger, yo cuando llegué aquí tenía todos los boletos para agobiarme, estresarme, incluso deprimirme. Acababa de cambiar de vida, de país, alejada de los míos, era un choque personal y cultural. Pensaban que esto podría afectarme, y ellas querían estar ahí para mí, como de hecho lo estuvieron, solo que consideraron no necesario hablarme del tema. Vale, lo entiendo, que no se preocupen, exaltación de la amistad, todo bien, ese rollo. 

Pero en esa conversación intento ver a Lannister desde otro ángulo: el suyo. Una chica rubia, ojos claros, venusina, nunca particularmente dicharachera, pero agradable. Ninguna de ellas atisbaba que pudiera tener un mundo interior tormentoso. Nadie se esperaba lo que pasó, ni siquiera Isabel, ni Will, ni los del grupo de escritura, que son los que mejor la conocían. Sylvia era magnética, se dejaba querer con cierta indiferencia. Las tres ponderaron un rato su relación con Isabel y no me quedó claro si lo de Isabel superaba la amistad y la admiración literaria, y cruzaba los bordes de la atracción sexual. Pero Sylvia era claramente heterosexual y había tenido un novio al que tal vez olvidó una vez en la milieu de Banderley, pero que parecía devastado en el funeral.  Y no me quedó claro si lo de Isabel era tirando a patológico. 

-Niña -Wences me baja a la realidad, soltando una carcajada- ¿No será esa parte homófoba que todos tenemos dentro, que a ti te está saliendo fuera?

-Ay, no digas eso. Ya sabes que he tenido siempre una relación complicada con Isabel -le digo-. De todas formas, esto no es lo más sorprendente de aquella conversación...

-Madre mía, qué será lo siguiente en ese Alicia-en-el-país-de-las-maravillas en el que vives- suspira, y se me queda mirando mientras mueve la mano - ¿Lo pillas? ¿El Gato de Cheshire? "Estamos todos locos aquí", ¿eh? que yo también sé hacer citas literarias...

"We are all mad here"

"Cómo sabes que estoy loca? dijo Alicia. / Oh, lo debes estar, de otra manera no estarías aquí".  Cómo olvidar esta cita, soy Alicia, y aún no he encontrado al gato que me diga esto claramente en Banderley, que estamos todos locos allí.   

-Escucha, no me distraigas. Lo siguiente, que es lo que me dejó a cuadros es el enlace de Lannister con Sister Harding: ¿te acuerdas, la enfermera que me dio miedo desde el principio? La llamábamos Racthed, por el nido del cuco; bien, pues parece que estaba muy cercana a Lannister. Pero estas no saben la razón... no estaba en el grupo literario.

-¿Otra Safo enamorada, con su amor lésbico no correspondido? -dice.

Salvada por la campana: en ese momento entra Rob, al que todavía no había conocido en persona. Es tan encantador y casi tan guapo como Wences. Tiene turno de tarde al día siguiente así que él me lleva al examen, yo solo tengo que relajarme. 

Please do keep on sending white lilies,
wild flowers or red roses to this address

Cuando llegamos a su casa bastante más tarde, me han preparado una habitación impresionante, con toallas de bambú sobre la cama a juego con el albornoz, gel y crema hidratante de Yves Saint Laurent en el baño y flores frescas en el salón- esto no es por ti, boba, las tenemos siempre. Son lirios blancos, que me encantan, y de cuyo olor me quedaría colgada. Por la mañana, tengo fresas, frambuesas, arándanos para el muesli, y una nota de Rob, que se ha ido al gimnasio, vuelve en una hora. Salgo a dar un paseo al famoso Common, en el que hay mucha gente corriendo, pese a ser lunes. Intento convencerme de que esta tarde tengo un examen, cuando lo que me parece es que estoy de vacaciones. Rob trabaja en el hospital de al lado y me deja en la puerta del Maudsley. Atravieso la entrada principal que es algo grandilocuente -aunque mera aprendiza de Banderley-, tirando a templo griego, pórtico con dos pilastras -solo le faltan las cariátides.

En la sala hay otros cinco trajeados esperando para hacer el examen. Qué pintas llevamos: parecemos representantes de una farmaceútica. La primera parte son los PPP (“Patient Management Problems”): te plantean un diagnóstico, o presentación, o complicación, y has de explicar tu plan de intervención. Cuando estoy frente al panel de examinadores, cada uno con su papel -el sonriente, el que solo mira a su folio y la que asiente interesada- el tiempo pasa de otra manera. Son varias viñetas breves y de repente, ya está, se acabó.  El segundo examen, el caso largo, es el que da más miedo: tienes que pasar una hora con un paciente, hacer la historia, formular. Te puede tocar alguien que enmudezca y todo lo que tendrás es descripción. Te puede tocar alguien que no pare de hablar de otros temas y tu habilidad consistirá en volverle a traer al tuyo. Te puede tocar alguien al que no entiendas su acento o, más peligrosamente,  su jerga: en muchos desórdenes neurológicos o psiquiátricos se afecta el lenguaje, como en la esquizoafasia (también llamada “ensalada de palabras”, con eso lo digo todo). Si te toca alguien con trastorno formal del pensamiento, o sea, alguien con pensamiento desorganizado que se expresa, claro, como habla desorganizada -“descarrilamiento”, pobreza del habla, tangencialidad, ilogicidad, perseveración, neologismos y bloqueo del pensamiento-, pues que la suerte te acompañe, sobre todo si el inglés no es tu lengua materna. En estas estoy cuando me llaman a la sala. 

Mi paciente es un hombre de unos 30. Nada más entrar, su  apariencia de esquizofrénico crónico me parece evidente. Pasivo, a-gestual, monótono, arreactivo. A los dos minutos de comenzar la entrevista, me doy cuenta de que lo tengo crudo:  sus respuestas a casi todas mis preguntas son la misma: “No lo sé”. Al preguntar por su familia, eso sí, ha variado: que “ha venido a hablar de él mismo, no de su familia”. Cuando intento hacer la historia psicosexual, a la pregunta “te definirías como homo, bi o heterosexual” responde “normal”. No logro extraer ninguna psicopatología de este pobre hombre, lo único: alguna vez se ha sentido como “quemándose por dentro”, pero no lo puede explicar. Me pregunto si esto es una metáfora o qué; lo exploro, no llego a ningún sitio. En el día a día, hay mil pacientes como este, pero tienes historia colateral: la familia, los amigos, el médico de primaria, el policía que lo ha detenido. Aquí estoy sola con este infeliz voluntario motivado por las cinco libras que les dan por participar.  

Pasada la hora, con mis notas casi en blanco, el bedel me invita a pasar a otra sala con otros tres examinadores: una mujer rubia con acento australiano, un hombre con turbante, un tercero trajeado.  Presento el caso, muy soso - “el paciente dijo que no sufría alucinaciones auditivas, ideas delirantes, ideas de pasividad e influencia…”- no hay apenas material. En la última parte, llaman al paciente para ser testigos de mi estilo al entrevistar. Se sienta de nuevo frente a mí, pero parece mucho más animado: es como si tener público le diera alas. El sikh me pide que explore en concreto el que se quemaba por dentro. Pregunto lo que he pasado tanto rato indagando sin éxito antes y él confirma que “es muy difícil de explicar pero que, a veces, incluso olía a quemado”. El mundo se cae sobre mí: ¿por qué no me lo ha dicho antes, por qué ha negado hasta la saciedad el tener  historia médica, por que ha dicho que no tomaba otra medicación, cuando ese signo es indicativo de  epilepsia del lóbulo temporal? Cuando el paciente sale de la sala recapitulo e incluyo este tipo de epilepsia en el diagnóstico diferencial, no sé si demasiado tarde. Resumo cómo le trataría y su pronóstico, y eso no ha ido muy mal. Llaman a la puerta: fin.

Mariona, Mark: colegas e investigadores
Estoy en bucle pensando en lo que podría haberle preguntado antes y no hice toda la tarde, y por la noche, en casa, sigo esta vez en voz alta con el pobre Wences que ha abierto una botella de vino y ha encargado un tailandés. Supongo que para huir de mí y que cambie de chip -"hija, casi es mejor cuando me cuentas tus historias de Expediente X en el manicomio, además ahora que Scully ha encontrado a su Mulder"- dice que sale un momento a una deli italiana aquí al lado a coger el mejor tiramisú de la ciudad. Mientras me voy a duchar pero entonces suena el teléfono. Wences contesta, me mira, tapa el auricular y dice gesticulando mucho: “es Mulder!!!”. Me pasa el teléfono y se va.

De un plumazo olvido la Epilepsia del Lóbulo Temporal y adyacentes. Cojo el teléfono en semi-shock: ¿por qué me está llamando Mark?  

-Hola Mark, ¿qué ha pasado? - empiezo así, sin preliminares. 

-Hola Mariona, perdona que te moleste… tengo que contarte lo que ha pasado estos días desde que te fuiste -suena, una vez más, visiblemente azorado.

-Pero, qué dices: ¿no habrás bajado al archivo sin mí?  -en serio, no doy crédito, espero que no se note la impaciencia en mi voz- Quedamos en que no harías nada

-Bueno, de eso ya hablaremos, pero escucha -hay un breve silencio, como comprobando que no voy a seguir con reproches- Sí, el otro día bajé al archivo pretendiendo buscar unas notas que ncesitaba urgente. Tengo el nuevo código, es el mismo más uno, 172338XW, lo deben cambiar cada poco tiempo. Estaba Foster, ya sabes, el de mantenimiento, por los pasillos. Fue amable pero con muchas precauciones: tapó el código… para nada - y suelta una risa nerviosa. 

-Ahá,- yo no me río - ya te dije que se lo toman muy en serio.

-Sí, luego vino conmigo hasta el pasillo de las notas; me tuve que sacar de la manga un paciente que habíamos dado de alta hacía un par de meses para que no sospechara. En fin, que por la noche volví a bajar, quería seguir leyendo las notas de la misma paciente del otro día, la que había seguido adelante con el embarazo pese a ser el padre un hombre casado.

-Lisa Warburtons -intento disimular mi fastidio. 

-Esa. Pues más abajo encontré una nueva comunicación entre Lannister y Steen. Y mira: disfrazada en la descripción de la depresión de la paciente como consecuencia de lo que percibía como una traición, estaba una formulación de esas típicas de Lannister, formalmente excesiva -se para otro momento, hago un carraspeo para que sepa que sigo ahí- No sé, Mariona, yo creo que si leías entre líneas podría ser que expresara frustración por las consecuencias psicológicas del tema en la paciente… o a ella misma, ya sabes cómo escribe, es difícil no entenderlo como algo personal. 

-Sí, es tan intensa su escritura que se hace difícil no pensar que escribe sobre ella misma, algo que ha vivido… -esto que digo no lo había pensado nunca.

-Lo tienes que leer tú, a ver qué te parece -dice, todo simpático; ahora viene haciéndome la pelota porque sabe que no ha hecho lo acordado, y sigue:- Pero, escucha, un par de páginas más adelante me encuentro una entrada de Steen. Es aséptica, no entra a comentar la formulación de Lannister como las otras veces, simplemente escribe una pauta de cambio de medicación. Pero pero pero, no pensabas que iba a quedar ahí todo ¿no?

-No sé, ¿qué más? - Si me dice que hay dibujado un gato de Cheshire en el margen no me sorprenderá. 

-Pues justo debajo de su firma, en pequeñito escribió el título de una canción y su intérprete. “The Dark End of the Street”, de James Carr. ¿Conoces esa canción?

-Ni idea. 

-Yo tampoco, parece que fue un éxito de 1967, pero a los que he preguntado por aquí no saben más. Miré en internet, pero ya sabes lo difícil que es encontrar nada ahí, y no está, tampoco la letra. ¿Conoces a alguien que sepa de rhythm and blues o de soul


-mmm… podría ser. 

-Estaría bien saber qué quiso decir con esa canción

-Sí, supongo- oigo la puerta, es Wences- Bueno, Mark, viene mi amigo con un tiramisú. 

-Guay, pásalo bien. 

-Vuelvo mañana por la noche, así que mientras tanto, por favor no hagas nada. Espérame ¿vale? Bajaremos pronto a ver si encontramos algo más. Promételo. 

-Vale, pero mientras tanto, averigua lo que puedas de la canción. 

-Bien, un abrazo, chao. 

Y cuelgo. Tengo delante a Wences con lo que parece una tarta en mano derecha y la otra en jarras.

-¿Todo en orden en el país de las maravillas? ¿Qué se cuenta Mulder?

-Emmmm sí... Oye Wen, ¿tú tenías la dirección de Jack Buchanan?


10 comentarios:

  1. Lo que dice el Mulder sobre la internet, ¿es un giro de guión como el Buchanan, o es que él (algorirmo o no) piensa eso?

    Por lo demás te diré que pareces el Tarantino, escogiendo canciones como banda sonora. Y nada más fácil que imaginarte cantándola a quien te acompañe en tus paseos por los pasadizos de Banderley... aunque necesites algo más que un tiramisú, para enroncar la voz "con xeito"... porque el mundo del amor está muy sobrevalorado, pero no cabe duda que infravaloramos su altísima dosis de tenebrosidad (necesaria)...

    Bicos luminosos...

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  2. Oh MV, me alegro de q saques el tema internet... como sabes, Serial estáambientado en 1997-8... recuerdas internet en esa época? en primer lugar no teníamos la mayoría internet en casa y yo recuerdo q era un rollo conectarse con la línea del teléfono, le costaba mucho con ese ruidito y luego, hasta q apareció google, las búsquedas no eran como ahora... había muchas cosas q "no estaban", obviamente, la cosa empezaba a andar entonces. Fue así? Pq en UK al menos fue así.

    Conoces la canción? Es maravillosa, ya la enlazaré el próximo día, cuando (spoiler alert!) la escuche Mariona y saque conclusiones de la letra.

    Nada de esto es biográfico, claro, pero coincidencia: a mí no me gusta el café, pero me encanta el tiramisú... a ti?

    bicos y gracias por leer... :)

    di

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  3. Ya ves que mi espíritu arquelogista (y el excelente estado de jubilata) me hace buscar rápidamente lo que me indican, pero mi mente , aunque nacida en los 50 está tan internizada, que se olvida aveces de poner en contexto lo que está escrito... totalmente de acuerdo con lo que dice Mark.. en mi caso tuve un ordenado con MS-2 parado en la mesa del estudio durante la friolera de dos años... hasta que mi hijo de 10 añitos dijo que "hasta ahí habíamos llegado"... actualmente me considero un híbrido de homo sapiens y algoritmus humanus... esperando, eso sí, no evolucionar más hasta que me dejen de actualizar...

    Y, como diría algún divagante habitual, espero con ansia musical la audición bis amenazante... me encantó (por supuesto), mucho más que el café, al que soporto solo como elemento intercomunicador, y casi tanto como un tiramisú como es debido (que no todo...)...

    Y es curioso como somos (mentalmente), porque después de la foto del otro día (que bien pudo salir de cualquier tienda de fotos londinense o vetustina) me empieza a resultar algo hard el considerar a Mariona como un "simple" algoritmo, una especie de sistema operativo tipo Her... básicamente por notar que el soft empieza a coger tal intensidad que empieza a coorporeizarse en modo Joy (por lo menos)... en fin, notarás que tardé mucho en hacerme medio digital, pero que lo llevo con mucha elegancia (o eso espero)... y es que los asuntos de la mente son par mi ,algo así como el LSD de los que quieren "tener" nuevas experiencias"...

    Bicos operativos...

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    1. Gracias MV, me beneficio de tu faceta Indiana Jones por el blog. Daba mucha pereza conectarse en aquella época, era todo tan lento, y los q llamaban se desesperaban pq estaba spr comunicando... buf, qué tiempos.

      No me queda claro si has escuchado la canción y te encantó, o te encantó el tiramisú. Me contaron de una gente (no, no fui yo) que compraron como cuatro de Marks & Spencers y los pusieron en una fuente, y lo hicieron pasar como suyo en una cena... Yo a veces saco una tarta de queso de la caja y digo lo de "he pasado toda la tarde horneando" eso sí...

      Qué foto del otro día? La de Lady Godiva? jajaja. Mariona no es un algoritmo, es un personaje, muy distinto. El otro día me dijo Fashion "me pregunto quién es Wences" (e hipótesis) y la respuesta es q no es nadie, no existe. Creo q los personajes son un poco frankenstein, pueden tener el nombre de alguien a quien has conocido, los ojos de un actor q viste en el teatro, el mal genio de tu prima de Cuenca... pq se escribe desde la vida vivida, observada, anhelada... Eso o con LSD, cosa q aún no he probado, pero quizás mi siguiente incursión por la ficción podría ser psicodélica?

      Bicos shelleyianos

      di

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    2. Ah, "el de la poca claridad"... toda mi vida (con los preadolescentes ya no te digo) llevo pecado por ser algo oscuro (nada de la Fuerza)... pero es que la vida no tiene nada que ver con la claridad del día... ya salir por la vagina (o por la zona baja del vientre) tiene más de fondo oceánico, que de tropical playa (o egeica, puestos a hablar de playas realmente seductoras)...

      Y sí, la canción me encantó, aunque no la coloqué directamente en el Parnaso, junto al pianoman (el original, no la mala versión victoriana)... (lo del tiramisú y "su patria" ya es un cantar más de Olimpo)... y pienso reescucharla si la traes de nuevo al patio...

      Uy, la foto... nunca me hizo tilín la imagen de Lady Godiva... de hecho no pasé de un tercio del amante lawrenciano (de "este" no del mágico alejandrino... me refería a una foto en que tu hipotética entidad (ontológica supongo!) "algorítmica" se mostraba con una criatura en brazos... pero es que yo, desde una adolescencia donde choqué prematuramente con un tal Kant y un tal Nieztsche, me hice un apasionado de la imagen... de su lectura.. con lo cual anonadado me quedé (con los textos algo difíciles)... y un día noto que ese algoritmo semisirena homérica que me tiene seducido, empieza a pillar como una serie de pixeles, que la van haciendo "corpórea"... no se bien como explicarlo, pero si te gusta la lectura de imágenes sabrás a que me refiero, cuando algo pilla cuerpo a partir de una imagen mental... algo parecido al efecto Pigmalión, simplemente en mi mente se va haciendo una imagen virtual (tipo Joy, de BR, como ya dije alguna vez...) y, a partir de aí, ya estamos en otra dimensión paralela del universo...

      Que conste, que no me considero muy diferente de lo que hace la mayoría de la gente, solo que yo disfruto con interiorizar mi sistema de pensamiento... otros hacen punto de cruz... y algunos se consideran Zeus y se van a enamorar a hermosas pastorcillas...

      Bicos alpìnos...

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    3. Hola MV, aquí te escribo enmedio de una resaca sin alcohol (esto es posible, os lo cuento maniana)...intentaré q tenga sentido, auqnue contigo tengo menos presión :) Hablando de lo oscuro, había un profe de antropología q decía, al final de las clases "espero q haya quedado todo lo suficientemente oscuro" (claro q la antropología tampoco se puede decir q sea una "hard science"...). De los tuyos...

      Me alegro q te gustara la canción y bueno, q la foto esta reciente te tranquilice sobre q la q suscribe no es Inteligencia Artificial... te lo aseguro: de artificial nada y lo de inteligencia, a ratos lo dudo :):)

      Bicos arrastrados

      di

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  4. Me ha gustado. Aunque en los comentarios cuentas quizás demasiadas cosas de los personajes, pero bueno, tú eres así.
    He recordado que mi consuegro trabajó varios años en el ¿Royal Hospital National? Traumatología.

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    1. Andandos. jaja qué he contado de los personajes? que son ficción? Gracias sinceras de nuevo, sé q es un tocho esto.

      Hay por lo visto muchos hospitales de orthopedics con ese nombre.. si es el de Londinium, está enfrente de Regent's Park, un lujo trabajar allí..

      pasa buen finde y un abrazo

      di

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  5. Estos días he estado de parranda precisamente por las capitales vetustianas como por aquí se dice. He intentado leer por las noches después de la tempestad pero me parecía un poco dificil entender. Hoy más centrado leo y releo y me sigue pareciendo como estar un poco nublado.
    Eso sí, menuda sorpresa con The Dark End of the Street. Fue un poco canción obsesiva (escucharla repetidamente) aunque cantada por Flying Burrito Brothers. Veremos como sigue...
    vi

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    1. hola Vi!

      No me extraniaría que si estabas por las vetustas la lectura no fluyera y todo incomprensibble... pero me preocupa que, ya de vuelta a la Villa siga estando todo confuso. :):) Te aviso q yo tengo q ir para atrás para no meter la pata con los "cliffhangers", pero no creo q te refieras a eso... Me resulta complicado escribir acción y estos últimos capítulos son solo esto... "Bear with me", que dicen los ingleses y gracias por seguir: solo quedáis literalmente tres lectores de serial y ayer ya pensaba q tú habías claudicado jajaja...

      Y no conocía la versión ni a los Flying Burrito Brothers, muchas gracias... y feliz finde

      di

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