Uno de nuestros blogueros fetiche, Íñigo Gurruchaga, ha lanzado en su blog un concurso sobre esas gloriosas veces en que hemos confundido a una persona con otra. El premio es un ejemplar de su libro "Scunthorpe hasta la muerte". Yo estaría dispuesta hasta a forzar un encuentro de esos esta misma tarde por llevarme el libro, pero no me va a hacer falta porque tengo uno real.
Ocurrió hace años, ocurrió en otras latitudes, y ocurrió porque qué-pequeño-es-el-mundo, o el mundo es un pañuelo, o alguna otra variedad que se dirá en México que aún no conozco. Se encontraban los Pedalistas en Pátzcuaro, y no era Todos los Santos, que es cuando ocurren aquí las celebraciones más espectaculares del Día de los Muertos de todo México (sí, ese look calaveras y esqueletos), incluyendo rituales y ofrendas en el cementerio que se extienden durante toda la noche. Ocurrió en una ciudad mágica, pero fuera de temporada.
Como buenos viajeros intrépidos, los Pedalistas decidieron visitar el lago de la ciudad pasadas las 6 de la tarde por eso de la puesta de sol, y tras comer pescaíto frito con limón en su orilla, se aventuraron en el barco que lleva a la isla de Janitzio, un lugar muy pobre que vive casi exclusivamente del turismo. El viaje en el barco fue bonito, por el lago y por el cielo, y la isla en el horizonte, con su monumento gigante a Morelos, libertador de la patria en la parte de arriba, parecía que nos estaba esperando.
Ocurrió hace años, ocurrió en otras latitudes, y ocurrió porque qué-pequeño-es-el-mundo, o el mundo es un pañuelo, o alguna otra variedad que se dirá en México que aún no conozco. Se encontraban los Pedalistas en Pátzcuaro, y no era Todos los Santos, que es cuando ocurren aquí las celebraciones más espectaculares del Día de los Muertos de todo México (sí, ese look calaveras y esqueletos), incluyendo rituales y ofrendas en el cementerio que se extienden durante toda la noche. Ocurrió en una ciudad mágica, pero fuera de temporada.
Como buenos viajeros intrépidos, los Pedalistas decidieron visitar el lago de la ciudad pasadas las 6 de la tarde por eso de la puesta de sol, y tras comer pescaíto frito con limón en su orilla, se aventuraron en el barco que lleva a la isla de Janitzio, un lugar muy pobre que vive casi exclusivamente del turismo. El viaje en el barco fue bonito, por el lago y por el cielo, y la isla en el horizonte, con su monumento gigante a Morelos, libertador de la patria en la parte de arriba, parecía que nos estaba esperando.
Al llegar a la isla, comenzamos a escalar las escaleras, siempre en México demasiado empinadas. No es que use que Pátzcuaro se encuentre a más de 2.000 ms sobre el nivel del mar como excusa de mi fatiga o incluso como justificación de que cierto grado de hipoxia cerebral fue la culpable de mi despiste. Y es que cuando estamos a mitad de subida, y veo bajar a dos tipos de unos treintaymuchos, me doy cuenta de que conozco a uno. ¿De dónde? Intento procesar quién es, y la primera víctima con que mi limitada memoria RAM da es el un día famoso en nuestras vidas Alejandro A.
Alejando A. es un ser que se cruzó brevemente en mi vida unos 10 años antes de Pátzcuaro y al que no vi más. Cara redonda, bonachona, aburrida. Me lo presentó un conocido porque había estado en Brasil, con la misma beca con la que fuí yo más tarde, y él, amablemente, me orientó y sugirió muchas cosas de ese país inmenso en todos los sentidos. El día antes de irme, insistió en pasarse por casa porque, muy detallista, quería darme un regalo para una familia de allá. Cual fue mi sorpresa cuando, al llegar de hacer las últimas compras, mi madre me enseña la caja que ha dejado AA, conteniendo un exprimidor de diseño con sus mil accesorios. Casi del tamaño de mi mochila.
Evidentemente, no pude llevar el exprimidor allende los mares, y asegura mi madre que AA lo entendió cuando vino a recogerlo unos días más tarde. Le escribí una carta detallada con todo mi itinerario Vetusta-Barcelona-Roma-Río-y 24 horas en bus hasta-Porto Alegre, destino final, intentando dar pena. No se si lo conseguí.
Así que, escalando aquel 8.000 de la isla del lago de Pátzcuaro, Michoacán, yo veo a alguien que me suena mucho, y la primera conexión que tienen a bien hacer mis traidoras neuronas es "AA". E impulsivamente suelto, entre jadeos supongo, un “Hola, ¿eres Alejandro?”, a lo que él, también con la respiracion a medias contesta “No, no”, baja un par de escaleras y apostilla de una manera seca “Alejandro Sanz, a veces me confunden con él de tanto que me parezco.” Y se va.
Gonggggg. Me quedo unos minutos sumida en una perplejidad esta vez sí, anóxica y miro al Pedalista, buscando entender, porque:
1-El tipo era español, yo no iba del todo desencaminada.
2-Se parecía un montón a lo que yo recordaba de Alejandro A.
3-Si no lo era, yo le conocía de otra cosa ("nunca olvido una cara, forastero, aunque con usted haré una excepción").
4-No hace falta ser tan borde. Si me preguntan si soy Penélope (por mi extremo parecido a Pe), puedo hacer la broma pero incluyo al otro, no me voy de malas maneras.
Mi compa el Pedalista (ser racional, cool, mesurado) llega a la simple conclusión de que el tipo no es AA, que si lo fuera, me lo habría dicho, y ya está. Qué facil debe ser la vida para él. Yo, a lo Diana Keaton en Manhattan Murder Mistery, estoy convencida de que el tipo por supuesto ES AA, y empiezo a maquinar toda una compleja historia de porqué AA no quiere saludarme en la isla remota aquella. La única solución posible es que está aún enfadado porque no le llevé el exprimidor de diseño a Porto Alegre hace la friolera de 10 años. Hasta yo me doy cuenta que es una hipótesis enloquecida, pero no hay otra. El Pedalista racional, mientras, ríe.
Por la noche nos encontramos lateralmente con AA y su acompañante, porque Pátzcuaro es pequeño, e incluso sueño con él: en la pesadilla le digo que, después de todo, me alegraba de no haberle llevado su exprimidor y que se lo podía meter por una palabra que no se puede decir en México. Por la mañana, cuando todo se ve más claro, ya me he olvidado de toda esa historia. Pero, oh destino, en nuestro paseo hacia la Casa de los Once Patios, en los porches de la Plaza Vasco de Quiroga... ¡allí están!! Nos lanzamos sendas miradas asesinas y todos dignos seguimos adelante.
En la Casa de los Once Patios me dedico mucho rato a hacer fotos, o a planearlas por lo menos. En algunas espero un rato ese momento decisivo que no llega (que un niño saque algo de una de esas máquinas llenas de caramelos de colores, joer!), y allí, de repente, se hace la luz. Por fin, ahhhhh, ya lo tengo, ya sé: ese tipo no es el pobre AA, que estará tan tranquilo en Vetusta, desconocedor de que ha sido insultado en un sueño desde el lago de Pátzcuaro. Y ya se quién es.
Hacía entonces 7 años que me había idode España, y por entonces el Gran Wyoming hacía el CQC. Uno de sus colaboradores, Tonino, hacía entrevistas y se quedaba callado. Entonces lo veo claro: esa cara regordeta, ese pelo que recede, esa mirada plácida... ¡¡¡¡es Tonino!!!! De repente el rompecabezas queda resuelto.
Emocionada, le digo al Peda (de nuevo Diane Keaton entra en mi cuerpo) que todo encaja, Tonino estuvo borde tal vez porque lo sea, pero más probablemente vez porque es un medio famosuelo y está harto de que la gente le pare por la calle. El Pedalista-fisonomista se concentra fuertemente en interpretar a un Woody Allen escéptico "no, a mí ese tío no me suena de nada".
Emocionada, le digo al Peda (de nuevo Diane Keaton entra en mi cuerpo) que todo encaja, Tonino estuvo borde tal vez porque lo sea, pero más probablemente vez porque es un medio famosuelo y está harto de que la gente le pare por la calle. El Pedalista-fisonomista se concentra fuertemente en interpretar a un Woody Allen escéptico "no, a mí ese tío no me suena de nada".
Hombresss. Todos sabemos que el Pedalista no reconoce a Al Pacino de una peli a otra. Tampoco se acordará de que, precisamente un colega de Tonino en CQC cantaba esto en los furiosos 80...
Primer.
ResponderEliminarDi, yo soy como tú. Jamás olvido una cara...lo mío es enfermizo. Aqui en Berlin, Juan flipa conmigo..."ese tio lo vimos ayer en el museo de pintura"..." esa familia ha desayunado a nuestro lado en el hotel"...diceque me lo invento.
Tambien soy con Diane Keaton todo el dia elucubrando.....y tambien vivo con alguien sencillo sencillo en sus procesos mentales....el ingeniero se parece al pedalista y su vida también es féliz.
Besos berlineses
Molinosss! Qué alegrón! Desde Berlinnn (no tengo tildes para la i). Primer y única, ya ves q todos los divagantes están hibernando, o en estado silente.
ResponderEliminarJo, me tranquiliza ver q hay más penia por ahi como yo con lo de las caras... a veces en Vetusta reconozco a ex-ninias con coletas ahora madres o chicos de camiseta de ACDC ahora calvos.
Me encanta la metáfora de Diane Keaton en esa peli, pq llevo siendo la Keaton toda mi vida con distintos temas y rodeada gente serena a mi alrededor que dice: "otra de las tuyas".
Enjoy y vuelve pronto a despertar a estos...
jooooooo di se me come la envidia la gran molinos hablandote desde Berlín... ya has pasao a la estratosfera blogueliana...
ResponderEliminarTopico con N: ¿Has visto como está de vieja esa chica con lo mona que era? ¿Pero te has visto tú tio? Pues tienes razón.
P.D-. Como os metais con el peda y con el ingeniero llamandolos simples os las vereis conmigo muñecas...
Txelos, hay q ver lo pelusillas q eres (esta palabra es vetustiana/generalizada o limitada a mi familia? "tener pelusa"="tener envidia/celos"). Aleeee, ya te ha comentado Moooooli desde Berliiiino.
ResponderEliminarEl Ingeniero y el Pedalista: el adjetivo "simple" era una aproximación a "buena gente" por oposición a nosotras q somos MALAS.
Tener pelusa es general. Y hoy se me come la envidia sobre todo por la historia de la radio y así me gusta que trateis con cariño a los blogueros consortes. Que envidia!!
ResponderEliminarLamento no poder participar en divagues londineses pero solo conozco la sala de espera de jizrou (¿así se pronuncia?) que envidia hablar inglés.
Tener pelusa tambien se aplica en la meseta..no tengo acentos ni i griega...fabuloso.
ResponderEliminarDi, yo no lo habria explicado mejor..vaya si tengo y pero colocada en otro sitio del teclado.
El ingeniero es buena gente...yo soy mala..llevo mucho tiempo diciendolo en el blog...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQueridas: NO, aquí la única Diane Keaton soy yo. No en vano me llamo Annihall. Hasta aquí podíamos llegar. Alguna vez hasta me han dicho que me parezco (espero que cuando era joven porque si no)
ResponderEliminarPuff, yo también me acuerdo de las caras de la gente y dónde estaba cuando voy de viaje. Y lo de mis elucubraciones mentales... ya sabéis que ND me llama centrifugator.
Sobre confusiones con parecidos, hace un tiempo leí en el blog de Abraham García (el de Viridiana) que su maitre confundió una vez a Mick Jagger con.... SI el hermando Calatrava feo. Por lo visto llegó al restaurante y el tío se lo echó al pecho dándole un abrazo 'hombre, Jose (o como sea), cuánto tiempo, qué alegría'.
Querida Anijol,
ResponderEliminarTendremos q debatir civilizadamente eso de q te apropies a toda la Keaton por ser Anijol (q yo sepa, Maléfica no sale en otra historia así q yo tengo el copyright, pero lo tuyo es diferente).
Máxime cuando osas parecerte a ella y encima decir q "sólo cuando era joven". A ver, no te puedes parecer a tu madre, o a tu abuelo? Y, no hay gente guapa a los 60? (el q tuvo suele retener) Y no está la Keaton estupenda ahora? A mí me gusta su estilo un montón, tanto en Annie Hall como en Misterioso Asesionato en Manhattan... qué estilo!