Jueves, 18.07.24: Hoi An
A las 3:40 abro los ojos, estoy super-despejada y no puedo dormirme. Doy mil vueltas y pienso en que a las 8:15 viene un conductor a buscarnos para ver los templos de My Son. Menudas horas: podría haberme unido a la tropa de gente razonable que va a las 5:30 am para evitar el calor y las hordas. Pero mis compas duermen tan tranquilos, me han abandonado con el jet lag del que claramente aún no me he recuperado. En un punto me debo dormir, porque me despierto de un susto con una pesadilla horrible. Ya sé que una norma fundamental de la escritura (de las que da Chuck Palahniuk en su libro, al menos) es "no contar sueños", y no lo voy a hacer, tranquis, pero me despierto muy azorada
Después del desayuno viene a buscarnos un hombre con un cochazo inmenso, muy alto, y es una hora de camino hasta los templos. El paisaje es bonito: montañas de fondo, cortadas por nubes, siempre bajas. Luego está la pobreza general de los núcleos de población por los que pasamos. Me escucho parte de una entrevista al nuevo ministro de sanidad, Wes Streeting. Tiene 41 años y ya ha escrito su autobiografía (some people) -viene de un pasado de clase trabajadora bastante colorista, nada que ver con los "chums" de los que hablábamos hace un tiempo, pero no me ha convencido mucho: de entrada se ha declarado creyente y ha dicho que "cree en la inmaculada concepción y en la resurrección de la carne" y que "hablar de religión tiene mala prensa en política". Ehem: cómo? Porque cómo olvidar la imagen del trío de las Azores-o incluso Obama- yendo a rezar juntos. En fin, que si me daría mala espina ver a mi cirujano con un crucifijo, no hablemos del ministro del ramo.
La visita a My Son dura unas dos horas y me encanta ir sin guía. Vamos por los templos, asándonos de calor, a ratos corre vientecito, a ratos hay unos ventiladores grandes al lado de una explicación y nos paramos tal vez demasiado rato, aparentando avidez por saber más de la dinastía que sea. Hay una carpa llena de turistas de grupo viendo un espectáculo: qué liberación poder pasar de largo. Nos metemos en algún templo, que solo son unos cuartitos enanos, metemos la cabeza en una especie de aspersión y por fin nos vamos a buscar al conductor que debe estar durmiendo en el coche.
La cocacola que nos tomamos antes de volver al coche está espectacular (de nuevo, medicinal, yo solo la tomo ya -recordemos: bebidas carbonatas y azucaradas, el demonio- cuando estoy al borde de la muerte), y lo más reseñable de ese café es una araña tamaño natural por la pared de la que Mini aún se está recuperando. Disfruto al observar en otros una de las pocas fobias que no tengo.
En el camino de vuelta termino la entrevista a Streeting y comienzo a escuchar un podcast-análisis sobre "Eyes wides shut", la peli de Kubrick. Es parte de una serie sobre la explosión de cine erótico en los 90-muchas de ellas thrillers- y su significado cultural. Pero se me van cerrando los ojos... al llegar al hotel, me quedo frita sobre la cama, según me cuentan, como una hora. Deben ser las dos cuando salimos a un local al lado del hotel a lo de las uñas de Mini.
Ah sí, lo de las uñas no lo había contado. Lleva Mini varios días preguntando precios para hacerse una manicura en cada establecimiento a ese efecto que hay en Hoi An. En concreto, en la calle que une el hotel con el centro hay tropecientos. Antes he de aclarar que esto es muy en contra de mi voluntad: no me gustan nada las uñas largas de manicura, y tal vez lo de Mini se puede interpretar como otro ejemplo de "matar a la madre". Por lo visto no es nada personal, todas sus amigas llevan estas uñas de verguenza ajena y soy yo la que no entiendo la vida ni el mundo real. Así que vamos a uno de los "spas" (así los llaman, ja) al lado del hotel, desde el que las pobres chicas nos han intentado captar cada día. El Peda y yo, también entramos y recibimos sendos masajes de pies (a mí esto siempre me recuerda a la conversación entre Samuel L. Jackson y John Travolta en "Pulp Fiction": es para mosquearse que a tu pareja le den un masaje de pies?).
A mí esto de los masajes me causa mucha tensión interior. Por una parte, me encantan (uno de mis favoritos, el que me hacen en la pelu al lavarme el pelo, no lo cambiaría ni por Robert Redford que tiene pinta de "solo lavar"), por otra, me siento fatal hacia la persona que me lo está dando (en este caso, mujeres vietnamitas con poco dinero). Igual me están entrando remilgos con la edad, cuando estuvimos en Tailandia me alerta el Peda que nos hicimos varios y hasta de cuerpo entero. Yo recuerdo principalmente uno que me dieron en una "escuela de medicina tradicional" en un nódulo de la muñeca, con hierbas y todo.
Cuando terminan, aún faltan nosecuántas uñas porque ha elegido un diseño por el que la señora la ha de dibujar una florecita así oriental. Verdaramente es una artista (qué hace ahí, esa mujer!), solo que su arte en mi opinión es malgastado. El Peda se vuelve al hotel y yo me quedo ahí leyendo y empapándome de ese mundo femenino que me es ajeno: nunca iría a un parlour de estos de motu proprio, soy un chicazo. En un punto están todos los sillones llenos (hay como ocho) y una de las clientas es occidental. La dueña tiene un perro de aguas que tiene trozos de pelo teñido de rojo y las uñas pintadas (no sabía si llamarlo manicura, en perro tal vez sea pedicura).
De vuelta al centro de Hoi An, seguimos a la búsqueda de una camisa blanca de lino para el Peda, pero la que está en todas las tiendas tiene botones negros. Lo paso fatal con la insistencia o cuando quieren que les des "tu precio". Cómo decir amablemente que no gustan los botones.
Cuando estamos en la agencia donde contratamos al conductor de hoy, contratando al de mañana (esto de "los millonetis" está llegando demasiado lejos), empieza a llover. Pero no llover como llueve en Londinium, ni siquiera como llueve en Vetusta (que tengo entendido que registra más metros cúbicos al año que en Londinium porque cae pocas veces, pero de golpe). No: aquí empieza a llover como llueve en los trópicos. Salvajemente. Al principio, hace gracia: hasta tengo unas fotos bajo el paraguas del hotel. Como la agencia está en un porche en la calle, nos vamos a un museo cercano en el que vale el famoso pase: el Museo de la cultura Sa Huỳnh.
Este museo ofrece "una mirada fascinante a la Edad de Hierro vietnamita, que floreció en la región entre los siglos -XX y +IV". Como podemos ver en las vitrinas, a esta cultura se la conoce por sus jarras funerarias de terracota, las cuentas de piedras preciosas, y lo que quieras de hierro. El museo está en un bonito edificio de dos plantas y miramos todo lo que tiene que ofrecer, casi diría yo excediendo el sano amor por nuestro trabajo de turistas. Pero la edad de hierro vietnamita da para lo que da. Pasado un largo rato, nos encontramos así:
Esta es Mini entre dos urnas funerarias. Nosotros nos apostamos en la terraza de la primera planta desde donde hay buenas vistas de los tejados y del diluvio universal:
En una palabra, nos ponemos cómodos porque no hay nadie más en el museo, y este par de fotos son para que os hagáis una idea de lo que una puede llegar a fotografiar durante lo que parecen horas. Veo tristemente que no se capta lo que llovía fuera...
La versatilidad del vendedor ambulante vietnamita es máxima: los que por la mañana vendían abanicos, ahora se han transformado en vendedores de paraguas y ponchos. Como vemos que pronto van a cerrar el museo -no porque no queden lanzas, monedas y punzones que seguir analizando- se toma una decisión de equipo: el Peda se compra un poncho transparente a topos verdes, Mini y yo iremos bajo el gran paraguas del hotel, y nos adentraremos en la cortina de lluvia a buscar un restaurante.
Evidencia: El Peda y su poncho.
Dicho y hecho pero, oh destino, nos metemos por una calle que se ha tornado río. Todas nuestra playeras se empapan como si nos hubiéramos metido a la piscina, hacen esa simpática onomatopeya del "chof chof" a medida que avanzo. Nos metemos en un café (rawcoco) y pedimos allí la cena. Hacemos videollamada con los dos pares de abuelos (en la península es la hora de comer), y nosotros estamos con el pelo y mucho más mojado. Dejamos a tender los calcetines (foto especial para Elena!!) pero las bambas siguen chipiadas (esto solo lo entenderán los vetústicos, y el resto, por contexto). He dicho que cerveza en vietnamita se dice "bia"?
A la vuelta, mis compas aún tienen el valor de pararse a por un helado (llueve menos, pero aún) en la "Heladería Boulevard". Dicen que es por hacer honor a la del mismo nombre (será una cadena) que hay en Donosti. Al llegar al hotel aún sopeso bajar a la piscina pero el nivel de agua ha sido incluso excesivo hoy para mí...
Mañana, a la ciudad imperial de Hue.
Pub-24.08.24
Ha faltado foto de esos calcetines tendidos, pequeño sustituto de la colada.
ResponderEliminarElena, gracias a ti he recordado q las fotos de mi teléfono no estaban en la carpeta adecuada, así q he encontrado la de los calcetines!!!! (y la del perro!) Cómo no lo iba a hacer?!!!
EliminarAh, ¿que los calcetines los pusisteis a secar en la cafetería? Eso ya es para nota..
Eliminar:):):) sí... pero no habíá nadie como ves, era todo muy relajado. La verdad es q si lo miras con ojos occidentales, tender unos calcetines en una bar no se ve claro, pero allí fue muy... natural? :):):)
EliminarLo de las uñas y los tatuajes (en la gente actual) me dan mucho repelús... pero allá cada uno (y una... e, incluso, une)...
ResponderEliminarMini debe tener una buena potencia mental, porque ir haciendo prácticas de poses mortuorias tiene su gran Aquel... puede estar muy cerca del que ya medita en frecuencias casi celestiales... de seguir así, al salir de la uni conecta directamente con algún Alien (qué tenga mucho cuidadín!!!).
Bueno, MV, ayer estuvo Mini en uno de esos festivales de músicabritánicos (el de Reading) , llenos de barro y lluvia, e iba mandando vídeos (como si yo concoiera alguna canción de Lana del rey et al) y las chicas q salían todas con ese horror. Tuvimos ayer tb a unos amigos a comer cuya hija es dos años mayor y me explicaron el significado cultural de estas uñas en estas chicas. Puedo ver el contexto, pero a mí me siguen pareciendo HORRIBLES.
EliminarAl tatuaje aún no hemos llegado, ya te contaré. Al tirarse al suelo en museo vacío (como has visto en la foto), sí...