an

08 julio 2010

"Los detectives salvajes"

Hace unas semanas terminé "Los detectives salvajes", 609 páginas de salvajismo literario inmisericorde, de ese que te derrota y te desanima en esta manía del escribir. Porque cuando una lee a estos escritores de andar por casa, que te abren una historia, trama y desenlace, como quien escribe una redacción escolar, sin esforzarse en cómo decirlo, sin pensar que una frase puede tocar al lector como toca un cuadro o una sonata, una suenia: "igual yo también podría algún día escribir". Cuando una lee a monstruos como Bolaño, se le quitan las ganas de sentarse al teclado con finalidades literarias. Escribe tan bien, el cabrón. 

Pero si hay alguien al que la lectura de la palabra "cabrón" le parezca malsonante en este contexto, mejor que no siga leyendo, ni que lea a Bolaño. Puede llegar a ser muy explícito, muy crudo. Su sentido del humor, que es la música de fondo, la banda sonora de la novela, es increíblemente inteligente, pero es corrosivo y tal vez pueda herir a los lectores de Jane Austen. 

Literatura 
Para empezar, el planteamiento del libro no deja de ser una gran broma, un reírse de sí mismo supongo, o de los que nos tomamos la literatura muy a pecho, los intensos de las palabras. Así que el tema metaliterario es un fantasma que recorre la novela. Y las víctimas de su cachondeo son los grupos literarios de poetas ortodoxos, más papistas que el papa, que debían abundar en la época en la que comienza el libro: mediados de los 70. Una vanguardia literaria que, a decir de Bolaño, es "lo que no les queda más remedio a los muchachos pobres" (113).

Nada más terminar el libro colgué el capítulo de la "literatura desesperada" (203) que tal vez pueda dar una remota idea del tono, de la voz del autor. Voz a menudo enloquecida, como cuando uno de los miles de personajes que trastabillan por la novela habla de que "existía literatura heterosexual, homosexual y bisexual. Las novelas, generalmente eran heterosexuales, la poesía, en cambio, era absolutamente homosexual, los cuentos, deduzco, eran bisexuales" (83)" . 

No puedo dejar de identificarme con partes de algún personaje -al fín y al abo así es como nos ganan los libros- por ejemplo aquel entrañable secundario que "era un tipo curioso. Escribía en los márgenes de los libros (...) probablemente no me lo crean, pero se duchaba con un libro. Lo juro. Leía en la ducha" (237). Y es que a menudo he sido abucheada doblemente por desayunar en la ducha, que me parece de lo más mainstream al lado de éste, y por escribir en los márgenes. Es mi libro, hago lo que quiero. 

Y aún sabe más Bolaño sobre mí: "No escribíamos para publicar sino para conocernos a nosotros mismos o para ver hasta donde éramos capaces de llegar (411)" . La frase que viene me consta que no sólo la he subrayado yo. Ya hay algún otro loco de la vida que la había colgado en que sé yo qué blog (a todos no gusta soñar con nuestros lectores extraños, iconoclastas, rompedores e incluso dignos de atar): "Tengo también mi cupo de lectores, los reventados, los golpeados, los que tienen en la cabeza pequeñas bombas de litio, ríos de Prozac, lagos de Epaminol, mares muertos de Rohipnol, pozos cegados de Tranquimazin, mis hermanos, los que chupan de mi locura para alimentar la suya" (495).

Bolaño también reflexiona sobre la complejidad de este trabajo, oficio o arte de cuentacuentos "transcribir lo que se dijeron es de alguna manera desvirtuar lo que yo sentí mientras les escuchaba" (544) y, creando unos personajes que están heridos por la poesía, llega a conseguir herir al lector, de ese mismo mal, hablando de "poemas cortos, secos y tristes, luminosos y ambiguos, lentos y veloces como los relámpagos"(290).

En conclusión, y como decía Lorca, "la poesía no quiere adeptos, quiere amantes". 

Amor, sexo, pasión y otras chicas del montón 
Y es que, dentro de su cinismo, dentro de su mala baba, me encanta cómo habla Bolaño de los adeptosamantes. Por supuesto, al igual que de la literatura, desesperadamente, ciegamente, locamente, como debe ser el amor siempre, por lo menos en los libros "un amor desesperado, un amor que los anios no podían aplacar, aunque sí volver más indigno, más innoble, más atroz" (28) y que llevan a decisiones monumentales tipo "teníamos que separarnos, nos estábamos devorando". Pero la ironía, siempre presente "Menos lobos, le contesté" (521), o "Se puede conquistar a una muchacha con un poema, pero no se la puede retener con un poema. Vaya, ni siquiera con un movimiento poético" (169). De nuevo identificaciones, cuántas veces hemos intentado lo mismo con libros, con poemas (yo si tuviera 18 intentaría ligar con el blog como lo hice con cartas) y cuántos movimientos literarios habría merecido la pena fundar por poder mirar cada mañana esos "ojos árabes, de jaimas y oasis" (179), a los que susurrarle al oído "esas cosas un poco tiránicas y un poco estúpidas que se dicen después de hacer el amor" (172). Pero al final, el contar historias, siempre de fondo, siempre puntuándolo todo: "Nuestra relación era espectral. No quiero hablar de amor, me resisto a hablar de deseo. Compartíamos pocas cosas: (...) su gusto por contar historias desesperadas, mi gusto por escucharlas" (278). 


El DF 
Y la otra historia de amor, que también comparto, y con qué vehemencia, es la de Bolaño con el DF. Diva, lee esto y dime que no: "la hora en que la noche se hunde en la noche, nunca de golpe, la noche patialba del DF, una noche que se anuncia hasta el cansancio, que vengo, que vengo, pero que tarda en llegar, como si también ella, la méndiga, se quedara a contemplar el atardecer, los atardeceres privilegiados de México, los atardeceres del pavorreal" (298). El tiempo que hemos pasado sin volver a México es siempre demasiado: "cuánto tiempo hace que no iba a México... demasiado, no tengo dinero para la nostalgia" (420), aunque algún personaje se ponga corazas como ésta. Cosmovisión No sabía cómo titular esta sección, y elijo esta palabra porque me hace sonreír ("sonrió como si le estuviera contando un chiste muy bueno, pero que ya conocía" (460)), por lo pretenciosa y chorra, y porque supongo que a Bolaño le hubiera gustado que me riera de mi propia crónica.

Pero es que es imposible acotarle, clasificarle, reducirle en párrafos, "Todo el mundo tiende a encasillar las cosas que escapan de su compresión" (59). Rezuma cierto pesimismo "Intento conservar a mis amigos. Intento ser agradable y sociable, no forzar el paso de la comedia a la tragedia, de eso ya se encargaba la vida" (472), a la vez que optimismo del tóxico, del contagioso, "Problemas, la vida esta llena de problemas, aunque en Barcelona, en aquellos años la vida era maravillosa y a los problemas los llamábamos sorpresas" (471), del que te transporta a una época, a uno de esos momentos donde parece que el pasado fue mejor, pero siempre con humor "Curioso: él no estaba borracho pero se comportaba como si lo estuviera. Decía que somatizaba las borracheras de los demás" (517). Qué grande, somatizar las trancas. Yo a eso lo llamo burdamente "hora tonta". 

Y antes de terminar, por supuesto, cómo obviar su uso del lenguaje, del que Bolaño está tan preocupado, sin parecerlo: "qué mal suena pero qué bonito" (217) o "hablamos de hombre a hombre, suena horrible pero ese es el nombre de ese tipo de conversación crepuscular" (529). Todo parece que sale fácil, que fluye, sin estridencias, sin filigranas "Ahora que los días se van sucediendo, con frialdad, con la frialdad de los día que se van sucediendo"(180) sin "esta precisión lo enturbia todo" (473). Con un par de toques leemos la desesperación antes citada entre líneas "mirarlo todo como si él fuera Dante y acabase de volver del Inferno, qué digo Dante, como si él fuera el mismísimo Virgilio" (196), la desesperación del que debe escribir y no puede "Ya ni siquiera escribe. O escribe con la mente, o sea, delira" (340). Y ahí entran "aquellas sombras, sus escuderos ocasionales, los fantasmas que ornaban su inmensa libertad, su inmenso desamparo" (351), y tal vez, el resumen en dos frases de este novelón "Sólo intento contar una historia y tal vez comprender los resortes ocultos de ésta, aquellos que en su momento no vi y que ahora me pesan" (284). 

Porque todos escribimos para comprender. O tal vez para que todo quede aún un poco más confuso. Porque la claridad lo enturbia todo. No es un libro para los que buscan espacios diáfanos, o para los que quieren un desenlace en el que se atan los cabos sueltos. Esta es una de esas novelas maravillosas en las que lo importante es el camino, la singladura, no la isla a donde llegas. Un libro salvaje y desesperado, para lectores aún más.

Tal vez lo que iría aquí es una ranchera, pero lo que va es un vals... Para todos los que hayan vivido alguna vez unos sanfermines salvajes.

17 comentarios:

  1. Bonita cifra la del numero de paginas del libro, 609. Suena a modelo de coche.

    K, ... curioso.

    ResponderEliminar
  2. Yo he vivido los sanfermines salvajes y he estado en el DF y aunque no he leído a Bolaños ahora me siento un poco más cerca de lo que escribe. Gracias por compartir tus impresiones.

    ResponderEliminar
  3. Se ve pasión tanto en la lectura como en la crítica literaria. Yo no suelo apuntar cosas. De vez en cuando sí lo hago, pero no por sistema. Al final, mis juicios de los libros suelen ser de lo más simple: me ha gustado/no me ha gustado. Creo que este libro lo tengo por casa esperando su momento. Últimamente la lista de libros pendientes amenaza con desbordarse.

    ResponderEliminar
  4. Si me produce la mitad de sensaciones que a tí, merecerá la pena leer a Bolaños

    ResponderEliminar
  5. Siempre pienso que algo tendrá Bolaño cuando hay gente que le profesa la misma devoción que tú.
    !yo sinceramente no se lo encuentro!
    He llegado a la mitad de este libro (304,5?), me he comprado los cuentos, artículos... y lo siento no me engancha, lo siento...no.
    Es cierto que hay parrafadas enmarcables, pero es que hay que estar todo el rato empujando la lectura porque por sí sola no corre.

    ResponderEliminar
  6. Qué bonito consuelo´s lo de que hay que ir empujando la lectura porque por sí sola no corre.

    Es una perfecta definición. Me ha encantado.

    ResponderEliminar
  7. K, el Peda me ha dicho: "nadie se leerá esa crónica". AL ver tu comentario he ensado... "K sólo ha llegado hasta el 609" :)

    Diva, muy bonito lo de Txelos o en la linea Jameson? ("empujarla pq por si sola no corre". Yo nunca pensaría eso, es por culpa de ellos...

    Ninio, yo no apunto: subrayo, anoto, ensucio. Luego si voy a escribir algo (no lo hago con todos los libros), sí. Si te ha gustado mucho merece la pena, pq disfrutas anotando las frases.. Por cierto, se aceptan ofertas por las de Moby-Dick, son gloriosas...

    Pues ánimo Peque, a ver si te gusta. Muy contenta de q hayas leído la crónica.

    Txelos, esto de la literatura es tan personal... es mágico el llegar a una conexion enorme con un autor y no con otro. A mi si me hacen reir escribiendo bien ya tienen mucho ganado.

    ResponderEliminar
  8. Me ha gustado mucho la frase de los ojos, "ojos árabes, de jaimas y oasis"

    K, ... espera que se lo diga a una¡¡¡

    ResponderEliminar
  9. K!!! Has llegado casi a la mitad!!!! oe oe oe

    Soy feliz.

    ResponderEliminar
  10. Referente a Bolaño, no he leído nada suyo y lo recomienda tanta gente que a mí me echa p'atrás. Soy así, a lo mejor es porque leer algo con las expectativas altas puede hacer que digas 'no es para tanto'.

    Respecto a lo de ensuciar los libros: Yo los dejo inmaculados, de hecho Annie y mi hermano se ríen de mí diciendo que los leo de lado, como mirando por una rendija. Cuando termino de leerlos parecen nuevos, incluso los de bolsillo.

    Respecto a las notas de Moby Dick: yo sólo pago en especies. Por ejemplo, hago unas patatas revolconas (especialidad abulense) que quitan el sentido.

    ResponderEliminar
  11. Ah, ninio. Curioso: a mi no me lo ha recomendado tanta gente. Y este ha sido mi primer Bolanio. Leere mas, pero mas adelante. Ya ves q en este poliedrobloguero no es muy popular.

    En lo de leerlos de lado eres como el Pedalista. Se pone malo cuando yo abro mucho los libros, dice q "sufren" y me intenta hacer sentir mal con su animismo chatajil. Pero es q paso de leer incomoda... para que?

    Sobre lo de pagar en especie... hay alguna otra manera? Concretemos esas patatas YA.

    ResponderEliminar
  12. A ver, por si no se entiende lla ultima frase (no dejare un solo cabo suelto):

    Sobre lo de pagar... hay alguna otra manera q no sea en especie?

    Revolcones! Patatas! Abuleneses! Empiezo a delirar...

    ResponderEliminar
  13. A mi también me echa para atrás Bolaño, ya te lo dije cuando pusiste un párrafo hace un tiempo, Di. Me da que no vamos a conectar él y yo, no sé... Y si voy con esa predisposición, malo.

    Yo no pinto en los libros, y sin llegar a extremos de leerlos incómoda, estoy con el pedalista en que sufren. Por ejemplo, nunca se me ocurriría doblar una esquina como señal (mira, es escribirlo ahora y me da casi dolor, como si me pegaran un pellizco de monja en el brazo). Lo sé, lo sé, tontunas animistas, pero quizás sea porque cada libro que me he comprado desde que era pequeña ha sido un pequeño triunfo, una espera paciente, llena de ansias y deseo de conseguirlos, en fin, yo era una niña sin muchos posibles, sin biblioteca de sus abuelos en la que perderse, y sin hermanos mayores de los que heredar libros. Supongo que eso marca a la hora de tratarlos de una manera u otra.

    ResponderEliminar
  14. Teresa, no, no, yo tampoco doblo las esquinas.. argh, me pasa como a ti con eso. Pero sí q los abro, y lo de escribir en ellos no me parece maltratarlos... me parece vivirlos. Mi padre se queja, cuando se lee un libro q ha pasado por mis manos, por ej, pero al contrario q a él, me encanatría leer libros q hubiera leído hace 40 anios en el subrayara y pusiera comentarios. Espero q mi hija sea como yo en este aspecto... apaniada está dee otra manera! AH, todo esto con libros mios, nunca con prestados.

    Te entiendo con esa "vibe" de "no me va a gustar Bolanio". A mi me pasa con otros. Yo leo para disfrutar, y si no me gusta algo lo dejo, sin ningun cargo de conciencia. Pero hay algunos con los q no me apetece ni siquiera probar....

    ResponderEliminar
  15. ND abre los libros, eso es lo más curioso. Aparentemente lo lee como cualquier otra persona pero luego resulta que parece que nadie lo haya abierto. Incluso los de bolsillo. Lo de leerlos de canto lo decimos para meternos con él (qué mala es la envidia).

    Yo no es que los destroce, es más, hasta que le conocí me consideraba una buena conservadora de libros. Pero no soy capaz de hacer eso y con algunos de bolsillo no he podido más que cargármelos.

    ResponderEliminar
  16. Mu gueno Di lo de jameson…Viveiro se te ha adelantado...estamos creando monstruos con nuestras pijadas. Claro que luego ND propone unas patatas revolconas como pago en especie y Jenna queda casi como una monja ursulina

    ResponderEliminar
  17. ¡Joder, DV! ¿Es que no puede parar esta corriente creciente de gente que escribe lo que de verdad interesa?

    Me habría gustado tener la paciencia de contar a Bolaño como lo has contado tú. Al menos,compartimos la pasión.

    ResponderEliminar

Comenten bajo su propio riesgo, sin moderación. Puede ser divertido.