Si no las escribo, las cosas no han llegado a término, solo las he vivido (A Ernaux) La vida real no está a la altura de escribir sobre ella (J Eugenides) Lo que me interesan son los errores, fruto de la pasión, los errores que se cometen arriesgando (G Steiner) En la calle, codo a codo, somos mucho más que dos (M Benedetti) Escribir es persuadir a un extraño de que se quede (R Cusk) El camino del exceso conduce a la sabiduría (W Blake)
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11 diciembre 2009
El potlach
El potlach una forma de consumo y despilfarro que los antropólogos observaron ya a principios de siglo XX en algunas tribus y que, como todo, es consecuencia de condiciones económicas y ecológicas definidas. Es un festín competitivo para asegurar la producción y distribución de la riqueza entre los pueblos que aún no han desarrollado plenamente una clase dirigente. Los grandes hombres del potlach trabajan más y consumen menos que cualquier otro por una única recompensa: el prestigio. En los tiempos aborígenes, el potlach significaba que todos los años los ricos daban a los pobres, y todo lo que el pobre tenía que hacer para comer era admitir que el jefe rival era un gran hombre. Siguiendo la línea evolutiva, estos grandes hombres desembocan en los reyes hereditarios que no desarrollan ningún trabajo y que guardan para sí lo mejor, manteniendo su poder por la construcción de monumentos y palacios haciendo valer sus derechos no mediante el potlach, sino por la fuerza de las armas.
Ha habido también otras sociedades que no han usado el potlach como forma de redistribución. Han usado el sistema conocido como la reciprocidad (similar al intercambio de bienes que hacemos con amigos y familia - damos pero de alguna manera esperamos recibir). En las sociedades recíprocas (como los semai) es de mala educación dar las gracias porque nadie posee nada. Los que mayor éxito tienen son los que menos llaman la atención. Se rechaza al que se jacta: “los regalos hacen esclavos como los latigazos hacen perros”. La reciprocidad es una forma de intercambio económico que se adapta a condiciones en las que la estimulación de un esfuerzo productivo extra intensivo tendría un efecto adverso para la supervivencia del grupo. Por ejemplo, los semai, esquimales o bosquimanos, si capturan más animales o cortan más plantas, corren el riesgo de deteriorar permanentemente la caza de su territorio. En la sociedad industrial tenemos mucho menos tiempo que antes: un bosquimano trabaja para su subsistencia de 10-5 horas semanales. Qué envidia, pero: no tienen libros, ni cine, ni ordenadores. Una se pregunta de todas formas: ¿trabajar tanto es el precio que tenemos que pagar por esto?
La redistribución apareció a medida que el trabajo requerido para mantener un equilibrio recíproco con productores sedientos de prestigio fue aumentando. A medida que los intercambios recíprocos se volvían asimétricos, se convirtieron en regalos, q cuando se acumularon recompensaron a sus donantes con prestigio. Pronto predomino la redistribución sobre la reciprocidad y se otorgó mayor prestigio a los que mayores regalos hacían, que obligaban a trabajar a los bosquimanos mucho más que sus 10 horas semanales.
En el capitalismo, la adquisición competitiva de riqueza se convierte a su vez en el criterio fundamental para alcanzar el status de gran hombre. Durante los primeros años del capitalismo se confería mayor prestigio a los más ricos que vivían más frugalmente. Mas adelante, cuando sus fortunas se hicieron más seguras, recurrieron al consumo y al despilfarro para impresionar a sus rivales. Entre tanto, las clases media y baja continuaban asignando mayor prestigio a los que trabajaban más y gastaban/despilfarraban menos. Pero como el crecimiento de la capacidad industrial saturaba el mercado de consumidores, había que desarraigar a estas clases de sus hábitos vulgares. Los masmedia con la publicidad se unieron para que los pobres dejaran de ahorrar y se dedicaran a consumir. Pero entre tanto, los ricos se vieron amenazados por nuevas medidas (impuestos) y el presumir volvió a dejar de estar de moda, pasando el prestigio a ser de aquellos que tienen más pero muestran menos. Esto volvió a llevar a las clases medias a tener menos presión para despilfarrar. El uso de vaqueros rotos en los jóvenes de clase media tiene más que ver con la imitación de estas corrientes establecidas por la clase alta que con la revolución cultural.
Esto es un resumen de un capítulo de “Vacas, cerdos, guerras y brujas”, de Marvin Harris. Un libro que, en su día, me impactó.
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Realmente es un gran libro.
ResponderEliminarMuy bueno el blog, me lo he estado leyendo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarVoy a leerlo. Gracias por colgarlo, no sabía del tal Harris.
ResponderEliminarFIORELLA< que ilu me hace q estés leyendo para atrás! El libro q cito de harris a mi me encantó, y más adelante leerás unas entradas de la brujería q son otros capítulos son geniales.
ResponderEliminarHugs! di